Osman Choque-Aliaga

Schopenhauer und die Folgen. Robert Zimmer. Stuttgart: J. B. Metzler, 2018, 138 páginas

«Meine Guten Lieben! So schwer es mir wird, es mir einzugestehn — ich kann nur noch am Meere leben»1

—Nietzsche, Genua, 8. Oktober 1881.

Un texto filosófico se caracteriza por una escritura sobria, carente de sentimientos o afectos. Esto se debe a la naturaleza de dicho texto, pues apunta a la impresión intelectual antes que despertar emociones. El libro Schopenhauer und die Folgen [Schopenhauer y las consecuencias]2 escrito por Robert Zimmer, destacado y reconocido investigador de Schopenhauer, tiene la facultad de despertar una simpatía intelectual de la mano de vivas impresiones. El texto forma parte de la serie «und die Folgen», editadas por la editorial J. B. Metzler, que analiza la vida de grandes personajes, tanto la trayectoria intelectual como el respectivo efecto, desde una mirada contemporánea. La obra que nos ocupa en cuestión se divide en dos partes: la primera «Schopenhauers Denken: Welterfahrung, Weltdeutung, Weltdistanz»3 [El pensamiento de Schopenhauer: experiencia del mundo, interpretación del mundo, distancia del mundo] y la segunda «Schopenhauers Nachleben» [Después de la vida de Schopenhauer].

La primera sección traza los puntos generales de la filosofía de Schopenhauer y contiene varios acentos biográficos. El famoso dibujo del caricaturista Wilhelm Busch describe al filósofo de espaldas, con su peculiar cabellera, en cada mano lleva algo: en la derecha, el sombrero y en la izquierda, el bastón; le acompaña su perro caniche ‘Butz’. Esta es la idea que perdura hasta hoy: la soledad del filósofo, cuyo supuesto ‘odio’ al mundo no hace falta mencionarlo, quien prefiere la compañía de su perro al de las personas; una imagen, que se conserva ‘imperecedera’ de forma acrítica en la historia, la cual, sin embargo, debe sospecharse y evaluarse.

Schopenhauer forma parte del pequeño número de filósofos clásicos que han tenido un público tan amplio de lectores y a la vez han permanecido marginados (cf. 2). Su pensamiento, sin duda, ha inspirado a un gran número de artistas; pero, en la discusión filosófica incluso hoy permanece en la zozobra. Una explicación de lo anterior puede rastrearse en la historia de su primera recepción, ¿resultaría sencillo abrir las puertas a quien afirma que la razón se subsume a «impulsos racionales» (2)? Una imagen fuertemente repetida, a la vez, señala que Schopenhauer interpretó el mundo, pero nunca pensó en cambiarlo. Como si las cuestiones terrenales, el dolor humano no le habrían importado. Para Zimmer, en cambio, esto puede refutarse ya que se cuenta con información de que dejó en su testamento un fondo de ayuda para los soldados que sofocaron un levantamiento popular en 1848. Otra característica de su reputación tiene que ver con sus ‘opiniones’ en relación a la humanidad, «¿fue realmente el inadaptado misógino…?» (2), se pregunta Zimmer y a la vez rechaza tal afirmación. Schopenhauer, dice el texto, no era un misógino y quien lo lea atentamente sabrá que hay poca verdad en ello; él tuvo una empatía por el sufrimiento (cf. 2). Otro aspecto a resaltar tiene que ver con su impacto: ‘bajó a la tierra’ a la filosofía; gracias a la precisión de su escritura como proceso de perfeccionamiento y claridad; casi como pocos ha llevado a la filosofía a espacios nuevos. El texto señala el constante interés de Schopenhauer por el mundo y sus preocupaciones, a saber, como ‘hombre del mundo’, como veremos a continuación.

Su padre, Heinrich Floris Schopenhauer, un rico comerciante, había destinado a Schopenhauer a nacer como ciudadano inglés. Sus reiterados viajes, que tuvo desde su infancia, no deben comprenderse como sencillos momentos de conocimientos mezclados con turismo, sino que en esos años se dieron los medulares años de aprendizaje. Schopenhauer, ‘hombre del mundo’, va conectando cada experiencia a su sentido práctico que caracterizará incluso su disertación y se verá reflejada en su filosofía. Su «visión del mundo» (6) es el fruto de sus viajes; él llegó a conocer las grandes ciudades de la Europa occidental, es decir, tuvo experiencias urbanas. Las grandes metrópolis, como fueron en aquel entonces Londres y París, marcaron dichas experiencias. ¿Qué impresión le dejaron esos viajes? No solo vio grandes ciudades, sino que anotó escenas impactantes llenas de conmoción, por ejemplo, sus primeras impresiones sobre la miseria de la vida.

Sus experiencias de viaje también fueron ricas en relación con la vida y la lengua de otros países, a saber, sus breves estancias en el colegio Eagle House. La cultura inglesa marcará varias de sus grandes decisiones. Es sabido de los amplios conocimientos del inglés que tuvo Schopenhauer, de los cuales siempre se sintió orgulloso, dice el texto. El filósofo de Danzig nunca expresó tener una tierra natal [Heimat]. Por otro lado, frente a la decisión profesional, su madre, a fin de cuentas, le permitió dedicarse a la vida de erudito. Fue en 1809, con 21 años que inicia su carrera y publica sus primeras obras. Un dato que merece no pasarse por alto en medio de estos apuntes biográficos es el siguiente: Zimmer señala que Schopenhauer tras doctorarse se fue para Weimar «con la exagerada confianza en sí mismo de un joven filósofo convencido de que aún se podrían esperar grandes cosas de él» (11). ¿Hasta qué edad esa confianza se mantiene en quien estudia filosofía? Este apartado termina con la relación entre Schopenhauer y Goethe, cuyo camino al final se vio separado.

El siguiente foco de atención tiene que ver con el escrito Die Welt als Wille und Vorstellung [El mundo como voluntad y representación], una obra filosófica desapercibida en su momento (cf. 15). Durante mucho tiempo este libro se ha anquilosado en el marco de los sistemas filosóficos. Schopenhauer no menciona los conceptos Dios y razón, dos nociones claves en el idealismo alemán, y todo se reduce a la mención de la voluntad [Willen]; una cuestión que nadie, antes que él, se había interesado. Para Zimmer, esta obra nació justamente de una comunicación fuerte e intensa con el idealismo alemán; hay un ímpetu en la obra que combina la experiencia del mundo y la reflexión teórica. Para el filósofo de Danzig, el misterio del mundo no se encuentra en la cabeza, sino en la vida misma e incluso en la corporeidad. El cuerpo se comprende así como una idea de misma, como una experiencia externa; pero, a la vez se piensa a partir de experiencias internas como, por ejemplo, el placer o dolor, y esto justamente sobrepasa la misma idea. El cuerpo posee una fuerza [Kraft] que se vincula con la sexualidad; dicha energía es la voluntad, la cual actúa «sin intención sin objetivo» (21) en cada elemento donde hay vida.

El texto más adelante analiza el pesimismo en relación, en primer lugar, a las interpretaciones de Albert Camus y otros autores, quienes afirman que Schopenhauer llama al suicidio. ¿Es esto cierto? Para Zimmer la respuesta ante tal aseveración debe ser una rotunda negación. Schopenhauer enfatiza una condena moral del suicidio. Con el suicidio no se termina la voluntad, sino una vida en particular, la del sujeto. En segundo lugar, plantea dos opciones para poner entre comillas a la voluntad: la primera tiene que ver con el arte, la percepción estética y, la segunda, la experiencia de la música. En ambas, la voluntad puede poseer cierta ‘suspensión’. Es en la ética, sin duda, donde la voluntad puede socavarse ya que los seres que la conforman alcanzan cierta unidad.

La ética de Schopenhauer nace a partir de la «compasión» (28). En dicha compasión no solo se halla el hombre como tal, sino que abarca más espacios o seres, como veremos más adelante. Aquí radica el elemento revolucionario de su pensamiento: su ética alcanza a la animalidad o incluso a la tierra, «[t]odos son semejantes» (29). Lo que Schopenhauer plantea es una ética de la «empatía universal» (29). Estas ideas, tan novedosas y revolucionarias para su época, tendrían que enfrentarse al optimismo racional de Hegel. La obra principal de Schopenhauer se publicó en la famosa editorial Alfred Brockhaus en 1819; salió casi a la par del feroz movimiento del idealismo alemán.

Una notable descripción se encuentra en el acápite titulado «Der Solitär» [El solitario]. Zimmer explica otra particularidad de la vida de Schopenhauer luego de que este publicara Die Welt y dejara Weimar. Fue el «gran solitario entre los grandes filósofos» (30). No el hombre del escenario, de los honores académicos, ni vivió bajo la luz de una universidad como Hegel, Fichte o Schelling, ni inspiró el heroísmo luchador como Marx o entró en conflictos o polémicas como Kierkegaard. Su vida fue sencillamente ignorada. Incluso si se habla hoy en día de la gran obra en la filosofía occidental escrita por su puño, Die Welt pasó en silencio. También su soledad, por llamarlo así, se pudo notar en su vida de estudiante. De los profesores que él contempló con admiración se encuentra Fichte; el filósofo de Danzig participó, dice Zimmer, de alrededor once sesiones intentando comprender Die Wissenschaftlehre; pero, no tardó en decepcionarse y al final unió a Fichte al grupo de los ‘grandes sofistas’ (Hegel y Schelling). Goethe, sin duda, fue el maestro a quien Schopenhauer quiso reconocer como tal; pero, la separación no hizo posible una relación fructífera entre ambos. Todos sus proyectos de puestos académicos (en ciudades como Würzburg, Heidelberg) se vieron truncados. La relación con su madre siempre fue difícil y la presencia de su hermana no fue frecuente. Schopenhauer se dedicó así totalmente a la filosofía.

El libro, siguiendo la perspectiva de ‘hombre del mundo’, se refiere al mito de la misoginia de Schopenhauer. Se trata simplemente de algo infundado que puede contrarrestarse a partir del gran amor de su vida, Caroline Medon; por otro lado, al menos hay información sobre un hijo ilegítimo que murió pronto. Aunque la relación entre Schopenhauer y Medon terminó, hay claras pistas de que la comunicación entre ambos duró toda la vida del filósofo. Tras instalarse para siempre en Frankfurt, vivió con sus libros, su caniche y su ama de llaves. Zimmer aprovecha estos valiosos detalles para comentar la rutina de Schopenhauer: por las mañanas, estudiaba y tocaba la flauta; en el almuerzo, tenía conversaciones informales, luego se dedicaba a estudiar la prensa, tenía que sacar a su perro a pasear; por la noche, estudiaba o iba al teatro o a la ópera. Esta rutina se presenta como crítica a la imagen que se tiene y se repite, es decir, aquella que lo ve como un viejo pesimista y cansado del mundo. Nunca buscó huir de él y su vida fue relativamente urbana y moderna. Es conocido su interés por Buda, y este es uno de los aspectos que resalta Zimmer, al denominarlo como ‘Budista y místico’.

La relación con el budismo debe comenzar, dice el autor, a partir de las últimas páginas del escrito Die Welt, donde se menciona la expresión nichts [nada] (W II, 487) [ZA]. En esta nada se establece una conexión con el nirvana budista. Cuando la obra se publicó, como dijimos en 1819, aún el conocimiento del budismo en el ambiente europeo, e incluso del filósofo, fue extremadamente escaso. Schopenhauer es el único filósofo europeo que tuvo un vínculo fuerte con el budismo. Esta relación está conectada con su concepción de la religión. Fue un «ateo declarado» (39); pero, la cuestión no se reduce a un rechazo radical y es posible trazar incluso una relación compleja y siempre cercana. Si bien es cierto que rechazó la idea de un Dios personal con una presencia en el mundo, no debe olvidarse su conocida tesis sobre la absurda idea de la ‘creación de la nada’. Al contrario, en él hay una clara «vertiente ritualista» (39) y esto jamás fue negado por Schopenhauer. Incluso, como dice el libro, nunca dudó de mostrarse como un posible ‘fundador de la religión’, pues señaló a los más schopenhauerianos como ‘apóstoles’ y ‘evangelistas’. El filósofo de Danzig consideró la religión como un elemento hasta necesario que representa el deseo de una metafísica. Zimmer juega agradablemente con una expresión famosa de Karl Marx, para quien la religión es el ‘opio del pueblo’, y la refiere a Schopenhauer, la religión es la ‘metafísica del pueblo’.

El budismo encaja con la comprensión de Schopenhauer, pues se trata de una religión sin Dios. La divinidad no se encuentra fuera del mundo material, sino en los seres que han alcanzado un nivel superior de conocimiento. Alrededor de 1819, se acercó cada vez al budismo, se concentró en textos budistas y luego en la biografía de Buda. En este sentido también fue fundamental Isaac Jakob Schmidt, quien fue un erudito budista alemán, en especial por sus estudios sobre el Sansara y el nirvana budista. La influencia de Buda también puede verse reflejada en su comprensión de la ética como compasión y alejada del mundo. Sobre los textos publicados con el título Die beiden Grundprobleme der Ethik [Los dos problemas básicos de la ética], Zimmer describe con una simpática ironía el premio y el rechazo que los dos escritos recibieron (cf. 43). Esta sección analiza el carácter en Schopenhauer (cf. 44-45) y menciona las connotaciones religiosas que tiene su reflexión ética.

Resulta interesante señalar que cercano al misticismo el libro se sitúe en el marco de la Ilustración. Es cierto que Schopenhauer nació en el apogeo del romanticismo e incluso muchas de sus afirmaciones pueden estar conectadas con dicho movimiento. Esto puede notarse en su apreciación sobre la naturaleza, pues él veía en ella no solo lo que puede ser visto por los sentidos o la razón. Aquí cobra especial importancia las «formas de intuición, no racional» (52), como podría ser el arte. El libro señala la cercanía entre Schopenhauer y Schelling, pues este último también menciona el concepto de Willen. Zimmer pone en sospecha si realmente Schopenhauer fue el filósofo «destructor de la razón», como lo afirmó Georg Lukács. Afirmar tal cuestión sería desconocer su rol frente a la irracionalidad del mundo (cf. 53). Él fue sin duda un diagnosticador, pero no un irracionalista. Hay diferencias entre quien niega su poder y niega su valor. En ese sentido, su filosofía es un «análisis racional de lo irracional» (53). Su cercanía con el romanticismo evidencia puntos de contactos, pero él perteneció a la tradición de la Ilustración. Esto puede sustentarse con elementos biográficos. Su madre, Johanna Schopenhauer, despertó en el hijo el amor por la literatura, con autores como Voltaire y Sterne. En el campo de la Ilustración francesa se encuentra Rousseau. Su relación con la ilustración alemana fue con Kant, una figura y referencia constante en toda su vida. Si bien Schopenhauer se mantuvo distante frente a los idealistas, rescató de muchas formas una práctica de la cuestión filosófica, es decir, él estaba convencido de que su filosofía se basaba en la experiencia.

La distancia con el romanticismo puede notarse a partir del estilo de su escritura. Él siempre apostó por una claridad al escribir, y recibió la influencia de otro gran estilista como David Hume. El texto, por otro lado, señala que Schopenhauer leía literatura de ficción y describe una lista de sus posibles compañeros literarios. Como filósofo de la Ilustración su pensamiento posee una orientación crítica hacia la propia tradición filosófica, al mundo, al hombre, a la religión, etc. Cuando se publicó otra de sus obras Ueber den Willen in der Natur [Sobre la voluntad de la naturaleza], este se había dedicado al estudio de un gran material científico para su trabajo, por ejemplo, el médico y filósofo francés Pierre Jean Georges Cabanis. Una vertiente de la filosofía de Schopenhauer es el materialismo, sin embargo, no es la última palabra, ya que al final de su vida este se mantuvo como un «idealista» (63). La última sección de la primera parte termina con el análisis de Parerga und Paralipomena [Parerga y Paralipomena], obra con la que se posesionó como ‘filósofo para el mundo’, maestro de sabiduría y lo llevó a la fama. Zimmer analiza el significado de Parerga como un gran conjunto de ideas sobre cuestiones prácticas, pero sobre todo este libro es una pieza literaria cabal; liberó a la filosofía de la esclavitud académica y la entregó al mundo.

La segunda parte del libro, «Schopenhauers Nachleben», describe cuestiones relacionadas a los «lectores de Schopenhauer» y la «Schopenhauer-Gesellschaft» [Sociedad Schopenhauer], divididas en varias secciones. La Schopenhauer-Gesellschaft se caracteriza por una fuerza «polarizante» (77), como veremos más adelante. Por otro lado, se deben revisar las razones de la aversión a Schopenhauer, que incluso hoy enfrenta, relacionada por el efecto de su ‘pesimismo’, su actitud básica pesimista. Esta sección analiza la influencia de Schopenhauer en autores como, por ejemplo, Karl Jaspers, Albert Camus, Georg Lukács. Muchos de ellos, en especial Lukács, denomina al filósofo de Danzig como un representante de la burguesía en quien fue imposible plasmar el progreso social. La opinión negativa sobre su filosofía se ha mantenido por muchos años, como puede notarse por la tardía creación, 150 años después de su muerte, del primer centro de investigación de su pensamiento en Maguncia. Por otro lado, Zimmer menciona al filósofo e historiador Paul Deussen, amigo académico de Nietzsche, como uno de los primeros investigadores destacados, quien fundó la respectiva Schopenhauer-Gesellschaft.

Al margen de varias opiniones que se aferran en ir a contravía, hoy es posible aseverar que Schopenhauer es uno de los filósofos más leídos. El valor de su obra es indudable, con un estilo «comprensible y literariamente elegante» (80). De los primeros que divulgaron su pensamiento baste mencionar a Friedrich Dorguth y Julius Frauenstädt, personalidades ‘extra académicas’ que llevaron tal empresa. Zimmer señala, con una carga amable de sarcasmo, el sentido de expresiones como ‘apóstoles’, ‘discípulos’ e ilumina así una lista de personas que se encargaron de expandir la obra de Schopenhauer. Por otro lado, hay una sección dedicada a detalles de la Schopenhauer-Gesellschaft, fundada en Kiel en 1911. Su historia en el marco de la orientación política en el contexto del Nationalsozialismus [nacionalsocialismo], el lugar de su recepción en la Segunda Guerra Mundial, la cual nunca estuvo en «peligro» (87). El libro menciona el largo periodo de presidencia en la sociedad (1934-1982) de Arthur Hübscher, un experto conocido de Schopenhauer. Zimmer menciona que a raíz del protagonismo de la sociedad frente al nacionalsocialismo se pueden entender varios elementos de la popularidad que sobrevive del filósofo. Sin embargo, en el contexto actual, hay nuevas voces e intérpretes que ya han dado otras orientaciones a su pensamiento.

El filósofo de Danzig vivió una época marcada por un gran interés en la ciencia y la historia dirigida hacia el progreso científico. Si bien esto podría considerarse otro elemento que explique ciertas distancias con el filósofo, Zimmer señala otra rama de la recepción, los ‘autopensantes’ de la escuela de Schopenhauer, donde destacan la figuras de Julius Bahnsen, Philipp Mainländer y Eduard von Hartmann: intérpretes de su obra y contagiados por el espíritu histórico de su tiempo y la idea del desarrollo. Sin embargo, y esto hay que enfatizarlo, fue Nietzsche, el «gigante de la recepción» (96) de su obra. Contrario a como él quiere hacer creer a sus lectores, Nietzsche nunca rompió definitivamente con su maestro Schopenhauer; esta sección desarrolla las ideas que sustentan ese impensable alejamiento. Otros intérpretes fueron Henry Bergson y Georg Simmel. El texto menciona, por otro lado, el interés de Schopenhauer por los fenómenos psicológicos, en especial su famoso ensayo «Über das Geistersehn» [Sobre la visión de los fantasmas]. Tal como se ha pensado, su influencia en el psicoanálisis es realmente diferenciada, hay una proximidad entre Schopenhauer y Freud. La sección menciona información que poco se menciona en la investigación: la presencia de su pensamiento en la filosofía analítica, en especial en Wittgenstein; una cuestión que puede notarse en el Tractatus Logico-Philosophicus.

La siguiente sección lleva por título «Artista-filósofo» y enfatiza el rol que Schopenhauer jugó en el arte. No sería arriesgado afirmar que su filosofía reconcilió el arte y la filosofía, como da a entender esta sección. El arte tuvo lugar solo a partir de representaciones estéticas, por ejemplo, en la filosofía de Hegel o Marx, en cambio, con Schopenhauer no solo es un concepto, sino una visión de la esencia del mundo. Su filosofía proporcionó un modelo teórico para las revoluciones estéticas de finales del siglo XIX (cf. 110). La vejez del filósofo se describe como un hombre caminando por Frankfurt junto a su caniche, inspirando varias generaciones de artistas, por ejemplo, Wilhelm Busch, Jakob Ettling, Nikolaus Heidelbach. La cuestión que el texto demanda es no reducirlo al gesto de lo figurativo.

De la recepción de Schopenhauer, sin duda, otro ‘gigante’ en el habla alemán es Thomas Mann. Para Mann, el punto de referencia intelectual y filosófico más decisivo fue Schopenhauer junto a Nietzsche. Una mirada a las obras de Mann refleja no solo la presencia del filósofo de forma exclusivamente narrativa, sino a la vez ensayista. La recepción de Schopenhauer en Rusia, por un lado, se destaca a partir de figuras como Ivan Turgenev y Lev Tolstoi; por otro lado, se menciona la recepción en la literatura inglesa. Dada la importancia del arte y la música, las huellas de su pensamiento pueden encontrarse en obras como Richard Wagner y Hans Pfitzner.

La última sección del libro está dedicada a la figura de Schopenhauer como «terapeuta de la vida y ‘ecopensador’». El reciente libro La cura de Schopenhauer de Irvin D. Yalom entra en escena; en él se describe la vida de Julius Hertzfeld y su paciente Philip Slate, quien recurre al final de su vida al filósofo de Danzig en busca de sabiduría: esto, a partir de Slate, no se trata de un hecho aislado o personal en la novela, sino representa un problema antropológico. Recientemente Otto Böhmer se enfocó en el filósofo a partir de su novela filosófica Frei nach Schopenhauer. Estas nuevas recepciones reflejan que en su pensamiento hay un impulso para sugerir una vida correcta desde un punto filosófico. Schopenhauer puede situarse, dice el autor, al lado de «Epicteto, Marco Aurelio o Cicerón» (128): su sabiduría ha intentado responder las grandes cuestiones de la vida. En la actualidad, dos pensadores alemanes merecen citarse: Günter Gödde y Jörg Zirfas, quienes han creado puentes entre la filosofía y la psicología, dedicándose a la vez a Schopenhauer.

Cabe mencionar que el concepto de voluntad alcanza otro enfoque bien apreciado para la filosofía de Schopenhauer: la ética nace de nuestra actitud hacia los demás y la naturaleza en un sentido amplio; una ética de la simpatía y solidaridad. Para Zimmer, Schopenhauer se adelantó a su tiempo (cf. Choque 2022) en la medida en que su ética apuesta por una ética animal, pues desde hace mucho tiempo los animales han sido considerados de segundo nivel y acaso importantes o con derechos. Así Schopenhauer se sitúa como uno de los «padres filosóficos de la protección de los animales» (131). Es de resaltar que en vida fundó la ‘Asociación contra la crueldad hacia los animales de Frankfurt’ en 1841. En cuanto a la ecología, se debe tener cuidado ya que su filosofía entiende la naturaleza como escenario de la voluntad, en cuanto no es esencialmente buena y digna de cuidado. Zimmer concluye mencionando que a partir de la perspectiva sociopolítica del filósofo de Danzig es posible hallar una crítica al capitalismo, pues la voluntad egoísta termina siendo una constante y absurda producción y enriquecimiento. El capitalismo, así como la voluntad, podríamos decir, es ciego y autodestructivo (132).

En conclusión, Schopenhauer no debería reducirse a la figura del hombre de espaldas junto a su perro, pues «no es una caricatura» (133). Su pensamiento está presente en la actualidad y esto acaso puede dudarse: son las últimas líneas del texto. El escrito de Zimmer en cuestión debe recomendarse porque refleja la pluma de un avezado investigador, que ha sabido cultivar el ejemplo de la vida del filósofo de Danzig tanto en la práctica como en la teoría. Quien se dedica a investigar sobre Schopenhauer debería asumir el riesgo de seguirle incluso en la claridad expositiva y escritura. En definitiva, se trata de un libro que debe situarse al lado de las obras del filósofo, como una excelente introducción y actualización de su pensamiento.

Notas

1. KSB 6, 134, Nr. 157. «¡Mis queridos amigos! Aunque me cueste admitirlo – yo solo puedo vivir junto al mar».

2. También podría utilizarse la expresión ‘repercusiones’. Sin embargo, repercusión viene de Auswirkung.

3. Las traducciones del texto son del autor.

Referencias

Choque, Osman. 2022. «Rezension zu Pessimistischer Liberalismus. Arthur Schopenhauers Staat». Schopenhauer Jahrbuch, no. 103: 153-158.

Nietzsche, Friedrich, Colli, Giorgio y Montinari, Mazzino. 2003. Sämtliche Briefe: Kritische Studienausgabe. Band VI. Berlin, Boston: De Gruyter. [KSB].

Schopenhauer, Arthur. 2017. Werke in zehn Bänden (Zürcher Ausgabe). Band II. Zürich: Diogenes. (W II) [ ZA].

Osman Choque-Aliaga (osman.choque@philosophie.uni-freiburg.de) Albert-Ludwigs-Universität Freiburg, Alemania.