Literatura
Aspectos introductorios a la poesía de Rodrigo Facio
Introductory Aspects to Rodrigo Facio’s Poetry
Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica
Universidad de Costa Rica, Costa Rica
ISSN: 0377-628X
ISSN-e: 2215-2628
Periodicidad: Semestral
vol. 47, núm. 1, 2021
Recepción: 24 Enero 2020
Aprobación: 11 Mayo 2020
Resumen: En este artículo se estudia la obra poética de Rodrigo Facio Brenes, con el objetivo de establecer los principales valores humanistas que la articulan y su diálogo con el contexto histórico y cultural costarricense. En un primer momento se establece un breve marco teórico y se ubica la poesía de este autor en la primera mitad del siglo veinte y, en el segundo, se procede al análisis de la dimensión social de los poemas. Finalmente, se abordan la libertad, la fraternidad, el amor y la responsabilidad como los principales ejes axiológicos que los articulan. En las conclusiones, se destaca el aporte de Rodrigo Facio a la poesía costarricense y se enfatiza en el hecho de que hasta el momento su poesía había sido prácticamente desconocida en las letras nacionales.
Palabras clave: Rodrigo Facio, poesía costarricense, humanismo, libertad, fraternidad.
Abstract: This article examines the poetry of Rodrigo Facio Brenes with the aim of determining its main humanistic values as well as its dialogue with the Costa Rican historical and cultural context. Initially, the article establishes a brief theoretical framework and then places Facio’s poetry in the first half of the twentieth century. Secondly, the paper analyzes the social dimension of the poems and, thirdly, addresses the topics of liberty, fraternity, love, and responsibility as the axiological axes that structure them. As for the conclusions, emphasis is laid on Facio’s contribution to Costa Rican poetry inasmuch as on the fact that up to this date his poetry has been practically unknown to national Literature.
Keywords: Rodrigo Facio, costarrican poetry, humanism, freedom, fraternity.
1. Introducción
La obra poética de Rodrigo Facio Brenes (1917-1961) fue publicada entre el año 1926 y 1949, en revistas como el Repertorio Americano y Surco, las cuales le dieron difusión en el ámbito nacional e internacional; sin embargo, se mantiene rezagada en comparación con la de sus contemporáneos. Por esta razón, se procederá a enmarcarla en este periodo para identificar las variables ideológicas que lo caracterizan. De manera puntual, estos son los textos que la componen: “El día del niño” (1926), “Desbordamiento” (1937), “Juan Viñas” (1937), “Humana tragedia” (1937), “Cuadro de trabajo y lágrimas” (1937), “De la niña frívola” (1937), “Romance de la novia sola” (1937), “Las horas íntimas” (1937), “Poema de la prostituta” (1937), “Símbolo” (1937), “Nuevas metas” (1938), “Una aventura aventura” (1938), “Esa palabra” (1942), “Me gusta oirme pronunciar tu nombre” (1949), “Filiación en el puerto” y “Esclavitud”1.
Estos poemas no han sido estudiados por los historiadores de la literatura costarricense, quienes cuando se refieren al autor solo abordan su obra ensayística, que fue más productiva y se desarrolló a lo largo de su vida como intelectual.
Abelardo Bonilla en su texto Historia de la literatura costarricense (1981) aborda la obra literaria de Rodrigo Facio desde la perspectiva del ensayista e intelectual, y valora su aporte al ensayo filosófico, a las ciencias económicas y sociales. Bonilla también enfatiza en su participación dentro de la organización del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, órgano que posteriormente fundó la revista Surco, en la que se publicaron algunos de sus poemas. En otros textos sobre la literatura costarricense se incorporan algunos elementos sobre la obra literaria de Rodrigo Facio. Así por ejemplo, Fernández en Autores costarricenses (1974) se refiere al ensayo “Un pueblo que despierta [...] crea necesidades” describiéndolo como literatura miscelánea. En el libro Escritores de Costa Rica (1942), Rogelio Sotela transcribe el poema “Juan Viñas” dentro del apartado de “Los jóvenes”; sin embargo, no efectúa ninguna aproximación crítica a la poesía de este autor.
Ante dicho panorama, en este artículo se propone como objetivo general contribuir con la crítica literaria costarricense, mediante la descripción y análisis de la poesía de Rodrigo Facio, la cual es poco conocida en el medio nacional y ha sido abordada de manera muy parcial por quienes se han aproximado a ella. Como objetivos específicos también se pretende ubicarla en el contexto costarricense de la primera mitad del siglo veinte y determinar los principales ejes axiológicos que la asocian con el pensamiento humanista que connota, principalmente la libertad, la fraternidad, el amor y la responsabilidad.
Para lograr estos objetivos se seguirá el procedimiento metodológico de establecer primeramente un breve marco teórico sobre el impulso poético y la relación literatura y sociedad, para en un segundo momento, contextualizar estos poemas y efectuar el análisis de los rasgos formales y de los ejes axiológicos que los estructuran. Al final, se presentan las respectivas conclusiones y referencias bibliográficas.
2. El impulso lírico y la dimensión crítica e ideológica de la poesía
A continuación se presenta un breve marco teórico que sirve como base para el análisis que se realizará de los poemas de Rodrigo Facio, tanto desde la perspectiva formal como de su dimensión social.
El escritor y teórico literario Alfonso Reyes (México, 1889-1959) plantea un acercamiento a la poesía desde una perspectiva fenomenológica y establece el impulso lírico refiriéndose a una concepción interna del poeta, donde interfieren las relaciones personales y sociales que determinan la consolidación de la obra literaria. Malavé (2012) al estudiar la propuesta de Reyes, afirma:
Este impulso lírico consiste en un estímulo hacia la belleza de la expresión, que motiva el movimiento estético de la mente hacia las ideas. Aunque un artista es libre, ciertamente, también está orientado hacia un fin preciso: la búsqueda de la belleza que equivale a la verdad de la expresión poética (pp. 289-290).
La búsqueda de la verdad ficcional que se pretende plasmar en la obra interfiere dentro de su construcción, pues siempre va a existir, dentro de la psique creadora, una valoración interna de lo que debe ser su proyecto, hacia dónde debe dirigirse y qué elementos pretende integrar. Malavé sostiene que este impulso lírico, desde la vivencia del autor, consiste en “una visión intuitiva del fin que exige asimilación de las propias vivencias y la comprensión más profunda de ellas, lo cual exige un cierto orden interior” (2012, p. 290).
La concatenación de cada una de las ideas dentro de la propuesta poética tiene un propósito específico, ya que es pensada como parte integral de la estructura de la obra, donde las diferentes influencias intertextuales también se pueden evidenciar, ya sean directas o indirectamente, pues todo autor está inmerso dentro de un contexto específico que va a influir en este proceso de escritura. Los valores morales y éticos se pueden identificar en la poesía a partir de la voz del yo lírico, quien, como ente expresivo, muestra rasgos significativos que caracterizan al sujeto creador en su proceso de escritura, marcada por la sensibilidad humana ante elementos de la vida cotidiana.
Esta relación entre la poesía y la sensibilidad humana en cuanto al proceso de creación, enmarca varios acercamientos que impiden la referencialidad entre el sujeto creador y su enunciado, pues fueron separados por diferentes corrientes literarias que encausaron en terrenos infértiles dentro del ámbito literario y olvidaron que “«los poetas» también son parte de «la sociedad» y responden a un esquema trascendente; que no son meros proveedores de textos para un receptor–consumidor” (García, 2017, p. 29).
También, cabe mencionar que la influencia ideológica y el contexto social en el que se desenvuelve el creador influye directamente en su obra; no obstante, no se debe recaer en una percepción filosófica de la poesía, como lo menciona Carrapós:
La poesía, por el contrario, aunque comparta fines con la filosofía, debe asentarse precisamente sobre lo singular y concreto: «El pensar es sólo una conciliación de lo verdadero y de la realidad en el pensamiento; pero la creación poética y la formación es una conciliación en la forma del fenómeno real mismo aun cuando sólo representada espiritualmente» (2008, p. 490).
En cuanto a la valoración del texto en sí, se establece que este también tiende a articular elementos con su proceso de escritura, debido a que no está aislado del mundo ni de la voluntad creadora, porque, como lo han afirmado Selden, Widdowson y Brooker (2004, pp. 120-121), todo texto contiene una función específica dentro de su contexto. Según García (2017, p. 54), caracteriza su valor inalterable y su dinamismo al vincularse con diversos entornos culturales, por ello, el texto no está limitado a ser visto desde una única perspectiva, sino que dentro de la psique humana se proyectan multiplicidad de elementos que lo dinamizan constantemente. Desde este enfoque, el sujeto creador logra establecer múltiples relaciones e incorpora elementos particulares que conforman el texto, y que mediante la comunicación expone su “otro mundo” individual, determinado por su influjo contextual y su valoración semántica.
El sujeto creador no puede dejar de lado, en su proceso de escritura, las influencias ideológicas, políticas y sociales que lo rodean, ya que cada texto evidencia una voz interna que está precedida por un proceso social, por eso es necesario abordarlo desde una visión crítica y abierta, como lo propone Cros en su teoría sociocrítica, la cual “[...] procura poner de manifiesto las relaciones existentes entre las estructuras de la obra literaria (o cultural) y las de la sociedad en la que está profundamente arraigada” (2017, p. 3).
En concordancia con lo anterior, entre el texto y la estructura social se establece un juego dialógico que se evidencia a partir de la significación de los elementos semióticos incorporados dentro de cada obra y que producen una interrelación significante. Primeramente, se establecen dos variables que constituyen estas relaciones, las cuales han sido denominadas por Julia Kristeva (1978) y Edmond Cros (2017) como genotexto y fenotexto, en concordancia con las denominaciones biológicas de genotipo y fenotipo, pero aplicado al texto y su contexto. Por lo tanto, el genotexto según Cros (2017) es el medio a través del cual el texto incorpora la historia; sin embargo, no está de manera evidente en la obra, pues en ella solo se explicita el fenotexto que es la estructura mediante la cual se refieren las latencias genotextuales, identificadas mediante un proceso de significación a partir del análisis y reconocimiento de signos.
Según Cros, en la construcción interna del genotexto se establecen dos ejes predominantes: horizontal y vertical. En el primero se encuentra la interdiscursividad que corresponde a todas las relaciones internas ideológicas que influyen en la percepción del sujeto creador, la cual “traduce a operaciones semióticas las condiciones socio-históricas en las que un hablante está inmerso” (2017, p. 5), mientras en el eje vertical la intertextualidad integra referentes textuales ya establecidos, los cuales constituyen un apoyo lingüístico en cuanto a la significación de la obra.
En el eje horizontal interdiscursivo, aparece un elemento trascendental en la conformación del proceso ideológico que marca la consolidación del texto y es el sujeto transindividual, que se puede identificar como un sujeto colectivo que “inscribe en su discurso los signos de su inserción espacial, social e histórica” (Cros, 2017, p. 6). En otras palabras, es un sujeto que refiere a las relaciones contextuales de la obra a partir de una voz colectiva, desaparece la particularidad individual del sujeto creador y proyecta el sentido abstracto del ser humano dentro de un entorno con pluralidad de voces y por consecuencia, con pluralidad de discursos que interactúan dentro del texto.
3. Breve contexto de la poesía de Rodrigo Facio
La poesía de Rodrigo Facio se desarrolla en un contexto histórico donde interactúan y se entremezclan diversos factores que influyen en el pensamiento de cada uno de los intelectuales de la primera mitad del siglo veinte, ya que este se puede reconocer mundialmente como un periodo de entreguerras y revoluciones (Revolución Mexicana, Primera Guerra Mundial, Revolución Rusa, Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial), el cual influye en el modo de representación de la realidad y en las distintas visiones del mundo que se conforman desde la escritura literaria.
En ese momento, los escritores cumplían una labor decisiva en relación con su contexto histórico, debido a que el mundo se había visto sumido en una crisis humana que condujo a los intelectuales a problematizar, aprender y enseñar a partir de lo literario2. Las revoluciones y guerras citadas, así como las intervenciones de Estados Unidos en territorio latinoamericano, fueron acontecimientos que marcaron un antes y un después en las letras costarricenses, además del proceso de ruptura con el modernismo, hecho que condujo a una propuesta más política y revolucionaria, anclada a las transformaciones sociales que se gestaban en ese periodo.
Quesada (1998, p. 72) establece que la formación de esta nueva etapa literaria surge también en respuesta a la generación del Olimpo, puesto que “se forma durante las primeras grandes crisis y desgarramiento del régimen liberal y el capitalismo agrario”, por lo cual se busca una apertura desde diferentes perspectivas, ya que los autores no se limitan únicamente a la ficción, sino que además de eso, se manejan dentro del ámbito político, social, educativo y económico.
Debido a los cambios referidos y muy particularmente, a las contradicciones del sistema político y productivo, se genera una crisis de identidad, donde los valores humanos resultan relegados respecto del poder económico y político en cada nación:
Para los jóvenes intelectuales la inserción del país en el mercado internacional pierde la connotación casi unívoca de “civilización” y “progreso” que tenía en las formulaciones ideológicas de los intelectuales del Olimpo: puede conducir también a engendrar una conciencia nacional “enferma” y enajenada, incapaz de distinguir entre las necesidades propias y las exigencias ajenas (Quesada, 1998, p. 78).
Estos jóvenes toman en sus manos la realidad que los acecha y la exponen desde la visión intelectual con preocupaciones sociales, dejan de lado el pensamiento liberal y el positivismo y buscan el espíritu teosófico, el decadentismo, el ideal arielista, el anarquismo, el cristianismo y los nuevos modelos de convivencia y relación humana (Quesada, 1998, p. 79) para asumir una posición crítica y que, de este modo, aporte al proceso de cambio nacional.
Además, Quesada (1998) establece una relación de ruptura significativa entre la generación del Repertorio y la del Olimpo, pues menciona que la primera rompe con el modelo oligárquico que pretendía dominar el concepto de nación anteriormente, y lo enmarca en un horizonte más amplio, con una visión de ideal, espiritual o subjetiva de lo nacional, la cual se proyecta hacia un nuevo orden social, basado en la libertad, la justicia o la solidaridad como base para la convivencia humana; lo que conduce a un cambio en las propuestas textuales, pues se da la apropiación de otras voces populares y la sensibilidad hacia discursos sociales, políticos y culturales.
En estos años, los intelectuales costarricenses desarrollaron un papel decisivo en el mejoramiento social de Costa Rica, como lo mencionan Rojas y Ovares: “Desarrollaron una constante actividad político-educativa en favor de los sectores populares y expresaron un fuerte sentimiento antiimperialista, se agruparon alrededor de revistas como Repertorio Americano, Renovación, Cultura, La Aurora, y centros de estudios como Germinal y la Universidad Popular” (2018, p. 226).
Uno de los principales centros de convergencia ideológica e intelectual de la época fue la revista Repertorio Americano, la cual empezó a gestarse en 1919, liderada por Joaquín García Monge; en este espacio los literatos publicaban sus textos más recientes, y se proyectaban las obras más icónicas de la época, además de la divulgación de la opinión intelectual sobre acontecimientos relevantes que merecían ser abordados en la discusión de los grandes problemas nacionales y latinoamericanos. Según Rojas y Ovares (2018), este era un espacio donde la educación constituía uno de los pilares principales de la revista, en la que se identificaba un ideario americanista, una defensa del republicanismo, así como el planteamiento de un proyecto cultural y político que iba más allá de las fronteras nacionales, un “espacio sociopolítico que concretaba la utopía de ¨una internacionalidad del pensamiento¨: una comunidad ideal, supranacional, política, básicamente hispanoamericana que escribe y a la que se dirige la revista” (p. 227).
Se debe resaltar que este proyecto no surge únicamente de la confluencia entre intelectuales de la época, sino también en respuesta al proceso histórico en el que se desenvuelven, como lo afirma Quesada:
Los discursos sobre la decadencia de Occidente, la crisis del humanismo, el impacto de la técnica, los nuevos medios masivos de comunicación, la masificación y la maquinización de la vida social, la reflexión sobre el nuevo arte de vanguardia y sus nuevos presupuestos estético-filosóficos, se introducen en los periódicos y revistas nacionales –especialmente en las páginas del Repertorio Americano- e influyen- con mayor o menor consistencia según los casos- en las discusiones políticas e ideológicas y en las producciones artísticas y literarias (1998, p. 135).
Por lo tanto, el Repertorio Americano se considera como la revista más representativa de la primera mitad del siglo XX, ya que en ella se fraguaban y dialogaban las nuevas ideas sobre educación, política, economía y literatura que posteriormente serían las bases del cambio que se desarrolló en la nación a mitad de siglo veinte.
4. La dimensión social de la poesía de Rodrigo Facio
La descripción estructural de un poema puede ser variada, ya que no todas las obras se pueden incorporar dentro de un sistema específico que las determine en su forma, como lo establece Terry Eagleton (2007): “Un poema es una declaración moral, verbalmente inventiva y ficcional en la que es el autor, y no el impresor o el procesador de textos, quien decide dónde terminan los versos” (p. 32).
Existen poetas innovadores, que experimentan con las formas, las métricas, las rimas y las estrofas, y otros que mantienen relación con modelos estructurales más tradicionales, como es el caso de Rodrigo Facio. No obstante, se debe mencionar que la poesía no está condicionada a cierta forma de ser, tiene libertad de reestructurarse, lo cual se refuerza mediante lo expresado por Eagleton:
En general, la métrica, como la rima del final de los versos, es propia de la poesía; pero no puede considerarse parte de su esencia, ya que hay tantos poemas que sobreviven bastante bien sin ella. Nos queda, pues, sólo la longitud de los versos, que el propio poeta decide (2007, p. 32).
La intención del poeta es uno de los elementos que más predomina en la poesía, puesto que la forma de escritura, la construcción de la rima, la métrica y las estrofas van a indicar al lector información extratextual que se complementa con el contenido del texto, en algunos momentos se van a integrar valores contextuales, morales o sociales, según lo planeado por el autor.
Hemos comprobado que al fragmentar un texto en versos sobre la página se invita a tomarlo como ficción. Pero también es una indicación de que hay que prestar una atención particular al lenguaje mismo: experimentar las palabras como acontecimientos materiales, en vez de mirar por entre ellas en busca del sentido. En la mayoría de la poesía, sin embargo, lo importante no es experimentar la palabra en vez del sentido, sino responder a los dos al mismo tiempo, o captar algún vínculo interno entre ellos. Ser sensible más de lo usual al lenguaje no necesariamente implica que el lenguaje en cuestión esté especialmente «resaltado». Un poema puede ser verbalmente inventivo sin llamar la atención escandalosamente sobre tal hecho. Los poemas se diferencian, por decirlo así, por el ratio que establecen entre significante y significado (Eagleton, 2007, p. 59).
Es justamente en esta dirección planteada por Eagleton donde se considera pertinente valorar cada poema tanto en su construcción estructural como en los diversos aspectos que remiten a la sociedad y a la cultura. En el caso particular de los textos de Rodrigo Facio, todos ellos contienen en sí mismos, y gracias al mismo lenguaje, una dimensión social que posibilita el sentido o los diferentes sentidos como pueden ser interpretados.
Según las aproximaciones teóricas propuestas por Edmond Cros, cada idea creativa contiene dentro de sí misma un proyecto interno que viene a consolidar la percepción de un sujeto transindividual, que posee una visión de mundo más allá de especificidades particulares. Dicha propuesta permite recrear una noción colectiva, plural, integral e incluso heterogénea de la realidad. En concordancia con lo anterior, la poesía de Facio al mismo tiempo que expresa los sentimientos de un yo individual connota un mundo social más amplio que corresponde con la realidad de Costa Rica de la primera mitad del siglo veinte y también con el contexto mundial, como puede apreciarse en poemas como “Cuadro de trabajo y lágrimas”, “Humana tragedia” y “Símbolo”. En “Humana tragedia” el yo lírico muestra dolor y pesimismo ante los hechos ocurridos que son producto de los errores y contradicciones del ser humano: “El mundo es un vasto y extraño escenario / donde una tragedia vivimos a diario / los hombres, que somos fatalmente el centro / de una lucha oculta corazón adentro” (Facio, 1982, p. 514).
Incluso el propio Rodrigo Facio se identifica como un sujeto histórico pues su desempeño dentro del ámbito intelectual o político fue evidente, como lo menciona Vega, quien resalta el interés de Facio por el mejoramiento social, desde sus inicios como estudiante: “Fue un pensador muy original entregado a buscar un mejor destino para su pueblo, que utilizó la teoría económica de su tiempo sin apego a dogma alguno ni subordinación a intereses privados. Se esmeró más por ser un hombre público que un aséptico profesional” (Vega, 2012, p. 43).
Asimismo, su participación en la Constituyente de 1949 fue trascendental, debido a que se resaltan estas preocupaciones por ayudar a la colectividad, ejerciendo su voz como representante de los ciudadanos costarricenses:
Sus luchas fueron por una Constitución dirigida a un pueblo, como decía el Constituyente Facio, “con puntos de vista fundamentalmente diferentes” (Castro, 2003, p. 66). Su legitimidad se basa en la capacidad que tuvieron los constituyentes de 1949, para acoger por consenso los principios y los valores fundamentales de la sociedad costarricense, representados en la Asamblea Nacional Constituyente (Solís, 2012, p. 59).
Sus poemas comprenden una dimensión social y colectiva y están escritos desde una visión humana, con determinadas percepciones ideológicas, en la misma dirección teórica planteada por Eagleton: “Los poemas son declaraciones morales, entonces, no porque emitan juicios severos según un determinado código, sino porque tratan de valores humanos, de significados y propósitos” (2007, p. 36). Esta cita de Eagleton trae a colación la importancia de la obra poética de Facio en el marco de los valores humanistas y los deseos de exponer las realidades sociales ante las problemáticas que surgen en respuesta a la transformación de la sociedad costarricense en el periodo de escritura, tales como el trabajo, la producción agrícola, la pobreza y la prostitución. A modo de ejemplo, en el poema “Prostituta” el yo lírico expresa el dolor que siente por ella y sufre al verla reducida a un producto del mercado: “La pobre vendedora de caricias / Su carne de mercado / Tienes los ojos con un cerco lila / y el alma hecha pedazos” (1982, p. 524).
En los poemas de Facio se pueden identificar temáticas generales que se desarrollan desde una visión humanista que capta y reescribe las realidades de una multitud, pues no se demuestran particularidades o individualismos divisorios dentro de los poemas. Uno de los poemas que mejor ejemplifica esta dimensión es “Nuevas metas”, pues en él el yo lírico se proyecta hacia el otro, al que llama hermano, e incluso hacia cada época que vive la humanidad: “Hombre hermano / hermano / hombre, las horas y los años / pasan; / las cosas / cambian /.El espíritu se propone cada época / un nuevo blanco / y hacia él vibrar, vivificada / la aguda fecha / del progreso / humano” (1982, p. 526). Incluso, en la denominación de los poemas se incorpora una imagen dialógica, una imagen viva que trata de agrupar sentimientos relacionados tanto con el receptor como con el contexto inmediato de él o de algún otro ser humano.
Los títulos de los poemas son condensadores de significados, por lo tanto, en “Humana tragedia” se puede identificar la valoración desalentadora que recae en un ser vivo, como se aprecia en estos versos: “Mas contra estos fines hermosos y buenos / ha puesto la carne los goces terrenos: / en vez de ofrecernos un algo absoluto, / nos brinda el fácil placer de un minuto, / y en vez de invitarnos a elevar el vuelo, / nos hace arrastrarnos pegados al suelo” (1982, p. 514). Esta concepción humana también se muestra en “Cuadro de trabajo y lágrimas”, donde se establece una relación con un retrato que ha marcado al ser humano y su conexión con su trabajo, así como la expresión más transparente de los sentimientos, las lágrimas.
También, existen poemas que no hacen referencia directa al contenido específico desde su título, sino que muestran indicios que recaen en diferentes receptores, como lo es “Desbordamiento” el cual implica rebasar los sentimientos de ser y de existir, por lo que el yo lírico se convierte en el portavoz de un ideal colectivo, como sucede también con Nuevas metas donde comparte esta percepción humana de la vida y de la lucha por los ideales. Estas temáticas se presentan en Las Horas íntimas desde un acercamiento espiritual, la noción de ser merecedor de vida y de perdón por el Ser Supremo que rige las creencias del yo lírico:
Y esas oraciones que amarran las almas. Tienen como música.
Tienen como flores. Tienen como besos.
Ah, Señor, Señor, tú que estás callado y viéndome siempre
con ese silencio y con esa mirada que a veces te entiendo,
tú que tienes los brazos largos
blandamente abiertos, blandamente abiertos,
a este pecador que se ha conocido y reconocido,
dale de la luz de tu sentimiento
de amor y perdones, de amor y perdones,
que por siempre alumbra y calienta tu pecho... (Facio, 1982, p. 523).
Otros poemas son dirigidos desde su programador textual a personas específicas, pero estas, a su vez, representan una colectividad como en “Símbolo” (a Federico García Lorca) y “Poema de la prostituta”, en los que se proyecta lucha simbólica ante contextos sociales reprimidos. El hecho de evidenciar con estos poemas problemáticas sociales y humanas, le posibilita al autor expresar el acompañamiento del yo lírico a estas figuras y generar sentimientos como solidaridad y libertad, los cuales se constituyen en verdaderos ejes semánticos no solo de la poesía de Rodrigo Facio, sino también de toda su obra ensayística.
5. Valores humanistas en la poesía de Rodrigo Facio
En el marco axiológico de la poesía de Rodrigo Facio se visualizan elementos representativos que están estrechamente relacionados con la influencia del humanismo, el cual ocupa, dentro de la vida del poeta, un papel preponderante tanto en la exposición y defensa de sus ideas, como en las acciones que va a desempeñar a lo largo de trayectoria como intelectual y político.
Los valores más distintivos en los poemas de Rodrigo Facio que se analizan son: la libertad, la fraternidad, el amor y la responsabilidad. Estos vienen a incorporar dentro del análisis poético un carácter trascendente, pues evidencian la participación del sujeto humanista y su influencia en un mundo poético que va más allá de la barrera sentimental, ya que Facio dirige sus textos hacia un mundo de cambio, de ideales o de crítica hacia la realidad circundante.
El humanismo puede entenderse como una corriente ideológica filosófica que viene a retomar el valor del ser humano como un ente esencialmente completo; por lo tanto, se torna libre para desarrollar su humanidad y encontrar la dignidad en sí mismo y en los demás seres humanos, lo cual se refuerza con la interpretación de lo natural, lo histórico y lo universal. Manuel Antonio Quirós, después de estudiar la elaboración histórica de este concepto y partiendo de Aristóteles y Platón, afirma que el humanismo es “lo esencial en la vida de todo ser humano” (Quirós, 2010, p. 81) y se refieren fundamentalmente a valores como la justicia, la belleza y la tolerancia. También Grettel Prada ha reflexionado sobre la construcción histórica del humanismo y la ha asociado a la educación, considerándolo como una forma de pensamiento o acción donde prevalecen el interés humano, los valores y la dignidad (Prada, 2012, p. 73), sin importar si se trata de la antigüedad o de los tiempos que estamos viviendo en este siglo veintiuno, dominados por una globalización que tiende a disminuir el valor de la persona respecto de los bienes materiales.
En fin, desde una perspectiva humanista, en la totalidad del mundo el ser humano tiene la necesidad de estar en constante mejoramiento en relación con los demás seres, ya sea por la percepción de que el otro es el igual o porque la esencia histórica del ser humano es lo que trasciende.
En los textos de Facio se integra de manera visible la construcción del proyecto ideológico del autor. Desde un acercamiento general, se puede divisar cómo recurre a la esencia del ser humano en sus poemas, según lo establece Heidegger (2000, p. 17):
Pero la esencia del hombre consiste en ser más que el mero hombre entendido como ser vivo dotado de razón [...]. El «más» significa: de modo más originario y, por ende, de modo más esencial en su esencia. Pero aquí sale a la luz lo enigmático del caso: el hombre es porque ha sido arrojado, es decir, ex-siste contra el arrojo del ser y, en esa medida, es más que el animal rationale por cuanto es menos respecto al hombre que se concibe a partir de la subjetividad. El hombre no es el señor de lo ente. El hombre es el pastor del ser.
Lo anterior se ejemplifica en el “Poema de la prostituta” (1937), donde Facio interpela personas de la colectividad que contienen una carga negativa para una sociedad moralmente conservadora y le dedica un poema. Este hecho también es característico de otros poemas como “Desbordamiento” (1937) donde se muestra el deseo de disfrutar la vida, “Humana tragedia” (1937) en el que se presenta la lucha del bien contra el mal, “Cuadro de trabajo y lágrimas” (1937) donde se muestran las injusticias que sufren muchas familias, “Símbolo” (1937) en el cual expresa el deseo de trascendencia de las luchas sociales, políticas e ideológicas y “Nuevas metas” (1938), poema en el que se resalta la importancia de perseverar y conseguir los buenos propósitos.
Desde esta concepción del humanismo, el ser humano se caracteriza por su libertad, cuya representación se muestra en los poemas de Facio de distintas maneras. En “Desbordamiento” se expresa la libertad de la siguiente forma: “Vivir es desbordar todos los límites / que el animal señala: / el yo, el aquí, el ahora, / y superarles con la fuerza ascendente de unas alas” (Facio, 1982, p. 511).
En estos versos, se identifica la noción de libertad a partir de la metáfora de las alas, que implica alzar el vuelo y aprovechar la vida, la capacidad del ser humano de trascender los límites sociales y temporales, pues el sentido de la vida es explorar lo nuevo, superando todos los obstáculos.
Por su parte, en “Humana tragedia”, se muestra la libertad de la siguiente manera:
Naves sin timón, nuestros corazones
bregan en la duda de dos direcciones:
de un lado la carne, que fue hecha de tierra,
en estrecho lazo nuestra vida encierra,
de otro lado el alma, que fue hecha de cielo,
busca el infinito con gigante anhelo (Facio, 1982, p. 515).
En este poema no se trata la noción de libertad de una manera explícita como en el poema anterior; no obstante, se puede intepretar la capacidad que tiene el ser humano de libertad, ya que al ser construido de tierra y cielo se completa la noción del bien y el mal interactuando en el mismo ser; por eso, la posibilidad de elegir entre ambos polos recae en el libre albedrío, lo cual se convierte en una tragedia humana.
En “Las horas íntimas” la recurrencia a la libertad se manifiesta en los siguientes versos: “Y esas oraciones que amarran las almas. Tienen como música. / Tienen como flores. Tienen como besos” (Facio, 1982, p. 523). La libertad permite al ser humano concebir su realidad según su concepción de mundo. En este poema, el poeta describe a un ser humano que es libre para buscar una razón espiritual, libre para apelar a ella y sentirse vivo al tener esa intimidad con un ser superior que alimenta su espíritu.
El “Poema de la prostituta” desarrolla la libertad desde un ámbito contrario, pues expone una realidad opresora y denigrante: “La pobre vendedora de caricias. / Su carne de mercado. / Tiene los ojos con un cerco de lila / y el alma hecha pedazos” (Facio, 1982, p. 525). La figura de la prostituta revive las nociones de opresión máxima en la voz poética, ya que ella no es dueña de sí misma, por lo tanto, le es negada la libertad de ser y de poder trascender fuera de su contexto. Los ojos, la carne y el alma son testigos de la restricción existencial.
En “Símbolo” esta libertad también es negada; sin embargo, es sometida a un proceso que la refuerza, de una manera simbólica, con la muerte y se vuelve universal. El deseo de los opresores de callar una voz libre fracasa porque esta surge nuevamente en la insurgencia de nuevas voces: “Entonces tu nombre claro / por las balas convertido / en / Rico de fe, Federico, / saliéndose de Granada / se fue a abonar corazones / trotando por los caminos [...]” (Facio, 1982, p. 526).
El abordaje de este valor en “Nuevas metas” se realiza a partir de la apelación al ser humano desde el sentido fraternal para que este luche por los sueños y viva la vida de la mejor manera, apelando al accionar y a tomar las riendas del destino: “Es la vida! / Pero la vida humana que es / rudo ejercicio de plan / y de camino, / ingente esfuerzo de arquitecturación / mejor, / eterno sistema musical / de corazones / briosos” (Facio, 1982, p. 527).
La libertad es uno de los valores fundamentales dentro de la concepción humanista, por lo que se muestra en todos estos poemas de Facio; no obstante, este valor se toma como la base para mantener en equilibrio otros que conforman una unidad sistemática humanística: la fraternidad, el amor y la responsabilidad.
La fraternidad es representada de distintas formas en la poesía de Facio, puesto que expresa la relación que existe entre los seres humanos más allá de los lazos sanguíneos y refiere a la conexión que se genera entre el uno el otro, en el sentido de empatía, en el ser consciente de que el otro es diferente, pero, al mismo tiempo, igual el yo. Esta también se aborda desde temáticas diversas, aunque recae en la noción del ser humano en comunión con los demás, su entorno y la vida, como un juego dialógico, donde el otro es imprescindible en un entorno en el cual es imposible la separación de cada una de las partes, puesto que se entiende como una unidad integral.
En “Desbordamiento” se retoma la idea desde una perspectiva general, concibiendo la fraternidad desde una visión colectiva: “Después de ver para afuera y encontrarnos / en la raza humana: / sentir lo que ella siente / con cariños cálidos de hermana, / y tender los ojos a un futuro, / y soñar y tener fe en que haya mañana” (Facio, 1982, p. 511). La raza humana es, según lo que se observa en estos versos, un conjunto que vela por el bienestar de los demás, en el que entenderse a sí misma significa comprenderse como un todo, donde cada integrante es un microelemento esencial de un sistema dinámico y que, a su vez, contiene el potencial de ir más allá para progresar y fijar un futuro prometedor.
Lo anterior se puede articular con lo propuesto por el poeta en “Humana tragedia”, ya que se apela a la colectividad como ser humano, pero construye la idea fraternal desde una visión empática: “El mundo es un vasto y extraño escenario / donde una tragedia vivimos a diario / los hombres, que somos fatalmente el centro / de una lucha oculta corazón adentro” (Facio, 1982, p. 514). En estos versos interpreta la fraternidad como una marca que traza el proceso de vida del ser humano, en que cada uno sufre de manera simultánea los males de la humanidad y por tanto, la idea de empatía es trascendental, ya que ejemplifica la unión desde el origen del ser y por ende, la imposibilidad de alejarse del sufrimiento de los demás.
La fraternidad en Facio, está ligada a una concepción sistémica del ser. En “Cuadro de trabajo y lágrimas” esta unidad macro no se compone solamente de elementos humanos, sino que va más allá del la concepción antropocéntrica: “El cielo. El sol. La tierra. / El hombre en medio de ellos. / La hembra a su lado. / Forman un cuadro lleno de rudo empeño” (Facio, 1982, p. 516). La relación que existe entre el ser humano y su entorno se torna primordial para cultivar un progreso armónico del ser, como se muestra en los versos anteriores, los cuales se producen metafóricamente enmarcados dentro de un cuadro, coloridos, dignos de apreciar, pues hace referencia a vínculo natural que une a todos los seres con su entorno.
Por su parte, en “Las horas íntimas” la fraternidad se expone desde un entorno espiritual: “Ah, Señor, Señor, tú que estás callado y viéndome siempre / con ese silencio y con esas mirada que a veces te entiendo, / tú que tienes los brazos largos / blandamente abiertos, blandamente abiertos” (Facio, 1982, p. 523). La alusión a un ente celestial forma parte de una relación fraternal con el otro y consigo mismo en la capacidad de acoger otra parte de la persona, entender la propia existencia, o al menos sobrellevar las cargas mortales, lo cual se entiende como un vínculo directo donde se relaciona tanto lo positivo como lo negativo, la transparencia del ser humano, en todos su sentidos, que se expone frente al otro que, de igual manera, lo abraza.
En cuanto al “Poema de la prostituta”, la fraternidad se visualiza desde una perspectiva completamente diferente, donde se identifica la incapacidad de un acercamiento a ella; la caracteriza desde la soledad, por ello se entiende como un contravalor: “Porque el regazo de todas las mujeres / tiene algo que es sagrado: / es su deber y su derecho eternos / al goce delicado / de unas manitas débiles y dulces” (Facio, 1982, p. 524). Como se observa en estos versos, el poeta alude a la incapacidad de la mujer a tener un compañero de vida, alguien que la entienda, debido a que ella no cumple con los requisitos necesarios para sobrellevar la carga, la cual ha sido impuesta por la sociedad.
Desde una visión más universal, en “Símbolo”, la figura de Federico García Lorca, hace eco en las memorias colectivas, por lo tanto, el poeta emplea esta imagen para retomar su esencia como una figura importante para la humanidad desde una pluma sentimental: “Tu nombre / de ciudadano del mundo! / Tu nombre de grito largo / como apuntando al futuro / te lo quebraron con balas / de odio congelado y duro. / … solo porque tu guitarra / tenía los ojos profundos” (Facio, 1982, p. 525).
En este caso, el sentido fraternal se expone desde una noción cercana al otro, puesto que Lorca se describe como un ser humano que trasciende la concepción individual y llega a ser parte del imaginario colectivo que une la lucha y, por ende, se expone el apoyo fraternal desde todas las regiones del mundo, en el que, aún cuando este no tenga vida, los vestigios de su escritura quedan latentes en los corazones de los demás, en las poesías de Facio.
En “Nuevas metas”, la fraternidad es expresada por el yo lírico desde una perspectiva múltiple en la que se aborda el trabajo cotidiano, el tiempo y las luchas por alcanzar lo mejor para el otro, como puede observarse en los siguientes versos donde se utiliza el vocativo como recurso de interpelación: “Hombre, hermano, / hermano, / hombre, lucha por la meta / nueva!” (Facio, 1982, p. 529).
De los versos de Facio se infiere la noción de humanidad fraternal como ser colectivo: ser humano; además, el vocativo hermano marca la cercanía y el apego hacia el otro, el vínculo estrecho que se genera el saber que se tiene un mismo origen, por esto llama hermano al tú lirico, al ser humano que lee esos versos y con el cual se comparten los consejos que generará el triunfo individual que, posteriormente, se convierte en colectivo.
Otro de los valores que se identifican en los poemas de Facio es el amor, el cual mantiene estrecha relación con la concepción fraternal que se planteaba anteriormente. En “Desbordamiento” y en “Humana tragedia” se entiende el amor desde un concepto vital que marca la existencia del ser humano, en el primero se observa que este amor es la finalidad de la vida y el deber cumplirlo con el otro: “Del hombre –hijo de Dios– amar el tú, / crear para un allá y para un después es la función humana. / Vivir es preñez y parto magníficos / del alma” (Facio, 1982, p. 511).
En “Humana tragedia”, el amor se manifiesta como el deseo de vivir, el disfrutar la vida, a pesar del dolor humano causado por los malos momentos o las malas decisiones, en consecuencia, se concibe que el hecho de existir es amor y que este viene a veces acompañado de dolor: “Por eso la vida solo es un valor / grandemente humano, sujeta al Dolor” (Facio, 1982, p. 515).
En “Trabajo y lágrimas” el amor se describe mediante la alusión al concepto prototípico del amor familiar: “El trabajo duro que se convierte en pan. / Trabajan para eso. / El amor que se hace hijos. / Se aman para eso” (Facio, 1982, p. 516). En estos versos se muestra la relación del trabajo y el amor como el germen de los frutos que los padres cosechan y que dan sentido a la vida: el pan y los hijos.
La concepción del amor como un vínculo estrecho que condiciona la vida del ser también se presenta en “Las horas íntimas”, pero en este caso no aparece ligado a una familia, sino a la devoción hacia un Dios: “A este pecador que se ha conocido y reconocido, / dale de la luz de tu sentimiento / de amor y perdones, de amor y perdones, / que por siempre alumbra y calienta en tu pecho” (Facio, 1982, p. 523). Aquí, el amor se presenta como uno de los sentimientos más puros que permite apreciar al otro pese a las faltas que haya cometido y, por esto, liberarlo de sus ataduras terrenales conlleva a trascender a un ser mejor, según la concepción cristiana.
Por otro lado, como se ha venido evidenciando, en el “Poema de la prostituta” los valores se presentan de forma contraria, por lo cual se interpreta el amor desde su negación por parte del ser que podría acompañarla y amarla, porque moralmente se juzga como incapaz y se marca su existencia amarga: “Por eso, tu regazo / no lo ha sentido en sus desvelos fríos, / sino algo muy amargo” (Facio, 1982, p. 524). En este caso, la soledad es incompatible con el amor, por ello, la recurrencia al regazo y desvelos fríos externan un vacío existencial donde no germina el amor por más que se busque.
En “Símbolo” el sentimiento de amor se interpreta a través de la palabra y de la lucha, porque el amor siempre está vivo: “Rico de Fe, Federico / Rico de Fe en un mañana / más amplio de luz y pan / para España!” (Facio, 1982, p. 526).
La esperanza de un mañana es lo que caracteriza el acto de amor, el sacrificio de uno para que los otros brillen y cambien la realidad opresora, en la transformación después de la muerte, en un símbolo de lucha. En “Nuevas metas”, también el amor apunta a un mañana mejor, lleno de fe: “El espíritu se propone cada época / un nuevo blanco, / y hacia él hace vibrar, vivificada, / la aguda flecha / del progreso / humano” (Facio, 1982, p. 527). Esta idea de progreso humano solo es viable a partir del amor por sí mismo y por el otro en comunión dentro de un entorno armónico, el ideal de un futuro mejor.
Lo abordado hasta aquí se entiende como un sistema abstracto, pues no se concibe una red que una entre ellos la libertad, la fraternidad y el amor; por lo que se pueden concebir como valores por separados hasta la incorporación de la responsabilidad, donde comienzan a interconectarse enfatizando el sentido de cumplir con el deber tanto moral como espiritual del ser humano, de donde se infiere una clara filiación humanista de la poesía de Rodrigo Facio.
El sentido de responsabilidad en “Desbordamiento” se identifica en los siguientes versos: “Vernos para dentro y estudiarnos / con visión límpida y clara: / acordar del trabajo de la mano / con los impulsos que batallan en la entraña” (Facio, 1982, p. 511). Este poema alude a la virtud de la existencia, a la responsabilidad que se tiene consigo mismo y con la vida en general, razón por la que el trabajo y la autovaloración constituyen los pilares que propone el poeta como requisito para que la persona trascienda su realidad inmediata. En “Nuevas metas” se presenta una perspectiva similar de la responsabilidad: “Recuérdalo, / es la vida / que obliga a dispararse, / o a caer / para siempre / de rodillas / con el pecho / náufrago” (Facio, 1982, p. 529).
En este sentido, el poema apela al tú lírico para que sea consciente de la obligación que tiene con la vida. Aunado a ello, en “Humana tragedia” la responsabilidad existe a través de la recurrencia a la carga moral del ser humano, a la toma de decisiones entre el bien y el mal: “Mas todo es en vano: las fuerzas contrarias / siguen entablando sus batallas diarias, / y su pobre siervo, corazón adentro, / continúa ocultando el reñido encuentro” (Facio, 1982, p. 515). No obstante, en este caso no se alude al lector para que realice las acciones correctas, como en “Nuevas metas”, sino que simplemente se expone la carga con la que debe vivir el ser humano al estar en un juego dialógico entre el bien y el mal.
En “Cuadro de trabajo y lágrimas” se aprecia el carácter primigenio de la familia tradicional, campestre que vive en estrecho vínculo con la tierra y la concibe como su igual: “Porque nacieron de ella / y en ella derraman sus esfuerzos” (Facio, 1982, p. 517). En este caso, la tierra es el origen y el fin, y a las personas les corresponde cuidarla y cultivarla como madre, lo cual se interpreta como el sentido de responsabilidad de los seres humanos hacia la naturaleza, porque en ella viven y están vinculados dentro de un entorno común.
Por su parte, en “Las horas íntimas” la responsabilidad recae en el cumplimiento de los preceptos religiosos y morales:
Horas de recuento, horas de recuento,
horas que calculan el haber y el deber.
En las que se busca cuál es la medida y cuál es el peso
de las experiencias que se han clavado
y marcado en el alma, con un sello intenso (Facio, 1982, p. 523).
Se puede entender que la vida también debe cumplir con un valor espiritual que encamina la virtud del ser humano y esto solo se logra a partir de la rendición de cuentas al ser espiritual, lo que es una manera de mantener la vigencia de los valores primordiales y orden en este mundo terrenal.
La responsabilidad como se ha mostrado, se da de diferentes formas, hacia sí mismo en relación con la vida, con la madre tierra, con el ser supremo, pero en “Símbolo” esta responsabilidad se encauza hacia la lucha y hacia la muerte que adquiere un hálito redentor y es por todos: “Pero ah! tu nombre quebrado / por tus verdugos en tres / alientos que se volvieron / como tu vida, al revés, / se cambió de Federico / –símbolo– en Rico de Fe” (Facio, 1982, p. 526).
A pesar de la muerte, el sentido de responsabilidad fructifica en el sentimiento de esperanza y genera en los corazones de los demás un renacimiento de lucha y la búsqueda de un mañana más justo y libre. También se evidencia la responsabilidad hacia sí mismo, la permanencia de la palabra crítica y la fidelidad hacia el ideal colectivo.
6. Conclusiones
A partir de la investigación realizada se lograron establecer los valores humanistas que determinan la poesía de Rodrigo Facio: libertad, fraternidad, amor y responsabilidad. Cada uno de ellos se encuentra articulado al contexto que vivió el autor y a su formación e inquietudes intelectuales, sociales, educativas y políticas. Además de ello, se logró visualizar rasgos característicos de la poesía social costarricense, ubicada en la segunda mitad del siglo XX. Esta poesía, según Rodríguez (2013, p. 69), se compone por una dimensión representacional, la cual trata la relación entre la escritura y la realidad social, el mundo cotidiano se reescribe desde una forma concisa, además, “procura recuperar un sujeto instaurado en un paraíso neo-costumbrista” donde se represente una identidad cultural.
La poesía de Rodrigo Facio puede enmarcarse dentro de esa poesía social, tanto por la representación del mundo cotidiano, como por su referencialidad social. Incluso, por los años en que Facio escribió sus poemas, puede considerarse como un precursor de esa poesía, en la que al mismo tiempo que denuncia las injusticias sociales, las imposiciones del poder y las contradicciones económicas, propone unos ejes axiológicos que procuran asegurarle el bienestar integral a las personas.
Más allá de cualquier valoración o clasificación historiográfica de que ha sido objeto Rodrigo Facio, independientemente de la especificidad de sus escritos, la vinculación social y humanista de sus poesías demuestra el compromiso que asumió con su entorno y, fundamentalmente, con la construcción y esperanza de una sociedad regida por valores que reconozcan las libertades del ser humano, pero sobre todo su responsabilidad con el entorno, a fin de forjar una mejor sociedad.
Su poesía claramente en diálogo con las transformaciones sociales y culturales de la Costa Rica de la primera mitad del siglo veinte adquiere una profunda vocación humanista y es consecuente con lo que Rafael Cuevas (1998) ha denominado el perfilamiento de un nuevo tipo de estado donde se promueve la cultura y una visión solidaria en todos los procesos sociales. Facio, desde su escritura creativa, no conocida ni divulgada suficientemente hasta la fecha, edifica una visión más esencial y progresista de las relaciones humanas.
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Notas