Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (1) (Enero-Abril) 2021: 75-108/ISSN: 2215-2636
84
En segundo lugar, la creencia positiva: el sujeto lírico quiere tener, por un lado, la certeza de
que Dios, al haber padecido también el dolor provocado por los hombres a través de la figura de
Cristo, entenderá su sufrimiento y le conferirá regresar ante la amada (“Que hicieras el milagro/ de
nuevo,/ Señor…// Tú que sabes de dolor,/ de caminos de tristeza,/ que te coronaron los hombres/ con
espinas de ingratitud,/ hazme el milagro!/ Uno solo, [S]eñor”, Sánchez, 1962, pp. 14-15); por otro
lado, la certeza de que, en efecto, regresará junto a ella y vivirá su presencia (“Saber que en el punto/
final de la oración/ recogeré siempre/ cosicas de sus anhelos”, “Saber de nuevo/ el calor de sus
manos”, pp. 14-15). A propósito, obsérvese el lexema cosicas. El diminutivo {-ic} con carácter
afectivo no se usa en el habla costarricense; aun así, Sánchez toma prestado este rasgo dialectal de la
zona oriental (Navarra, Aragón y Granada) de España (Callebaut, 2011) y lo emplea en específico en
este lexema, tanto en su poesía como en su narrativa. Aparece, por ejemplo, en la novela La isla de
los hombres solos: “Además de las piedras y de los soldados ‒que son feas y que son malos‒ había
allá algunas cosiquillas buenas” (1970, p. 18). Se puede afirmar, por tanto, que el uso de aquel sufijo
aunado a cosa constituye un préstamo dialectal que configura una particularidad estilística dentro de
la producción sanchiana.
En tercer lugar, la transformación: el sujeto lírico desea regresar a la infancia, a ese estado
inocente y edénico anterior a la falta (Chevalier y Gheerbrant, 1988), donde vuelva a ser libre y
espontáneo (“Volver como un niño,/ recitando esperanzas,/ al eco de su corazón”, Sánchez, 1962, p.
14), de modo que, de manera física, moral y espiritual, experimente una renovación (“Purificar el
corazón/ en la corola de su boca”, p. 15) y, en consecuencia, “Volver a ser bueno,/ de rodillas a su
lado” (p. 14).
Por último, el repliegue hacia el refugio: de alguna manera las tres actitudes anteriores
conllevan el deseo de descender plácidamente al regocijo e intimidad que la amada (en cuanto que
continente) le proporcionaría al sujeto lírico (en cuanto que contenido) al acogerlo y albergarlo. Como
afirma Aínsa: “el espacio que estalla en la fragmentación provoca repliegues de la conciencia que
llevan a la construcción de refugios en el interior de espacios protegidos con barreras y fronteras. El