Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. 48, núm. 1, e48896, 2022

Universidad de Costa Rica

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Etimología huetar de la palabra toboba ‘serpiente venenosa’

 

Huetar Etymology of the Word Toboba ‘Venomous Snake’

Doi: 10.15517/rfl.v48i1.48896

Fecha de recepción: 12-4-21

Fecha de aprobación: 23-9-21

 

Mario Portilla

Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica

Correo: mportillacr@gmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5593-6899

 

RESUMEN

En el presente trabajo, el autor propone un origen en el huetar para la palabra toboba ‘serpiente venenosa’. Esta lengua de estirpe chibchense fue el principal idioma de sustrato del español de Costa Rica. Primeramente, analiza la semasiología de este vocablo y su distribución geográfica. Luego, mediante la aplicación del Método comparativo, logra establecer correspondencias sistemáticas entre esta palabra y posibles cognados de otras lenguas de la familia chibcha, lo que comprueba su parentesco y origen a partir de la misma protoforma reconstruida.

Palabras clave:  huetar; lenguas chibchas; español de Costa Rica; préstamos; etimología.

 

ABSTRACT

In this paper, the author proposes a Huetar origin for the word toboba ‘poisonous snake’. This Chibchan language was the most important substrate language of Costa Rican Spanish. First of all, he analyses the semasiology of this lexeme and its geographical spread. Then, using the Comparative Method, he establishes a series of systematic correspondences between this word and possible cognates of other related languages in order to prove their kinship and origin from the same reconstructed protoform.

Keywords: Huetar; Chibchan languages; Costa Rican Spanish; loanwords; etymology.

 

1.         La definición lexicográfica de la palabra toboba

            La víboras toboba de Costa Rica comprenden las siguientes especies: toboba real o toboba terciopelo (Bothrops atrox), toboba de pestaña o de pestañas (antes también toboba de uña) (Bothriechis schlegelii)[1], toboba de árbol (Bothriechis nigroviridis, Bothriechis nubestris), toboba de altura (Cerrophidion sasai o godmani), toboba gata o toboba chinga (Porthidium ophryomegas), toboba chinga (Porthidium nasutum), toboba chinga del General o toboba costarricense (Porthidium volcanicum)[2], toboba de cola blanca (Porthidium porrasi), toboba gata u ojigata (Leptodeira rhombifera)[3]. Todas estas serpientes pertenecen a la familia Viperidae, con excepción de la Leptodeira rhombifera.

Claramente, la clasificación anterior, así como las definiciones semasiológicas y las referencias más antiguas, evidencian que este vocablo designa no un tipo particular de serpiente, sino que es una palabra genérica para aludir a las serpientes venenosas.

Las demás serpientes venenosas todas tienen nombre vulgar: se las designa con el término general de “tobobas”; pero además se las distingue con nombres específicos, á saber. [terciopelo, bocaracá, víbora, lora, tamagá, toboba chinga, cascabel] (Alfaro, 1907, pp. 121-123).

            El término aparece definido lexicográficamente por primera vez en el Diccionario de barbarismos y provincialismos de Gagini (1892): “Con el nombre genérico de tobobas comprendemos varias especies de víboras de las peligrosas y abundantes en los lugares cálidos del país”.

            Otros autores ofrecen significados casi idénticos: Quesada Pacheco (1991) “nombre genérico de varias serpientes venenosas de la familia Viperadae” y Agüero (1996) “Nombre genérico de varias especies de víboras”.

            La referencia más antigua de esta palabra, encontrada hasta el momento, se halla en Wagner y Scherzer (1856, p. 284) en su libro Die Republik Costa Rica in Central-Amerika (Leipzig).

Die furchtbarste Giftschlange, welche die Eingebornen Calébra del sangre (sic) (Blutschlange, wegen ihres blutrothen Bauches) nennen (wahrscheinlich eine Elapsart), hält sich in den feuchten Niederungen der Cacaoplantagen auf, während die Toboba, eine im Lande vielgenannte Giftschlange, unter deren Benennung die Eingeborene wahrscheinlich verschiedene Species verwechseln, häufig am Aguacate vorkommt. Selten vergeht ein Jahr, ohne daß Menschen von ihnen gebissen werden und schnell sterben’.

La serpiente más temible, a la cual los naturales denominan ‘Calébra del sangre’ (Culebra de sangre, debido a su vientre rojo vivo) (probablemente un tipo de elápido), se encuentra en las húmedas tierras bajas de las plantaciones de cacao, mientras que la toboba, una serpiente venenosa muy mencionada en el país, bajo cuya denominación los naturales confunden quizá distintas especies, aparece a menudo en el Aguacate. Rara vez pasa un año sin que haya una persona mordida por ellas y que no muera rápidamente (traducción propia).

            Ninguno de los autores citados de los diccionarios de costarriqueñismos ha aventurado ninguna propuesta etimológica del término toboba. Tampoco este vocablo ha sido considerado un huetarismo ni por Constenla (1984) ni por Quesada Pacheco (1990; 1992; 1995; 1996), quienes han estudiado a fondo los aportes léxicos del huetar al español de Costa Rica.

            En este trabajo, se exponen argumentos que sustentan el origen huetar del lexema toboba.

 

2.         Difusión geográfica de la palabra toboba

            El vocablo toboba se encuentra atestiguado en textos a partir de la segunda mitad del siglo XIX para el ámbito de Costa Rica. Otras referencias antiguas se hallan en Polakowski (1880, p. 75), Pittier (1892, pp. 75 y 90), Thiel (1883, p. 676; 1884, pp. 693 y 701; 1890, p. 291; 1898, p. 776) (citado en Herrera, 2009) y Gagini (1892).

            El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, desde su edición de 1992, señala el uso de la palabra toboba para Costa Rica, Honduras y Nicaragua. Sin embargo, diversos autores han registrado la forma alternativa toboa para Honduras y Nicaragua. Santamaría (1942) en su Diccionario general de americanismos recoge la palabra toboa para Honduras y toboba para Costa Rica:

            TOBOA. f. En Honduras la toboba.

TOBOBA. f. En Costa Rica, nombre genérico de las víboras ponzoñosas, toboba chinga, toboba de uña, toboba gata, tamagá, etc. En Honduras, toboa.

De hecho, la primera citación encontrada hasta el momento para el caso de Honduras, Meza (1916, p. 27), corresponde a la forma toboa:

Reptiles: — Barba de pelo, boa, caimán o lagarto, cascabel, coral, culebra dorada, culebra mica, chinchintor o gorro colorado, garrobo, iguana, lagartijas, salamanquesa, tamagás, toboa, tortugas de varias clases.

 

            Del mismo modo, también es significativo que la atestación más antigua de la denominación de estas serpientes para el español de Nicaragua, Lévy (1873, p. 200), sea la variante toboa:

Las principales culebras son la Toboa (Trigonocephalus), el Cascabel (Crotalus), la Víbora de Sangre, (Coluber), el Tamagas (Python), el Bejuquillo, la Chocoya, la Castellana (Craspedocephalus pictus?), la Culebra Dorada, etc

 

            En cambio, tanto el Diccionario de uso del español nicaragüense (2001) como el Diccionario del español de Nicaragua (2010), ambos de la Academia Nicaragüense de la Lengua, solamente incluyen la forma toboba.

            El Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) indica el uso de toboba para Honduras, Nicaragua y Costa Rica y de toboa para Honduras y Nicaragua[4].

Además, el vocablo toboba también es utilizado en Panamá, donde habría sido introducido desde Costa Rica más recientemente, como se desprende del artículo lexicográfico de Isaza (1963):

TOBOBA f. zool. Variedad de serpiente muy venenosa, conocida con este nombre en la región limítrofe con Costa Rica. Corresponde a Patoca, nombre más generalizado en Panamá.

            Aunque la variante toboa no aparece recogida hasta el momento en obras lexicográficas costarricenses, se debe mencionar que esta ha sido registrada oralmente en el país.

            Las informaciones indican que esta variante se conoce en la zona noroeste de Costa Rica: Santa Cruz (Guanacaste), Cañas (Guanacaste), Santa Clara de San Carlos (Alajuela), Monteverde (Puntarenas).

            Además, de manera muy significativa, la forma toboa ha sido reportada en áreas rurales del Valle Central: San Antonio de Escazú (San José), Santa María de Dota (San José), San Isidro (Heredia), Paraíso (Cartago) y Piedades Sur de San Ramón (Alajuela)[5].

            Por ejemplo, el señor Edwin Rodríguez Vásquez, vecino de esta última localidad, utiliza solamente esta variante y afirma que tanto sus padres como sus abuelos han usado solamente el término toboa y siempre con un sentido genérico para referirse a las víboras venenosas[6] (comunicación personal, 6 de noviembre de 2020).

Considero que es muy revelador que haya atestaciones de la forma toboa en diversas zonas rurales periféricas de todo el Valle Central (Dota y Escazú en el sur, San Isidro en el norte, Paraíso en el este y San Ramón en el oeste) porque esto indica que esta se ha usado desde hace bastante tiempo en la región de sustrato huetar.

            Suponemos que este lexema es originario del territorio huetar de Costa Rica, en el Valle Central, donde su uso está más extendido, y que de allí pasó primero a la zona noroeste, luego a Nicaragua y después a Honduras. Posteriormente, de la zona sur de Costa Rica fue llevado a Panamá.

            Realmente, es relevante que en Honduras la variante toboa tenga un uso más extendido que toboba, dado que los indicios apuntan a que el vocablo tiene menor antigüedad en ese país, puesto que sus atestiguaciones son relativamente más recientes y no está recogido en el diccionario Hondureñismos de Membreño de 1895[7].

Si juzgamos por la atestación de Lévy de 1873 para Nicaragua, parece ser que la variante toboa es, al menos, tan antigua como toboba. Y eso explicaría la situación mencionada en el caso de Honduras y de las mencionadas zonas rurales de Costa Rica

            Finalmente, se debe señalar que la extensión del vocablo toboba / toboa por varios países de América Central, siendo presuntamente un huetarismo, representa un caso poco común, por tratarse de vocabulario del sustrato indígena específico del territorio costarricense.

            No obstante, tampoco se trata de una situación única, ya que existen otros términos del sustrato indígena local (no nahuatlismos ni quechuismos, los cuales más bien fueron introducidos en la región por los colonizadores españoles principalmente) que han traspasado las fronteras de los países centroamericanos. Por ejemplo, la palabra cabanga ‘melancolía, nostalgia, añoranza’, que proviene del miskito kawanka ‘caída, decaimiento’, se utiliza en Nicaragua, Costa Rica y Panamá[8]. Lo mismo sucede con el huetarismo chicagre ‘variedad de tabaco’, producto que fue exportado a toda la región centroamericana durante la Colonia desde Costa Rica, el cual era conocido en estos países[9].

 

3.         Un étimo chibchense del término ‘serpiente’

            Se halla bien establecido que el huetar, idioma indígena principal de Costa Rica desde antes de la conquista, usado especialmente en el territorio de Valle Central del país, ha aportado una importante cantidad de préstamos al español de esta nación, sobre todo relacionados con la flora y la fauna autóctonas (Quesada Pacheco, 1990, p. 13; 1992, pp. 81-82).

            Igualmente, está comprobado que el huetar forma parte de la familia lingüística chibchense (Constenla, 1984; Quesada Pacheco, 1992), a la cual pertenecen también otras lenguas indígenas de Costa Rica, como el bribri, el cabécar, el boruca; otras de Honduras, Nicaragua, Panamá, como el cuna; y Colombia, como el cogui o cágaba.

            Aquí proponemos que el vocablo toboba presenta cognados con las siguientes lenguas chibchenses, los cuales comparten el mismo significado genérico de ‘culebra, serpiente’[10].

            Bribri               tkàbɪ́ <tkabë̀>

            Cabécar            tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ <tkabë ~ tkëbë>

            Boruca             tèbèk <tebec>

            Cuna                nagbe <nagbe>

            Cogui               'takbi <tákbi>[11]

            Con base en los rubros del bribri, cabécar, boruca, cuna y cogui es posible establecer la protoforma *ta1ka2be con el significado genérico de ‘serpiente, culebra’ para el protochibchense (PC), en lo que respecta a los segmentos que la componen.

            Es importante señalar que otros autores han realizado otras propuestas de reconstrucción del vocablo también en el protochibchense que, aunque distintas, son afines a la realizada para esta investigación: *tAkAbÌ (Constenla, 1981, p. 415), *tɨkub (Holt, 1986, p. 269) y *takamb- (Pache, 2018, p. 198)[12].

Aquí distinguimos con números infrapuestos el lugar que ocupa la vocal *a en la protoforma reconstruida solo para facilitar su identificación en los cognados comparados. Evidentemente, se trata de la misma vocal *a.

            Esta reconstrucción es consistente con la tipología de los patrones silábicos del chibchense propuesta por Constenla (2008, p. 129), quien no reconstruye grupos consonánticos iniciales para esta protolengua.

            A partir de *ta1ka2be, se obtiene una protoforma intermedia para el protoviceíta (PV), antecesor del bribri y del cabécar, por medio de las siguientes reglas de cambio[13]:

(1)       **a1 > Ø, **a2 > *a, **e > *ɪ, **tVk > *tk

                        PC **ta1ka2be > PV *tkabɪ.

            A partir de esta última protoforma, se extrae el vocablo bribri (Br) mediante la siguiente regla:

            (2)       a2 > à

                        PV *tkabɪ > Br tkàbɪ́.

            De mismo modo, el rubro cabécar (Ca) se obtiene por la aplicación de la siguiente regla:

            (3)       a2 > à ~ ɪ̀

                        PV *tkabɪ > Ca tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀.

            En estas dos lenguas, de manera general, las palabras bisilábicas presentan una regla sincrónica opcional de debilitamiento de cualquier vocal cuando esta es portadora de un tono bajo y se encuentra en la penúltima (y antepenúltima) sílaba. Esta vocal incluso puede llegar a elidirse:

            (4)       CV1 [tono bajo] CV2 =>        CəCV2  ~  CCV2

                        Br tkàbɪ́          =>        tkəbɪ́ ~ tkbɪ́

                        Ca tkàbɪ̀          =>        tkəbɪ̀ ~ tkbɪ̀

                             tkɪ̀bɪ̀                     =>        tkəbɪ̀ ~ tkbɪ̀

            Es importante señalar que la forma cabécar tkɪ̀bɪ̀ parece ser el resultado de una asimilación de la penúltima vocal a partir de la última, propiciada probablemente por el debilitamiento de esta.

            La palabra del boruca (Bo) tèbèk se deriva del protochibchense mediante las siguientes reglas:

            (5)       *a1 > Ø, *a2 > e, *tVk > *tk > t

                        PC *ta1ka2be > Bo tèbè-k.

            Es llamativo que, en los documentos más antiguos de boruca, la vocal correspondiente a *a2 es indicada precisamente con la letra <a> en Valentini (1862): tabek y en Gabb (1875): ta-bek'. Pittier (1941) utiliza para el reflejo de *a2 la letra <ë>, que presumiblemente representa una vocal debilitada [ə] y también omite el segmento: tëbek, tbek. Thiel (1882) transcribe tebék (véase Quesada Pacheco, 1994).

            De acuerdo con esto, se da la posibilidad de que, en esta lengua, haya existido una alternancia entre las vocales /a/ (realizada quizá como [ə]) y /e/ semejante a la descrita para el cabécar /a ~ ɪ/.

            Por su parte, Quesada Pacheco (1996, p. 189) propone que ha habido un movimiento de la consonante /k/ a la posición final de la palabra: *tkèbè > tèbèk. Sin embargo, probablemente lo que ha sucedido es que la secuencia *tk, a partir de *tVk, se simplificó a /t/ en la posición inicial.

            Este cambio de *tk > t se refleja en los siguientes haces de correspondencias de cognados del boruca con el bribri y el cabécar:

            (a) bribri tkã́ʔ ‘guacal’, cabécar tkã́ ‘guacal, calabazo’, boruca tàm-kɾá ‘jícara’[14].

            (b) bribri tkɪ̀-d ‘sentado’, cabécar tké-ɺ ‘estar sentado’, boruca tèʔ-kɾá ‘asiento’[15].

(c) bribri tkɪ̀ʔ ‘punzar, sembrar (PDO)’, cabécar tkɪ́-ɺ ‘punzar; sembrar (PDO)’, boruca téʔ ‘punzar; sembrar’[16].

            El segmento /-k/ en posición final en la palabra tèbè-k podría explicarse entonces como un formativo morfológico.

            La productividad de este marcador en el nivel sincrónico actualmente parece ser muy limitada. Rojas (1992, p. 49) cita apenas un par de ejemplos de nombres: radical dúʔ-:  dúʔdúʔ ‘mareado’, dúʔ-k ‘loco’; radical tùɾì-: tùɾì ‘vaca’, -tùɾí-k ‘venado’ ( ‘sabana’).

            No obstante, en el nivel diacrónico este análisis parece estar bien justificado: bribri ̀ ‘nube’, cabécar ̀ ‘nube’, boruca -k ‘nube’; bribri ́-, cabécar -, boruca búʔ-k ‘dos’; bribri ̀ ‘lugar, tiempo, cabécar ́ ‘lugar, tiempo’, boruca -k ‘lugar, tiempo’[17].

            El término del cuna (Cu) resulta de la aplicación de las siguientes reglas de cambio:

            (6)       *a2 > Ø, *t > n, *k > g

                        PC *ta1ka2be > Cu nagbe.

            El cuna presenta solamente una serie de consonantes oclusivas con variantes alofónicas sordas y sonoras. Debido a esto, Holmer (1947) y otros autores prefieren interpretar fonológicamente esta serie como consonantes sordas /p, t, k, (kw)/. Sin embargo, aquí optamos por seguir la representación propuesta por Orán y Wagua (2010) de estas como consonantes sonoras /b, d, g/, por un lado, debido al hecho significativo de que los hablantes prefieren usar, en la ortografía de su lengua, los grafemas <b, d, g> para representar estos segmentos, y por otro lado, debido a que las variantes sordas parecen realizar consonantes geminadas en un nivel subyacente: /b, d, g/ = [b, d, g] : /-bb-, -dd-, -gg-/ = [p, t, k][18].

            Este idioma exhibe un acento predecible, el cual recae siempre en la penúltima sílaba de la palabra (Orán y Wagua 2010, p. 14).

            Vale la pena citar aquí otro término del cuna que presenta las consonantes /t/ y /k/ en el mismo entorno del rubro analizado, pues su comparación con otras lenguas tomadas en cuenta pone en evidencia la regularidad de los cambios lingüísticos en cuestión.

PC *toka > Cu noga ‘taza’, Br tkã́ʔ ‘guacal’, Ca tkã́ ‘guacal, calabazo’, Co tau'ka ‘calabaza’.

El cambio PC al cuna *t > n ya ha sido bien establecido por Constenla (1981), Holt (1986) y Pache (2018).

PC *taba > Cu nabba ‘tierra, piso’, Bo táp ‘piso’[19].      

El vocablo del cogui (Co) se obtiene a partir de las siguientes reglas de cambio:

            (7)       *a2 > Ø, *e > i

                        PC *ta1ka2be > Co 'takbi[20].

            El cogui es una lengua de acento no predecible, aunque la tendencia más general es la acentuación en la penúltima sílaba (Ortiz, 2000, p. 760), como en el caso de esta palabra. No obstante, es interesante notar que, en un compuesto, este mismo radical 'takbi se acentúa en la última sílaba: ge-tak'be ‘[serpiente] coral’ (Huber y Reed, 1992, p. 122 y p. 125).

            Es muy significativa la alternancia en el timbre de la vocal /i ~ e/ de este lexema ('takbi ~ (ge-)tak'be), la cual, por lo visto, depende de si la vocal se encuentra acentuada o no en la posición final de palabra[21].          

De acuerdo con esto, hasta es posible postular en cogui una preforma *takbe para esta alternancia alomórfica, que evidentemente es más afín a la forma reconstruida para el chibchense.

            En cuanto a los suprasegmentales que deben ser asignados a la protoforma *ta1ka2be, hay que mencionar primero que Constenla (1981; 1989) reconstruye tanto un acento no predecible como tres tonos para el chibchense.

            Este autor determina el lugar del acento en el chibchense fundamentalmente con base en la posición que ocupan las vocales largas en las palabras del malecu (denominado antes guatuso, lengua de Costa Rica). Lamentablemente, en esta lengua no existe el cognado correspondiente a este rubro.

            En el subantepasado común del bribri, el cabécar y el naso (cuya variante de Costa Rica se conoce también como térraba), una regla desplazó el acento siempre a la sílaba final en los morfemas radicales (Constenla, 1981, p. 168). 

            Esta regla explicaría la restricción en la aparición de tonos altos en sílabas no finales de tema o de palabra y el debilitamiento de las vocales con tono bajo en esta misma posición, ya descrito para el bribri y el cabécar.

            Entonces, el hecho de que, en el rubro *ta1ka2be, el bribri presente un tono alto en la última sílaba y que tanto esta lengua como el cabécar presenten un debilitamiento vocálico en la penúltima, hacen sospechar que el acento de la protolengua podría haber recaído en la última sílaba (véase también Constenla, 1981 y Pache, 2018, p. 524).

            La situación del cuna y el cogui, sin embargo, parece apuntar más bien a que el acento pudo haber estado en antepenúltima sílaba de la forma reconstruida, ya que es la vocal de esa sílaba la que se mantiene. La vocal que se elide es la que se encuentra en la penúltima sílaba. Además, en cogui, ocurre un debilitamiento vocálico en última sílaba por hallarse inacentuada.

            A pesar de lo dicho, para el caso del cuna, se podría pensar que la elisión de *a2 pudo haber ocurrido cuando aún no se hubiera materializado la regla general de asignación del acento a la penúltima posición de la palabra: /nagbe/ [*na1gØ'be] > ['na1gØbe].

            Aunque la asignación del acento es no predecible en cogui, es llamativo el hecho de que la gran mayoría de los vocablos se acentúan en la penúltima sílaba. También, es muy significativo que, en la palabra compuesta ge-tak'be ‘[serpiente] coral’, el acento ocurra en la última sílaba. En este caso, el acento se corresponde con el tono alto del bribri, que, como se ha dicho, sería un presunto resabio del acento de la protolengua.

            Por lo tanto, aunque con ciertas reservas, se podría postular que el rubro ‘serpiente’ llevara el acento en la última sílaba: *ta1ka2'be.

            En cuanto a los tonos, en su versión más actualizada de reconstrucción del chibchense, Constenla (1989; 2012) postula tres niveles de tono (bajo, medio, alto). Este autor reconstruye un tono alto (*é) de la correspondencia de tonos altos en bribri, cabécar y boruca, y un tono medio (*ē) de la correspondencia de un tono descendente (ê) en bribri y tonos altos en cabécar y boruca, en este último caso con ciertas matizaciones. Constenla (1981) ya había reconstruido un tono bajo (*è) de la correspondencia de tonos bajos en las tres lenguas mencionadas, aunque también con excepciones debidas presuntamente a la influencia del acento de la protolengua. Esto permite, entre otros casos, que se pueda reconstruir un tono bajo también de la correspondencia del tono alto en bribri con los tonos bajos en cabécar y boruca (Constenla, 1981, p. 175).

            De acuerdo con esto último, es posible postular que el rubro reconstruido en cuestión presentara solamente tonos bajos, por la comparación descrita de los tonos en los cognados del bribri, cabécar y boruca:

             PC *tà12'bè > Br tkàbɪ́, Ca tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀, Bo tèbè-k.

 

4.         Derivación de la palabra toboba

            En cuanto al vocablo toboba como préstamo huetar, según lo dicho anteriormente, es posible suponer que este se derive de toboa, a partir de una ultracorrección bien atestiguada en el habla popular, que lleva a insertar el segmento /b/ entre las vocales /o/ y /a/, como en el caso de canoba por canoa (véase Bills y Vigil, 2008, pp. 82-84). Este fenómeno también ha sido registrado en el español de Costa Rica. Por ejemplo, Quesada Pacheco (1991) recoge el vocablo cabobilla ‘variedad de árbol meliáceo’ por caobilla, un derivado de caoba ‘árbol meliáceo (Swietenia sp.)’.

            De esta manera, se explicaría mejor la aparición de la variante toboa registrada en las fuentes. Por supuesto, esto supone que la forma toboa sería anterior a toboba y refuerza la idea de que el término toboa en zonas rurales y alejadas de centros urbanos representa la forma más arcaica del lexema incluso en Costa Rica.

            La vocal -a final habría sido añadida a la raíz del vocablo como marcador del género femenino siguiendo el modelo de la palabra culebra. Este procedimiento de inserción del formativo de género ha sucedido, igualmente, con otros lemas. Así pasó con el comprobado huetarismo purrúx /pu'ruʃ/ (véase cabécar bũ̀ɺṹs ‘variedad de mosquito’), el cual se convirtió posteriormente en purruj-a /pu'ruxa/ ‘variedad de mosquito (Phebotomus papatasi)’ en el español de Costa Rica, probablemente por influjo del vocablo pulga[22]. También, sucedió lo mismo con el término estucuc-a ‘variedad de paloma’, que provendría de la forma huetar es-tukúk (véase rama pun-tukúk ‘variedad de paloma’), sobre la base de la palabra española paloma. Podemos citar como un último ejemplo el vocablo turuc-a ‘variedad de hormiga negra’, que derivaría del huetar turúk (véase cabécar tʊ́dkʊ́ [tʊ́ɾkʊ́] ‘variedad de hormiga oscura’), basado en la voz hormiga[23].

            Como alternativa, Miguel Ángel Quesada Pacheco[24] sugiere la posibilidad de que la terminación -ba en toboba pueda corresponder más bien a un formativo nominal, ya que esta aparece en una buena cantidad de vocablos de origen huetar, tales como Arariba, Barva, Tuquerraba, Coquiba. La desventaja mayor que tiene esta propuesta es que no se puede determinar con certeza la validez de dicha segmentación, pues no se conoce siquiera el significado de los vocablos al tratarse sobre todo antropónimos y topónimos[25].

            Con bastante certeza, es posible postular la raíz tobó- como la base de las variantes toboba y toboa. Si este vocablo proviene de la protoforma propuesta para el chibchense *tà12'bè, habrían sucedido los siguientes cambios en huetar (Hu):

            (8)       *a1 > Ø, *a2 > o, *e > o, *tVk > *tk > t

                        PC *tà12'bè > Hu tobó

              La correcta determinación chibchense del étimo tobó se sustenta en las correspondencias fonológicas de los segmentos, a partir de los cognados disponibles del huetar, comparados con los de las lenguas analizadas, como se verá en el próximo apartado.

            Debido a que los materiales disponibles del huetar son escasos, las consideraciones respecto de los suprasegmentales en esta lengua son tentativas.

            Quesada Pacheco (1996, pp. 113-114) propone la posibilidad de que el huetar hubiera tenido acento. Hasta el momento no hay manera de saber con certeza si este habría sido predecible o no.

            Sin embargo, llama la atención que la mayor parte de las palabras del sustrato huetar en el español de Costa Rica lleva el acento en la última sílaba. Incluso, Quesada Pacheco (1996, p. 114) ha logrado determinar que, en el caso de vocablos sufijados, el presunto acento se ha corrido a la derecha de la raíz de la palabra hasta el lugar que ocupa un sufijo: Tayut > Tayutic ~ Tuyotique ~ Toyotique[26].

            De esta forma, el huetar parece compartir con otras lenguas de la rama ístmica la regla de corrimiento del acento a la posición final de la palabra.

            Un ejemplo significativo de la aplicación de dicha regla puede encontrarse en la palabra bocaracá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, la cual al ser comparada sus cognados en bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) y en cabécar bɪ̀kàɺá, muestra un cambio del lugar original del acento, que pasa de la sílaba final de la raíz a la sílaba que contiene el formativo (de significado desconocido, en este caso): *bokará + ka > bocara-cá.

 

5.         Correspondencias regulares del bribri, cabécar, boruca, cuna, cogui y huetar que justifican el origen chibchense del étimo huetar tobó

            Las siguientes correspondencias fonológicas regulares del cabécar, boruca, cuna, cogui y huetar justifican el origen del rubro tobó del huetar en el protochibchense.

 

1. *t

            *t > bribri t, cabécar t, boruca t, cuna n, cogui t, huetar t.

(a) cabécar tʊ́dk-ʊ́ [tʊ́ɾk-ʊ́] ‘variedad de hormiga oscura’, huetar turuc-a ‘variedad de hormiga negra’. Protochibchense *tuduk-.

(b) cabécar hòtòdó [hòtòró] ~ ʃòtòdó [ʃòtòró] ‘hongo’,  huetar jutrú-s ‘variedad de hongo (Polyporus sp.)’[27]. Protochibchense *sotodo- (?).

(c) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

(d) bribri tkã́ʔ ‘guacal’, cabécar tkã́ ‘guacal, calabazo’, cuna noga ‘taza’, cogui tau'ka ‘calabaza’. Protochibchense *toka.

 

2. *k

            2.1 *k > bribri k, cabécar k, boruca k, cuna g, cogui k, huetar k.

(a) cabécar kʊ̀ʊ̀ ‘variedad de gavilán (Buteogallus anthracimus)’, huetar co ‘variedad de gavilán’. Protochibchense *ko-.

(b) boruca kùsíŋ  ‘variedad de tucán (Petroglossus frantzii)’, huetar cusin-ga ‘variedad de tucán (Petroglossus frantzii)’. Protochibchense *kusĩ-.

(c) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar bocara-cá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’. Protochibchense *beka2da3.

(d) bribri tkã́ʔ ‘guacal’, cabécar tkã́ ‘guacal, calabazo’, cuna noga ‘taza’, cogui tau'ka ‘calabaza’. Protochibchense *toka.

 

 

            2.2. *k > bribri k, cabécar k, boruca Ø, cuna g, cogui k, huetar Ø.

(d) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tØèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tØobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

            La pérdida de la consonante *k en boruca y el huetar supone la protoforma intermedia *tk, la cual ha sido reconstruida aquí también para el protoviceíta. Esta secuencia consonántica ocurre por la elisión de la vocal *a1 en las condiciones descritas más adelante en 4. La elisión vocálica de *a2 provoca la realización sonora de la oclusiva sorda de la protolengua en cuna: *kb > /gb/.

 

3. *b

            *b > bribri b, cabécar b, boruca b, cuna b, cogui b, huetar b.

(a) bribri ́ ‘ojoche (Brosinum sp.)’, cabécar ̀ ~ bɪ̀ɺh ‘ojoche (Brossinum sp.)’. huetar ber-bá ‘ojoche (Brossinum sp.)’. Protochibchense: *bed- (?).

(b) bribri búɺ ‘abeja’, cabécar búɺ-í (dʒã́ uák) ‘abeja’, boruca bùt ‘cera’, cuna bur, bulu ‘avispa’, huetar burú ‘variedad de avispa’. Protochibchense *bud-.

(c) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar bocara-cá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’. Protochibchense *beka2da3.

(d) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'takbi ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

 

4. *a1

             *a1 > bribri Ø, cabécar Ø, boruca Ø, cuna a, cogui a, huetar Ø.

(a) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

            No hay más cognados para comparar con el huetar.

            En las respectivas lenguas, la elisión de la vocal *a se debe a que se halla entre dos consonantes oclusivas sordas y en la antepenúltima sílaba de un vocablo trisilábico sin acento en la protolengua. Es probable que este cambio sea más bien el resultado de una tendencia más general de elisión de cualquier vocal en sílaba no final como se describe a continuación.

            Una regla semejante todavía sigue vigente en bribri, la cual involucra tanto consonantes oclusivas sordas como sonoras. Esta se encuentra relacionada con el debilitamiento de las vocales con tonos bajos descrito arriba en la regla (4). Para nuestro caso es especialmente interesante el paralelismo que se da entre *tVk > tk, en el vocablo reconstruido del chibchense, y las consonantes /dVk/ > dk en bribri, como en los siguientes ejemplos:

            dàkàɺʊ́ ~ dkàɺʊ́ ~ dkɺʊ́ ‘variedad de ave (Dendrortyx leucophrys)’.

            dìkìbá ~ dkìbá  ~ dkbá ‘variedad de anguila (Anguilla sp.)’.

            Además, un caso significativo que apoya la idea de que el fonema /tk/ del bribri se relaciona con una secuencia anterior *tVk es el siguiente lexema, el cual presenta una variación importante:

dàkàdó [dàkàɾó] ~ dàkdó ~ dkàdó ~ dkdó ~ tkdó ‘gallina, gallo, pollo (Gallus gallus)’[28].

            Como hemos dicho, esta regla es más general e involucra otros segmentos consonánticos, como /dVb/, por ejemplo, a diversas vocales, incluidas las nasales, y ocurre también en palabras bisilábicas:

            dàbʊ́kʊ̀t ~ dbʊ́kʊ̀t  ‘cuñado de mujer, cuñada de hombre’.

            dã̀bṹ [nã̀mṹ] ~ dbṹ [ɽ́] ‘felino (genérico)’.

            Dicha regla ocurre igualmente en otras lenguas de la familia chibchense, como el naso, al menos en el nivel fonético. El siguiente término de este idioma es un cognado del último ejemplo del bribri:

            dòbóŋ  [dòbóŋ ~ dbóŋ] ‘felino (genérico)’[29].

 

5. *a2

*a2 > bribri a, cabécar a ~ ɪ (vocal asimilada), boruca a ~ e (vocal asimilada), cuna Ø, cogui Ø, huetar a ~ o (vocal asimilada).

(a) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar bocara-cá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’. Protochibchense: *beka2da3.

(b) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

            La vocal *a del protochibchense (marcada aquí como *a3) da como resultado el fonema /a/ en todas las lenguas comparadas aquí, cuando se encontraba en sílaba acentuada en la protolengua (véase Constenla, 1981, pp. 192-194):

PC *'ka3d-a > bribri ɺ ‘palo, árbol’, cabécar ɺ ‘palo, árbol’, boruca kɾáŋ ‘palo, árbol’, cuna kala ‘hueso’, cogui 'kali ‘árbol’, huetar *kára-kára > cra-cra, cara-, cara-crá ‘mazorca de maíz con pocos granos’[30].

PC *'ha3ke- >  bribri âk ‘piedra’, boruca káŋ ‘piedra’, cabécar hák ‘piedra’, cuna aggwa ‘piedra’, cogui 'agi ‘piedra’.

            Sin embargo, en palabras trisilábicas, el cuna y el cogui muestran la elisión de esta vocal en la posición paroxítona:

            PC *tà12'bè > cuna nagØbe ‘serpiente’, cogui 'tabØki ‘serpiente’.

            En este mismo tipo de palabras, si bien se conserva la vocal, en cabécar, boruca y huetar, el timbre de esta se asimila al de la vocal siguiente, de manera facultativa en cabécar:

PC *tà12'bè > cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’.

PC *beka2da3 > bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar bocara-cá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’.

            Esta regla de asimilación explicaría, al menos, algunas alternancias vocálicas del bribri en ciertos rubros, a partir de preformas para esta misma lengua:

            *dìkìbá > dìkìbá ~ dàkàbá  ‘variedad de anguila (Anguilla sp.)’.

            *bàkàɺí > bàkàɺí ~ bìkìɺí ‘zorro (genérico) (Didelphidae sp.)’.

 

6. *e

            6.1. *e >  bribri ɪ, cabécar ɪ, boruca e, cuna e, cogui i, huetar o.

(a) bribri bɪ̀kàɺá-(tkàbɪ̀) ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, cabécar bɪ̀kàɺá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’, huetar bocara-cá ‘variedad de serpiente (Bothriechis schlegelii)’. Protochibchense: *beka2da3.

(b) bribri tkàbɪ́ ‘serpiente’, cabécar tkàbɪ̀ ~ tkɪ̀bɪ̀ ‘serpiente’ boruca tèbè-k ‘serpiente’, cuna nagbe ‘serpiente’, cogui 'tabki ‘serpiente’, huetar tobó- ‘serpiente venenosa’. Protochibchense: *tà12'bè.

 

            6.2. *e >  bribri ɪ, cabécar ɪ, boruca e, huetar e.

(c) bribri ́ ‘ojoche (Brosinum sp.)’, cabécar ̀ ~ bɪ̀ɺh ‘ojoche (Brossinum sp.)’. huetar ber-bá ‘ojoche (Brossinum sp.)’. Protochibchense: *bed- (?).

(d) bribri dʒɪ̀ɺɪ̀-́ ‘tinamú (Tinamidae sp.)’, cabécar dʒɪ̀ɺ-bɪ̀ ‘tinamú (Tinamidae sp.)’, huetar yerre ‘variedad de paloma (Crypturelus cinnamoeus)’. Protochibchense: *iede-.

(e) bribri dʒùɺɪ̀ ‘variedad de golondrina (Hirundinidae sp.)’, cabécar dʒùɺɪ̀-skɪ̀à ‘variedad de paloma (Claravis pretiosa)’, huetar yuré ‘variedad de paloma (Leptotila verreauxi, Claravis pretiosa)’. Protochibchense: *iude-.

(f) bribri ùdɪ́k [ùrɪ́k] ‘tucán (genérico), variedad de tucán (Ramphastos sp, Ramphastos sulfuratus), cabécar ùdɪ́k [ùrɪ́k] ‘variedad de tucán (Ramphastos sulfuratus, Selenidera spectabilis), huetar curré ‘variedad tucán (Ramphastos sulfuratus)’. Protochibchense: *(k)ude-.

            La escisión de *e del chibchense en /o/ y /e/ del huetar puede ser explicada por el contexto fonológico de las palabras. Aunque el número de haces de cognados es muy limitado, el análisis de los casos en que *e mantiene su timbre como /e/ en huetar tienen como factor condicionante el contacto con una consonante alveolar vibrante, que corresponde a *d en el chibchense: berbá, yerre, yuré, curré.

            La protovocal *e tiene como reflejo /o/ al contacto con una consonante bilabial: tobó-, bocara-, siempre y cuando la vocal no esté en contacto con otra consonante vibrante.

            Es natural que una consonante bilabial propicie el redondeamiento de una vocal. Este fenómeno parece haber ocurrido no solo con la vocal *e, sino también con *i, como en el caso del huetarismo cabucó ‘variedad de abejón (Canthidium haroldi)’, el cual también es llamado ruedacaca en español, debido a su costumbre de hacer bolas de excremento (Quesada Pacheco, 1996, p. 186). Este vocablo estaría emparentado con el cabécar bìkʊ́ ‘variedad de abejón (Ceranbycidae sp.)’.

            Según Quesada Pacheco (1992, p. 98), la sílaba ca- del término huetar estaría relacionada con el guatuso ko:-, que significa ‘excremento’, en el término koːɸoɾoːɸoɾoː‘variedad de abejón (Canthidium haroldi)’. Ambos elementos provienen del chibchense * ‘excremento’.

            Así, luego de esta segmentación, la forma huetar -bucó se correspondería claramente con el vocablo cabécar bìkʊ́. La aparente irregularidad de la correspondencia cabécar /i/, huetar /u/, a partir del chibchense *i se explica por la misma regla de redondeamiento de la vocal a causa de la consonante bilabial. En otros contextos, tenemos PC *i > Ca i, Hu i, como en PC *pu'dis > huetar  puris-co ‘variedad de ave (Atlapetes gutturalis)’, cabécar pùdís [pùɾís] ‘variedad de ave (Serpophaga cinerea)’), donde nuevamente el contacto con una consonante alveolar vibrante parece propiciar la conservación de su timbre.

            Además, resulta interesante que existan alternancias vocálicas en huetar que son afines a algunas de estas lenguas chibchenses y ajenas al español como indica Quesada Pacheco (1996, pp. 115-118). Para nuestro caso, es significativa la variación entre /e/ y /o/, por ejemplo, en el antropónimo huetar Perroz ~ Porroz, recogido en los documentos coloniales. Se puede notar que, en este caso, también dicho intercambio aparece en contacto con una consonante bilabial y con una alveolar vibrante.

 

6.         Conclusiones

            Desde la perspectiva semasiológica, el vocablo toboba designa originalmente en el español de Costa Rica a las serpientes venenosas de manera genérica. La difusión geográfica y los testimonios más antiguos de esta palabra apuntan claramente a que esta tiene su origen en las lenguas indígenas de sustrato de Costa Rica. A pesar de todo, este lexema no había sido nunca considerado un huetarismo, por un lado, probablemente por la aparente falta de correspondencia fonológica con posibles cognados en otras lenguas indígenas costarricenses y, por otro, debido a que la palabra toboba y su variante toboa se utilizan también en otros países de América Central, fuera del ámbito de sustrato de la nación huetar, el cual es fundamentalmente el Valle Central de Costa Rica.

            Sin embargo, a partir del análisis de la terminación -ba en la palabra toboba como el producto de la epéntesis de -b- por ultracorrección, sobre la base de toboa, y la sufijación del marcador de género femenino -a, se logró establecer con bastante certeza el tema tobó- y, con ello, ha quedado más evidente la relación de parentesco de este con los términos que designan genéricamente a las serpientes en varias lenguas de la estirpe chibchense: bribri, cabécar, boruca, cuna y cogui.

            Posiblemente, el aporte más significativo del presente estudio ha sido el establecimiento de una regla de derivación diacrónica de la protovocal *e del chibchense en la vocal /o/ del huetar, por la influencia de una consonante bilabial, la cual ha permitido explicar también la supuesta irregularidad en la correspondencia de otra vocal del chibchense en el mismo huetar (*i > u), atribuible a este idéntico contexto.

            También, es relevante el planteamiento de la regla de asimilación vocálica regresiva que ha posibilitado derivar el Hu tobó- del PC *tà12'bè (PC *tà12'bè > *tkà2'bè > *tka2bo > *tabo > Hu to'bo-), pues es un fenómeno más general presente en otras lenguas chibchenses, al menos en la rama ístmica de esta familia, como el boruca (PC *tà12'bè> *tkà2'bè > Bo tàbè-k > tèbè-k), el cabécar (PC *tà12'bè > *tkà2'bè > *tkà2'bɪ̀ > Ca tkàbɪ̀ > tkɪ̀bɪ̀) y probablemente el ngäbe o guaimí Tibi ‘ser mitológico en forma de serpiente bicéfala’ (PC *tà12'bè > *tkà2'bè > Ngä *tabi > tibi)[31].

            Igualmente, la derivación propuesta del PC *tVk > *tk > t (en posición inicial por lo menos) tanto para el boruca como para el huetar podría ser interpretada como una innovación compartida por estas dos lenguas (y tal vez también por el ngäbe o guaimí), lo cual resultaría significativo desde el punto de vista diacrónico.

            De esta manera, se abre una nueva vía de exploración de las posibles relaciones genealógicas del huetar con otras lenguas de la familia chibchense, las cuales no han sido establecidas todavía de manera definitiva.

 

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[1] También se conoce como bocaracá oropel.

[2] También es denominada tamagá o tamagás.

[3] También llamada bejuquillo ojo de gato.

[4] El Diccionario de americanismos (2010) también recoge el sentido de ‘pene’ tanto para toboba como para toboa. Evidentemente, se trata de una metáfora humorística a partir de la acepción original.

[5]Agradezco a Patricia Guillén Solano, Rodolfo Achoy Mora, Wálter Calvo Piñar y Luis Diego Cruz Conejo por su colaboración para determinar las comunidades donde se utiliza la palabra toboa en Costa Rica. Recientemente, el término también aparece en Internet:

1. “Entre los reptiles hay garrobos, iguanas verdes, lagartijas, serpientes tales como: boas, sabaneras, ratonera, cascabel, toboa gata, corales y bejuquillas, cocodrilos, caimanes y tortugas terrestres” (Ecosistemas de Costa Rica, 2014, párr. 6): https://ecosistemasdecostarica.blogspot.com/2014/04/

                  2. “Santa Cruz, Guanacaste. Una culebra Toboa Gata causó pánico entre los estudiantes del Colegio Espíritu Santo” (Valle, 2014, párr. 1): https://primeroennoticias.com/2014/08/30/una-culebra-toboa-gata-causo-temor-entre-los-estudiantes-del-colegio-espiritu-santo-en-santa-cruz/

                  3. “Dentro de la fauna observamos águilas, halcones, búhos [...] pizotes y serpientes, como la toboa de altura, además de salamandras” (Artavia, 2017, p. 5): http://www.sinac.go.cr/ES/partciudygober/Sistematizacion%20Experiencias/INFORME%208%20-%20ASADA%20PASO%20ANCHO.pdf

                  4. “Toboa de Altura, venenosa. Santa María de Dota” (Club de Hiking, 2016, párr. 1): https://www.facebook.com/190459461104571/photos/toboa-de-altura-venenosa-santa-mar%C3%ADa-de-dotala-encontramos-a-la-orilla-del-sende/701393606677818/

                  5. “Encuentran toboa gata en escuela de Cañas” (Guana/Noticias, 2018, párr. 1): https://www.facebook.com/GuanaNoticiasLtda/posts/894544527373993

 

[6] En San Isidro de Heredia y Paraíso de Cartago, las personas que utilizan la palabra toboa o la han escuchado son ya mayores de 80 años.

[7] Este diccionario sí recoge varios términos para las serpientes como bejuquillo, cascabel, mazacuate, mica, tamagás.

[8] Presumiblemente, el préstamo del miskito apareció primero en el español de Nicaragua, de allí se extendió a Costa Rica y de este país pasó a Panamá.

[9] Miguel Ángel Quesada Pacheco (comunicación personal, 6 de noviembre de 2020).

[10] Las fuentes principales de los datos del bribri, cabécar, boruca, cuna, cogui y huetar son: Constenla (1985), Huber y Reed (1992), el Diccionario digital bilingüe bribri (Krohn, s. f., http://www.haakonkrohn.com/bribri/esp-bri.html), Margery (1982; 1989), Orán y Wagua (2010), Quesada Pacheco (1992; 1996) y Quesada Pacheco y Rojas (1999).

[11] Para el cogui, Ortiz (2000, p. 779) interpreta fonológicamente el vocablo como /'tagbi/.

[12] La prenasalización en la forma reconstruida por Pache (2018) tiene como único objetivo representar la ambigüedad de la oclusiva sonora en términos de nasalidad y el guión indica un segmento vocálico desconocido (véase Pache, 2018, XVIII, p. 518).

[13] En bribri y cabécar, la secuencia es considerada un fonema único /tk/. En bribri, su realización fonética es variable: [t˺c ~  tːʃ]. Véase también Chevrier (2017, p. 444).

[14] -kɾá es un formativo nominal.

[15] -d y -ɺ son formativos verbales.

[16] PDO = pasado remotospectivo.

[17] Constenla (1989, p. 22) propone, en chibchense, la protoforma *-ka para el formativo -k del boruca (véase el bocotá bo-ga ‘nube’).

[18] Esto parece confirmarse en el juego lingüístico denominado sorsik sunmakke, que es una forma de hablar al revés, en el cual, por ejemplo, la palabra /sabban/ [sapan] ‘leña’ se pronuncia [bansab], frente a /saban/ [saban] ‘estómago, vientre’ que se dice [bansa] (véase Sherzer, 1970).

[19] Este ejemplo de correspondencia entre el cuna y el boruca ha sido proporcionado por uno de los revisores anónimos del presente artículo.

[20] Ortiz (2000, p. 762) interpreta la secuencia /kb/ como /gb/. Por tanto, ofrece la forma 'tagbi para ‘culebra’.

[21] Los datos ofrecidos por Ortiz (2000), sin duda, así lo confirman, aunque la autora no mencione esta regularidad.

[22] Ambos términos denominan insectos que se caracterizan por su tamaño diminuto (véanse sus definiciones en Quesada Pacheco, 1991).

[23] Por supuesto, sucede lo mismo con el formativo de género masculino. Por ejemplo, el préstamo huetar yurro ‘manantial, fuente’ presenta el afijo -o por influencia del rubro chorro, véase bribri dʒúɺ ‘corriente o chorro de agua, cascada’, cabécar dʒùɺ ‘chorro de agua’.

[24] Comunicación personal, 24 de diciembre de 2020.

[25] De la lista de 64 rubros de probable origen huetar relativos especialmente a los ámbitos de la flora y la fauna ofrecida por Quesada Pacheco (1996), solamente tres presentan la terminación -ba: berbá ‘ojoche (Brosinum sp.)’, súrtuba ‘variedad de palmera (Geonoma edulis)’ y yoroba ‘variedad de lagartija’.

[26] Según Quesada Pacheco (1996), el formativo -ic corresponde quizá a una posposición.

[27] Otro préstamo del huetar muestra una alternancia /o ~ u/ respecto de /o/ en cabécar y bribri: tolomuco ~ tulumuco ‘variedad de mamífero mustélido (Eira barbara)’, véase cabécar òɺóbùkù, bribri òɺóbùk.

[28] Chevrier (2017, p. 114) considera alternancias semejantes como realizaciones fonéticas distintas.

[29] Véase Constenla (2007, p. 27).

[30] Evidentemente, se trata de una forma reduplicada (Quesada Pacheco, 1996, p. 188).

[31] Este último ejemplo del gnäbe o guaimí ha sido proporcionado por uno de los revisores anónimos del presente artículo.