Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLV (3) (Septiembre-Diciembre) 2021: 151-167/ISSN: 2215-2636
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4. La ciudad como microcosmos
El espacio urbano en el que se escenifica el paseo de los protagonistas de los diálogos
parte de una idea central, que entronca con una de las reflexiones que vehiculan el periodo
renacentista y desde el que se puede partir para jerarquizar este análisis: la consideración que hace
Cervantes de la ciudad de México como microcosmos.
Préstese atención, en primer lugar, a las palabras de admiración que el forastero Alfaro
pronuncia al llegar a la cima del cerro de Chapultepec, desde donde abarca toda la ciudad:
¡Dios mío! Qué espectáculo descubro desde aquí; tan grato a los ojos y al ánimo, y tan
hermosamente variado, que con toda razón me atrevo a afirmar que ambos mundos se
hallan aquí reducidos y comprendidos, y que puede decirse de México lo que los griegos
dicen del hombre, llamándole Microcosmos o mundo pequeño. Está la ciudad toda asentada
en un lugar plano y amplísimo, sin que nada la oculte a la vista por ningún lado. Los
soberbios elevados edificios de los españoles, que ocupan gran parte del terreno, y se
ennoblecen con altísimas torres y excelsos templos, están por todas partes ceñidos y
rodeados de las casas de los indios, humildes y colocadas sin orden alguno, que hacen veces
de suburbios, entre las que también sobresalen iglesias de tan magnífica construcción como
las otras. Y es tanto el terreno que ocupan las habitaciones de indios y españoles, que no es
asequible cerrarle con muros. Más lejos rodean la ciudad lomas, collados y montes de
desigual altura, unos naturalmente selvosos y abundantes de madera, otros cultivados y
fertilísimos. En todos se ven muchas haciendas que embellecen admirablemente la ciudad
y los campos circunvecinos. (Cervantes de Salazar, 1985, p. 65).
El espacio urbano y sus alrededores se configuran como un microcosmos en el que
“ambos mundos se hallan aquí reducidos y comprendidos, que puede decirse de México lo que
los griegos dicen del hombre, llamándole Microcosmos o mundo pequeño”. Francisco Rico
(2002) ha analizado la fortuna de esta idea central del renacimiento cultural en la tradición
española, que magnifica en la concepción del hombre las cualidades que caracterizan al universo.
Cervantes de Salazar aplica esta idea al conjunto que forman el espacio urbano y los
alrededores de la ciudad de México. La ciudad se presenta así: como un microcosmos en el que
conviven lo mejor de los dos mundos, la arquitectura y la moral del hombre europeo, por un lado,
y las condiciones naturales y territoriales del continente americano por el otro.
En este microcosmos se perfila una ciudad delimitada en varias jerarquías, asimilables
algunas a la tradición literaria más próxima, como la presentación de la ciudad hispana en los
planos de las laus urbs renacentistas y del tópico del locus amoenus, y novedosas otras en su