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La Jota, aragonesa y cosmopolita: una nueva perspectiva de la música exótica entre Europa y América durante el siglo XIX
La Jota, aragonesa y cosmopolita: a new perspective of exotic music between Europe and America in the 19th century
La Jota, aragonesa y cosmopolita: una nueva perspectiva de la música exótica entre Europa y América durante el siglo XIX
Revista Humanidades, vol. 12, núm. 2, e51285, 2022
Universidad de Costa Rica
Vela González Marta. La Jota, aragonesa y cosmopolita. De San Petersburgo a Nueva York. 2022. Zaragoza. Pregunta Ediciones. 213pp. |
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Acostumbrados a que, en los manuales de Historia de la Música, se trate a la música española como exótica sin llegar a profundizar en ella, los lectores hispanohablantes podremos tener entre nuestras manos un material que trate, específicamente, de nuestra cultura, nuestras raíces musicales y nuestro folklore desde un punto de vista académico. Con este libro de Marta Vela, seguiremos la pista de la jota aragonesa, por medio mundo, desde mediados del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, siendo la música española un elemento fundamental en la carrera de tantos compositores e intérpretes de renombre.
Está estructurado en un prólogo, de Miguel Ángel Yusta, poeta y escritor zaragozano, y ocho capítulos en los que, a la vez que la autora nos cuenta el recorrido mundial de la jota entre 1844 y 1919, nos habla de los compositores y músicos relacionados con ella, mostrándonos el contexto sociocultural en el que vivían y sus circunstancias personales, descubriéndonos a dos importantes figuras apenas conocidas, Florencio Lahoz y Pauline García-Viardot. Al primero le debemos la composición de La Nueva jota aragonesa, que se hizo famosa en medio mundo y fue tantas veces adaptada y arreglada; a la segunda, la difusión de esa jota, que ella misma arregló y cantó por toda Europa. Los capítulos son: 1. “Dos músicos extranjeros en España”, 2. “Madame Viardot-García”, 3. “Parigi, O caro…!”, 4. “El abate Liszt en Roma”, 5. “Dos óperas fracasadas”, 6. “Los reveladores viajes del funcionario Chabrier”, 7. “Una disputa y dos parodias finiseculares” y 8. “Una jota wagneriana en Londres”.
El texto comienza en 1844, año en el que pasaron por España primero Liszt, de gira, y después Glinka, estudiando la música española. A ambos les atrajo la que era la música más escuchada del momento, la jota de Lahoz, la cual no dudaron en incluir en su repertorio y posteriores composiciones. Liszt, que acostumbraba a improvisar sobre temas conocidos en sus recitales no tardó en utilizar este y otros temas españoles, recopilando luego esas improvisaciones en varias obras como su Gran fantasía de concierto sobre temas españoles. Por su parte, Glinka, enamorado de la cultura española, pasó un largo tiempo recorriendo el país. Fruto de ese viaje es el Capriccio brillante sur le thème de la Jota aragonesa, de gran éxito fuera de España, que otros compositores no dudarían en utilizar como inspiración.
Esas melodías españolas ya se escuchaban antes en uno de los salones más afamados de la sociedad parisina, el de Pauline Viardot, donde se difundía un amplio repertorio español y gracias al cual, algunos de los grandes músicos españoles de finales del XIX y principios del XX tuvieron la oportunidad de lanzar su carrera. Además, tuvo una gran influencia en la ópera de su época, siendo la inspiración para compositores como Gounod, Berlioz, Massenet, Bizet, Saint-Saëns o Wagner, quien buscó su apoyo para estrenar sus obras en París.
En los capítulos centrales se entiende una línea narrativa secundaria en la que seguimos el apogeo, la decadencia y los intentos de renovación de la ópera francesa. En el París finisecular, la Belle époque se agota progresivamente y mientras el gran Meyerbeer desaparece de la escena operística junto con Bellini, Donizetti y Rossini, nuevos compositores intentan abrirse paso con sonoros fracasos, futuros éxitos, que la sociedad todavía no entiende: Delacroix y Turguénev rechazan a Verdi; Carmen de Bizet, donde había tanta influencia española y hechos demasiado escandalosos para el gusto de la época, recibe una fría acogida; y los teatros franceses le niegan a Saint-Säens la representación de Sanson et Dalila.
Un compositor que ejemplifica el cambio es Wagner, cuya genialidad compositiva no le exime de su más que cuestionable y reprochable actitud. Comienza siendo un protegido de Meyerbeer y, tras su éxito en Alemania y erigirse como músico defensor de la tradición, termina rechazando y criticando todo lo relacionado con París, ganándose la enemistad de los que fueron sus amigos y apoyos, como Pauline.
Como bien indica el subtítulo del libro, la fama de la exótica música española se extendía más allá, de San Petersburgo a Nueva York. A Rusia llegó gracias a Glinka, a Nueva York, por Gottschalk, quien, tras su paso por España, publicó allí La jota aragonesa Op. 14. Años después, la jota volvió a sonar en esa parte del mundo gracias a la Tercera sinfonía de Mahler, en la que, el compositor, sin haber salido aún de Centroeuropa, incluía temas de Lahoz:
el orgulloso director de la Hofoper mostraba la importancia de lo popular en su mayor obra sinfónica hasta el momento, representada, entre otros, por dos de los fragmentos más significativos de la música folclórica hispánica, la habanera y la jota aragonesa (Vela, 2022, p. 165).
Descubrimos que, junto a la jota, compartía protagonismo en Europa una composición española con aires cubanos, la habanera. Iradier, tras su viaje por América compone, El arreglito y La paloma, temas incluídos en obras como Carmen de Bizet o la Tercera Sinfonía de Mahler. Así, asistimos a la disputa que mantuvieron dos compositores a causa de sus propias habaneras: Ravel, que la estrenó en 1898, y Debussy, en 1904. Ambas compartían un gran parecido por estar basadas tanto en Iradier como en Chabrier –compositor francés con un capítulo propio–, lo que levantó un gran revuelo.
Finalmente, el último capítulo del libro está dedicado al compositor español por excelencia, Manuel de Falla, quien estrenó con gran éxito en Francia su ópera La vida breve y consiguió elevar la música española a música culta. Estando los ballets rusos de gira por España, Diaghilev le pidió a este un ballet, lo que dio lugar a El sombrero de tres picos. Es, cuanto menos, curioso que en un momento de división artística entre lo francés y lo alemán, Falla –a favor de los aliados y con una clara influencia francesa en su escritura musical–, no dejó de utilizar la música alemana en sus composiciones, mezclando ambas técnicas con la española y consiguiendo despolitizar el arte, que no debería ser más que eso. Utilizó la música española como nexo de ambos estilos, además de reclamarle el lugar que le pertenecía y, como no podría ser de otra forma, la jota aragonesa estuvo presente en sus composiciones:
El sombrero de tres picos se revela como una auténtica suite de danzas españolas, deudoras, sin embargo, de diversos homenajes a la música alemana, que el autor reverencia desde su juventud: en primer lugar, Beethoven, cuya Quinta Sinfonía retumba en la Danza del molinero, pero también Wagner y su intrincado sistema de Leitmotive (Vela, 2022, p. 197).
Los diferentes hilos argumentales están vertebrados con una exquisita y detallada contextualización que nos permite entender los cambios sociales que se producen durante los años abarcados y que se ven reflejados tanto en el gusto musical como en la técnica compositiva. Pasamos de un clima tranquilo a las tensiones entre Francia y Alemania, a la guerra franco-prusiana, al anti-germanismo en París –que provoca el nacimiento de corrientes contrarias a lo alemán y la división del mundo artístico–, al incremento del nacionalismo, al antisemitismo creciente en la sociedad alemana y, finalmente, a la I Guerra Mundial, donde España se convierte en un refugio para los artistas.
Hay que reseñar el gran acierto de la escritora al ilustrar con láminas las diferentes obras e incluirlas en una lista de reproducción para que podamos deleitarnos escuchándolas, haciéndonos todavía más interesante una lectura ya de por sí amena y entretenida.
Aunque la bibliografía no es tan extensa como podríamos pensar, la documentación exhaustiva y el arduo trabajo de investigación indagando en los propios escritos de los compositores por parte de la autora harán que, a partir de ahora, Florencio Lahoz, compositor y pianista zaragozano del siglo XIX sea conocido y reconocido como se merece; y que Pauline Viardot, cantante, compositora y arreglista de ascendencia española, influyente como pocos en la sociedad decimonónica europea, sea rescatada del olvido, reivindicando la gran labor que realizó en la defensa y difusión de la música española, en general, y de la jota aragonesa, en particular, como algo más que música exótica.
Este libro de Marta Vela es una aportación recomendable y necesaria a la lista de escritos de Historia de la Música española (e Hispanoamericana), tan escasa en cuanto a nuestros géneros musicales que, gracias a su estilo narrativo sencillo, claro, directo, ameno y ágil, es una delicia para los amantes de la música –culta o popular– y para los profesionales –musicólogos, historiadores, intérpretes o docentes– que se acerquen a él.
Este año 2022 es decisivo para que la Jota sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, para lo que se va a presentar su candidatura en la UNESCO. El Gobierno de Aragón ha previsto un programa de actos entre los que se encuentra la acertada publicación de este libro.
Referencias bibliográficas
Vela, M. (2022). La Jota, aragonesa y cosmopolita. De San Petersburgo a Nueva York. Pregunta Ediciones.