Literatura
La inmigración senegalesa en Le Docker Noir y Voltaïque de Ousmane Sembène
The Senegalese’s Immigration in Ousmane Sembène’s Novels Le Docker Noir and Voltaïque
La inmigración senegalesa en Le Docker Noir y Voltaïque de Ousmane Sembène
Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. 48, núm. 2, e49966, 2022
Universidad de Costa Rica
Recepción: 09 Agosto 2021
Aprobación: 23 Septiembre 2021
Resumen: El escritor senegalés Ousmane Sembène ha consagrado una buena parte de su obra al fenómeno migratorio y a la figura del migrante. Sus novelas y relatos denuncian la situación de exclusión social en la que se encuentran los migrantes senegaleses en el seno de la antigua potencia colonizadora francesa. Sembène critica, entre otras cosas, los mecanismos y representaciones sociales movilizados para incentivar la inmigración. Por otro lado, hace hincapié en los peligros de la inmigración en la medida en que esta experiencia puede resultar traumática. El migrante debe hacer frente a la incomprensión, la desconfianza y la hostilidad de una sociedad de acogida que acabará por desbaratar su identidad, sus creencias, sus convicciones, sus ideas, su sensibilidad, en definitiva, que acabará por desmontar y poner en duda su propia existencia.
Palabras clave: Inmigración africana, identidad, Senegal, Sembène, colonialismo.
Abstract: Senegalese writer Ousmane Sembène has devoted special attention to the phenomenon of immigration and the figure of the migrant. His novels and short stories denounce the situation of social exclusion in which Senegalese migrants find themselves within the society of former French colonizing power. Sembène criticize, among other things, the social representations and the social mechanisms implemented to make migration possible. He therefore emphasizes the dangers of migration because the migrant's experience is traumatic. The migrant is the object of incomprehension, mistrust and hostility from the new society which will end up destroying his identity by upsetting his beliefs, his acquired convictions, his received ideas, his own sensitivity, his affinities and his life in short.
Keywords: African migration, identity, Senegal, Sembène, colonialism.
1. Introducción
La omnipresente figura del migrante es un topos que recorre la osamenta de la narrativa francófona negro-africana. Varios y variados son los temas y personajes a través de los cuales se nos revela el drama de la inmigración. Desde la rememoración idílica de una infancia feliz en el terruño comunal hasta el retrato descarnado de una realidad migratoria que desangra familias y comunidades enteras, la inmigración es el reflejo de una problemática presente en el seno de la sociedad africana1. Impresionados por la tentación de Occidente, muchos de sus personajes optan por embarcarse en este viaje como única alternativa para escapar de la miseria cotidiana y labrarse un futuro mejor. A través del desierto, por mar, encaramados a los valladares de Ceuta y Melilla o accediendo clandestinamente por otros medios, el tema de la inmigración se transforma en vehículo de meditación sobre la suerte del hombre africano –de los hombres y las mujeres que no vacilan en romper amarras para buscar una vida mejor, más plena y reconocida en los inhóspitos parajes de la inmigración– y en tema de reflexión en la obra del escritor senegalés Ousmane Sembène. La situación del migrante africano ocupa un lugar destacado en la narrativa de Sembène. En su obra hay una predominancia de personajes masculinos que encontrarán su contrapartida literaria con la publicación en 1962 de Voltaïque, una colección de narraciones cortas donde el tema de la inmigración femenina ahorma la trama de los relatos La Noire de... y Lettres de France. En las páginas que siguen, analizaremos principalmente Le Docker Noir (1956) y Voltaïque (1962) con la intención de establecer ciertos paralelos y diferencias en su manera de tratar el tema de la inmigración tanto en su vertiente femenina como masculina, para concluir que no existe una divergencia esencial en el tratamiento del fenómeno migratorio que Sembène aplica a ambos sexos. Independientemente del sexo y el género, ambos padecerán las nefastas consecuencias de un proceso migratorio que los conducirá a un ostracismo social entendido en el sentido de una total “desintegración”2 de sus coordenadas vitales en el seno de la sociedad de acogida.
2. La realidad migratoria senegalesa de los años 50 en el Docker Noir
La obra de Ousmane Sembène debuta a mediados de los años 50 del siglo pasado y uno de sus motivos predilectos, al menos al inicio de su trayectoria literaria, es la situación de los migrantes africanos confrontados a la dura realidad que les ofrece la Francia de los años 60-70. Es de recordar que durante este período asistimos a un recrudecimiento de la política migratoria francesa en el marco de una coyuntura económica especialmente complicada cuya primera consecuencia política será la suspensión temporal de la inmigración, promulgada el 3 de julio de 1974 bajo el gobierno de Valéry Giscard d’Estaing3. Desde este momento, el migrante africano se irá trocando paulatinamente en un sin-papeles al margen de la legalidad y sus condiciones materiales se degradarán hasta el extremo de relegarlo irremediablemente hacia una situación de exclusión social4.
Como nos revelan los personajes masculinos de Sembène, la complicada situación en la que se hallan sus compatriotas senegaleses es el resultado, en gran medida, de esta lenta transformación en materia de inmigración a la que se suma el desencanto de los migrantes subsaharianos ante las promesas incumplidas de la antigua metrópoli francesa que, durante la II Guerra Mundial, había procedido a una movilización masiva de contingentes humanos vinculados a las colonias africanas. En su primera novela, Le Docker Noir (1956), las voces anónimas de esta olvidada diáspora africana denuncian el abandono de la administración francesa:
A la bataille de l’Atlantique Nord, nous étions présents. Et souvent, j’ai vu plus de morts que vous ne pouvez le croire [...] En ce temps, les peaux n’avaient pas cette différence qu’elles ont aujourd’hui... On s’appelait «frère», couchant ensemble, se prêtant la cuillère pour manger. Et maintenant, on nous rejette, on nous traite d’incapables! A quel moment sommes-nous de Français? L’union Française est un désir, non une réalité! (Sembène, 1973, pp. 105-106).
Le Docker Noir se sitúa en la Marsella de los años 50. La novela nos libra un retrato descarnado del universo proletario en el que se desenvuelven los inmigrantes llegados a Francia tras la II Guerra Mundial5. La mayoría de estos migrantes experimentan en primera persona el viraje en la percepción del fenómeno migratorio que se extiende desde el ámbito político hasta el social y que convierte a la antigua metrópoli en un medio sumamente hostil para sus intereses inmediatos de acceder a una vida mejor. Se trata de un cambio que asume las formas más acerbas de la marginalización y el desprecio hacia quienes han pasado de sentirse “hermanos” (frères) a ser rechazados y tratados de incapaces por una sociedad que les excluye categóricamente en función del origen y del color de la piel (en ce temps les peaux n’avaient pas cette différence (Sembène, 1973, pp. 105-106)). Las consecuencias de este giro ideológico son enormes por cuanto agudizan el ostracismo y generalizan un sentimiento de individuación y de exclusión respecto a los autóctonos de la sociedad de acogida. En tal situación, el migrante se verá obligado a posicionarse dentro del marco ideológico que le impone su nueva condición y para ello deberá asumir imperativamente su diferencia, su alteridad, su “otredad”, aun a riesgo de agravar las divergencias sociales, de agrandar la brecha que los separa de la población nativa e incentivar el odio racial. En el caso del Docker Noir, la asunción de esta alteridad radical no llega a concretizarse y el conflicto se acentúa y resuena a través de los testimonios de los olvidados combatientes africanos cuyo desencanto resalta en el amargo alegato de un anciano de origen sarakolé que se dirige al resto de sus compañeros en los siguientes términos:
Je suis arrivé en France en 1901 [...] J’ai fait les deux guerres à bord des bateaux. A la fin de la dernière, nous avons rallié la «France Libre». J’étais graisseur, mes pieds suintaient, mais ils ne trouvaient pas, à ce moment-là, que ma peau salissait les draps, ni que j’étais très sale. Et maintenant ils ne nous acceptent pas. J’ai trente-cinq ans de navigation, j’ai pas droit à la retraite [...] J’ai pourtant un livret de la marine comme quoi j’ai servi en qualité de Français. Après deux guerres et tant d’années de navigation, j’ai pas droit au chômage. De l’aide, il faut que j’aille en mendier. (Sembène, 1973, pp. 104-105).
Los reproches lanzados contra la antigua metrópoli, que se ha valido de ellos como de un trapo usado, están igualmente tachonados de alusiones expresas al color de la piel que delatan la existencia de un racismo larvado en el seno de la sociedad francesa y revelan el fracaso estrepitoso de la política de asimilación encaminada a “naturalizar” a la población nativa procedente de las colonias6. Un fracaso que se presenta como una anunciada consecuencia de las enormes dificultades materiales y mentales que ha de solventar el migrante. En efecto, la aclimatación al nuevo país de acogida hará de ellos una especie de desterrados en el seno de una sociedad extraña de la que desconocen los usos y costumbres y que, peor aún, les irá desvelando la cruda realidad agazapada en la imagen magnificada del sueño de acceder a una vida mejor. Uno de los primeros velos de los que ha de desprenderse el migrante en su proceso de adaptación atañe a las condiciones denigrantes de los asalariados africanos, verdaderas bestias de carga, sometidos a la explotación laboral y al ostracismo social:
À l’école on m’a parlé de la bonté d’une Cité et quand je suis venu dans ce pays, pour vivre, il a fallu que je travaille; sous les poids de mes chargements, je trébuchais; tous les soirs, je rentrais rompu, usé de fatigue, des jours, des semaines et des ans durant. (Sembène, 1973, p. 213).
Así se expresa Diaw Falla, protagonista principal del Docker Noir, que sueña con convertirse en escritor y acabará siendo encarcelado por el asesinato de la escritora francesa Ginette Tontisane. A lo largo de la novela, Falla, dotado de una aguda conciencia social, nos irá desvelando las deplorables condiciones laborales que han de afrontar los migrantes africanos:
Dans la nouvelle entreprise qui l’employait, les machines et les hommes avaient une même consigne: «doubler» le rendement. Il leur passait des centaines de tonnes sur le dos, le travail laissait leurs bras endoloris, leurs cerveaux pantelants. Tous étaient sujets à des vertiges et à la dépression due au surmenage [...] chez ces robots humains, la prudence s’éteignait. (Sembène, 1973, p. 173).
Abocado él mismo a una existencia precaria7, la realización de su sueño literario le será prácticamente arrebatado de las manos por una sociedad que se nutre de un racismo larvado y se retroalimenta de unos esquemas mentales modelados hipócritamente a la imagen y semejanza de un capitalismo inhumano y tenaz.
En el fondo, las dificultades materiales son solo un pequeño escollo en su proceso de adaptación a la sociedad francesa. La verdadera dificultad para el migrante radica en la incapacidad de adecuar sus criterios mentales a la nueva realidad circundante. Confrontado a un mundo extraño e inhospitalario se abre en él un espacio de interrogación que le revelará la paradójica condición en la que se halla inmerso. En su caso, Diaw Falla llenará ese espacio con su entrega a la literatura. Sin embargo, la mayoría de sus compatriotas africanos no saben de qué manera colmar ese espacio y, muchas veces, la pequeña brecha se transforma en un agujero negro por donde irán deslizándose en el pozo de la miseria moral. De este modo reflexiona Diaw Falla al observar el espectáculo de sus compañeros africanos sumidos en el marasmo de la ociosidad, el alcoholismo y la decadencia:
Ce spectacle démantelait tout ce qu’il voyait de beau. Il méditait: «Ces êtres qui sombrent sont des naufragés que l’océan du temps emporte, et qui, pauvres épaves, se cramponnent aux goulots. On ne peut descendre plus bas, il n’est rien de pire. Elles s’y plaisent pourtant... et moi, quel sera mon sort...? (Sembène, 1973, p. 136).
Abandonado a su suerte, el migrante es un alma en pena, un náufrago a la deriva en el seno de una sociedad que le excluye y empuja lentamente hacia el ostracismo y los márgenes de la existencia. La sociedad entera los oprime. Una sociedad en su movimiento brutal y poderoso que los aplasta bajo el peso de la soledad y la uniformidad congénita de unos seres abocados al fracaso. Diaw Falla es presa de esa misma opresión y angustia ante la fatalidad de las circunstancias:
Son orgueil de Noir et sa fierté d’homme dictaient ses mouvements; avec ardeur, il se leva, fit un effort pour se considérer comme les autres qui allaient et venaient. En les regardant, il se demandait si, dans la foule, il n’y avait pas un qui ressentait les mêmes sentiments, les mêmes angoisses que lui... (Sembène, 1973, p. 195).
¿A quién acudir? Uno más entre esos ciudadanos sin nombre ni rostro, la existencia de Diaw Falla se diluye en el anonimato de una masa humana que adolece de alma propia y no es sino el conglomerado, la suma, el añadido, de meras individualidades.
La desazón de los migrantes reside en su incapacidad para explicarse a sí mismos la novedad de ese universo pululante, ajeno, extraño y pintoresco que desafía los códigos fundamentales de su cultura y que, a la larga, conlleva la pérdida de su identidad profunda. Sin el salvavidas de referentes morales y culturales a los que aferrarse para sobrevivir en el naufragio existencial al que los obliga la asimilación de los nuevos valores de la sociedad de acogida, su inserción acaba siendo percibida como una lucha por la supervivencia, una lucha por mantenerse incólumes y encontrar su lugar, su propio espacio de existencia8. Si el migrante consigue abrirse hueco y forjar su propio espacio, la sociedad de acogida dejará de ser un misterio o anomalía, y se volverá un terreno propicio para su aclimatación definitiva. Esto en el mejor de los casos. En el peor, si el migrante no consigue insertarse plenamente en el seno de la nueva sociedad, la brecha identitaria será insalvable y su adaptación revelará un proceso de autodestrucción y escisión9.
En este contexto se va generando un conflicto existencial que conduce al migrante a refugiarse invariablemente en los recuerdos10. El narrador del Docker Noir describe las reuniones y conciliábulos de la comunidad africana como una serie de encuentros donde esos seres desgarrados por la distancia se lanzan a la evocación de África:
Au loin, en groupe, à la devanture du bar Ferréol, les Noirs palabraient, ne jetant que de temps à autre un regard indifférent sur ce qui se déroulait devant eux. Les conversations s’y tenaient dans les langages les plus divers. Tout ce qu’ils se disaient se rapportait au pays, à la femme, aux parents, un espoir qu’on nourrit et qui finit par s’écrouler à l’instant où le rêve devient réalité. (Sembène, 1973, p. 119).
Sin ese hilo de Ariadna que los mantiene unidos al pasado la ruptura sería total y absoluta, convirtiéndolos en auténticos exiliados, desguarecidos frente a la distancia y las dificultades materiales de emprender el viaje de regreso11. Para la mayoría de estos migrantes la salvación pasará finalmente por regresar al terruño familiar, ese mismo terruño que han despreciado y rehuido al substituirlo ingenuamente por el entorno idealizado del país de acogida12. Esa es la salvación que reclama para sí mismo Diaw Falla. Habiendo sido enjuiciado y encarcelado, el protagonista principal del Docker Noir encuentra un punto de consolación en la evocación de África, ese continente que él mismo había relegado al olvido durante su estancia en Marsella: “L’Afrique ne m’est pas venue une seule fois en mémoire, et voilà qu’elle m’apparaît à présent dans toute sa beauté, inondée d’air et de soleil, et il m’est impossible de penser à autre chose” (Sembène, 1973, p. 213). La reminiscencia africana de Diaw Falla es el recurso natural de quien se aferra al pasado para combatir un presente que le abruma y apesadumbra por cuanto lo percibe rodeado de los cuatro muros de su celda:
Il est normal que mes nuits soient hantées... Trépasser aujourd’hui ou demain, quelle différence cela ferait-il pour moi? Me briser la tête contre le mur? A quoi bon? Réflexion faite, je ne cède pas, car je ne veux pas satisfaire ceux qui m’ont isolé ici, anticipant sur ma fin... Pour moi, la mort serait une délivrance, je l’attends comme un amoureux languissant pour «sa belle» (Sembène, 1973, p. 208).
Esperar la muerte como un amante que languidece en silencio. He ahí la imagen que sirve de metáfora para ilustrar la situación extrema en la que culmina la aventura migratoria de Diaw Falla. Es notable el hecho de que las añoranzas de Diaw Falla y de la diáspora africana del Docker Noir correspondan en gran medida al llamado período de descompensación conceptualizado en los modelos explicativos asociados al estudio conjunto del fenómeno migratorio y la salud mental en la obra de Jorge Tizón. Enmarcado dentro de esta perspectiva socio-psicológica cabría entender la recurrencia con la que los personajes de la novela se libran a la evocación de África, no simplemente como un resabio de melancólica añoranza hacia el terruño natal, sino como la señal fehaciente de una inadaptación crónica que los conduce irremediablemente a la “idealización de la tierra de origen con desprecio de todo lo que aporta el nuevo país” (Micolta, 2005, p. 63). Este punto de fricción entre la realidad y las esperanzas depositadas en la emigración supone un frenazo en seco para el proceso migratorio que, según la perspectiva de Tizón (1993), debería culminar con la integración del migrante en la sociedad receptora. Los personajes del Docker Noir no alcanzan este estadio. Al contrario: en ellos se incrementa la sensación de vulnerabilidad frente a una sociedad que, en comparación con las décadas precedentes, tiende tanto a la segregación étnica como a la “criminalización” del migrante en cuanto lo percibe como una “creciente amenaza a su forma de vida y a su estabilidad económica” (Varela, 2001, p. 338)13. En este sentido, en lugar de la integración que enarbola Tizón, podemos, en contraposición, hablar de una “desintegración” con la que concluye el proceso migratorio de la diáspora africana del Docker Noir.
Para descrédito de Francia, Sembène expone ante el lector las bambalinas de una sociedad que se presenta como un cúmulo de ilusiones y esperanzas rápidamente descoyuntadas al entrar en contacto con la auténtica realidad que ha de afrontar el migrante africano de origen subsahariano en su proceso de asentamiento y aclimatación al nuevo territorio. Como hemos podido observar, esta visión nada halagüeña se halla bien esbozada a lo largo del Docker Noir donde Sembène nos libra una resonancia completa del drama humano de sus compatriotas senegaleses. Primero desechado por la administración colonial y posteriormente sometido a la explotación laboral, el migrante africano es conducido lentamente hacia la exclusión y la marginalidad, esto es, empujado hacia un ostracismo que le procura la conciencia de pertenecer a una clase social diferente y ajena a la de la población autóctona. Esta situación le genera un desasosiego que le lleva a buscar refugio en la idealización del terruño natal iniciando, de este modo, un proceso de descompensación psicológica respecto a la realidad circundante a la que desdeña al situarla en el origen de todos sus males y que culmina con una desintegración total en su proceso de adaptación a la nueva sociedad.
3. La inmigración femenina en Voltaïque
El acto mismo de emigrar entraña, como primer movimiento, un desprenderse del mundo cotidiano, un adentrarse en terreno desconocido pero deseado. Ese mismo movimiento, como hemos visto, viene acompañado de una toma de conciencia de la auténtica realidad que espera al migrante durante su estancia en la supuesta Tierra Prometida. Sin embargo, a esta primera toma de conciencia, le sigue una no menos inquietante pérdida de identidad. Desvalido ante la nueva realidad que se perfila a su alrededor, al migrante no le queda más remedio que adaptarse a ella. Si todo proceso de adaptación supone una especie de desprendimiento y autoaprendizaje de los valores y costumbres vigentes en el seno de la sociedad de acogida en la que pretenden integrarse, en el caso del migrante africano sub-sahariano este mismo proceso de aprendizaje le confrontará al dilema de su propia condición humana. El desapego de los códigos y valores tradicionales, y su substitución por otros derivados de la sociedad de acogida son el desencadenante de una crisis existencial que surge de la incapacidad de adecuar sus criterios mentales a la nueva realidad circundante. Todo lo que era su mundo cotidiano se torna recuerdo y añoranza.
En cuanto a la inmigración femenina, el proceso de adaptación se torna aún más violento en la medida en que el contraste entre la imagen magnificada de Francia y la realidad se produce como una especie de dolorosa e inesperada revelación14. En el relato corto Lettres de France, que forma parte de la colección Voltaïque (1962), Nafissatou glosa el descubrimiento de la verdadera realidad agazapada tras la imagen idealizada de Francia a través de su intercambio epistolar con una amiga senegalesa de la adolescencia:
Ma vielle, tu ne peux pas imaginer ma déception. Sans doute, dans vos causeries, dites-vous, que Nafi est en France. Et chacune m’envie! Je ne suis pas en France... tout au moins pas celle qui faisait l’objet de nos rêves, alimentait nos ambitions. Je suis dans un autre monde. Un monde maussade, lugubre, qui m’oppresse, m’assassine à petits coups, jours après jours. (Sembène, 1962, p. 77).
Esa misma pesadumbre se perfila en el triste alegato contra su nueva vida en Francia que nos libra Diouana, la protagonista de La Noire de... otro de los relatos de Voltaïque cuya trama se construye alrededor de la figura del migrante15. Recientemente desembarcada en el país galo para trabajar como ama de casa al servicio de la misma familia que la empleaba en Dakar, Diouana se irá desprendiendo paulatinamente de las anteojeras con las que filtraba su imagen hipostasiada de Francia:
Diouana voulait voir la France et revenir de ce pays dont tout le monde chante la beauté, la richesse, la douceur de vivre. On y faisait fortune. Déjà, sans avoir quitté la terre d’Afrique, elle se voyait sur le quai, à son retour de France, riche à millions, avec des vêtements pour tout le monde. (Sembène, 1962, p. 165).
Si la primera toma de contacto con la antigua metrópoli se revela en ella como el prodigio de un sueño hecho realidad, este no será sino el anfiteatro de una pesadilla que la conducirá al suicidio16. La imagen magnificada de acceder a una vida mejor acabará transformada en espejismo y la revelación de esa realidad inimaginable meses antes de llegar a Antibes será vivida por Diouna a la manera de una ascesis personal y existencial que acabará provocando en ella una profunda decepción y un trastorno total de sus coordenadas vitales. El contraste entre sus sueños y la realidad es excesivo e inesperado. La visión idealizada de ese más allá en el que Diouana había depositado todas sus esperanzas de acceder a una vida mejor se torna una pesadilla, una cruel maraña de sinsabores y padecimientos que le desvelan súbitamente la inadecuación entre sus sueños y la realidad. El abismo es enorme y la distancia que ahora se interpone entre ella y la realidad, insalvable. Como otros muchos emigrantes africanos, Diouana ha sido víctima del deseo de acceder a Eldorado occidental y en ella se genera un conflicto que surge del irremediable choque entre la imagen idealizada que ha ido elaborando gracias a las ideas extraídas de un imaginario repleto de los estereotipos comúnmente aceptados sobre una Francia paradisíaca y la soledad, la desesperanza y la desolación que envuelven su vida cotidiana de simple ama de casa al servicio de una familia despótica. A todo ese conglomerado de sentimientos enfrentados se le unen la explotación y la triste percepción del color de la piel que, al igual que sucede con la colonia africana de inmigrantes del Docker Noir, la confronta abiertamente con el problema del racismo:
Diouana, lorsqu’elle était à Dakar, n’avait jamais eu à réfléchir sur le problème que posait la couleur de sa peau. Avec le chahut des petits, elle s’interrogeait désormais. Elle comprit qu’ici elle était seule. Rien ne l’associait aux autres. Et cela la rendait mauvaise, empoisonnait sa vie, l’air qu’elle respirait. (Sembène, 1962, p. 176).
La fuerte carga negativa que recae sobre el color de la piel se amplifica aquí con la dolorosa asunción de una “diferencia” que agrava en ella la soledad. Como no podía de ser de otro modo, Diouana tratará de sobrellevar el dolor emocional que implica esta insalvable distancia por el desprendimiento total de sus relaciones afectivas con un entorno amenazante y hostil. La protagonista no solamente se siente sola y desamparada ante ese entorno, sino que además se sabe el objeto exótico y pintoresco en manos de la familia para la que trabaja:
C’est après mûres réflexions – de très longues minutes de méditation- qu’elle se dit qu’elle n’était d’abord qu’objet utilitaire et, ensuite qu’on l’exhibait comme un trophée. Dans les soirées où Monsieur et Madame commentaient la psychologie «indigène», on prenait Diouana à témoin. Les voisins disaient: c’est la Noire de... Elle n’était pas Noire pour elle. Et cela l’ulcérait. (Sembène, 1962, p. 180).
La reflexión que sobre sí misma ejerce Diouana va elucidando en ella la conciencia de ese conflicto que pone en tela de juicio todo el sistema de valores sobre el que se edificaba su anterior vida en Dakar. Un conflicto que se prolonga a lo largo de la narración. Se prolonga y se agrava más aún cuando en ella resuenan los consejos del viejo marinero Tive Corréa que, antes de embarcarse rumbo a Francia, le advierte de los peligros de la inmigración:
Diouana n’avait que faire des conseils d’un soûlard. Elle n’écouta pas Tive Corréa. Tive Corréa, ancien marin, rentrait d’Europe après vingt ans d’absence. Il était parti riche de sa jeunesse, plein d’ambition, et en était revenu, telle une épave [...] Il ne prophétisait que malheurs. Diouana lui avait demandé conseil. Il n’était pas d’avis qu’elle parte. (Sembène, 1962, p. 171).
Tive Correa tratará en vano de disuadirla de su proyecto, pero Diouana hará caso omiso de sus advertencias y emprenderá el viaje a Francia. Sin embargo, los vaticinios de Tive Correa se irán cumpliendo sistemáticamente y la nueva vida en Antibes solo le reservará humillaciones y sufrimiento. En esta espiral de dolor, cuanto más aguda es la desdicha de Diouana, mayor es la conciencia del desgarro y mayor es también el peso de sus recuerdos:
Diouana s’abandonnait à ses souvenirs. Elle comparait sa «Brousse natale» à cette broussaille morte. Quelle différence, entre ces bois et sa forêt, là-bas, en Casamance. Le souvenir de son village, de la vie en communauté, la coupait encore davantage des autres. Elle se mordait les lèvres, regrettait d’être venue. Sur ce film du passé, 1000 autres détails se projetaient. (Sembène, 1962, p. 181).
Esta evocación de la Casamance es de una importancia vital en la medida en que entronca directamente con uno de los aspectos fundamentales de la cultura africana: la vida comunitaria. Con la alusión a este elemento distintivo de la tradición africana, el narrador trata de marcar aún más los antagonismos existentes entre las sociedades occidental y africana. En la época en que Sembène elabora su relato asistimos a la fulgurante propagación del movimiento panafricanista de la négritude que reivindica la recuperación de una identidad típicamente africana a través de la exaltación de los valores tradicionales alienados por la hegemonía político-económica de Occidente. Entre estos valores occidentales que tipifican a África por oposición a Occidente y la dotan de una identidad particular destaca el “comunitarismo” ancestral de las sociedades africanas en donde el individuo, lejos de constituir un ente autónomo y solitario, solo puede entenderse en virtud de su relación con la comunidad17. Sola y abandonada a su suerte, sin el consolador sustento de la comunidad, la triste añoranza de Diouana a la que recurre el narrador consigue realzar el conflicto existencial que la desgarra al mismo tiempo que acentúa la manifiesta diferencia cultural que separa a la sociedad de origen de la sociedad de acogida.
Como sucedía con los personajes masculinos del Docker Noir, los recuerdos serán el único salvavidas viable de las heroínas femeninas de Voltaïque para contrarrestar la desazón y desamparo que les procura su nueva condición: “Jamais je n’avais compris que les souvenirs étaient si indispensables” (Sembène, 1962, p. 75), exclama Nafissatou en Lettres de France. Para Nafissatou sus recuerdos se revelan extremadamente dolorosos porque le hacen sentir en su carne la enorme distancia que se interpone entre ella y la felicidad del ahora añorado pasado18: “Quand défilent mes souvenirs, que je revois mon enfance, la grande maison emplie de cris de gosses, de chants, de soleil, ma solitude m’épouvante. Il m’arrive de me souhaiter atteinte d’une disgrâce physique” (Sembène, 1962, p. 81). Esta reprimida añoranza unida a las duras condiciones de vida que le tocará afrontar en su nueva destinación francesa le harán exclamar: “Je n’aime pas la France. C’est ça la France... Mes murs! Je ne connais pas d’autre horizon” (Sembène, 1962, p. 110).
En lo tocante a las motivaciones que llevan a Nafissatou a Francia hallamos una diferencia fundamental respecto a los inmigrantes del Docker Noir. Ella no ha ido de su propia iniciativa para buscar trabajo y labrarse una vida mejor. Ella es más bien la víctima propiciatoria de los manejos de su familia, que tratará por todos los medios de buscarle un pretendiente en Francia aún a riesgo de hacerla pagar un alto precio:
Dieu que je regrette de m’être mariée... C’est ma faute. Je le confesse. Je suis victime d’un mirage. Mon père m’avait montré une photo d’un certain homme. Il était beau sur la photo et il était en France... Et quelques jours après, mon père m’a dit: «Cet homme veut de toi comme épouse. Il est en France. Il y travaille. Voilà des années qu’il y vit». Et c’est tout. Pendant des semaines j’ai différé ma réponse. Puis j’ai accepté. Pourtant, beaucoup de garçons, m’ont voulue comme compagne. D’accord, avec ceux-là, jamais, je n’aurais visité la France. Quelle est l’écolière qui n’a pas rêvé de la France, de Paris, des rues illuminées... j’avais consenti. Pourquoi? Pour la France. Pour elle, la France artificielle, j’ai renoncé à tous mes prétendants. (Sembène, 1962, p. 78).
Al analizar su errada decisión de emigrar, Nafissatou la atribuye, pues, a la presión de una familia empeñada en concertar un matrimonio arreglado de antemano con un migrante que ha conseguido establecerse en Francia y esto, a la larga, se le revela como un fatal error del que ya no podrá zafarse.
El núcleo sobre el que se articula la imagen de las migrantes femeninas en Voltaïque se presta a una interpretación concorde, en gran parte, con el proceso de desintegración que padecen los migrantes masculinos del Docker Noir. A la humillación física y laboral de estos últimos se añade aquí una humillación de orden moral que implementa la inadaptación de los personajes femeninos a la sociedad de acogida a través de un lento, pero imparable, proceso de desmitificación de una realidad idealizada por el propio deseo de emigrar para labrarse una vida mejor. Sin embargo, el discernimiento de la auténtica realidad que las rodea en los países de acogida irá generando en ellas una frustración y un desasosiego de fatales consecuencias para Diouana. Con esta última, el proceso de desintegración alcanza sus cotas más extremas y peligrosas. Aquí el migrante, dispuesto coûte que coûte a hallar escapes salvadores o compensadores de la sórdida realidad que le rodea, pone en práctica un retraimiento defensivo que lo irá alejando del mundo circundante para, lentamente, colocarlo ante la perspectiva de la muerte como única salida factible a su trágica situación. En fin, el círculo de la desintegración se cierra y el proceso llega a su fin de la manera más abrupta y radical.
4. Conclusión
En la obra literaria de Ousmane Sembène destaca una preocupación por el tema de la emigración y la situación real del migrante en sus diferentes espacios de acogida. La cuestión migratoria y la especial atención que reclama la figura del migrante reflejan tanto una problemática social como fundamentalmente existencial que representa una doble ruptura. Por un lado, una “ruptura física” que separa geográficamente al migrante de su país de origen y por el otro, una “ruptura vital” consecuencia directa de un paulatino alejamiento de los valores tradicionales que modelaban sus códigos mentales en el momento de partir hacia un más allá desconocido. Sean personajes masculinos o personajes femeninos, Sembène retrata esta doble ruptura como una consecuencia indefectible del proceso migratorio. De hecho, no existen diferencias palpables en el tratamiento literario que el escritor senegalés hace de sus compatriotas domiciliados en Francia. Todos los migrantes, independientemente del género, afrontan una única y misma realidad que, en definitiva, los lleva a replantearse su propia identidad. Como hemos visto a lo largo de estas páginas, ambas rupturas convierten al migrante del escritor senegalés en un auténtico exiliado y su trágica situación nos revela la condición última del hombre embarcado en ese perpetuo movimiento que lo lanza sin cesar adelante, a la conquista de nuevos territorios, con la esperanza añadida de encontrar una vida mejor.
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Notas