Pablo Hernández Hernández

Un Yogui

Xul Solar [Óscar Agustín Alejandro Schulz Solari]

(Acuarela y gouache sobre

papel sobre cartón, 40x55,5cm., 1932)

Colección Museo Xul Solar, Buenos Aires, Argentina

Tal como lo expresa la modificación misma de sus apellidos para construirse un seudónimo artístico polisémico, Xul Solar (1) no temía a las deformaciones. Fundamentalmente porque eso que reconoceríamos como deformación era considerado por él un estadio, el resultado momentáneo y parcial de una perspectiva particular. La deformación no debería ser considerada como un error o una falla, sino como un primer paso de reconocimiento, de identificación y de seguimiento de un proceso mayor que, trascendiendo, ampliando, entremezclando y entrecruzando lo particular sin abandonarlo o desecharlo, nos conduce hacia un panorama insólito o, al menos, hacia su representación artística.

Es esta la razón por la que los adjetivos de surrealista o fantástico se quedan muy cortos al tratar de caracterizar la obra artística de Xul Solar. Así, no es hacia la imaginación febril ni hacia la creación de mundos oníricos o ilusorios, autónomos y privados, originados en una mente individual, que se busca dirigir la atención de la persona observadora, es hacia otra cosa, en realidad, que habría que (re)dirigir nuestra atención, o deberíamos decir más bien que la atención se dirige hacia aquello que no es cosa alguna.

En su minucioso arte, en su mayoría de pequeño formato, se deja ver esa perspectiva amplia que contiene la clara intención de obligarnos a un cambio de escala, de una escala parcial a otra trascendental. Pero, trascendental no por salto o huida sino por implicación e incluso, diría él, por enredo. Por lo tanto, esta sería su definición de trabajo y de obra: la suma de pasos para sobreponernos a una perspectiva efímera y parcial, echando mano de todo instrumento a nuestro alcance para visualizar y experimentar un panorama inagotable e íntegro.

La obra que ilustra nuestra portada forma parte de una serie de trabajos que el artista desarrolla durante la década de 1930, dedicada a lo que él mismo denominaba ‘paisajes místicos’. Y es un buen ejemplo de cómo en estos paisajes se entrelazan figuras místicas con símbolos esotéricos, patrones de composición con progresiones cromáticas, recursos expresionistas con abstracciones formales, mundos del saber con tradiciones del hacer, fórmulas de la ciencia con especulaciones filosóficas y referencias a las religiones del mundo. En un espacio que intencionalmente renuncia a la perspectiva de punto focal para alcanzar un estilo geométrico y plano, esta serie de paisajes logra reflejar complejamente los profundos intereses del autor en la mística, la teosofía y la astrología.

Considerada por muchas personas especialistas en la obra de Xul Solar como una especie de autorretrato, esta pintura nos presenta a un radiante y luminoso yogui en postura de meditación, con una escisión de cabeza y cuerpo que ignoramos si se está produciendo o se está reparando. Cuadros y rectángulos de diversas dimensiones y colores se distribuyen a su alrededor como parte de eso que no podemos resolver si compone el mundo dado o si ha sido producto y creación de la misma figura central. Vemos puentes o bien umbrales, o bien portales. Debajo e igualmente radiante, una figura sinuosa y ondulante, con cabeza humana, parece representar un estado larvario, una gestación que es metamorfosis y un nacimiento que no deja de darse, aunque bien podría ser una especie de dragón. Fragmentos de esferas con diferentes texturas, desde burbujas hasta discos, pasando por esquemáticos rostros, insinúan un universo leve, atemperado, siendo conducido al reposo. Finalmente, un elemento llamativo por aparentemente extraño en esta composición, aunque recurrente en la obra completa del artista: una bandera multicolor, con los colores del arcoíris, desintegración analítica de la luz.

Xul Solar tuvo relación con el yoga en tiempos muy tempranos de su carrera creativa, desde su larga estadía en Europa entre 1912 y 1924, principalmente a través de su relación con el excéntrico ocultista Aleister Crowley y la obra de contemporáneos indólogos alemanes, por ejemplo, la obra Los inicios de la práctica del yoga en la India antigua [Die Anfänge der Yogapraxis im alten Indien, 1922] de Jakob Wilhelm Hauer. Para Xul Solar, en el yoga no se trata solamente de una iluminación, de una santidad o de una salvación, de un estado final o de una meta por alcanzar en el tiempo de una vida singular y en el seno de un cuerpo individual. Riguroso en el seguimiento de los conocimientos de las culturas de Oriente, del ocultismo, la astrología, la mitología y la alquimia, pero también de la música, las lenguas y los lenguajes, de la biología, las matemáticas y la metafísica, Xul Solar reconoce que se trata de una disciplina, de una práctica, de un hacer. Incluso, me atrevería a decir, se trataría de un ejercicio de (re)diseñar (re)conectando.

Es por esto que nos encontramos con que el acervo artístico, místico, esotérico, religioso, filosófico y científico que confluye en la obra de Xul Solar es prácticamente inabarcable en extensión y profundidad. Así lo son también las anécdotas y los proyectos que componen la síntesis de su vida con su obra. Desde la invención de dos lenguas a la construcción de un piano de seis tonos con teclas multicolores, pasando por sus cartas astrales y juegos del tarot (y otro gran número de producciones) todo es interesante, y más importante, todo está relacionado en un gesto amplificador en Xul Solar. Pero no es este el espacio para profundizar en ello.

Hemos utilizado esta obra como pretexto para invocar a Xul Solar. A su vez, hemos recurrido a Xul Solar para encontrarnos desde la portada de la revista con un poderoso punto de coincidencia del propósito del trabajo de Xul Solar con lo que el contenido de este nuevo número de la Revista de Filosofía nos ofrece y presenta. Esta nueva edición (volumen LXI y número 160) contiene un dossier dedicado a la filosofía de la India en el que se reúnen artículos que en su conjunto nos vienen a demostrar que la discriminación y descalificación de formas de conocimiento inclasificables en las categorías occidentales del saber no debería detenernos a estudiarlas, comprenderlas, explicarlas y aplicarlas en nuestros propios esfuerzos filosóficos.

Para poder contextualizar y contrarrestar esa discriminación y descalificación, el historiador holandés de las filosofías herméticas y de las religiones Wouter J. Hanegraaff ha propuesto el concepto de “conocimiento rechazado” [rejected knowledge]. Con este concepto quiere hacer visible que, aunque rechazado, este conocimiento existe y, más aún, que han sido y siguen siendo parte fundamental de la cultura occidental. El gesto que incluye esta propuesta es sumamente interesante, porque indica que su rechazo no ha implicado su exclusión del panorama intelectual, artístico y cultural occidental. Aquí es donde un dossier dedicado a la filosofía de la India se encuentra con el polifacético proyecto del artista argentino. Desde el estudio sistemático de las formas de filosofía y pensamiento desarrollados en la India hasta la (re)conexión estética de repertorios rechazados de conocimiento y saber, ambos sirven de ejemplo de cómo lo que ha sido rechazado no necesariamente ha terminado siendo excluido.

Xul Solar, en su ecléctica integración de saberes y haceres, no deja la impresión de componer una colección de excentricidades geniales. Por el contrario, como ya mencionamos, se trata de un esfuerzo ampliamente inclusivo de composición o diseño a partir de ideas, prácticas, tradiciones y sistemas de pensamiento tradicionalmente percibidas como incompatibles o incluso contrarias a las institucionalizadas formas del saber que se identifican como religión, filosofía o ciencia. La obra de Xul Solar, en el sentido del rejected knowledge, se presenta como un enciclopédico esfuerzo de inclusión.

Nota:

1. Su seudónimo suma a la alteración de sus apellidos los posibles sentidos que se generarían en el cruce del anagrama del latín lux (Xul) y de la polisemia de Solari (Solar) al referir a lo solar tanto como al suelo, al patio y al recreo.