Resumen
En tres visitas a la Isla de Chira (golfo de Nicoya, Costa Rica), separadas por el lapso de tres décadas, se documentó la actividad cerámica de doña Damiana Matarrita, quien podría ser la última depositaria del arte Chorotega en esa isla. Al inicio, sus piezas eran utilitarias, como ollas y comales; pero, el auge turístico a Puntarenas, donde comercializaba sus obras, hizo que sus diseños y colorido se transformaran, con lo que fue cambiando su finalidad utilitaria a piezas ornamentales. Finalmente, con su muerte, comprobamos la pérdida de esa actividad, pues ninguna de sus hijas continuó la tradición, y así se perdió esa parte de una herencia precolombina, la cual había subsistido en la isla. No obstante, una de sus hijas, hoy una sexagenaria, en sus años mozos aprendió el oficio de su madre y la ayudó. Por lo tanto, aún queda la esperanza de un renacer de la cerámica de Chira, que aguarda por la ayuda para que vuelva ha ser una fuente de ingresos, orientada al turismo naciente en esa isla.Comentarios
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