InterSedes, N°44. Vol XXI (2020). ISSN 2215-2458
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Si existe un género narrativo que traspase las fronteras nacionales en la literatura
latinoamericana del siglo XX, este será el de la novela bananera, que denuncia un sistema de
explotación sistemática del ecosistema y del ser humano establecido alrededor de las costas de
Centroamérica y de las islas del Mar Caribe. Una de las denuncias de esta modalidad de novela
latinoamericana es, precisamente, el hambre y la escasez alimentaria que sufren los trabajadores.
La gastronomía y el arte culinario, presentes en los textos literarios que tematizan los banquetes de
la burguesía, quedan sustituidos por la crisis alimentaria sufrida permanentemente por los sectores
subalternos de la sociedad, los trabajadores de la bananera.
La novela bananera, cuya orientación pragmática es la denuncia, ha proliferado en aquellos
países en los que estuvo consolidada la plantación de este producto. La dimensión transnacional
del modelo productivo del monocultivo se materializó, desde un punto de vista geográfico, en una
suerte de imperio económico –dominado por la United Fruit Company- que abarcó desde las costas
de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá en el Caribe hasta sectores del Pacífico salvadoreño
y guatemalteco, y para el caso insular, Santo Domingo, Jamaica e islas de las Antillas menores.
Como consecuencia de su intencionalidad didáctica y propagandística, estas novelas, en
una manifestación más de homología o adecuación entre la forma y el contenido -lo que en la
poética clásica se conocía como decoro estilístico- emplean la estética del realismo social. Si se
pretende denunciar un estado de cosas, una problemática política y económica, se parte del
supuesto de que el texto tiene una génesis, un anclaje, en la realidad social.
Para profundizar el tema de la escasez alimentaria, me concentraré en este artículo en tres
novelas centroamericanas: Mamita Yunai (1941), del costarricense Carlos Luis Fallas, Bananos.
La vida de los peones de la yunai (1942), del nicaragüense Emilio Quintana, y Prisión verde
(1950), del hondureño Ramón Amaya Amador
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. Se trata de una escasez ocasionada por la
explotación laboral y las paupérrimas condiciones salariales del sistema productivo
agroexportador.
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¿Qué novelas pertenecen al género de la novela bananera? Según Grinberg y Mackenbach (2006: 161-176), además
de la novela de Carlos Luis Fallas, han sido tradicionalmente consideradas como novelas bananeras Sangre en el
trópico (1930) del nicaragüense Hernán Robleto, Bananos y hombres (1931) de Carmen Lyra, Bananos. La vida de
los peones de la yunai (1942), de Emilio Quintana, Prisión verde (1950) y Destacamento Rojo (1967), del hondureño
Ramón Amaya Amador, Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960), trilogía de
Miguel Ángel Asturias, Barro (1951), de Paca Navas de Miralda, Flor de Banana (1970), de Joaquín Beleño y Trópico
(1971), de Marcos Carias Reyes.