Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVI (3) (Septiembre-Diciembre) 2022: 147-149/ISSN: 2215-2636
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por suerte había decidido conservarlo. La operación fue todo un éxito, duró cinco horas
amén de los días internados. Después de tres meses de usar la bendita sandalia el dedo
estaba como nuevo, la circulación se había restablecido lenta pero segura y los tendones
y demases se sumaron al buen desarrollo de la intervención quirúrgica. El dedo se movía
normal, por lo cual el doctor consideró que ya era hora de usar calzado. Se compró zapatos
nuevos para la ocasión; a poco de ponérselos y caminar sintió un tirón y una molestia que,
intuyó, pronto se transformaría en dolor. Al sacarse el zapato vio el segundo dedo
montado sobre su par de la izquierda.
¡Miércoles!— exclamó — voy a tener que abrir una ventana en mi zapato nuevo.
FIDELIDAD
Fidelity
Soy el preferido de Carlotta, día tras día —a veces algunas noches— estamos juntos
divirtiéndonos; soy yo el que sufre los embates de la diversión, por supuesto, por ello me
veo un poco desteñido, lo que demuestra que el agua también tiene efectos nocivos. Pero
a ella no le importa, como dije, soy el pantalón preferido de mi amiga, y todo lo que sé es
que no quiero estar en ningún otro cuerpo; me encanta sentirme como una boa constrictor,
estirarme cuando entra en mí para después darle un apretón gradual que la hace saltar de
emoción. Si pudieran ver cómo nos vemos me entenderían: su figura quita el aliento y
alimenta los ojos, somos el punto focal. Por ello, cuando su madre la vio con Pietro
comenzaron los problemas: el muchacho es hermoso y tiene mala fama, no son muchas
las que se le resisten, y donde pone el ojo… bueno, ustedes entienden. Carlotta, claro, es
vulnerable, susceptible de caer en la trampa —cómo no, con ese papazote— y me
preocupan las consecuencias: muy dentro de mí prometí defenderla.
Me puse en alerta roja, entonces, cuando Lotta complotó con Annetta para,
supuestamente, quedarse en su casa; su madre ni siquiera tuvo la malicia de sospechar.
Esa noche, después de separarnos de Annetta, fuimos a parar derechito a la casa de
papazote: la tragedia estaba a las puertas. Yo estaba hecho un atado de nervios, pero me
repuse rápidamente, “en la vacilación está el peligro” me dije, y me preparé a la
embestida. El preámbulo no se dejó esperar y cumplió eficazmente su cometido, Carlotta
estaba como loca y del muchacho ni hablar. No podía esperar ninguna resistencia de la
blusa —esta en particular nunca me dio confianza— lo cual quedó demostrado con el