Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (2) (Mayo-Agosto) 2021: 101-122/ISSN: 2215-2636
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No obstante, para Zavala y Araya (2001, p. 196), esta pieza presenta características de los
dos, es decir, se trataría, entonces, de la reunión de aspectos técnicos y temáticos de estas dos
tradiciones de teatro náhuatl de la región central de México. De todas formas, El Güegüense, como
obra teatral de corte mesoamericano, no escapa de su esquema; se organiza como un evento en el
cual se ejecutaban danzas dialogadas realizadas en espacios abiertos, con participación comunitaria.
Para tales actividades cargadas de simbolismos rituales y religiosos, se utilizan máscaras, utilería
vistosa, representación de animales, pantomima y cantos. Además, los personajes femeninos no
hablan, el personaje principal es castigado con latigazos, se da el engaño de una paga prometida, la
burla a la vara que es la insignia de la autoridad indígena y las sorderas fingidas que eran propias
del teatro para incitar a la comicidad y a la risa.
En cuanto al título, existen varias versiones. Una de ellas es que “Güegüense” es un vocablo
proveniente del náhuatl huehuetzin que ha sido traducido como “respetable anciano”; sin embargo,
dadas las características que presenta el personaje en la obra, Mántica (2001) prefiere derivarlo de
Cuecuetzin, de la raíz euehueh, “sinvergüenza, retozón, travieso”, de tal forma que este autor llama
a su obra El Cuecuence o el gran sinvergüenza.
Arellano (2008) resume la polémica que ha existido en cuanto a si se escribe con “s” o con
“c”. El autor menciona que mientras unos se han decantado por la “s”, como el historiador Carlos
Molina Argüello en 1968; otros, por ambas grafías. Asimismo, señala que, según Mántica (como se
citó en Arellano, 2008), en el proceso de conversión del náhuatl al castellano de las partículas tzin y
tz corresponden a “cin” y “c”, como en tzinco: cinco y tzipil: cipe. Sin embargo, advierte que tzin
puede transformarse tanto en “c” como en “s”. El fenómeno lo ejemplifica con los parlamentos 2 y
5 donde se registra pilce (indistintamente noble caballero o hijito mío), corrupción de piltzin, escrito
con “c”, y en el parlamento 130 con “s” y, finalmente, optó por la “c”, como lo usaban desde el
inicio Berendt en su obra de 1874 y Brinton en la suya de 1883.
Para cerrar la discusión, añade Arellano (2008) que José Palermo Ruiz consultó al
departamento “Español al Día” de la Real Academia Española (RAE) acerca de la grafía con “c” o