Productividad del pasto Cuba OM-22 bajo diferentes
densidades de siembra y frecuencias de cosecha
InterSedes, Revista electrónica de las sedes regionales de la Universidad de Costa Rica,
ISSN 2215-2458, Volumen XXIV, Número 49, Enero-Junio, 2023.
10.15517/isucr.v24i49 | intersedes.ucr.ac.cr | intersedes@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica,
Sede de Guanacaste
Liberia, Guanacaste
jorgeclaudio.vargas@ucr.ac.cr
Publicado por la Editorial Sede del Pacíco, Universidad de Costa Rica
P : ganadería, adaptación al cambio climático, pasto, nutrición animal, rendimiento
K: livestock, climate change adaptation, grazing land, animal nutrition, productivity
Productivity of Cuba OM-22 grass under dierent planting densities and harvest
frequencies
Recibido: 26-03-22 | Aceptado: 18-04-22
C  (APA): Vargas Rojas, J. C. & Carvajal Suárez, I. (2023) Productividad del pasto Cuba OM-22
bajo diferentes densidades de siembra y frecuencias de cosecha. InterSedes, 24(49), 216-237.
Isaac Carvajal Suárez
Ministerio de Agricultura y Ganadería
Región de Desarrollo Pacíco Central
Esparza, Puntarenas, Costa Rica
icarvajal@mag.go.cr
Jorge Claudio Vargas Rojas
R: Se evaluaron tres densidades de siembra, denidas por las distancias entre surcos, las cuales
fueron: 70 cm (4375 kg biomasa ha-1), 85 cm (3750 kg biomasa ha-1) y 100 cm (3125 kg biomasa ha-1) y
dos frecuencias de cosecha, a los 45 y 70 días después del corte de uniformidad (ddu). El experimento se
realizó entre diciembre de 2020 y mayo de 2021 en la Finca Experimental de Santa Cruz de la Universidad
de Costa Rica. Se utilizó un diseño en franjas, donde se cuanti la producción de biomasa fresca y seca,
altura de planta, longitud de tallo y hojas, contenido de clorola, proteína cruda y número de nudos por
tallo; para cada variable se efectuó un análisis de varianza. El uso de una distancia de siembra de 70 cm con
una frecuencia de cosecha de 70 ddu, mostró valores mayores para biomasa fresca (p < 0,0001), producción
de biomasa seca (p < 0,0068), altura (p < 0,0194) y longitud de tallo (p < 0,0093), en comparación con las
otras combinaciones. Mientras que una combinación de distancia de siembra de 85 cm y una frecuencia
de cosecha de 45 ddu presen valores mayores para contenido de clorola (p < 0,0284) y porcentaje de
proteína cruda (p < 0,0134). En edades de corte tempranas hubo mayor contenido de clorofila y de
proteína cruda, mientras que en edades tardías hubo mayor producción de biomasa. Por productividad
y por contenido de protna, el Cuba OM-22 es una alternativa para bancos de forraje. Este trabajo
formó parte del proyecto de investigación B8009 inscrito en Vicerrectoría de Investigación de la
Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica.
A: ree planting densities, dened by the distances between rows, which were: 70 cm (4375
kg biomass ha-1), 85 cm (3750 kg biomass ha-1) and 100 cm (3125 kg biomass ha-1) and two harvest
frequencies, at 45 and 70 days aer the uniform cutting grass (auc) were evaluated. e experiment was
carried out between December 2020 and May 2021 at the Santa Cruz Experimental Farm of the University
of Costa Rica. A strip design was used, where the production of fresh and dry biomass, plant height, stem
and leaf length, chlorophyll content, crude protein, and number of nodes per stem were quantied; an
analysis of variance was performed for each variable. e use of a planting distance of 70 cm with a harvest
frequency of 70 auc, showed higher values for fresh biomass (p < 0,0001), dry biomass production (p <
0,0068), height (p < 0,0194) and stem length (p < 0,0093), compared to the other combinations. While a
combination of a planting distance of 85 cm and a harvest frequency of 45 auc, presented higher values for
chlorophyll content (p < 0,0284) and percentage of crude protein (p < 0,0134). At early cutting ages
there as a higher chlorophyll and crude protein content, hile at later ages there as higher biomass
production. Due to productivity and protein content, Cuba OM-22 is an alternative for forage banks.
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Enero-Junio, 2023, pp. 216-237 (Artículo).
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Introducción
La producción ganadera bovina se ha señalado como una de las
principales causas del calentamiento global debido, principalmen-
te, a la liberación de metano (CH4) y otros gases de efecto inver-
nadero a la atmósfera (Moumen et al., 2016; Owens et al., 2020).
Dicha liberación de gases ha provocado una serie de argumentos
en contra de la producción ganadera mundial, lo que ha interrum-
pido el crecimiento de la demanda en sus productos y derivados,
tanto en el mercado internacional como en el local (Ministerio de
Agricultura y Ganadería [MAG], 2015).
La actividad ganadera a nivel mundial representa el 40% de la
producción agropecuaria (Mottet et al., 2017) y es la base de los
medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de casi mil mi-
llones de personas (Hatab et al., 2019; Robinson et al., 2014). La
ganadería ocupa un 30% de la supercie terrestre y 70% de las
áreas destinadas para agricultura (Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación. [FAO] 2009; Gon-
zález Narváez, 2021); a nivel nacional la ganadería bovina ocupa
el 26 % del área dedicada a las actividades agropecuarias, esto es
un área de alrededor de 1250 000 hectáreas (Carrillo et al., 2014).
A pesar de la importancia que representa el sector ganadero en
el territorio nacional, esta actividad se ha estancado en prácticas
tradicionales como baja carga animal, baja disponibilidad de fo-
rraje y poca adaptación al cambio climático; que no se adaptan a
las necesidades actuales para la producción sostenible (González
Narváez, 2021). Estas prácticas, junto a la pérdida de competitivi-
dad y la disposición de menores áreas para la producción, resultan
en una disminución del crecimiento del hato y una tendencia de
aumento insuciente en unidades de carga animal por hectárea
(U.A ha-1); lo que implica una migración creciente de productores
del ámbito pecuario hacia otras actividades (Herrera-Muñoz et al.,
2016).
Por otro lado, el cambio climático es el principal reto que en-
frenta actualmente el sector agrícola y ganadero de Costa Rica. El
efecto de las mudanzas climáticas inicia con mayor consecuencia
en las regiones más áridas, principalmente en aquellas con cli-
mas estacionalmente secos en el año (González Narváez, 2021).
En Costa Rica, la región Chorotega es la más vulnerable a exten-
sos y frecuentes períodos de sequía (Calvo-Solano et al., 2018;
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Suárez-Serrano et al., 2019), lo que ocasiona daños severos en las
coberturas vegetales y en el crecimiento de los pastos en las zonas
pecuarias, donde uno de los efectos más marcados es la venta de
ganado a precio más bajo y con menor peso (Arteaga y Burbano,
2018). Estas situaciones han llevado a los productores a la búsque-
da de alternativas e innovación tecnológica, con nuevos conceptos
en la resiliencia y adaptación de la producción a los cambios que
enfrenta el sector (MAG, 2014, 2019).
Una de las prácticas recomendadas para enfrentar este desafío
es la creación de bancos de forraje, que promueven una alimen-
tación balanceada en cantidad y calidad, de manera que se pueda
satisfacer las necesidades y requerimientos nutricionales de los
animales. También, los bancos de forraje buscan reducir la utili-
zación de suplementos provenientes de materia prima importada,
como los concentrados, principalmente de maíz y soya, los cuales
son ampliamente utilizados en la ganadería costarricense (Carrillo
et al., 2014; Fonseca Martínez, 2009). En este sentido, Calvo (2021)
indica que la alimentación corresponde al 46,52% de los costos de
producción, lo que le resta competitividad al sector y agrava su si-
tuación. Además, los bancos de forraje promueven una alternativa
más balanceada nutricionalmente para reducir productos locales
usados comúnmente en el sector ganadero, entre estos: derivados
de excretas de producciones avícolas (gallinaza, pollinaza), hari-
nas (semolina, harina de coquito), derivados de procesos de pro-
ducción de granos (cascarilla de arroz) que podrían ser sustituidos
parcial o totalmente por forraje fresco o ensilado (MAG, 2014).
Asimismo, la implementación de bancos de forraje ayudaría
a los productores en una reducción de costos de producción, una
mejor utilización o más eciente de los terrenos agrícolas, un au-
mento en el secuestro de CO2 en el suelo y una mejora en la calidad
sicoquímica y microbiológica de los suelos (Buitrago-Guillen et
al., 2018). Entonces, esta práctica no solo representa una alternati-
va ante la crisis económica, sino también ante la crisis del cambio
climático (Losilla, 2017).
Dentro de las especies recomendadas para el establecimiento
de bancos de forraje se encuentra el pasto Cuba OM-22, desarro-
llado por el Instituto de Ciencia Animal (ICA) de Cuba y que se
ha dispersado en países como Nicaragua, Colombia y Costa Rica
con gran aceptación. Se caracteriza por su tolerancia a la sequía,
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alta producción de biomasa, energía y proteína cruda en suelos
tropicales poco fértiles, con un rango promedio de producción
que varía entre 70-180 t corte-1 ha-1 de forraje fresco (Martínez y
González, 2017). Las hojas son largas (de 120 cm a 140 cm) y an-
chas (de 5 cm a 8 cm), poco corrugadas y sin pubescencia, lo que
permite el fácil acarreo y la palatabilidad para el consumo animal
(Ramos et al., 2012).
La densidad de siembra y la frecuencia de cosecha son factores
que inuyen sobre variables productivas y de calidad en los fo-
rrajes (Zheng et al., 2016). La densidad de siembra afecta tanto la
competencia por intercepción de luz como la competencia por es-
pacio y nutrientes, por lo que tiene un efecto sobre el crecimiento
de las hojas, tallos, área foliar y biomasa de la planta (Porrio et al.,
2021). Por otro lado, la frecuencia de cosecha determina la etapa
siológica en que el pasto es cortado, lo que tiene efecto sobre la
reserva energética para el crecimiento (carbohidratos no estruc-
turales) y el área foliar (Araya-Mora y Boschini-Figueroa, 2005);
por tanto, cualquier plan de manejo de forrajeras debe tomar en
cuenta la densidad de siembra y la frecuencia de cosecha (Hernán-
dez-Garaya et al., 2002).
Pese a la importancia que tienen tanto la densidad de siembra
como la frecuencia de cosecha, en aras de obtener una productivi-
dad adecuada del forraje en función del sistema ganadero, es poco
el abordaje que se le ha dado en la zona estacionalmente seca de
Costa Rica. Dentro de la bibliografía consultada, no se encontra-
ron trabajos que evalúen de forma conjunta estos dos factores en
el pasto Cuba OM-22. En este sentido, Campos (2017) arma que
este forraje se ha distribuido en Costa Rica, pero no se ha utilizado
de la mejor forma, en especial por el desconocimiento de sus pará-
metros de manejo técnico.
El objetivo de este trabajo fue evaluar el efecto de tres densida-
des de siembra y dos frecuencias de cosecha sobre sobre la produc-
tividad del pasto Cuba OM-22 (Pennisetum purpureum × Pennise-
tum glaucum) en Santa Cruz, Guanacaste.
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Materiales y métodos
Ubicación y caracterización del área experimental
El experimento se realizó del mes de diciembre de 2020 al mes
de mayo de 2021 en la Finca Experimental de Santa Cruz (FESC),
propiedad de la Universidad de Costa Rica (UCR). El sitio se en-
cuentra a una altitud de 54 m.s.n.m., presenta una precipitación
anual promedio de 1834 mm.año-1 distribuida entre mayo y no-
viembre, una temperatura media anual de 27,9 oC, evaporación
media diaria de 6,8 mm y radiación solar global diaria de 18,7 MJ
(Cerdas, 2015; Vega y Salas, 2012). Los suelos predominantes son
arcillosos, presentan características de vertisoles por acillas 2:1 ex-
pandibles, se clasican taxonómicamente Vertic Haplustalfs coli-
gados a Typic Haplusterts y Typic Ustorthents (Vega y Salas, 2012).
En términos generales, presenta una CICE de 35 cmol(+) L-1 en
KCl Olsen, no presenta problemas de acidez intercambiable (0,1
cmol(+) L-1) y muestra bajos niveles de P (< 2 mg L-1) y Zn (3 mg
L-1) (Garbanzo-León et al., 2021).
Establecimiento y manejo agronómico del experimento
La preparación del suelo se realizó de forma mecánica, se rea-
lizaron dos pases de rastra de 16 discos y se prepararon los surcos
con un surcador de doble vertedera. Posteriormente se sembró el
pasto Cuba OM-22, para esto se usó semilla asexual (semilla vege-
tativa). Esta consistió en homogenizar esquejes de 50 cm de lon-
gitud, proveídos por el Instituto Nacional de Innovación y Trans-
ferencia en Tecnológica Agropecuaria (INTA), reproducidos en
la Estación Experimental La Managua, ubicada en Quepos, Costa
Rica. Se procedió a generar surcos de 15 cm de profundidad para
realizar la fertilización y siembra, se colocó una dosis de 25 kg de
N, 75 kg de P2O5 y 25 kg de K2O por hectárea de la fórmula 10 – 30
– 10, se aplicó una capa de suelo de 4 – 5 cm y posteriormente los
esquejes fueron distribuidos en forma continua dentro de surcos
de 10 centímetros de profundidad, con la aplicación de Carboxin
(20 %) + Captan (20 %) WP a razón de 4 ml kg-1 semilla-1, conse-
cutivamente fueron cubiertos con suelo.
Se instaló un sistema de riego por goteo que se mantuvo por
todo el periodo de investigación, se realizaron riegos continuos
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durante la mañana programados según el crecimiento del pasto,
precipitación y las condiciones de secamiento del suelo. General-
mente, el riego se realizó en dos ciclos de una hora según cambios
y modicaciones por la precipitación. Durante los días 20 y 90
después de la siembra (DDS) se procedió a realizar dos fracciona-
mientos más de la fórmula 10 – 30 – 10 y se efectuó una fertiliza-
ción complementaria de forma foliar con un fertilizante quelatado
balanceado con elementos mayores y menores a los 55 y 66 DDS
a razón de 3 L ha-1. Por último, para generar una homogenización
en el experimento, a los 90 DDS se procedió a realizar un corte de
uniformidad en forma mecánica, con una segadora, a una altura
30 cm sobre el nivel del suelo.
Tratamientos y diseño experimental
Se evaluaron dos factores, densidad de siembra y frecuencia de
cosecha. La densidad de siembra tuvo tres niveles, denidos en
las distancias entre surcos: 70 cm (4375 kg ha-1), 85 cm (3750 kg
ha-1) y 100 cm (3125 kg ha-1); mientras la frecuencia de corte tuvo
dos niveles que fueron las frecuencias de cosecha de 45 y 70 días
después del corte de uniformidad (ddu). De la combinación de
los niveles de los factores surge una estructura factorial con seis
tratamientos.
Se utilizó un diseño en franjas con cuatro repeticiones. En
las franjas horizontales se aleatorizaron las distintas densidades,
mientras que en las franjas verticales se aleatorizaron las frecuen-
cias de corte. Cada franja horizontal fue de 7 m de ancho y 16 m
de largo; cada franja vertical fue de 23 m de ancho y 8 m de largo.
Alrededor de cada unidad experimental, formada por el cruce en-
tre franjas horizontales y verticales, se dejó 1 m que sirvió como
pasillo; por tanto, la unidad experimental fue de 7 m de ancho
× 8 m de largo (Vargas-Rojas et al., 2020). Para cada repetición
completa, cada parcela principal tuvo un área de 368 m2 y el área
experimental completa fue de 1815 m2.
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Variables evaluadas
Producción de biomasa fresca (PBMF) y seca (PBMS)
Se dejó un metro de borde alrededor de todo el perímetro de
la unidad experimental y se cosechó un área de 42 m2. Las plantas
fueron cortadas a 15 cm sobre el nivel del suelo y luego se pesaron
en una báscula tipo reloj para cuanticar su peso. Luego, del forra-
je cosechado en cada unidad experimental se tomó material de la
parte baja, media y alta de la planta para conformar dos muestras
compuestas de un kilogramo. Todas las muestras se colocaron en
bolsas de papel, identicadas por el bloque, tratamiento y repeti-
ción de donde se tomaron y se secaron en una estufa a 70 °C por 48
horas. Transcurrido el tiempo, cada bolsa se pesó en una báscula
tipo reloj y se cuanticó la producción de biomasa seca (PBMS)
para cada unidad experimental. Los resultados de biomasa seca
y porcentaje de biomasa seca fueron extrapolados a t corte-1 ha-1.
Altura de planta
Con cinta métrica se midió la longitud desde la base del suelo
hasta el meristemo apical (hoja bandera) de todas las plantas que
se encontraban en un metro lineal seleccionado al azar.
Longitud de tallo y cantidad de nudos por tallo
Se midió con cinta métrica la longitud promedio de tallo, desde
el nivel del suelo hasta el nudo de la primera hoja joven más desa-
rrollada. Asimismo, se contabilizó la cantidad de nudos promedio
que contenía cada tallo. Esto se realizó para todas las plantas que
se encontraban en un metro lineal determinado al azar para los
diferentes tratamientos.
Contenido de clorola
En cada unidad experimental se tomaron 30 plantas al azar y
se les midió el índice de verdor según la metodología seguida por
Peterson et al. (1993). La medición se realizó en cinco puntos del
tercio medio de la hoja más nueva completamente desarrollada de
cada planta, especícamente, en el limbo. Para medir este índice
se utilizó un medidor de clorola Minolta® SPAD 502 (Soil Plant
Analysis Development).
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Proteína cruda (%)
Cerdas-Ramírez et al. (2021), con datos obtenidos en la mis-
ma nca experimental donde se realizó este trabajo, ajustaron un
modelo de regresión lineal (R2 = 0,91) que permite predecir el
porcentaje de proteína cruda a partir de la medición de SPAD. Se
utilizó este modelo para, con base en la medida de SPAD obtenida,
predecir el porcentaje proteína cruda.
Longitud de hoja
Se midió con cinta métrica la longitud de la hoja bandera (hoja
más nueva completamente desarrollada) de todas las plantas que
se encontraban en un metro lineal determinado al azar de los di-
ferentes tratamientos.
Análisis estadístico
Para las variables cuanticadas en las distintas combinaciones
de los niveles de los factores se realizó un análisis de varianza (AN-
DEVA) para un arreglo en franjas con un nivel de signicación (α)
igual a 0,05; según el modelo lineal mixto que se presenta en la
ecuación 1. Además, se comprobaron los supuestos de este modelo
mediante grácos diagnósticos (cuantiles de términos del error,
gráco de residuos y gráco de residuos vs predichos). En los tér-
minos del modelo donde existió diferencia signicativa se realizó
la comparación de medias mediante la prueba DGC (Di Rienzo et
al., 2002) con un nivel de signicancia (α) del 0,05.
Ecuación 1
Donde:
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El ajuste del modelo (ecuación 1) se realizó con el soware
estadístico InfoStat versión 2020 (Di Rienzo et al., 2020). Para la
elaboración de los grácos se usó el paquete ggplot2 (Wickham,
2016) del lenguaje de programación R (R Core Team, 2017).
Resultados
La separación de medias para las variables donde el término de
interacción fue signicativo se presentan en la Figura 1.
F 
S          
  . S C, G, -

Nota: Medias con una letra común no son signicativamente diferentes (p > 0,05)
según la prueba DGC. Panel a: PBMF (producción de biomasa fresca), Panel b:
PBMS (producción de biomasa seca), Panel c: Alt (altura), Panel d: LT (largo
de tallo), Panel e: CC (contenido de clorola), Panel f: PC (porcentaje proteína
cruda).
El uso de una densidad más baja y una frecuencia de cosecha
de 70 ddu mostró la mayor producción de biomasa fresca (PBMF)
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en el pasto Cuba OM-22 (Figura 1; panel a). En la frecuencia de
cosecha de 70 ddu se produce un aumento en la biomasa fresca
con diferencia estadística (p < 0,0001) entre las distancias de siem-
bra; la distancia de 70 cm (61,80 t corte-1 ha-1) presentó diferencias
signicativas con respecto a las distancias de 85 cm (46,62 t corte-1
ha-1) y 100 cm (39,82 t corte-1 ha-1), estas últimas no dieren entre
sí. No obstante, al analizar la cosecha a los 45 ddu existe una dis-
minución en la PBMF, sin diferencia signicativa entre distancias
de siembra; con producciones de 24,06 t corte-1 ha-1, 23,79 t corte-1
ha-1 y 29,98 t corte-1 ha-1 en las distancias de siembra 100 cm, 85 cm
y 70 cm, respectivamente.
La producción de biomasa seca (PBMS) (Figura 1; panel b) en
función de la densidad de siembra y la frecuencia de cosecha si-
guió una tendencia similar (p < 0,0068) a la PMBF. Hubo un au-
mento signicativo en la PBMS en la frecuencia de cosecha de 70
ddu, con respecto a la frecuencia de 45 ddu. No obstante, la PBMS
sí presentó diferencias signicativas en la cosecha a los 45 ddu; la
distancia de 70 cm (5,38 t corte-1 ha-1) fue la que presentó mayor
PBMS con diferencia estadística de las distancias de 85 cm (4,19
t corte-1 ha-1) y 100 cm (4,36 t corte-1 ha-1), pero estas últimas no
dirieron entre ellas. Al igual que en la frecuencia de cosecha de 45
ddu, se encontró que la distancia de 70 cm presentó mayor PBMS
con respecto a las otras dos distancias 85 cm y 100 cm, con una
producción de 23,05 t corte-1 ha-1, 15,74 t corte-1 ha-1 y 14,45 t cor-
te-1 ha-1 respectivamente.
La variable altura (Figura 1; panel c), en la frecuencia de cose-
cha de 45 ddu, no presentó diferencias signicativas para las dis-
tancias de siembra de 70 cm, 85 cm y 100 cm, con alturas de 1,83
m, 1,72 m y 1,69 m, respectivamente. No obstante, a los 70 ddu,
hubo un aumento signicativo (p < 0,0194) en comparación con
los 45 ddu. Se encontró que la distancia de 70 cm (2,69 m) presen-
tó diferencias signicativas con respecto a las distancias de 85 cm
(2,23 m) y 100 cm (2,29 m) que no dieren entre sí.
La longitud de tallo (Figura 1; panel d) a los 45 ddu no presen-
tó diferencias estadísticas entre las distancias de siembra 70 cm
(60,86 cm), 85 cm (50,12 cm) y 100 cm (56,19 cm). No obstante,
en la frecuencia de cosecha de 70 ddu se produjo un aumento en
la longitud de tallo con diferencia estadística (p < 0,0093) entre las
distancias de siembra; la distancia de 70 cm (160,86 cm) presen-
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tó diferencias signicativas con respecto a las distancias de 85 cm
(108,71 cm) y 100 cm (123,21 cm), que no mostraron diferencias
entre sí.
Con respecto al contenido de clorola (Figura 1; panel e), en la
frecuencia de cosecha de 45 ddu se encontraron diferencias para
las distancias de siembra (p < 0,0284); la distancia de 85 cm (44,88
unidades SPAD) fue la que presentó mayor contenido de cloro-
la, con diferencia estadística de las distancias 70 cm (40,67 unida-
des SPAD) y 100 cm (42,21 unidades SPAD). Esto fue contrario
al comportamiento en la frecuencia de cosecha de 70 ddu, donde
hubo valores menores de contenido de clorola, sin diferencia sig-
nicativa entre distancias de siembra 70 cm, 85 cm y 100 cm con
resultados de 33,01, 31,48 y 30,47 unidades SPAD, respectivamen-
te.
La proteína cruda (Figura 1; panel f) tuvo valores mayores a los
45 (ddu) con diferencia estadística signicativa entre las distancias
(p < 0,0134) de siembra 85 cm (21,51%) y 70 cm (16,70%), las
cuales presentaron el mayor y menor porcentaje de proteína cruda
para esta frecuencia de cosecha. La distancia de siembra de 100 cm
(18,88 %) presentó un comportamiento intermedio entre ambas.
Además, se observa que a los 70 ddu se produjo una disminución
en los valores de encontrados, los cuales no presentaron diferen-
cias estadísticas entre las distancias de siembra 70 cm (10,65%), 85
cm (10,07%) y 100 cm (9,37%).
El término de interacción no fue signicativo para las variables
longitud de hoja y número de nudos por tallo. Las separaciones de
medias para los efectos principales de estas variables se presentan
en la Figura 2.
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Enero-Junio, 2023, pp. 216-237 (Artículo).
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G, -
Nota. Medias con una letra común no son signicativamente diferentes (p > 0,05)
según la prueba DGC. Paneles a y b: LH (longitud de hoja) y NN (número de
nudos promedio) para el efecto principal de frecuencia de cosecha, Paneles c y d:
LH (longitud de hoja) y NN (número de nudos promedio) para el efecto principal
de distancia de siembra.
La longitud de hoja (Figura 2; paneles: a y c) tuvo valores pro-
medio de 1,11 m, 1,14 y 1,09 para las distancias de siembra de 70
cm, 85 cm y 100 cm y de 1,12 m y 1,10 m para las frecuencias de
corte de 70 ddu y 45 ddu. Los valores promedio tanto para la dis-
tancia de siembra como para las frecuencias de corte no presenta-
ron diferencias estadísticas.
La distancia de siembra tampoco tuvo efecto sobre el número
de nudos por tallo (Figura 2; paneles: b y d) con medias de 4,03 (70
cm), 3,15 (85 cm) y 3,73 (100 cm). Sin embargo, la frecuencia de
cosecha sí tuvo efecto sobre esta variable (p < 0,0001); el número
de nudos promedio aumentó de 1,43 a los 45 ddu: y a 5,84 a los 70
ddu.
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InterSedes, ISSN 2215-2458, Volumen 24, Número 49,
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Discusión
Producción de biomasa
El aumento del valor de las variables relacionadas con la pro-
ducción de biomasa (Figura 1; paneles: a,b,c,d) al pasar de los 40
ddu a los 70 ddu se debe a que, en general para las especies fo-
rrajeras, la producción de biomasa aumenta con el aumento de
la frecuencia de cosecha; una mayor tasa fotosintética, como re-
sultado de la presencia de mayor área foliar, le permite al forraje
el desarrollo de sus tejidos (vasculares, meristemáticos y foliares)
(Paniagua-Hernández et al., 2020). Araya-Mora y Boschini-Figue-
roa (2005) encontraron este mismo comportamiento en la pro-
ducción de biomasa de cinco cultivares de Pennisetum purpureum.
Con respecto a la densidad de siembra, 70 cm fue la que presentó
los mayores rendimientos de las variables PBMF, PBMS, altura y
longitud de tallo (Figura 1; paneles: a, b, c, d). Según Porrio et al.
(2021), la distancia de siembra afecta el rendimiento de los forra-
jes, donde las densidades de siembra más altas provocan aumento
del índice de área foliar y mayor producción de biomasa, lo que
concuerda con los resultados obtenidos en este trabajo
Alfaro y Montoya (2020) evaluaron el comportamiento pro-
ductivo del forraje Cuba OM-22 bajo tres diferentes frecuencias de
cosecha en Sardinal, Costa Rica. Estos autores obtuvieron PBMF
promedio de 19,50 t corte-1 ha-1 y de 49,56 t corte-1 ha-1 para las eva-
luaciones a los 45 y 75 ddu; mientras que la media de PBMS fue de
3,00 t corte-1 ha-1 y de 9,41 t corte-1 ha-1 para las cosechas a los 45 y
75 ddu. Los rendimientos de PBMF y PBMS, en ambas frecuencias
de cosecha evaluadas, fueron inferiores a los valores encontrados
en esta investigación para los 45 y 70 ddu en cualquiera de las tres
distancias de siembra utilizadas. De la misma manera, Alfaro y
Montoya (2020) reportaron alturas promedio de 0,86 m y de 1,80
m para las evaluaciones a los 45 y 75 ddu y largo de tallo promedio
de 30 cm y 129 cm para las evaluaciones a los 45 y 75 ddu; tanto
los valores de altura como de longitud promedio de tallo fueron
inferiores a los valores cuanticados en este trabajo para los 45 y
70 ddu, en cualquiera de las tres distancias de siembra utilizadas.
Probablemente, las diferencias encontradas se deban a las condi-
ciones del desarrollo experimental, Alfaro y Montoya (2020) utili-
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zaron un banco de forraje ya establecido, en estación lluviosa y sin
aplicación de fertilizantes.
Por el contrario, tanto la PMBF como la PMBS obtenidas en
esta investigación fueron superadas por los valores reportados por
Morocho (2020). Esta autora reportó valores de PBMF de 66,88 t
corte-1 ha-1 y de PBMS de 8,61 t corte-1 ha-1 a los 45 días y a pesar
de que realizó la última evaluación a los 60 ddu, en la que también
obtuvo valores más altos en comparación con la frecuencia de 70
ddu de este trabajo. La mayor producción de biomasa obtenida
por Morocho (2020) se atribuye, principalmente, a que usó una
distancia de siembra menor (50 cm), lo cual aumentó la cantidad
de plantas por metro cuadrado. Lo anterior plantea la pertinencia
de investigar con densidades menores a las utilizadas en este tra-
bajo.
Contenido de clorola y proteína cruda
La reducción de los valores de las variables de contenido de
clorola y proteína cruda a los 70 ddu (Figura 1; paneles: e y f) se
puede explicar porque la calidad nutricional de las hojas y tallos de
la mayoría de especies forrajeras no diere en gran medida a eda-
des jóvenes. No obstante, conforme los tejidos envejecen, la cali-
dad nutricional del forraje disminuye; principalmente, porque las
células epidérmicas y de bra en el tallo forman paredes celulares
secundarias gruesas y los tejidos se lignican (Elizondo-Salazar,
2017). Araya-Mora y Boschini-Figueroa (2005) y Alfaro y Mon-
toya (2020) reportaron una relación inversa entre el contenido de
proteína cruda del forraje y la edad de corte. En cuanto al efecto
de la densidad de siembra, Camacho García y Bonilla Abad (1999)
señalan que una alta densidad de siembra disminuye el contenido
de clorola en hojas, lo que concuerda con lo encontrado en la
presente investigación.
Los contenidos de clorola encontrados en la presente inves-
tigación solo se pudieron comparar con el trabajo de Cerdas-Ra-
mírez et al. (2021). Estos autores evaluaron la productividad del
pasto Cuba OM-22 con dosis crecientes de fertilización nitroge-
nada (50 kg ha-1, 100 kg ha-1, 150 kg ha-1 y 200 kg ha-1) y midieron
el contenido de clorola a los 56 ddu; obtuvieron contenidos de
clorola, medidos en unidades SPAD, de 24,8, 30,0, 33,0 y 36,0,
para cada dosis de nitrógeno de forma respectiva. Estos valores
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son inferiores a los obtenidos en la frecuencia de cosecha de 45
ddu en las tres distancias de siembra utilizadas para este experi-
mento. En el caso de frecuencia de cosecha de 70 ddu se encont
que el contenido de clorola es mayor solo cuando se aplican dosis
de fertilización nitrogenada de 150 y 200 kg ha-1. Es presumible el
incremento del contenido de clorola con respecto al aumento en
las dosis de fertilización nitrogenada; no obstante, la frecuencia de
cosecha usada por Cerdas-Ramírez et al. (2021) es intermedia a la
usada en este trabajo, lo que imposibilita una comparación directa.
Al comparar los resultados de proteína cruda con otros traba-
jos, Alfaro y Montoya (2020) reportaron valores de 11,35 % y 7,41
% para las mediciones a los 45 y 75 ddu, respectivamente. Por su
parte, Morocho (2020) obtuvo un promedio de proteína cruda de
9,70 % a los 45 ddu. Al comparar estos valores en la frecuencia
de cosecha de 45 ddu, esta investigación arroja valores mayores
independientemente de la densidad de siembra; lo mismo suce-
de para los 75 ddu. Minson (1990) demostró que cantidades de
proteína por debajo del 7 % no permiten la utilización eciente y
completa de los carbohidratos del forraje; sin embargo, esta canti-
dad es superada por las evaluaciones realizadas en las frecuencias
de cosecha 45 y 70 ddu, en cualquiera de las densidades de siembra
utilizadas. De hecho, si se utiliza la clasicación de contenido de
proteína que presenta Ruiz Cárdenas (2016), los contenidos pro-
teicos encontrados a los 45 y 70 ddu se pueden clasicar, de forma
respectiva, como buenos y muy buenos. Por tanto, los contenidos
de proteína cruda encontrados a los 70 ddu, si bien se trata de
una cosecha tardía, son una fuente proteica que no se debe des-
cartar y cuya disminución con respecto a la frecuencia de cosecha
de 45 ddu se compensa con una mayor producción de biomasa.
Es transcendental la búsqueda de la edad de cosecha óptima para
alcanzar el mayor contenido de proteína en los forrajes, ya que es
un componente indispensable en la dieta bovina, especialmente en
sistemas lecheros y de doble propósito.
Longitud de hoja y número de nudos
Alfaro y Montoya (2020) obtuvieron longitudes de hoja de 0,71
y 0,91 m para los 45 y 75 ddu. Si bien son longitudes de hoja in-
feriores a las encontradas en esta investigación para esas mismas
frecuencias de cosecha, no hay diferencias estadísticas entre las
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frecuencias de cosecha. Según argumentan Palma Arce y Raudez
Navarro (2018), el pasto Cuba OM-22 detiene su elongación foliar
a partir de los 42 días porque limita el desarrollo de la parte supe-
rior del tallo (hojas) para propiciar mayor desarrollo en grosor y
ancho de tallo. Lo anterior concuerda con lo encontrado en este
trabajo en dos sentidos. El primero es que el promedio de longitud
de hoja no presentó diferencias signicativas para las frecuencias
de cosecha de 45 ddu y 70 ddu. El segundo es que la longitud de
tallo sí presenta un aumento signicativo al pasar de 45 ddu a 70
ddu. Por su parte, la distancia de siembra no tuvo efecto sobre la
longitud de hoja.
En lo que se reere a la cantidad de nudos, Alfaro y Monto-
ya (2020) mencionan que encontraron en el forraje Cuba OM-22
cantidades de 1 y 5 nudos por tallo, con una distancia de siembra
de 100 cm, en la frecuencia de cosecha de 45 ddu y 60 ddu, res-
pectivamente. Este resultado coincide con lo encontrado en esta
investigación para los 45 ddu y 70 ddu. La mayor cantidad de nu-
dos en un tallo es indicativa de una mayor edad siológica (León,
2000), lo que resulta evidente en la diferencia observada con res-
pecto a las frecuencias de cosecha de 45 ddu a 70 ddu, pero no así
en la distancia de siembra, que no tuvo efecto sobre la cantidad de
nudos por tallo.
Conclusiones
En el marco de las condiciones en que fue realizado este traba-
jo, y con base en los objetivos planteados, se considera lo siguiente:
La combinación de distancia de siembra de 70 cm y frecuencia
de cosecha de 70 ddu presentó valores mayores para las variables
de producción de biomasa fresca, producción de biomasa seca,
porcentaje de biomasa seca, altura y longitud de tallo.
La combinación de la distancia de siembra de 85 cm y la fre-
cuencia de cosecha de 45 ddu presentó valores mayores para las
variables contenido de clorola y porcentaje de proteína cruda.
En la variable de longitud de hoja no hubo diferencias estadísti-
cas entre distancias de siembra ni frecuencias de cosecha.
La mayor cantidad de nudos por tallos se presentó en la fre-
cuencia de cosecha de los 70 ddu y no presentó diferencias entre
distancias de siembra.
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Debido a sus altos valores de unidades SPAD, proteína cruda
y la producción de biomasa, el pasto Cuba OM-22 representa una
alternativa importante para el establecimiento de bancos de forra-
je.
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