Un aporte a los estudios de los hogares en Costa Rica
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Natalia Carballo Murillo
InterSedes, Revista electrónica de las sedes regionales de la Universidad de Costa Rica,
ISSN 2215-2458, Volumen XXV, Número 51, Enero-Junio, 2024.
10.15517/isucr.v25i51 | intersedes.ucr.ac.cr | intersedes@ucr.ac.cr
A: is article aims to contribute to the investigations of households in Costa Rica. For
this, the changes in Costa Rican households will be explained from secondary sources, and through
interviews, a reconstruction of the types of households of three generations of families will be made. One
interview was conducted per generation, for a total of een interviews. e information obtained in the
interviews was analyzed with the computer program Atlas.ti. e rst generation of women started their
families in nuclear homes, in charge of making economic decisions, and even though, in some cases,
upbringing and household decisions regarding their sons and daughters were shared, education fell in
them. In the case of the types of households of second-generation women, at the time of the interviews,
they are extended, compound, and conjugal households with children and without children. While the
homes of third-generation people, who are outside their mothers' homes, are single-parent, composed,
or renting an apartment with "roomies". Regardless of the generation, the transformation of the home
is the result of the growth of the initial group and the aging of its members, but also of the economic
situations that each of the families is going through. ese economic situations change over time and
depend on the economic context of the country, and the socioeconomic tools of the group, such as the
level of schooling and the head of the household.
R: El objetivo de este artículo es aportar a las investigaciones de los hogares en Costa Rica.
Para ello, se explicarán los cambios en los hogares costarricenses a partir de fuentes secundarias, y
por medio de entrevistas, se hará una reconstrucción de los tipos de hogares de tres generaciones de
familias. Se hizo una entrevista por generación, para un total de quince entrevistas. La información
obtenida en las entrevistas se analizó con el programa informático Atlas.ti. La primera generación de
señoras inicia su familia en hogares nucleares, encargadas de la toma de decisiones económicas, y a
pesar de que, en algunos casos, la crianza y las decisiones del hogar o con respecto a sus hijos e hijas eran
compartidas, la educación recayó en ellas. En el caso de los tipos de hogares de las señoras de la segunda
generación, en el momento de las entrevistas eran hogares extensos, compuestos, conyugales con hijos
y sin hijos. Mientras que los hogares de las personas de la tercera generación, que se encontraban fuera
del hogar de sus madres, eran monoparentales, compuestos o alquilando apartamento con “roomies.
Independientemente de la generación, la transformación del hogar es resultado del crecimiento del
grupo inicial y el envejecimiento de sus miembros, pero también de las situaciones económicas que
atraviesa cada una de las familias. Dichas situaciones económicas cambian en el tiempo, dependen del
contexto económico del país y de las herramientas socioeconómicas del grupo, así como del nivel de
escolaridad y la jefatura del hogar.
Universidad de Costa Rica. Puntarenas
natalia.carballomurillo@ucr.ac.cr
Publicado por la Editorial Sede del Pacíco, Universidad de Costa Rica
P : Costa Rica – Hogar – Familia – Demografía – Tipología de los Hogares.
K: Costa Rica - Household - Family - Demography - Household typology.
A contribution to the studies of households in Costa Rica
Recibido: 22-2-23 | Aceptado: 10-5-23
C  (APA): Carballo Murillo, N. (2024). Un aporte a los estudios de los hogares en Costa Rica. InterSedes, 25
(51), X-X . DOI10.15517/isucr.v25i51.54224
Este artículo es producto de mi tesis doctoral en Demografía “Dinámica de las transformaciones de los hogares
costarricenses. 1985-2015” presentada en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, en 2021.
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Introducción
Los hogares son como seres vivos que nacen, se reproducen y
transforman, son importantes de estudiar porque atestiguan los
cambios en el tiempo. El hogar, como unidad dinámica, se trans-
forma al ritmo del contexto socioeconómico, de las pautas demo-
grácas, de las decisiones de sus miembros y del entorno político.
Como unidad primaria de análisis, el hogar hace referencia al
grupo de personas que conviven en un mismo espacio físico y lle-
van a cabo tareas para lograr la manutención económica y no eco-
nómica del grupo (Barquero y Trejos, 2005, p. 330). Las personas
de dicho grupo pueden estar ligadas o no por lazos de parentes-
co, independientemente de ello, comparten la vivienda (espacio
físico), el presupuesto, el consumo, la producción, los servicios y
actividades de la vida cotidiana (Ariza y de Oliveira, 2003, p. 20), y
en algunos casos, la reproducción biológica (Ariño, 2007, p. 257).
El hogar está conformado por una o varias familias, determi-
nadas por el parentesco, ya sea por liación (consanguinidad) o
por alianza (sistemas de matrimonio) (Segalen, 1992, pp. 37, 57 y
63). Los hogares son las instituciones que canalizan —no solo las
relaciones y redes de parentesco que permiten la identicación en
la comunidad, así como el acceso a ella—, sino también los ele-
mentos subjetivos y de socialización que denen la forma en que
se lleva a cabo el consumo y la producción en el hogar (lo socio-es-
tructural y económico). Dentro de sus principales funciones están
la enseñanza y reproducción de valores y creencias, que se proyec-
tan, representan y conviven en la sociedad.
Las familias pasan por diversas fases o etapas, “desde la cons-
titución de un núcleo inicial pasando por distintos momentos
de cambio de acuerdo con el crecimiento del grupo inicial y las
edades de sus miembros, hasta la disolución de dicho núcleo o su
dispersión en nuevos núcleos” (Barquero y Trejos, 2005, p. 333).
Dichas etapas se denen como el ciclo de vida familiar, y se deben
entender en función del ciclo vital de sus miembros, de la compo-
sición, el tamaño y la estructura de las familias en “relación con los
condicionantes de su sociedad” (Hareven, 1995, p. 111), sean estos
culturales, sociales o económicos.
Como lo explica Ariño, como unidades dinámicas que son, es-
tán condicionadas “por la dinámica demográca, en particular la
nupcialidad y la fecundidad (…) la población por sexo y edad y su
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distribución en el territorio, junto con pautas económicas, socia-
les, culturales” (Ariño, 2007, p. 255). Pero, también, por el resulta-
do acumulativo de las tendencias retrospectivas de la fecundidad,
mortalidad y migración y la inuencia de los procesos socioeco-
nómicos y políticos (Pérez, 2010, p. 285).
En la relación población – hogares, la transformación de la pi-
rámide poblacional de Costa Rica ha tenido un efecto en la con-
guración de los hogares, lo cual, unido a los cambios atribuidos a
la llamada Segunda Transición Demográca, en aspectos nupcia-
les y de fecundidad, se traduce en viviendas donde conviven dis-
tintas generaciones, lo que da forma a distintos tipos de hogares.
La evolución de las distintas generaciones evidencia el aumento en
los niveles de escolaridad, la disminución de la cantidad de hijos,
así como el surgimiento de nuevas formas y arreglos familiares.
Con el n de aportar a las investigaciones de los hogares en
Costa Rica desde la demografía, en esta investigación se hará una
breve revisión bibliográca, se explicarán los cambios en los hoga-
res costarricenses a partir de fuentes secundarias, para, por medio
de entrevistas, hacer una reconstrucción de los tipos de hogares de
tres generaciones de familias.
Breve revisión bibliográca
En este apartado se presentará un breve estado de la cuestión
sobre los estudios de familias y hogares para algunos países de La-
tinoamérica, incluyendo Costa Rica.
Lo primero por decir es que hay características que, en países
de mayor desarrollo, principalmente en Europa y Norteamérica,
han tomado fuerza en los últimos años. Cambios que en países
latinoamericanos han estado presentes y normalizadas desde hace
años con otras causas y particularidades. Un ejemplo de ello son
las uniones libres. Este tipo de vínculo experimentó un aumento
generalizado en todos los países de la región latinoamericana en el
período de 1960 a 1990 (Quilodrán, 2011, p. 86).
Las uniones libres son más frecuentes en los países caribeños y
costeros en general, y en los centroamericanos también. Son “un
arreglo conyugal peculiar, de hondas raíces culturales, casi exclusi-
vo de los países del Caribe inglés con fuerte ascendencia africana
(Ariza y de Oliveira, 2003, p. 25).
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Para el caso de la provincia de Córdoba, Argentina, Celton ex-
plica:
Se reconoce el hecho de que, a pesar de cierto rechazo dado
por el consenso general a las uniones libres, a través de los
tiempos sectores numerosos de población las han hecho su
modo de vida normal y corriente y en ocasiones preferible
hasta el mismo matrimonio legal. (Celton, 2008, p. 24)
Las uniones libre en Latinoamerica tienen distintos matices,
dependiendo de las pautas culturales de cada país, como lo deja
ver el ejemplo de la proviencia de Córdoba: “Desde la década de
1960 el concubinato volvió a ser una opción, esta vez admitida por
las clases medias en nombre de las libertades individuales” (Cel-
ton, 2008, p. 25).,
Independientemente del tipo de unión o de región, las caracte-
rísticas de “quienes recurren a ellas siguen siendo las mujeres que
pertenecen a los sectores sociales más desprotegidos” (Quilodrán,
2011, pp. 86-87), con “implicaciones tan serias como la ilegitimi-
dad y la inestabilidad familiar” (Celton, 2008, p. 24). Tales motivos
han llevado a que en los últimos años se desarrolle una serie de
políticas y leyes para proteger a mujeres y niños. En Costa Rica,
por ejemplo, algunas leyes muestran cómo el cuido de la familia
se canaliza hacia sus miembros más vulnerables, infantes y muje-
res. Para 1991 había 53 programas sociales dirigidos a la familia o
sus miembros, distribuidos en 17 instituciones gubernamentales
distintas.
Otra de las características históricas en la región latinoamerica-
na es la jefatura femenina de los hogares. En el caso de Costa Rica,
a inicios del siglo XX un 35,3% de todos los hogares de la ciudad
de San José tenía jefatura femenina (Molina, 2003, p. 114). Pero el
aumento de la jefatura femenina es un rasgo consistente en toda la
región, “datos de mediados de los noventa indican que estas giran
en torno al 25% en países como Uruguay, Honduras y Venezuela,
mientras en algunas naciones caribeñas llegan a representar más
del 40% de los hogares (Ariza y de Oliveira, 2003, p. 28).
En el caso de Argentina, entre 1947 y 2001 el número de hoga-
res con jefatura femenina se multiplicó por 4,9. En términos relati-
vos, ello determina que, en la primera fecha, el porcentaje de jefas
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mujeres era de 14,1% y en la segunda alcanzó el 27,7%. Esta evo-
lución, aunque a distintos ritmos, se verica en todas las regiones
del país (Torrado, 2007, p. 232).
Al tratarse “de una categoría que engloba una gran heteroge-
neidad de situaciones: madres solteras o separadas, mujeres viu-
das, jóvenes solteras con elevada escolaridad” (Ariza y de Oliveira,
2003, pp. 28-29), los hogares con jefatura femenina son de relevan-
cia para el estudio de las transformaciones de los hogares. Entre los
factores que pueden explicar dicho tipo de hogar se encuentran:
la disolución familiar, la mortalidad diferencial por sexo, la
migración masculina interna e internacional, así como la
maternidad en soltería y la prevalencia de elevados niveles
de violencia doméstica. Otros aspectos, vinculados con el
aumento de la escolaridad de las mujeres, su mayor inde-
pendencia económica y los cambios en los roles femeninos
tradicionales, facilitan a las mujeres hacerse cargo de sus
hogares. (Ariza y de Oliveira, 2003, p. 29)
Los hogares encabezados por mujeres, en comparación con los
encabezados por hombres, se concentran en las etapas más avan-
zadas del ciclo vital familiar; tienen una prevalencia mayor de la
familia extendida; el tamaño del hogar es menor, debido, en parte,
a que en la mayoría la pareja masculina está ausente; nalmente,
las tasas de participación femenina en el mercado de trabajo son
mayores (Acosta, 2001, p. 44).
En el estudio de Flórez sobre los cambios en los hogares colom-
bianos durante 25 años “desde dos perspectivas. Primero, centra-
dos en los cambios en la estructura de los hogares y sus implica-
ciones. Segundo, los cambios en la fecundidad adolescente como
comportamiento resultante del contexto del hogar” (Flórez, 2004,
p. 24), la autora observa un aumento de las jefaturas femeninas en
todos los estratos sociales, pero mayoritariamente en los hogares
más pobres.
Una de las conclusiones del estudio es que los hogares con ma-
yores ingresos (en los quintiles altos) son los clasicados como
hogar no familiar y unipersonal, mientras que el hogar familiar
amplio, con otros parientes o no parientes, “es una estrategia de
organización principalmente de los hogares en los estratos bajos y
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medios” (Flórez, 2004, p. 26), ambas características se acentúan a
través de los 25 años.
Pese a lo anterior,
el tamaño de los hogares ha venido disminuyendo, inde-
pendientemente del tipo de hogar y del nivel de ingreso (...)
Sin embargo, el tamaño promedio del hogar en los estratos
bajos (quintiles 1 y 2) en el 2003 es aún mayor al tamaño
promedio del hogar que en 1978 se observaba en los estra-
tos altos (quintiles 4 y 5). (Flórez, 2004, p. 27)
Flórez también observa un aumento en las uniones consensua-
les, sobre todo en los hogares de estratos altos y medios, aunque de
mayor inestabilidad que un matrimonio legal o religioso:
La evidencia presentada sugiere entonces que el creciente
predominio de las uniones consensuales no fuera el resul-
tado de la pobreza ni de una práctica moderna para probar
compatibilidad de caracteres, sino que fuera, entre otras, el
reejo de cambios ideológicos y culturales propios de una
sociedad más laica, apoyada por los cambios recientes en
la regulación sobre familia (...) Más que relacionado con
la pobreza, el aumento de las uniones consensuales en to-
dos los estratos, pero especialmente en los estratos medio y
alto, podría reejar una mayor apertura ideológica y cultu-
ral, resultado de la masiva incorporación de las mujeres a la
fuerza laboral, especialmente las de mayor nivel educativo
(Flórez, 2004, p. 33).
Nelson Florez y Marisol Luna, con la Encuesta Nacional de In-
gresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) de 2002 y 2014 como
fuente, hacen una investigación de los hogares rurales y estrategias
familiares de vida en México. Concluyen que “al parecer los hoga-
res rurales más pobres, enfocados a la agricultura de autoconsumo
vinculan al mercado de trabajo al mayor número de miembros,
como estrategia para obtener ingresos adicionales y así lograr cu-
brir sus principales necesidades materiales” (Florez y Luna, 2018,
p. 122). Además, señalan que “conforme el hogar rural es más agrí-
cola se diversican las fuentes de ingresos por trabajo (6% en los
hogares), recurriendo a la multiactividad como estrategia para la
consecución de mejores ingresos” (Florez y Luna, 2018, p. 126).
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En el libro “Historia de la familia en la Argentina moderna,
de Susana Torrado (2003), hay tres puntos de atención. Uno es el
análisis de la organización de la familia según la diferenciación
social, donde se perlan cinco conguraciones familiares en co-
rrespondencia con cinco diferentes posiciones sociales (p. 501); el
segundo tiene que ver con las estructuras sociales regionales y de
familia, donde se relacionan las diferencias en la estructura social
regional con las disparidades regionales de la organización fami-
liar (p. 555); y el tercer punto, en relación con el Estado, caracteriza
las medidas y políticas llevadas a cabo en materia social, de acuer-
do con el modelo económico y estatal del momento.
También para la Argentina, Mabel Ariño en su trabajo “Fami-
lias tradicionales, nuevas familias” (2007) brinda “un panorama de
los cambios de la organización familiar” (p. 255). Explica cómo la
composición de hogares y familias está condicionada por la nup-
cialidad y fecundidad, y propone un breve contexto histórico de
los cambios en la Argentina. Citando a Mazzeo, Ariño explica los
hallazgos de las investigaciones realizadas en las tres últimas déca-
das del siglo XX:
Cambios profundos en lo que respecta al proceso de for-
mación y organización de las familias (...) incremento de
la consensualidad de prueba y permanente; incremento de
divorcios y separaciones; aumento de la edad media al ma-
trimonio, en particular de las mujeres; y disminución de
número de nacimientos con incremento de los extramatri-
moniales como correlato del aumento de las uniones con-
sensuales” (Ariño, 2007, p. 256).
Sobre los hogares conyugales, la autora observa un aumento
de las familias monoparentales y una disminución de las familias
extensas, sobre todo de las familias completas. Sin embargo, es “el
aumento de las jefaturas de hogar a cargo de mujeres uno de los
cambios más notorios en la composición de los hogares argentinos
en la segunda mitad del siglo XX” (Ariño, 2007, p. 269). En rela-
ción con dicho aumento “los hogares monoparentales son el tipo
de familias que más ha crecido en las últimas décadas” (p. 270).
Como otras formas de organización familiar, Ariño menciona a
las familias secundarias (cuyas características denotan una mayor
vulnerabilidad) y a las familias ensambladas.
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Con una investigación que busca “hacer visibles (...) las ten-
siones provocadas por las paradojas a las cuales se enfrenta la
familia contemporánea” (Palacio, 2009, p. 46), desde el enfoque
de lo sólido (la tradición y la certeza) y lo líquido (lo nuevo y la
incertidumbre), Maa Cristina Palacio habla de las tensiones y
contradicciones a las que se enfrenta la familia, en sus palabras,
“la trayectoria de las familias contemporáneas es la metáfora del
cambio y la permanencia” (p. 48).
Palacio (2009) explica que
el movimiento de la vida social, tiene su descarga en la familia,
en tanto es señalada como el ámbito de socialización y formación
temprana de los sujetos y garantiza la integración social. Institu-
cionalizada desde el tejido parental por alianza y consanguinidad,
se le asigna la legitimidad de una vinculación emocional y afectiva
como sustrato de la pertenencia (p. 50).
Sin embargo, la individualización, “la cual tiene su soporte en
la capacidad de elección y decisión, una nueva cuestión que desata
los nudos y amarres del ordenamiento familiar tradicional” (Pala-
cio, 2009, p. 52), ha llegado a recongurar la “familia tradicional.
“No hay desaparición ni muerte; hay desplazamiento como úni-
ca alternativa de vida familiar y se produce una hibridación entre
lo tradicional y lo moderno, entre lo sólido y lo líquido” (Palacio,
2009, p. 53). El matrimonio como sacramento no es la única vía,
la heterosexualidad deja de ser la única condición de la expresión
amorosa, y las relaciones son más sucesivas, pero al mismo tiempo
más intensas y cortas (Palacio, 2009, p. 53). Aunque “no se trata
solamente del amor, de la sexualidad, de la maternidad y la paterni-
dad (…) hay también otros espectros como la profesión, el trabajo,
las oportunidades, los recursos económicos, la capacidad de deci-
sión, la participación social y comunitaria” (Palacio, 2009, p. 54).
Producto de los cambios en la maternidad y paternidad, vistos
como alternativas individuales y entendiendo la relación progeni-
to-lial como el soporte del tejido familiar, el modelo tradicional
de la familia nuclear patriarcal se rompe al igual que la urdimbre
tradicional del matrimonio y la pareja (Palacio, 2009, p. 57), cam-
bia y entra en contradicción la gura de la mujer, el hombre, los
hijos y la co-residencia en la familia, y en todos los tipos de familia.
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En el libro “Nuevos tiempos para las familias, familias para los
nuevos tiempos” Mónica Ghirardi y Antonio Irigoyen centran su
análisis “en la identicación de particularidades de los procesos
de cambio social en dos sociedades del mundo ibérico ubicadas a
ambos lados del Atlántico (Córdoba, Argentina y Muria, España
entre los siglos XVII-XX” (Ghirardi y Irigoyen, 2016, p. 10).
Explican los cambios en la familia desde la gura del individuo
y el individualismo, del uso que de la familia hicieron distintos
actores sociales como la Monarquía, la Iglesia, el Estado y las élites
a lo largo del tiempo –de un tiempo histórico– siempre desde el
marco de la ley, la reglamentación y los códigos civiles, es decir, del
control. A partir de estos mecanismos se articuló una serie de nor-
mas y convenciones sociales que recayeron sobre el matrimonio,
la familia y la descendencia. Pero también abordan el cuestiona-
miento que de dichos actores, leyes y convenciones se hizo.
Concluyen que no hay un modelo único, transformaciones li-
neales, ni generalizables alrededor de la “familia moderna. Por el
contrario, “queda bien claro en cambio son itinerarios de trans-
formación complejos, expresivos de realidades diversas, con mo-
mentos de transiciones, convivencias de distintos patrones de
comportamiento momentos y situaciones en las cuales coexisten
elementos «tradicionales» y «modernos»; «viejos» y «nuevos»”
(Ghirardi y Irigoyen, 2016, p. 242), pero también las particulari-
dades propias de cada región, época y características culturales.
Con un enfoque sobre políticas públicas, el artículo de José
Olavarría “Transformaciones de la familia conyugal en Chile en el
período de la transición democrática” (1990-2011) explica el papel
de dichas políticas en la validación, posicionamiento y fortaleci-
miento de la familia conyugal, tomando como punto de partida el
golpe de Estado de 1973. Antes de este hecho histórico,
la consolidación de la familia conyugal y su función en la
reproducción social se logró a través de políticas públicas
redistributivas de los ingresos, subsidiando bienes y servi-
cios y, especialmente, en el plano de la salud, educación,
vivienda, previsión social y en el de las regulaciones y sca-
lización del cumplimiento de las normas laborales; políti-
cas públicas que orientaron la acción del Estado hasta la dé-
cada del 70, en la magnitud que le permitían sus recursos.
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La redenición de la agenda pública desde 1974, el modo
en que se utilizaron los recursos públicos, la política eco-
nómica de apertura y ajuste estructural, afectaron las bases
tanto del orden salarial, como del orden familiar que ha-
bían favorecido la existencia de la familia conyugal durante
gran parte del siglo. La reproducción social de las familias
y su sustentabilidad dejaron de ser parte de las políticas del
Estado y de la responsabilidad de las empresas privadas/
públicas (Olavarría, 2014, pp. 3-4).
Utilizando encuestas de hogares como fuente para su investi-
gación, este autor observa un aumento de los hogares totales, pero
un descenso de los hogares biparentales. En cuanto a las jefaturas,
hay un aumento de los hogares con jefatura femenina, como se ha
explicado en diversa literatura sobre el tema, y una disminución en
la proporción de personas casadas. Sin embargo, señala que
la tendencia a la disminución de casados, para el conjunto
de los y las jefes de hogar, tiene expresiones contrapuestas
entre hombres y mujeres durante estas dos décadas: crece
la proporción de mujeres jefas de hogar casadas tanto para
el total de los hogares, como para los hogares biparentales
con al menos un hijo/a, y decrece la de hombres (Olavarría,
2014, p. 11).
También aumenta la proporción de jefes convivientes, con una
mayoría de mujeres que de hombres y disminuye la cantidad de hi-
jos por hogar. Finalmente, el autor concluye con tres hipótesis para
explicar la desarticulación del orden familiar “normal”. Primero,
el principio de la subsidiaridad del Estado; segundo, los cambios
en la organización del trabajo y la precarización, particularmente
entre los sectores tercerizados y de subcontratados; y tercero, los
cambios en la condición de la mujer (Olavarría, 2014, p. 18).
En la investigación “Tipos de hogar, ciclo de vida familiar y po-
breza en Costa Rica” (2005), Jorge Barquero y Juan Diego Trejos
exploran las condiciones de vulnerabilidad sociodemográca en
Costa Rica a partir del análisis de los cambios en los tipos de hogar
y el ciclo de vida de las familias en condiciones de pobreza, utili-
zando la información de las Encuestas de Hogares de 1987, 1994 y
2007 (Barquero y Trejos, 2005, p. 323).
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Los autores logran identicar que los hogares con mayor riesgo
de vulnerabilidad ante la pobreza son aquellos con mayor canti-
dad de miembros dependientes menores de edad, y hogares con
jefatura femenina, y aunque en todas las fases del ciclo de vida de
los hogares la incidencia de la pobreza disminuyó en el periodo
1987-1994, en el periodo más reciente, 1994-2002, la incidencia
se mantiene mayor en las etapas de expansión y consolidación de
los hogares familiares, donde se concentra la mayor proporción
de hogares pobres y la mayor cantidad de población dependiente
menor de 18 años (Barquero y Trejos, 2005, p. 340).
Con una investigación mucho más especíca, Mariana Campos
(2008) en su tesis doctoral se enfoca en la estructura de los hogares
y sus condiciones de vida en el proceso de cambio demográco y
social en el siglo XX (Campos, 2008, pp. 12-13). La autora escogió
la ciudad de Curridabat para hacer un microanálisis, con el n de
analizar grupos pequeños en sus interrelaciones diversas y distin-
guir —entre otras cosas—, hogares, familias y comunidades.
Dicha dimensión, en palabras de Campos, permitió realizar
acercamientos continuos entre distintos planos de la realidad his-
tórica, intentando articular los niveles macro y micro, para anali-
zar en detalle y con profundidad el tema en estudio. Sin embargo,
la misma autora reconoce que uno de los límites es la representa-
tividad de los resultados, tanto en su dimensión geográca como
social (Campos, 2008, p. 33).
Campos plantea que la composición por sexo y edad de la po-
blación afecta la evolución y estructura de las familias y hogares,
porque determina el volumen de la población de ambos sexos en
cada grupo de edad, incide en el mercado matrimonial y también
determina la proporción de mujeres en edad fértil, situación con
inuencia sobre la natalidad y el envejecimiento demográco, a
su vez, incide en la distribución por estado civil (viudos), incre-
mentándolo que incrementa, por ejemplo, el número de hogares
unipersonales (Campos, 2008, p. 79). Explica que el descenso de la
fecundidad obedeció a la modernización (dimensión pequeña del
país), alto grado de integración nacional, permeabilidad y elevado
nivel educativo (Campos, 2008, pp. 56-57).
La formación y disolución de las uniones se estudia de acuerdo
con las variables: relación entre los sexos, vías y edad de entrada
en unión (matrimonio, consensualidad), celibato denitivo, y me-
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canismos de disolución (viudez, separación, divorcio) (Campos,
2008, p. 122), y propone cinco elementos inuyentes en la forma-
ción, mantención o disolución de las uniones: los factores econó-
micos (estructurales/coyunturales); el régimen demográco; las
condiciones culturales; la disponibilidad de pareja; y la capacidad
social y económica.
En la memoria “Análisis de las transformaciones en la estructu-
ra y conformación de los hogares y familias en Costa Rica a la luz
de los Censos de Población y Vivienda 2000-2011”, se realizó
un análisis de los principales cambios en los hogares y las
familias, partiendo de la revisión de las tipologías de hogar
existentes con los datos de los censos del año 2000 y 2011,
lo cual permitió elaborar una propuesta de una nueva tipo-
logía de hogar (Barrientos et al, 2013, p. iii).
Para elaborar dicha propuesta, los autores utilizaron las inno-
vaciones incluidas en el Censo 2011, que permitió estudiar a los
hogares y las familias desde un enfoque no tradicional, dejando de
lado el concepto de “hogar nuclear”. Con la nueva tipología se ca-
racterizó cada uno de los nuevos tipos de hogar. Las innovaciones
corresponden a la adaptación del instrumento censal, incluyendo
la variable de jefatura compartida entre cónyuges, y el registro de
las uniones del mismo sexo (Barrientos et al., 2013, pp. iii-iv).
Los autores “indican que la estructura de los hogares y las fami-
lias se encuentra en un proceso de cambio” (Barrientos et al., 2013,
p. 94). Para evidenciar dichos cambios, la investigación propone 4
tipos de hogares principales, los cuales se desagregan en subtipos
y estos a su vez en subtipos secundarios, llegando a un total de 20
categorías. Los cuatro tipos principales son: hogares heteroparen-
tales, hogares homoparentales, hogares monoparentales y hogares
no parentales (Barrientos et al., 2013, pp. 99-102). Con estos tipos
se describen los indicadores sociales principales por tipo de hogar,
así como distintos indicadores para cada tipo de hogar: pirámide
poblacional, distribución por tipo de jefatura, escolaridad prome-
dio de la jefatura e indicadores económicos.
Sobre el tema de las familias, tipologías de hogares y censos
como fuentes de información, el investigador Sergio Reuben en
1986 publicó el estudio “Estructuras familiares de Costa Rica en
1973”, con base en el Censo de 1973. El estudio intentó arrojar luz
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NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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sobre las principales formas de constitución de las familias costa-
rricenses en dicho año, en un impulso por abordar las unidades
familiares para acceder a la construcción de una tipología basán-
dose en las relaciones de parentesco. Así, se da la formulación de
ocho tipos de familias de acuerdo con las personas que componen
cada hogar.
En 1989, el autor publica “Estructuras familiares de Costa Rica:
II Parte. Haciendo uso del Censo Nacional de Población de 1984,
Reuben encontró la existencia de una asociación entre las condi-
ciones sociales, culturales y económicas vinculadas a las formas
rurales de existencia y la forma nuclear integrada del hogar, y ob-
servó en las zonas urbanas una proporción mayor de hogares con
jefatura femenina, inuenciada por el hecho de que los hogares
desintegrados estaban concentrados principalmente en las urbes,
y la inuencia de las raíces culturales sobre las características de
los hogares (Reuben, 1989, pp. 1-2).
Asimismo, explica que los resultados de la investigación no de-
jan duda sobre la constitución nuclear predominante de los hoga-
res costarricenses. Sin embargo, observa que en el interior de estas
formas nucleares hay una notable reducción en la participación
general de los hogares nucleares maduros (cónyuges con sus hi-
jos solteros), a favor de los germinales y en disolución (sin hijos)
(Reuben, 1989, p. 3). Ambas conclusiones, sobre las jefaturas fe-
meninas en las zonas urbanas y los hogares nucleares sin hijos, es-
tán en estrecha relación con lo leído y reseñado sobre otros países
de América Latina y en Costa Rica.
En 1993, en un tercer estudio con base en la Encuesta de Ho-
gares (de julio de ese año), Reuben realiza una investigación com-
plementaria a las reseñadas anteriormente (Reuben, 1997). En
este trabajo, analiza las características familiares de los hogares
costarricenses según el sexo y edad del jefe del hogar, la ubica-
ción geográca, la tipología familiar, la región, el ingreso total y
del jefe de familia, y las categorías ocupacionales, confrontando
los resultados del Censo Nacional de Población de 1984 con los de
la Encuesta de Hogares de 1993.
Sobre el ciclo de vida familiar (CVF), Isabel Vega publicó una
investigación en 1990 que cuestionaba cómo otras investigaciones
sobre familia en Costa Rica no emplean el CVF “como constructo
teórico para describir o explicar características estructurales o as-
pectos dinámicos del grupo familiar” (p. 1).
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Partiendo de ese hecho su investigación busca dar posible res-
puesta a las preguntas: ¿cómo y de qué manera inciden las condi-
ciones socioeconómicas y culturales en el grupo familiar? ¿Cuáles
consideraciones estructurales y funcionales del grupo familiar son
prioridades a la hora de intentar una caracterización de “la fami-
lia”? ¿Debemos considerar el matrimonio y la familia como ele-
mentos inseparables de la vida familiar? ¿El desempeño de roles
sexuales en la familia es claramente tipicable o bien puede variar
de acuerdo con otras características del grupo familiar?
Relacionado con lo que se propone en dicho estudio, Vega ex-
plica:
Está visto que la manera como se constituyen y se mantie-
nen las unidades familiares está en íntima relación con los
factores fundamentales del desarrollo social y son parte de
las estrategias familiares de vida para poder garantizarse el
logro de los objetivos de la vida familiar (1990, p. 10).
Finalmente, con el recuento de las características de fecundi-
dad, nupcialidad y familia en Costa Rica, por medio de otros es-
tudios y el uso de los resultados de la Encuesta de Fecundidad de
1986, Vega da cuenta de cómo el CVF puede dejar por fuera otras
familias distintas de la tradicional/nuclear.
Cuatro años después, en 1994, Vega publicó el estudio “Diver-
sidad familiar en Costa Rica. Un análisis tipológico en la Región
Metropolitana. La investigación se centra en el cambio social y
la estructura familiar, para lo cual desarrolló una encuesta que le
permitiera emplear las categoas adecuadas para el estudio y una
metodología para poder comparar el análisis con otros estudios en
Costa Rica (Vega, 1994, p. 11).
La autora observa un sincretismo entre nuevas formas de diná-
mica familiar con la inuencia de ideas tradicionales. Por ejemplo,
el rol de la mujer en la familia, siendo en “la población con un
grado de educación mayor en donde empiezan a germinar actitu-
des modernas sobre la vida familiar y el trabajo femenino” (Vega,
1994, p. 53).
En otra de sus investigaciones, Vega cuestiona si la familia se
desintegra o transforma en las postrimerías del siglo XX. Explica
que el miedo es producto de los cambios demográcos relaciona-
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NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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dos con la fecundidad, la nupcialidad y el aumento de la violencia
intrafamiliar, enraizado en una idea tradicional de la familia. La
autora concluye que la familia no se desintegra, “lo que está en
vías de extinción es el reparto tradicional del poder en el seno de
la familia” (Vega, 1996, p. 818).
Desde una perspectiva histórica y de género, Eugenia Rodrí-
guez ha realizado varias investigaciones sobre el tema de la familia.
En una de estas investiga sobre la evolución histórica de las fami-
lias costarricenses desde la colonia hasta el siglo XX desmitica
ciertas concepciones que se han ido construyendo sobre el divor-
cio y la violencia doméstica (Rodríguez, 2003, p. 1).
El estudio, primero para la época colonial y luego para los siglo
XIX y XX, se hace con base en cinco elementos: la estructura y
composición del grupo doméstico; las nociones acerca de la fa-
milia; los patrones de matrimonio y las alianzas matrimoniales;
el papel del Estado, la iglesia y la comunidad en la regulación de
la moral sexual y doméstica; y las relaciones de pareja, violencia
doméstica y divorcio (Rodríguez, 2003, p. 2).
Para ello como fuentes utiliza las dispensas por impedimen-
tos de consanguinidad y anidad, genealogías, estudios prosopo-
grácos y denuncias de disputas matrimoniales y divorcios ecle-
siásticos. Concluye que las nociones de familia se construyen y
transforman en términos históricos y socio-culturales, y que la tan
difundida idea de una familia conyugal no era compartida ideoló-
gica ni cotidianamente por todos los sectores sociales (Rodríguez,
2003, p. 7).
Enfatiza que una de las características del grupo doméstico fue
lo diverso y cambiante de su estructura y composición, lo cual de-
pendía de la región, de las condiciones económicas y sociales, así
como del origen social de las parejas, y del tipo de regulación de
la moral y la sexualidad establecida por la iglesia, el estado y la
comunidad.
Materiales y métodos
Por medio de entrevistas se reconstruyeron las trayectorias de
vida familiar de tres generaciones en distintas ubicaciones geográ-
cas y contextos socioeconómicos. La perspectiva de trayectorias
de vida familiar ayudó a estudiar la relación entre el ciclo de vida
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familiar y el ciclo vital de los miembros de los hogares, para de-
temrinar la trayectoria generacional y el tipo de hogar (Torrado,
2005, p. 33).
Para la realización de las entrevistas se escogió una triada gene-
racional de la siguiente manera: Guanacaste (1 triada), Puntarenas
(1 triada), Limón (1 triada), San José (1 triadas), Cartago (1 tria-
da). La triada generacional reere a tres generaciones de una mis-
ma familia consanguínea (madres adultas mayores, hijas, hijas o
hijos de sus hijas), que conforman la población de estudio. Se hizo
una entrevista por generación en cada triada, tres entrevistas por
triada, quince entrevistas en total. Para la selección de la muestra
(las triadas) se usó la técnica de la “bola de nieve”: conocer a algu-
nos informantes y lograr que ellos nos presenten a otros (Taylor y
Bogdan, 1987, p. 109).
La cantidad de hogares no es una muestra representativa ya que
se utilizó la estrategia del muestreo teórico, donde el número de
casos” estudiados carece relativamente de importancia. Lo im-
portante es el potencial de cada caso para ayudar a la investigadora
en el desarrollo de comprensiones teóricas sobre el área estudiada
de la vida social (Taylor y Bogdan, 1987, p. 108) y, en este caso, del
tipo de hogar.
Las entrevistas permitieron encuentros dirigidos hacia la com-
prensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto
de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las expresan con
sus propias palabras (Taylor y Bogdan, 1987, p. 101). Se realizó
la entrevista estandarizada programada, es decir, la redacción y
orden de todas las preguntas es exactamente la misma para cada
persona, ya que estas deben ser comparables de manera que cuan-
do aparezcan variaciones entre encuestados puedan atribuirse a
diferencias reales de respuesta, y no al instrumento (Valles, 1999,
p. 186).
La información obtenida en las entrevistas se analizó con el
programa informático Atlas.ti, para ello se clasicó la información
de la siguiente manera:
- Tipo de hogar: las preguntas relacionadas con la división
de tareas, de la crianza, sobre las decisiones económicas del
hogar, tipo de jefatura u otros elementos que ayuden a re-
construir el tipo de hogar.
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NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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El proceso de codicación y establecimiento de relaciones se
hizo a partir del análisis de las características sociodemográcas
de cada entrevista y tipo de hogar vivido, dando importancia a
los aspectos que determinan las trayectorias de las uniones y de
la vida familiar de los hogares y de sus miembros. La información
se comparará entre generaciones, poniendo atención al comporta-
miento generacional y a la reconstrucción de los tipos de hogares.
En la redacción del capítulo para mantener el anonimato y por
respeto a sus vidas privadas y familiares, se usarán seudónimos
cuando se haga referencia a las personas entrevistadas.
Resultados y discusión
Cambios en la población y en los hogares
Los cambios en los hogares están relacionados con los cambios
en la distribución de la población. Las transformaciones acumula-
das de los indicadores demográcos natalidad y mortalidad, que
inician en la primera mitad del siglo XX, han dibujado nuevas dis-
tribuciones por sexo y por edad en la población costarricense. Lo
anterior, combinado con el ingreso de las mujeres en la educación
y en el mercado laboral, con el acceso a los métodos anticoncepti-
vos, la separación de la vida sexual del vínculo matrimonial o de
convivencia, con los procesos migratorios, con distintas políticas
públicas puestas en marcha, y con el auge de la individualización
de las decisiones personales y su priorización con respecto a las
decisiones colectivas, ha llevado a la reconguración de los hoga-
res a lo largo del tiempo.
Para el período en estudio, el cambio en la estructura es evi-
dente en la distribución por sexo y grupos de edad de la población
costarricense de 1995 al 2015 (ver gura 1).
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Producto del descenso acumulado de la fecundidad hay una
disminución en la base de la pirámide: disminuyen las poblaciones
entre 0-14 años, la población entre los 15-39 años aumenta para el
año 2005, pero ya en 2015 inicia su disminución. Desde la pers-
pectiva de los hogares, estamos ante la baja de la cantidad de hijos
de 1995 a 2015, entre tanto, a nivel general, van envejeciendo sus
miembros mayores de 15 años.
El aumento en las poblaciones de 40 a 90 años y más está de-
terminado por el aumento en la esperanza de vida, el sistema de
salud, factores ambientales, genéticos, entre otros. Por ejemplo, el
aumento en la esperanza de vida, que para 2015 rondaba los 80
años en total, 82 años para las mujeres y 77 años para los hombres,
ha llevado a que los adultos mayores convivan por más tiempo con
otros miembros más jóvenes, como sus hijos y, en algunos casos,
sus nietos.
Figura 1
D         .
,   
Nota. Elaboración propia a partir de los datos de población de
1995, 2005 y 2015.
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Enero-Junio, 2024, (Artículo).
NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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De manera simple y general, los cambios en la estructura de
la pirámide poblacional llevan a una reconguración de la com-
posición de los hogares al variar la cantidad, edad y sexo de sus
miembros. Pero las permutas y tipologías de los hogares también
se explican y relacionan con el estrato socioeconómico, la zona de
residencia y el tipo de jefatura. En las décadas de 1970 y 1980, la
forma nuclear de hogar estaba presente mayormente en las zonas
rurales, mientras que en el área urbana predominaban los hogares
con jefatura femenina. Eran “los hogares nucleares más conven-
cionales, los mayormente predominantes en el agro nacional (…)
Las condiciones urbanas de existencia determinan formas familia-
res con predominancia relativa de hogares desintegrados y uniper-
sonales” (Reuben, 1989, pp. 1-2). Sobre esto, el autor explica:
A pesar de ello, la constitución nuclear predominaba en los
hogares costarricenses,
la tendencia ha sido la nuclearización de los hogares desde
formas complejas (…) Pero al interior de estas formas nu-
cleares (…) hay una notable reducción en la participación
general de los hogares nucleares maduros (los cónyuges
con sus hijos solteros), en favor de los germinales y en diso-
lución (sin hijos) (Reuben, 1989, p. 3).
Reuben identica tres ámbitos para los hogares:
El ámbito “normal” o predominante, asociado a condi-
ciones asalariadas rurales y cuasi-rurales de existencia se
constituyen en matriz de los hogares nucleares. El ámbi-
to urbano-marginal asociado a altas tasas de inactividad y
desempleo se vincula con los hogares desintegrados y uni-
personales (no nucleares) y, el tercero, el ámbito de retraso
social, asociado a la inactividad, el desempleo y la vejez,
constituiría hogares extendidos o ampliados (Reuben,
1989, p. 4).
Para inicios de la década de los noventa, la forma y el tipo de
hogares cambia de acuerdo con la zona y las estructuras regiona-
les. Especícamente, estructuras regionales relacionadas con las
Hace referencia a la inuencia de las características culturales, sociales y econó-
micas, propias de cada región del país, en las estructuras de los hogares de dichas
regiones.
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características culturales particulares, por ejemplo, en la región
Chorotega (Pacíco norte), “la presencia de hogares más comple-
jos y extensos (…), parece indicar que en otros momentos, los ho-
gares más usuales no eran nucleares” (Reuben, 1997, p. 55).
El estudio de los ingresos de los jefes y del hogar (…) a
como de las categorías ocupacionales de los primeros,
hace patente que los hogares desintegrados o uniparental
y familiar ampliado se asocian a condiciones marginales de
existencia social. Mientras que, por el contrario, los hogares
nucleares, están asociados a ingresos medios-altos (Reu-
ben, 1997, p. 55).
Si bien alrededor de una tercera parte de la población nacional
convivía en hogares unipersonales, uniparentales y de familiares
ampliados, y su incremento es notable, el hogar denido como nu-
clear seguía siendo importante (Reuben, 1997, p. 55).
En cuanto a los hogares en pobreza, en todas las fases del ciclo
de vida de estos hogares la incidencia de la pobreza disminuyó
en el periodo 1987-1994. Y en el periodo 1994-2002 la incidencia
se mantuvo mayor en las etapas de expansión y consolidación de
los hogares familiares, donde se concentró la mayor proporción
de hogares pobres y la mayor cantidad de población dependiente
menor de 18 años (Barquero y Trejos, 2005, p. 340).
En la segunda década del presente milenio, “en la zona urba-
na uno de cada veinte hogares se encuentra en pobreza extrema
mientras que en la zona rural es uno de cada diez”. En relación
con los ingresos, en la zona urbana es mayor el ingreso promedio
del hogar. Y el per cápita, en comparación con el de la zona rural,
es casi el doble: “el ingreso promedio per cápita de los hogares del
quintil cinco es 18,2 veces el del primer quintil” (Instituto Nacio-
nal de Estadística y Censos, 2011, p. 4).
Para 2015, en lo que respecta a la composición total de los
ingresos del hogar, la principal fuente es el ingreso por trabajo y
la segunda, las transferencias provenientes de pensiones, remesas
y transferencias de dinero entre hogares (Instituto Nacional de
Estadística y Censos, 2012, p. 14).
Se entienden como aquellos hogares con carencias materiales y en situación de
vulnerabilidad social.
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NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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Con respecto a la distribución del ingreso, el 20% de los
hogares con mayores ingresos acumula el 50% del total de
los ingresos de los hogares a nivel nacional (...) mientras
que el 20% de los hogares con menor ingreso, acumulan
solamente el 4% del ingreso total de los hogares (...) el pro-
medio de ingreso por hogar es 13 veces mayor entre los
hogares del quintil cinco respecto al promedio de ingreso
en los hogares del quintil uno, relación que aumenta hasta
19 veces a nivel per cápita (Instituto Nacional de Estadística
y Censos, 2012, p. 17).
Con una diferenciación según regiones, el mayor ingreso neto
promedio mensual por hogar más alto se registra en la Región
Central, y el menor en la Región Brunca. Aunado a lo anterior,
son los hogares en el primer quintil los que tiene más personas en
promedio:
El promedio de miembros por hogar es de 3,30 a nivel na-
cional, pero esta composición sigue una tendencia general
decreciente según aumenta el quintil de ingreso, variando
desde 3,57 personas promedio en el quintil uno hasta 2,65
personas en el quintil cinco (Instituto Nacional de Estadís-
tica y Censos, 2012, p. 17).
Según la ENAHO del año 2012, “el 21,7% de los hogares en el
país se encuentran en situación de pobreza” (Instituto Nacional
de Estadística y Censos, 2012, p. 22). Por zona, hay más hogares
pobres y en pobreza extrema en la rural, que en la urbana.
Los hogares en condición de pobreza por ingresos, en prome-
dio, son de mayor tamaño respecto a los hogares no pobres (3,58
frente a 3,22), tienen más niños de cinco años o menos (0,43 fren-
te a 0,22), mayor cantidad de personas demográcamente depen-
dientes (70 frente a 39 personas en edades de 14 años o menos y
65 años o más por cada 100 personas en edad entre los 15 y 64
años) y en un porcentaje más alto están encabezados por mujeres
(43,5% frente a 34,1%) (Instituto Nacional de Estadística y Censos,
2012, p. 29).
También, las personas pobres tienen mayores tasas de desem-
pleo abierto y de empleo informal, menos años de escolaridad
 En el anexo 1 se encuentra el mapa de las regiones de Costa Rica (Figura 1).
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promedio, menor asistencia a la educación regular, sobre todo de
educación secundaria, menor acceso a servicios de salud y agua, a
vivienda propia y a buenas condiciones de ella.
La descripción anterior permite entender cómo en los cambios
en la composición y conguración de los hogares no solamente
intervienen las transformaciones en la pirámide poblacional, sino
también las condiciones socioeconómicas, tipo de jefatura, zona,
tipología del hogar, ciclo de vida familiar y ciclo vital de sus miem-
bros. Partiendo de dicha caracterización, como marco de referen-
cia de los hogares costarricenses, se analizarán los tipos de hogares
por medio de la reconstrucción de las trayectorias de vida de las
familias entrevistadas.
Tipos de hogares
Los hogares de las señoras de la primera generación inician con
un matrimonio religioso con hombres mayores que ellas o de su
misma edad, continúa con hijos e hijas muy cercanos a dicho ma-
trimonio, o previos, y entre ellos, lo cual las dirige a llevar a cabo
estrategias como hacer funcionar sus redes familiares y de paren-
tesco, así como su capacidad de agencia, para sobrevivir y repro-
ducirse en sus hogares y con sus familias. En este apartado vamos
a reconstruir cómo fue esa trayectoria y los tipos de hogares.
Sus trayectorias de vida en familia transcurren, mayoritaria-
mente, en hogares conyugales con hijos, compuestos en estos ca-
sos por ellas, sus esposos, hijos e hijas. Ellas se reconocieron como
amas de casa, encargadas del dinero que les daba el esposo (cuan-
do lo hacía), de las compras, de la limpieza al no tener empleada,
de la cocina y de la crianza de los hijos. En algunos casos, la crian-
za y las decisiones del hogar o con respecto a sus hijos e hijas eran
compartidas, sin embargo, mencionan que sus esposos no supie-
ron lo que era ir a una reunión de la escuela o el colegio, o hablarle
duro” a los hijos.
En el caso de sus esposos, las estrategias económicas para la
sobrevivencia y reproducción del hogar pasaban por dedicarse a
varias labores o tener varios trabajos, como el esposo de la seño-
ra Moreno. Al respecto ella comenta: “fíjate que él trabajaba en el
Ministerio [como conserje], y él se iba, era pintor de casas, y él en
dos días se ganaba lo que se ganaba en un mes en el Ministerio;
InterSedes, ISSN 2215-2458, Volumen 25, Número 51,
Enero-Junio, 2024, (Artículo).
NATALIA CARBALLO | Un aporte a los estudios de los hogares
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y llegando me decía: “guárdeme esto” (K. Moreno, comunicación
personal, 14 de enero de 2019), o la señora Morales cuando explica
que efectivamente el jefe del hogar era el señor, que él era el que
más aportaba económicamente a la casa, trabajando en carpinte-
ría, tractores o arando terrenos (B. Morales, comunicación perso-
nal, 8 de febrero del 2019).
A pesar de indicar que eran los esposos quienes más aportaban
al hogar, no saben realmente cuánto ganaban, solo indican que
ellos daban el dinero o llegaban con las compras. La mayoría coin-
cide en que les alcanzaba el dinero para vivir, pero no para paseos,
ni vacaciones, al mismo tiempo que comentan de hacer pan, caje-
tas o rifas para “ayudarse. Sus hijos e hijas estudiaron, se casaron
o todavía están en la casa, de hecho, las razones de la partida de
sus hijos e hijas del hogar obedecen prácticamente a dos motivos:
educación o matrimonio.
La descripción anterior no debe llevar a pensar que las trayec-
torias de vida familiar de estas señoras fueron estáticas y lineales,
ello sería un grave error. Fueron trayectorias de hogares dinámi-
cas, donde la movilidad y las redes de parentesco y familiares tu-
vieron un papel importante. Por ejemplo, cuando murió el esposo
de la señora Morales, ella se fue a vivir con los suegros; una vez
que estos mueren, se fue a vivir con su madre y hermana; después
construyó una casa, que luego alquiló durante un tiempo para que
su madre tuviera dinero para ayudar a mantener a sus hijas mien-
tras ella trabajaba en Panamá. Ella se va a Panamá por una opor-
tunidad laboral dejando a sus hijas con la abuela (su madre) aquí
en Costa Rica. Ya en su segunda unión pone una zapatería con su
pareja (B. Morales, comunicación personal, 8 de febrero del 2019).
O la señora Moreno que
siempre, desde que nos casamos vivimos solos. Sí vivimos
ahí en Barrio, que el papá de él [del esposo] tenía dos casas
y un patio, cuartillos, en un cuarto de esos vivimos un gran
tiempo, después nos pasamos a una casa más grandecita,
y después él compró esto, aquí (K. Moreno, comunicación
personal, 14 de enero de 2019).
En el caso de la señora Rojas, los cambios en las estrategias, y en
la forma del hogar, estuvieron marcados por la muerte del esposo,
la vejez de sus padres y la salida de los hijos e hijas del hogar:
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E: ¿Los primeros años de matrimonio usted vive con su esposo
y sus hijos? ¿Nada más?
S. R: Ajá, sí.
E:¿Y después vive con su papá y su mamá para cuidarlos du-
rante su vejez?
S. R: Ajá, sí, sí. Con la vejez.
E: Los primeros años con los hijos y esposo, 7 años con su pa
y 24 años con su mamá ¿su papá sí vivió con usted, su esposo
y sus hijos?
S. R: Sí.
E: Los que no se habían ido.
S. R: Sí.
E: ¿Pero su mama vivió un tiempo con usted y su esposo, y
después solo con usted?
S. R: Sí, conmigo (S. Rojas, comunicación personal, 3 de marzo
del 2020).
El hogar de la señora López es extenso, en él han convivido, a
lo largo de los años, ella, su madre, sobrinos, hijas y nietos. Este es
un hogar que pone de maniesto las distintas estrategias (tácticas
y redes) que llevan a cabo las familias para reproducirse desde lo
educativo, económica y simbólico, como se puede apreciar en el
siguiente fragmento:
S. L: Mi mamá en ese tiempo se vino, entonces ya se vinieron
otros nietos. Y alquilamos casa y ya mi mamá nos hacía la co-
mida y nos ayudaba.
E: ¿Eran su mamá, usted y su hija mayor?
S. L: Y los otros nietos, sobrinos, vinieron dos mayores, sí vi-
vieron con nosotros. Ya después se vinieron todos, y ya éramos
una sola familia. Ya después nos independizamos cada uno co-
gió casa aquí.
E: Entonces, ¿eran su mamá, usted, su hija mayor y sus dos
sobrinos o primos?
S. L: Los dos sobrinos, pero ya después se vino toda la familia
E: ¿El hogar ya estaba así, la familia, mientras se acomodan,
estudiaban?
S. L: Mientras sí, sí, exactamente. Ya después mi hermana se
vino.
E: Ah, ya entendí. Más bien los pasajeros fueron ellos, mientras
se acomodaban y ustedes siempre se mantuvieron.
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Enero-Junio, 2024, (Artículo).
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S. L: Siempre, sí.
E: ¿Cómo hacían para ayudarse? ¿Digamos, económicamente
todos ponían un poco de dinero? ¿Usted se acuerda cómo se la
manejaban?
S. L: Cuando vivíamos allá nos mandaban arroz, frijoles, pláta-
nos, naranja. Si no iba y nos traía mi hermano, es que allá hay
una nquita y estaba mi papá también. Mi papá iba y venía y
nos mandaban cosas y ya después, pues un poquito trabajaba
el sobrino y nos ayudaba un poquito.
E:¿Entonces ellos les mandaban? ¿y cómo hacía con el dinero?
¿Lo que usted trabajaba y lo que ellos trabajaban?
S. L: Eso era para la casa. Para todo, para la casa, sí.
E: ¿Y con las labores de…? Ya como lo más doméstico. ¿Cómo
hacían? ¿Usted se acuerda? ¿su mamá era la que se quedaba
ayudando mayormente en la casa y ustedes le ayudaban?
S. L: Sí.
E: ¿Si tuviera que nombrar al principal apoyo económica de la
casa quién diría que era? ¿usted, su sobrino…?
S. L: Yo.
E: Y entonces, de lo que ustedes recibían les alcanzaba para pa-
gar el préstamo de la casa y comer bien, y pagar la luz, el agua.
S. L. Sí, la luz, el agua (N. López, comunicación personal, 1° de
marzo del 2020).
La trayectoria de vida familiar de la señora Alpízar, hija de la
señora López y segunda generación entrevistada, parte del hogar
extenso retratado en la cita anterior. Durante su relación de casi
10 años, la señora Alpízar estuvo entre el lugar de residencia de
su pareja y su lugar de residencia, la casa de su madre, declarando
que la crianza recayó en ella principalmente. Retomó los estudios
universitarios durante su último embarazo, esos estudios le per-
miten tener en la actualidad un trabajo estable y en propiedad en
el estado. Junto con su madre, la señora López, son el principal
sostén económico del hogar, mientras sus hijos que todavía viven
en su casa estudian y trabajan.
Las trayectorias de vida familiar de la segunda generación de
señoras en el momento de las entrevistas se decantan en hogares
extensos, compuestos, conyugales con hijos y sin hijos, sus hoga-
res han sido dinámicos y cambiantes en el tiempo.
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De una primera unión que inicia con un matrimonio religioso,
en la que tienen a todos sus hijos, se declaran el principal sostén
económico, encargadas principales de la crianza y de las decisiones
del hogar, así como de los bienes materiales como la casa o el carro,
por ejemplo. A uniones intermedias donde conviven o salen con
otros, segundos matrimonios donde sus esposos son el principal
sostén económico, y las decisiones del hogar y las labores domés-
ticas son compartidas.
En el caso de la señora Quesada, a los dos años de casada tiene
a su primer hijo, y ese hogar nuclear con hijos se mantiene más
de treinta años después, con sus tres hijos viviendo con ella y su
esposo. Licenciada, ejerció pocos años para dedicarse a la crianza
de sus hijos y la administración del hogar:
Él me da, digamos, él siempre, bueno al inicio recién casa-
dos no, digamos, yo le pedía y todo, pero después llegó un
momento, como que él era como desordenado, entonces él
como que decidió darme a mí todo, digamos, él viene, me
entrega todo el dinero, entonces yo lo administro digamos,
yo vengo, hago los pagos de todo lo de la casa, las compras
y todo (H. Quesada, comunicación personal, 9 de febrero
de 2019).
Siempre ha tenido a alguien que le ayude con las labores do-
mésticas, mientras la crianza de los hijos y otras decisiones del ho-
gar se hacen de manera compartida.
El hogar nuclear con hijos de la señora Chavarría se convierte
en un hogar extenso, mostrando la red de apoyo familiar, cuando
ellos me llamaron que viniera a ayudar, entonces por eso estoy
aquí. Antes era por mi abuela por no dejar a mi mama sola y ahora
por no dejarla sola a ella” (J. Chavarría, comunicación personal, 3
de marzo del 2020). Con respecto a la crianza comenta que ha sido
de los dos (haciendo referencia a ella y el esposo), pero ella es la de
mano dura. Cuando le pregunto cómo ha sido la división de tareas
me explica:
E: Con respecto a la familia y toda la lógica ¿Cómo es la divi-
sión de las tareas? Puesto que su esposo a veces trabaja, a veces
no y usted está aquí. A veces él le ayuda a limpiar o en la cocina.
S. C: Ah, sí.
E: ¿O todo le toca a usted?
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S. C: Ah, no, no, no. Si yo le digo “recójame esa ropa, él la re-
coge. Siempre dividimos todo. Digamos, sí yo trabajo y gano
un poquito más que él y él me da, lo que él me pueda dar, entre
todos ponemos, como pagar la luz, agua, el teléfono, todo. (J.
Chavarría, comunicación personal, 3 de marzo del 2020)
Pero se declara la jefa del hogar porque ella es la que administra
el dinero “él viene y se deja lo que él necesita y me deja el resto a mí
y yo tengo que ver cómo hago para rendir esa plata” (J. Chavarría,
comunicación personal, 3 de marzo del 2020).
Son diversos los tipos de hogares de las personas de la tercera
generación que se encuentran fuera del hogar de sus madres, ya sea
en un hogar monoparental, compuesto o alquilando apartamento
con “roomies. El señor Jiménez vive desde hace unos meses con la
familia de su pareja, constituyendo un hogar compuesto. Explica
que las tareas del hogar y la crianza de su bebé recaen en su pareja.
Aunque aclara que las decisiones y la jefatura es compartida.
La señora Herrera comenta que la crianza ha sido de ella, mien-
tras que las decisiones del hogar se dividían según la carga del tra-
bajo, declara que la jefatura fue compartida, y que en algunos mo-
mentos el principal apoyo económico fue la pareja y en otros de
manera compartida.
Finalmente, la vida independiente de la señora Brenes deja ver
que también convivir en un apartamento con compañeros de cuar-
to conlleva organización y división de tareas del grupo y propias:
E: ¿Ustedes se dividen la limpieza?
S. B: Ajá, limpiamos dos veces por semana, pero turnadas.
E: ¿Y la comida?
S. B: Cada quién compra su comida (V. Brenes, comunicación
personal, 1° de marzo del 2020).
Además, ella comenta que ayuda en la casa de su abuela, la se-
ñora López, cuando tiene liquidez “porque yo tengo que pagarme
los pasajes, pagar el alquiler, comprarme la comida y como hasta
ahorita estoy haciendo como un plan de ahorro” (V. Brenes, comu-
nicación personal, 1° de marzo del 2020).
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Conclusiones
El cambio en los tipos de hogares, explicado mediante la re-
construcción de las trayectorias de vida familiar de las personas
entrevistadas, evidencia cómo las transformaciones acumuladas
de los indicadores demográcos: natalidad y mortalidad, obser-
vables en la disminución de la cantidad de hijos, el consecuente
envejeciendo de los miembros de los hogares, y el aumento en la
esperanza de vida, ha llevado a que los adultos mayores convivan
por más tiempo con otros miembros más jóvenes, como sus hijos
y nietos.
Por ejemplo, la primera generación de señoras inician su fami-
lia en hogares nucleares. En el caso de las señoras de la segunda ge-
neración, en el momento de las entrevistas, eran parte de hogares
extensos, compuestos, conyugales con hijos y sin hijos. Mientras
que los hogares de las personas de la tercera generación, que se
encontraban fuera del hogar de sus madres, eran monoparentales,
compuestos o alquilando apartamento con “roomies. La forma y
distribución de las tareas se transforma con el tiempo, a nivel ge-
neracional y de cada hogar, demostrando lo dinámico que son los
hogares.
Independientemente de la generación, la evolución del hogar
es resultado del crecimiento del grupo inicial y el envejecimiento
de sus miembros, pero también de las situaciones económicas que
atraviesa cada una de las familias. Dichas situaciones económicas
cambian al ritmo del contexto económico del país, y de las herra-
mientas socioeconómicas del grupo, como el nivel de escolaridad
y la jefatura del hogar.
Los hogares cambian de manera intergeneracional, un mismo
hogar pasa por distintos momentos y se tipica de manera diferen-
te en el tiempo, según el ciclo vital de sus miembros y de acuerdo
con su estrato y contexto socioeconómico. En esta dimensión tem-
poral de los hogares se entrecruzan la dimensión vertical (prác-
ticas y transmisión intergeneracional), y la dimensión horizontal
que, entendiendo el hogar como una unidad de insumo y produc-
ción, permite observar los intercambios, lo que entra y sale del
hogar, por medio de las prácticas y la transmisión generacional.
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Anexo
Figura 1
Mapa de las regiones de Costa Rica
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costa-rica.html