EDUARDO SOLANO SOLANO: El control político en Costa Rica y una propuesta desde el sistema
parlamentario británico
debe
mantener
en
estado
de
alerta:
Este es un procedimiento que permite a la oposición tener al gobierno en un estado
constante de tensión. Al principio de cada sesión, salvo el viernes, se reserva una
hora a las cuestiones. En la sesión en cuyo orden del día figura la cuestión, el
Speaker
llama

al

miembro

que

la

ha

planteado.

Éste

indica

el

número

de

su
cuestión, el ministro al que se dirige y se sienta de nuevo. El ministro en cuestión
se levanta y responde, a veces de una manera lacónica diciendo Yes, sir” o “No,
sir”. En general, la respuesta es menos breve, aun siendo corta. El diputado que
ha planteado la cuestión tiene la facultad de tomar la palabra de nuevo para pedir
una aclaración suplementaria.
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Se podría afirmar que el espacio de treinta minutos asignado en la agenda de las sesiones
ordinarias del Plenario Legislativo, equivale a un “question time” pero sin la respuesta in
situ
del

Ejecutivo,

el

cual,

muchas

veces

responde

a

través

de

los

medios

de
comunicación, si algún diputado tocó un tema de su interés o competencia.
5.
Una nueva propuesta para el control político en Costa Rica
En la última década se dio la consolidación del multipartidismo en el escenario político
de Costa Rica, y uno de sus principales efectos ha sido el aumento
sistemático de las
interpelaciones
ministeriales.

Este

fenómeno

se

presenta

debido

a

que

el

partido

de
gobierno no ha ostentado una mayoría sólida parlamentaria, y se ha migrado a apoyos
casuísticos
relativos

a

temas

concretos

y

temporales.

En

primer

lugar,

vale

la

pena
recordar que desde la fundación de la Segunda República y durante todo el resto del siglo
XX, se consolidó un bipartidismo sistemático, el cual le permitía al partido ganador de
las elecciones nacionales, ostentar una mayoría sólida en la Asamblea Legislativa que le
permitía
tener

control

del

Directorio

Legislativo

y

del

avance

de

sus

iniciativas
legislativas. Por ende, los roles estaban muy definidos: por un lado, un oficialismo con el
control
de

la

agenda

y

de

las

comisiones,

y

por

el

otro,

una

oposición,

normalmente
centrada en un solo partido, que ejercía control político contra el Gobierno. Este control
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André Hauriou. Derecho Constitucional e Instituciones Políticas. (Barcelona, 1971) 383