Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (3) (Septiembre-Diciembre) 2021: 129-150/ISSN: 2215-2636
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contiene también múltiples funciones emotivas. Tal y como argumenta Alonso (1954), “el diminutivo
era el signo de un afecto. Además, el uso más abundante del diminutivo es el de las funciones
emocional, representacional y activa” (p. 195). Por otra parte, engloba características gramaticales,
pragmáticas y distintos aspectos de variedades diastráticas, dialectales y diafásicas.
Desde el ámbito pragmático, la función principal del diminutivo radica en agregar nuevos
matices semánticos-pragmáticos, de acuerdo con el contexto y las intenciones del hablante, lo que
refleja la subjetividad y la libertad de su adición por parte del emisor. Su presencia no resulta casual,
sino que tiene el objetivo de lograr una meta comunicativa, solo detectable contextualmente. La
presencia del diminutivo suele poseer un registro informal y coloquial, puede proyectar funciones
tales como afecto, desdén, atenuación, intensificación, cortesía e ironía, dependiendo de
circunstancias pragmáticas (Real Academia Española, 2009, p. 651). Por añadidura, se puede
considerar un escollo para los sinohablantes por la existencia de un amplio repertorio de sufijos
diminutivos: -ito/-ita (librito, malita), -illo/-illa (dinerillo, chiquilla), -ico/-ica (bolsico, ratica), -ín
(ino)/-ina (pequeñín, tontina), -ete/-eta (guapete, amigueta); y otros menos populares y dialectales
como -iño/-iña (besiño, pobriña), -uco/-uca (papeluco, tierruca), y algunos propensos a ser
despectivos -ejo/-eja (animalejo, calleja), -uelo/-uela (mozuelo, mujerzuela). Aparte de la función de
reducción del tamaño, existen problemas como la dicotomía de poder indicar las connotaciones tanto
positivas como negativas a la base de la voz original, así como las variantes dialectológicas y los
diminutivos lexicalizados. Todos estos pueden ser contenidos desconocidos para los estudiantes
chinos y constituyen un desafío en el aprendizaje. Asimismo, de acuerdo con Rivas Zancarrón (2003),
aparte de destacar el uso pragmático del diminutivo al alumno, también es necesario indicar por qué
determinados sufijos de diminución se adhieren a algunas raíces léxicas o estos son rechazados por
otras. En otras palabras, dominar el diminutivo es una ardua tarea y hay mucho por hacer en el aula
de ELE. Por eso, es imprescindible enseñarlo, en particular en cuanto a la adecuación pragmática,
pues, según Valero Velázquez (2014), enseñar el sufijo apreciativo “favorece el predominio del
componente interactivo y el empleo de muestra de lengua coloquial […], fomenta la expresión y la
comunicación de los alumnos de ELE” (p. 18). Desde el punto de vista de Malaver (2019, p. 5), la
enseñanza del diminutivo ayuda el desarrollo de la competencia gramatical, pragmática y
sociolingüística de los estudiantes no nativos. No obstante, la realidad es que muchas veces dicha