Zulay Soto
Trilce (Collage de metales, malla, papel y pintura, 59x38,5, 1986)Imagen cortesía del Instituto de Investigaciones en Artes, de la Universidad de Costa Rica

Por George García Quesada

Hegel consideraba a la escultura y la pintura como artes superiores a la arquitectura porque las primeras, al estar menos constreñidas por la materialidad, permiten una mayor libertad al despliegue del espíritu. Podríamos, por mero ejercicio filosófico, situar al collage contemporáneo, en tanto objeto artístico, entre la pintura y la escultura. Ahora bien, más allá de esta lejana clasificación de las artes, la incorporación de objetos encontrados (los “ready-made”) en el collage – un aporte fundamental del arte del siglo XX – introduce otras problemáticas al ejercicio artístico: obliga a la persona artista a “negociar” con una materialidad que tiene reglas y significados propios, y que se incorpora a la obra desde esas condiciones preexistentes.

No se trata entonces simplemente de una relación entre la subjetividad creadora de la persona artista y materiales primitivos desde los cuales produce la obra, sino del reconocimiento de la historia de los materiales a partir de los cuales ella conforma el collage. La obra asume el carácter heteronómico del objeto encontrado, pues este ya viene dado, tiene una historia propia y ajena a la que el artista le imprime a su obra. Pero, por otro lado, se ejercita otro tipo de creatividad que, podríamos decir, permite el despliegue del espíritu de otros modos. El collage es, abiertamente, un arte de la coyuntura, en el que convergen y se enlazan varias temporalidades.

El collage ha tenido un lugar preponderante a lo largo de la rica y extensa obra de la artista cartaginesa Zulay Soto. Trilce nos presenta la interpretación de esta artista sobre la fundamental obra vanguardista de César Vallejo. Este poemario de 1922 tiene ya de por sí características que recuerdan estilísticamente la heterogeneidad del collage; desde esa multiplicidad, el autor juega con el lenguaje, retorciéndolo hasta hacerlo extraño, pero reconocible. La materialidad del lenguaje, tanto en su aspecto de oralidad, como en el de su carácter de texto impreso, son tematizados por el gran poeta peruano.

Como el poemario, esta obra plástica evoca un paisaje emocional difuso más que una descripción precisa de un tema específico. El juego de objetos superpuestos resalta la composición a partir de distintas piezas, pero con una centralidad de la malla como nivel medio entre los demás objetos. La malla organiza las figuras irregulares, que comparten plano con un par de círculos y un rectángulo, también metálicos, y se impone sobre una superficie casi esquinera, impresa con números de serie y una leyenda (“Presidente”). En esta composición, la autora alterna superficies pintadas con los tonos oxidados azul, naranja y café de los materiales metálicos herrumbrados y majados. Merced a este arreglo formal y cromático, los objetos deteriorados proyectan una especial expresividad.

En este número de la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, la reflexión sobre la materialidad que nos sugiere la Trilce de Soto se articula sugerentemente con el tema del dossier central, sobre materialismos y realismos. Sexualidades, antropoceno, forma natural frente a forma valor, y objetualidad son temas explorados en este dossier a cargo del Dr. Facundo Nahuel Martín. Como para Hegel, aunque desarrolladas de modo distinto a él, estas reflexiones sobre la materialidad se articulan con los temas sociohistóricos del conocimiento y la praxis. Varios otros artículos en este mismo número pueden leerse productivamente en relación con esta selección.

Como de costumbre, la persona lectora encontrará otras interesantes contribuciones en diferentes campos del pensamiento filosófico. Esperamos, pues, que este número le sea de provecho.