Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (1) (Enero-Abril) 2021: 207-231/ISSN: 2215-2636
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LAS LENGUAS INDÍGENAS EN LA ARGENTINA Y SU
CONTINUIDAD EN EL ESPAÑOL REGIONAL
The indigenous languages in Argentina and their continuity
in regional Spanish
Alicia Avellana
Cristina Messineo
RESUMEN
Argentina es un país que ha negado e invisibilizado históricamente su matriz multilingüística y pluriétnica,
especialmente, la vinculada con los pueblos indígenas. No obstante, el número de personas que se
reconocen como indígenas supera las cifras de una nación imaginada como homogénea y monolingüe. En
este artículo presentamos un panorama general de las lenguas indígenas habladas actualmente en el
territorio argentino, con especial foco en su situación sociolingüística y en su contacto con el español.
Asimismo, presentamos tres rasgos gramaticales y pragmáticos propios de algunas de las lenguas indígenas
y observamos su influencia y continuidad en el español regional (i.e. la no marcación gramatical de tiempo,
la evidencialidad, y la presencia de marcadores pragmáticos). Estos ejemplos nos permiten profundizar en
rasgos tipológicos poco conocidos en las lenguas del mundo -y no presentes en el español general- lo que
supone un aporte a la visibilización y concientización de la diversidad lingüística como patrimonio humano
universal.
Palabras clave: lenguas indígenas, Argentina, español, contacto de lenguas, rasgos tipológicos
ABSTRACT
Argentina is a country that has historically denied and invisibilized its multi-linguistic and multi-ethnic
matrix, especially the one linked to indigenous peoples. However, the number of people who recognize
themself as indigenous surpasses the figures of a nation imagined as homogenous and monolingual. In this
article, we present a general overview of the indigenous languages currently spoken in Argentine territory,
with special focus on their sociolinguistic situation and their contact with Spanish. Likewise, we present
three grammatical and pragmatic features of some of the indigenous languages and we observe their
influence and continuity in regional Spanish (i.e. tenselessness, evidentiality, and pragmatic markers).
These examples allow us to delve into typological features scarcely known in the languages of the world -
and not present in general Spanish- which is a contribution to the visibility and awareness of linguistic
diversity as a universal human heritage.
Key Words: indigenous languages, Argentina, Spanish, language contact, typological features
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad Autónoma de Entre Ríos/Universidad de
Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: avellanaalicia@gmail.com
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires,
Argentina. Correo electrónico: cristina.messineo@gmail.com
DOI: 10.15517/RK.V45I1.47026
Recepción: 10/2/2020 Aceptación: 27/8/2020
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1. Presentación
Argentina es un país que ha negado e invisibilizado históricamente su matriz
multilingüística y pluriétnica, en especial, la vinculada con los pueblos indígenas. No obstante, el
número de personas que se reconocen como indígenas supera las cifras de una nación imaginada
como homogénea y monolingüe. Así también, a pesar de ser el español la lengua utilizada por la
mayoría de la población, una veintena de lenguas indígenas, con diferentes grados de expansión
o retracción, se hablan en distintas regiones del territorio argentino. Algunas de estas, como el
quechua en la región del noroeste y el guaraní en el noreste han trascendido el seno de las
comunidades indígenas y se han expandido a la población no indígena, ejerciendo una importante
influencia sobre el español regional. Otras, en cambio, por razones históricas y sociolingüísticas,
no se han integrado al dominio regional, pero su presencia puede observarse a nivel individual en
el español de los hablantes bilingües.
En las siguientes secciones se presenta un panorama general de las lenguas indígenas
habladas actualmente en el territorio argentino, con especial foco en su situación sociolingüística
y en su contacto con el español (Sección 2 y 3). En la sección 4, se seleccionaron tres rasgos
gramaticales y pragmáticos propios de algunas de las lenguas indígenas y se observó su influencia
y continuidad en el español regional e individual. Se trata de rasgos tipológicos poco conocidos
en las lenguas del mundo y no presentes en el español: la no marcación gramatical de tiempo, la
evidencialidad y la presencia de marcadores pragmáticos. Por último, en la sección 5 se presentan
las conclusiones del trabajo y algunas reflexiones sobre la importancia de estudiar las lenguas
indígenas y las variedades de contacto para contribuir a la visibilización y concientización de la
diversidad lingüística como patrimonio humano universal.
2. Las lenguas indígenas (LI) en la Argentina
Se sabe que antes de la conquista y colonización, se hablaban unas 35 lenguas indígenas
en el territorio argentino, de las cuales más de la mitad ha desaparecido. En la actualidad, se
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reconocen unos 20 pueblos indígenas hablantes de, al menos, 17 lenguas nativas, agrupadas en 7
familias lingüísticas y con diferentes grados de bilingüismo y contacto con el español. Según los
últimos censos (INDEC, 2004-5, 2010), casi un millón de personas se autodentifican como
indígenas, lo que representa el 2,4% del total de la población nacional.
Las lenguas oriundas del territorio argentino son las siguientes: toba, pilagá, mocoví
(familia guaycurú), wichí, nivaclé, chorote (familia mataguaya), tapiete, ava-guaraní, mbya,
guaraní correntino (familia tupi-guaraní), quichua santiagueño (familia quechua), tehuelche
(familia chon) y mapudungun
1
(aislada). Algunas de estas, como el quichua en la provincia de
Santiago del Estero
2
y el guaraní en Corrientes
3
, son lenguas indígenas habladas por una cantidad
importante de población criolla no indígena (Censabella, 1999, p. 40). Gracias a investigaciones
recientes, se pueden agregar a la lista las lenguas vilela (familia lule-vilela), considerada extinta
desde la década de 1960 (Golluscio, 2008), y chaná (familia charrúa), oculta durante casi
doscientos años (Viegas Barros, 2009).
Si bien las lenguas son oriundas de regiones geográficas particulares, el fenómeno de la
migración hacia los grandes centros urbanos se ha acrecentado desde la mitad del siglo XX, de
manera que solo en la ciudad de Buenos Aires habitan en la actualidad unas 66.000 personas que
se reconocen como indígenas. A esta situación, hay que agregar la de la población migrante de
1
Lengua hablada por el pueblo mapuche, que habita en su mayoría en Chile; en Argentina el pueblo
mapuche se encuentra en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut, La Pampa y Buenos Aires.
2
El quichua de Santiago del Estero es la variedad más austral del quechua, producto de la segunda
expansión del imperio inca del Tahuantinsuyo. Debido a su uso en la evangelización y al proceso de
mestizaje iniciado hacia fines del siglo XVI, fue adoptado como lengua de uso cotidiano por la población
española, criolla y mestiza (Censabella, 1999, p. 40). A pesar de la sistemática campaña de eliminación y
exterminio de la población indígena en la región, la lengua se habla en los distintos estratos sociales, e
incluso se enseña en la universidad (Bravo, 1993).
3
Desde mitad del siglo XX, el guaraní correntino se ha expandido por diversas regiones de Argentina,
especialmente, en las grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Resistencia y Rosario (Censabella,
1999, p. 52).
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Paraguay, Bolivia y Perú
4
, que habla guaraní
5
, aymara y quechua
6
, respectivamente. Tanto el
guaraní como el quechua son lenguas de uso cotidiano en el ámbito familiar y laboral de los
grupos migrantes (por ejemplo, dentro del rubro de la construcción en el caso de migrantes
paraguayos y en la producción y comercialización frutihortícola, en el caso de migrantes
bolivianos). Su expansión en las grandes ciudades y centros urbanos de Argentina ha tomado
dimensiones sociolingüísticas importantes debido a que cada vez más niños de habla guaraní y
quechua ingresan a la escuela pública con escasa competencia del español.
Por último, cabe mencionar el caso de lenguas consideradas extintas que actualmente
están resurgiendo en contextos de autoidentificación y recuperación lingüística y cultural, como
es el caso de la lengua de los huarpes en la región de Cuyo.
4
La migración de países limítrofes hacia Argentina ha sido un factor importante de su estructura
poblacional desde la conformación del estado nación. No obstante, en las últimas décadas la migración
desde países limítrofes como Paraguay y Bolivia y desde Perú se ha incrementado significativamente a
partir de la nueva Ley de Migraciones (2004) en el marco del Acuerdo MERCOSUR (Castillo y Guerrieri,
2012).
5
Se trata de la variedad conocida como guaraní paraguayo o yopará, difundida y reconocida como lengua
nacional (1967) y oficial (1992) del Paraguay. Guarda importantes semejanzas con el guaraní correntino
hablado en Argentina.
6
A partir del proceso inmigratorio reciente de población boliviana y peruana, el idioma quechua en sus
distintas variedades se habla en la ciudad de Buenos Aires y en varias provincias de Argentina. La variedad
boliviana, por la gran influencia del español, es conocida también como “quechuaespañol” o chapusqa
(“mezclado”) (Dreidemie, 2011).
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Figura 1: Las lenguas indígenas habladas actualmente en la Argentina.
Fuente: Las lenguas indígenas de la Argentina. Diversidad sociolingüística y tipológica (Messineo y
Cúneo, 2015).
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A pesar de tal diversidad, la lengua oficial de Argentina es el español, utilizado en la
administración y en la educacn pública y hablado como primera o segunda lengua por casi 40
millones de habitantes. No obstante, en los últimos años, a nivel provincial se ha reconocido la
oficialidad del guaraní en la provincia de Corrientes mediante la Ley Provincial N.º 5598, 2004 y
la de las lenguas toba, mocoví y wichí en la provincia del Chaco a través de la Ley Provincial N.
º 6604, 2010, lo que constituye un avance frente a la invisivilización y desprestigio de las mismas.
Así también, a partir de la restitución de la democracia (1983), el derecho a una educación
intercultural bilingüe respetuosa del patrimonio étnico y lingüístico de los pueblos indígenas se
ha ido consolidando de forma paulatina en Argentina. El marco legal que reconoce los derechos
indígenas se plasma fundamentalmente en la Reforma Constitucional de 1994, cuya consecuencia
más importante es la creación y difusión de programas educativos bilingües e interculturales a
nivel nacional y provincial.
3. Situación sociolingüística actual de las LI en Argentina
y su contacto con el español
La situación sociolingüística de las LI en Argentina no es homogénea, sino diversa y
compleja, dependiendo de cada lengua en particular. El hecho de que una lengua tenga muchos
hablantes no necesariamente supone un alto grado de vitalidad. Existen casos como el toba o el
mapudungum que, a pesar de ser idiomas de pueblos numerosos, su situación sociolingüística se
caracteriza por un alto grado de bilingüismo y desplazamiento por el español. La lengua de los
chorote y los nivaclé, cuya población no asciende a más 3000 personas, en cambio, conserva su
vitalidad dado que la mayoría de los niños y las mujeres son monolingües y los padres y adultos
transmiten la lengua a sus hijos. Por otra parte, un número reducido de personas
(aproximadamente 500) y un alto grado de desplazamiento lingüístico caracteriza la situación
sociolingüística del pueblo tehuelche, cuya lengua, según Fernández Garay (1998), se halla en un
avanzado proceso de retracción, ya que sus hablantes no la emplean en la comunicación cotidiana,
sino que la han reemplazado por el español. Sin embargo, en la actualidad, muchos de ellos, en
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especial los más venes, se encuentran involucrados en procesos de autoidentificación y
recuperación de la lengua y la cultura indígena.
En este sentido, la diversidad de las lenguas indígenas de Argentina se ve también
reflejada en la variedad de tipos de hablantes. Desde monolingües que hablan fluidamente la
lengua vernácula, en general ancianos o niños, hasta recordantes que en algún momento de su
vida han tenido un conocimiento de la lengua, pero que, por diversos motivos, la han abandonado.
Este es el caso del vilela o del chaná, lenguas que en la actualidad poseen un único hablante que
solo recuerda algunas palabras o frases oídas de sus padres o abuelos, pero que no son utilizadas
como instrumento de comunicación.
Entre estos extremos están los jóvenes quienes, a causa de su bilingüismo, han introducido
cambios en la lengua indígena. Es común también encontrar entre la población indígena hablantes
bilingües receptivos que hablan y entienden una de las lenguas, pero que poseen una competencia
receptiva en la otra, es decir, que la comprenden en mayor o menor medida, pero no la hablan con
fluidez. Hay varios grados de hablantes receptivos. Por un lado, el de los niños nacidos en el seno
de comunidades rurales que aún no han ingresado a la escuela, pero que dada la interacción con
sus mayores y con la sociedad global pueden entender español, pero no hablarlo. Por otro lado, el
de niños y jóvenes indígenas nacidos en comunidades urbanas que han aprendido el español y
no el idioma indígena como primera lengua. No obstante, su competencia receptiva en la lengua
indígena les permite comprender órdenes, palabras sueltas, frases frecuentes de la lengua de sus
mayores, pero no hablarla fluidamente.
La situación sociolingüística de las lenguas indígenas es central para explicar el contacto
con el español en la Argentina. La vitalidad de estas lenguas, su expansión o retracción y el lugar
que ocuparon en la conquista y colonización de lo que hoy es el territorio argentino es clave para
comprender su mayor o menor presencia en el español regional. En especial, las diferencias
sociolingüísticas e históricas permiten explicar la existencia de regiones donde el español presenta
una marcada influencia de alguna lengua indígena, como sucede con el quechua en la región del
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noroeste y el guaraní en el noreste (Vidal de Battini, 1964). El prolongado contacto lingüístico de
estas lenguas con el español, su extensión antes de la conquista y su utilización como lenguas
francas en la colonización de otros pueblos hizo que resultaran las lenguas con mayor influencia
en el español de las respectivas regiones. De esta manera, pueden observarse propiedades del
quechua y el guaraní incluso en zonas en las que se han dejado de hablar en la actualidad y en las
que la población es exclusivamente monolingüe en español.
Por el contrario, otras regiones de la Argentina con gran cantidad de lenguas indígenas
como el Chaco se colonizaron muy tardíamente y eso mismo pospuso el contacto lingüístico
permanente con el español. En este caso, los fenómenos de contacto pueden observarse en el nivel
individual, en el habla de los bilingües, pero no se han integrado en el español regional más allá
de elementos léxicos ocasionales.
4. Algunas propiedades tipológicas representativas de las LI
y su continuidad en el español
Las lenguas indígenas de la Argentina, como las del resto del continente, manifiestan un
conjunto de rasgos tipológicos interesantes por su diversidad respecto de otras lenguas mejor
conocidas. En este apartado se han seleccionado tres características que son representativas del
dominio del tiempo, aspecto y modo y de la codificación de valores pragmáticos en la oración. A
su vez, las características de las lenguas indígenas en estos dominios son las que, con mayor
frecuencia, presentan continuidad en el español regional. Como se ha mencionado ya, las
variedades de contacto más estudiadas en la Argentina han sido las del quechua y el guaraní (y,
en menor medida, del mapuche). Sin embargo, algunos trabajos recientes describen también la
continuidad de otras lenguas indígenas autóctonas, fundamentalmente en el dominio de los
hablantes bilingües.
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4.1. Marcación del tiempo
Un aspecto interesante en el que muchas de las lenguas indígenas habladas en la Argentina
son peculiares es en relación con la marcación del tiempo deíctico. Por ejemplo, en español el
tiempo es una categoría que se manifiesta de manera obligatoria en la flexión verbal. Así, formas
como come/comió/comerá permiten ubicar el evento como simultáneo, anterior o posterior
respecto del momento de habla. Muchas de las LI de la Argentina no gramaticalizan esta categoría
de manera obligatoria en el verbo y utilizan distintos recursos para el señalamiento temporal.
Tal es el caso de las lenguas guaycurúes y mataguayas, en las que el tiempo no es una
categoría gramaticalizada en el verbo, sino que se construye discursivamente mediante distintos
elementos que permiten la ubicación deíctica del evento en relacn con el momento de habla. El
toba, por ejemplo, posee un sistema de determinantes con una amplia funcionalidad, que
contribuye al señalamiento del tiempo, la modalidad y la evidencialidad (Klein y Messineo, 2003;
Messineo, 2003; Messineo, Carol y Klein 2016). Así, el determinante demostrativo na que indica
que la referencia del nombre al que acompaña está acercándose a la vista”– favorece una
interpretación de tiempo presente; el deíctico so que señala que algo/alguien está alejándose de
la vista favorece una interpretación de pasado reciente, mientras que la forma ca que señala
personas u objetos fuera de la vista”– favorece una lectura de pasado (o de futuro) remoto (Klein
y Messineo, 2003, p. 4). Como se observa en la glosa de los siguientes ejemplos, las oraciones
expresan presente, pasado o futuro (‘viene’/ ‘vino’ / ‘va a venir’) pero el verbo (nvi’) permanece
invariable:
(1) a. n-vi’ na ‘ad-qaya
7
3-venir DET:próximo POS2-hermano
‘Viene tu hermano’ (PRESENTE)
7
Abreviaturas utilizadas en las glosas: ASP (aspecto); DET (determinante); DISC (marcador discursivo); DU (dual); HAB (habitual);
IRR (irrealis); LOC (locativo); NOM (nominalizador); PAS (pasiva); PAS.REM (pasado remoto); POS (poseedor); P (posposición);
R (realis); REL (relacionante); REP (reportativo); S (singular); SUB (subordinante); 1 (primera persona); 2 (segunda persona); 3
(tercera persona).
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b. n-vi’ so ‘ad-qaya
3-venir DET:distante POS2-hermano
‘Vino (recién) tu hermano’ (PASADO RECIENTE)
c. n-vi’ ka ‘ad-qaya
3-venir DET:ausente POS2-hermano
‘Va a venir/vino tu hermano’ (FUTURO/PASADO REMOTO)
(Messineo, 2003).
También las lenguas mataguayas poseen un sistema de deícticos similar al del toba, que
permite codificar la noción de tiempo, como se observa en nivaclé:
(2) a. yoy na siwanak
escapar DET:visible dorado
‘Se escapa el dorado(PRESENTE)
b. yoy xa siwanak
escapar DET:no.visible dorado
‘Se escapó el dorado’ (PASADO) (Campbell, 2006).
Estas mismas características aparecen con claridad también en el español de estos
hablantes. Así, en los bilingües español-toba se observa cómo el español una lengua orientada a
la gramática en cuanto al señalamiento temporal se reorienta hacia el discurso. En (3) estos
hablantes utilizan formas verbales de presente con valor semántico de pasado:
(3) a. En ese tiempo cuando hay [‘había’] chañar, comen [‘comía’] la gente.
b. En el año setenta y dos todavía no hay [‘había’] nada.
c. Este campo antiguamente se llama [‘se llamaba’] ololqaic.
d. En ese tiempo la gente creen... [‘creía’]. (Avellana, 2012).
La información que vincula las situaciones con el momento de habla en (3) se establece
mediante distintos elementos, fundamentalmente no verbales. Así, el tiempo puede ser
introducido a través de un sintagma con valor temporal, que contiene con frecuencia el
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demostrativo ese/esa (4), o bien mediante adverbios u otras construcciones temporales (5), tal
como sucede en toba (Klein y Messineo, 2003; Avellana, 2013a):
(4) a. En ese época no hay [‘había’] médico.
b. Estamos [‘estábamos’] juntos todavía ese tiempo.
c. Ese tiempo ya está apareciendo [‘estaban apareciendo’] los político. (Avellana,
2013a).
(5) a. Antiguamente, acá hay [‘había’]...
b. Antes cuando estoy [‘estaba’] en el campo, yo preparo [‘preparaba’] esto.
c. En el año sesenta y seis, ya mi papá ya está [‘estaba’] en la orilla de Castelli.
(Avellana, 2013a).
En las lenguas que no marcan el tiempo en el verbo de manera obligatoria, con frecuencia
la interpretación temporal surge a partir de la relación con el aspecto (tanto el aspecto léxico como
gramatical). En guaraní paraguayo, por ejemplo, el aspecto se marca no solo en el dominio verbal
sino también sobre el nombre:
(6) a. tetã r-uvicha-kue
país REL-jefe-KUE
‘ex presidente de la república’ (Guasch, 1956, p. 53; la glosa es nuestra.)
b. tetã r-uvicha-
país REL-jefe-
‘futuro presidente de la república’ (Guasch, 1956, p. 53; la glosa es propia)
Los morfemas kue y introducen un valor aspectual
8
sobre la propiedad o relación
denotada por el nombre y permiten designar ‘algo que ya no es’ (6a) o ‘algo que será’ (6b).
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En particular, kue señala un aspecto perfectivo que codifica un cambio de estado, una
culminación de la propiedad denotada por el sustantivo (Tonhauser, 2006). Este valor tiene
continuidad sobre el español regional, en este caso incluso en el habla de monolingües de español
en zonas que están o han estado en contacto con el guaraní. Así, el morfema kue se toma como
préstamo para indicar un valor perfectivo sobre el nombre:
(7) a. Es la mujer kue... Si ahora anda con otra ya. (Abadía de Quant, 2000)
b. Anda de nuevo con ese marido kue (…) (Abadía de Quant, 1996)
c. Me fui en lo de mi patrón kue por lo que no tengo laburo. (Abadía de Quant,
2000)
d. Ña Felisa es su maestra kue. (Avellana, 2014)
e. ¡Las secretarias kue no somos así! (Avellana, 2014)
En muchos casos el valor que aporta kue se corresponde con el español ex (‘ex
[mujer/marido]’, 7a-b), o bien con antiguo (‘antiguo [patrón/maestra]’, 7 c-d). En todos los casos
es posible la paráfrasis con el/la/lo que fue (‘las que fuimos secretarias no somos así’, 7e), que
manifiesta que la relación entre la propiedad denotada por el nombre y el objeto/persona sobre el
que se aplica ya no ocurre en el momento de referencia.
Algo similar sucede en relación con el rasgo prospectivo. En el contacto con el guara
aparece un uso peculiar de la preposición para que codifica un rasgo aspectual prospectivo sobre
el nombre que acompaña (cfr. Abadía de Quant, 1996, 2000; Velázquez Castillo, 2013; Avellana,
2014):
(8) a. Ahora tramitamos para nuestra sala de oncología. (Abadía de Quant, 2000).
b. Está procurando para su trabajo. (Abadía de Quant, 2000).
c. Busco para mi novio. (Avellana, 2014).
d. Me fui en Once para buscar para mi ropa. (Avellana, 2018).
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La paráfrasis posible para estos ejemplos es similar a la que se ha propuesto para el
morfema kue pero con valor prospectivo: el/la que será + sustantivo’, como en ‘Ahora
tramitamos la que será nuestra sala de oncología’ (8a).
4.2. Evidencialidad
La codificación del fenómeno semántico de la evidencialidad resulta sumamente
interesante en las lenguas del mundo ya que hace referencia a la manera en que el hablante ha
recibido la información que transmite o a la fuente de donde proviene dicha informacn. Algunas
lenguas, como el español, utilizan recursos léxicos o sintácticos (frases) para expresar este
contenido, por ejemplo: Aparentemente, Juan se entrevistó con el ministro/ Vi con mis propios
ojos que Juan se entrevistó con el ministro/ Me contaron que Juan se entrevistó con el ministro.
Muchas de las LI habladas en la Argentina codifican la evidencialidad mediante recursos
morfológicos. En quechua cuzqueño-boliviano, por ejemplo, los sufijos verbales -mi, -si y -cha
brindan información sobre la fuente de donde proviene la información. Contrástese el ejemplo
(9a) sin marca de evidencialidad, con (9b), (9c) y (9d) en donde el mismo verbo aparece marcado
con tres tipos de evidencialidad: testimonial, reportativa e inferencial:
(9) Sin marca de evidencialidad
a. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n
Rosmeri casa-LOC estar-ASP:progresivo-3S
‘Rosmeri está en la casa.
Testimonial
b. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-mi
Rosmeri casa-LOC estar-ASP:progresivo-3S-EVID: testimonial
‘Rosmeri está en la casa (la vi).
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Reportativo
c. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-si
Rosmeri casa-LOC estar-ASP: progresivo-3S-EVID: reportativo
‘Rosmeri está en la casa (me lo dijeron).
Inferencial
d. Rosmeri wasi-pi ka-sha-n-cha
Rosmeri casa-LOC estar-ASP: progresivo-3S-EVID: inferencial
‘Rosmeri está en la casa (se infiere a partir de observaciones o datos
previos). (Dreidemie, 2011, p. 156)
El guaraní paraguayo, por su parte, codifica lo que se ha denominado “percepción
demorada”, deferred realization (Reuse, 2003). Este es un valor de ciertos evidenciales que
expresa que la información completa se obtuvo y se interpreplenamente post factum, sin que
sea determinante el hecho de que el hablante haya, en efecto, visto o no su ocurrencia
(Aikhenvald, 2004). El morfema ra’e expresa este valor evidencial y normalmente junto con
otros morfemas como niko/ningo o nipo/nimbo, que acompañan exclamaciones adopta cierto
matiz sorpresivo, como en (10) (‘Viniste [y yo no lo sabía hasta ahora]’):
(10) E’a, ma’ẽ Aniceto re-ju nipo ra’e
INTERJECCIÓN mirar Aniceto 2S-venir NIPO RA’E
‘Ea, mira Aniceto viniste pues (había sido)’. (Melià, Farré y Pérez, 1997, p. 70)
En las lenguas guaycurúes y mataguayas, por su parte, también se expresa la noción de
evidencialidad. En toba y nivaclé, por ejemplo, el sistema de determinantes que se ha
ejemplificado en (1-2) juega también un rol en el señalamiento de la evidencialidad. Allí, los
determinantes que expresan que el referente está ‘a la vista’ funcionan como evidenciales
constatativos, frente a aquellos que señalan que los sucesos a los que el hablante se refiere en su
enunciado no han sido constatados o verificados por él mismo, ya que están fuera de su campo
visual. En estos últimos surgen una lectura evidencial reportativa o no experiencial. En chorote,
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por su parte, existe un morfema que indica que el participante sabe de oídas lo que afirma (en (11)
-jom):
(11) Ist
́
n… tal pli-yi, i-yo-jom-pe i’nyó-ye
cóndor [3S]salir cielo-P 3S-ser-REP-PAS.REM hombre-IRR
‘Cóndor... viene del cielo; antiguamente era humano, dicen.’ (Carol, 2014).
La continuidad de la evidencialidad en el español se observa en numerosas variedades de
contacto. Un uso extendido que trasciende al español de la Argentina es el del pretérito
pluscuamperfecto, que puede adoptar valores evidenciales favorecidos por el contacto con el
quechua y con el guaraní.
En el contacto con el quechua (y con el aymara), por ejemplo, se ha registrado con
frecuencia un uso evidencial del pretérito pluscuamperfecto que expresa que el hablante no ha
experimentado personalmente los hechos que relata. En la Argentina, este valor del pretérito
pluscuamperfecto se conserva en zonas rurales que están y/o han estado en contacto con el
quechua en el noroeste argentino, como se ejemplifica en la siguiente narración correspondiente
al español rural de Santiago del Estero:
(12) Mi finado fue una vez a cazar a una laguna y ahabía estado, en un palo, la madre
del agua, peinándose con un costillar de pescado. Y ahí la ha hallado. Se había
llegado cerquita y vido que muy rubia había sido. Dice que había tenido la cara
delgadita, como una criatura chica y muy bonita había sido. Pero las trenzas decía
que las tenía, po, muy largas, que habían estado topando el agua, y ella había
tendido casi todo el cuerpo afuera, y desnudo que había estado. Y decía que después
de un rato que se había volcau al agua, y que el agua había quedado batiéndose.
(Vidal de Battini, 1980, p. 417, VIII).
Los verbos remarcados en (12) corresponden a formas simples de pasado en español
general (Por ejemplo, la primera aparición, “y ahí había estado”, debe interpretarse como y ahí
estaba [pero no tengo evidencia directa de ello]’. El pretérito pluscuamperfecto pierde aquí el
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valor de anterioridad en el pasado para utilizarse como un pasado narrativo no experimentado, es
decir, una forma que reúne pasado y evidencialidad.
En el contacto con el guaraní, por su parte, se observa la estructura gramaticalizada había
sido (que), que funciona como un adverbio, sin concordancia ni variación de ningún tipo, con el
valor semántico de “percepción demorada” (cfr. Tenía una novia bien guardadita [y yo no lo
sabía hasta ahora]’, 13a):
(13) a. Había sido tenía una novia bien guardadita.
b. Hay una máquina para estirar el alambre había sido.
c. Eras vos había sido.
d. Por errores del sistema no se pudo cargar había sido el número gratis.
e. Ganó un sueldazo había sido ahí. (Avellana, 2013b).
Este comportamiento “fosilizado” de la forma verbal
9
distingue a esta estructura de otros
usos propios del habla rural de nuestro país o de otras variedades de contacto (Kany, 1969, p.
207), en las que el verbo haber constituye el verbo principal de la oración, en concordancia con
el sujeto:
(14) a. ¡Cha que había sido salame! [Argentina]
b. Tu hijo había sido un mañudo. [Bolivia]
4.3. Marcadores pragmáticos
En las LI existen numerosos marcadores vinculados con la estructura de la información,
por ejemplo, elementos que se marcan como información nueva o se ponen en contraste con otros,
o bien con otras estrategias pragmáticas como la mitigación o la cortesía verbal.
9
De hecho, en la Nueva Gramática de la Lengua Española se lo define como una “expresión adverbial”
(2009, p. 1789)
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En mapudungun, por ejemplo, existe un marcador discursivo (anay) que se coloca
generalmente después de un verbo, para indicar cercanía emocional o simpatía entre hablante y
oyente (Malvestitti, 2002, p. 217). Se considera también un marcador de solidaridad y ocurre
típica, aunque no exclusivamente en situaciones en las que el emisor es de sexo masculino:
(15) chum-miawa-y-mi anay pichi wenüy?
cómo-andar-R-2 DISC pequeño amigo
‘¿Cómo anda, amiguito?’ (Malvestiti, 2002, p. 218).
En el guaraní paraguayo, por su parte, existen morfemas que se utilizan para mitigar la
fuerza ilocucionaria del acto de habla. Por ejemplo, las partículas -mi y -na acompañan
opcionalmente al verbo en modo imperativo y funcionan como fórmulas de cortesía que permiten
suavizar una orden o mandato:
(16) E-ju-mi-na
2 (IMPERATIVO)-venir- MI-NA
‘Vení un poco, por favor.’ (Guasch, 1956, p. 134).
Como muestra la glosa, en el español de estos hablantes se equipara consistentemente el
morfema guaraní -mi con el español “un poco”. Esta última se ha incorporado, de hecho, como
como atenuadora de órdenes en el español regional (Guasch, 1956; Avellana y Kornfeld, 2018):
(17) a. Sácame un poco mi muela enferma. (Guasch, 1956, p. 317).
b. Quiero que me bautices un poco mi santo. (Guasch, 1956, p. 318).
c. Decile un poco que venga.
d. Hacé un poco un asado.
e. Contá un poco un chiste.
f. Llamale un poco a Luis. (Avellana y Kornfeld, 2018).
Los marcadores oracionales son los que con mayor frecuencia se toman como préstamo
(i.e. se introduce la palabra en lengua indígena) en el contacto con el guaraní, como se observa en
(18), correspondiente al contacto con guaraní correntino:
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(18) a. Se fue niko la maestra Nilda en la otra escuela (González Sandoval, 2005, p.
67).
(NIKO: marca de foco sobre “se fue”)
b. ¿No viene más pa? (González Sandoval, 2005, p. 67)
(PA: marca de interrogación)
En suma, las lenguas indígenas ejemplificadas, así como el resto de las habladas en la
Argentina, exhiben propiedades tipológicas interesantes y han tenido repercusiones de distinta
magnitud sobre el español. El contacto entre las lenguas ha generado modificaciones, que abarcan
tanto gramaticalizaciones (por ejemplo, incorporación de la evidencialidad) como
lexicalizaciones (por ejemplo, no marcación gramatical del tiempo). Estas reconfiguraciones
ocasionadas por propiedades gramaticales abstractas de las lenguas se conocen como calcos
gramaticales (Weinreich, 1953)
10
y, fundamentalmente en el caso del contacto con el quechua y
con el guaraní, están integradas en el sistema del español regional. Como se ha mencionado ya,
en la mayoría de las situaciones de contacto restantes, los fenómenos ejemplificados se limitan al
habla bilingüe.
El contacto entre las lenguas indígenas y el español no se circunscribe, sin embargo, a los
calcos gramaticales, sino que se observa también en el nivel xico y discursivo, en particular,
mediante los casos de préstamos de elementos léxicos y de cambio de código.
En cuanto a los préstamos, en el español de la Argentina, los elementos léxicos
provenientes de lenguas indígenas que se han extendido de manera más generalizada son, por lo
que se ha expuesto, los provenientes del quechua y guaraní (por ejemplo, ñandú, yacaré, jaguar,
caburé, mandioca, mburucuyá, irupé, tacuara, choclo, pororó, zapallo, ananá, poroto, chacra,
papa), entre muchos otros, incluyendo unos pocos casos de origen mapuche (laucha, malón o
gualicho) (cfr. Avellana y Kornfeld, 2012).
10
También han sido denominadas “préstamo estructural” (Winford, 2003), “préstamo sintáctico”
(Thomason & Kaufman, 1988) o “difusión morfosintáctica indirecta” (Aikhenvald, 2002), entre otras
denominaciones que conllevan algunas diferencias en su definición.
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Otros préstamos tienen un alcance más regional, o bien son préstamos ocasionales (i.e. no
completamente integrados al repertorio del español), ligados más directamente a los hablantes
bilingües. En este último caso se acercan más a un fenómeno de cambio de código en el nivel de
la palabra que a un préstamo. Aunque no se analizará ello por cuestiones de espacio, también se
registra en el país la dirección inversa: préstamos del español que han penetrado el léxico de las
LI con diversos grados de integración (Y lo mismo podría mencionarse también para el caso de
los calcos gramaticales).
En el nivel discursivo, se observa también la imbricación entre las lenguas. En las
comunidades bilingües es frecuente la práctica del cambio/mezcla de código:
(19) Wichí
n-wen otros hermanos to hope aborígenes
1-ver SUB [3S]ser
‘Vi/vimos otros hermanos que eran aborígenes.’ (Maldonado, 2012, p. 90).
(20) Ranquel
Une ye-nge-pa-k-i-y-u no nos separamos
primera vez llevar-pas-venir_a-HAB-R-1-DU
‘Primera vez que nos vienen a llevar a los dos; no nos separamos’ (Fernández
Garay y Apud Higonet, 2012, p. 68).
(21) Tapiete
Así lo hace y lo mata mbai-kwa-wa i-páyewa
cosa-saber-NOM 3.POS-brujo
‘Así lo hace y lo mata el sabio brujo.’ (Ciccone, 2012, p. 46).
Para finalizar, en la actualidad ocurren en la Argentina numerosas situaciones de
desplazamiento, en las cuales las LI pierden vigor frente al español. Fundamentalmente, en
contextos de migración, la lengua puede verse desplazada en tan solo una generación. En ese
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contexto, sin embargo, se han registrado distintos intentos de las jóvenes generaciones de
recuperar voces y géneros discursivos de un sistema que ya no dominan en su totalidad. En forma
de rap (Beiras y Cúneo, en prensa), por ejemplo, o en juegos de palabras cotidianos (Hecht, 2015),
o incluso en las prédicas religiosas (Dante, 2015), los jóvenes qom recuperan géneros discursivos,
léxico cotidiano y frases en la lengua vernácula.
5. Cierre
El panorama que se ha proporcionado en el presente trabajo permite mostrar que la
situación actual de las lenguas indígenas en la Argentina es compleja y completa; esta incluye no
solo una gran cantidad de lenguas originarias del territorio que se mantienen con mayor o menor
grado de vitalidad, sino también otras lenguas que se incorporan en la configuración actual por
medio de procesos migratorios o de su persistencia en el español regional.
Dentro del repertorio de lenguas que componen este panorama, los ejemplos que se han
seleccionado permitieron mostrar la existencia de una gran diversidad tipológica, que ilustra
posibilidades gramaticales aún poco conocidas. Así, resultan iluminadores los complejos sistemas
de determinantes que existen en las lenguas mataguayas y guaycurúes, que no solo codifican
deixis o características físicas de los referentes, sino que también contribuyen al señalamiento del
tiempo y la evidencialidad. Los sistemas en los que el tiempo no es un rasgo gramatical de
marcación obligatoria en el verbo parecen ser la norma y no la excepción en algunas familias
lingüísticas. De manera inversa, otros ejemplos permitieron ilustrar la codificación gramatical de
rasgos no habituales en las lenguas mejor conocidas (como la marcación de la evidencialidad) o
de categorías sintáctico-pragmáticas como el foco o la mitigación.
A su vez, se ha descrito cómo estas características tienen, muchas veces, continuidad en
el español, ya sea porque se han incorporado al español de toda una región de la Argentina, ya
sea porque ocurren sistemáticamente en el habla individual de los bilingües. Lejos de generar
sistemas empobrecidos o simplificados, el contacto con las lenguas indígenas ha generado
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variedades innovadoras, que ponen en juego complejos sistemas de gramaticalizaciones y
lexicalizaciones. La profundidad y arraigo de los cambios favorecidos por el contacto dependen
de factores que van mucho más alde lo lingüístico y que están vinculados con la historia de
resistencias y avances entre las lenguas indígenas y el español.
Para concluir, se desea remarcar la importancia que poseen las descripciones de las
lenguas indígenas y de las variedades de contacto como herramientas que permiten incidir
directamente en las representaciones lingüísticas de los hablantes y, en última instancia, en las
políticas lingüísticas dedicadas a su preservación e integración regional. Varios son los factores
que influyen en la vitalidad y supervivencia de una lengua, uno de los principales es la voluntad
de los mayores por mantenerla y trasmitirla a sus descendientes. Dicha voluntad está en estrecha
relación con el prestigio que la sociedad le otorga a esa lengua y a sus hablantes: una lengua
minorizada, cuyos hablantes son discriminados, desvalorizados, o despreciados, será más
propensa a la interrupción de la transmisión intergeneracional. Por esto resulta fundamental, desde
el punto de vista de la lingüístico, generar los medios necesarios para concientizar sobre la
importancia de la diversidad lingüística.
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