Resumen
Antístenes, uno de los tantos oyentes de Sócrates, fue un testigo directo de la actividad filosófica de Platón, que era unos veinticinco años menor que él. Dado que cada realidad es, para Antístenes, una entidad ya calificada, a la que denomina precisamente lo calificado (το ποιον), con propiedades particulares, individualizada por un nombre, no concuerda con Platón en la necesidad de postular géneros supremos (γενη, ειδη). Éstos, para Antístenes, son solo ficciones desnudas, cualidades en sí, hispotasiadas a partir de lo ya calificado. Si se deja de lado el status ontológico de las Formas (inexistentes, para Antístenes; realidades supremas, para Platón), la interpretación de Antístenes coincide con los ejemplos presentados por Platón en la mayor parte de sus diálogos: la Igualdad, la Grandeza, la Paridad, la Piedad, la Blancura, etc. Pero en el caso de realidades sustanciales (como el hombre, el barro, la cama, el fuego), el Platón de los diálogos no tiene una respuesta clara y distinta. Antístenes parece reprocharle que, para que su teoría tenga valor universal, habría que postular la Equinidad como Forma del caballo, o la Humanidad como Forma del hombre. Y Platón parece haber aceptado el desafío porque en anécdotas relatadas por Diógenes Laercio habría hablado de la Tazidad o de la Cucharidad. Nada de eso queda en los diálogos, pero quizá el desafío de Antístenes llevó a Platón a modificar el status ontológico de las Formas en el Sofista y a considerarlas como dadoras comunicabilidad.Comentarios
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