Revista de Filología y
Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. 48,
núm. 1, e48896, 2022
Universidad
de Costa Rica
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 3.0 Internacional.
Etimología
huetar de la palabra toboba ‘serpiente venenosa’
Huetar Etymology of the Word Toboba ‘Venomous Snake’
Doi: 10.15517/rfl.v48i1.48896
Fecha
de recepción: 12-4-21
Fecha
de aprobación: 23-9-21
Mario Portilla
Universidad de Costa
Rica, San José, Costa Rica
Correo: mportillacr@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5593-6899
RESUMEN
En
el presente trabajo, el autor propone un origen en el huetar para la palabra toboba ‘serpiente venenosa’. Esta lengua
de estirpe chibchense fue el principal idioma de sustrato del español de Costa
Rica. Primeramente, analiza la semasiología de este vocablo y su distribución
geográfica. Luego, mediante la aplicación del Método comparativo, logra
establecer correspondencias sistemáticas entre esta palabra y posibles cognados
de otras lenguas de la familia chibcha, lo que comprueba su parentesco y origen
a partir de la misma protoforma reconstruida.
Palabras clave: huetar;
lenguas chibchas; español de Costa Rica; préstamos; etimología.
ABSTRACT
In this paper, the author
proposes a Huetar origin for the word toboba ‘poisonous
snake’. This Chibchan language was the most important substrate language of
Costa Rican Spanish. First of all, he analyses the semasiology of this lexeme
and its geographical spread. Then, using the Comparative Method, he establishes
a series of systematic correspondences between this word and possible cognates
of other related languages in order to prove their kinship and origin from the
same reconstructed protoform.
Keywords: Huetar; Chibchan languages; Costa Rican Spanish;
loanwords; etymology.
1. La
definición lexicográfica de la palabra toboba
La víboras toboba de Costa Rica comprenden
las siguientes especies: toboba real o toboba terciopelo (Bothrops atrox), toboba de pestaña o de pestañas
(antes también toboba de uña) (Bothriechis schlegelii)[1], toboba de
árbol (Bothriechis nigroviridis,
Bothriechis nubestris),
toboba de altura (Cerrophidion sasai o godmani), toboba
gata o toboba chinga (Porthidium ophryomegas),
toboba chinga (Porthidium nasutum),
toboba chinga del General o toboba costarricense (Porthidium volcanicum)[2],
toboba de cola blanca (Porthidium porrasi),
toboba gata u ojigata (Leptodeira rhombifera)[3]. Todas estas serpientes
pertenecen a la familia Viperidae, con
excepción de la Leptodeira rhombifera.
Claramente, la
clasificación anterior, así como las definiciones semasiológicas y las
referencias más antiguas, evidencian que este vocablo designa no un tipo
particular de serpiente, sino que es una palabra genérica para aludir a las
serpientes venenosas.
Las demás serpientes venenosas todas tienen nombre
vulgar: se las designa con el término general de “tobobas”; pero además se las
distingue con nombres específicos, á saber. [terciopelo, bocaracá,
víbora, lora, tamagá, toboba chinga, cascabel] (Alfaro, 1907, pp.
121-123).
El término aparece definido
lexicográficamente por primera vez en el Diccionario
de barbarismos y provincialismos de Gagini
(1892): “Con el nombre genérico de tobobas comprendemos varias especies de
víboras de las peligrosas y abundantes en los lugares cálidos del país”.
Otros
autores ofrecen significados casi idénticos: Quesada Pacheco (1991) “nombre
genérico de varias serpientes venenosas de la familia Viperadae” y Agüero (1996)
“Nombre genérico de varias especies de víboras”.
La
referencia más antigua de esta palabra, encontrada hasta el momento, se halla
en Wagner y Scherzer (1856, p. 284) en su libro Die Republik Costa Rica in Central-Amerika
(Leipzig).
Die furchtbarste Giftschlange, welche die Eingebornen Calébra del sangre (sic) (Blutschlange, wegen ihres blutrothen Bauches) nennen (wahrscheinlich eine Elapsart), hält sich in den feuchten Niederungen der Cacaoplantagen auf, während die Toboba, eine im Lande vielgenannte
Giftschlange, unter deren Benennung die Eingeborene wahrscheinlich verschiedene Species verwechseln, häufig am Aguacate vorkommt. Selten vergeht
ein Jahr, ohne daß Menschen von ihnen gebissen werden und schnell sterben’.
La serpiente más temible, a la cual los naturales
denominan ‘Calébra del sangre’
(Culebra de sangre, debido a su vientre rojo vivo) (probablemente un tipo de elápido), se encuentra en las húmedas tierras bajas de las
plantaciones de cacao, mientras que la toboba, una serpiente venenosa muy
mencionada en el país, bajo cuya denominación los naturales confunden quizá
distintas especies, aparece a menudo en el Aguacate. Rara vez pasa un año sin
que haya una persona mordida por ellas y que no muera rápidamente (traducción
propia).
Ninguno de los autores citados de los
diccionarios de costarriqueñismos ha aventurado ninguna propuesta etimológica
del término toboba. Tampoco este
vocablo ha sido considerado un huetarismo ni por Constenla (1984) ni por Quesada Pacheco (1990; 1992; 1995;
1996), quienes han estudiado a fondo los aportes léxicos del huetar al español
de Costa Rica.
En
este trabajo, se exponen argumentos que sustentan el origen huetar del lexema toboba.
2. Difusión
geográfica de la palabra toboba
El vocablo toboba se encuentra atestiguado en textos a partir de la segunda
mitad del siglo XIX para el ámbito de Costa Rica. Otras referencias antiguas se
hallan en Polakowski (1880, p. 75), Pittier (1892,
pp. 75 y 90), Thiel (1883, p. 676; 1884, pp. 693 y 701; 1890, p. 291; 1898, p.
776) (citado en Herrera, 2009) y Gagini (1892).
El
Diccionario de la lengua española de
la Real Academia Española, desde su edición de 1992, señala el uso de la
palabra toboba para Costa Rica,
Honduras y Nicaragua. Sin embargo, diversos autores han registrado la forma
alternativa toboa
para Honduras y Nicaragua. Santamaría (1942) en su Diccionario general de americanismos recoge la palabra toboa para
Honduras y toboba para Costa Rica:
TOBOA. f. En
Honduras la toboba.
TOBOBA. f. En Costa Rica, nombre genérico de las víboras
ponzoñosas, toboba chinga, toboba de uña, toboba gata, tamagá, etc.
En Honduras, toboa.
De
hecho, la primera citación encontrada hasta el momento para el caso de
Honduras, Meza (1916, p. 27), corresponde a la forma toboa:
Reptiles: —
Barba de pelo, boa, caimán o lagarto, cascabel, coral, culebra dorada, culebra
mica, chinchintor o gorro colorado, garrobo, iguana, lagartijas, salamanquesa,
tamagás, toboa, tortugas de varias clases.
Del mismo modo, también es significativo que
la atestación más antigua de la denominación de estas serpientes para el
español de Nicaragua, Lévy (1873, p. 200), sea la variante toboa:
Las principales
culebras son la Toboa (Trigonocephalus), el Cascabel (Crotalus), la
Víbora de Sangre, (Coluber),
el Tamagas (Python),
el Bejuquillo, la Chocoya, la Castellana (Craspedocephalus pictus?),
la Culebra Dorada, etc…
En
cambio, tanto el Diccionario de uso del
español nicaragüense (2001) como el Diccionario
del español de Nicaragua (2010), ambos de la Academia Nicaragüense de la
Lengua, solamente incluyen la forma toboba.
El Diccionario
de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española
(ASALE) indica el uso de toboba para Honduras, Nicaragua y
Costa Rica y de toboa
para Honduras y Nicaragua[4].
Además, el vocablo toboba también es utilizado en Panamá,
donde habría sido introducido desde Costa Rica más recientemente, como se
desprende del artículo lexicográfico de Isaza (1963):
TOBOBA f. zool. Variedad de
serpiente muy venenosa, conocida con este nombre en la región limítrofe con
Costa Rica. Corresponde a Patoca, nombre más
generalizado en Panamá.
Aunque la variante toboa no aparece recogida hasta
el momento en obras lexicográficas costarricenses, se debe mencionar que esta
ha sido registrada oralmente en el país.
Las
informaciones indican que esta variante se conoce en la zona noroeste de Costa
Rica: Santa Cruz (Guanacaste), Cañas (Guanacaste), Santa Clara de San Carlos
(Alajuela), Monteverde (Puntarenas).
Además,
de manera muy significativa, la forma toboa ha sido reportada en áreas rurales del Valle Central:
San Antonio de Escazú (San José), Santa María de Dota (San José), San Isidro
(Heredia), Paraíso (Cartago) y Piedades Sur de San Ramón (Alajuela)[5].
Por
ejemplo, el señor Edwin Rodríguez Vásquez, vecino de esta última localidad,
utiliza solamente esta variante y afirma que tanto sus padres como sus abuelos
han usado solamente el término toboa y siempre con un sentido genérico para referirse a las
víboras venenosas[6] (comunicación
personal, 6 de noviembre de 2020).
Considero que es muy
revelador que haya atestaciones de la forma toboa en diversas zonas rurales
periféricas de todo el Valle Central (Dota y Escazú en el sur, San Isidro en el
norte, Paraíso en el este y San Ramón en el oeste) porque esto indica que esta
se ha usado desde hace bastante tiempo en la región de sustrato huetar.
Suponemos
que este lexema es originario del territorio huetar de Costa Rica, en el Valle
Central, donde su uso está más extendido, y que de allí pasó primero a la zona
noroeste, luego a Nicaragua y después a Honduras. Posteriormente, de la zona
sur de Costa Rica fue llevado a Panamá.
Realmente,
es relevante que en Honduras la variante toboa tenga un uso más extendido
que toboba, dado que los indicios
apuntan a que el vocablo tiene menor antigüedad en ese país, puesto que sus
atestiguaciones son relativamente más recientes y no está recogido en el
diccionario Hondureñismos de Membreño
de 1895[7].
Si juzgamos por la
atestación de Lévy de 1873 para Nicaragua, parece ser que la variante toboa es, al
menos, tan antigua como toboba. Y eso
explicaría la situación mencionada en el caso de Honduras y de las mencionadas
zonas rurales de Costa Rica
Finalmente,
se debe señalar que la extensión del vocablo toboba / toboa
por varios países de América Central, siendo presuntamente un huetarismo, representa un caso poco común, por tratarse de
vocabulario del sustrato indígena específico del territorio costarricense.
No
obstante, tampoco se trata de una situación única, ya que existen otros
términos del sustrato indígena local (no nahuatlismos ni quechuismos, los
cuales más bien fueron introducidos en la región por los colonizadores
españoles principalmente) que han traspasado las fronteras de los países
centroamericanos. Por ejemplo, la palabra cabanga
‘melancolía, nostalgia, añoranza’, que proviene del miskito
kawanka ‘caída,
decaimiento’, se utiliza en Nicaragua, Costa Rica y Panamá[8].
Lo mismo sucede con el huetarismo chicagre ‘variedad de tabaco’,
producto que fue exportado a toda la región centroamericana durante la Colonia
desde Costa Rica, el cual era conocido en estos países[9].
3. Un
étimo chibchense del término ‘serpiente’
Se halla bien establecido que el huetar,
idioma indígena principal de Costa Rica desde antes de la conquista, usado
especialmente en el territorio de Valle Central del país, ha aportado una importante
cantidad de préstamos al español de esta nación, sobre todo relacionados con la
flora y la fauna autóctonas (Quesada Pacheco, 1990, p. 13; 1992, pp. 81-82).
Igualmente,
está comprobado que el huetar forma parte de la
familia lingüística chibchense (Constenla,
1984; Quesada Pacheco, 1992), a la cual pertenecen también otras lenguas
indígenas de Costa Rica, como el bribri, el cabécar, el
boruca; otras de Honduras, Nicaragua, Panamá, como el cuna; y Colombia,
como el cogui o cágaba.
Aquí
proponemos que el vocablo toboba
presenta cognados con las siguientes lenguas chibchenses, los cuales comparten
el mismo significado genérico de ‘culebra, serpiente’[10].
Bribri tkàbɪ́
<tkabë̀>
Cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ <tkabë ~ tkëbë>
Boruca tèbèk
<tebec>
Cuna nagbe
<nagbe>
Cogui 'takbi
<tákbi>[11]
Con
base en los rubros del bribri, cabécar, boruca, cuna y cogui
es posible establecer la protoforma *ta1ka2be
con el significado genérico de ‘serpiente, culebra’ para el protochibchense
(PC), en lo que respecta a los segmentos que la componen.
Es
importante señalar que otros autores han realizado otras propuestas de
reconstrucción del vocablo también en el protochibchense
que, aunque distintas, son afines a la realizada para esta investigación: *tAkAbÌ (Constenla, 1981, p. 415),
*tɨkub (Holt, 1986, p. 269)
y *takamb- (Pache,
2018, p. 198)[12].
Aquí distinguimos con
números infrapuestos el lugar que ocupa la vocal *a
en la protoforma reconstruida solo para facilitar su
identificación en los cognados comparados. Evidentemente, se trata de la misma
vocal *a.
Esta
reconstrucción es consistente con la tipología de los patrones silábicos del chibchense propuesta por Constenla
(2008, p. 129), quien no reconstruye grupos consonánticos iniciales para esta
protolengua.
A
partir de *ta1ka2be, se obtiene una protoforma
intermedia para el protoviceíta (PV), antecesor del
bribri y del cabécar, por medio de las siguientes reglas de cambio[13]:
(1) **a1 > Ø, **a2
> *a, **e > *ɪ, **tVk > *tk
PC **ta1ka2be
> PV *tkabɪ.
A
partir de esta última protoforma, se extrae el
vocablo bribri (Br) mediante la siguiente regla:
(2) a2 > à
PV *tkabɪ > Br tkàbɪ́.
De
mismo modo, el rubro cabécar (Ca) se obtiene por la aplicación de la siguiente
regla:
(3) a2 > à ~ ɪ̀
PV *tkabɪ > Ca tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀.
En
estas dos lenguas, de manera general, las palabras bisilábicas presentan una
regla sincrónica opcional de debilitamiento de cualquier vocal cuando esta es
portadora de un tono bajo y se encuentra en la penúltima (y antepenúltima) sílaba.
Esta vocal incluso puede llegar a elidirse:
(4) CV1 [tono bajo] CV2 => CəCV2 ~ CCV2
Br tkàbɪ́ => tkəbɪ́ ~ tkbɪ́
Ca tkàbɪ̀ => tkəbɪ̀ ~ tkbɪ̀
tkɪ̀bɪ̀ => tkəbɪ̀ ~ tkbɪ̀
Es
importante señalar que la forma cabécar tkɪ̀bɪ̀ parece ser el resultado de una asimilación de la
penúltima vocal a partir de la última, propiciada probablemente por el
debilitamiento de esta.
La
palabra del boruca (Bo) tèbèk
se deriva del protochibchense mediante las siguientes
reglas:
(5) *a1 > Ø, *a2
> e, *tVk > *tk >
t
PC *ta1ka2be > Bo tèbè-k.
Es llamativo que, en los documentos más antiguos de boruca, la vocal
correspondiente a *a2 es indicada precisamente con la letra
<a> en Valentini (1862): tabek y en Gabb
(1875): ta-bek'. Pittier
(1941) utiliza para el reflejo de *a2 la letra <ë>, que
presumiblemente representa una vocal debilitada [ə] y también omite el
segmento: tëbek,
tbek. Thiel
(1882) transcribe tebék
(véase Quesada Pacheco, 1994).
De
acuerdo con esto, se da la posibilidad de que, en esta lengua, haya existido
una alternancia entre las vocales /a/ (realizada quizá como [ə]) y /e/
semejante a la descrita para el cabécar /a ~ ɪ/.
Por
su parte, Quesada Pacheco (1996, p. 189) propone que ha habido un movimiento de
la consonante /k/ a la posición final de la palabra: *tkèbè
> tèbèk. Sin embargo, probablemente lo que ha
sucedido es que la secuencia *tk, a partir de *tVk, se simplificó a /t/ en la posición inicial.
Este
cambio de *tk > t se refleja en los siguientes
haces de correspondencias de cognados del boruca con
el bribri y el cabécar:
(a) bribri
tkã́ʔ ‘guacal’, cabécar tkã́ ‘guacal, calabazo’, boruca tàm-kɾá
‘jícara’[14].
(b) bribri
tkɪ̀-d ‘sentado’, cabécar tké-ɺ ‘estar sentado’, boruca tèʔ-kɾá
‘asiento’[15].
(c) bribri tkɪ̀ʔ ‘punzar, sembrar (PDO)’, cabécar
tkɪ́-ɺ ‘punzar; sembrar (PDO)’, boruca téʔ ‘punzar; sembrar’[16].
El
segmento /-k/ en posición final en la palabra tèbè-k
podría explicarse entonces como un formativo morfológico.
La
productividad de este marcador en el nivel sincrónico actualmente parece ser
muy limitada. Rojas (1992, p. 49) cita apenas un par de ejemplos de nombres:
radical dúʔ-: dúʔdúʔ ‘mareado’, dúʔ-k ‘loco’;
radical tùɾì-: tùɾì ‘vaca’,
sù-tùɾí-k ‘venado’ (sù ‘sabana’).
No
obstante, en el nivel diacrónico este análisis parece estar bien justificado: bribri mõ̀ ‘nube’, cabécar mõ̀ ‘nube’, boruca bò-k ‘nube’; bribri bʊ́-, cabécar bò-,
boruca búʔ-k ‘dos’; bribri kã̀ ‘lugar, tiempo, cabécar kã́ ‘lugar, tiempo’, boruca ká-k
‘lugar, tiempo’[17].
El
término del cuna (Cu) resulta de la aplicación de las siguientes reglas de
cambio:
(6) *a2 > Ø, *t
> n, *k > g
PC *ta1ka2be
> Cu nagbe.
El cuna presenta solamente una serie de
consonantes oclusivas con variantes alofónicas sordas y sonoras. Debido a esto,
Holmer (1947) y otros autores prefieren interpretar
fonológicamente esta serie como consonantes sordas /p, t, k, (kw)/. Sin embargo, aquí optamos por seguir la
representación propuesta por Orán y Wagua (2010) de
estas como consonantes sonoras /b, d, g/, por un lado, debido al hecho significativo
de que los hablantes prefieren usar, en la ortografía de su lengua, los
grafemas <b, d, g> para representar estos segmentos, y por otro lado,
debido a que las variantes sordas parecen realizar consonantes geminadas en un
nivel subyacente: /b, d, g/ = [b, d, g] : /-bb-, -dd-, -gg-/
= [p, t, k][18].
Este
idioma exhibe un acento predecible, el cual recae siempre en la penúltima
sílaba de la palabra (Orán y Wagua 2010, p. 14).
Vale
la pena citar aquí otro término del cuna que presenta las consonantes /t/ y /k/
en el mismo entorno del rubro analizado, pues su comparación con otras lenguas
tomadas en cuenta pone en evidencia la regularidad de los cambios lingüísticos
en cuestión.
PC *toka > Cu noga ‘taza’, Br tkã́ʔ ‘guacal’, Ca tkã́ ‘guacal,
calabazo’, Co tau'ka ‘calabaza’.
El cambio PC al cuna
*t > n ya ha sido bien establecido por Constenla
(1981), Holt (1986) y Pache (2018).
PC *taba > Cu nabba ‘tierra, piso’, Bo táp
‘piso’[19].
El vocablo del cogui (Co) se obtiene a partir de las siguientes reglas de
cambio:
(7) *a2 > Ø, *e
> i
PC *ta1ka2be
> Co 'takbi[20].
El cogui es una
lengua de acento no predecible, aunque la tendencia más general es la
acentuación en la penúltima sílaba (Ortiz, 2000, p. 760), como en el caso de
esta palabra. No obstante, es interesante notar que, en un compuesto, este
mismo radical 'takbi se acentúa en la última sílaba:
ge-tak'be ‘[serpiente] coral’ (Huber y Reed, 1992, p.
122 y p. 125).
Es
muy significativa la alternancia en el timbre de la vocal /i ~ e/ de este
lexema ('takbi ~ (ge-)tak'be),
la cual, por lo visto, depende de si la vocal se encuentra acentuada o no en la
posición final de palabra[21].
De acuerdo con esto,
hasta es posible postular en cogui una preforma *takbe para esta alternancia alomórfica,
que evidentemente es más afín a la forma reconstruida para el chibchense.
En
cuanto a los suprasegmentales que deben ser asignados a la protoforma
*ta1ka2be, hay que mencionar primero que Constenla (1981; 1989) reconstruye tanto un acento no
predecible como tres tonos para el chibchense.
Este
autor determina el lugar del acento en el chibchense fundamentalmente con base
en la posición que ocupan las vocales largas en las palabras del malecu (denominado antes guatuso, lengua de Costa Rica).
Lamentablemente, en esta lengua no existe el cognado correspondiente a este
rubro.
En
el subantepasado común del bribri,
el cabécar y el naso (cuya variante de Costa Rica se
conoce también como térraba), una regla desplazó el
acento siempre a la sílaba final en los morfemas radicales (Constenla,
1981, p. 168).
Esta
regla explicaría la restricción en la aparición de tonos altos en sílabas no
finales de tema o de palabra y el debilitamiento de las vocales con tono bajo
en esta misma posición, ya descrito para el bribri y el cabécar.
Entonces,
el hecho de que, en el rubro *ta1ka2be, el bribri
presente un tono alto en la última sílaba y que tanto esta lengua como el
cabécar presenten un debilitamiento vocálico en la penúltima, hacen sospechar
que el acento de la protolengua podría haber recaído en la última sílaba (véase
también Constenla, 1981 y Pache,
2018, p. 524).
La
situación del cuna y el cogui, sin embargo, parece
apuntar más bien a que el acento pudo haber estado en antepenúltima sílaba de
la forma reconstruida, ya que es la vocal de esa sílaba la que se mantiene. La
vocal que se elide es la que se encuentra en la penúltima sílaba. Además, en cogui, ocurre un debilitamiento vocálico en última sílaba
por hallarse inacentuada.
A
pesar de lo dicho, para el caso del cuna, se podría pensar que la elisión de *a2
pudo haber ocurrido cuando aún no se hubiera materializado la regla general de
asignación del acento a la penúltima posición de la palabra: /nagbe/ [*na1gØ'be] > ['na1gØbe].
Aunque
la asignación del acento es no predecible en cogui,
es llamativo el hecho de que la gran mayoría de los vocablos se acentúan en la
penúltima sílaba. También, es muy significativo que, en la palabra compuesta
ge-tak'be ‘[serpiente] coral’, el acento ocurra en la
última sílaba. En este caso, el acento se corresponde con el tono alto del
bribri, que, como se ha dicho, sería un presunto resabio del acento de la
protolengua.
Por
lo tanto, aunque con ciertas reservas, se podría postular que el rubro
‘serpiente’ llevara el acento en la última sílaba: *ta1ka2'be.
En
cuanto a los tonos, en su versión más actualizada de reconstrucción del chibchense, Constenla (1989;
2012) postula tres niveles de tono (bajo, medio, alto). Este autor reconstruye
un tono alto (*é) de la correspondencia de tonos altos en bribri, cabécar y
boruca, y un tono medio (*ē) de la correspondencia de un tono descendente (ê)
en bribri y tonos altos en cabécar y boruca, en este último caso con ciertas
matizaciones. Constenla (1981) ya había reconstruido
un tono bajo (*è) de la correspondencia de tonos bajos en las tres lenguas
mencionadas, aunque también con excepciones debidas presuntamente a la
influencia del acento de la protolengua. Esto permite, entre otros casos, que
se pueda reconstruir un tono bajo también de la correspondencia del tono alto
en bribri con los tonos bajos en cabécar
y boruca (Constenla, 1981, p. 175).
De
acuerdo con esto último, es posible postular que el rubro reconstruido en
cuestión presentara solamente tonos bajos, por la comparación descrita de los
tonos en los cognados del bribri, cabécar y boruca:
PC *tà1kà2'bè > Br tkàbɪ́, Ca tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀, Bo tèbè-k.
4. Derivación
de la palabra toboba
En cuanto al vocablo toboba como préstamo huetar, según lo dicho anteriormente, es
posible suponer que este se derive de toboa, a partir de una ultracorrección bien atestiguada en
el habla popular, que lleva a insertar el segmento /b/
entre las vocales /o/ y /a/, como en el caso de canoba por canoa (véase Bills y Vigil,
2008, pp. 82-84). Este fenómeno también ha sido registrado en el español de
Costa Rica. Por ejemplo, Quesada Pacheco (1991) recoge el vocablo cabobilla
‘variedad de árbol meliáceo’ por caobilla,
un derivado de caoba ‘árbol meliáceo
(Swietenia sp.)’.
De
esta manera, se explicaría mejor la aparición de la variante toboa registrada
en las fuentes. Por supuesto, esto supone que la forma toboa sería anterior a toboba y refuerza la idea de que el
término toboa
en zonas rurales y alejadas de centros urbanos representa la forma más arcaica
del lexema incluso en Costa Rica.
La
vocal -a final habría sido añadida a la raíz del vocablo como marcador del
género femenino siguiendo el modelo de la palabra culebra. Este procedimiento de inserción del formativo de género ha
sucedido, igualmente, con otros lemas. Así pasó con el comprobado huetarismo purrúx /pu'ruʃ/ (véase cabécar bũ̀ɺṹs ‘variedad de mosquito’), el cual se convirtió posteriormente
en purruj-a /pu'ruxa/
‘variedad de mosquito (Phebotomus papatasi)’ en
el español de Costa Rica, probablemente por influjo del vocablo pulga[22].
También, sucedió lo mismo con el término estucuc-a ‘variedad de paloma’, que provendría de la forma huetar es-tukúk (véase rama pun-tukúk
‘variedad de paloma’), sobre la base de la palabra española paloma. Podemos citar como un último
ejemplo el vocablo turuc-a ‘variedad de hormiga negra’, que
derivaría del huetar turúk
(véase cabécar tʊ́dkʊ́ [tʊ́ɾkʊ́] ‘variedad de hormiga oscura’), basado en la voz hormiga[23].
Como
alternativa, Miguel Ángel Quesada Pacheco[24]
sugiere la posibilidad de que la terminación -ba en toboba pueda corresponder más bien a un
formativo nominal, ya que esta aparece en una buena cantidad de vocablos de
origen huetar, tales como Arariba, Barva, Tuquerraba, Coquiba. La desventaja mayor que tiene esta propuesta es que
no se puede determinar con certeza la validez de dicha segmentación, pues no se
conoce siquiera el significado de los vocablos al tratarse sobre todo
antropónimos y topónimos[25].
Con
bastante certeza, es posible postular la raíz tobó- como la base de las variantes toboba y toboa.
Si este vocablo proviene de la protoforma propuesta
para el chibchense *tà1kà2'bè,
habrían sucedido los siguientes cambios en huetar (Hu):
(8) *a1 > Ø, *a2
> o, *e > o, *tVk > *tk
> t
PC
*tà1kà2'bè > Hu tobó
La correcta determinación chibchense del
étimo tobó se sustenta en las
correspondencias fonológicas de los segmentos, a partir de los cognados disponibles
del huetar, comparados con los de las lenguas analizadas, como se verá en el
próximo apartado.
Debido
a que los materiales disponibles del huetar son escasos, las consideraciones
respecto de los suprasegmentales en esta lengua son tentativas.
Quesada
Pacheco (1996, pp. 113-114) propone la posibilidad de que el huetar hubiera
tenido acento. Hasta el momento no hay manera de saber con certeza si este
habría sido predecible o no.
Sin
embargo, llama la atención que la mayor parte de las palabras del sustrato
huetar en el español de Costa Rica lleva el acento en la última sílaba.
Incluso, Quesada Pacheco (1996, p. 114) ha logrado determinar que, en el caso
de vocablos sufijados, el presunto acento se ha corrido a la derecha de la raíz
de la palabra hasta el lugar que ocupa un sufijo: Tayut > Tayutic ~ Tuyotique ~ Toyotique[26].
De
esta forma, el huetar parece compartir con otras lenguas de la rama ístmica la
regla de corrimiento del acento a la posición final de la palabra.
Un
ejemplo significativo de la aplicación de dicha regla puede encontrarse en la
palabra bocaracá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’,
la cual al ser comparada sus cognados en bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) y en cabécar bɪ̀kàɺá, muestra un
cambio del lugar original del acento, que pasa de la sílaba final de la raíz a
la sílaba que contiene el formativo (de significado desconocido, en este caso):
*bokará + ka > bocara-cá.
5. Correspondencias
regulares del bribri, cabécar,
boruca, cuna, cogui y huetar
que justifican el origen chibchense del étimo huetar tobó
Las
siguientes correspondencias fonológicas regulares del cabécar,
boruca, cuna, cogui y huetar
justifican el origen del rubro tobó
del huetar en el protochibchense.
1. *t
*t
> bribri t, cabécar t,
boruca t, cuna n, cogui t, huetar
t.
(a) cabécar tʊ́dk-ʊ́ [tʊ́ɾk-ʊ́] ‘variedad de hormiga oscura’, huetar
turuc-a ‘variedad de hormiga negra’. Protochibchense *tuduk-.
(b) cabécar hòtòdó [hòtòró] ~ ʃòtòdó [ʃòtòró] ‘hongo’, huetar jutrú-s ‘variedad
de hongo (Polyporus sp.)’[27].
Protochibchense *sotodo-
(?).
(c) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tobó-
‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà1kà2'bè.
(d) bribri tkã́ʔ
‘guacal’, cabécar tkã́
‘guacal, calabazo’, cuna noga ‘taza’, cogui tau'ka ‘calabaza’. Protochibchense *toka.
2. *k
2.1
*k > bribri k, cabécar
k, boruca k, cuna g, cogui k, huetar
k.
(a) cabécar kʊ̀ʊ̀ ‘variedad de gavilán
(Buteogallus anthracimus)’,
huetar co ‘variedad de gavilán’. Protochibchense
*ko-.
(b) boruca kùsíŋ ‘variedad de
tucán (Petroglossus frantzii)’, huetar cusin-ga ‘variedad de tucán (Petroglossus frantzii)’. Protochibchense
*kusĩ-.
(c) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar
bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar
bocara-cá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.
Protochibchense *beka2da3.
(d) bribri tkã́ʔ
‘guacal’, cabécar tkã́
‘guacal, calabazo’, cuna noga ‘taza’, cogui tau'ka ‘calabaza’. Protochibchense *toka.
2.2.
*k > bribri k, cabécar
k, boruca Ø, cuna g, cogui k, huetar
Ø.
(d) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tØèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tØobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense:
*tà1kà2'bè.
La
pérdida de la consonante *k en boruca y el huetar
supone la protoforma intermedia *tk,
la cual ha sido reconstruida aquí también para el protoviceíta.
Esta secuencia consonántica ocurre por la elisión de la vocal *a1 en
las condiciones descritas más adelante en 4. La elisión vocálica de *a2 provoca la
realización sonora de la oclusiva sorda de la protolengua
en cuna: *kb > /gb/.
3. *b
*b
> bribri b, cabécar b,
boruca b, cuna b, cogui b, huetar
b.
(a) bribri bɪ́ ‘ojoche (Brosinum sp.)’, cabécar bɪ̀ ~ bɪ̀ɺh
‘ojoche (Brossinum sp.)’. huetar ber-bá ‘ojoche (Brossinum sp.)’. Protochibchense: *bed- (?).
(b) bribri búɺ ‘abeja’, cabécar búɺ-í (dʒã́ uák) ‘abeja’, boruca bùt ‘cera’, cuna bur, bulu ‘avispa’, huetar burú ‘variedad de
avispa’. Protochibchense *bud-.
(c) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar
bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar
bocara-cá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.
Protochibchense *beka2da3.
(d) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tobó-
‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà1kà2'bè.
4. *a1
*a1 > bribri
Ø, cabécar Ø, boruca Ø, cuna a, cogui
a, huetar Ø.
(a) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó-
‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà1kà2'bè.
No
hay más cognados para comparar con el huetar.
En
las respectivas lenguas, la elisión de la vocal *a se debe a que se halla entre
dos consonantes oclusivas sordas y en la antepenúltima sílaba de un vocablo
trisilábico sin acento en la protolengua. Es probable que este cambio sea más
bien el resultado de una tendencia más general de elisión de cualquier vocal en
sílaba no final como se describe a continuación.
Una
regla semejante todavía sigue vigente en bribri, la cual involucra tanto
consonantes oclusivas sordas como sonoras. Esta se encuentra relacionada con el
debilitamiento de las vocales con tonos bajos descrito arriba en la regla (4).
Para nuestro caso es especialmente interesante el paralelismo que se da entre *tVk > tk, en el vocablo
reconstruido del chibchense, y las consonantes /dVk/
> dk en bribri, como en
los siguientes ejemplos:
dàkàɺʊ́ ~ dkàɺʊ́ ~ dkɺʊ́ ‘variedad de ave (Dendrortyx leucophrys)’.
dìkìbá ~ dkìbá ~ dkbá ‘variedad de anguila (Anguilla sp.)’.
Además,
un caso significativo que apoya la idea de que el fonema /tk/
del bribri se relaciona con una secuencia anterior *tVk es el siguiente lexema, el cual presenta una variación
importante:
dàkàdó [dàkàɾó] ~ dàkdó ~ dkàdó ~ dkdó ~ tkdó ‘gallina, gallo,
pollo (Gallus gallus)’[28].
Como
hemos dicho, esta regla es más general e involucra otros segmentos
consonánticos, como /dVb/, por ejemplo, a diversas
vocales, incluidas las nasales, y ocurre también en palabras bisilábicas:
dàbʊ́kʊ̀t ~ dbʊ́kʊ̀t ‘cuñado de mujer, cuñada de hombre’.
dã̀bṹ [nã̀mṹ] ~ dbṹ [ɽmṹ] ‘felino (genérico)’.
Dicha
regla ocurre igualmente en otras lenguas de la familia chibchense, como el
naso, al menos en el nivel fonético. El siguiente término de este idioma es un
cognado del último ejemplo del bribri:
dòbóŋ [dòbóŋ ~ dbóŋ] ‘felino (genérico)’[29].
5. *a2
*a2 > bribri a, cabécar a ~ ɪ (vocal
asimilada), boruca a ~ e (vocal asimilada), cuna Ø, cogui
Ø, huetar a ~ o (vocal asimilada).
(a) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar
bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar
bocara-cá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.
Protochibchense: *beka2da3.
(b) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó-
‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà1kà2'bè.
La
vocal *a del protochibchense (marcada aquí como *a3)
da como resultado el fonema /a/ en todas las lenguas comparadas aquí, cuando se
encontraba en sílaba acentuada en la protolengua (véase Constenla,
1981, pp. 192-194):
PC *'ka3d-a
> bribri kâɺ
‘palo, árbol’, cabécar káɺ
‘palo, árbol’, boruca kɾáŋ ‘palo, árbol’,
cuna kala ‘hueso’, cogui 'kali ‘árbol’, huetar *kára-kára > cra-cra, cara-cá, cara-crá ‘mazorca de maíz
con pocos granos’[30].
PC *'ha3ke-
> bribri âk ‘piedra’, boruca
káŋ ‘piedra’, cabécar hák ‘piedra’, cuna aggwa
‘piedra’, cogui 'agi
‘piedra’.
Sin
embargo, en palabras trisilábicas, el cuna y el cogui
muestran la elisión de esta vocal en la posición paroxítona:
PC
*tà1kà2'bè > cuna nagØbe
‘serpiente’, cogui 'tabØki
‘serpiente’.
En
este mismo tipo de palabras, si bien se conserva la vocal, en cabécar, boruca y
huetar, el timbre de esta se asimila al de la vocal siguiente, de manera
facultativa en cabécar:
PC *tà1kà2'bè
> cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’.
PC *beka2da3
> bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar
bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar
bocara-cá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.
Esta
regla de asimilación explicaría, al menos, algunas alternancias vocálicas del
bribri en ciertos rubros, a partir de preformas para esta misma lengua:
*dìkìbá > dìkìbá ~ dàkàbá ‘variedad de
anguila (Anguilla sp.)’.
*bàkàɺí > bàkàɺí ~ bìkìɺí ‘zorro (genérico) (Didelphidae sp.)’.
6. *e
6.1.
*e > bribri ɪ, cabécar ɪ,
boruca e, cuna e, cogui i, huetar
o.
(a) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar
bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar
bocara-cá
‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.
Protochibchense: *beka2da3.
(b) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k
‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó-
‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà1kà2'bè.
6.2.
*e > bribri ɪ,
cabécar ɪ, boruca e, huetar e.
(c) bribri bɪ́ ‘ojoche (Brosinum sp.)’, cabécar bɪ̀ ~ bɪ̀ɺh
‘ojoche (Brossinum sp.)’. huetar ber-bá ‘ojoche (Brossinum sp.)’. Protochibchense: *bed- (?).
(d) bribri dʒɪ̀ɺɪ̀-bɪ́ ‘tinamú (Tinamidae sp.)’, cabécar dʒɪ̀ɺ-bɪ̀ ‘tinamú (Tinamidae sp.)’, huetar yerre ‘variedad de paloma (Crypturelus cinnamoeus)’.
Protochibchense: *iede-.
(e) bribri dʒùɺɪ̀ ‘variedad de
golondrina (Hirundinidae sp.)’, cabécar dʒùɺɪ̀-skɪ̀à ‘variedad de paloma
(Claravis pretiosa)’, huetar yuré
‘variedad de paloma (Leptotila verreauxi, Claravis pretiosa)’. Protochibchense: *iude-.
(f) bribri ùdɪ́k [ùrɪ́k]
‘tucán (genérico), variedad de tucán (Ramphastos sp, Ramphastos sulfuratus), cabécar ùdɪ́k [ùrɪ́k] ‘variedad de tucán (Ramphastos sulfuratus, Selenidera
spectabilis), huetar curré ‘variedad tucán (Ramphastos sulfuratus)’.
Protochibchense: *(k)ude-.
La
escisión de *e del chibchense en /o/ y /e/ del huetar puede ser explicada por
el contexto fonológico de las palabras. Aunque el número de haces de cognados
es muy limitado, el análisis de los casos en que *e
mantiene su timbre como /e/ en huetar tienen como
factor condicionante el contacto con una consonante alveolar vibrante, que
corresponde a *d en el chibchense: berbá, yerre, yuré, curré.
La
protovocal *e tiene como reflejo /o/ al contacto con
una consonante bilabial: tobó-,
bocara-,
siempre y cuando la vocal no esté en contacto con otra consonante vibrante.
Es
natural que una consonante bilabial propicie el redondeamiento de una vocal.
Este fenómeno parece haber ocurrido no solo con la vocal *e, sino también con
*i, como en el caso del huetarismo cabucó ‘variedad
de abejón (Canthidium haroldi)’, el
cual también es llamado ruedacaca
en español, debido a su costumbre de hacer bolas de excremento (Quesada
Pacheco, 1996, p. 186). Este vocablo estaría emparentado con el cabécar bìkʊ́ ‘variedad de abejón
(Ceranbycidae
sp.)’.
Según
Quesada Pacheco (1992, p. 98), la sílaba ca-
del término huetar estaría relacionada con el guatuso ko:-, que significa
‘excremento’, en el término koːɸoɾoːɸoɾoː‘variedad de
abejón (Canthidium haroldi)’.
Ambos elementos provienen del chibchense *gã ‘excremento’.
Así,
luego de esta segmentación, la forma huetar -bucó se
correspondería claramente con el vocablo cabécar bìkʊ́. La aparente irregularidad de la correspondencia
cabécar /i/, huetar /u/, a partir del chibchense *i se explica por la misma
regla de redondeamiento de la vocal a causa de la consonante bilabial. En otros
contextos, tenemos PC *i > Ca i, Hu i, como en PC
*pu'dis > huetar puris-co ‘variedad de ave (Atlapetes gutturalis)’,
cabécar pùdís [pùɾís] ‘variedad de ave (Serpophaga cinerea)’), donde nuevamente el contacto
con una consonante alveolar vibrante parece propiciar la conservación de su
timbre.
Además,
resulta interesante que existan alternancias vocálicas en huetar que son afines
a algunas de estas lenguas chibchenses y ajenas al español como indica Quesada
Pacheco (1996, pp. 115-118). Para nuestro caso, es significativa la variación
entre /e/ y /o/, por ejemplo, en el antropónimo huetar
Perroz ~ Porroz, recogido
en los documentos coloniales. Se puede notar que, en este caso, también dicho
intercambio aparece en contacto con una consonante bilabial y con una alveolar
vibrante.
6. Conclusiones
Desde la perspectiva semasiológica, el
vocablo toboba designa originalmente
en el español de Costa Rica a las serpientes venenosas de manera genérica. La difusión
geográfica y los testimonios más antiguos de esta palabra apuntan claramente a
que esta tiene su origen en las lenguas indígenas de sustrato de Costa Rica. A
pesar de todo, este lexema no había sido nunca considerado un huetarismo, por un lado, probablemente por la aparente
falta de correspondencia fonológica con posibles cognados en otras lenguas
indígenas costarricenses y, por otro, debido a que la palabra toboba y su variante toboa se utilizan también en
otros países de América Central, fuera del ámbito de sustrato de la nación
huetar, el cual es fundamentalmente el Valle Central de Costa Rica.
Sin
embargo, a partir del análisis de la terminación -ba
en la palabra toboba como el producto
de la epéntesis de -b- por ultracorrección, sobre la base de toboa, y la
sufijación del marcador de género femenino -a, se logró establecer con bastante
certeza el tema tobó- y, con ello, ha quedado más evidente la relación de
parentesco de este con los términos que designan genéricamente a las serpientes
en varias lenguas de la estirpe chibchense: bribri, cabécar, boruca, cuna y cogui.
Posiblemente,
el aporte más significativo del presente estudio ha sido el establecimiento de
una regla de derivación diacrónica de la protovocal
*e del chibchense en la vocal /o/ del huetar, por la
influencia de una consonante bilabial, la cual ha permitido explicar también la
supuesta irregularidad en la correspondencia de otra vocal del chibchense en el
mismo huetar (*i > u), atribuible a este idéntico contexto.
También,
es relevante el planteamiento de la regla de asimilación vocálica regresiva que
ha posibilitado derivar el Hu tobó- del PC *tà1kà2'bè
(PC *tà1kà2'bè > *tkà2'bè > *tka2bo
> *tabo > Hu to'bo-),
pues es un fenómeno más general presente en otras lenguas chibchenses,
al menos en la rama ístmica de esta familia, como el boruca (PC *tà1kà2'bè>
*tkà2'bè > Bo tàbè-k > tèbè-k), el cabécar (PC *tà1kà2'bè
> *tkà2'bè > *tkà2'bɪ̀ > Ca tkàbɪ̀
> tkɪ̀bɪ̀)
y probablemente el ngäbe o guaimí Tibi ‘ser mitológico en forma de
serpiente bicéfala’ (PC *tà1kà2'bè > *tkà2'bè
> Ngä *tabi
> tibi)[31].
Igualmente,
la derivación propuesta del PC *tVk > *tk > t (en posición inicial por lo menos) tanto para el boruca como para el huetar podría ser interpretada como
una innovación compartida por estas dos lenguas (y tal vez también por el ngäbe o guaimí), lo cual resultaría significativo desde el
punto de vista diacrónico.
De
esta manera, se abre una nueva vía de exploración de las posibles relaciones
genealógicas del huetar con otras lenguas de la familia chibchense, las cuales
no han sido establecidas todavía de manera definitiva.
Bibliografía
Academia Nicaragüense de la Lengua.
(2001). Diccionario de uso del español
nicaragüense. Managua: Editorial Ciencias Sociales.
Academia Nicaragüense de la Lengua.
(2010). Diccionario del español de
Nicaragua. Recuperado de http://www.anilengua.com/index.php/den
Agüero Chaves, A. (1996). Diccionario de Costarriqueñismos. San
José: Asamblea Legislativa.
Alfaro, A. (1907). Serpientes de Costa
Rica. Boletín de la Sociedad Nacional de
Agricultura, 2(6), 121-124.
Recuperado de https://www.sinabi.go.cr/ver/biblioteca%20digital/articulos/alfaro%20anastasio/arqueologia%20antropologia%20historia/ciencias%20naturales/Serpientes%20de%20C.R..pdf#.X_ChcelKiqk
Artavia, I. (Coord.). (2017). Sistematización de la experiencia de la
ASADA de Paso Ancho y Boquerón. [pdf]. Recuperado
de http://www.sinac.go.cr/ES/partciudygober/Sistematizacion%20Experiencias/INFORME%208%20-%20ASADA%20PASO%20ANCHO.pdf
Asociación de Academias de la Lengua
Española (ASALE). (2010). Diccionario de
americanismos. Lima: Santillana.
Bills, G. D.
y Vigil, N. A. (2008). The Spanish Language of New Mexico
and Southern Colorado. A Linguistic Atlas. Albuquerque: University of New Mexico Press.
Chevrier, N.
(2017). Analyse de la phonologie
du bribri (chibcha) dans
une perspective typologique:
nasalité et géminée modulée (Tesis doctoral). Universidad Lumière
Lyon 2.
Club de Hiking.
(2016). Toboa de Altura, venenosa. [Descripción de
foto]. Facebook. Recuperado de
https://www.facebook.com/190459461104571/photos/toboa-de-altura-venenosa-santa-mar%C3%ADa-de-dotala-encontramos-a-la-orilla-del-sende/701393606677818/
Constenla Umaña, A. (1981). Comparative
Chibchan Phonology (Tesis
doctoral). Universidad de Pensilvania.
Constenla Umaña,
A. (1984). El huetar: Observaciones sobre los materiales disponibles para su
estudio y sobre las hipótesis en torno a sus afinidades lingüísticas. Revista de Filología y Lingüística de la
Universidad de Costa Rica, 10(2),
3-18. doi:10.15517/rfl.v10i2.16231
Constenla Umaña,
A. (1985). Clasificación lexicoestadística de las
lenguas de la familia chibcha. Estudios
de Lingüística Chibcha, 4,
155-189.
Constenla Umaña,
A. (1989). Subagrupación de las lenguas chibchas:
algunos nuevos indicios. Estudios de
Lingüística Chibcha, 8, 17-72.
Constenla Umaña,
A. (2007). La lengua de Térraba. San
José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Constenla Umaña,
A. (2008). Estado actual de la subclasificación de las lenguas chibchenses y la
reconstrucción fonológica y gramatical del protochibchense.
Estudios de Lingüística Chibcha, 27, 117-135.
Constenla Umaña,
A. (2012). Chibchan languages.
En L. Campbell y V. Grondona (Eds.), The
Indigenous Languages of South America: A Comprehensive Guide (pp. 391-439).
Berlin/Boston:
De Gruyter Mouton.
Ecosistemas de Costa Rica. (2014). Reserva forestal Taboga. Recuperado de https://ecosistemasdecostarica.blogspot.com/2014/04/
Gabb, W. (1875).
On the Indian tribes and languages of Costa Rica. Proceedings of the
American Philosophical Society, 14, 438-602.
Gagini, C.
(1892). Diccionario de barbarismos y
provincialismos de Costa Rica. San José: Tipografía Nacional.
Guana/Noticias. (20 de febrero de 2018).
Encuentran toboa gata en escuela de Cañas. [Post]. Facebook. Recuperado de
https://www.facebook.com/GuanaNoticiasLtda/posts/894544527373993
Herrera, A. I. (2009). Monseñor Thiel en Costa Rica. Visitas
pastorales 1880 -1901. Cartago: Editorial Tecnológica de Cartago.
Holmer, N. (1947). Critical and Comparative Grammar of the Cuna
Language. Gotemburgo: Etnografiska
Museet.
Holt, D. (1986). The Development of the Paya
Sound-System (Tesis doctoral). Universidad de
California.
Huber, R. Q. y Reed, B. R. (1992). Vocabulario comparativo. Palabras selectas
de lenguas indígenas de Colombia. Bogotá: Instituto Lingüístico de Verano.
Isaza Calderón, B. (1963). Panameñismos. Panamá: Impresora Panamá.
Krohn, H. (s.
f.). Diccionario digital bilingüe bribri.
Recuperado de http://www.haakonkrohn.com/bribri/esp-bri.html
Lévy, P. (1873). Notas geográficas y económicas sobre la República de Nicaragua.
París: Librería Española de E. Denné Schmitz.
Margery, E.
(1982). Diccionario fraseológico bribri -
español / español - bribri. San José: Editorial de la Universidad de Costa
Rica.
Margery, E.
(1989). Diccionario cabécar - español /
español - cabécar. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Membreño, A. (1895). Hondureñismos. Tegucigalpa: Editorial Guaymuras.
Meza Cálix, A.
(1916). Geografía de Honduras.
Tegucigalpa: Tipografía Nacional.
Orán, R. y Wagua,
A. (2010). Gayamar sagba.
Diccionario escolar gunayaga - español. Panamá:
Fondo Mixto Hispano Panameño de Cooperación.
Ortiz Ricaurte, C. (2000). La lengua cogui: fonología y morfosintaxis nominal. En M. S. González
y M. L. Rodríguez (Eds.), Lenguas
indígenas de Colombia una visión descriptiva (pp. 757-787). Bogotá:
Instituto Caro y Cuervo.
Pache, M. (2018). Contributions to Chibchan Historical
Linguistics (Tesis doctoral). Universidad de
Leiden.
Pittier, H. (1892). Viaje de exploración
al valle del Río Grande de Térraba. Enero - febrero 1891. En Anales del Instituto Físico Geográfico
Nacional (Tomo 3, pp. 6-94). San José: Tipografía Nacional.
Pittier, H. (1941). Materiales para el estudio de la lengua brunca hablada en Boruca,
recogidos en los años de 1892 a 1896. San José: Imprenta Nacional.
Polakowski, H.
(1880). La flora de Costa Rica. San José:
Tipografía Nacional.
Quesada Pacheco, M. Á. (1990). La lengua
huetar. Estudios de Lingüística Chibcha,
9, 7-64.
Quesada Pacheco, M. Á. (1991). Nuevo diccionario de costarriqueñismos.
Cartago: Editorial tecnológica de Costa Rica.
Quesada Pacheco, M. Á. (1992). La
posición del huetar entre las lenguas chibchas. Estudios de Lingüística Chibcha, 11, 71-100.
Quesada Pacheco, M. Á. (1994). La lengua
boruca en manuscritos del siglo XIX. Estudios
de Lingüística Chibcha, 13,
7-100.
Quesada Pacheco, M. Á. (1995). Diccionario histórico del español de Costa
Rica. San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia.
Quesada Pacheco, M. Á. (1996). Los huetares:
historia, lengua, etnografía y tradición oral. Cartago. Editorial
Tecnológica de Costa Rica.
Quesada Pacheco, M. Á. y Rojas C. (1999).
Diccionario boruca - español /español -
boruca. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española.
Madrid: Espasa.
Rojas, C. (1992). Morfología derivativa
de la lengua boruca. Estudios de
Lingüística Chibcha, 11, 35-64.
Santamaría, F. J. (1942). Diccionario general de americanismos.
México: Editorial Pedro Robredo.
Sherzer, J.
(1970). Talking Backwards in Cuna: The Sociological Reality of Phonological
Descriptions. Southwestern Journal of Anthropology, 26(4), 343-353. doi:
10.1086/soutjanth.26.4.3629365
Valentini, P. (1862). Vocabulario de la lengua de los Indios de
Boruca (Costa Pacífica de Costarica). [Manuscrito
inédito]. Filadelfia: University of Pennsylvania.
Valle, F. (30 de agosto de 2014). Una
culebra toboa gata causó temor entre los estudiantes
del Colegio Espíritu Santo en Santa Cruz. Primero
en Noticias. Recuperado de https://primeroennoticias.com/2014/08/30/una-culebra-toboa-gata-causo-temor-entre-los-estudiantes-del-colegio-espiritu-santo-en-santa-cruz/
Wagner, M. y
Scherzer, C. (1856). Die Republik Costa Rica in Central-Amerika. Leipzig: Arnoldische Buchhandlung. Recuperado de https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=gri.ark:/13960/t2b872h4b&view=1up&seq=7
[1] También se conoce como bocaracá oropel.
[2] También es denominada tamagá o tamagás.
[3] También llamada bejuquillo ojo de gato.
[4] El Diccionario
de americanismos (2010) también recoge el sentido de ‘pene’ tanto para toboba como para toboa. Evidentemente, se trata de
una metáfora humorística a partir de la acepción original.
[5]Agradezco a Patricia Guillén Solano, Rodolfo Achoy Mora, Wálter Calvo Piñar y Luis Diego Cruz Conejo por su colaboración para
determinar las comunidades donde se utiliza la palabra toboa en Costa Rica.
Recientemente, el término también aparece en Internet:
1. “Entre los reptiles hay garrobos, iguanas
verdes, lagartijas, serpientes tales como: boas, sabaneras, ratonera, cascabel,
toboa gata, corales y bejuquillas, cocodrilos,
caimanes y tortugas terrestres” (Ecosistemas de Costa Rica, 2014, párr. 6):
https://ecosistemasdecostarica.blogspot.com/2014/04/
2.
“Santa Cruz, Guanacaste. Una culebra Toboa Gata causó
pánico entre los estudiantes del Colegio Espíritu Santo” (Valle, 2014, párr.
1):
https://primeroennoticias.com/2014/08/30/una-culebra-toboa-gata-causo-temor-entre-los-estudiantes-del-colegio-espiritu-santo-en-santa-cruz/
3.
“Dentro de la fauna observamos águilas, halcones, búhos [...] pizotes y
serpientes, como la toboa de altura, además de
salamandras” (Artavia, 2017, p. 5):
http://www.sinac.go.cr/ES/partciudygober/Sistematizacion%20Experiencias/INFORME%208%20-%20ASADA%20PASO%20ANCHO.pdf
4. “Toboa
de Altura, venenosa. Santa María de Dota” (Club de Hiking,
2016, párr. 1):
https://www.facebook.com/190459461104571/photos/toboa-de-altura-venenosa-santa-mar%C3%ADa-de-dotala-encontramos-a-la-orilla-del-sende/701393606677818/
5. “Encuentran toboa gata en escuela de Cañas” (Guana/Noticias, 2018,
párr. 1): https://www.facebook.com/GuanaNoticiasLtda/posts/894544527373993
[6] En San Isidro de Heredia y Paraíso de Cartago, las
personas que utilizan la palabra toboa o la han escuchado son ya mayores de 80 años.
[7] Este diccionario sí recoge varios
términos para las serpientes como bejuquillo,
cascabel, mazacuate, mica, tamagás.
[8] Presumiblemente, el préstamo del miskito apareció primero en el español de Nicaragua, de
allí se extendió a Costa Rica y de este país pasó a Panamá.
[9] Miguel Ángel Quesada Pacheco (comunicación
personal, 6 de noviembre de 2020).
[10] Las fuentes principales de los datos del bribri, cabécar, boruca, cuna, cogui y huetar son: Constenla (1985), Huber y Reed (1992), el Diccionario digital bilingüe bribri (Krohn, s. f.,
http://www.haakonkrohn.com/bribri/esp-bri.html), Margery
(1982; 1989), Orán y Wagua (2010), Quesada Pacheco
(1992; 1996) y Quesada Pacheco y Rojas (1999).
[11] Para el cogui,
Ortiz (2000, p. 779) interpreta fonológicamente el vocablo
como /'tagbi/.
[12] La prenasalización
en la forma reconstruida por Pache (2018) tiene como único objetivo representar
la ambigüedad de la oclusiva sonora en términos de nasalidad y el guión indica un segmento vocálico desconocido (véase Pache, 2018, XVIII, p. 518).
[13] En bribri y cabécar, la secuencia es
considerada un fonema único /tk/. En bribri, su realización fonética es variable: [t˺c ~
tːʃ]. Véase también Chevrier
(2017, p. 444).
[14] -kɾá es un formativo
nominal.
[15] -d y -ɺ son formativos verbales.
[16] PDO = pasado remotospectivo.
[17] Constenla (1989, p. 22)
propone, en chibchense, la protoforma *-ka para el formativo -k del boruca
(véase el bocotá bo-ga
‘nube’).
[18] Esto parece confirmarse en el juego lingüístico
denominado sorsik sunmakke, que
es una forma de hablar al revés, en el cual, por ejemplo, la palabra /sabban/ [sapan] ‘leña’ se pronuncia [bansab],
frente a /saban/ [saban]
‘estómago, vientre’ que se dice [bansa] (véase Sherzer, 1970).
[19] Este ejemplo de correspondencia entre el cuna y el boruca ha sido proporcionado por uno de los revisores
anónimos del presente artículo.
[20] Ortiz (2000, p. 762) interpreta la secuencia /kb/
como /gb/. Por tanto, ofrece la forma 'tagbi para ‘culebra’.
[21] Los datos ofrecidos por Ortiz (2000), sin duda,
así lo confirman, aunque la autora no mencione esta regularidad.
[22] Ambos términos denominan insectos que se
caracterizan por su tamaño diminuto (véanse sus definiciones en Quesada
Pacheco, 1991).
[23] Por supuesto, sucede lo mismo con el formativo de
género masculino. Por ejemplo, el préstamo huetar yurro ‘manantial, fuente’ presenta el
afijo -o por influencia del rubro chorro,
véase bribri dʒúɺ
‘corriente o chorro de agua, cascada’, cabécar dʒùɺ ‘chorro de agua’.
[24]
Comunicación personal, 24 de
diciembre de 2020.
[25] De la lista de 64 rubros de probable origen huetar
relativos especialmente a los ámbitos de la flora y la fauna ofrecida por
Quesada Pacheco (1996), solamente tres presentan la terminación -ba: berbá
‘ojoche (Brosinum sp.)’, súrtuba ‘variedad de palmera (Geonoma edulis)’ y yoroba ‘variedad
de lagartija’.
[26] Según Quesada Pacheco (1996), el formativo -ic corresponde quizá a una posposición.
[27] Otro préstamo del huetar
muestra una alternancia /o ~ u/ respecto de /o/ en cabécar
y bribri: tolomuco ~ tulumuco ‘variedad de mamífero mustélido (Eira barbara)’,
véase cabécar òɺóbùkù, bribri òɺóbùk.
[28] Chevrier (2017, p. 114)
considera alternancias semejantes como realizaciones fonéticas distintas.
[29] Véase Constenla (2007,
p. 27).
[30] Evidentemente, se trata de una forma reduplicada
(Quesada Pacheco, 1996, p. 188).
[31] Este último ejemplo del gnäbe o guaimí ha sido proporcionado por uno de los
revisores anónimos del presente artículo.