y ese inmortal de Sixto Casillas que se llama pueblo, fue supremo publicista en el combate por la
libertad” (2002, p. 337).
Las hostilidades hacia Urueta no se cancelaron. El 19 de febrero El Demócrata reproduce un
texto titulado “Broche marmóreo”, firmado por Shakespeare and Company, en que ridiculiza la prosa
del orador:
La noche… El sol intrépido se ha ocultado tras el pico de nieve del volcán azulado. En el oriente queda
el reflejo carmíneo del último y portentoso rayo del hirviente Febo. Sin embargo, es de noche. Noche
lóbrega, clandestina y ligera como un manto de nieve parda… ¡Oh, la noche!... ¡Recuerdo, surge!
Esperanza… ¿dó estás? ¿Hace frío?... ¡No! El ambiente está tibio y aromatizado. Huele a chirimoya
madura. Y a queso, también a queso. Del esmeráldico capote del nocturno bosque, sale el ruido
murmuroso y anglo-mano que hace palpitar con estremecimiento infanticida la silla turca. Memoria,
¡retrocede! No penetres a la celda plúmbica del niquelado río. Allí está… Su voz no ha muerto aún….
Vibra convulsionada en histericidades argentíferas. Oigo algo así como el estornudo de su acento
indómito. ¿Por qué no hablas, arcángel estoico y cincelado? ¡Ah! ¡Ya canta!... ¿Oís? Es él… ¡Oh,
Dios! Deja que la etérea insuflación de su marmóreo pecho, llegue hasta mi amelonado rostro…
¡Deja!... ¡Oh!... ¿Sí!... ¡Ya!... (p. 1).
La agudeza se transforma en grosería en la colaboración “Raterías ingeniosas” incluida en el
mismo número y firmada por Garrote:
Casillas, el del Siglo XIX, se sintió un día muy mortificado, porque sus majaderías no
encontraban admiradores, fuera de los cuatro o cinco bobos que le aplauden en la Biblioteca
de la Escuela de Jurisprudencia hasta el modo de andar y de rascarse las narices.
-Les voy a probar a ustedes, oh, amables paniaguados -dijo Urueta metiéndose el índice de la
mano derecha en la fosa nasal izquierda- que yo soy ingenioso hasta la pared de enfrente.
Dijo y se fue.
Se fue a buscar disparates de los gordos, y no tardó en encontrarlos con ayuda de las calandrias
eruditas de El Siglo. […] (p. 3).
En la misma entrega publica Good Night “Un Chucho decadente”, donde lo acusa de plagio
a propósito del prólogo en verso a un poemario de José Felipe Castellot:
Como dicen por ahí que el decadente de último tueste, D. Jesús Urueta, suele, por efectos del
decadentismo que le consume, cogerse como al descuido, párrafos de Shakespeare y echarlos a perder,
calzándolos con su firma, ignoro si el prólogo de un cuadernillo de versos, digamos así, debido a la
estrechez poética de de D. José Felipe Castellot, será verdaderamente de Urueta.
La firma es de él, y por si acaso, las necedades fueren de Víctor Hugo, venidas a manos de Urueta, por
arte de su afición a la decadencia, conste que yo con Víctor Hugo no quiero nada (p. 3).
El sarcasmo no cede, incurrendo en lo grotesco, como cuando afirma:
Si te estuvieras con el pico cerrado, no te entrarían moscas.
Ni decadencias!