Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVI (2) (Mayo-Agosto) 2022: 35-47/ISSN: 2215-2636
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Ὦ τύμβος, ὦ νυμφεῖον, , ὦ κατασκαφὴς/ οἴκησις ἀείφρουρος, οἷ πορεύομαι/ πρὸς τοὺς ἐμαυτῆς, ὧν
ἀριθμὸν ἐν νεκροῖς/ πλεῖστον δέδεκται Φερσέφασσ᾽ ὀλωλότων:/ ὧν λοισθία 'γὼ καὶ κάκιστα δὴ μακρῷ/
κάτειμι, πρίν μοι μοῖραν ἐξήκειν βίου./ Ἐλθοῦσα μέντοι κάρτ᾽ ἐν ἐλπίσιν τρέφω/ φίλη μὲν ἥξειν πατρί,
προσφιλὴς δὲ σοί,/ μῆτερ, φίλη δὲ σοί, κασίγνητον κάρα:/ ἐπεὶ θανόντας αὐτόχειρ ὑμᾶς ἐγὼ/ ἔλουσα
κἀκόσμησα κἀπιτυμβίους/ χοὰς ἔδωκα. Νῦν δέ Πολύνεικες, τὸ σὸν/ δέμας περιστέλλουσα τοιάδ᾽
ἄρνυμαι./ Καίτοι σ᾽ ἐγὼ 'τίμησα τοῖς φρονοῦσιν εὖ./ Οὐ γάρ ποτ᾽ οὔτ᾽ ἄν, εἰ τέκνων μήτηρ ἔφυν,/ οὔτ᾽
εἰ πόσις μοι κατθανὼν ἐτήκετο,/ βίᾳ πολιτῶν τόνδ᾽ ἂν ᾐρόμην πόνον./ Τίνος νόμου δὴ ταῦτα πρὸς χάριν
λέγω;/ πόσις μὲν ἄν μοι κατθανόντος ἄλλος ἦν,/ καὶ παῖς ἀπ᾽ ἄλλου φωτός, εἰ τοῦδ᾽ ἤμπλακον,/ μητρὸς
δ᾽ ἐν Ἅιδου καὶ πατρὸς κεκευθότοιν/ οὐκ ἔστ᾽ ἀδελφὸς ὅστις ἂν βλάστοι ποτέ./ Τοιῷδε μέντοι σ᾽
ἐκπροτιμήσασ᾽ ἐγὼ/ νόμῳ Κρέοντι ταῦτ᾽ ἔδοξ᾽ ἁμαρτάνειν/ καὶ δεινὰ τολμᾶν, ὦ κασίγνητον κάρα.
[¡Oh tumba, oh cámara nupcial, oh habitáculo bajo tierra que me guardará para siempre, adonde me dirijo
al encuentro con los míos, a un gran número de los cuáles, muertos, ha recibido ya Perséfone! De ellos
yo desciendo la última y de la peor manera con mucho, sin que se haya cumplido mi destino en la vida.
Sin embargo, al irme, alimento grandes esperanzas de llegar querida para mi padre y querida
también para ti, madre, y para ti, hermano, porque, cuando vosotros estabais muertos, yo con mis manos
os lavé y os dispuse todo y os ofrecí las libaciones sobre la tumba.
Y ahora, Polinices, por ocultar tu cuerpo, consigo semejante trato. Pero yo te honré debidamente
en opinión de los sensatos. Pues nunca, ni aunque hubiera sido madre de hijos, ni aunque mi esposo
muerto se estuviera corrompiendo, hubiera tomado sobre mí esta tarea en contra de la voluntad de los
ciudadanos.
¿En virtud de qué principio hablo así? Si un esposo se muere, otro podría tener, y un hijo de
otro hombre si hubiera perdido uno, pero cuando el padre y la madre están ocultos en el Hades no podría
jamás hacer un hermano. Y así, según este principio, te he distinguido yo entre todos con mis honras,
que parecieron a Creonte una falta y un terrible atrevimiento, oh hermano]. (Alamillo, 1981, p. 282-283)
Además, aunque finalmente muere a causa del suicidio, Antígona es condenada a la muerte por
inanición en una tumba, lo cual resulta ser muy acorde con ese estado de exilio entre dos mundos, estado
que al final no resiste. Para ella, el período de margen no termina, no existe la posibilidad de realizar
ritos de agregación que le permitan continuar con su vida en compañía de los suyos. La misma heroína
se lamenta de esta condición de no estar ni con los vivos ni con los difuntos: “ἰὼ δύστανος, βροτοῖς
οὔτε νεκροῖς κυροῦσα/ μέτοικος οὐ ζῶσιν, οὐ θανοῦσιν.” (Sóf., Antígona., vv. 850-853).
Es imposible que, ante tales hechos, exista la posibilidad de desligarse de la muerte mientras
siga vigente la maldición de Pélope. Incluso, desde el inicio del texto, con la decisión de Creonte, el
destino de la aniquilación avanza, dando un paso más sobre esta casa tan llena de discordia, ya que, si
“reconocer los derechos del difunto significa afirmar la identidad del grupo, aceptar sus reglas y, por
tanto, asegurar su continuidad” (Burkert, 2003, p. 258), el no hacerlo podría significar todo lo contrario.
5. Conclusión
En relación con lo anterior y, a modo de conclusión, resulta evidente que los ritos funerarios en
la Grecia antigua no eran solo una cuestión individual, enfocada en suplir las necesidades de la psyché,