InterSedes, ISSN 2215-2458, Volumen 25, Número 51,
Enero-Junio, 2024, (Artículo).
JOSE ROBERTO HERRERA ZÚÑIGA | Culpa y mal en el bolchevismo
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Para los lósofos que como Slavoj Zizek (2005), han recuperado losócamente
el leninismo, el derecho a la verdad es tal vez el principal aporte del leninismos a
la actual cultura de debate losóco: “El envite de Lenin –hoy en día, en nuestra
época de relativismo posmoderno, más actual que nunca– consiste en decir que
la verdad universal y el partidismo, el gesto de tomar partido, no sólo no son
mutuamente excluyentes, sino que se condicionan de manera recíproca: la ver-
dad universal de una situación concreta sólo puede articularse desde una postura
por completo partidaria –la verdad es, por denición, parcial. Esto, por supuesto,
va en contra de la doxa predominante de compromiso, de encontrar un camino
intermedio entre la multitud de intereses en conicto. Si no se especican los
criterios de la narrativización diferente, alternativa, entonces este intento corre el
peligro de respaldar, en el espíritu políticamente correcto, ‘narrativas’ ridículas,
como las que hablan de la supremacía de alguna sabiduría holística aborigen y
de rechazar la ciencia como otra narrativa más, parangonable a cualquiera de las
supersticiones premodernas. La respuesta leninista al ‘derecho a narrar’ multi-
culturalista posmoderno debería ser, por lo tanto, una armación sin tapujos del
derecho a la verdad.” (p. 17).
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Recordemos la denición ricoeurdiana a propósito del Ensayo sobre el mal ra-
dical de Kant (2011): “el poder en su carácter de realidad instituida, para poner
de maniesto esa distinción de principio entre el ‘destino para el bien’ propio del
poder y su ‘inclinación al mal’, para emplear las expresiones de Kant en su Ensayo
sobre el mal radical. Precisamente en el objeto es donde puedo imaginar el ‘desti-
no’ del poder en la entraña misma de sus manifestaciones más o menos perversas.
No puede negarse que de hecho el poder político aparece maridado con el mal: en
primer lugar, porque no sabe poner remedio a las pasiones más que recurriendo
a la violencia correctiva” (p. 137).
no puede ser sustituido ni por los consejos generales, ni por las
normas generales, ni por la casuística, solo puede ser encarado
con una prudencia especial, esa prudencia es la obligación de
decir la verdad, la prudencia reside en el derecho a la verdad;
mezcla superadora de derecho, norma de actuar y parcialidad
históricamente situada
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. Una de las indicaciones leninistas es
que en el bolchevismo la mentira dirigida hacia el movimiento
de masas, inclusive por conveniencia, no es más que una de las
formas del mal radical, es la forma en la que el poder se inclina al
mal
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. Se recuerda a Ricoeur (2011), que arma lo siguiente
Podemos concebir una autoridad que se propusiese educar a
los individuos en el ejercicio de su libertad, en la cual tendríamos
el poder sin la violencia; en una palabra, podemos representarnos
la diferencia entre el poder y la violencia. La utopía de un Reino de
Dios, de una Ciudad Celeste, de un Imperio de los espíritus, de un
Reinado sin n, presupone que tenemos idea de la posibilidad de
un poder sin abuso de fuerza. (p. 137)