Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe

Vol. 17, No. 1, Enero-Junio, 2020

Zulay Soto Méndez, Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy

Reseñas

Zulay Soto Méndez, Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy

Giselle Chang Vargas *
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica

Zulay Soto Méndez, Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy

Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 17, núm. 1, 2020

Universidad de Costa Rica

Soto Méndez Zulay. Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy. 2018. San José. EUNED. 330pp.. 978-9968-48-652-1

Recepción: 03 Noviembre 2019

Aprobación: 06 Enero 2020

Artes verbales que comunican mucho, con pocas palabras: Refranes, dichos y dicharachos de ayer y hoy

Estructura del libro

El libro se compone de una presentación escrita por la artista plástica Zulay Soto Méndez, en la que nos comunica que este libro es una refundición de textos inéditos de la autora con otros que fueron publicados en un libro anterior titulado Sentencias, dichos y refranes de ayer, también producto de recopilaciones suyas y editado por la Universidad Nacional Estatal a Distancia en el año 2008.

Le sigue un prólogo titulado “Voces de la oralidad y modalidades de transmisión”, de la autora de esta reseña y luego encontramos −en orden alfabético− la serie de refranes y dichos transmitidos a Zulay por Margarita Méndez Arias y Horacio Soto Orozco, madre y padre respectivamente; otros recopilados por propia la autora y los más nuevos por sus hijas Marcela y Ana Catalina Andrade Soto. El índice se ubica en la página 309 y el libro cierra en la página 307 con una sinopsis biográfica de la trayectoria de la autora del libro en el campo de las Bellas Artes.

Descripción de capítulos

No hay una división por capítulos, sino por la letra inicial de cada refrán o dicho, desde la página 1 a la 307 cuya localización se indica en el índice. En la página 311 se encuentra la información acerca de la autora. No hay ningún tipo de ordenamiento de los textos, así que tras la letra inicial encontramos mezclados los dichos, los refranes y los llamados dicharachos que circularon o todavía circulan entre distintos sectores socio-geográficos del país. La pieza en cuestión (refrán, dicho, dicharacho) se escribe con cursiva o itálica y tras un punto y seguido, se consigna la interpretación o significado de la frase u oración, lo que da una guía para aquellas personas que tienen poco manejo de este tipo de expresiones.

Comentarios

Esta obra es producto de la memoria colectiva de hombres y mujeres costarricenses de distintas generaciones. Las expresiones, tanto los refranes como los dichos incluidos en este libro, son un aporte familiar, pues además de las conocidas por Zulay, hay un enriquecimiento de las que ella recopiló con su madre, su padre y sus dos hijas. Solo con este material escrito, las personas lectoras se hallarán ante un mosaico de textos de tres generaciones del Valle Central. No obstante, al tomar en consideración que este tipo de material se ha transmitido de boca en boca, atravesando campos y ciudades de la geografía costarricense durante varias décadas, podemos afirmar que muchas de estas expresiones ya circulaban en los últimos años del período colonial.

Afirmar el origen de cada refrán o dicho es algo riesgoso, pues en algunos sí se evidencia la huella del refranero español, mientras que en otros se percibe la huella de distintos pueblos migrantes que han aportado en la construcción de la matriz indo-euro-afro-asiática que ha configurado la cultura costarricense.

Con el paso del tiempo y en la interacción comunicativa entre hombres y mujeres con actividades económicas diferentes, se mezclaron con algunas frases y comentarios sobre el entorno natural y cultural, hasta re-elaborar distintas manifestaciones del ingenio humano, que en su gran mayoría quedarán en el anonimato, pues, por lo general se borra el nombre de la persona creadora o recreadora, que adaptó una expresión a otro lugar. Alguien escucha una frase u oración, la aplica a una determinada situación y continúa repitiéndola. Por lo tanto, se vuelve parte de una memoria colectiva.

Ubicación de las tradiciones orales

Las tradiciones orales se pasan de un grupo a otro, de un poblado a otro y de una generación a otra, como mencionamos, por medio de la palabra. Esta, junto a una fina observación y vivencia, ha sido el vehículo para transmitir conocimientos, prácticas, creencias del pueblo, como las comidas y bebidas, los remedios caseros, las técnicas para construir vivienda, medios de transporte, instrumentos musicales y artesanías y, por supuesto, una variedad de expresiones propias del lenguaje; entre ellas están los relatos o historias de origen o mitos, las leyendas, los cuentos, los chistes, las coplas, las adivinanzas, los trabalenguas, las retahilas, las plegarias, los refranes y proverbios, entre otros. Este conjunto ha sido llamado folklore, término acuñado en 1846 en una revista londinense sobre antigüedades populares (Corso, 1966). La etimología del vocablo es inglesa, folk: pueblo, lore: estudio o saber, por lo que se traduce como saber popular y se remite a lo referente a las tradiciones populares. Apuntamos dos elementos del contexto en que nació este término, por un lado, a mediados del siglo XIX, ya Europa sentía la desaparición de muchas tradiciones ante el avance de prácticas industriales y, por otro, esta noción surgió, en cierta medida, del contraste entre la cultura de los sectores sociales de élite y de los sectores subalternos. Los últimos eran exponentes de estas tradiciones, cuyo reservorio eran las zonas rurales.

En la década de 1920, el antropólogo estadounidense Robert Redfield postula el controvertido concepto de “sociedad folk”, de carácter reduccionista, entre otros, “pues tal concepción hace referencia a una sociedad campesina ideal (cerrada, pequeña, preindustrial, etc.), basada en una serie de indicadores que no aparecen necesariamente en la sociedad” (Chang y González, 1981, p. 81), como señalamos cuando en nuestro país se debatía y cuestionaba el uso de este vocablo y las expresiones que lo conformaban. Un amplio sector de la población del país todavía se adhiere al folklore como un campo de estudio y expresión de las tradiciones populares, entre ellas las creaciones literarias en prosa o verso. El uso del término amerita reservas y aclaraciones, debido a las connotaciones de pintoresco, exótico o típico y su foco en el objeto y no en proceso de producción.

Nociones acerca de refranes, dichos y dicharachos

Los tres tipos de expresiones que se incluyen en el libro en cuestión, comparten el campo semántico de las artes verbales de pocas palabras, pues aunque en la actualidad se impone el formato impreso, su fuente de creación y transmisión está en la oralidad. Debido a sus diferencias podemos agruparlos en dos grandes bloques: los refranes y los dichos, con su derivado los dicharachos.

Los primeros son parte de la paremiología, voz del griego clásico que estudia unidades lingüísticas de carácter sentencioso, como los refranes y proverbios. La paremia es definida por Sevilla y Crida (2013, p. 106) como “una unidad fraseológica (UF) constituida por un enunciado breve y sentencioso, que corresponde a una oración simple o compuesta, que se ha fijado en el habla y que forma parte del acervo socio-cultural de una comunidad hablante”. Para Conca (1987, citada por Veyrat, 2008, p. 22), las paremias son actos de habla que resumen un discurso más amplio y por eso todo un refrán puede convertirse en tema de un macrotexto.

Los refranes han sido objeto de interés multidisciplinario (filosofía del lenguaje, lingüística y teoría de los actos de habla, teoría de la comunicación, sociología del lenguaje, antropología lingüística, semiótica). Existe una abundante compilación de material en distintas lenguas y los análisis de variados corpus indican el común en temas y motivos, señala Montserrat Veyrat (2008, p. 8), ya que “cada pueblo ha adaptado sus experiencias a sus características lingüísticas y culturales”.

Los diversos estudios coinciden en que el refrán posee una serie de rasgos como la antigüedad, el anonimato, la recurrencia a estrategias mnemotécnicas como la estructura bimembre, la rima, recursos estilísticos y formales y el uso de metáforas, anáforas y metonimia. La autora citada señala que el sentido de los refranes es conocido y compartido por los hablantes de una comunidad, pues estos “gozan de prestigio en determinada época como asertos que contienen verdades aceptadas, esto es, pertenecen al acervo lingüístico del habla” (Veyrat, 2008, p. 8) y los usuarios saben que no son creadores, sino portadores de un texto que reviste autoridad. Los refranes se refieren a una situación particular y presente aunque hayan sido producidos en una ocasión pretérita y son un producto de la sabiduría popular adquirida en la relación del ser humano con el medio ambiente natural y social.

En esta línea, María Conca señala que los refranes son actos de habla que necesitan ser contextualizados para manifestar su fuerza ilocutiva y señala que un discurso implica “una secuencia de acciones en la que las unidades de interacción verbal no son los enunciados sino los actos que propician transformaciones en las relaciones entre los participantes” (Conca, 1997, citada por Veyrat, 2008, p. 19), por lo que llama la atención sobre el sentido de los refranes, que puede variar en relación con la situación extralingüística. Estos referentes teóricos son un reto para aplicarlos en el estudio del corpus compilado por Zulay Soto.

Muchos refranes pueden ser parte del patrimonio cultural intangible, siempre que una comunidad o grupo social los considere como referente identitario, con valores positivos, que se deben mantener vigentes como parte de una herencia que es orgullo para las personas portadoras de esa tradición. Es decir, se estima el proceso y el dinamismo cultural de la transmisión intergeneracional, sin fetichizar los refranes por sí mismos ni aislarlos del contexto socio-cultural en que circulan.

Los dichos son otro tipo de artes verbales que incluyen las fórmulas pragmáticas y las unidades fraseológicas (UF). Las primeras, como señala Zuluaga (2004, p. 254) “realizan un acto comunicativo ritualizado, tienen un contexto fijo: se usan en una situación de la vida social o evento de interacción específico, estableciéndose una relación de solidaridad entre la fórmula y el contexto fijo”, cuyo caso típico son los saludos y otras fórmulas de cortesía (por ejemplo: “quihubo, quihúbole, qué tuanis, qué pelis, qué chiva”).

Las segundas UF constituyen por sí mismas enunciados completos que no necesitan de un contexto verbal inmediato para que constituyan una expresión de sentido. Algunas de ellas apuntan a organizar la interacción verbal (por ejemplo: “meter la cuchara”).

En estas se aplica el concepto de “cooperación comunicativa”, acuñado por Grice (1975), para referirse a los intercambios en la conversación −que no son desconectados− como esfuerzos cooperativos, en que cada participante reconoce hasta cierto punto, uno o más propósitos comunes.

Zuluaga (2004, p. 258) apunta que entre estas UF hay lo que él llama “fórmulas metalingüísticas en lenguaje corriente”, que se refieren al saber lingüístico de los usuarios de la lengua, y que le sirven al hablante luego de pautas para interpretar la interacción verbal. Los hablantes las usan y son comprendidas en lo semántico y pragmático (por ejemplo: “al pan, pan; al vino, vino”). Como observamos en el libro, abundan este tipo de fórmulas, pero debido a la disminución del grado de uso en la juventud, habría que constatar en qué sectores se realiza la interacción comunicativa con fluidez.

Recapitulamos que los dichos son expresiones del habla popular, denotadas mediante frases cortas, con un vocabulario coloquial e informal, cuyo contenido por lo general es jocoso y tienden a provocar la risa, recurren al doble sentido, a la comparación y a la burla (“Estar más aburrido que una ostra”, “no tener ni pies ni cabeza”, “montarse en la carreta”, “se destapó la olla”). Tienen en común con los refranes su carácter ingenioso, pero son expresiones más innovadoras y usadas espontáneamente en ocasiones más informales. Cuando una persona acostumbra a expresarse con muchos dichos, se dice que es muy “dicharachera”, lo que es motivo de simpatía, siempre y cuando se diga en el lugar adecuado. Para ilustrar un hecho, idea o concepto, la persona recurre a firmas retóricas, siendo las más comunes la metáfora, la alegoría y la ironía, matizadas con palabras que rimen.

El vocablo dicharacho se refiere a un dicho, que, con el mero uso del sufijo despectivo “acho” −común en la lengua española y otras lenguas romances, para formar una palabra derivada–, es indicador de un significado negativo, de desprecio, usado para referirse a una persona o una cosa de mal gusto sin gracia, entre otros calificativos. En el Diccionario de la Lengua Española, este sustantivo tiene esta acepción: “1. m. coloq. Dicho bajo, demasiado vulgar o poco decente” (DRAE, 2019). Por lo tanto, se aplica en ocasiones más restringidas y en ambientes de habla poco o nada cuidadosos, donde no se censuran las palabras soeces o groseras. Sin embargo, si nos ubicamos en el “hoy”, el uso de los llamados dicharachos es cuestión del contexto y su aplicación por un determinado grupo social, pues de manera similar a otras expresiones del habla popular, como el argot, su uso no se restringe a sectores marginales, sino que también es parte del bagaje de personas de las élites académicas y políticas, entre otros, quienes lo aplican con distintas intenciones. Este es un rico campo para el análisis de actitudes sociolingüísticas y las creencias acerca del uso de la palabra.

Para cerrar esta parte, apuntamos que el material que nos ofrece el libro es un espacio para atender asuntos sobre la taxonomía de los refranes, dichos y dicharachos. Zulay Soto los presenta alfabéticamente y así, el libro inicia con el dicho “Abajo fulano de tal. Descalificar a alguien” y finaliza con el refrán “Zorro dormilón no caza gallina. El vago no recibe beneficios”. No obstante, según el enfoque disciplinario, existen varias opciones para análisis textual, discursivo, semántico pragmático y estimar funciones lingüísticas y socio-culturales de estos actos de habla en la interacción comunicativa, ante la ausencia de estudios que expliquen el uso lingüístico de estas artes verbales en su función conversacional.

El ayer y el hoy

La segunda parte del título de la obra en cuestión especifica: “de ayer y de hoy”, lo que nos marca una temporalidad, bastante imprecisa. El ayer puede perderse en tiempos remotos o puede referirse a lo acontecido hace unos minutos, pues ya es tiempo pretérito. El hoy también es motivo de debate, pues su límite puede ser lo contemporáneo, lo moderno o lo postmoderno, según las apreciaciones de distintos lectores y lectoras. Sin embargo, con base en lo que Zulay nos dice en la presentación, este material contiene refranes, dichos y dicharachos con las interpretaciones de su padre, su madre, sus hijas y ella, lo que nos remite a una familia de finales del siglo XIX, todo el XX y tres lustros del XXI.

Este tránsito no es estático, pues toda producción verbal participa de los cambios ocurridos en la sociedad y la cultura, los que afectan el sentido que los refranes y dichos tengan para los hombres y las mujeres que los recrean y transmiten. Este hecho lleva a preguntarnos: ¿quiénes fueron los portadores de refranes y dichos?, ¿es el mismo grupo social? Estas interrogantes son otro campo de estudio que nos sugiere la lectura del libro.

Todo pueblo del mundo posee este género de literatura oral o tradición oral. La vitalidad de estas expresiones culturales es variable, según las condiciones de valoración y de transmisión de estas expresiones. En Costa Rica hay antecedentes de personas que recopilaron y publicaron este tipo de textos, como Hermógenes Hernández (1976), Emilia Prieto (1978), Luis Ferrero (2002), entre otros. Sin embargo, coincidimos con lo apuntado por el escritor Alfonso Chase, para quien “este libro representa la voz colectiva, pero también el aporte personal de tres generaciones de costarricenses; la que me parece la más completa recopilación que se haya realizado en la memoria histórica de este tipo de trabajos” (Chase, citado en Soto Méndez, p. ix, 2018).

Recordemos que los refranes y muchos dichos son parte de la oralidad y su uso se daba en interacción comunicativa. Debido a diversos factores endógenos y exógenos a la sociedad costarricense, la memoria colectiva se ve amenazada y con ella el riesgo de olvidar las tradiciones orales. Sin embargo, la publicación de materiales, como el libro en cuestión, es un medio para revalorizar la oralidad y facilitar su reproducción a las nuevas generaciones.

Referencias

Corso, Raffaele. (1966). El folklore. Buenos Aires: EUDEBA.

Chang Vargas, Giselle y González Vásquez, Fernando. (1981). Cultura popular tradicional. Fundamento de la identidad cultural. San José: Editorial UNED.

DRAE. (2019). Dicharacho. Diccionario de la Real Academia Española. (30 ed.). Recuperado de https://dle.rae.es/?id=DgVQMwK

Ferrero, Luis. (2002). Mil y tantos tiquismos costarricenses. San José: EUNED.

Hernández, Hermógenes. (1976). Refranes y dichos populares usuales en Costa Rica. San José: Litografía San Martín.

Grice, H. Paul. (1975). Logic and conversation. En Peter Cole y Jerry L. Morgan (Eds.). Syntax and semantics 3: speech acts (pp. 45-47). New York: Academic Press. Recuperado de http://sfu.ca/~jeffpell/Cogs300/GriceLogicConvers75.pdf

Prieto Tugores, Emilia. (1978). Romanzas tico-meseteñas. San José: Departamento. Publicaciones Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes/ Imprenta Nacional.

Sevilla Muñoz, Julia y Crida Alvarez, Carlos. (2013). Las paremias y su clasificación. Paremia, 22, 105-114. Recuperado de https://cvc.cervantes.es/Lengua/paremia/pdf/022/009_sevilla-crida.pdf

Soto Méndez, Zulay. (2018). Refranes, dichos y dicharachos de ayer y de hoy. San José: EUNED.

Soto Méndez, Zulay. (2008). Sentencias, dichos y refranes de ayer. San José: UNED.

Veyrat Rigat, Montserrat. (2008). Aproximación lingüística al estudio del refrán como unidad comunicativa. Dialogía, 3, 5-31. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2962852

Zuluaga Gómez, Francisco. (2004). Locuciones, dichos y refranes sobre el lenguaje: unidades fraseológicas fijas e interacción verbal. Forma y Función, 18, 250-282. Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/fyf/n18/n18a11.pdf

Notas de autor

* Costarricense. Doctora en Estudios de la Sociedad y la Cultura por la Universidad de Costa Rica (UCR). Docente de la Escuela de Antropología, Universidad de Costa Rica (UCR), San José, Costa Rica. Correo electrónico: gischang.cr@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8552-4246
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