IV. RECENSIONES

Vesa Oittinen

Friedrich Engels and the Dialectics of Nature.
Kaan Kangal (Palgrave Macmillan, Londres, 2020. 213 páginas)

La Dialéctica de la naturaleza de Engels es uno de los clásicos más controversiales del marxismo. Es incluso problemático suponer que esta colección de manuscritos, en los que Engels trataba problemas de las ciencias naturales, haya sido pensada como un tomo coherente, En este sentido, la Dialéctica de la naturaleza es como La ideología alemana de Marx y Engels, la cual también está compuesta por textos diversos que solo posteriormente fueron unidos por sus editores.

Se agradece el nuevo análisis de Kaan Kangal sobre la creación y recepción de las investigaciones de las investigaciones engelsianas en las ciencias naturales. Ayuda a ajustar cuentas con las más obvias equivocaciones y falsas interpretaciones que han surgido alrededor de esta obra póstuma de Engels. El libro consiste en seis capítulos que se relacionan solo vagamente; de hecho, son ensayos casi independientes. Después de la parte introductoria, el autor discute los orígenes del “debate Engels”, o sea, la pregunta de si existe una “dialéctica de la naturaleza”, las motivaciones de Engels al asumir este proyecto, y las formas del razonamiento dialéctico en su obra.

De acuerdo con Kangal, hasta ahora los debates muestran que “los estudiosos han fallado en distinguir los propósitos, metas, deseos, motivaciones, intenciones y procedimientos” (3). Un problema principal ha sido que no se le ha prestado suficiente atención al carácter incompleto de la obra de Engels. La cuestión central ha sido si los procesos que tienen lugar en la naturaleza son “dialécticos”, una tesis célebremente negada por el joven Lukács en su Historia y conciencia de clase de 1923. Allí afirmaba que, puesto que la dialéctica supone un sujeto humano, no se puede hablar de dialéctica en la naturaleza no humana. Lukács siempre ha sido acusado de hegeliano, pero en este caso difirió radicalmente de Hegel, quien en su Lógica trató explícitamente sobre las formas dialécticas en física, química y biología. Más adelante, Lukács criticó sus “pecados juveniles”, pero su posición anterior tiene muchos seguidores, por ejemplo, entre los representantes de la Escuela de Frankfurt. Uno de ellos, Alfred Schmidt, aseguró incluso que existe una conexión directa entre la Naturdialektik engelsiana y el estalinismo (21). Uno de los principales resultados del libro de Kangal es que logra mostrar convincentemente que no es posible separar a Marx de Engels usando a la dialéctica de la naturaleza como criterio. Hay muchas afirmaciones en las que Marx aprueba el proyecto de Engels, además de que colaboró cuando este escribió su Anti-Dühring, una obra que se adhiere al proyecto engelsiano de una dialéctica de la naturaleza.

Sin embargo, Kangal trata de hacerle justicia al joven Lukács asumiendo que tras esta posición puede haber estado la voluntad de distanciarse del marxismo mecanicista de Bujarin. Como indicó Gramsci, Lukács y Bujarin representaban “polos opuestos” respecto al tema de la dialéctica de la naturaleza (54ff). El propio Gramsci parece haber aceptado la idea de la dialecticidad de la naturaleza no humana.

Además, según Kangal, se ha sobreestimado la novedad de la afirmación de Lukács, pues los orígenes del “debate Engels” se encuentran más profundamente en la historia: se remontan hasta la crítica de Hegel por Trendelenburg (expuesta ya en la década de 1840) y a Eduard von Hartmann. Pronto los siguió Eugen Dühring, quien acusó a Marx de seguir las ideas dialécticas erróneas de Hegel. Eduard Bernstein se unió luego al coro, afirmando que “las grandes cosas que lograron Marx y Engels, las lograron a pesar de, y no debido a, la dialéctica de Hegel” (49). Es llamativo darse cuenta de que Dühring trató de crear una alternativa al método marxiano; lo llamó “dialéctica natural” (natürliche Dialektik), la cual sin embargo no tenía nada en común con el proyecto de Engels, y que hoy ha caído en el olvido. Es una lástima que Kangal no discuta más este proyecto duhringiano (y su fracaso).

La historia de la edición de la Dialéctica de la naturaleza es descrita por Kangal más bien brevemente. En los Nachlass de Engels habían 197 fragmentos manuscritos sobre este tema, divididos en cuatro folders. Fueron publicados por primera vez en la Unión Soviética en 1925 en la edición de la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA). Posteriores ediciones llegaron en 1927 y una nueva versión de la MEGA en 1935, el cual fue la base textual para todas las siguientes ediciones. La cantidad de textos incluidos en estas diferentes ediciones fue variable.

La publicación del manuscrito de Engels tuvo un gran impacto en la incipiente filosofía soviética. Incluso, en la década de 1920 fue publicada por poco tiempo una revista titulada Dialektika v prirode (Dialéctica en la naturaleza). Estas discusiones acabaron en los treintas, cuando se estabilizó el régimen de Stalin, pero algunas de las formulaciones de Engels acerca del método dialéctico llegaron hasta el artículo de Stalin “Sobre el materialismo dialéctico e histórico”, que se convirtió en una guía obligatoria para el marxismo soviético. Desafortunadamente, Kangal no sigue las posteriores discusiones soviéticas, después de Stalin, sobre dialéctica de la naturaleza, lo cual hubiera dado más forma a la imagen que presenta de un modo esencial. Menciona un par de veces a Bonifati Kedrov (1903-1985), un historiador de la ciencia que escribió estudios importantes sobre la obra de Engels, pero no describe sus contenidos. Los análisis de Kedrov, especialmente O metode izlozheniya dialektiki (Sobre el método de exposición de la dialéctica), publicado en 1983, presenta muchas similitudes con el trabajo de Kangal, y creo que este último autor hubiera sacado provecho si las hubiera tomado en cuenta.

Según Kangal, la discusión sobre el proyecto de Engels ha fallado hasta ahora en responder a la pregunta de “por qué Engels emprendió una tarea tan gigantesca como la Dialéctica de la naturaleza” (71). ¿Por qué era tan importante para él y para Marx una explicación materialista dialéctica de la filosofía de la naturaleza y de las ciencias naturales? Creo que Kangal sigue la pista correcta al insistir en que el proyecto de una dialéctica de la naturaleza “surgió de una necesidad de establecer una contra-hegemonía proletaria, no solo política sino filosófica” (97). El papel de los intelectuales era allí crucial. El 11 de febrero de 1870, Marx le escribió a Engels, observando que “la oferta de cabezas llevadas de otras clases hacia el proletariado hasta el 48 parece haberse secado completamente”. Lo que Marx quiso decir es que tras el fracaso de las revoluciones de 1848, los intelectuales se habían alejado cada vez más de su radicalismo previo y aceptado el status quo del orden burgués. Esto generaba un problema, pues como escribió Engels en otro contexto, “la emancipación de la clase trabajadora necesita […] doctores, ingenieros, químicos, agrónomos y otros expertos, puesto que nos enfrentamos con tomar el dominio no solamente de la maquinaria política, sino de toda la producción social”. En resumen, no solo la producción material, sino su contraparte intelectual, las ciencias, debían ser reformuladas para corresponder con las demandas de una nueva sociedad socialista. Uno no puede más que coincidir con Kangal, cuando enfatiza el papel de la filosofía en llevar a cabo esta tarea: “si la teoría es en el uso una herramienta práctica de explicación y anticipación, es controlada racionalmente y examinada críticamente mediante un andamiaje más fundamental que hace posible que la teoría funcione como una ‘guía para la acción’ […] En corto, la filosofía es una ‘guía para la teoría’” (104).

El quinto capítulo del libro, que aborda la idea engelsiana de la dialéctica, me parece más problemático. El autor afirma que una comparación de las posiciones de Hegel y Engels muestra que “no hay una divergencia evidente entre materialismo e idealismo” (194). En otras palabras, “el ‘materialismo’ y la ‘dialéctica’ de Engels corresponden plenamente con el ‘idealismo’ y la ‘metafísica’ de Hegel”. Engels de hecho solamente “invirtió” el idealismo de Hegel; no lo eliminó (165). Kangal llega a esta conclusión porque parece aceptar la definición de idealismo de Hegel. De acuerdo con esta definición, lo finito es solamente una “idealización”, y no existe verdaderamente si no existe una totalidad infinita de la cual es parte (155, 194). De esta definición se sigue que las filosofías materialistas que proponen sustancias universales, como “materia”, son en realidad, desde el punto de vista de Hegel, idealistas. En otras palabras, Hegel sostiene que su idealismo objetivo es de hecho una firma de realismo filosófico. Ahora bien, ciertamente muchos marxistas han indicado la “cercanía” de Hegel con el materialismo (por ejemplo, Lenin discute esta tesis en sus Cuadernos filosóficos). Pero esta cercanía aparece solamente en los detalles del desarrollo conceptual, no a nivel del sistema filosófico. Es completamente improbable que Engels, que tiene el mérito de haber formulado la famosa “cuestión básica de la filosofía”, se hubiera adherido a la definición hegeliana de idealismo.

El quinto capítulo también contiene una discusión de la idea de dialéctica utilizada por Engels. Kangal observa que para Engels la parte más importante de la lógica de Hegel es la Doctrina de la esencia (la llamada Wesenslogik), la cual, de acuerdo con Engels forma “el núcleo genuino de toda la doctrina” (146). Este comentario muestra ya que Engels asume muy selectivamente elementos de la lógica de Hegel. Engels ve la “contradicción” como un concepto central de la dialéctica, pero no discute los problemas más sutiles que son inherentes a la idea hegeliana de contradicción dialéctica. Ya Trendelenburg había acusado a Hegel de transformar opuestos contradictorios (o sea, lógicos) en opuestos contrarios (o sea, reales), pero Engels no parece tomar esto en cuenta. En el quinto capítulo, Kangal examina con detalle los conceptos de contradicción y oposición en Aristóteles, Kant y Hegel, pero la exposición de los temas es más bien desordenada. Parece que Engels simplemente pensó que la naturaleza es dialéctica porque hay contradicciones reales, materiales en la naturaleza, y que estas contradicciones físicas son la fuente del movimiento. De las contradicciones internas de la materia se sigue que toda materia está en movimiento. La dialéctica de la naturaleza de Engels es en realidad una teoría del movimiento, y el antes mencionado Kedrov analiza el proyecto de Engels expresamente como un intento de discernir diferentes niveles de movimiento de la materia (materia física, química, biológica y social), lo cual, a su vez, brindaría pistas para una clasificación de las ciencias. Como Engels, Kedrov solamente indica el papel de la contradicción como fuente de movimiento, pero no se ocupa de esto más profundamente. En análisis de Kangal sobre el proyecto de Engels hubiera mejorado si se hubiera ocupado del tema de la clasificación de distintas formas de movimiento.

Un comentario final sobre la relación de Engels con Kant. Kangal observa correctamente la visión de Engels más bien hostil hacia Kant (144ss). Tendríamos que adivinar las razones de esta actitud de Engels, pero posiblemente confundió las posiciones de Kant con las del neokantismo, corriente que empezó a surgir en la década de 1860. Los neokantianos trataron de excluir la idea de “cosas-en-sí” del corpus conceptual de la filosofía de Kant, y por ello le dieron una interpretación que tendía hacia el idealismo subjetivo. Kangal discute aspectos del kantismo como el concepto de dialéctica trascendental y la cuestión de las contradicciones lógicas contra las reales, pero pasa por alto una circunstancia que me parece de la mayor importancia: el significado metodológico del “giro copernicano” kantiano. Kant sostuvo, célebremente, que antes de que podamos empezar a hacer afirmaciones sobre el mundo (la realidad a nuestro alrededor), debemos investigar nuestras habilidades cognitivas para asegurarnos de que somos capaces de obtener conocimiento fiable. Así, Kant enfatizó que la teoría del conocimiento tiene prioridad sobre la ontología (la doctrina del Ser). Desde un punto de vista kantiano, no podemos hacer una afirmación ontológica sin fundamento, como que el Ser o la naturaleza sean “dialécticos”; todo lo que podemos decir es que podemos conocer la naturaleza usando las categorías de la dialéctica. Esta es una distinción que tiene mucho sentido desde el punto de vista de la práctica cotidiana de la ciencia: las teorías científicas sobre la naturaleza o la materia cambian continuamente, y sería dogmático aformar, por ejemplo, que la mecánica newtoniana es la verdad final sobre la esencia de la naturaleza. De hecho, es una teoría que nuestras mentes proyectan sobre la naturaleza, y puede ser reemplazada en el futuro por una nueva teoría que describa a la realidad de un modo más adecuado.

Ahora bien, me parece que Engels tiene que pagar por su anti-kantismo. No toma en cuenta la distinción entre afirmaciones ontológicas y epistemológicas, lo cual lleva a una confusión permanente en su proyecto de una dialéctica de la naturaleza. A veces escribe que “no podría pensarse en construir las leyes de la dialéctica sobre naturaleza, sino en descubrirlas en ella y desarrollarlas a partir de allí” (127) –lo cual es una afirmación epistemológica. En otras ocasiones, escribe que “las leyes dialécticas son leyes reales del desarrollo de la naturaleza, y por tanto son válidas también para la ciencia natural teórica” (131)– lo cual es claramente una afirmación ontológica.

Entonces surge de nuevo la pregunta formulada por Lukács en 1923: ¿hay dialéctica en la naturaleza o no? Creo que la respuesta “salomónica” de Lucien Sève (2004, p. 567) es la mejor:

En sentido estricto, no existen contradicciones dialécticas en la naturaleza, más que hay relaciones numéricas, propiedades topológicas, secuencias casuales o cualquier otra elaboración racional mediante la cual nuestras actividades cognitivas las aprehenden. La dialecticidad de la naturaleza consiste en que sus relaciones y procesos no pueden ser aprehendidos objetivamente ni expresados racionalmente en términos lógicos, excepto mediante el pensamiento dialéctico. Es solamente en este sentido conscientemente epistemológico que se puede describir correctamente a la naturaleza como objetivamente dialéctica.

Referencias

Sève, L. (2014). Penser avec Marx aujourd’hui, III: ”La philosophie”?. La Dispute.

Esta reseña apareció originalmente en inglés en Marx and Philosophy Review of Books. URL: https://marxandphilosophy.org.uk/reviews/18579_friedrich-engels-and-the-dialectics-of-nature-by-kaan-kangal-reviewed-by-vesa-oittinen/

Traducción de George García Quesada.

Vesa Oittinen (vesa.oittinen@helsinki.fi) es profesor emérito en el Instituto Aleksanteri de la Universidad de Helsinki. Ha escrito libros sobre historia de la filosofía, sobre marxismo y filosofía soviética. Recientemente editó Dialectics of the Ideal (con Alex Levant) y The Practical Essence of Man: The “Activity Approach” in Soviet Philosophy (con Andrey Maidansky).


Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, LX (158), Setiembre-Diciembre 2021 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589