Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVI (2) (Mayo-Agosto) 2022: 63-78/ISSN: 2215-2636
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Oreamuno recurre, por un lado, a ciertas alusiones corporales del hombre que refuerzan la idea
de virilidad, poder y fuerza en el relato, se encuentran cuello fuerte, piel gruesa, fuertes tendones, fieros
músculos, brazo leñoso, ancho, elástico y blanco, vello turbulento y espeso, mano para acariciar o
golpear, mirada tremenda, rígido, facciones hondamente viriles, mirada castaña de fiera expresión de
dominio, frente moldeada, duras cejas, incisiva barbilla, fuerte mandíbula, combado el pecho, ancha
espalda (Oreamuno, 2011), tal como se puede observar a continuación:
Debajo de esa piel gruesa, de color moreno, un poco rojo, se mueven fuertes tendones y juegan
fieros músculos. La impresión de fuerza no la da, ciertamente, el tamaño de ese cuello, casi
algo corto, sino su rectitud, su dureza, su obediencia elástica a los movimientos de la cabeza o
los hombros (Oreamuno, 2011, p. 134).
Por otro lado, las descripciones que rodean la construcción de la figura femenina se insertan
dentro de la noción de fertilidad, con alusiones corpóreas como curva de cadera, redondez de muslo,
cuerpo blando, pequeña, vibración febril de sus sienes, piernas calientes, fértil, pelo suave, ojos claros,
boca grande, piernas largas, caderas llenas, deseo fecundo de reproducirse (Oreamuno, 2011).
Asimismo, dichas caracterizaciones aluden a un cuerpo que cumple con las exigencias de la figura
masculina, lo que corresponde a una alusión corpórea erótica y sexualizada que remite a una visión
nada alejada de la heteronormativa época de los cuarenta: “Tiene el pelo suave, como yo la quería, y
los ojos claros y la boca grande. Tiene manos fuertes y piernas largas y caderas llenas, como yo la
quería” (Oreamuno, 2011, p. 141).
En ese sentido, Bourdieu (2000) afirma que “se espera de ellas que sean «femeninas», es decir,
sonrientes, simpáticas, atentas, sumisas, discretas, contenidas [...] Y la supuesta «feminidad» sólo es a
menudo una forma de complacencia respecto a las expectativas masculinas” (p.86). Al observar las
alusiones corporales, es posible evidenciar lo anterior, ya que muchas de estas corresponden a aspectos
que le atraen físicamente a la figura masculina sobre ella: pequeña, desnuda, sedienta, blanda, de cabello
suave, e incluso, un objeto que “puede tener” y “beber de este”; características que remiten a posesión
y dominación masculina.
Siguiendo la misma línea, obsérvese que las alusiones a la corporalidad del hombre concuerdan
con los parámetros sociales y patriarcales, además, su físico es parte fundamental del deseo sexual de