Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (3) (Septiembre-Diciembre) 2021: 35-56/ISSN: 2215-2636
testimonios recogidos en el territorio (Montaldo, 2004). El encuentro entre las observaciones de
Forchetti y la escritura de Hudson reordena y posibilita la organización del libro, pues será la
fuerza centrífuga de una cita a partir de la cual −o bajo cuyo resguardo− la escritora inaugure la
colección de sus poemas:5
Andaba mirando pájaros y preguntando sus nombres y me encontré con Aves del Plata y a partir
de ahí descubrí toda su obra de naturalista poeta. Yo venía escribiendo una serie de poemas nacidos
de la observación y del contacto con la naturaleza y al leer Allá lejos y hace tiempo tuve un
sentimiento de hermandad con Hudson. Recuerdo que copié la línea “Mi mundo era un mundo
puramente material y era el mundo más maravilloso” –que es la cita que encabeza la primera parte
de Libro de horas– y bajo esa cita empecé a archivar poemas, los poemas que sentía nacidos de
esa idea (Forchetti en Munaro, 2018, párr. 2).
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El poemario funciona a la vez como un mapa de los recorridos habituales de Forchetti, y
también como un calendario, a la vez íntimo y local, del pueblo. Allí, cada poema es como una
oración sagrada a la naturaleza: “había buscado en el lenguaje cristiano de mi formación infantil
y juvenil los nombres solemnes y dorados de los rezos” (Forchetti en Munaro, 2018, párr. 2). El
espesor temporal se radicaliza allí cuando el surgimiento de la escritura coincide con el despuntar
del día: “Libro de horas surge cuando empiezo a tomar notas diariamente de las primeras
imágenes del amanecer” (Forchetti en Friera, 2017, párr. 2), momento privilegiado, porque allí la
percepción se encuentra más despierta para capturar las cosas “como recién hechas otra vez”
(Forchetti en Friera, 2017, párr. 3). Esa concentración prioriza además el invierno como la
estación más proclive para la escritura poética: “Menos abundancia y más detalle, lentitud y
densidad de los sentidos, atención afilada como las estrellas de junio” (Forchetti en Munaro, 2018,
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Gamerro (2015) subraya el caso excepcional de Hudson como el primer escritor que supo derramar una
mirada minuciosa sobre las plantas y los animales de la pampa. Un tipo de contemplación entendida como
“revelación”, similar a la ensayada por Juan L. Ortiz. Forchetti permite ampliar esas filiaciones y subraya
(
Friera 2017; Munaro 2018) que su modo de contemplar la naturaleza también dialoga con otra serie de
poetas que conforman su mapa de lectura personal, en el que se encuentra Juan L. Ortiz, pero que además
incorpora escritoras mujeres en relación a las cuales Hudson no había sido previamente articulado: “En mis
libros reconozco el diálogo con la poesía inmersa en la naturaleza y en lo humano de Juanele, de Bellessi,
Escudero, Arturo Carrera y también con toda una línea de mujeres que siempre estoy leyendo y releyendo,
mis hermanas, desde Emily Dickinson a Alfonsina Storni, poetas de hace siglos o contemporáneas”
(
Forchetti en Munaro, 2018, párr. 14).
A diferencia de la geografía de Hudson, ubicada entre Quilmes y Chascomús al norte de la provincia de
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Buenos Aires, la de Forchetti se extiende al sur, entre la pequeña ciudad de Coronel Dorrego y el balneario
Monte Hermoso, donde la escritora pasa largas temporadas. Esa leve pero significativa diferencia espacial
abre nuevos paisajes en Libro de horas: las casas con jardines, el pastizal, y próxima al trazado urbano, la
llanura abierta a los cielos y a la costa.
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