Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (2) (Mayo-Agosto) 2021: 7-28/ISSN: 2215-2636
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población. Esta estrategia privatizadora se representa en la siguiente cita: “La historia nos suena harto
conocida. Ahora el Fondo se ha apoderado del acueducto, nos cortó el agua por falta de pago […]” (Naranjo,
1989, p. 118). En esta narrativa es uno de los organismos internacionales, el Fondo Monetario Internacional
(FMI), quien acapara y dispone de la lluvia como otra mercancía más.
Es importante mencionar que, desde la perspectiva marxista, la infraestructura, en otras palabras,
la base material de la sociedad reflejada en el modo de producción, se articula con la superestructura, la
cual contempla las posturas ideológicas presentes en la sociedad y sus instituciones sociales (Cuevas, 1979).
Por esta razón, a partir de los mecanismos empleados para la producción capitalista, se consolidan discursos
que legitiman la desigualdad, la opresión, la asimetría de poder y la estratificación social.
Seguidamente, la discusión se enfoca el sexismo, entendiéndose como la expresión más negativa y
violenta del esquema cultural de género (Lamas, 1998). Si bien es cierto, este sistema reproduce la
discriminación hacia ambos sexos; no obstante, al situarse dentro de sociedades patriarcales y
androcéntricas, son las mujeres quienes sufren de manera más agravada y son obligadas a subordinarse ante
el poder político, económico, patrimonial, social y cultural ejercido por los hombres. Una de las formas de
legitimación de este poder son los aparatos ideológicos del Estado (AIE) propuestos por Althusser (1971).
Según este autor los aparatos ideológicos del Estado (AIE) pueden entenderse como un conjunto
de realidades presentadas al observador mediante instituciones diversas y especializadas. Existen
varios tipos: religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindicales, de información y
culturales.
En lo que refiere al cuento, el sexismo se identifica en la siguiente cita: “El país organizó el
concurso tercermundista de la “Señorita Subdesarrollo”, ya usted sabe de flaquitas, oscuritas, encogidas de
hombros, piernas cortas, medio clavas, sonrisas cariadas, con amebas y otras calamidades” (Naranjo, 1989,
pp. 114-115). En este extracto referido, la autora cuestiona de manera irónica los concursos de belleza, en
donde se cosifican a las mujeres según sus atributos físicos. La mujer, nuevamente, se convierte en un
objeto de consumo para los espectadores de estas competencias; en donde se promueve la idealización del