Ricardo A. Pérez-Navarro

El antisemita de la prensa católica en Costa Rica: el caso del Eco Católico y La Época (1933-1941)

Resumen: El objetivo es analizar el discurso antisemita de la prensa católica en Costa Rica: el Eco Católico y La Época entre 1933 y 1941, con el fin de comprender la aplicación del dogma del católico en la (re)producción y transmisión del antisemitismo dentro de la sociedad católica costarricense.

Palabras clave: Antisemitismo, catolicismo, judaísmo, discurso, Costa Rica.

Abstract: This essay analyzes the anti-Semitic discourse of the Catholic press in the Eco Católico and La Época in Costa Rica between 1933 and 1941. The aim is to comprehend the catholic dogmatism in the (re)production and spread of antisemitism within the Costa Rican Catholic society.

Keywords: Antisemitism, Catholicism, Judaism, Discourse, Costa Rica.

Introducción

El artículo analiza el discurso antisemita en el Eco Católico y La Época entre 1933 y 1941 en Costa Rica con el propósito de comprender la aplicación del dogma católico en la (re)producción y (re)transmisión del antisemitismo dentro de la sociedad católica costarricense. Específicamente, se pretende examinar la narrativa desde una perspectiva racial, económica y político-ideológica.

El estudio tiene un carácter coyuntural. La temporalidad coincide con el proceso de inmigración, construcción y consolidación comunitaria de los judíos Ashkenazi en el país (1917-1940), así como del desarrollo de las campañas antisemitas difundidas en la prensa costarricense en los periodos entre 1933 y 1936, al igual que entre 1939 y 1941, como se exploró en los trabajos de Gudmundson et al., (1979,158-162), Schifter (2012, 236-241) y Pérez (2019, 70-92, 139-149).

La relevancia de este trabajo recae en la exploración de la coyuntura marcada por el silencio del Vaticano respecto a la cuestión judía, que dio cabida a la propagación del antisemitismo dentro de las iglesias nacionales de todo el mundo, así como de ignorar los actos de violencia hacia ese grupo.

En especial, el papado de Pío XII estableció un hermetismo total sobre la cuestión judía a pesar de que la institución conocía lo que sucedía con los judíos en Alemania y los países ocupados por el nazismo. En cambio, se impulsó la encíclica Divini Redemptoris (1937) que buscó aplacar y combatir el comunismo y el ateísmo como la principal lucha de la fe católica en el periodo de estudio (García 2000, 359-374; Ben Dror 2003, 271-299; Langton 2006, 485).

Además, se hace hincapié en la relación entre el catolicismo y la colectividad judía, puesto que no se ha dado la atención necesaria a este tópico dentro de la academia costarricense en diferentes áreas del conocimiento. Por lo que este trabajo parte como una base para futuros estudios sobre relaciones interreligiosas en el país.

Por otra parte, el artículo se centra, primeramente, en el escrutinio del Eco Católico1. Este medio es una revista dominical de circulación nacional y de carácter confesional que pregona los principios evangélicos y de la Doctrina Social de la Iglesia; además está adscrito a la Conferencia Episcopal de Costa Rica, con ello, se apega a las directrices del Vaticano.

En segundo lugar, el artículo se enfoca en la exploración de La Época. El cual era un medio secular católico bisemanal dirigido por Guillermo Ángulo. Este medio se caracterizó por contar con una mayor libertad de expresión e interpretación respecto a la cuestión judía, misma influenciada por ideales fascistas antidemocráticos, nacionalistas y racistas (Pérez 2019, 234). Esta tendencia hizo que se incluyera en la “Lista Negra” que divulgó el gobierno de los Estados Unidos para Costa Rica en los años cuarenta, que se publicó en La Tribuna del 28 de junio de 1942 (cf. a partir de la página 13).

De estas fuentes se consideraron las noticias, editoriales y artículos de opinión para realizar el estudio. El cual se centró en el uso del Análisis Crítico del Discurso (ACD) según Fairclough et al., (2011) y el Enfoque Histórico del Discurso conforme a Wodak et al., (2003). De acuerdo con estos enfoques, el discurso se entiende como una práctica social como un instrumento de dominación que enlaza al lenguaje con el poder, lo que es evidente en la relación dialéctica entre las prácticas discursivas y los ámbitos de acción, en los que se visibilicen las interconexiones y encadenamientos de causa y efecto.

Para ello, se debe contextualizar cada una de las fuentes e identificar la intertextualidad, para comprender la relación entre el contexto histórico y los discursos. Al igual que del carácter persuasivo o “manipulador” de las prácticas discursivas, y de la funcionalidad e intencionalidad propagandística con la que se expresa el discurso (Wodak et al. 2003 y Reisigl et al. 2001).

Acorde con lo anterior, es menester identificar el discurso a partir de su macrotema y la interdiscursividad fundamentada en el elemento religioso, social, migratorio, económico, político-ideológico y racial (van Dijk 1990, 54-88, 105-109; Reisigl et al. 2001, 41). A su vez, se debe poner atención a la referencia o modo de nombrar para darse cuenta de la construcción de la otredad, en especial, mediante la categorización de la pertenencia, metáforas, metonimias biológicas, naturalizadoras o despersonalizantes. Se agrega, el etiquetamiento de los actores sociales y las atribuciones valorativas mediante los estereotipos y las referencias contextuales para extraer las conexiones entre la producción del texto, el contexto y los actores (Wodak et al. 2003, 114).

Ahora bien, el análisis se centra en la aplicación del modelo explicativo sobre el antisemitismo según Halpern (1981). Este modelo hace hincapié en la peculiaridad contextual de la actitud hostil hacia los judíos basada en una tradición cristiana como una amenaza cultural, social, económica y política alta, elaborada en términos religiosos raciales, sociales y nacionalistas, por razones extrínsecas o intrínsecas de la coyuntura.

Lo anterior se complementa con la concepción del antisemitismo sincrético acorde con Mitten (1992), Wodak et al., (1999, 177-178), Wodak (2006, 179-190; 2007, 208) y Reisigl et al. (2001) en cuanto a la multicausalidad concentrada en la construcción de la diferenciación a partir del servicio ideológico, político o práctica discriminatoria en todos los niveles de la sociedad, donde los viejos y nuevos estereotipos se mezclan en una práctica excluyente.

Consecuentemente, se entiende que el antisemitismo es una ideología difusa que contiene diferentes doctrinas pseudocientíficas, creencias confesionales, estereotipos y opiniones que construyen una conexión pseudo-causal entre el carácter fenotípico, social, político-ideológico, simbólico y ficcional. Lo que propicia que los estereotipos sean (re)producidos y funcionales al contexto sociopolítico-religioso de la interacción entre gentiles y judíos.

1. La superioridad católica y la desacreditación teológica del judaísmo

El discurso antisemita del Eco Católico y La Época comparten un hilo conductor en la lucha teológica contra del judaísmo. Inicialmente, en el Eco Católico la diatriba fue mucho más mesurada y fundamentada en los evangelios de Mateo y Lucas. En cambio, en La Época se pregonó una perorata exacerbada en contra del judaísmo basado en el evangelio de Juan2 y Mateo, así como los libros de Hechos, Romanos y Gálatas.

La disputa teológica se cimentó en el rol ideológico de la posesión y la apropiación de la verdad absoluta. Lo que implicó la (re)producción de las representaciones peyorativas y de la falsedad del judaísmo, donde la otredad se vinculó con un sentido de superioridad moral y de sensibilidad hacia el prójimo con base en la hostilidad cristiana, siguiendo a Halpern (1981, 257). Sobre este punto, en el Eco Católico se publicó que:

Afirmo categóricamente que la única religión verdadera es la católica por ser fundada por Jesucristo; y por lo tanto que todas las demás sin excepción alguna, son falsas por ser inventadas de los hombres. Así como repugna que haya más de un solo Dios verdadero, de la misma manera repugna que pueda haber más de una religión verdadera. Que Jesucristo es Dios nadie lo duda y por tanto detengámonos solamente, si la religión católica fue fundada por Jesucristo, y al demostrar esto estará demostrado de que es la única religión verdadera: la católica. (De Capellades 1933, 30 de junio, 79)

Por ende, la hostilidad teológica se nutrió de la explotación de las representaciones dogmáticas del cristianismo medieval; en especial, la del judío histórico y sus implicaciones deicidas, como arguye Middleton (1973, 33-52), Hoge y Carroll (1975, 581-594), Konig, Eisinga y Scheepers (2000, 373-393).

Con ello, la prensa católica comenzó una cruzada discursiva para la defensa y transmisión de la “doctrina verdadera”, mediante la evangelización ante la amenaza que significó la inmigración judía ashkenazi y la introducción del judaísmo en el país (Vargas, R. 1933, 9 de abril, 239; Vargas, R. 1933, 8 de octubre, 227; La Época 1935, 7 de abril, 6; La Época 1936, 9 de abril, 1, 7-8; Pérez 2019, 70-86).

No obstante, ambos medios perseveraron por mantener un continuum de la responsabilidad deicida de los judíos contemporáneos con el afán de conservar vivas las imágenes peyorativas y la hostilidad hacia los judíos inmigrantes, según el planteamiento de Lebovitch (2003, 182). Lo que legitimó la presión social ejercida sobre las autoridades gubernamentales para evitar el ingreso de más judíos al territorio costarricense (Vargas 1933, 9 de abril, 239; Vargas 1933, 7 de mayo, 311; Vargas 1933, 8 de octubre, 227)

Uno de los argumentos centrales recae en que: “La raza judía es criminalmente egoísta. Su odio contra los gentiles es intensísimo. Nos aborrecen como aborrecieron al Hijo del Hombre (La Época 1939, 19 de febrero, 4). También, se echó mano de que la causa de las penurias del pueblo judío era el castigo divino por el deicidio como señala Langton (2006, 484), y queda evidente en el siguiente fragmento:

Nuestro Señor, para mostrarnos que, si estos infelices marchaban a la perdición eterna, era porque ellos lo deseaban y no porque ÉL le faltara buena voluntad para conquistarlos, se humilla una vez más ante ellos, ofreciéndoles que examinen no sólo su doctrina, sino también la misma moralidad de su vida, para que vean si es justificado o no, el odio que le manifiestan. (Vargas 1933, 2 de abril, 233)

Se adicionó a la narrativa la superioridad teológica, autoasignada, del catolicismo por sobre el judaísmo (Madrigal 1937, 2 de diciembre, 4). Lo que justificó la inferioridad del judaísmo por el irrespeto a la nueva ley otorgada por Cristo donde:

La doctrina de San Pablo, es por la nueva ley, dada por Cristo quedaban abolidas las leyes rituales o ceremoniales del Antiguo Testamento que llamaban sencillamente la Ley (. . .) Un testamento legítimo, nadie lo puede variar, a no ser el propio testador, (Vargas 1934, 19 de agosto, 114)

Se arguye que, con esta tesis simplista y absurda, se ratificó la invalidación de la ley y tradición judía. Igualmente, se adicionó la misión de la conversión de los judíos al catolicismo, con lo que se mantuvo vivo el objetivo de la cristiandad medieval. Lo que se resume en una lucha de verdades.

En una serie de artículos bajo el título: Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel publicados en el Eco Católico en 19333 se expone que la conversión de los judíos es un deber y representa una obra caritativa. Para ello, se utilizó la metáfora de Cristo como un pastor y la de los judíos como ovejas descarriadas en el redil del señor.

No obstante, el trasfondo de la conversión estaba motivada por la preocupación del aumento de la inmigración del grupo ashkenazi a Costa Rica, y la presunción de que este realizaba actividades proselitistas, o que al menos buscaría influir en el descarrilamiento de los feligreses para destruir la ética, moral y valores católico-costarricenses.

La conversión se interpretó como parte de un proceso obligatorio para la inserción de los judíos a las sociedades católicas, puesto que: “Siempre que los hijos de Israel son pacíficamente tolerados en un país cristiano, abrazan por millares la religión del ambiente; en España, del siglo XII al siglo XIV, fue por centenas de millares que ellos invadieron la Iglesia” (Bonsirven 1939, 16 de abril, 263).

Evidentemente, se oculta por completo el accionar de la Iglesia católica en el proceder de las conversiones, ya que nunca se señaló el carácter violento y forzado, así como de las consecuencias por no acatar tal mandato (Friedman 1987, 11-21). El Eco Católico postulaba que: “Antes bien, si por atraer y convertir un solo judío a nuestra fe, pudiéramos hacernos judíos, con todo gusto lo haríamos” (Pío Latino 1934, 11 de noviembre, 310).

En conclusión, el discurso expuesto sobre la cuestión judía está cargado de una connotación peyorativa enraizado en los viejos prejuicios del antisemitismo clásico-religiosos. Esto para persuadir a los católicos del peligro que representaba el ingreso de judíos al país en términos de disputa teológico, empero, con un trasfondo discriminatorio que ensalzaba a la otredad de los judíos.

2. Los inmigrantes indeseables

La prensa católica mezcló los prejuicios raciales, migratorios y económicos para reforzar la diatriba contra los judíos. En este punto, la narrativa antisemita mutó desde una esfera clásica-religiosa a una moderna, ya no solamente se utilizaron los viejos imaginarios medievales enraizados en el deicidio, sino que se añadieron los nuevos referentes seculares desdeñosos sobre la raza judía, como plantea el modelo de Halpern (1981).

Primeramente, el elemento racial se centralizó en una identificación discriminatoria que monopolizó el epíteto “polaco” como sinónimo para los judíos que habitaban en Costa Rica, sin importar su procedencia4 (Pérez 2017, 135-136). Esa postura estaba influenciada por el discurso higienista y la normativa racial costarricense de los años treinta, donde las regulaciones gubernamentales segregacionistas se asentaron en los criterios nacionalistas eugenésicos, que se normalizaron con el instrumental jurídico estatal. Al mismo tiempo, se expelió un discurso xenofóbico y racista represivo, en un contexto de influencia del nacionalsocialismo como indica Arias (2006, 195-220), Arias (2011, 27-55) y Soto (2002, 172-189). La Época expresó que:

El hecho de que los judíos polacos sean de raza blanca no es argumento que pueda aducirse en favor de su admisión entre nosotros, pues el fanático tiene tal orgullo de raza que no se mezcla con ninguna otra y menos con cristianos, por lo que se siente odio y desprecio profundo. Es necesario que el gobierno, que tiene sobre sí la responsabilidad gravísima del porvenir de la nación, tome medidas radicales para terminar con esa indeseable inmigración judío-polaca. (Avisor 1934, 7 de octubre, 1)

La identificación de los judíos como polacos caló hondamente en la sociedad costarricense, tanto fue así que, hacia finales de los años treinta e inicios de los años cuarenta se llevó a cabo uno de los actos políticos más degradantes de la historia costarricense en la que se instauró la Comisión Investigadora sobre la Inmigración de polacos y de otras nacionalidades de la Asamblea Legislativa. Dicha comisión censó a los judíos con el afán de investigar su proceso inmigratorio hacia el país5 (Pérez 2019, 50-51).

Sin embargo, pese a la masificación de la identificación del epíteto “polaco” con los judíos, el Eco Católico buscó distanciarse de esa postura pregonando la necesidad de distinguir entre los judíos de raza y los polacos católicos. Aduciendo qué Polonia era una nación mayoritariamente católica y se debía hacer la diferencia entre la raza y la nacionalidad, así como entre nacionalidad y religión, debido a que “los judíos que habitan Polonia o que tienen nacionalidad son apenas un 5%. Por lo demás, siempre enseñaremos que nuestro credo religioso no puede ni debe inducirnos al odio contra nadie” (Eco Católico 1936, 26 de setiembre, 203).

En contraste, a partir de 1933 se interrumpió en el Eco Católico la afrenta en contra del movimiento migratorio judío y del establecimiento económico-comercial. Este se sustituyó por una postura mesurada que indicaba que los católicos no odian a los judíos por ser “de raza, ni por ser polacos por ciudadanía. Ni por ser comunistas, si algunos lo fueran, o enemigos de nuestra religión. (. . . ) Nuestro Divino Redentor es hijo o descendiente de Judá y por lo tanto genuinamente judío” (Pío Latino 1934, 11 de noviembre, 310).

La aparente causa del cambio fue un Edicto del Episcopado de Costa Rica —del cual no se tiene más información— (Eco Católico 1934, 28 de octubre, 286). Esto genera una serie de interrogantes sobre el contenido del Edicto, el contexto interno de la iglesia católica costarricense y los motivos reales de ese cambio discursivo, al igual que de la influencia del Vaticano. Por más que se generen hipótesis sobre el tema, es necesario profundizar con investigaciones posteriores.

Volviendo al tema migratorio, se planteó qué “Los polacos son “judíos” y como tales, enemigos de la religión cristiana. (. . .) Invitamos a los católicos a hacer causa común contra esta secta Israelita y prometemos ponernos en asecho [sic] sobre COMO ENTRA TANTO POLACO VIOLANDO LA LEY DE INMIGRACIÓN(La Época 1934, 30 agosto, 1-8).

El mayor ataque se realizó por la falta de compromiso de los inmigrantes con la actividad agrícola del país. Dado que, según la prensa católica se violentaron los permisos de ingreso que los identificaba como agricultores, ya que se insertaron en la actividad comercial e industrial incipiente de textiles (Pérez 2019, 225-230; La Época 1934, 1 de noviembre, 1). De manera puntual, La Época escribió qué:

La raza semítica o judía no conviene desde ningún punto de vista, porque el judío solamente se dedica a la Banca y al Comercio y, aun cuando se encuentran grandes núcleos de agricultores en esta raza despreciada no deben introducirse inmigraciones porque merced al Sionismo van los judíos aliados al Comunismo y a la masonería y ello entraña un grave peligro para el país donde se establezcan. (Lagos 1937, 14 de octubre, 6)

Así pues, la actividad buhonera y comercial desarrollada por una porción significativa de la población judía en Costa Rica fue asociada con la competencia desleal y la vieja imagen medieval de la usura judía (Nandaka 1934, 9 de setiembre, 7; Eco Católico 1933, 22 de octubre, 269).

La Época fue el medio que mostró una mayor actitud hostil contra los judíos, su argumento se focalizó en que el ingreso de estos iba en detrimento de la raza y valores católicos de la sociedad costarricense (Avisor 1934, 7 de octubre, 1; La Época 1939, 10 de setiembre, 3; La Época 1939, 19 de febrero, 3). Explícitamente se pregonó qué:

entran al país cada día más polacos, esta raza non grata, los chinos de Europa, como dicen allá, y que no vienen a nuestro país a cultivar la tierra, (de esa clase de brazos necesitamos) sino que exprimen al obrero con sus ventas en abonos, pues despiertan el afán del lujo entre esta clase pobre porque encuentra la comodidad de pagos semanales (. . .) no sería raro que entre una valija lleven propaganda desmoralizadora, novelas judías, que tiendan a desmoralizar a las mujeres cristianas y después de todo es sabido que el judío es sucio y puede dejar en nuestro hogar una enfermedad de esas que abundan en el centro de Europa: lepra, etc. (La Época 1934, 30 de agosto, 1, 8)

Finalmente, es evidente la aplicación del antisemitismo sincrético que promovían el ostracismo, la segregación y la discriminación hacia los judíos. En donde, queda en evidencia la multiplicidad de recursos para establecer la separación teológica y social entre los católicos y los judíos en un contexto de consolidación de la inmigración y asentamiento judío en el país.

3. Las contradicciones ideológicas

La narrativa católica se sostuvo de la acusación contradictoria de que los judíos promovían el socialismo a nivel local y mundial, así como de promover actividades capitalistas usureras. Lo interesante es observar cómo dichas posturas ideológicas se judaizaron para ampliar el rango de ostracismo contra esta población. En especial, se hizo hincapié en el carácter anticristiano de ambos sistemas.

Inicialmente, la prensa católica amalgamó un frente de lucha unificado ante los enemigos del catolicismo: los comunistas y los judíos6. Los problemas con la izquierda se concentraron en la disputa electoral que se focalizó en la cuestión social, enraizada en la atracción del sufragio de los trabajadores y de los campesinos como arguye Molina (2006).

Esto se intensificó con la fundación del Partido Comunista de Costa Rica (PCCR) en 1931, que aparte, calzó con la primera etapa de construcción de la comunidad judía (Pérez 2019, 65-154). Lo que representó la excusa para la consolidación de un relato que conectaba el establecimiento del comunismo con la intromisión de los judíos del Este (Molina 2006, 161-166; Oseas II 1934, 8 de noviembre, 2; La Época 1937, 31 de octubre, 1), ya que, según, La Época, “es harto sabido es que los judíos son aliados de los comunistas” (Léase el libro “Los Protocolos de los Sabios de Sion”) (Avisor 1934, 7 de octubre, 1).

A ello, el diplomático estadounidense en Costa Rica durante 1930 y 1933, Charles C. Eberhardt, difamatoriamente responsabilizó a los judíos polacos de propagar e influir en el establecimiento de las ideas comunistas en el país, por su proceder del Este de Europa, empero, su sucesor Leo R. Sack desmintió esas acusaciones (Pérez 2020, 620-622).

Por otro lado, para sustentar su afrenta se utilizó Los Protocolos de los Sabios de Sion7, La Conspiración Franca, y El Judío Internacional para generar agitación social. Dado que, en estas obras se exponen teorías conspiratorias de dominación mundial por parte de los judíos (Madrigal 1937, 21 de noviembre, 5; La Época 1941, 20 de febrero, 3).

En añadidura, se atacó al Poder Ejecutivo por permitir el ingreso de este grupo (Soto, 2002, 181) y se les recriminó que: “nuestro gobierno “liberal” se hace de la vista gorda permitiendo la libre entrada a elementos que como los judíos polacos adolecen de inconvenientes serios con el agravante de ser agentes del comunismo ruso (Avisor 1934, 7 de octubre, 1).

Se ensalzó despectivamente la judeidad de algunos de los dirigentes comunistas más destacados como: Adler, Blum, Trotsky y Luxemburgo. De igual forma, para satanizar al movimiento se realizó una judaización de los principales líderes como: Marx, Liebknecht, Babel, Jaurés, Ebert, Henderson, Lenin y hasta de Stalin (González 1936, 5 de enero, 7; La Época 1937, 18 de febrero, 1-8; Coudenhove-Kalergi y Weinfeld 1939, 28-35).

Ese proceso se asentó reciamente en la mentalidad de los antisemitas católicos que pregonaban “¿Por qué los primeros escritores y propagandistas del Comunismo eran todos judíos? Y, por último: ¿Por qué PARA HACERSE COMUNISTA HAY NECESIDAD DE JURAR ODIO A MUERTE CONTRA CRISTO Y LOS CRISTIANOS?” (Oseas II 1934, 8 de noviembre, 2).

Por otra parte, la monserga se concentró en contra del judeo-comunismo por sembrar el ateísmo en las generaciones más jóvenes (Galiño 1941, 1 de junio, 3). Se alegó que la intromisión de la ciencia en combinación con las tendencias de izquierda atentó contra la postura religiosa tradicional costarricense: “El Materialismo (histórico) y el ateísmo los predican y los ponen como un gran adelanto científico. Hacen burla de todo y hacen a la juventud creer que el que cree en Dios está atrasado (Madrigal 1937, 28 de noviembre, 4). Por ende, son criticadas las corrientes del humanismo y el modernismo que defienden los comunistas como parte de un plan para obtener el poder mundial (Madrigal 1937, 28 de noviembre, 4; Madrigal 1937, 9 de diciembre, 4).

Complementariamente, existe una crítica a la tendencia liberal-capitalista enraizada en el manejo de las finanzas y banca en Occidente, que sumado a la cobertura empresarial mantienen una fuerte influencia para los estados como para el sistema económico mundial, lo que enriqueció el arquetipo de la usura (Ben Jéhouda 1939, 10 de setiembre 1939, 3; FILIN 1940, 27 junio 1940, 1-4; Valenciano 1941, 23 de febrero 1941, 1; La Época 1941, 1 de junio 1941, 2). La siguiente imagen es un reflejo de lo que se señala:

Ilustración 1

Fuente: La Época. 1941, 25 de mayo, Títere, p.1.

En cambio, los católicos se aferran a sus valores sociales religiosos aplicados a la economía para combatir las influencias externas judías que corrompen la estructura moral de las sociedades católicas (Lagos 1938, 6 de enero, 7), y que tratan de no asemejarse a la imagen estereotipada del judío deseoso de bienes materiales y riquezas sin importar el medio para alcanzar tales objetivos. He ahí un punto de discordia bastante añejo entre ambas religiones. Así pues, esto da cabida a que se pregone la difusión de las “quintas columnas” a partir de la expansión y explotación económica, como se expone en la siguiente ilustración:

Ilustración 2

Fuente: La Época, 1940,14 de julio 1940, p.1.

Sobre el tema hay una fuerte diferencia entre ambos medios, donde tienen mayor representación sobre el capitalismo y liberalismo judío en La Época que en el Eco Católico. Sin embargo, esto no es nada nuevo debido a los antecedentes que ya se han ido esbozando.

Conclusiones

El discurso antisemita expuesto en la prensa católica durante 1933-1944 contempla una multiplicidad de variables que evidencian la complejidad del tema. Puntualmente, esta narrativa antisemita suscita la desacreditación de la presencia de judíos en el Costa Rica, haciendo hincapié en la disputa teológico, discriminación y segregación sociocultural, racial, económico e ideológico. En la que dicha presencia atenta contra las bases éticas, morales y religiosas de la sociedad costarricense.

Por otra parte, el desarrollo de un antisemitismo sincrético promueve la disimilación y la segregación de los judíos, empero, exalta una relación de dominación en la que lo católico se sobrepone a lo judío, lo que genera la (re)producción del ostracismo mediante la mutación y adaptación de los elementos estructurales según las necesidades conflictivas a la hora de producir el discurso, lo que lleva a una elaboración discursiva cada vez más radical y violenta. En la que la fusión de los viejos y nuevos axiomas antisemitas reflejan la intolerancia y ostracismo milenario que muta constantemente y acompaña a las comunidades judías en diáspora.

Notas

1. Se tuvo acceso a la fuente mediante la revisión de los archivos del Eco Católico en la Conferencia Episcopal. Lo que hizo que se agruparan los números en tomos con una numeración continua de sus páginas.

2. La notoriedad de este evangelio recae en el uso del término loudaios or hoi loudaioi (judíos por religión “Jews” o los judíos como habitantes de Judea “Judeans”) con matices neutrales y hostiles asociados a la yuxtaposición entre judíos y gentiles. Mediante la generalización y la estereotización de aquellos judíos que rechazaron a Jesús o hacia sus oponentes; enfatizando en las autoridades judías más que en la gente común. Estas interpretaciones pasan del problema histórico a la función narrativa, en la que se plantea una escalada de hostilidad en los diferentes episodios narrados, con un tono teológico y social. Adicionalmente, se apunta que en Juan se creó un peligroso potencial para el antisemitismo y el antijudaísmo teológico según argumenta Culpepper (1987, 273-288). No obstante, otra postura más radical recalca que este es el evangelio más antisemita de todos, como se aprecia en Schifter (2012, 54).

3. Véase: Bonsirven, J. 1939, 19 de marzo. Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel. Eco Católico, p. 197; Bonsirven, J. 1939, 26 de marzo. Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel. Eco Católico, p. 212; Bonsirven, J. 1939, 16 de abril. Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel. Eco Católico, pp. 263-265; Bonsirven, J. 1939, 2 de julio. Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel. Eco Católico, p. 5; Bonsirven, J. 1939, 20 de agosto. Archicofradía de oraciones por la conversión de Israel. Eco Católico, p. 125.

4. Se registraron judíos austriacos, lituanos, checoslovacos, argentinos, rusos e hindúes en la Comisión Investigadora del Comisión Investigativa del Congreso. Índice general alfabético de ciudadanos polacos. Resumen General (1941).

5. El informe se titula: Comisión Investigativa del Congreso. Índice general alfabético de ciudadanos polacos. Resumen General, el cual consiste en 743 páginas y fue impreso en 1941 (ANCR, Congreso 021335, 27 mayo de 1940/6 marzo de 1941).

6. Véase: Oseas II. 1934, 4 de octubre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.6; La Época. 1935, 9 de junio. Cuento judío, p. 6; González, E. 1936, 5 de enero. La insinceridad de Carlos Marx. Su verdadero numen fue el odio judío a la civilización cristiana. La Época, p. 7; La Época. 1936, 29 de noviembre. Los judíos y el comunismo, p. 2; La Época, 1936, 10 de diciembre. Nueva Farsa judeo-comunista o lobos con piel de oveja, p. 5; La Época. 1937, 18 de febrero. Los judíos y los Sistemas Socialistas y Comunistas, pp.1-8; La Época. 1937, 31 de octubre. El peligro judío, p.1. Madrigal 1937, 18 de noviembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.5; Madrigal 1937, 21 de noviembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.5; Madrigal 1937, 25 de noviembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 28 de noviembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 2 de diciembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 5 de diciembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 9 de diciembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 12 de diciembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Madrigal 1937, 19 de diciembre. Los judíos y el comunismo. La Época, p.4; Galiño 1941, 1 de junio. En veinte siglos el pueblo judío fragmentado se arrastra en anillos de oro sierpe estigmatizada y escupe veneno contra la civilización cristiana. La Época, p.3; Galiño 1941, 5 de junio. En veinte siglos el pueblo judío fragmentado se arrastra en anillos de oro sierpe estigmatizada y escupe veneno contra la civilización cristiana. La Época, p.2; Galiño 1941, 12 de junio. En veinte siglos el pueblo judío fragmentado se arrastra en anillos de oro sierpe estigmatizada y escupe veneno contra la civilización cristiana. La Época, p. 4.

7. Uno de los puntos que más destaca de las teorías conspiratorias es la acusación hacia el sionismo político y el ideal sobre la creación del Estado Judío, pues se expone que sería el espacio base para la dominación judía del mundo. Dicha acusación se enraíza en los Protocolos de los Sabios de Sión donde se expone que se establecerá una monarquía de la casa real de David, lo que significó un nuevo foco de desacreditación de los movimientos hebreos.

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Ricardo A. Pérez-Navarro (ricardo.pernav@outlook.es) Master en Historia y estudiante de Doctorado en Historia de la Universidad de Costa Rica. Autor de: “Construcción de una comunidad: judíos askenazi en Costa Rica (1939-1948).” Revista de Historia de América, no.153 (enero-diciembre 2017): 127-171. ; “El sionismo en Costa Rica: organización, difusión ideológica y discursos (1931-1945).” Cuadernos Judaicos, no.37 (2020): 207-234. DOI:; “Los comunistas y la cuestión judía en Costa Rica durante la era de la Shoah: análisis discursivo del semanario Trabajo (1933-1945).” En Cultura, ideología y fascismo. Sociedad civil iberoamericana y Holocausto, editado por Leonardo Senkman y Avraham Milgram, 619-660. Madrid-Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert, 2020.

Recibido: 24 de octubre, 2022.

Aprobado: 31 de octubre, 2022.


Revista Filosofía Universidad de Costa Rica
LXII (163), Mayo - Agosto 2023 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589