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Katya Maldonado Tovilla
Revista humanidades, 2025 (Enero-Junio), Vol. 15, Num. 1, E59191
Según la autora
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, los medios de comunicación, junto a disciplinas cientícas como la Psi-
cología, la Antropología y la Sociología, propagaban lo que ella denominó la mística de la femini-
dad. Este modelo buscaba difundir ideas que atribuían a las actividades de las mujeres un carácter
biológico, instintivo e inmutable, con el propósito de proteger los roles tradicionales que se les
habían asignado culturalmente. Friedan (2009) señala la paradoja de la mística de la feminidad al
argumentar que “surgió para gloricar el papel de la mujer como ama de casa justo en el momento
en que desaparecían las barreras para su plena participación en la sociedad” (p. 269).
El libro de Friedan (2009) destaca cómo, en las décadas de los cincuenta y sesenta, las mu-
jeres seguían criticando su situación desfavorable en comparación con los hombres. Este cuestio-
namiento no era nuevo, pues se había manifestado anteriormente, tanto antes como después de la
Revolución Francesa, así como en la lucha por el sufragio femenino. Pese a todo, después de con-
cluir la Segunda Guerra Mundial, el movimiento feminista experimentó una reinvención y adoptó
discursos y prácticas que diferían de los enfoques feministas previos.
La conformación del movimiento feminista fue impulsada por varios factores clave, en-
tre ellos la aprobación y el uso de la píldora anticonceptiva –a pesar de la rme oposición de la
Iglesia Católica, manifestada en su Encíclica Humanae Vitae–, la revolución sexual y el debili-
tamiento de la moral católica. Además, el ingreso masivo de mujeres a las universidades, espe-
cialmente a programas de posgrado, reejó los conictos que muchas experimentaban tanto
dentro como fuera de los hogares
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. Este nuevo feminismo se distinguió por su autonomía res-
pecto a los partidos políticos por politizar la esfera privada de las mujeres y por buscar inuir en
diversos ámbitos: el hogar, la política pública, las instituciones religiosas y educativas, el canon
artístico, así como en la subjetividad de sus integrantes. Las feministas se propusieron visibilizar
el maltrato físico, emocional y sexual en las relaciones de pareja, cuestionar la heterosexualidad
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En el libro La mística de la feminidad, Friedan (2009) describe la situación de las mujeres estadounidenses.
Sin embargo, esta no era muy distinta de la que vivían mujeres de otras regiones del mundo. Por ejemplo, las
ideas descritas por Castellanos en su ensayo “La cultura femenina”, publicado en 1950, reejan el malestar
que provoca la exclusión femenina en la cultura masculina.
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En 1970, Europa Central y del Este tenían más mujeres que hombres en educación terciaria (Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], 2012). Por su parte, en América
Latina y el Caribe, según Gloria Bonder (1994), hasta 1950, la mayoría de los países latinoamericanos, con la
excepción de Costa Rica, Cuba, Panamá y Uruguay, tenían un porcentaje de mujeres en estudios superiores
menor al demográco total. Para la década de los setenta, las mujeres representaban más del 40 % de la po-
blación estudiantil de educación superior, excepto en Colombia y Guatemala. En esta misma área geográca,
entre el 2000 y 2018, la matrícula en educación superior casi se duplicó, del 19 % al 38 %, con un incremento
de la tasa de inscripción femenina del 19 % al 41 % (UNESCO, 2020). En el 2022, la inscripción femenina en
educación superior mostró un crecimiento signicativo tanto global como en América Latina, alcanzando
una proporción de 113 mujeres por cada 100 hombres. La tasa bruta de escolarización terciaria para mujeres
en esta última región fue del 66 % en el 2022, evidenciando un crecimiento sostenido durante las últimas dos
décadas (Group World Bank, 2024).