Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVI (3) (Septiembre-Diciembre) 2022: 7-29/ISSN: 2215-2636
14
Las consonantes [p, t, k, s] son obstruyentes y ocupan una posición más baja que las nasales en
la jerarquía de sonoridad, por lo que el orden nasal-obstruyente en el ataque silábico va en contra de la
tendencia universal de estructuración silábica interna. Esta consiste en que, en las secuencias
consonánticas tautosilábicas, las consonantes más sonorantes se suelen ubicar más cerca del núcleo
silábico (Nathan, 2008, pp. 47-53; Hayes, 2009, pp. 77-78). Hayes (2009, p. 78) estima que más del
99 % de las sílabas de las lenguas del mundo siguen este patrón.
En el caso del mangue, Brinton (1886, p. 8) señala que, inclusive en posición interior de palabra,
la nasal y la obstruyente se silabificaban juntas: «All syllables are open; that is, they all end in a vowel
sound. Thus nimbu, water, is to be divided ni-mbu». Este tipo de silabificación normalmente no ocurriría
si se tratara de dos fonemas individuales, especialmente no en una lengua con una estructura silábica tan
rígida con respecto a otras consonantes, tema que se tratará con mayor detalle en el apartado 4.
De todos modos, cabe adelantar dos hechos de la fonotáctica del mangue que son relevantes
para la interpretación de los sonidos en cuestión. En primer lugar, el mangue no parece haber admitido
consonante nasal a final de sílaba. Por tanto, las grafías <mb, nd, ng> en posición interna no podrían
representar secuencias de dos consonantes heterosilábicas. En segundo lugar, aparte de las posibles
secuencias de nasal-oclusiva, se deduce de las fuentes que los únicos ataques silábicos complejos
permitidos en mangue consistían en una oclusiva oral seguida de [j], [w] o [ɾ]. Tal estructura respeta la
jerarquía de sonoridad y difiere diametralmente de una secuencia de nasal ante oclusiva.
Debido a los hechos mencionados, resulta muy difícil justificar por qué las secuencias anómalas
[mp], [nt], [nk] y [ns] se permitirían en ataque silábico en mangue, mientras que la mayoría de las
posibles secuencias de sonidos que sí se ajustan a la jerarquía de sonoridad estarían prohibidas.
Principalmente por esta razón, aquí se postula una serie de fonemas oclusivos prenasalizados: /mb, nd,
ŋg/ (con [ns] como alófono de /nd/, como se verá más adelante). De esta manera, se mantiene la
regularidad fonotáctica, ya que cada oclusiva prenasalizada constituye una sola consonante. Se opta por
usar los símbolos correspondientes a oclusivas sonoras en lugar de las sordas en la representación de
estos fonemas prenasalizados, puesto que, a juzgar por las transcripciones en las fuentes, la realización
sonora era la más frecuente. Sin embargo, como se explicará en la sección 3.6, el rasgo [sonoro] no
parece encontrarse activo a nivel fonológico para las consonantes del mangue.