Natalia Solano-Meza

Arquitectura bananera, degradación ambiental, e imágenes de violencia espacial en el Caribe costarricense1

Resumen: Este artículo explora la relación entre monocultivo bananero, degradación ambiental y ciertas configuraciones espaciales y arquitectónicas producidas por la United Fruit Company en el Caribe costarricense. La idea de “violencia espacial” se emplea para examinar imágenes que revelan una historia de devastación ecológica y segregación racial propiciada por las corporaciones bananeras, materializada en la organización del espacio.

Palabras clave: violencia espacial, plantación, degradación ambiental, geografías caribeñas, espacio construido.

Abstract: This article explores the interrelations between environmental degradation, the expansion of the banana monoculture, and specific architectural and spatial configurations produced by the United Fruit Company in the Costa Rican Caribbean. The notion of “spatial violence” is used to examine images that reveal a history of ecological devastation and racial segregation fostered by the banana corporations, materialized in the organization of space.

Keywords: spatial violence, plantation, environmental decay, Caribbean geographies, built space.

Introducción

En Costa Rica, el control sobre la ruta del ferrocarril al Atlántico y el acceso a tierra y mano de obra por parte del capitalista estadounidense Minor C. Keith (1848-1929) sirvieron como base para el surgimiento de un modelo corporativizado y enclavizado de producción de banano en el Caribe costarricense (Viales Hurtado 1998; 2006). Este modelo se consolidó con el establecimiento de la United Fruit Company (UFCo.) en 1899 y con el desarrollo de un sistema infraestructural que transformaría la configuración del espacio en la región, esto es la composición intencional de los elementos físicos que conforman su territorio (King 2012).

En términos generales, las actividades de la UFCo. pueden entenderse como parte de un proyecto capitalista-corporativo, o como lo apunta Jason Colby (2011), corporativo colonialista, dedicado a la extracción de recursos agrícolas.2 El poder de la UFCo. se sustentó en la aplicación de un conjunto de prácticas orientadas a controlar la tierra, la naturaleza y las formas de vida.3 Entre estas prácticas se incluyen el uso de tecnologías de exterminio ecosistémico, como la deforestación y la fumigación (Soluri 2005); la incorporación de tecnologías de control social, como la implementación de una estructura laboral segregada; y la puesta en marcha de programas y protocolos de higienización, salubridad y educación dirigidos a las personas trabajadoras y sus familias (Chomsky 1996; Putnam 2003; Aliano 2006; Colby 2011). Desde esa perspectiva, la operación de la UFCo. en el Caribe costarricense puede considerarse intrínsecamente violenta: acarrea una intención de explotación de recursos cuyo propósito es la acumulación de capital, es en apariencia “civilizante” por cuanto pretende implementar una agenda ideológica y ética supuestamente superior; a la vez que destruye, impone y domina. Tiene una propensión imperialista e induce procesos coloniales de transformación ambiental, ocupación, discriminación, aislamiento y abandono, los cuales involucran a personas, lugares y objetos (Stoler 2013, intro).

Este ensayo explora la transformación del espacio construido y el paisaje vinculada a la producción bananera, empleando como principal herramienta de análisis la idea de violencia espacial; un conjunto de prácticas y acciones que se imponen desde y en el espacio con el propósito de instaurar un régimen de explotación de recursos.4 Siendo así, en el texto se exploran las formas en las que la violencia da forma al entorno físico (Nevins 2003, 679) y también como la violencia ambiental específicamente producida por las corporaciones tiene implicaciones físico-territoriales que afectan más a ciertos grupos de personas que a otros (Stretesky y Lynch 1998). El estudio se hace a partir de la revisión de material de archivo, especialmente mapas y fotografías, al que se suman capturas tomadas con un iphone, así como dibujos hechos a mano o en dispositivos electrónicos. Este método de trabajo tiene una dimensión práctica; permite estudiar configuraciones y formas que han sido destruidas, abandonadas, sustituidas o manipuladas a lo largo del tiempo. Por tanto, en el texto, las imágenes operan como evidencia material que permite espacializar, esto es, explicar en términos de producción de espacio, una historia de violencia incluso cuando los insumos analizados no la registran de manera explícita. Como lo apunta Liliana Gómez (2019, 85) en su trabajo acerca de la actividad de la UFCo. en Colombia:

La violencia inscrita en el paisaje mismo que es archivo y testimonio de uno de los más grandes proyectos de modernización espacial y de la transformación material del Caribe y Centro América, no queda registrada por la imagen, ya que esta forma parte más bien de una fantasía de progreso tecnológico soñado por la compañía bananera.

Desde el análisis de imágenes (véase la figura 1), se argumenta que la violencia espacial vinculada a las actividades agrícolas corporativizadas tiene un carácter persistente; dominando en gran medida las tendencias de producción del espacio en el Caribe costarricense en la actualidad.5 La primera parte del texto se dedica a delimitar brevemente los conceptos con los que trabaja. La segunda analiza, a partir de una recopilación de fotografías, dibujos y mapas; configuraciones espaciales vinculadas al modelo de extracción agrícola de la UFCo.

Figura 1. (1) Árboles viejos, Limón (Costa Rica. Box 10, Album 12, Costa Rica_10), cortesía de Tulane University Digital Library. (2, 3, 4) Croquis de trabajo (2022), Valeria Ramírez y Natalia Solano (5,6) Fotografías de Limón, Costa Rica (2022) Natalia Solano. (7) Hoja Cartográfica, cortesía del Instituto Geográfico Nacional. (8) Contenedores en Ruta 32, (2022) Natalia Solano. (9) Bitácora. Natalia Solano. (10) Croquis en ipad Natalia Solano.

Violencia espacial. Caracterización y operativización de un concepto

En 1993, Assemblage, una revista de teoría y crítica de la arquitectura, publicó una edición especial a partir de la conjunción de dos palabras: espacio y violencia. El volumen aglutinó textos, collages y ensayos fotográficos. En el texto de la convocatoria, el editor de la revista en ese momento, Mark Wigley, escribió:

Mi preocupación no es simplemente la violencia que ocurre ‘en’ un espacio, sino la violencia involucrada en la misma producción y mantenimiento de los espacios como tales (ya sea que el espacio sea el de un edificio o el de una ciudad, una nación, una disciplina, un campo televisivo, una institución, un estereotipo, una red informática, una universidad, una categoría, una identidad, una revista como Assemblage, etc.). (Wigley 1993, 8)

En el mismo volumen de Assemblage, Anthony Vidler publicó un ensayo sencillamente titulado Spatial Violence. En él, repasaba ideas acerca de la concepción del espacio moderno. El texto de Vidler plantea la dificultad para distinguir o diferenciar el espacio orgánico del cuerpo del espacio social y político que le somete. Hacia el final del ensayo, Vidler (1993, 85) propone que los espacios modernos son en esencia violentos e incluso hostiles; sugiriendo con esto que la violencia que estos acarrean es material de estudio para la historia del espacio construido.6

En una línea similar a Vidler, Andrew Herscher y Anooradha Iyer Siddiqui (2014) advierten que resulta posible estudiar la historia de los espacios de la violencia política como una práctica diferenciada con respecto de otras maneras de historizar la violencia. De lo anterior, se desprende que la historia de la violencia espacial no necesariamente tendría que adscribirse a discursos y cronologías impuestos por otras prácticas históricas, sino que sería capaz de seguir sus propias secuencias y rupturas, como también lo apuntan Herscher y Siddiqui (2014) en su trabajo. En este caso, investigar desde la violencia espacial implica examinar las maneras en las que prácticas corporativas colonialistas produjeron configuraciones y percepciones de espacio, así como las maneras en las que estas configuraciones a su vez infligieron o facilitaron la instauración de mecanismos de extracción de recursos. En ese sentido, el ejercicio histórico que opera desde la violencia espacial podría entenderse como una estrategia que presta atención a las corrosiones tóxicas y acumulaciones violentas de las secuelas coloniales y a cómo estas afectan el entorno físico, y el espacio psíquico y material de las personas (Stoler 2013, intro).

Método e imagen

Utilizando como base estas aproximaciones, el ensayo trabaja, como ya se ha sugerido más arriba, con una muestra limitada de imágenes. En este caso, se han usado tres fuentes: el archivo fotográfico del Archivo Nacional de Costa Rica, fotografías aéreas y mapas disponibles en el Instituto Geográfico Nacional y finalmente algunas fotografías disponibles en la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Tulane, en la ciudad de Nueva Orleans.7 Se les suman fotografías tomadas en campo, dibujos hechos durante estancias en Limón y dibujos a partir de información contenida en fotografías o en libros de literatura (véase la figura 1).

Se han escogido imágenes que permiten expresar la actividad de la UFCo. en el Caribe en términos precisamente de tendencias de organización y uso del espacio a lo largo del tiempo. Puede decirse que el material con el que se trabaja en este ensayo contiene, de una manera muy general, elementos infraestructurales de interés: líneas de ferrocarril, conjuntos de fincas ubicados en valles fluviales del Caribe costarricense, escenas de la vida en las plantaciones, y finalmente escenas de la vida en y frente a los edificios propiedad de la bananera. Se han analizado imágenes que no son mencionadas en detalle en el texto (véase también la figura 1) y que sin embargo informan su argumentación.

El propósito del ejercicio aquí expuesto es desarrollar una metodología de exploración espacial, en este caso a partir de fotografías, dibujos y cartografías expresamente vinculadas a la actividad bananera en Limón. Con esto, no se pretende obtener un resultado comprehensivo en términos historiográficos ni de las imágenes ni de la región, de ahí que tampoco se siga un orden necesariamente cronológico a lo largo del texto. Así mismo, debe mencionarse que el ensayo no ejecuta un análisis ni formal ni descriptivo ni semiótico de las imágenes, sino que lleva a cabo un estudio en el que se presta atención particular a los elementos que componen el espacio, a su organización y agencia; y a la manera en que estas condiciones evidencian situaciones de violencia que se encuentran, expresan o sugieren en su configuración. Dicho de otra forma, el método de trabajo empleado se interesa por la imagen en cuanto esta abre una oportunidad de investigación histórica de un espacio particular y de cómo este fue intervenido o transformado por las operaciones de la UFCo. Naturalmente, este interés acarrea limitaciones operativas, las cuales tienen que ver con las capacidades de la imagen como documento que informa una preocupación por observar intersecciones entre violencia y entorno:

El estudio de la complejidad de múltiples capas de la imagen a veces llevó a un consenso sobre el significado y la importancia de la imagen para un determinado grupo de personas en un momento y lugar específicos. Pero, más a menudo, condujo a una toma de conciencia de la fragilidad del significado en relación con las imágenes y a un énfasis en la inestabilidad de los procesos de percepción a través de los cuales estas son captadas. (Dawkins 2009, loc. 1095-1097)

Teniendo en cuenta lo anterior, y con el fin de situar este análisis en un campo disciplinar específico, como lo es la historia del espacio construido, cuando la imagen resulta insuficiente para explicar un fenómeno de transformación espacial, se ha recurrido al dibujo. En este caso, los dibujos constituyen una técnica de investigación, consulta y especulación que es por definición arquitectónica (Schneider 2007, 19). En otras palabras, cuando la fotografía o cartografía no ofrece información suficiente para identificar una vinculación entre espacio y violencia, se acude, en ocasiones, al croquis y al esquema. Esta práctica permite completar, en base a la intuición disciplinar, información que no es explícita en el archivo, permitiendo proyectar la configuración de ciertos espacios en un momento histórico específico; y de ahí identificar manifestaciones de violencia presentes en ellos (véase la figura 1, especialmente: 1.2, 1.3., 1.4 y 1.9). Los dibujos presentados no deben considerarse representaciones fieles, sino exploraciones en curso. A pesar de esto, el uso de una herramienta como el dibujo permite esbozar interpretaciones que de lo contrario podrían ser desechadas por tradiciones historiográficas más ortodoxas, sin que esto signifique que se rechacen aportes al conocimiento acerca de la historia de las corporaciones agrícolas y su impacto sobre los sistemas de vida.

En ese sentido, el ensayo también presta atención a contribuciones que permiten establecer vínculos entre prácticas agrícolas extensivas y desastre ambiental a partir de procesos de industrialización y corporativización del uso de la tierra; considerando que estas pueden entenderse como formas de violencia que se manifiestan sobre y desde el espacio construido (da Silva y de Majo 2021; Paredes 2021). Así mismo, las contribuciones teóricas desde el campo de la historia ambiental ofrecen algunas guías en cuanto a la necesidad de establecer un abordaje interdisciplinar en el estudio de este tipo de problemas, incluso si su objeto de interés no es necesariamente el espacio o la arquitectura:

Una premisa fundamental de mi campo es que las acciones humanas ocurren dentro de una red de relaciones, procesos y sistemas que son tanto ecológicos como culturales. Ante categorías históricas básicas como género, clase y raza, los historiadores ambientales tendrían que agregar un vocabulario teórico en el que las plantas, los animales, los suelos, los climas y otras entidades no humanas se convierten en co-factores y co-determinantes de una historia no solo de las personas sino de la tierra misma. Para los académicos que comparten mi perspectiva, la importancia del mundo natural, sus efectos objetivos en las personas y las formas concretas en que las personas lo afectan a su vez no están en discusión; son el corazón mismo de nuestro proyecto intelectual. Combinamos, por tanto, toda nuestra obra histórica con la de nuestros colegas de las ciencias, cuyos modelos, aunque de manera imperfecta, intentan aproximarse a los mecanismos de la naturaleza. (Cronon 1992, 1349)

En pocas palabras, las imágenes se usan para examinar e identificar tendencias de composición del espacio vinculadas específicamente a la construcción del ferrocarril y al establecimiento del enclave bananero de la UFCo. En ellas, la convergencia entre situaciones de orden ecosistémico con situaciones de orden social y cultural puede explicarse, parcialmente, desde una definición bastante porosa de violencia espacial. Esta definición ha sido informada tanto por conceptos extraídos de las teorías de la arquitectura como de los aportes realizados desde otros campos, como lo son la historia ambiental, social y política desarrollada en Costa Rica, los estudios culturales, la geografía y la sociología. El ensayo operativiza estos conceptos, en tanto que los lleva al ámbito de la imagen y los traduce en términos de su implicación física.

Espacios y formas de un proyecto de explotación

Todo en el miserable caserío era monótono y desagradable. Las dos filas de campamentos, una frente a la otra a ambos lados de la línea, exactamente iguales todos: montados sobre basas altas; techados con zinc que chirriaba con el sol y sudaba gotillas heladas en la madrugada; construidos con maderas cresotadas que martirizaban el olfato con su olorcillo repugnante, y pintadas de amarillo desteñido. Al frente, los sucios corredorcillos en los que colgaban las hamacas de gangoche, lucias y desilachadas por el uso constante. Arriba, colgando de los largos bejucos, chuicas sucios y sudados, casi deshaciéndose. Abajo, infestándolo todo, el suampo verdoso. (Fallas 1986, 121)

La descripción de los campamentos de la UFCo. hecha por Carlos Luis Fallas en Mamita Yunai es la de un espacio construido que ha sido dibujado en palabras. El espacio descrito no es solo el escenario de la vida en el campamento, sino que son sus características físicas las que generan molestia, incomodidad y hastío. Como lo apunta Víctor Hugo Acuña Ortega (2009, 44), el espacio descrito por Fallas en la novela es un lugar “opresivo, decadente y deprimido.” En él, la naturaleza salvaje, la atmósfera húmeda, caliente, asfixiante, pestilente, hospedera de enfermedades tropicales, así como el terreno enlodado y “suamposo” se suman al ejercicio de la represión estructural sobre las personas.

Desde una perspectiva histórica, que busca identificar tendencias a través del tiempo y el espacio, la imagen del campamento permitiría comparar la configuración de este sitio con otros similares pero ubicados en otras regiones del planeta, tal vez África o la India, mientras estuvieron bajo el dominio de algún imperio europeo (Home 2000; Wald 2014; Chang 2016).8 La principal diferencia radicaría en que, el espacio descrito por Fallas se produce y se encuentra bajo el control de una corporación dedicada a exportar frutas tropicales. Esa condición específica define a las configuraciones espaciales derivadas de la actividad bananera.9 Dicho de otra manera, si bien las descripciones de los campamentos en Mamita Yunai sugieren similitudes con las formas construidas del imperialismo decimonónico e incluso evidencian continuidad con respecto de estas en términos de las tecnologías que emplean;10 estas son también resultado de la particularidad con la que la corporación se asentó en la región Caribe costarricense:

Después de su visita a Costa Rica en 1916, por ejemplo, el conde Vay von Vaya, el famoso escritor de viajes húngaro, comparó a la United Fruit con la British East India Company. Él había observado que además de controlar gran parte de la infraestructura y el comercio de América Central, la empresa era el principal agente de influencia norteamericana y que parecía estar abriendo el camino para un tipo más formal de dominio estadounidense [sobre la región]. (Colby 2011, 208)

Ciertamente hubo otras grandes empresas más antiguas, la British East India Company, por ejemplo, que alcanzó su apogeo en el siglo XVIII. Sin embargo, ya para mediados del siglo XIX, la East India Company era un agente autorizado de la Corona y dependía del Imperio Británico. La United Fruit lo entendió mucho mejor: hacía las cosas de manera diferente y más allá del imperialismo formal. (Chapman 2014, loc. 245-247)

La UFCo. se estableció en la provincia de Limón hacia finales del siglo XIX, resultado de la alianza de negocios entre la Boston Fruit Company propiedad de Andrew W. Preston y la Tropical Trading and Transport Company, la empresa que Minor C. Keith había creado para movilizar el banano de exportación aprovechando la infraestructura del ferrocarril al Atlántico; proyecto en el que él mismo participó como administrador y ejecutor. La familia de Keith se había involucrado en la construcción de la vía desde el primer gobierno (1870-1876) de Tomás Guardia Gutiérrez. Años antes, en 1866, Francisco Kurtze había realizado un estudio acerca del ferrocarril. El ingeniero de origen alemán también trazó un esquema de organización para la ciudad de Limón, establecida definitivamente durante el gobierno de Guardia pero declarada puerto principal de Costa Rica en el Atlántico en 1865 (Sanou Alfaro y Quesada Avendaño 1998, 270-71).

A partir de 1882, una seguidilla de negociaciones, que tuvieron lugar en un período aproximado de diez años entre Keith y el gobierno costarricense, le permitieron al primero asegurar control sobre el Caribe. Con la firma del acuerdo Soto-Keith en 1884, Keith se adjudicó la construcción de la línea férrea sobre el sector de Carillo-Limón y la sección Alajuela-Cartago (Northern Railway 1953). A Keith se le concesionaron 3200 km2 de terrenos y derecho de uso de la línea de ferrocarril por un período de 99 años. A través de otras negociaciones obtuvo acceso a más terrenos. Keith construyó vías entre Puerto Limón, el río Banano, el Valle del Río Estrella y numerosos ramales secundarios que sirvieron para conectar los bananales con las estaciones de tren. Se estableció así una dinámica de privatización de tierras que favoreció a diversos agentes, especialmente extranjeros (Viales Hurtado 2001, 58-60). Esta dinámica favoreció la transformación territorial de la región, alteró su composición ecosistémica, generó nuevas configuraciones espaciales, paisajes y arquitectura.

Una nueva lógica espacial

A grandes rasgos, el proyecto del ferrocarril transformó los terrenos aledaños a la vía en sitios de producción. Para los gobiernos liberales de finales del siglo XIX, la construcción del ferrocarril “supuso una forma efectiva de domar la naturaleza, de transformar un espacio que, por su estado salvaje o por su estado de aislamiento, estaba fuera del alcance urbanizador de las metrópolis” (Durán Segura 2022, 147). Lo anterior sugiere que, aunque percibido como un espacio extraño y ajeno a las reglas de la civilización, tanto políticos locales, cronistas, ingenieros inmigrantes y capitalistas extranjeros habían identificado el Caribe como un sitio con potencial para la extracción de recursos. En ese sentido, cabe notar que en una escala planetaria, la infraestructura ferroviaria tuvo importantes efectos sobre la forma en la que las comunidades se relacionaron con el entorno (Marcussen 2022); en el caso del Caribe de Costa Rica, el espacio selvático dejó de ser un sitio en apariencia inexpugnable e indomable para convertirse en sujeto de explotación, sometido a las reglas del colonialismo corporativo; y en un territorio legible en términos de las expectativas de uso y ocupación de los grupos políticos dominantes del Valle Central. La vía férrea constituyó la primera y quizá más importante herramienta tecnológica de las corporaciones bananeras, un instrumento que propició experimentos de destrucción ambiental, como la tala sistemática de bosque. En ese sentido, la actividad ferrocarrilera fomentó el desarrollo de prácticas de deforestación a nivel regional y global, (Das 2011, 2016). Estas prácticas sentaron las bases para un proceso de transformación ambiental sin precedentes.

Como obra de ingeniería infraestructural, la construcción del ferrocarril se enfrentó a un clima inclemente, una topografía compleja y una vegetación densa. Los planes de construcción sufrieron numerosos ajustes conforme se iba avanzando en la construcción, especialmente en las divisiones más al este (Monge 1983), con lo que se reveló una brecha entre la lógica del dibujo y la lógica impuesta por la realidad del sitio.11 Las principales actividades involucradas en la ejecución de la obra fueron la tala de árboles, el movimiento de tierra, la movilización de material, especialmente acero, y la instalación de la línea. Prácticamente no existen registros visuales que permitan determinar la dimensión o la complejidad de estas tareas, en términos de su logística, escala o del volumen de tierra que fue removido, de la cantidad y tamaño de los árboles que fueron talados, de la cantidad exacta de personas involucradas en cada tarea; aquejadas por el trabajo de construcción y las enfermedades tropicales o gran cantidad de fotografías de la vida en los campamentos del ferrocarril. Sin embargo, desde las imágenes de paisajes ya afectados por estas acciones, resulta posible insinuar que la construcción de la línea funcionó como un laboratorio de modificación de la naturaleza; sitio de prueba para la implementación de prácticas de control sobre la tierra y las personas (Colby 2011, 4, 21, 128).12 Como experiencia de dominación del espacio, el proyecto del ferrocarril sentó las bases para el desarrollo del modelo de espacio corporativo producido por la UFCo.

Figura 2. Río Reventazón, Vía férrea al lado del río Reventazón. Ubicación: Box 10, Album 12, Costa Rica_11, cortesía de Tulane University Digital Library.

La fotografía de la línea del ferrocarril bordeando el río Reventazón (véase la figura 2) es la imagen de una persona en un carro transitando sobre la línea mientras atraviesa un paisaje selvático. En la figura puede observarse la línea bordeando la montaña tupida de bosque. La montaña ha sido cortada para permitir el paso. Un empinado talud, ya cubierto de vegetación, se ha generado a raíz del corte de terreno. Aunque no de forma explícita, la fotografía contiene información que permite al menos imaginar parcialmente la magnitud del movimiento de tierras y de “clareo” de bosque que tuvo lugar durante la construcción del tren al Atlántico. Si fuera posible ver esta composición en una vista aérea, tres elementos resaltarían: el brazo del río Reventazón, la montaña y la vía, una suerte de cicatriz que atraviesa el suelo y que se acompaña de taludes, postes, muros, puentes y puentecillos. La vía y sus formas producen lo que podría denominarse una estética de progreso (Schivelbusch 1978). El espacio aunque indómito, se ha vuelto penetrable; es un espacio que además se percibe desde la velocidad constante del tren. Con una única persona retratada, en aparente movimiento, la fotografía citada en la figura 2 permite también pensar en las imágenes inexistentes: las de miles de personas migrantes que con su trabajo transformaron este espacio y fueron sometidas a un régimen de arduo trabajo físico, enfermedad y muerte. Desde esa perspectiva, la pacífica imagen sirve como evidencia de “un proyecto económico y tecnológico que tuvo lugar, y materializa un espacio en el cual máquinas y trabajo humano definen una economía de lo abyecto” (Gómez 2019, 85).

En las cartografías más recientes de la región puede, en efecto, leerse la lógica espacial impuesta por el ferrocarril, el orden lineal que le es propio y que obliga a una disposición de elementos específica, incluso a gran escala; un equipaje técnico que transformó inevitablemente la organización del espacio y que es legible desde el mapa, en cuanto este confirma la disposición de los elementos ya mencionados, (véase la figura 3).

Figura 3. Sección de la hoja cartográfica de la región de Matina, Limón, (1944) donde al norte confluyen líneas de tren, un brazo del río Reventazón y el Río Pacuare,
cortesía del Instituto Geográfico Nacional.

La plantación; devastación y segregación en un espacio productivo

Figura 4. Fotografía aérea de una zona dedicada a la producción bananera (probablemente bajo el control de la Standard Fruit Company-Dole) en el Valle de la Estrella, Limón Costa Rica (1971), cortesía del Instituto Geográfico Nacional.

Una fotografía aérea del Valle de la Estrella, tomada en 1971, revela la escala y organización de un mosaico de fincas bananeras (véase la figura 4). Pueden observarse los bloques o sectores, atravesados seguramente por los sistemas mecánicos de la plantación, canales, drenajes y cablevías, así como los bordes entre finca y bosque. También pueden verse asentamientos humanos, inmersos en la dinámica espacial del bananal. ¿Qué información contiene esta fotografía con respecto de la historia del espacio y las violencias que acarrea? En la actualidad, la organización de las fincas de banano replica, con variaciones, el modelo productivo implementado por la UFCo. Esto quiere decir que, lo visto en la fotografía es resultado de casi cien años de actividad bananera; y que el conjunto de fincas en la imagen puede leerse como la acumulación de una historia de control territorial, aplicación de conocimiento técnico-científico acerca de las prácticas de siembra y producción del banano; y del poder que tuvo la UFCo. para ejecutar un proyecto de transformación espacial en el Caribe.

Originalmente, para establecer una finca, se hacía un levantamiento básico, se clareaba la maleza, se hacían zanjas, se sembraban los rizomas de banano y una vez hecho esto, se talaban los árboles más altos, dando como resultado un desolado paisaje. Posteriormente, se habilitaban caminos y vías férreas; y se determinaba la posición de casas de supervisores y campamentos (Montero Mora y Viales Hurtado 2014). Conforme creció el negocio de producción de banano durante la primera expansión, con su clímax entre 1907 y 1911, la finca se convirtió en una unidad cada vez más controlada, en cuanto a su dimensión, actividades y formas; una composición infraestructural diseñada para responder a las exigencias de la empresa y del mercado.13 Las fincas medían 250 hectáreas aproximadamente y se dividían en sectores de 50 hectáreas (Fournier 2021).14 A través del tiempo, la finca ha ido incorporando nuevos mecanismos técnicos y constructivos, lógicas de trabajo y movimiento, sistemas de transporte; y herramientas de control biológico como respuesta a plagas y al agotamiento de suelos; que han sido el resultado de investigación agronómica y de las contribuciones realizadas desde otras disciplinas vinculadas al espacio como la geografía, la topografía, la mecánica y la ingeniería civil. En el Caribe, otras empresas bananeras adaptaron el modelo de finca desarrollado por la UFCo., lo que potenció la diseminación de esta unidad espacial a lo largo y ancho de la región.

El control ejercido por la UFCo. sobre el espacio de la plantación se reflejó también en la manera en que se dividieron las labores dentro de las fincas, bajo la supervisión de capataces y administradores. Entre una y dos personas trabajadoras estaban a cargo del mantenimiento de una hectárea de finca, realizando lo que se conoce como “prácticas culturales” (Fournier, 2021). Adicionalmente, parejas de personas trabajadoras se encargaban de cortar, recoger y cargar los racimos, para montarlos en mulas, vagones o cablevías, según el equipamiento específico de cada finca.15 En la figura 5 puede observarse precisamente un momento de corta de banano. La fotografía revela una situación ligeramente caótica, hay maleza y desechos vegetales en el suelo. Una persona parece intentar recoger el racimo recién cortado del vástago, otra utiliza una varilla para capturar un racimo. Un ramal de línea atraviesa el espacio; un árbol alto y lleno de bejucos se sitúa en el fondo del cuadro, reminiscencia de un paisaje parcialmente extinto; el bosque. La imagen parece retratar la cotidianidad del trabajo en el bananal, a la vez que exhibe la preponderancia visual de las plantas en el paisaje, supuestamente apacible, de la finca bananera. La composición, probablemente de principios de siglo XX, sugiere una dinámica oculta: se trata de un sitio de desolación ecosistémica, susceptible, que solo puede ser sostenido artificialmente por la acción humana.

Figura 5. Cortando bananos. /Cutting bananas. Trabajadores cortando banano. Autoría: H. Nathaniel Rudd. Box 10, Album 12, Costa Rica_05, cortesía de Tulane University Digital Library.

Cuatro personas aparecen en la figura 6. Entre ellas, se identifica al mandador de la finca, según datos de archivo. La imagen ofrece suficiente información para especular acerca de la identidad del personaje. Una única persona mira a la cámara. Su cuerpo ocupa un lugar preponderante. Su atuendo blanco le distingue del resto, su identidad es masculina. Las otras personas parecen abstraídas en sus tareas. Los cuerpos de dos de ellas, a los extremos del cuadro, prácticamente se diluyen en el matorral. La figura del mandador, triunfante, parece materializar el éxito del proyecto corporativo colonialista llevado a cabo por la UFCo. La composición del momento capturado por la fotografía sugiere que el espacio de la plantación, su organización, sus formas y las personas que la ocupan, puede también emplearse, como lo apunta Katherine McKittrick, (2011; 2013) como evidencia de una historia de discriminación, migración e inequidades raciales. Por definición, la plantación espacializa una “economía colonial-racial desigual” que, aunque articulada de manera diferente a través del tiempo y el espacio, legalizó la servidumbre y al mismo tiempo sancionó la supuesta falta de pertenencia de las personas negras y migrantes (McKittrick 2011, 948). Así, la plantación puede definirse como un sitio que contiene una violenta paradoja: por un lado fomentó la dependencia de las personas trabajadoras a la tierra mientras que al mismo tiempo naturalizó el despojo, la supremacía blanca y el derecho de grupos con una identidad anglo-europea para explotar recursos y dominar la naturaleza, imponiendo una forma de civilización, (Ibid, 948-49). Siendo así, las personas que constituyeron la fuerza que sembró las fincas, en este caso de banano, fueron frecuente y sistemáticamente deshumanizadas (Mbembe 2003, 21; McKittrick 2011, 949).

En el caso de las plantaciones de banano en el Caribe costarricense, la dinámica de la economía de la plantación sirvió para establecer un sistema que fomentó el conflicto entre las personas desplazadas desde otras regiones del país y las personas afroantillanas, quiénes tenían vínculos con la Corona Británica, hablaban inglés y se habían asentado en Limón desde los inicios de la actividad bananera; en tanto que esta condición resultaba útil a los intereses corporativos y políticos (Harpelle 2001; Colby 2011). Como resultado de estas tensiones, la finca bananera se constituye también como un sitio de resistencia, un lugar que alberga una historia de luchas y revueltas originadas como respuesta a un sistema de explotación, (Acuña Ortega 1984; Marquardt 2002). Por otra parte, la mecánica de la plantación propició otras formas de violencia y sufrimiento, de orden sexual y de género, las cuales aparecen en ocasiones entrelazadas con violencias raciales y de clase (Putnam, 2003). Con esto, la plantación puede pensarse como un lugar que acarrea y emana múltiples formas de violencia. Si bien las imágenes no expresan de manera explícita estas violencias, reacciones y subversiones, sirven para visualizar las dinámicas de control que se llevaron a cabo dentro de las fincas, las jerarquías que en ellas se instauraron, y por sobre todo la manera en la que la UFCo. retrató sus actividades, enmarcándolas en una narrativa de progreso, retórica de civilización y producción de capital de la que la arquitectura fue parte.

Figura 6. Fotografía de la finca bananera “La Luisa,” propiedad de la United Fruit Company en Limón. En la gráfica se aprecia el bananal, así como algunos trabajadores, entre ellos el mandador de la finca y parte de la línea ferroviaria, cortesía de la Dirección General del Archivo Nacional de Costa Rica.

Otra fotografía, la de un grupo de administradores en Zent, muestra a catorce personas posando frente a la casa de los encargados de la finca, (véase la figura 7). Como en el caso de la imagen en la que aparece el mandador (véase figura 6), sus atuendos, posición en el espacio y la disposición de sus cuerpos evidencia la jerarquía del sistema de trabajo de la plantación (Colby 2011, 161). La composición de la toma sugiere la existencia de “un orden espacial controlado en el que la retórica del progreso estuvo constantemente presente,” (Solano-Meza 2020). El edificio atrás bien podría confirmarlo. La casa en la figura 7 aparece en medio de un terreno limpio, rodeada de vegetación posicionada intencionalmente. Parece oponerse a la selva, que ya ha sido dominada, operando como un dispositivo que controla el caos artificial del bananal, y que propicia un calmo espacio que puede ser usado, como en este caso, para el descanso y el placer. Construida en madera, la casa de dos pisos hace uso de elementos comunes a las arquitecturas de plantación del Caribe, lo que además apunta a la existencia de una red de conocimiento alrededor de estas construcciones: barandas perforadas, un corredor doble que bordea el perímetro del edificio, celosías y columnas independientes talladas en madera; inexorablemente la imagen de este frente de casa contiene una historia de explotación que en este caso se materializa en la arquitectura y en como esta es empleada.

Figura 7. Administradores de una finca de la United Fruit Company en Zent, Limón (1904),
cortesía de la Dirección General del Archivo Nacional de Costa Rica.

Rastros y escombros

En la década de 1910, la aparición y propagación del hongo fusarium oxysporum cubense causante del Mal de Panamá, una enfermedad del banano que se propaga a nivel de suelos y que no tiene cura, obligó a la UFCo. a desarrollar estrategias de mitigación; incluyendo el abandono, la quema, y en ocasiones la inundación de las fincas infectadas. La UFCo. libró una suerte de guerra tecno-ecológica contra la enfermedad, lo cual potenció el desarrollo de controles ambientales dentro de las fincas. Entre 1929 y 1940, la UFCo. comenzó a trasladar sus operaciones de banano al Pacífico de Costa Rica en medio de revueltas sociales, la huelga bananera de 1934, el surgimiento de movimientos nacionalistas y nuevas negociaciones con el gobierno costarricense. La principal justificación para el traslado de operaciones fue la devastación de las fincas causada por el Mal de Panamá, aunque las razones de la movilización fueron mucho más complejas y estuvieron vinculadas a intereses corporativos y a la capacidad de la compañía para sostener un régimen laboral diferenciado. El resultado fue, en términos del espacio construido del Caribe costarricense, el desmantelamiento de zonas productivas enteras, el levantamiento de líneas ferroviarias, y al mismo tiempo, la generación de nuevas infraestructuras, dedicadas a la producción de cacao y otros cultivos que se presentaron en la época como alternativas al banano (Viales Hurtado 1998). En la década de 1930, la plaga de la Sigatoka, un hongo de transmisión aérea, obligó a las corporaciones a desplegar estrategias de fumigación masiva a nivel regional y a usar las plantaciones como campos para la experimentación con sustancias químicas (Marquardt, 2002). A partir de la década de 1950, la fumigación profiláctica por vía aérea y aplicada por medio de bombeo a nivel de tierra se incorporó de manera definitiva a las fincas, convirtiéndolas también en sitios de formas altamente contaminadas (Solano-Meza s.f.) y de adicional sufrimiento para las personas trabajadoras y sus familias (Mora Solano 2014). En la década de 1990, Chiquita Brands International, con su centro de operaciones en Guápiles de Pococí, llevó a cabo una gran expansión hacia el noreste sobre las llanuras del río Sarapiquí, con lo que una nueva región se sumó a la actividad bananera.

Apuntes finales

La exploración a partir de la conjunción de violencia y espacio utilizando información extraída de imágenes sirve como un acercamiento preliminar a la historia del espacio producido por la UFCo. en el Caribe costarricense pues permite entrelazar información contenida en las imágenes con conocimientos y conceptos definidos alrededor de la historia de la actividad bananera en el Caribe. De la muestra seleccionadas resulta evidente que las imágenes oficiales tomadas por mandato de la compañía no exhiben condiciones de violencia o afectación en términos expresos. Tampoco lo hacen las fotografías aéreas o los mapas de la región caribeña, excepto si se emplean como un archivo que permite observar la transformación del territorio así como sus usos a lo largo del tiempo, como fue el caso de la figura 3 y 4. Como resultado, algunas condiciones pueden evidenciarse desde un análisis de la configuración del espacio, apareciendo en cierta medida, incrustadas en la organización de los elementos físicos que conforman el espacio construido.

El ejercicio realizado ha permitido identificar algunas maneras en las que prácticas corporativas produjeron situaciones de violencia que se manifestaron e infligieron desde ciertos espacios vinculados a la actividad bananera. Se ha trabajado con dos situaciones: la construcción de la línea de ferrocarril y el establecimiento de la finca corporativizada. En el primer caso, resulta posible sugerir que el ferrocarril operó como un instrumento de transformación del territorio en el Caribe costarricense, el cual trajo consigo un conjunto de mecanismos de destrucción ecosistémica y control biológico así como una estética vinculada al movimiento. En el caso de la plantación, esta se presenta como un espacio que a través de su configuración y organización de actividades materializa diversas formas de violencia estructural y ambiental, las cuales persisten hasta nuestros días aunque con diferencias.

De alguna manera, espacializar la violencia ha permitido, en este caso, relatar el cambio sobre la región Caribe resultado de la actividad bananera, no solo en términos de alteración ecológica, sino en términos de cómo las prácticas corporativas transforman la configuración del territorio. Esta acción también permite situar en espacios con características particulares el ejercicio de diversas formas de represión. En términos de una historia del espacio construido, la actividad bananera no solo introduce infraestructura, paisajes y formas sino que modifica la relación de las personas con el entorno del Caribe costarricense. El ejercicio realizado, en el que en ocasiones imágenes sirven para especular alrededor de ciertas prácticas, tareas y movimientos, no debe entenderse como una historiografía de la violencia de la UFCo. sino como una exploración que desde un archivo de fotografías, mapas y dibujos intenta identificar conjunciones entre espacio y violencia, como ya lo ha sugerido Wigley en Assemblage.16

Notas

1. Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación The United Fruit Company Spaces in the Caribbean Region of Costa Rica between 1890 and 1930: Railroad Infrastructure, Agricultural Enclaves and Architectural Forms, auspiciado por el Fondo Semillas de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica.

2. Todas las traducciones al español han sido realizadas por la autora. No se citan las páginas cuando se ha empleado una versión electrónica de textos sin ubicación fija disponible, ya que estas pueden variar según el dispositivo de lectura empleado. En estos casos se indica la sección o locación del texto referido.

3. Entiéndase por esto, acciones en las que se aplican conocimientos situados y que van dirigidas a ejercer dominio.

4. La producción de banano no fue la única actividad extractiva en el Caribe costarricense y la UFCo. no fue la única corporación activa en la región. También cabe señalar que la UFCo. también compraba a productores locales su producto para exportarlo.

5. Chiquita Brands International Sàrl (antes también Chiquita Brands, United Brands y United Fruit Company), Del Monte Corp. y Dole plc (antes Standard Fruit Company) lideran el sector de la producción bananera en la provincia de Limón. En el texto, se hará referencia a empresas productoras de fruta tropical pensando en estas tres grandes corporaciones. Otras empresas de capital nacional trabajan en la provincia de Limón, en ocasiones en sociedad con las corporaciones, alquilando terrenos o vendiendo su producto a éstas. Se trata de una práctica común que fue propiciada por Keith. Actualmente, la construcción de puertos, carreteras y zonas industriales en manos de nuevos agentes, como la empresa China Harbour Engineering Company Limited (CHEC) contratada en el 2013 para realizar las obras de ampliación y rehabilitación de la ruta 32, que conecta la ciudad de San José con Puerto Limón o APM Terminals, transnacional de impacto global con sede en La Haya, a la cual se adjudicó y concesionó la construcción de la nueva terminal de contenedores de Moín en el 2015.

6. La invitación a escribir hecha por Wigley venía con una advertencia en cuanto a la extensión de los ensayos que estaría contenida en la edición especial de Assemblage. El texto de Vidler, bastante corto y simple en su estructura, hace un repaso por varios autores. Inicia en Foucault y termina en Deleuze.

7. Algunas de las fotografías en el Archivo Nacional de Costa Rica también están disponibles en otras colecciones, como es el caso de la colección fotográfica de la UFCo en la Universidad de Harvard.

8. Los autores citados ofrecen diferentes perspectivas en cuanto a la configuración de barracas y campamentos durante la ocupación colonial. Prestan atención a sus características y a las tecnologías de control y sanitización que se fueron incorporando en estas edificaciones. De una manera muy general, la mayoría de estudios coinciden en que las barracas sirvieron como mecanismos de control de mano de obra y que constituyen una pieza clave de ciertos procesos coloniales, especialmente aquellos vinculados con la defensa militar y la construcción de infraestructura.

9. Por un lado la UFCo. implementó prácticas que ya habían sido desarrolladas por las empresas coloniales, y por otro, se diferenció de estas en la manera en la que relacionó con los gobiernos locales y el poder político en los Estados Unidos.

10. Especialmente tecnologías de producción de espacio construido, soluciones formales, materiales y constructivas.

11. El proyecto del ferrocarril se organizó en divisiones y estas en sectores.

12. Específicamente, el proceso de construcción de la vía férrea le permitió a Keith tener acceso a mano de obra no solo para completar el proyecto sino para, eventualmente, convertir la siembra de banano en un negocio rentable. Durante la etapa de construcción del ferrocarril Keith había identificado las ventajas trabajar con personas inmigrantes de las islas caribeñas del Imperio Británico: hablaban inglés, conocían la cultura anglosajona y según Keith resistían mejor las inclemencias del tiempo y las enfermedades tropicales, a diferencia de los primeros inmigrantes que su tío y sus hermanos habían empleado para construir los primeros tramos de la línea y en los que miles perdieron la vida en la obra. Para Jason Colby su habilidad para trabajar con estas poblaciones sentó las bases para la política de segregación racial sobre la cual se asentó la estructura laboral de la UFCo., (2011).

13. Podría tratarse de una finca propiedad de la UFCo. o de un proveedor de producto que se haya adscrito a las disposiciones y protocolos de la corporación.

14. Ingeniero agrónomo especializado en procesos de fumigación de banano.

15. El trabajo en parejas requiere de un cortador y un cargador. Eventualmente se comenzó a usar un sistema de cablevía para transportar el banano, el cablevía más popular requiere que una persona trabajadora especializada en esta tarea hale el cable hasta un patio de descarga: el carrier o carrero. Se trata de una de las labores más extenuantes de las plantaciones. Prácticamente, todas las fincas utilizan un cablevía para la movilización del banano, algunos de ellos son motorizados. Además, actualmente los bananos no se cargan directamente en los contenedores sino que son empacados en una planta empacadora. Ahí también se lavan, se les aplica bactericida y se fumigan contra plagas.

16. Una segunda etapa utilizará algunas herramientas de inteligencia artificial para analizar imágenes que retratan los espacios de la UFCo.

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Natalia Solano-Meza (natalia.solanomeza@ucr.ac.cr) Profesora asociada de la Universidad de Costa Rica. Tiene un doctorado en Arquitectura, Teoría e Historia de la FAUP. Su trabajo examina las historias del espacio construido y sus relaciones con poderes globales, imperios y corporaciones. Entre sus publicaciones más recientes destaca: Solano-Meza, Natalia. 2023. “Pedagogic Practices at the University of Costa Rica,” in The Routledge Companion to Architectural Pedagogies of the Global South, eds. Harriet Harriss, Ashraf M. Salama, & Ane Gonzalez Lara. London: Routledge. Demás publicaciones y trabajo en curso puede consultarlo en www.solanomeza.com

Recibido: 15 de febrero, 2023.

Aprobado: 22 de febrero, 2023.


Revista Filosofía Universidad de Costa Rica
LXII (163), Mayo - Agosto 2023 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589