Sobre la Cátedra de Estudios sobre Religiones
Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica

Comentando sobre Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Pedro de Auvernia señalan: parece que este “(…) habla de ciertos cuerpos animados a los que los platónicos llaman démones, afirmando que estos eran animales aéreos con cuerpo, eternos en el tiempo (…) Así los cuerpos celestes si son animados tienen entendimiento (…)”.

El texto hace referencia a una tradición antiquísima que en algún momento pasa por las órdenes angélicas del Pseudo-Dionisio Areopagita y que implica la acción de los ángeles sobre el mundo físico, en este caso sobre las esferas del cosmos que mueven las esferas fijas. Como ha analizado Umberto Eco, estas ideas se encarnaron durante la Edad Media mediante la metáfora de una luz que desciende en cascada, luz reflejada sobre la multitud de espejo de aquellos démones transfigurados en ángeles. Se trata de las fuerzas que por medio de múltiples encadenamientos y engranajes rigen el cosmos desde la acción del primer motor inmóvil, hasta las más ínfimas clavijas del mundo.

Esta imagen luminosa del universo contrasta con una pregunta postcartesiana que seguimos planteando quienes nos interesamos por la relación entre la mente y la materia: ¿cómo es posible que las substancias mentales interactúen con las substancias materiales?

Cuando Dante en la Divina Comedia visita el purgatorio o se eleva por las esferas celestes del paraíso está afincado en las nociones astronómicas de su tiempo. No hay diferencia entre el mapa físico y el mapa metafísico del cosmos. Nosotros hemos perdido esta continuidad. Tenemos el mundo de las cosas naturales o naturalizadas encapsulado y separado del mundo de nuestras esperanzas y nuestros afectos; para darle sentido a nuestras vidas debemos dejar a un lado nuestras nociones cosmológicas, pero también nuestras decisiones prácticas. En algún sentido, vivimos en una gnosis pesimista, caídos en un universo cuyo creador nos es ajeno; vivimos en la esquizofrenia.

Ciertamente el problema no es nuevo. Como ha señalado Mircea Eliade, un texto como el Bhagavad Gita es en última instancia una propuesta para conciliar la vida con la religión: aunque el mundo pueda ser ilusorio, se le muestra a Arjuna el imperativo de actuar, de batallar. Si la muerte es ilusoria, la guerra no solo deja de ser reprochable, es también necesaria.

Si miramos los hechos cotidianos, parece que muchas manifestaciones religiosas logran resolver el dilema religión/vida: asesinatos en el nombre de Dios desde las cruzadas a la Europa del siglo XXI, destrucción del patrimonio cultural del mundo clásico o de iconografía budista por los Talibanes, políticos conservadores negando el derecho a pensar y actuar fuera de sus reducidas nociones de moral. Parece que estas formas de intolerancia responden a modos de vivir reconciliadas con una visión religiosa de la vida. Lejos de esto, pienso que son formas radicales de acrecentar la brecha. La monedas para juzgar una religión y quizás para juzgar nuestras decisiones en general, son las monedas de la vida y de la muerte.

Como ha señalado Hinkelammert, la pregunta fundamental es entonces “¿se puede vivir humanamente con esta religión, o esta más bien imposibilita el vivir humanamente?”

No esperamos que esta nueva cátedra de filosofía resuelva los dilemas, quizás porque no hay realmente solución a ellos. La esquizofrenia se desvanece viviendo en la reflexión permanente, no como un espacio ajeno a nuestra cotidianidad sino como parte de la misma.
Esperamos no que la cátedra contribuya con la vida, esperamos simplemente que sea ella misma parte de la
vida.

Muchas gracias a los que han hecho realidad esta cátedra, a Luis Diego, Juan Diego, Katherine. Como en el sueño de Dante, espero que de algún modo contribuya a mirar fijamente la luz que encandila y a la vez atrapa los placeres de nuestro entendimiento.

Mauricio Molina. Universidad de Costa Rica.


Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LIX (153) Enero-Abril 2020 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589