El Trabajo Comunal Universitario en el contexto de la pandemia
desde la óptica de los y las estudiantes de la Sede del Pacíco de la
Universidad de Costa Rica
Jonnathan Salas Alvarado
InterSedes, Revista electrónica de las sedes regionales de la Universidad de Costa Rica,
ISSN 2215-2458, Volumen XXV, Número 51, Enero-Junio, 2024.
10.15517/isucr.v25i51 | intersedes.ucr.ac.cr | intersedes@ucr.ac.cr
A: e pandemic caused by SARS-CoV-2 in 2020 generated changes and uncertainty around
the world. All areas of human life were aected at that time. e university community service (TCU)
of the Universidad de Costa Rica, of course, was no exception. e institution ordered the virtualization
of all its processes, which meant important variations in the work methodology on the part of both
teachers and students. is article systematizes the experience of 49 students from the Pacic Campus
of the Universidad de Costa Rica enrolled in the TC-578 project: Promotion of healthy lifestyles and
healthy coexistence who had to carry out their community service virtually. e objective of the text is
to know the experience lived by the students throughout the development of their community service
during the pandemic, using technological tools to interact with the target population of the project. e
information is obtained through the implementation of a digital form prepared and applied through
the Google Drive platform. By analyzing the responses, it is possible to understand the challenges
experienced by the participants, the advantages and disadvantages they found in the use of virtual
tools for the development of community service. Likewise, recommendations are obtained from the
participants regarding the development of a hybrid community service since virtuality is here to stay.
R: La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 en el año 2020 generó cambios e incertidumbre
en todo el mundo. Todos los ámbitos de la vida humana fueron afectados en ese momento. El trabajo
comunal universitario (TCU) de la Universidad de Costa Rica, por supuesto, no fue la excepción. La
institución ordenó la virtualización de todos sus procesos, lo cual signicó variaciones importantes en
la metodología de trabajo tanto de parte de docentes como de estudiantes. Este artículo sistematiza la
experiencia de 49 estudiantes de la Sede del Pacíco de la Universidad de Costa Rica matriculados en
el proyecto TC-578: Promoción de los estilos de vida saludable y la sana convivencia, que debieron
realizar su trabajo comunal de forma virtual. El objetivo del texto es conocer la experiencia vivida por las
personas estudiantes a lo largo del desarrollo de su trabajo comunal en medio de la pandemia haciendo
uso de herramientas tecnológicas para interactuar con la población meta del proyecto. La información
se obtiene por medio de la implementación de un formulario digital elaborado y aplicado mediante
la plataforma de Google Drive. Al analizar las respuestas, se logran entender los desafíos vividos por
los y las participantes, las ventajas y desventajas que encontraron en el uso de herramientas virtuales
para el desarrollo del trabajo comunal. De igual forma, se obtienen recomendaciones por parte de los
participantes en lo que respecta al desarrollo de un trabajo comunal híbrido pensado en el hecho de que
la virtualidad llegó para quedarse.
Universidad de Costa Rica. Puntarenas
johathan.salas@ucr.ac.cr
Publicado por la Editorial Sede del Pacíco, Universidad de Costa Rica
P : COVID-19, TCU, virtualidad, trabajo en comunidad, desafíos
K: COVID-19, TCU, virtuality, community service, challenges.
University Community Service in the context of the pandemic from the perspective of the
students of the Pacic Campus of the Universidad de Costa Rica
Recibido: 9-5-23 | Aceptado: 5-7-23
C  (APA): Salas Alvarado, J. (2024). El Trabajo Comunal Universitario en el contexto de la pandemia desde
la óptica de los y las estudiantes de la Sede del Pacíco de la Universidad de Costa Rica. InterSedes, 25 (51), X-X.
DOI10.15517/isucr.v25i51.55423
InterSedes, ISSN 2215-2458, Volumen 25, Número 51,
Enero-Junio, 2024, (Artículo).
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Introducción
Hacia nales del 2019, el mundo denitivamente no imaginaba
lo que iba a enfrentar en los años venideros. Durante diciembre del
2019 se reportan en la ciudad china de Wuhan varios casos de una
neumonía que con el paso de los días se convertiría en un nuevo
coronavirus, el COVID-19. Esto, que en un principio parecía una
epidemia localizada en el gigante asiático, poco a poco se comienza
a extender por todo el mundo, convirtiéndose en poco tiempo en
una pandemia.
Esta pandemia, provocada por un virus altamente contagioso
y desconocido empezó a provocar no solo muertes sino también
el colapso de muchas actividades económicas en varios países
del mundo. Costa Rica no fue la excepción. En nuestro país, se
diagnostica el primer caso de esta enfermedad el día 6 de marzo
del 2020 y poco a poco los casos fueron apareciendo en las distintas
provincias, cantones, distritos y comunidades. Hernández y Grace
(2021) mencionan que, debido a las características del virus,
se establecen en el país estrictas medidas de salud pública con
el objetivo de prevenir su transmisión masiva en la población.
Dichas medidas, según apuntan las autoras, generaron inseguridad
nanciera, así como desempleo en muchos sectores del país.
Evans (2020) indica que la pandemia “ha cambiado
substancialmente el modo de vida de la humanidad y afectado
gravemente la economía de todos los países, pero con extrema
agresividad, la de los países pobres, a quienes les costará reponerse
del golpe experimentado” (p. 87). Básicamente casi todas las
actividades humanas sufrieron cambios drásticos. Por ejemplo,
en Costa Rica, así como en muchas otras partes del mundo, se
cerraron las fronteras al turismo, lo que, al menos para nuestro
país, implicó un golpe enorme, ya que esta industria, de acuerdo
con cifras del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), aporta
alrededor del 6,3 % del producto interno bruto (PIB) y si a esto se
le suman los aportes indirectos, este llega al 8,2 %.
El comercio formal e informal también fue afectado
sustancialmente debido al cierre de diferentes actividades
económicas y a las restricciones vehiculares que nos acompañaron
durante más de dos años. La educación, evidentemente, no ha sido
una excepción a la regla y se ha visto afectada directamente desde
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su suspensión total, la virtualización de sus procesos, hasta llegar
a un modelo híbrido. Ninguna de estas acciones logró satisfacer
las necesidades de la población en su totalidad debido a la, ya por
todos conocida, desigualdad social presente en Costa Rica. Había,
por un lado, estudiantes con facilidades de acceso al internet y a
dispositivos electrónicos tales como celulares inteligentes, tabletas
y computadoras y, por otro lado, estudiantes que no contaban
con conexión estable a internet o con dispositivos electrónicos o
simplemente no contaban con ninguno de los dos.
En el caso particular de la Universidad de Costa Rica (UCR), la
institución desde el 2020 ha seguido una serie de pasos especícos
con base en el avance de la pandemia y lo que se iba sabiendo de
la enfermedad y sus alcances. Por ejemplo, en un comunicado del
9 de marzo de ese año, las autoridades indicaron a la comunidad
universitaria que, debido a la presencia del recién llegado virus,
las personas funcionarias o estudiantes que presentaran síntomas
de gripe podrían ausentarse de sus obligaciones laborares o
académicas hasta cinco días después de la aparición de los síntomas.
De igual forma, recomendaban a las personas que habían visitado
países con transmisión local activa del virus quedarse en sus casas
al menos una semana si presentaban síntomas respiratorios.
Para el 11 de marzo de 2020, en el comunicado 3, las
autoridades universitarias decidieron virtualizar todos los cursos
que se impartían en las diversas sedes y recintos, así como el
trabajo del personal administrativo. Esta medida que se pensaba
sería temporal, se extendió de forma total durante todo el 2020
y se empezó a exibilizar un poco durante el año 2021. El 19 de
marzo de 2020, mediante el comunicado 4, la Universidad decide
suspender totalmente sus actividades presenciales. Con base en
esas directrices, la institución se enfocó al fortalecimiento del
teletrabajo y de las plataformas virtuales que se utilizaban para el
desarrollo de las actividades académicas.
En el caso de que hubiese necesidad de desarrollar algún trabajo
de forma presencial en alguna de las instalaciones de la Universidad,
se establecieron estrictos protocolos con el n de salvaguardar la
salud de las personas que conforman la comunidad universitaria.
Los protocolos fueron modicándose con base en el avance de
la pandemia y de los diferentes momentos epidemiológicos que
iba viviendo el país, siempre escuchando criterios cientícos de
expertos en la materia.
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Para el año 2021, se inició, paulatinamente, el regreso a
la presencialidad de algunos cursos especícos y de algunas
funciones administrativas, siempre bajo el cumplimiento de
estrictos protocolos de bioseguridad. Por su parte, la Vicerrectoría
de Acción Social hizo lo propio en relación con el desarrollo de
los diversos proyectos en las comunidades. Para ello, desarrollaron
diferentes protocolos y establecieron una ruta a seguir por los y las
responsables de los proyectos para que pudieran regresar, poco a
poco y de forma segura a las comunidades. Esto, evidentemente,
ayudó a que algunos proyectos se reencontraran con comunidades
y poblaciones vulnerables que, por sus características tanto
socioeconómicas o geográcas habían estado aisladas del desarrollo
e impacto de los proyectos desde que se dieron los cierres por la
pandemia. Sin embargo, no todos los proyectos regresaron a sus
actividades presenciales.
El regreso a la presencialidad de manera más normal dentro
de la Universidad de Costa Rica se da a partir del I semestre del
año 2022. Sin embargo, la virtualidad y el teletrabajo llegaron
para quedarse y algunas actividades tanto administrativas como
académicas se mantienen de forma remota.
Las personas estudiantes de la Universidad de Costa Rica
debieron afrontar grandes retos durante los años más fuertes
de la pandemia. Debieron adaptarse a contextos virtuales para
el desarrollo de sus cursos y el Trabajo Comunal Universitario
(TCU), por supuesto, tampoco fue la excepción. Este en particular
se vio muy afectado, ya que el mismo desde su concepción siempre
se ha entendido como un proceso que vincula íntimamente a la
Universidad de Costa Rica con las comunidades. El hecho de tener
que virtualizar los procesos de TCU implicó cortar la relación con
muchas personas que debido a diversas situaciones no podían
acceder a los mismos. Por ejemplo, niños y niñas así como personas
adultas mayores que no sabían manejar herramientas como Zoom,
Teams, entre otras, simplemente no podían ser beneciadas por
las actividades virtuales ofrecidas. De igual forma, personas en alta
vulnerabilidad tampoco podían acceder a las actividades, ya fuera
porque no contaban con dispositivos electrónicos apropiados o
porque no tenían conexión estable al internet, ya sea porque no
podían pagarla o porque la zona de residencia carecía de estos
servicios.
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El presente artículo busca conocer la realidad de las personas
estudiantes que debieron adaptar sus prácticas para poder
desarrollar su proyecto de TCU en medio de restricciones sanitarias
y connamientos provocados por el COVID-19. La población que
participa del estudio es particularmente el estudiantado que traba
de forma remota sus horas de TCU dentro del proyecto TC-578.
Es importante contextualizar un poco el proyecto en mención,
TC-578: Promoción de los estilos de vida saludable y la sana
convivencia, para poder entender la metodología de trabajo que se
desarrollaba antes y durante la pandemia. Previo a la pandemia, el
proyecto llevaba a cabo diferentes actividades de forma presencial
exclusivamente y trabajaba con todo tipo de población. Por
ejemplo, se visitaban grupos de personas adultas mayores en
diferentes comunidades de la zona de impacto del proyecto y se
trabajaban talleres de socialización, sensibilización y convivencia.
Por otra parte, se desarrollaban ferias interactivas en centros
educativos tanto a nivel de primaria como secundaria e incluso
se trabajó ese formato con grupos especícos pertenecientes a
instituciones públicas tales como el Instituto Mixto de Ayuda Social
(IMAS). De igual forma, se trabajaba con otras instituciones como
Fuerza Pública, el Ministerio de Salud y el Patronato Nacional de
la Infancia (PANI) en el desarrollo de actividades y charlas con
niños, niñas, jóvenes y adultos. En el caso particular del PANI
se trabajó con las academias de crianza en zonas costeras como
Costa de Pájaros, Manzanillo y Chomes. Además, se apoyaban los
procesos con los consejos participativos de niñez y adolescencia,
los programas de adolescente madre y hogares solidarios. Todo
esto se trabajaba siempre de forma presencial.
Siguiendo el cumplimento de los objetivos del proyecto, se
elaboraban obras de teatro para niños y niñas que se presentaban
en diferentes escuelas de la zona de impacto del proyecto y en
algunas ocasiones incluso se llevaron a centros educativos y a
universidades. De igual forma, en concordancia con los objetivos
planteados, se visitaban centros educativos y comunidades para la
elaboración de murales educativos.
Finalmente, se elaboraban diagnósticos comunales en
relación con temas de estilos de vida saludables y necesidades de
capacitación. Dichas visitas se realizaban de forma presencial y se
tenía amplio contacto con las personas.
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Con la llegada de la pandemia de forma tan repentina, fue
necesario adaptar todos los procesos de la noche a la mañana
para tratar, en la medida de lo posible de no dejar desatendidas a
las poblaciones con las que se venía trabajando. Este proceso no
fue fácil, ya que tanto el responsable del proyecto, las personas
estudiantes y la población beneciada debieron aprender a hacer
uso de diferentes plataformas y herramientas digitales para hacer
frente a los nuevos desafíos. Las alianzas estratégicas con diferentes
instituciones no desaparecieron, por el contrario, se fortalecieron
mucho, particularmente en el caso del PANI, Ministerio de Salud,
y se logró generar un proceso de cooperación con la Biblioteca
Pública de Puntarenas. Este tipo de alianzas ayudaron a mantener
el proyecto a ote.
Evidentemente, hubo poblaciones como las personas adultas
mayores que no se lograron atender en vista de sus limitaciones con
relación al conocimiento en el uso de herramientas tecnológicas
o al acceso que tenían a las mismas producto de su situación
socioeconómica.
2.Pandemia del COVID-19
De acuerdo con Castro (2020), “la enfermedad por COVID-19
o novel coronavirus, es una pandemia global de enfermedad
respiratoria aguda causada por este virus, que logenéticamente
está estrechamente relacionado con SARS-CoV” (p. 143). La misma
comienza en la ciudad de Wuhan, China, y es declarada pandemia
el 11 de marzo del 2020. Esta enfermedad, destaca Castro (2020),
tiene una mortalidad más elevada en adultos mayores. Entre los
síntomas más comunes de la enfermedad, menciona el autor, están
la ebre y la tos, así como la dicultad para respirar. Conforme se
logró entender más la enfermedad y se fueron dando más casos,
se detectaron otros síntomas tales como la pérdida del olfato y del
gusto, fatiga, secreción nasal, entre otros. Es importante además
mencionar que el virus conforme se ha ido extendiendo alrededor
del mundo ha ido mutando y han aparecido diversas variantes de
este lo que ha complicado el control de la enfermedad.
En el caso de Costa Rica, a mayo del 2022, se contabilizaban 858
686 casos y un total de 8 427 personas habían fallecido producto
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de complicaciones relacionadas con este virus respiratorio, según
datos del Ministerio de Salud.
El COVID-19 provocó una crisis a nivel mundial en aspectos
sanitarios, económicos y sociales. Prácticamente nadie escapó a
los alcances de la pandemia. Evidentemente, algunas personas
salieron mejor libradas que otras. Por ejemplo, muchos no
perdieron su trabajo ni vieron reducida su jornada laboral,
por ende, sus ingresos se mantuvieron estables. Sin embargo, el
encierro y la suspensión de actividades sociales, más allá de un
tema económico pasó a tener repercusiones a nivel psicológico en
muchas personas alrededor del mundo.
Así, por ejemplo, Williams et al. (2021) indican que el aislamiento
social y la soledad pueden ser el resultado de las restricciones de
distanciamiento social y la separación física que se impusieron
durante la pandemia. Los autores denen aislamiento social
como la falta objetiva de interacción con otras personas y denen
además la soledad como el sentimiento subjetivo de estar solo. Los
autores comentan además que, al menos en el Reino Unido, casi
una cuarta parte de las personas adultas experimentaron soledad
durante el connamiento.
Williams et al. (2021) señalan además que debido a las
consecuencias de la pandemia es urgente identicar intervenciones
efectivas para combatir problemas como la depresión, la ansiedad
y las enfermedades cardiovasculares que, indican los autores, están
asociadas al aislamiento social y a la soledad que se incrementaron
con la llegada del COVID-19 y las restricciones.
La pandemia además puso en evidencia las desigualdades
sociales. Bringel y Pleyers (2020) señalan, por ejemplo, que muchas
personas quedaron connadas. Sin embargo, indican que muchas,
debido a sus trabajos, no pudieron darse ese lujo. Entre los trabajos
que señalan los autores se mencionan actividades esenciales tales
como las personas que trabajan en el sector salud, producción,
transporte, limpieza, entre otras.
Muchas personas debieron acogerse al teletrabajo, debían
proteger su salud y la de sus familias y no vieron reducidos sus
ingresos económicos en ningún momento. Otros, sin embargo,
debieron sumar más preocupaciones a sus vidas, tal y como lo
señalan Bringel y Pleyers (2020) “trabajadores de la economía
informal, aquellos que viven al día o los que perdieron su empleo
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pasaron a preocuparse no solo por un virus, sino también por el
empobrecimiento rápido en un contexto lleno de incertidumbres
(p. 9). De tal forma, no es lo mismo haber vivido la pandemia
percibiendo un salario constante mes a mes, que haberla vivido
con la incertidumbre de si se podrá o no pagar los recibos o si se
podrá o no comer el día siguiente.
En efecto, tal y como más adelante también lo señalan Bringel
y Pleyers (2020), “la pandemia afecta a las personas y a los lugares
de maneras muy distintas, por lo cual es fundamental captar las
desigualdades y la diversidad de situaciones y posiciones” (p. 12).
Este punto debe hacernos reexionar en cuanto a pensar en la
realidad que vivieron muchas personas durante la pandemia y la
manera en que les correspondió vivir este proceso. Bringel y Pleyers
(2020) indican que el COVID-19 exacerbó las desigualdades
sociales, las hizo más evidentes.
Sagot (2020) refuerza lo expuesto por Bringel y Pleyers (2020)
al indicar que el connamiento sufrido durante la pandemia puso
de “maniesto una política homogenizante que no toma en cuenta
las desigualdades ni las diferentes formas de vulnerabilidad” (p. 5).
Las medidas se aplicaron igual para todas las personas sin tomar
en cuenta el contexto particular de cada individuo; no todas las
personas tuvieron las mismas opciones, es más, algunas ni siquiera
tuvieron opciones.
Con respecto, por ejemplo, al tema de la educación, que tiene
una estrecha relación con el contenido de este artículo en vista
de la naturaleza del proceso de intercambio de conocimientos y
experiencias desarrollado dentro del TCU, es necesario también
llamar a la reexión. No es lo mismo recibir clases o realizar
TCU en un contexto hostil (sin condiciones mínimas para la
conexión a internet o con ausencia de dispositivos electrónicos
ecientes) que hacerlo con todas las comodidades del caso. Ante
esto, Rivera et al. (2022) indican que el cambio que se da en el
contexto educativo implicó un proceso de adaptación por parte
de las personas involucradas en el proceso. “La educación sufrió
una transformación que descompensó la zona de confort en la
que muchas personas docentes y estudiantes estaban frente a la
presencialidad” (Rivera et al., 2022, p. 8).
La educación sufrió muchos cambios durante la pandemia,
que se dieron de golpe, sin preparación alguna, nuevamente
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pretendiendo que todas las personas tenían las mismas
posibilidades socioeconómicas. Rodicio-García et al. (2020)
indican que el hecho de que se trabajara de manera virtual durante
la pandemia no signicó que se haya adoptado ese modelo.
Simplemente, en aquel momento fue una medida paliativa para
tratar de salir adelante en medio de un contexto muy hostil. No
fue una decisión pensada, evaluada ni probada, simplemente se
impuso y se trató de hacer lo mejor que la situación permitía.
En el contexto educativo, es posible indicar que la pandemia
acentuó la brecha digital. Van Dijk (2017), citado por Rodicio-
García et al. (2020), menciona que se pueden diferenciar tres
grupos de factores en cuanto a la brecha digital: las personas
que tienen falta de infraestructura, los que tienen bajos o nulos
conocimientos de informática y quienes tienen pocas habilidades
para poder participar en la sociedad de la información. Sin duda,
esos grupos fueron más que evidentes durante la pandemia y, a
pesar de los esfuerzos, no en todos los casos se logró un proceso
educativo adecuado.
De hecho, Pirela-Espina (2021) también enfatiza el hecho de
que el incremento de las brechas producto de la pandemia redujo
las posibilidades de muchas personas estudiantes pertenecientes
a grupos vulnerables. Así las cosas, “esta crisis puede llevar
a las poblaciones más pobres a una pérdida de aprendizaje
irrecuperable” (Pirela-Espina, 2021, p. 229).
3.Trabajo en comunidad
El trabajar con, para y en comunidades es, sin duda alguna,
una de las experiencias más graticantes que cualquier persona
profesional puede llegar a tener en su vida. Es un proceso que
permite conocer la realidad en la que viven muchas personas. En
muchas ocasiones, dicha realidad es bastante complicada y es ahí
en donde se debe trabajar más duro. Paniagua (2012) indica que
las comunidades son “formas de organización humana vinculadas
a un espacio y a una vida cotidiana común a sus miembros. En
ellas, se escenican vínculos, conictos, proyectos y la vida en
general” (p. 40). Por ende, estamos hablando de grupos sociales
estrechamente relacionados que pueden generar aportes tanto
positivos como negativos entre sí.
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De acuerdo con Parra y Vargas (2017), “los seres humanos,
como agentes sociales dotados de la posibilidad de comunicarse
e incidir (tanto positiva como negativamente) en la conguración
de las realidades de otros, disponen de recursos para concertar
alternativas de solución y transformar los problemas sentidos
(p. 161). Se puede pensar que las palabras de estos autores
podrían resumir, en términos generales, la génesis del trabajo en
comunidades: los seres humanos, desde sus diferencias, trabajando
en conjunto, empatizando y generando sinergias para lograr
cambios sociales en un tiempo y un contexto especícos.
Paniagua (2012) indica además que, en efecto, el trabajar con
comunidades genera aprendizaje. Como punto importante a
considerar, continúa la autora, es necesario entender que mucho
tiene que ver el peso de la institución o agrupación que vaya a
desarrollar un proyecto en una comunidad determinada con
la recepción que esta le va a dar. Por ejemplo, si en ocasiones
pasadas el trabajo realizado en una comunidad por parte de
una agrupación resultó ser muy positivo, probablemente dicha
comunidad va a estar abierta a seguir trabajando con dicha
agrupación o institución. De igual forma, si la experiencia no fue
la mejor probablemente la comunidad ofrecerá más resistencia
ante un eventual acercamiento.
Para las universidades, menciona Paniagua (2012), el poder
trabajar en comunidades es de suma importancia, ya que ofrece un
aprendizaje constante tanto para estudiantes como para docentes
bajo el entendido de que esta relación de trabajo y vinculación entre
la comunidad y la universidad sensibiliza y motiva la generación
de actividades que buscan transformaciones positivas del entorno
comunitario.
Cárdenas-Lata et al. (2021), por su parte, hablan de los desafíos
que pueden generarse a partir del trabajo comunitario. Mencionan
aspectos de tipo profesional, ético y moral. Los autores señalan
que, en medio de este proceso, las personas que intervienen en
la comunidad buscan orientar las poblaciones hacia cambios
producto de un proceso de autorreexión. Los autores enfatizan
además la importancia que tiene la generación de la empatía entre
quienes intervienen y la comunidad beneciada. Así las cosas, se
logra entender que el trabajo en comunidad es vital ya que busca
generar cambios positivos a través del empoderamiento de actores
sociales.
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4.Trabajo Comunal Universitario
El TCU es una actividad de acción social que vincula a grupos
y comunidades vulnerables con la población estudiantil que
cursa un plan de estudios en la Universidad de Costa Rica,
cuyo propósito es contribuir con las transformaciones que la
sociedad necesita.
Esta experiencia interdisciplinaria es parte de la formación
integral de la población estudiantil que responde a los
principios y propósitos establecidos en el Estatuto Orgánico de
la Universidad de Costa Rica, fundamentados en la ética y el
respeto a los derechos humanos. (Universidad de Costa Rica,
2018, artículo 2).
El artículo 3 del reglamento citado establece como parte de
los objetivos del TCU desarrollar un proceso académico multi
e interdisciplinario que integre las actividades sustantivas de
la Universidad. Por otro lado, este proceso también busca la
vinculación de la comunidad universitaria (estudiantes y personal)
con grupos sociales y comunidades de una forma solidaria. Se
busca, además, la promoción de una conciencia crítica con relación
a la realidad nacional y la contribución a las transformaciones
sociales necesarias para el buen vivir. Finalmente, el TCU busca
fortalecer el quehacer universitario por medio del intercambio de
conocimientos entre las comunidades y la universidad. Por tanto,
vemos acá una actividad que debe estar íntimamente ligada a las
comunidades, particularmente las más vulnerables para tratar con
ello mejorar las condiciones en las que estas viven.
Un aspecto muy relevante en este punto es el hecho de que,
al retirar todas las actividades universitarias de la presencialidad,
el TCU no fue la excepción y con ello, muchas comunidades y
personas en alta vulnerabilidad quedaron fuera del alcance de los
proyectos. Por ejemplo, personas que habitan en zonas rurales muy
remotas sin acceso a internet, personas adultas mayores de escasos
recursos que no tenían la capacidad de manejar aplicaciones, tales
como Zoom o WhatsApp, así como niños y niñas en pobreza
que carecían de aparatos de comunicación, tales como teléfonos
celulares, computadoras o tabletas. La pandemia rompió de forma
muy abrupta muchos de los lazos que conectaban a la UCR con
comunidades y poblaciones sensibles.
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5.TC-578: Promoción de los Estilos de Vida
Saludable y la Sana Convivencia
Este es un proyecto de trabajo comunal universitario inscrito
en la Sede del Pacíco de la Universidad de Costa Rica que tiene
más de 10 años de estar activo. Con los años se ha ido modicando
un poco en relación con sus objetivos y metodología de trabajo.
Sin embargo, en términos generales, este proyecto lo que busca
es promover valores y estilos de vida saludables en la población
beneciada: niños, niñas, jóvenes, adultos y adultos mayores,
mediante la organización y ejecución de charlas, talleres y otras
actividades a realizarse tanto en escuelas, colegios, como en
comunidades en general.
El proyecto responde a un objetivo general y cuatro objetivos
especícos. El objetivo general es promover estilos de vida saludable
en la población meta del proyecto mediante la implementación
de estrategias como ferias, talleres, charlas, murales, teatro, entre
otras, para con ello buscar cambios positivos con relación a hábitos
alimenticios, actividad física, salud mental y física, así como una
mejora en las relaciones interpersonales.
Dentro de los objetivos especícos se pueden citar:
a. Promover estilos de vida saludable y sana convivencia en
la población infantil, adolescente y adulta provenientes de
comunidades en las que el proyecto no ha trabajado, ello
mediante la implementación de ferias interactivas, picnics
de sana convivencia y actividades recreativas que generen
conocimiento y cambios con relación a hábitos alimenticios,
actividad física, salud mental y física y convivencia sana.
b. Desarrollar ferias, talleres, charlas y otro tipo de actividades
con grupos organizados de la población adulta y adulta
mayor, centros educativos y otras instituciones sobre
diversos temas de índole social, afectivo, educativo,
ambiental y en materia de salud para promover una mejora
en los hábitos y estilos de vida y así lograr una mejora en
esas áreas.
c. Elaborar diagnósticos de comunidades y grupos sociales
especícos para determinar problemas o situaciones propias
de estos con la nalidad de establecer líneas de trabajo.
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d. Promover estilos de vida saludable, así como valores en
centros educativos y en la comunidad en general mediante
la realización de obras de teatro y murales educativos.
El proyecto se desarrolla en cinco cantones del Pacíco Central:
Puntarenas, Esparza, San Mateo, Orotina y Montes de Oro y
siempre ha sido del interés de este el aportar, particularmente,
en comunidades vulnerables, ya sea con relación a su ubicación
geográca o sus condiciones socioeconómicas.
6. Implicaciones de la virtualidad en el desarrollo
del TCU
Rojas (2021) indica que “en diversos países de América Latina,
las condiciones de vida social han generado a través de los tiempos
un creciente malestar en sus habitantes” (p. 2). Es debido a ese tipo
de condiciones de vida que se generan una serie de proyectos tanto
a nivel público como privado.
En el caso de la Universidad de Costa Rica, este tipo de
situaciones son las que dan pie a la Acción Social. Esta es una de
las actividades sustantivas que caracterizan el funcionamiento de
la Universidad, uno de sus pilares básicos. La misma, según se
indica en el sitio web de la Universidad de Costa Rica, se entiende
como la alianza que existe entre la academia y la sociedad para
juntas construir proyectos y alianzas que produzcan cambios
en la realidad social de las personas que integran las diversas
comunidades beneciadas (Universidad de Costa Rica, s.f.).
La Acción Social de la UCR se desarrolla desde proyectos de
extensión docente, extensión cultural, iniciativas estudiantiles y, por
supuesto, el trabajo comunal universitario. Todas estas actividades
están sumamente vinculadas con grupos y comunidades y trabajan
con base en una serie de objetivos que buscan mejoras en las
condiciones de vida de muchas personas alrededor del país.
La pandemia signicó y todavía signica un reto importante a
nivel del desarrollo de proyectos de índole social. Rojas (2021) indica
que, en su natal Venezuela, el servicio comunitario estudiantil es de
acatamiento obligatorio para las y los estudiantes universitarios. En
el caso del TCU de la UCR es también un requisito de graduación
para la población universitaria. La autora citada señala que la idea
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Enero-Junio, 2024, (Artículo).
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central del servicio comunitario estudiantil es que el estudiantado
aplique sus conocimientos en benecio de la sociedad mediante el
desarrollo de diversos proyectos; justamente el TCU de la UCR se
maneja bajo el mismo principio.
En medio de todas las complicaciones generadas por la
pandemia, el TCU, al igual que los demás proyectos de acción
social, debió continuar trabajando. Tenemos entonces un escenario
en el cual las y los estudiantes de la UCR que estaban matriculados
en los diferentes proyectos debieron “teletrabajar” sus horas y las
personas beneciadas por los proyectos debieron adaptarse a la
virtualidad para poder recibir información y capacitaciones.
Ahora bien, ¿qué implicaciones negativas pudo tener el
connamiento por pandemia en el TCU? Básicamente, virtualizar
los procesos que históricamente han sido completamente
presenciales representó un reto para las comunidades, ya que en
muchos casos se trabaja con poblaciones vulnerables. Por ejemplo,
el TC-578 había venido trabajando desde el año 2013 con personas
adultas mayores en condición de vulnerabilidad, con niños y niñas
de zonas rurales alejadas, así como con dicultades cognitivas.
Estas poblaciones difícilmente se podrían adaptar a una modalidad
de trabajo virtual.
Las personas estudiantes matriculadas en el proyecto eran
estudiantes de diferentes carreras de la Sede del Pacíco de la UCR
que, por las características de interdisciplinariedad que debe tener
el TCU, posibilitaba el hecho de que no se conocieran entre sí y de
que tampoco conocieran al responsable del proyecto. En muchos
casos estaban trabajando de manera completamente remota con
iguales que nunca habían visto. Incluso, en algunos proyectos se
matricularon personas estudiantes de otras unidades académicas
de la UCR. A todo esto, se debe sumar el hecho de que, en algunos
casos, a pesar de los esfuerzos que hizo la UCR de facilitar tabletas
y computadoras portátiles a sus estudiantes, muchos de ellos y
ellas vivían en zonas en las que no contaban con una conexión
estable a internet o sus familias simplemente no tenían recursos
para pagar por este servicio. A esto hay que agregar que además
de tener que cumplir con sus obligaciones dentro del TCU, estas
personas debían cumplir con diferentes cursos de carrera.
En medio del contexto ya descrito, es importante recordar que
tanto la población beneciada como el estudiantado debieron
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enfrentarse a todos los embates a nivel psicosocial que provocaron
el COVID-19 y el connamiento. Había mucha presión, ansiedad
en muchos casos, preocupación, temor, estrés, entre otras
situaciones.
6.1.Teletrabajo
Es importante señalar que se toca el tema del teletrabajo, ya
que es básicamente lo que la población matriculada en el TCU
hizo durante los años de la pandemia. Su trabajo comunal se debió
mantener y desarrollar desde sus casas y por tal razón poseía
muchas de las características del trabajo remoto o el teletrabajo.
De acuerdo con Carrasco-Mullins (2021), el teletrabajo no es
una estrategia laboral nueva. Por el contrario, el autor apunta que
el mismo inicia como modalidad laboral en los años setenta en
países desarrollados. Martino, citado por Samaniego (2016), indica
que el teletrabajo consiste, básicamente, en desarrollar actividades
de tipo laboral en un lugar fuera del habitual en el que este se
desarrolla; para lograr esto, apunta el autor, la persona trabajadora
se apoya en el uso de tecnologías de la información para mantener
el vínculo con su centro de trabajo.
García-Rubio et al. (2021) indican que el teletrabajo como
modalidad de empleo trae muchos benecios a las empresas,
tales como la reducción o eliminación de costos de alquiler de
ocinas y pago de servicios públicos. Un detalle importante que
también mencionan García-Rubio et al. (2021) es el hecho de que
el teletrabajo, al igual que el trabajo in situ otorga a las personas
trabajadoras los mismos derechos laborales, lo cual es muy
benecioso. De hecho, Samaniego (2016) indica que el teletrabajo
ofrece muchos benecios, no solo a las personas trabajadoras,
sino también a las compañías que lo implementan: aumento en la
productividad y un menor costo en la producción. De igual forma,
la autora apunta el hecho de que las empresas requieren menos
infraestructura y logran eliminar el control de los horarios, con lo
cual estos se vuelven más exibles.
En relación con los benecios o ventajas para las personas
trabajadoras que tienen la posibilidad de trabajar desde sus
casas, Carrasco-Mullins (2021), citando a Velázquez-Camacho,
indica que estas personas tienen horarios más exibles, ven una
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disminución en los costos de traslado, así como en los gastos de
vestimenta y de alimentación. También apunta a un aumento en
la productividad, un ahorro del tiempo, una mayor autonomía y
satisfacción laboral.
Pareciera que el teletrabajo únicamente trae benecios para
quienes participan de este. Sin embargo, es inevitable pensar
que no existen desventajas en este campo. En este aspecto, según
señala Carrasco-Mullins (2021) citando a Velázquez-Camacho, el
teletrabajo representa para los empleadores u organizaciones retos
en relación con la comunicación con sus colaboradores que en
ocasiones puede ser limitada. La coordinación del trabajo también
puede verse afectada, así como el compromiso de las personas
trabajadoras con la organización. Finalmente, la autora señala
además que el teletrabajo puede implicar cambios en la cultura
organizacional de las empresas al igual que retos importantes en
lo que respecta a aspectos como el liderazgo, la seguridad de la
información y la medición del desempeño laboral.
En cuanto a las personas teletrabajadoras, Velázquez-Camacho,
citado por Carrasco-Mullins (2021), indica que también tienen
ciertas desventajas. Por ejemplo, algunos espacios de trabajo en
los hogares de las personas pueden no ser adecuados para trabajar
cierta cantidad de horas al día, puede existir falta de comunicación
con las empresas o incluso esta puede ser nula. En algunos casos,
se cuenta con horarios de trabajo muy extendidos y la vida laboral
puede entrar en conicto con la vida personal, ya que coexisten en
un mismo espacio. Finalmente, puede generarse una afectación de
tipo psicológica.
El teletrabajo, como se ha detallado en este apartado, no es una
idea novedosa. Sin embargo, en medio de la coyuntura generada
por la pandemia se ha potenciado en muchas partes del mundo
en áreas en las que en algún momento fue hasta impensable.
Posee, como ya se detalló, muchas ventajas, pero también tiene
desventajas tanto para las compañías que lo implementan como
para sus colaboradores y colaboradoras.
En el caso del tema central de este artículo que es el desarrollo
del TCU en medio de la virtualidad, si bien es cierto no es un
trabajo como tal, este sí implica el desarrollo de actividades tales
como charlas, talleres, reuniones, entre otras, en espacios no
tradicionales para estas labores como, por ejemplo, las casas de
habitación de las personas estudiantes.
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6.2. Participantes
Este apartado busca caracterizar a la población participante del
proyecto. La información no se toma como una variable relevante
para este estudio, la descripción de la población participante
únicamente aporta información contextual de esta. El estudio
contó con la participación de 49 estudiantes, un total de 30 mujeres
y 19 hombres, con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años.
Con relación al lugar de residencia de estas personas mientras
realizaban su trabajo comunitario, la mayoría vivía en lugares de
la región Pacíco Central como Puntarenas, Esparza, Montes de
Oro, Orotina, San Mateo y Quepos. Sin embargo, hay personas que
reportaron haber estado viviendo en lugares como San Ramón,
Palmares, San Carlos, Grecia, Turrialba, Liberia, Alajuela y Limón.
En cuanto a las carreras que cursaban las personas participantes
del estudio, destacan en su mayoría (20,4 % en cada caso)
estudiantes de Dirección de Empresas, Informática y Tecnología
Multimedia e Inglés con Formación en la Gestión Empresarial. Un
14,3 % pertenecía a la carrera de Enseñanza del Inglés, un 12,2 % a
Informática Empresarial, un 6,1 % a Gestión Cultural, un 4,1 % a
Administración Aduanera y Comercio Exterior y nalmente un 2
% a la carrera de Ingeniería Eléctrica.
En cuanto a los periodos de matrícula de TCU, es importante
destacar que hay tres periodos especícos durante el año en el que
se habilita la matrícula de estudiantes mediante el sistema con el
que cuenta la UCR para este n: I ciclo (marzo de cada año), II
ciclo (agosto de cada año) y III ciclo (noviembre de cada año).
Todas las personas participantes de este estudio matricularon
el proyecto TC-578 entre el III ciclo 2019 y el III ciclo 2021. De
forma más puntual, son personas estudiantes que realizaron
su trabajo comunal entre noviembre de 2019 y marzo de 2022.
Se puede hablar de tres momentos especícos que caracterizan
la situación particular de la población participante: personas
que iniciaron su TCU de manera normal, sin ningún tipo de
restricción sanitaria pues la pandemia no había dado inicio, pero
que de forma repentina debieron retirarse de las comunidades en
las que estaban trabajando y migrar a la virtualidad. Otra parte de
la población debió realizar todo su TCU de forma virtual, ya que
lo hicieron durante el 2020 después del inicio y las fases más duras
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de la pandemia. La tercera parte de la población realizó la mayoría
de sus horas de TCU de forma virtual, pero tuvo la posibilidad de
realizar actividades de forma presencial una vez que las autoridades
de salud y las autoridades universitarias permitieron un regreso
paulatino y seguro a las diversas comunidades. Por tanto, tenemos
tres visiones muy diferentes de la afectación de la pandemia en
cuanto al desarrollo del trabajo comunal universitario.
Puntualmente, 28,6 % de las personas participantes hizo su
matrícula durante el II-2021, 18,4 % durante el III-2019, 14,3 %
durante el II-2020, 12,2 % durante el III-2020, 12,2 % durante el
I-2021, 8,2 % durante el III-2021 y 6,1 % durante el I-2020.
6.3. Recolección de datos e instrumento
Dado que todas las personas estudiantes que matricularon el
TCU en los periodos ya descritos debieron mantener una buena
y constante comunicación con el responsable del proyecto de
TCU, debido a la naturaleza del proyecto y particularmente
a las circunstancias en las que debieron realizar sus horas, el
responsable contaba con el correo electrónico y los números de
teléfono de todas y todos. Por tanto, se elaboró un instrumento
en la plataforma de Google Forms que se les compartió a todas
las personas que participaron del proyecto entre el III-2019 y el
III-2021, para que pudieran ofrecer su percepción con relación al
proceso de TCU en medio de la pandemia y la manera en que este
trabajo virtual” les afectó o no.
El instrumento utilizado para la recolección de los datos se
dividió en cuatro partes, a saber:
En el primer apartado se solicitaba información personal
como el sexo, la edad, el lugar de residencia mientras
realizaba su TCU, la carrera que cursaba y el momento en el
que matriculó el TCU.
La segunda parte consistía en 5 preguntas, en su mayoría
cerradas, que buscaban conocer la realidad de cada
estudiante en relación con sus posibilidades de conectividad
al internet, así como los dispositivos con los que contaba
durante el cumplimiento de sus horas de TCU.
La tercera parte consistió en 7 preguntas con relación
al proceso de capacitación y comunicación durante el
desarrollo del TCU, tanto de parte del profesor responsable
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del proyecto con las personas estudiantes, así como de las
personas estudiantes entre sí.
La cuarta y última parte consistía en un total de 13 preguntas,
en su mayoría abiertas, relacionadas con el proceso de
cumplimiento de las horas de TCU en un contexto tan
particular como la pandemia.
7. Análisis de la información
7.1. Sobre las posibilidades de conectividad y
equipo tecnológico
La primera parte del análisis de la información se basa en
las posibilidades de conexión con las que contaban los y las
participantes durante el desarrollo de sus horas de TCU en medio
de la pandemia.
Con relación a este punto, un 100 % dice haber contado
con computadoras para realizar sus horas de trabajo con las
comunidades, un 95,9 % contaba con un celular inteligente. Por
su parte, un 16,3 % contaba con una tableta y un 2 % dice haber
contado con un televisor inteligente para estos nes. De hecho,
75,5 % de los y las participantes hacía uso de su computadora para
conectarse a las actividades del TCU, 20,4 % lo hacía desde su
teléfono inteligente y un 4,1 % desde su tableta. Se puede observar,
con base a los datos facilitados por el estudiantado, que en
realidad en términos de equipo tecnológico la mayoría de los y las
participantes tenía acceso a una computadora (ya sea portátil o de
escritorio) así como a un teléfono inteligente. Por tanto, se deduce
que se contaba con herramientas óptimas para el desarrollo de
un trabajo virtual en lo que respecta a equipo. Ahora bien, no se
indagó acerca del estado de estos dispositivos y aunque el mismo
fuese óptimo, el tema de la conexión de dichos aparatos a una red
de internet es, al nal de cuentas, el aspecto más importante en
este contexto tan adverso para muchos y muchas.
Un tema relevante es el hecho de que, a pesar de que el 100
% dice haber contado con una computadora, un 27,1 % de estas
personas debía compartir la computadora con alguna otra persona
en casa lo cual, de cierta forma, podría complicar el desarrollo
del trabajo comunal de forma virtual, ya que no siempre podía la
persona estudiante disponer del equipo.
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En relación con las posibilidades de conexión a internet, la
mayoría, un 65,3 %, disponía de una conexión estable con datos
ilimitados, en tanto que un 14,3 % disponía de una conexión
inestable con un uso de datos ilimitado y un 14,3 % con una
conexión estable con un uso de datos limitado. Finalmente, un 4,1
% tenía una conexión inestable con un uso de datos limitados y
un 2 % no poseía conexión a internet en su lugar de residencia, lo
cual les obligaba a trasladarse a casas de vecinos o familiares que sí
contaran con dicho servicio.
7.2.Sobre la capacitación y comunicación durante
el desarrollo del TCU
Una parte muy importante para el correcto desarrollo del TCU
recae en el proceso de comunicación que tengan las personas
estudiantes con el o la docente a cargo del proyecto. La razón de la
importancia de esto consiste en el hecho de que la persona docente
debe estar constantemente girando instrucciones, capacitando,
organizando actividades, entre otras acciones. En un contexto
tan particular como la pandemia, la buena comunicación entre el
docente y los y las estudiantes cobró particular relevancia.
Con relación al punto de la comunicación, el 87,8 % de las
personas participantes del estudio conesa que la comunicación
con su profesor de TCU fue excelente y el restante 12,2 % indica
que esta fue muy buena. Este es un punto muy positivo, ya que
la buena comunicación entre docente y estudiantes genera más
tranquilidad en el sentido de que pueden aclarar dudas en el
momento en el que lo estimen conveniente. De hecho, un 100 % de
las personas participantes indica que fueron capaces de entender
las indicaciones brindadas virtualmente por el profesor. En cuanto
a los canales de comunicación señalados por los y las estudiantes,
se destaca el uso del correo electrónico, la plataforma Zoom y
la aplicación WhatsApp. De hecho, las tres fueron ampliamente
utilizadas, sin embargo, la que destaca con un 69,4 % de los y las
participantes es el WhatsApp que, según maniestan, fue la opción
más ágil para todos y todas.
Dentro del desarrollo de TCU, los procesos de capacitación
son de suma importancia, ya que estos son los que ofrecen a los
y las estudiantes herramientas para poder generar conocimiento
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que se pondrá a disposición de las poblaciones con las que se
vaya a trabajar. Durante el desarrollo del TCU en el contexto
de la pandemia no se detuvieron los procesos de capacitación.
De tal forma que se establecieron procesos de colaboración con
instituciones como el PANI, el Ministerio de Salud y con la misma
Vicerrectoría de Acción Social, entre otras, para que ofrecieran
estos espacios a las personas estudiantes de forma virtual.
Al consultarles a los y las participantes si la información
suministrada en las capacitaciones fue recibida de forma efectiva,
esto a pesar de su carácter virtual, en su mayoría maniestan
que sí. El contexto en el que se desarrollaron estos procesos fue
bastante complicado, ya que fueron sobre todo durante el 2020,
un momento en el que no se lograba entender mucho de lo que
pasaba con la pandemia y que no existía una cultura de actividades
virtuales instalada en nuestra sociedad.
Los y las participantes expresan que estos procesos de
capacitación resultaron efectivos porque, al ser virtuales, la
información siempre fue breve y concisa, lo cual permitió un
aprendizaje claro y muy completo. Se destaca la habilidad de
comunicación de las personas capacitadoras y el hecho de que
la información se suministraba de una forma interesante y
participativa, lo que permitía que el proceso fuese más efectivo.
Otro aspecto que se destaca es el hecho de que, en medio de la
pandemia, la virtualidad ayudó a que las personas participantes
del proyecto pudiesen tener acceso a la información desde sus
casas sin la necesidad de desplazarse y exponerse al contagio de
la enfermedad.
En cuanto a la comunicación entre los y las estudiantes,
un 55,1 % considera que fue muy buena, un 34,7 % la describe
como excelente y un 10,2 % menciona que fue regular. El 93,9 %
de los participantes dice que usó la aplicación WhatsApp para
comunicase con sus compañeros y compañeras. Un 4,1 % hizo uso
del Zoom y solo un 2 % mediante el correo electrónico.
Se puede destacar en este apartado la relevancia que tuvo para
el desarrollo del TCU la comunicación por medios virtuales. Estas
herramientas fueron las que posibilitaron el cumplimiento del
TCU para todas estas personas estudiantes. Particularmente, es
necesario destacar la relevancia de WhatsApp como herramienta
de comunicación. De acuerdo con Rodríguez (2020), esta es una
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aplicación y red social propiedad de Meta que se puede descargar
sin costo de las tiendas virtuales y sirve para el envío y recepción
de mensajes, así como para la realización de llamadas tanto de
voz como de video. La aplicación, menciona la autora, tiene otras
características que logran que esta fuese la aplicación de mensajería
móvil más utilizada a nivel global durante el año 2019.
Rodríguez (2020) señala además que esta aplicación, así como
el teléfono móvil, están muy ligados a la vida personal y académica
de las personas estudiantes. Esto es sin duda una realidad innegable
que se acrecentó durante la pandemia en vista de que las personas
requerían, ya fuera por razones personales, académicas o laborales,
mantenerse en contacto entre sí. Al ser esta una aplicación gratuita
que posibilita el intercambio de mensajes de texto o de audio, así
como el intercambio de documentos y fotografías, hace que sea
muy versátil para las personas usuarias de teléfonos inteligentes.
7.3.Sobre el desarrollo virtual del TCU
Como se mencionó anteriormente: probablemente, previo al
2020, ninguna persona estudiante en la UCR hubiese creído que
realizar las horas de TCU de forma virtual hubiese sido siquiera
una posibilidad. De hecho, no muchas personas veían posible
el desarrollo de muchas actividades humanas mediadas por la
tecnología, tales como las clases virtuales, reuniones de trabajo,
conciertos, asesorías, entre otras.
La realidad es que la pandemia puso a todos y todas en aprietos
y nos obligó a adaptarnos a lo que en su momento se conoció
como la “nueva normalidad. Un 81,6 % de los y las estudiantes
participantes en el estudio conesa que jamás hubiese podido
imaginar la posibilidad de tener que hacer su TCU de forma
virtual. Únicamente un 18,4 % de estas personas lo consideró una
posibilidad. Probablemente estas fueron las personas que se vieron
envueltas en medio de la pandemia y con la obligación de tomar el
TCU lo antes posible, ya que este es un requisito para graduación.
Al consultarle a los y las estudiantes si consideraron que el
desarrollo de las actividades de TCU de forma virtual fue efectivo
para ellos y ellas. Únicamente un 6,12 % de estas personas
maniestan que el desarrollo de las actividades no fue del todo
efectivo para ellos y ellas ya que, según indican, esperaban poder
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interactuar más con la población meta, lograr una verdadera
interacción humana con estas personas y conesan que la
virtualidad no permitió sacar todo el provecho a las actividades
como sí lo pudo haber hecho un proceso presencial de intercambio
de experiencias.
Por otra parte, un 93,88 % de los y las participantes sí considera
que el desarrollo de las actividades de TCU de forma virtual fue
efectivo. Maniestan que fueron capaces de estar en contacto con
personas de diferentes zonas y comunidades del país. Indican
que se logró, a pesar de la virtualidad, desarrollar procesos de
comunicación e interacción muy efectivos con la población
meta. Destacan además el hecho de que los procesos se pudieron
desarrollar con mucha facilidad desde sus hogares y que eso
ayudó mucho a sobrellevar la carga académica que tenían en ese
momento, puesto que les ahorraba mucho tiempo.
La virtualidad, señalan las personas participantes, les ayudó
a desarrollar la resiliencia, ya que debieron adaptarse a un
contexto adverso que les obligó a reinventarse y a aprender nuevas
metodologías de trabajo con comunidades. Destacan además el
hecho de que aún en medio de la pandemia, tuvieron la posibilidad
de colaborar con las comunidades y eso fue muy graticante para
ellos y ellas. Finalmente, también se destaca que al trabajar de
modo virtual lograban ahorrar dinero, ya que no se debía invertir
en transporte ni en la elaboración de material educativo de forma
física.
Por tanto, hay un grupo de personas estudiantes que logró
adaptarse muy bien a la virtualidad y fue capaz de un desarrollo
óptimo de sus horas de TCU. La virtualidad les ayudó a
reinventarse y a ser más creativos en el desarrollo de materiales
y metodologías de trabajo. Es importante destacar que un 77,6 %
de los y las estudiantes conesa haberse sentido muy satisfecho
durante el desarrollo de las actividades virtuales, un 20,4 % dijo
haberse sentido satisfecho y únicamente un 2 % manifestó haberse
sentido insatisfecho.
Por otra parte, también es necesario conocer la percepción
del estudiantado acerca de cuán efectivo creen ellos y ellas fue
el desarrollo de las actividades de TCU de forma virtual para
la población beneciada. Al plantear esta consulta a los y las
participantes, un 6,12 % indica que no considera que el desarrollo
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de actividades virtuales haya tenido mucho benecio a la población,
ya que no todas las personas participantes de las actividades
contaban con los recursos tecnológicos (conexión a internet y
dispositivos electrónicos) que les permitieran una participación
efectiva en las actividades desarrolladas. Por otro lado, se señala la
importancia que tienen las relaciones interpersonales de manera
presencial ya que, según lo indican los y las participantes, el
componente humano es esencial en todo proceso. Particularmente
lo señalan las personas estudiantes que tuvieron la oportunidad de
desarrollar actividades tanto virtuales como presenciales.
Un dato importante que se debe mencionar es que, durante la
pandemia, se trabajó con talleres y charlas virtuales con población
infantil, adolescente y adulta, esta última principalmente
compuesta por mujeres. Las charlas y talleres se organizaban
mes a mes en conjunto con otras instituciones como el PANI, la
Biblioteca Pública de Puntarenas, el CECI de Montes de Oro y
algunos centros educativos. Al poder organizar las actividades de
forma mensual, se asignaba un grupo de estudiantes (tres o cuatro
personas) para trabajar con una población especíca por un
periodo de al menos cuatro semanas, lo cual permitía desarrollar
una dinámica de trabajo más cómoda tanto para el estudiantado
de TCU como para la población beneciada.
El estudiantado en su mayoría (93,87 %), considera que,
a pesar de la virtualidad, el desarrollo de las actividades fue de
mucho benecio para las poblaciones participantes. Ellos y ellas
consideran que se hicieron grandes esfuerzos para preparar las
charlas y los talleres y lograr con ello un verdadero aprovechamiento
de los espacios. Destacan la sinergia entre ellos y ellas y los y las
participantes del proceso. Muy en especial mencionan que el
trabajo con niños y niñas fue particularmente exitoso, ya que se
lograron desarrollar talleres de manualidades, lectura y cuentos
de una forma interactiva, con lo que captaron el interés de parte
de esta población. Se destaca el hecho de que los padres, madres
y encargados de esta población fueron claves en el proceso, pues
eran ellos y ellas quienes acompañaban a las personas menores en
este proceso.
Otro punto que destacan es que el hecho de no tener que
desplazarse a ningún lugar ayudó a que muchas personas de
diferentes comunidades del país se vieran beneciadas con
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el trabajo desarrollado dentro del proyecto. Este es un punto
importante que se destaca en el desarrollo de proyectos de Acción
Social durante la pandemia. Al tener una dinámica virtual,
personas de básicamente todo el país podían tener acceso a las
actividades desarrolladas.
Al preguntar al estudiantado acerca de los principales aspectos
positivos del desarrollo del TCU de forma virtual, se destacan los
siguientes:
a. La virtualidad permite una mayor comunicación con el
público que se atiende
b. La virtualidad permitió mantener el vínculo entre la
universidad y la sociedad
c. Permitió desarrollar entre los y las estudiantes de TCU
habilidades para ajustarse a la metodología de trabajo
virtual con comunidades
d. Permitió un mejor manejo del tiempo y de recursos al no
tener que desplazarse de forma física a ningún lugar
e. Se logró un mayor alcance con la población, ya que no solo
se trabajó con personas del área de impacto del proyecto,
sino que se logró llegar a personas de diferentes provincias
y cantones del país
f. Se logró desarrollar un trabajo de una manera más cómoda,
accesible y fácil desde la comodidad y seguridad de los
hogares del estudiantado y de la población beneciada
g. La virtualidad facilitó el trabajo en equipo, la organización
de las actividades y la participación en las mismas
h. La virtualidad signicó un reto muy grande en lo que
respecta a la capacidad de adaptabilidad y resiliencia ante
las circunstancias difíciles en las que se vivía
i. La virtualidad motivó a los y las estudiantes a aprender
nuevas habilidades, a desarrollar empatía y una mayor
seguridad, ya que debían grabarse y sentirse seguros al
respecto
j. La virtualidad propició la oportunidad de conocer personas
de diferentes partes del país con intereses comunes.
En cuanto a los aspectos negativos que los y las estudiantes de
TCU pudieron detectar durante el desarrollo del TCU de forma
virtual, se destacan los siguientes:
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a. Existe una brecha digital innegable que afectó a muchas
personas y que además les impidió el correcto acceso a la
información y a las actividades.
b. Las condiciones del clima en ocasiones afectaron el
desarrollo de las actividades, ya que cuando había tormenta
se perdía la conexión a internet y a veces se iba el uido
eléctrico.
c. Se detectó una falta de contacto humano. Si bien es cierto
la virtualidad potencia la comunicación, la interacción
humana se perdió por completo.
d. Dependiendo del entorno en que se encuentren las
personas, se pueden generar distracciones que a la larga
afectan el proceso que se está llevando a cabo.
e. La presencialidad potencializa la interacción humana y con
ello se puede aprovechar más el desarrollo de las actividades.
Mediante las plataformas virtuales, se tiene menor control
sobre la población participante, lo que diculta saber si la
información se está recibiendo de forma correcta
f. La conexión que se logra hacer con los y las participantes
no es tan amena en un contexto virtual como sí lo es en uno
presencial. Por ejemplo, el abordaje de dudas o preguntas o
desarrollo de ciertas actividades no es tan sencillo desde la
virtualidad.
Tal y como se mencionó anteriormente, la llegada de la
pandemia y de las restricciones y por ende de la virtualización
de las actividades de TCU fue muy repentina al punto de que las
personas estudiantes que habían matriculado en noviembre de 2019
debieron interrumpir su proceso de TCU por al menos dos meses
hasta que se pudo normalizar el desarrollo de actividades de forma
virtual. De igual forma, estudiantes que matricularon en agosto
de 2021 tuvieron la posibilidad desarrollar algunas actividades
de forma presencial. Un 65,3 % de los y las participantes de este
estudio además de realizar actividades virtuales, pudo desarrollar
algunas de manera presencial, en tanto que un 34,7 % de los y las
participantes únicamente desarrolló actividades de forma virtual.
Posterior a conocer la cantidad de personas estudiantes que
tuvo la oportunidad de desarrollar actividades de TCU en ambas
modalidades (virtual y presencial), se les consultó a estas personas
si consideran que el impacto de las actividades en modalidad
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presencial es mayor o menor que el de las actividades virtuales.
Un 44,1 % de las respuestas apuntan a que sí se logró un mayor
impacto con actividades presenciales, ya que el simple hecho de
estar ahí logra acentuar el mensaje que se transmite y facilita su
comprensión. Indican además que en las actividades presenciales
hay mayor interacción y existe un trato más personal, más humano.
Otras personas indican que en las actividades presenciales fue
cuando se lograron sentir más cerca de la población participante,
se logró entablar una mejor conversación con estas personas y
sienten que en este tipo de actividades se lograron cumplir los
objetivos de una manera más eciente.
Por otra parte, un 55,9 % de los y las estudiantes considera
que las actividades presenciales no tuvieron necesariamente
mayor impacto en la población beneciada. Indican que tanto la
virtualidad como la presencialidad tenían un impacto positivo, que
se lograba un nivel de participación similar en ambas modalidades.
Son modalidades distintas, pero al nal se logra el objetivo, que
es brindar información a la población y desarrollar actividades,
charlas y talleres. La virtualidad permitió llegar a más personas en
menos tiempo y eso es extremadamente valioso, indican los y las
estudiantes.
Por tanto, estamos ante dos realidades que parecieran ser
distintas y excluyentes entre sí. Sin embargo, las personas
estudiantes que tuvieron la oportunidad de desarrollar sus
actividades de TCU en ambas modalidades rescatan aspectos muy
positivos en los dos casos. No privilegian a una sobre la otra. De
hecho, el 100 % considera que el TCU debe mantener un formato
de trabajo híbrido en el que se puedan desarrollar actividades tanto
virtuales como presenciales. Maniestan, por ejemplo, que las
actividades presenciales a pesar de ser más entretenidas, son más
cansadas y requieren de mayor tiempo de preparación, lo que hace
que las personas estudiantes qua ya de por sí deben enfrentar una
carga académica fuerte, deban sacar más tiempo para organizar y
ejecutar diferentes actividades a las cuales además se tendrán que
trasladar. Un formato híbrido, conesan los y las participantes,
mantiene un balance en el trabajo que se debe realizar en el TCU
y las otras obligaciones estudiantiles con las que deben cumplir.
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Conclusiones
La pandemia provocada por el COVID-19 signicó una gran
cantidad de retos para el mundo entero en diferentes aspectos. La
Universidad de Costa Rica y el Trabajo Comunal Universitario
no fueron la excepción y debieron adaptarse a los desafíos que la
pandemia les presentó.
La virtualización del proyecto de Trabajo Comunal
Universitario TC-578: Promoción de los Estilos de Vida Saludable
y la Sana Convivencia en la Población Puntarenense trajo
incertidumbre tanto a su responsable como a los y las estudiantes
que en su momento estaban matriculados y matriculadas, y
quienes debían matricular. Los primeros meses de la pandemia se
tornaron confusos, ya que no se tenía claridad en cuanto al tipo de
trabajo que se podía realizar, cómo se podía abordar a la población
beneciada, el tiempo que permaneceríamos haciendo trabajo
remoto, entre otros aspectos.
Otro punto complejo fue el hecho de que las otras instituciones
públicas con las que se había venido colaborando tampoco
entendían muy bien lo que estaba pasando y no sabían, en un
principio, cómo adaptar sus procesos. Poco a poco todos y todas
fueron aprendiendo y saliendo adelante con el trabajo.
La virtualidad obligó a los y las estudiantes del TCU a adaptarse
a una nueva realidad, a reinventarse, a deconstruirse y construirse a
la vez. Las personas estudiantes lograron sacar toda su creatividad
para desarrollar talleres, charlas y cursos virtuales para personas
de toda edad y contextos educativos y sociales.
Parte de lo que se aprendió fue a ser resilientes ante la
adversidad, a no abandonar a las comunidades y grupos con los
que se había venido trabajando durante años. Se logró hacer uso
de herramientas tecnológicas tales como programas, plataformas y
aplicaciones que permitieron mantener el proceso del TCU activo.
Los y las estudiantes del TCU admiten que, si bien es cierto
el trabajo virtual no fue sencillo en un inicio, con el tiempo y la
práctica fueron capaces de entenderlo, adaptarse y reinventar sus
prácticas en pro del bienestar de las comunidades. Se destacan las
ventajas del trabajo virtual como una herramienta que permite el
desarrollo de actividades de forma remota y que es útil con relación
al ahorro de tiempo y recursos económicos. Es una modalidad
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muy buena para las personas estudiantes que deben cumplir con
muchas responsabilidades en poco tiempo.
Se comprende, a través de esta experiencia, el valor de la
interacción humana, la importancia de relacionarnos de cerca,
como personas. La virtualidad, por más buena y conveniente que
nos resulte en muchos contextos, jamás sustituirá al contacto y al
calor humanos.
Esta investigación arroja además la importancia de considerar
los procesos híbridos o bimodales dentro del TCU como una
práctica común, ya que pueden beneciar a estudiantes y
comunidades en general. La virtualidad llegó para quedarse, ya
la sabemos manejar, entonces, lo más conveniente es continuar
aprendiendo acerca de ella.
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