Pertinencia, Calidad e Innovación en Educación Superior
Esteban Pérez López
InterSedes, Revista electrónica de las sedes regionales de la Universidad de Costa Rica,
ISSN 2215-2458, Volumen XXIV, Número 49, Enero-Junio, 2023.
10.15517/isucr.v24i49 | intersedes.ucr.ac.cr | intersedes@ucr.ac.cr
A: is article contemplates as an objective the reection on rst-order issues
in the modern educational eld, specically, capturing the relevance of relevance,
educational quality measured through indicators and innovation in higher education. e
methodological approach of the research was of the qualitative type, and was carried out
through a literature review and the critical contribution of the author, in order to measure
the relevance of these three components in higher education. As a result, it was possible to
carry out a comprehensive approach to these essential and closely linked elements, which are
part of the outcome and total gear of higher education, and of this as a fundamental process
for the development of the human being in an integral way. in society, for the generation of
the invaluable product that knowledge represents, not only to exercise a trade or profession,
but also knowledge for life. As a conclusion of the study, it is extracted that relevance, quality
and innovation constitute codependent elements in modern education, for which they must
be guaranteed, monitored and kept in constant dynamics in the current educational eld.
R: El presente artículo contempla como objetivo la reexión sobre temáticas de
primer orden en el ámbito educativo moderno, especícamente, plasmando la relevancia
de la pertinencia, la calidad educativa medida a través de indicadores y la innovación en la
educación superior. El abordaje metodológico de la investigación fue del tipo cualitativo,
y se realizó mediante revisión de literatura y el aporte crítico del autor, en el sentido de
dimensionar la relevancia de estos tres componentes en la educación superior. Como
resultado se pudo realizar un abordaje integral de estos elementos esenciales y estrechamente
ligados entre sí, que forman parte del desenlace y engranaje total de la educación superior
como un todo, y de esta como un proceso fundamental para el desarrollo del ser humano
de manera integral en la sociedad, por la generación del producto invaluable que representa
el conocimiento, no solo para ejercer un ocio o profesión, sino del conocimiento para la
vida. Como conclusión del estudio se extrae que la pertinencia, la calidad y la innovación,
constituyen elementos codependientes en la educación moderna, por lo cual deben ser
garantizados, monitoreados y mantenerlos en constante dinámica en el ámbito educativo
actual.
Universidad de Costa Rica
Sede Occidente. Recinto de
Grecia Alajuela, Costa Rica
esteban.perezlopez@ucr.ac.cr
Publicado por la Editorial Sede del Pacíco, Universidad de Costa Rica
P : educación superior, calidad, evaluación, acreditación, desarrollo.
K: higher education, quality, evaluation, accreditation, development.
Relevance, Quality and Innovation in Higher Education
Recibido: 21-02-22 | Aceptado: 8-04-22
C  (APA): Pérez López, E. (2023). Pertinencia, Calidad e Innovación en Educación Superior.
InterSedes, 24(49), 255-275. DOI 10.15517/isucr.v24i49.50180
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INTRODUCCIÓN
La educación representa un proceso innato que ha coexistido
desde la misma existencia del ser humano, y como tal ha requerido
como todo proceso en la vida de irse adaptando a las demandas del
entorno en medio de los cambios de época, que vienen a establecer
retos que orientan a reinventar los procesos educativos convencio-
nales, obligando a quienes están en el mundo educativo: docentes,
estudiantes y sistema educativo integral, a garantizar la pertinencia,
actualización constante y calidad de la educación; además de bus-
car las formas de trascender las barreras existentes para hacer que se
dimensione el proceso de enseñanza-aprendizaje en todos sus alcan-
ces, a través de comprender cada uno de los elementos que dan forma
a una educación formal civilizada, en la que hoy en día el estudiante
debe formar parte activa del proceso educativo.
Torres et al. (2018) mencionan que, en la educación, como en los
negocios, ha sido cada vez más reconocido que la participación activa
de los actores en el proceso mejora enormemente la calidad del pro-
ducto. Los estudiantes son mejor educados si permanecen motivados
para participar de manera activa en el proceso de construcción de
conocimiento, y lo mismo se puede decir de los demás actores del
proceso educativo. Entre todos los actores es posible dar paso a la
educación superior pertinente, innovadora y de calidad.
Según Abad et al. (2017), uno de los factores primordiales en edu-
cación superior es asegurar la pertinencia educativa, y para lograrla,
uno de los elementos que contribuye significativamente es el docente;
de ahí la importancia de contribuir a su desarrollo profesional, mejo-
rar las condiciones de trabajo y su calidad de vida. Si un docente
no está actualizado, motivado y comprometido, difícilmente podrá
aportar a una formación pertinente para que el futuro profesional
pueda responder cabalmente a las demandas del entorno en el que
se desenvolverá.
También, Vega (2020) hace mención a que la calidad en educación
superior es un elemento esencial en los distintos escenarios actuales
a nivel político, cultural, económico y social, que se experimentan a
nivel mundial; su búsqueda se ha convertido en paradigma de desa-
rrollo a nivel país, lo cual constituye un tema central en la agenda de
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desarrollo de los gobiernos, directivas, consejos y responsables de la
política pública en el ámbito de la educación.
Por su parte, López-Echeverría (2018) destaca que la educación
concebida en su máximo significado es considerada como la ruta que
permitirá un acercamiento a la concepción de desarrollo conveniente
para consolidar la paz, erradicar la pobreza extrema y enrumbarse
hacia la sustentabilidad; asimismo, la implementación de la educa-
ción para el desarrollo sostenible (EDS) se logra contando entre sus
componentes: con la innovación en educación, la educación en valo-
res para la vida y la sostenibilidad a nivel curricular, la cual se da a
través de la calidad y la pertinencia educativa. Brindado lo anterior,
el presente manuscrito presenta un análisis del autor a la luz de la
literatura oportuna, que permita establecer un escenario que conlleve
a vislumbrar la relevancia de la pertinencia, la calidad y la innovación
en educación superior, como una triada de elementos esenciales que
deben formar parte de manera conjunta, cada uno aportando en la
especificidad que le corresponde, en todo sistema educativo a nivel
universitario.
PERTINENCIA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2009), la responsabilidad social
de la educación superior debe considerar: Responsabilidad de todas
las partes que conforman las instituciones en interrelación con el
Estado (la educación es un bien público-comunitario o social);
construir conocimientos científicos, económicos, sociales y cultu-
rales que permitan atender los problemas sociales urgentes, dentro
de los cuales la educación es uno de ellos; pilares de la educación
superior: docencia-investigación-acción social; formación integral
de los seres humanos para ejercer la ciudadanía de manera activa,
contribuyendo en el desarrollo económico, la paz social y el cuidado
con el ambiente.
En este sentido, la educación superior atiende a la pertinen-
cia cuando interviene activamente en los tres grandes ejes que
deben caracterizar una institución de esta índole: la docencia, la
investigación y la acción social, gozando de autonomía y el apoyo
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económico-político para el aporte íntegro a la región y al país.
Las autoras Sánchez y Valenzuela (2018) mencionan como
modelos significativos a la pertinencia: 1. el enfoque político, 2. el
enfoque economicista y 3. el enfoque social; comentan que en suma-
toria, estos enfoques de pertinencia contemplan las necesidades de
los individuos y de la sociedad; el componente económico y la aper-
tura al mundo laboral; así como, el aspecto político, pues este tiene
un papel relevante, ya que el delineamiento de una política nacio-
nal tiene una incidencia directa en la pertinencia de la educación
superior.
El modelo sistémico de calidad de De la Orden, es un modelo de
evaluación de la calidad en los sistemas de educación que identifica
la calidad de la educación superior desde el conjunto de componen-
tes del proceso y su coherencia en las relaciones dadas para lograr el
engranaje correcto en el sistema educativo universitario de manera
integral. Y a partir del modelo, se justifica y legitima el estableci-
miento de criterios de calidad educativa en sus dimensiones básicas:
funcionalidad, eficacia y eficiencia (Sánchez y Valenzuela, 2018).
Cevallos (2012) indica que la tarea de la universidad consiste en
construir un puente que vincule a la universidad con los desafíos de
la sociedad, formando a seres humanos integrales, sociables y con
visión solidaria para poder participar en una sociedad fundada en
relaciones de colectividad, y para esto, se debe buscar una formación
integral que articule de manera coherente lo teórico con lo práctico,
lo intelectual con lo manual, los aspectos conceptuales con los acti-
tudinales, procedimentales y de formación en valores, la razón y los
sentimientos durante todos los procesos de enseñanza-aprendizaje.
También, una tarea primordial de las universidades es la de
aportar al desarrollo de una sociedad igualitaria y democrática, con
justicia social; para ello, tiene dos grandes propósitos: a) El desarro-
llo de la ciencia y los saberes en función de los diversos problemas
de la sociedad y de sus soluciones; b) la formación de profesionales
capaces de actuar en la sociedad, aplicar los saberes y conocimien-
tos científicos con responsabilidad social y reflexión crítica sobre su
actividad (Cevallos, 2012).
De esta forma, las universidades deben enfocarse en facilitar la
educación con alto contenido humanista y de manera colectiva,
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adaptándose a las necesidades de las comunidades, procurando el
interés por la situación de los demás, permitiendo el desarrollo de
valores en los educandos y asegurando la incursión de estos en los
problemas cotidianos de la sociedad, generando aportes en cada una
de las áreas de especialización: salud, ingenierías, educación, etc., y
así solventar las necesidades y problemáticas en todos los ámbitos
sociales.
También, importante destacar que tanto el educador como
el alumno deben ser conscientes de que los valores no se pueden
aprender de manera teórica o conceptual; más bien, deben ser expe-
rimentados en la práctica cotidiana; es así que el sujeto moral íntegro
y consciente se educa a través del servicio a la comunidad al llevar
una vida activa y creativa, enfrentando y dando respuesta a determi-
nados hechos concretos y vivenciales (Cevallos, 2012).
Por último, Cevallos (2012) menciona que la función que tiene
que asumir la universidad es la de promocionar una cultura de res-
ponsabilidad en relación a grandes problemas de su sociedad. En el
largo y permanente proceso de humanización del individuo, la uni-
versidad tiene un papel protagónico: deberá formar personas activas
o participativas, capaces de dialogar con las comunidades de manera
contextualizada y buscando transformar las estructuras sociales en
las que se desenvuelven. El nuevo modelo educativo deberá dirigirse
a la intervención social con la ayuda de conocimientos científicos,
técnicos y tecnológicos adquiridos, considerando que es una tarea
fundamental de la institución educativa responder ante las necesi-
dades de la colectividad.
Dicho lo anterior, la pertinencia en el contexto de la educación
superior engloba un significado de “plantear algo a la medida” – pero
¿a la medida de qué?– en este caso específico la pertinencia en la
educación universitaria se cumple cuando esta atiende de manera
exacta, precisa, fiel e inequívoca a las demandas y necesidades de
la sociedad, por medio de una estructura que da respuesta integral,
con opciones académicas que responden al desarrollo que el entorno
social, económico y político requieren en un momento dado, el cual
es cambiante con el tiempo. En la figura 1 se presenta un mapa men-
tal en el que se aborda la pertinencia en la educación superior.
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Figura 1
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Fuente: Elaboración propia a partir de Tünnermann (2011).
CALIDAD E INDICADORES EN EDUCACIÓN SUPERIOR
Cuando se habla de calidad en educación superior, el término
está estrechamente ligado con el de pertinencia, inclusive al punto
de que no se puede hablar de educación de calidad sin que esta sea
también pertinente, o de educación pertinente sin que esta sea de
calidad. Ambos términos deben ser dimensionados y asegurados en
todo proceso formativo formal a nivel de educación universitaria,
para asegurar los resultados deseados por las partes implicadas.
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Ahora bien, en relación con la calidad en la educación superior
como dimensión que invade el proceso educativo de manera íntegra,
Vega (2020) afirma lo siguiente:
La calidad educativa no solo es un referente del saber-ha-
cer-ser, sino una impronta institucional: garante del futuro
profesional que entrega a la sociedad y organizaciones
empresariales. Diferentes escenarios (congresos, semi-
narios, foros) han convocado a los actores académicos,
sectoriales y sociales, entre otros, a expresar sus preocupa-
ciones por la situación de la educación, y al mismo tiempo,
procurar asumir una postura activa en los procesos de for-
mación desde las bases hasta niveles profesionales. (p. 7)
También, Jiménez (2019) menciona que la evaluación de la cali-
dad educativa es una herramienta que en los últimos 20 años se
ha utilizado de forma ininterrumpida en la educación superior. Si
bien la evaluación educativa ha sido considerada en el desarrollo de
diversas actividades como el aprendizaje y la docencia, uno de los
procesos que tienen mayor relación con las políticas de educación
superior gestados a nivel internacional reside en la evaluación de
programas educativos, particularmente aquellos de formación pro-
fesional a nivel de licenciatura y bachillerato.
Además, relacionado con la calidad en la educación superior y la
evaluación de esta, los indicadores como esencia generadora de esta-
dísticas fundamentan y potencian la toma de decisiones oportunas
en diversos ámbitos, y en la educación es uno de los ejemplos más
contundentes. Martínez (2010) menciona que a partir de la década
de los ochenta, la preocupación por la calidad educativa alcanzó nive-
les sin precedentes en muchos países, ante la creciente competencia
económica internacional, y que en ese marco adquieren sentido los
esfuerzos por tener evaluaciones educativas más completas y confia-
bles, lo que incluye mejores sistemas de indicadores. La relación entre
indicadores y estadísticas está muy bien definida, ya que representan
esfuerzos por concretar nociones abstractas y cuantificar lo cualita-
tivo, por lo que hoy parece claro que un buen sistema de estadísticas
es necesario para que las decisiones que se toman en los sistemas
educativos tengan base sólida (Martínez, 2010).
Se menciona que la mayoría de los países carecen de medidas
sistemáticas sobre resultados educativos y que las evaluaciones
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comparativas internacionales son raras o escasas; también, se señala
que suele haber estadísticas mejores sobre cuestiones económicas,
demográficas o de salud que de educación; en este sentido, los pri-
meros pasos de la OCDE para desarrollar su sistema de indicadores
educativos comenzaban con un diagnóstico. En la misma época,
expertos encargados, por parte del gobierno de Estados Unidos, del
diseño de un sistema de indicadores educativos a escala nacional
identificaban problemas que muestran que la pobreza y la incon-
sistencia de las estadísticas educativas no son exclusivas de países
menos desarrollados (Martínez, 2010).
El término indicador se utiliza en sentidos no coincidentes y se
constituyen en parte del proceso de operacionalización: variables,
dimensiones e indicadores. El concepto clave es el de variable, que
denota un aspecto de la realidad que se quiere explorar que adopta
valores distintos en la población que se estudia. Algunas veces, las
variables se conceptualizan de tal manera que resulta muy sencillo
identificar la realidad a la que corresponden; es el caso de varia-
bles como las de sexo, edad o estado civil, tan utilizadas en muchas
investigaciones. Por su parte, la palabra indicador no se refiere de
modo necesario a un aspecto particular de una variable más amplia,
sino que, al contrario, puede tener un carácter sintético e integrar
varios más particulares, pero siempre con la pretensión de hacerlo
de tal suerte que sea posible un tratamiento preciso, cuantitativo
(Martínez, 2010).
Según Wyatt (1994), la definición más aceptada se deriva de
Oakes, quien expresa que un indicador debe informar acerca, al
menos, de uno de los siguientes aspectos: Logros de un sistema
educativo para obtener ciertos resultados (el indicador se liga a los
objetivos y es un referente para medir los avances); características
que una investigación ha mostrado en función de los objetivos
planteados y los resultados obtenidos; rasgos medulares del sistema
educativo para comprender cómo funciona; información relevante
relacionada con problemas o aspectos de la política educativa, que
permitan sustentar la toma de decisiones.
Un indicador debe: Medir aspectos que se encuentren en todos
los ámbitos del sistema evaluado o por evaluar; medir aspectos esta-
bles o duraderos del sistema educativo, de tal modo que puedan
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analizarse tendencias y uctuaciones en el tiempo; ser fácil de inter-
pretar para una audiencia amplia; ser factible de medir, teniendo
en cuenta el tiempo, el costo y la capacidad técnica requeridos para
su obtención; ser aceptado por sus cualidades técnicas de validez y
conabilidad (Wyatt, 1994).
Según menciona Martínez (2010), la Comisión Europea establece
una serie de indicadores catalogados a partir de seis dimensiones,
establecidas con base en:
El grado de tratamiento o procesamiento de la información
disponible: indicadores elementales, derivados o compuestos.
La posibilidad de establecer comparaciones de la infor-
mación: indicadores específicos o genéricos.
El alcance de la información que se obtiene: indicadores
de programa y de contexto.
Las etapas del programa: de recursos o insumos, de sali-
das o productos inmediatos, de resultados o productos
mediatos y de impacto, o de largo plazo.
El criterio de evaluación establecido: de relevancia, efi-
ca-cia, eficiencia o desempeño.
Su utilización dada para el fin previsto: de monitoreo,
para uso inmediato o de evaluación, al final del proceso.
La complejidad de los sistemas educativos hace que ningún
indicador particular pueda ofrecer una imagen suficientemente
amplia del conjunto. Por ello, es obligatorio construir un sistema
de indicadores teniendo en cuenta que un sistema no es la simple
acumulación o yuxtaposición de indicadores particulares, sino un
conjunto articulado de ellos (Martínez, 2010).
El uso de indicadores está estrechamente ligado con la calidad del
sistema educativo, la cual Martínez (2010) la define como la cualidad
que resulta de la integración de las dimensiones de pertinencia y
relevancia, eficacia interna, eficacia externa a corto plazo, eficacia a
largo plazo o impacto, suficiencia, eficiencia y equidad.
Por su parte, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI,
2015), hace referencia a que se tenían las siguientes 11 metas para
el año 2021: Más participación social, más igualdad y erradicar la
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discriminación, más oferta y de mayor carácter educativo, mejor
acceso a la educación primaria y secundaria, mayor calidad de la
educación, favorecer el vínculo con el empleo, educación continua
para toda la vida, fortalecer la profesión del docente, fortalecer la
investigación científica, invertir más y mejor, y evaluar el sistema
educativo. Dicho sea de paso, se requerirán de sistemas de indica-
dores para determinar el grado de alcance de las metas planteadas,
porque lo que no se mide no se mejora, y si no se cuantifica el logro
no se determina si se obtuvo el éxito esperado.
Para Vincent-Lancrin et al. (2019), si bien la innovación en las
prácticas educativas no está necesariamente relacionada con la tec-
nología, la innovación en la disponibilidad de computadoras y en el
uso de tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en
el trabajo escolar de los estudiantes ha sido realmente importante
e impulsores de cambio en la última década. Más estudiantes han
usado la tecnología en clase o para su trabajo escolar. Sin embargo,
en casi todos los países, los estudiantes han experimentado dis-
minuciones en la disponibilidad de computadoras de escritorio y
tabletas para usar en sus lecciones, a pesar de esto, la disponibilidad
se mantuvo alta.
LA INNOVACIÓN EDUCATIVA
En este tercer escenario, derivado de enmarcar la pertinencia
y la calidad en educación superior como elementos infaltables
en todo proceso formativo a nivel universitario, es necesario
indicar que la innovación educativa se supone un componente
inherente y se constituye en una necesidad y obligatoriedad en
la educación superior del siglo XXI, ya que permite dinamizar y
flexibilizar los procesos de enseñanza-aprendizaje hacia formas,
modelos y estrategias más modernas, ágiles, efectivas y efica-
ces para lograr la construcción del conocimiento por parte del
educando. Esto, a su vez, empodera y potencializa tanto al estu-
diante como al docente para desempeñarse cabalmente ante las
demandantes exigencias de la sociedad, y más allá de las fronte-
ras de su propia nación.
Importante mencionar que la innovación en sí misma denota
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novedad y tiene que ver con un cambio que implique o resulte
en una mejora; la innovación significa cambiar hacia algo nuevo
totalmente o algo nuevo respecto al objeto cambiado, pero aun-
que la innovación siempre signifique cambio no todo cambio
resulta innovador (Tomàs et al., 2009). Este cambio orientado a
la mejora debe tener además la pretensión de ser sostenible, que
perdure a través del tiempo y que no quede como un cambio
efímero (Altopiedi y López, 2010).
Además, según Pascual y Navío-Gàmez (2018), la innovación
educativa es cualquier cambio generado dentro o fuera de una
institución de educación, orientado a la mejora desde su ori-
gen, y que es susceptible de crítica y reflexión colectiva, lo que
permite su institucionalización y sostenibilidad. Por su parte,
los educadores mantienen verdaderas teorías implícitas sobre la
educación en todas sus dimensiones, incluyendo la innovación
y el cambio educativo. En cuanto a la definición de innova-
ción educativa se encuentran cuatro elementos clave: cambio,
orientación a la mejora, crítica e institucionalización (Pascual
y Navío-Gàmez, 2018). Según López-Echeverría (2018), la uni-
versidad contemporánea debe creerse a sí misma como una
institución que aprende para fortalecer su cultura innovadora y
beneficiar procesos como:
El robustecimiento de la educación integral de personas
competentes.
La actualización y modernización de su currículo, enten-
dido como el proyecto que enlaza todas las oportunidades
de enseñanza-aprendizaje, y que posibilita la generación y
gestión de los conocimientos.
La mejora de la eficiencia, eficacia y la efectividad de todos
sus procesos.
La elaboración o transformación de estructuras organiza-
tivas que faciliten la innovación, entendida como cambios
que originan mejoras en los sistemas y procesos.
La modernización constante de los recursos tecnológicos y
su disponibilidad en los diferentes ámbitos institucionales.
La adopción de estrategias de internacionalización que le
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permiten interactuar y figurar en el marco de la globalidad.
La mejora de sus sistemas de comunicación con fines inter-
nos y externos.
La actualización de la gestión de procesos académicos y
administrativos, que involucre una relación armónica entre
ellos.
La perspectiva actual entiende que todos los ámbitos universita-
rios: docencia, investigación y extensión, forman parte del currículo
institucional, y en ese contexto, deben estar comprometidos con
la innovación necesaria para la formación orientada al desarrollo
sostenible (López-Echeverría, 2018).
Por otra parte, Rimari (2017) dice que el principal objetivo de
los procesos de innovación educativa es mejorar la calidad de la
educación integralmente, y como principios de innovación destaca:
La formación del estudiante como la esencia de las innovaciones
educativas para la transformación cultural en procura de mejo-
rar el nivel de vida individual y social; la autonomía para permitir
que se generen los procesos de innovación educativa de manera
oportuna; la investigación interdisciplinaria para la construcción
y reconstrucción del conocimiento, como eje del proceso de inno-
vación, y la práctica misma que legitima la innovación educativa.
La innovación educativa contempla una serie de aspectos: tec-
nológicos, didácticos, pedagógicos, procesos y personas. Implica la
implementación de un cambio radical en el proceso de enseñan-
za-aprendizaje incorporando un cambio en las formas, materiales,
métodos, contenidos o en los contextos implicados en la enseñanza.
La diferencia percibida debe estar relacionada con la calidad de
novedad del elemento mejorado, la aportación de valor del mismo
al proceso de enseñanza-aprendizaje y la relevancia que la innova-
ción propuesta aportará a la institución educativa y a los grupos de
interés externos (Murillo, 2017).
También, Murillo (2017) menciona diferentes tipos de innova-
ción educativa analizados en el contexto académico del Tecnológico
de Monterrey:
La innovación disruptiva: es aquella que tiene el potencial
de impactar a todo el contexto educativo; su impacto per-
mite que la evolución lineal de un método, técnica o proceso
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de enseñanza-aprendizaje cambien drásticamente.
La innovación revolucionaria: es la que muestra la aplica-
ción de un nuevo modo de pensamiento o paradigma y
se revela como una transformación esencial en el proceso
de enseñanza-aprendizaje y un cambio significativo de las
prácticas existentes.
La innovación incremental: es el cambio que se construye
con base en los elementos de una estructura ya existente.
Actualiza un elemento, metodología, estrategia, proceso,
medio de entrega o procedimiento ya existente.
La mejora continua: son aquellos cambios que afectan de
manera parcial alguno de los elementos de innovación edu-
cativa sin alterar de forma significativa el proceso.
Lopera (2018) se refiere a que existen maestros que inspiran,
más allá de las políticas públicas, la tecnología, recursos, etc. y las
tecnologías no pueden sustituir a un profesor inspirador. El maes-
tro siempre debe planear, enseñar, calificar, ser un comunicador
excelente, un educador integral y aquí la innovación tecnológica
debe ser facilitadora y potenciadora de los procesos educativos. La
innovación no se trata de ver cómo hacer para que el estudiante
aprenda mejor sin el maestro, sino de ver cómo se potencian las
habilidades de los docentes que inspiran para transformar las aulas
de clase con innovación.
Una de las innovaciones más notables para los estudiantes
radica en cómo se desarrollaron sus maestros y su conocimiento
profesional. La proporción de estudiantes enseñados por maestros
que participaron en el aprendizaje entre pares aumentó conside-
rablemente en la última década, mientras que los impartidos por
maestros que asistieron a una capacitación formal de maestros en
los últimos dos años se mantuvo estable. La innovación no es un
fin en sí misma, pero debería mejorar los resultados educativos,
ya que puede tener un impacto diferenciado en diferentes obje-
tivos educativos: los resultados de aprendizaje de los estudiantes
(medido por medio de pruebas), participación de los estudian-
tes, equidad, rentabilidad, trabajo de los docentes, bienestar, etc.
(Vincent-Lancrin et al., 2019).
En promedio, los países que más han cambiado sus prácticas
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pedagógicas también han mejorado los resultados académicos
de los estudiantes, los países que más han innovado en la última
década tienden a haber experimentado aumentos en la satisfacción
y el disfrute de sus estudiantes en la escuela; no obstante, ahí no
hubo una asociación consistente con la reducción de la inequidad
educativa en todas las disciplinas y niveles. La innovación también
estuvo asociada en promedio positivamente con el colectivo de
docentes en la autoeficacia dentro de su escuela y con la ambición
colectiva de sus estudiantes; por último, las medidas de innovación
en educación aún necesitan diversicarse, mejorar y ser más dirigi-
das; se deben explorar nuevos enfoques para medir la innovación
en educación, y hay dos caminos prometedores por delante: en
la exploración de otras fuentes de datos distintas de las que han
sido utilizadas hasta ahora y en el desarrollo de instrumentos de
encuesta para medir la innovación en todos los niveles de la edu-
cación (Vincent-Lancrin et al., 2019).
Es en este sentido que las herramientas tecnológicas para enseñar,
y la buena aplicación de estas en los entornos educativos presenciales,
virtuales, sincrónicos, asincrónicos, etc., vienen a dinamizar y poten-
ciar el proceso de enseñanza-aprendizaje, logrando resultados más
efectivos en la construcción de conocimiento por parte de los edu-
candos, lo cual a su vez pone al estudiante en un nivel globalizado de
desarrollo en sus conocimientos, y en las formas de obtenerlos, que
le permitirán a futuro enfrentarse a retos en su ámbito del saber de
manera integral en su país, y más allá de sus fronteras, en cualquier
parte del mundo.
Según Santos (2018), la innovación, en cualquier ámbito, remite a
un problema que se pretende resolver, o que se desea resolver mejor;
innovar, por tanto, no es idear, generar ocurrencias o reportar resul-
tados de experimentos, por muy bienintencionados o complejos que
estos sean; innovar requiere un problema, sobre el que se aplica una
metodología de innovación, con miras a buscar mejores resultados
en determinado proceso.
Así las cosas, en el contexto de la innovación en educación supe-
rior podemos aplicarla al responder: cuáles son las mejores formas
en toda su amplitud de ejercer la docencia en determinados temas,
materias o carreras; cuáles son las estrategias y medios de investi-
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gación más influyentes hacia la atención de problemas reales de la
comunidad científica local y mundial; cuáles son las dinámicas más
adecuadas para llegar a la profundidad necesaria para la atención
precisa de las problemáticas sociales vigentes, a través de proyectos
de extensión o acción social universitaria. Respondiendo a interro-
gantes como estas, nos daremos cuenta del tipo de innovación que se
requiere abordar e implementar para atender determinadas proble-
máticas educativas.
Por su parte, de la mano con la innovación, Melo et al. (2017)
indican que las universidades son responsables de crear entornos
virtuales que preparen a sus estudiantes para entrar en el mercado
de trabajo actual, garantizar un acceso continuo a la actualización de
conocimientos, así como las competencias de interrelacionar concep-
tos y aplicarlos a un nuevo esquema de gestión de conocimiento; sin
embargo, la realidad de la apropiación de las tecnologías en las uni-
versidades dista de estar actualizada respecto de dichas tendencias.
La rapidez de los cambios, así como las urgencias de Gobiernos
por lograr la implementación tecnológica en el sistema educativo ha
conllevado un error en la lógica de incorporación de las NTIC; se
cuestiona que, si desde los enfoques de políticas públicas en NTIC y
educación se pone el énfasis mayormente en la tecnología más que
en los procesos pedagógicos del aula, hasta qué punto sean necesa-
rias y convenientes las tecnologías pues sobre un sistema educativo
obsoleto, introducir tecnologías puede mostrar de mayor forma sus
falencias (Melo et al., 2017).
Las políticas deben responder a definir un perfil de docente
nuevo, y proceder a la disponibilidad de contenidos y aplicaciones,
favoreciendo redes de apoyo y sobre todo apoyando la investigación.
Diferentes autores proponen una mayor investigación acerca de los
modelos metodológicos y las condiciones bajo las cuales los docentes
y los estudiantes encuentran más incentivos en adoptar estrategias
aplicadas a docencia y aprendizaje mediante las NTIC en contextos
socio-culturales diferenciados (Melo et al., 2017).
Es importante indicar que las aulas no son los únicos ambientes
de enseñanza-aprendizaje y que no necesariamente debe haber un
escenario formal de enseñanza para que exista aprendizaje, ya que
el individuo en sí mismo como ser racional y pensante establece sus
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propios escenarios para el aprendizaje. El transitar en la vida misma
es un continuo aprendizaje, lo cual por supuesto puede y debe ser
potenciado por múltiples formas de “bombardeo” de conocimiento,
donde las plataformas tecnológicas, entre ellas las redes sociales,
revisten capital importancia como fuentes y mediadores del apren-
dizaje para construir conocimiento a la medida del educando.
La educación debe estar fundamentada en el desarrollo de habi-
lidades y basada en la experiencia, cuyo sustento se encuentra en los
estudios investigativos sobre aprendizaje activo, aprendizaje basado
en casos o problemas, modelado y resolución de problemas, el desa-
rrollo incremental de habilidades y el uso adecuado y pertinente de
las TIC como herramientas de apoyo a la educación (Rodríguez,
2012).
Según lo anterior, debemos concebir el rol educativo como un
proceso interactivo que trasciende las aulas y las formas funda-
mentales de ejercer docencia magistral y en pizarra que en muchos
casos son obsoletas, sin que esto signifique que deban desaparecer
en determinados escenarios, pero sí que den apertura al paso de
sistemas flexibles educacionales, que permitan la adaptabilidad
de las formas y estrategias didácticas hacia las maneras idóneas de
enseñanza mediadas por tecnologías, redes sociales y las dinámicas
que permitan al educando aprender haciendo, y ser partícipe de la
construcción de su propio conocimiento con mayores índices de efi-
ciencia en los procesos educativos.
Las TIC dan lugar a cambios en la educación y estudios sobre
el impacto de las mismas, y las tecnologías permiten que los
estudiantes aprendan facilitando el desarrollo de habilidades intelec-
tuales tales como reflexión, razonamiento y resolución de problemas
(Rodríguez, 2012).
Según menciona Rodríguez (2012), las herramientas y recursos
tecnológicos hacen que las personas hoy en día aprendan de forma
diferente a las de años atrás; la innovación en la educación y en el
proceso de enseñanza-aprendizaje de manera holística es uno de
los grandes logros de la sociedad del conocimiento y de forma muy
contundente se evidencia en las facilidades que estas tecnologías
traen para acceder al conocimiento de forma abierta y espontánea.
Esto demanda que la educación a distancia adopte tales tecnologías
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y les saque el máximo provecho para mejorar la calidad de su oferta
académica, la cual hoy por hoy se encuentra de forma digital en la
Internet y con una gran variedad y opciones para toda la sociedad.
Por otra parte, Rodríguez (2012) indica que las herramientas y
recursos tecnológicos, y su evolución hacia la computación en la
nube con el fenómeno emergente de las plataformas de software
social, hacen que las personas interactúen de manera tal que el ser
humano se desempeñe como protagonista activo de su propia for-
mación a través de una red de lectura y escritura. Dicha evolución
del Internet basada en sociedades de usuarios y una gran gama de
servicios de comunicación, de tratamiento de la información, de
socialización del conocimiento, de intercambio de información, de
redes sociales, blogs, video y audio streaming, podcasts, wikis, entre
otros; hacen que la educación a distancia evolucione hacia una edu-
cación en la nube que fomenta la colaboración y el intercambio ágil
de información entre los usuarios (Rodríguez, 2012). Bajo este esce-
nario planteado de educación en la nube, es de resaltar el ejercicio
docente desde una perspectiva tecnológica avanzada, donde cada
etapa de construcción del conocimiento en la persona estudiante
está apoyada en software, redes sociales y tecnología que facilita el
aprendizaje. Igualmente, es necesario destacar que en cada etapa del
proceso de aprendizaje debe estar presente la interacción entre los
actores del proceso en todas las direcciones posibles, involucrando
los actores en una triangulación docente-estudiante-tecnología, en
cualquier orden que se presente la interacción y sin dejar de lado la
relevancia que tendrá siempre las interacciones docente-estudiante
y estudiante-estudiante asistidas por la tecnología.
En el siglo XXI la educación debe estar marcada por el conec-
tivismo, ser creativos e innovar participando en redes más amplias
con otras personas, en vista de que las estructuras de conocimiento
están cambiando, por lo cual requerimos de nuevos enfoques, como
los que se proponen hoy en día para promover la creatividad y la
innovación. Esto demanda a futuro pasar de los cursos tradicionales
a la formación por competencias y la competencia se puede definir
como la unidad de conocimiento que alguien puede dominar para
llevar a cabo una tarea específica, o cubrir una necesidad específica
de conocimiento (Siemens, 2013).
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Por último, según se extrae del video de Expo Excelencia
Universitaria (2011), las redes sociales en la actualidad vienen a
representar una interconectividad sin precedentes que no puede ser
pasada por alto en el entorno educativo, como una gran e inme-
jorable oportunidad para aplicaciones en docencia, escritorios
académicos, redes de tutores y trabajo científico interdisciplinario,
que fomente la modernización, flexibilización y adaptación de las
dinámicas educativas hacia plataformas sociales cibernéticas que
impulsan el aprendizaje y lo hacen ágil y atractivo en el entorno tec-
nológico que nos rodea en el presente siglo.
Las plataformas digitales o entornos virtuales y el uso de redes
sociales en educación deben estar destinados a facilitar las estra-
tegias de aprendizaje, amalgamar la información y los procesos
educativos mismos, pero siempre enfocados en lograr un mayor
involucramiento del estudiante con un rol participativo que le
demande enfrentarse a situaciones individuales y colectivas que le
obliguen” a pensar, buscar, construir y obtener el conocimiento, así
como las habilidades y destrezas que es necesario incorpore en su
formación por el transitar en los procesos educativos y en la vida.
CONSIDERACIONES FINALES
Como breve reflexión, es importante cerrar mencionando que es
obligatorio visualizar la educación en términos más amplios, estra-
tégicos, modernos y flexibles, ya que para quienes están inmersos
en el mundo educativo a nivel superior, les corresponde educar en
un mundo más global y diverso, en un mundo interconectado, que
obliga a definir nuevas estrategias de aprendizaje, para tener el éxito
esperado en los procesos educativos, siempre asegurando la perti-
nencia y la calidad educativa por parte de los actores implicados.
También, en pro de la calidad y la pertinencia en la educación
superior es fundamental hacer una actualización de pensamientos
y procedimientos para pasar de un paradigma de aprendizaje por
transmisión a otro de aprender haciendo, y que el estudiante sea
el constructor de su propio conocimiento en interacción colectiva
con otras personas. Asimismo, es indispensable enfocar la pedago-
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gía por tópicos, proyectos y competencias; obligando al alumnado
a “actuar-pensar-construir conocimiento”; para lo cual, las univer-
sidades deben adaptarse a las necesidades de los nuevos tiempos
teniendo presente la innovación como uno de sus pilares.
Por ello, es necesario que la educación superior goce de un cons-
tante dinamismo en la revisión y actualización de sus planes de
estudios, revisión y evaluación periódica de las carreras que ofrece
y de la respuesta de estas para el entorno presente de la sociedad,
lo que asegura la pertinencia y calidad educativa, para lo cual es
necesario definir indicadores que permitan monitorear la calidad
imperante. Y no puede quedar de lado el ofertar nuevas opciones
académicas que atiendan las necesidades del país integralmente, y
a las transformaciones tecnológicas e industriales eneste mundo
revolucionado; además de maximizar el apoyo a la regionalización
promoviendo la equidad en los distintos estratos sociales y de género
para asegurar la innovación.
En síntesis, y desde una perspectiva holística en el ámbito de la
educación superior, la pertinencia permite asegurar la formación
del individuo para responder a las demandas del entorno desde su
ámbito del conocimiento y como individuo; la calidad obedece al
aseguramiento y cumplimiento de los estándares mínimos aplicables
en todos los procesos implicados, y la innovación atiende a la mejora
continua, a la actualización constante y a la mediación con TIC en
los procesos educativos.
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