InterSedes, N°44. Vol XXI (2020). ISSN 2215-2458
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integrado de sujetos individuales pero, a las vez, entrelazados. Por ello, los sujetos están llamados
a involucrarse en las situaciones concretas de su tiempo, de su comunidad, para así excluir actitudes
de egoísmo, desinterés, apatía y desencanto con lo cotidiano. Siendo en este escenario en el cual
se manifiesta y se aplica la propia posición ética, desde la cual se produce la actuación personal en
respuesta a una realidad concreta y bajo la mirada y expectativa del colectivo o sociedad.
La formación de criterios de actuación que estén en sintonía con la realidad pasa
necesariamente por la reflexión de la comunidad. En dicho momento las necesidades concretas e
históricas pueden variar, verse afectadas por desastres naturales, pandemias, crisis fiscales. Esto
implica, que la reflexión ética en torno al modo de ser de un grupo social, no puede darse por
acabada, como un dato estático e inamovible. Las sociedades y sus proyectos tienen que disponer
de mecanismos para la revisión, crítica y cambios que aseguren un escenario para que su habitual
modo de responder a las situaciones sea congruente con los desafíos históricos. Esta concreción
histórica favorece que las sociedades y las personas en particular, puedan dar “cambios de timón”
más acordes a las exigencias de cada una de las épocas.
Según Taylor hay dos facetas con importantes diferencias en esta evolución, una referente
a la manera y la otra a la materia o contenido de la acción. En uno de sus planos, está claramente
relacionado con la manera de adherirse a cualquier fin o forma de vida. La autenticidad hace
claramente referencia a sí mismo: ésta ha de ser mi orientación (Taylor, 1994, p. 111). Pero no es
algo necesariamente individual, desarraigado del entorno. No cabe actuar de manera antojadiza y
arbitraria ante una realidad que se impone e impele a la persona a actuar para construir algo mejor,
una realidad posible que esté por encima de lo actual. Esto impele la actuación tanto de los sujetos
como de las organizaciones, más en momentos de crisis sociales, económicas, de salud, entre otros.
La libertad de la que dispone el ser humano es una libertad que implica tener que responder
por las preferencias tomadas. La persona como animal de posibilidades tiene que ajustarse, llevar
a cabo el ajusticiamiento, “tiene que justificar sus actos” (Aranguren, 1972, p. 48). Toda persona
tiene un universo de opciones en el preciso momento de elegir, escoger, universo de opciones que
estará sin duda delimitado o ampliado a partir del resultado personal y colectivo de las actuaciones
del pasado, como referente histórico ante sus nuevas decisiones. Sin embargo, no es solo actuar sin
dar razón de las mismas elecciones. El animal de posibilidades tiene como estructura interna del