Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (1) (Enero-Abril) 2023: 71-93/ISSN: 2215-2636
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SOBRE LA ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA:
GEORGES GUSDORF Y JAMES OLNEY
On Autobiographical Writing: Georges Gusdorf and James Olney
Angélica Tornero
*
RESUMEN
Los estudios de las escrituras autobiográficas han aumentado notablemente desde la segunda mitad del siglo XX. Teóricos y críticos
de diversas disciplinas, como la filosofía, la literatura, la psicología, la historia, la antropología y la educación se han dado a la
tarea de pensar sobre este tipo de escrituras. La proliferación de los estudios y la diversidad de enfoques nos ha motivado a examinar
más de cerca las propuestas con el fin de identificar semejanzas y diferencias. El objetivo de este artículo es explorar, de manera
comparada, los acercamientos a la explicación sobre la relación entre el autoconocimiento y la escritura autobiografía de Georges
Gusdorf y James Olney. Se parte de la idea de que aun cuando las semejanzas entre las teorías de estos autores son más que las
diferencias, es posible identificar algunas variaciones, principalmente en dos aspectos: las cuestiones de método y los acercamientos
a la relación entre el autoconocimiento y el tiempo.
Palabras clave: autobiografía, autoconocimiento, ontología, tiempo, metáfora.
ABSTRACT
The autobiographical writing studies have notably increased since the second half of the twentieth century. Theorists and critics
from various disciplines, such as philosophy, literature, psychology, history, anthropology and education have given themselves
the task of thinking about this type of writing. The amount and diversity of approaches have motivated us to take a closer look at
the proposals in order to identify similarities and differences. The aim of this article is to examine, comparatively, Georges
Gusdorf’s and James Olney’s explanations of the relationship between self-knowledge and the autobiographical writing. The
starting point of these considerations is that although the similarities between the theories of these authors are more than the
differences, it is possible to identify some variations, mainly in two aspects: questions of method and approaches into understanding
the relationship between self-knowledge and time.
Key words: Autobiography, Self-knowledge, Ontology, Time, Metaphor.
1. Introducción
En el siglo XX, en el ámbito de los estudios de la autobiografía pueden distinguirse, de manera
general, tres aproximaciones: las que examinan aspectos filosóficos y antropológicos; las orientadas a
delimitar aspectos del género literario, y las disposiciones deconstruccionistas que discuten la posibilidad
*
Centro Interdisciplinario de Investigación en Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Morelos, México. Doctora en Literatura Iberoamericana por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Correo electrónico: angelica.tornero.s@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1928-6550
DOI: https://doi.org/10.15517/rk.v47i1.54098
Recepción: 4/7/2022 Aceptación: 16/8/2022
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misma de la autobiografía y fundan sus argumentos en la tesis de la retoricidad del mundo. En la primera
aproximación, en el marco de la antropología filosófica, destaca la propuesta de Georges Gusdorf, quien se
interesó en examinar el carácter constituyente de subjetividad de la autobiografía. Por una vía semejante,
el crítico literario Jame Olney orientó sus reflexiones en torno al conocimiento de en la poesía y la
autobiografía. La segunda aproximación la encabezan Philippe Lejeune (1975) y Elizabeth Bruss (1976),
quienes realizaron un trabajo importante de definición de los rasgos del género a partir de aspectos
estructurales y de pragmática. Por su parte, uno de los principales exponentes de la tercera aproximación
es Paul de Man (2007), quien consideraba difícil intentar definir la autobiografía como género debido a que
cada caso es distinto. De Man (2007) escribe: «Tanto empírica como teóricamente, la autobiografía se presta
mal a una definición genérica. Cada caso específico parece una excepción a la norma» (p. 149). Pensaba
que los textos autobiográficos tienden a desdibujar los límites genéricos por lo que las discusiones en torno
a los rasgos de la autobiografía resultan ineficaces. En sus estudios sobre las Confesiones de Rousseau,
concluye que la prédica resultante es lingüística más que ontológica o hermenéutica, aun cuando el discurso
se estructure sin cuestionar el supuesto de la inteligibilidad (de Man, 1979).
Más recientemente, autoras como Sidonie Smith o Julia Watson han tomado las teorías sobre la
autobiografía existentes y la práctica escrituraria de las mujeres para reflexionar sobre el lugar de
enunciación del yo femenino. Smith (1993) analiza la manera en que las mujeres escritoras de
autobiografías se aproximan al discurso de la subjetividad dominante, basado en una concepción universal
del hombre, cómo negocian con estos discursos y qué tanto se alejan de ellos, apelando a la constitución de
una subjetividad encarnada.
Sin embargo, el interés teórico en la autobiografía no comenzó con las reflexiones de estos autores,
sino que se remonta al siglo XIX
2
cuando el filósofo alemán Wilhelm Dilthey se propuso diferenciar las
aproximaciones al conocimiento de las ciencias de la naturaleza de aquellas que eran propias de las ciencias
2
Algunos autores como Rousseau y Goethe reflexionaron sobre aspectos de la escritura autobiográfica, pero no
formularon propiamente conceptos o teorías. Wilhelm Dilthey ofrece una primera reflexión filosófica amplia y
profunda sobre este tipo de escrituras.
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del espíritu. La pregunta que guio sus investigaciones fue: «¿cómo la estructuración del mundo espiritual
puede hacer posible en el sujeto un saber de la efectiva realidad espiritual?» (Dilthey, 2000, p. 109). A esta
tarea la denominó crítica de la razón histórica. Para el filósofo las formaciones conceptuales del
conocimiento científico natural son irrelevantes para las ciencias del espíritu. Según él, los sujetos de las
proposiciones sobre el mundo histórico, desde el curso de la vida individual hasta el de la humanidad,
indican un modo determinado de conexión demarcado de alguna manera. Este modo de conexión debe ser
descubierto en el ámbito de las ciencias del espíritu, porque es ahí en donde adquiere sentido propio «a
partir de la esencia de la vida y del procedimiento de comprensión que le corresponde: el sentido de una
conexión en el que las partes están vinculadas» (Dilthey, 2000, p. 129).
Georg Misch, interesado en los trabajos de su suegro Wilhelm Dilthey, dedicó su vida a realizar
una obra monumental sobre la historia de la autobiografía. Misch acogió la perspectiva de Dilthey
consciente de las implicaciones de adentrarse en un ámbito complejo en el que los límites disciplinares se
desdibujan. En el primer volumen de su obra, titulado A History of Autobiography in Antiquity (part one),
que apareció en 1950, escribió:
It is true that a history of autobiography, since it has to deal with the more complicated phenomena
of mental life, cannot reach back to the primitive peoples. But there is something primitive in its
subject, in so far as autobiography is not only a department of literature but a method of self-
assertion. (Misch, 2002, p. 18)
Además de la publicación del primer volumen de la obra de Misch, en la primera mitad del siglo
XX otros estudios abrieron camino a la reflexión teórica, como el libro de la crítica estadounidense Anna
Robson Burr, The Autobiography: A Critical and Comparative Study (1909), o el de Wayne Shumaker,
English Autobiography; Its Emergence, Materials and Form (1954). No obstante, Ángel Loureiro (1991)
ha escrito que «el punto verdaderamente álgido» se alcanzó con la publicación en 1956 del artículo de
Georges Gusdorf «Conditions et limites de l’autobiographie». A partir de esa fecha, señala Loureiro (1991),
«se suceden los artículos y libros, y se dibujan tendencias muy dispares en el entendimiento e interpretación
de los problemas que plantea la autobiografía como género ()» (p. 2).
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La proliferación de enfoques a la que se refiere Loureiro ha estado acompañada, en las décadas
finales del siglo XX y las dos primeras del actual, por la publicación de numerosas obras literarias en las
que la preocupación principal gira en torno a la búsqueda del lugar de enunciación del yo autoral que ha
estado expuesto sobre todo a experiencias traumáticas. Esta profusión de literaturas y teorías nos ha
conducido a emprender la primera etapa de una investigación, actualmente en curso, que aborda los
problemas de los distintos enfoques teóricos de las escrituras autobiogficas, sus límites y posibilidades.
3
En este marco, el objetivo del artículo es examinar de manera comparada dos acercamientos a la explicación
de la relación entre el conocimiento de sí o autoconocimiento y la autobiografía: los de Georges Gusdorf y
James Olney. Este análisis está centrado particularmente en las dos primeras obras de los autores sobre la
escritura autobiográfica, respectivamente: «Conditions et limites de l’autobiographie» y Metaphors of Self.
Partimos de la idea de que el filósofo y el crítico literario, en estas primeras obras, arrancaron de
presupuestos diferentes, sobre todo en relación con la temporalidad. Gusdorf basa su teoría en el
presupuesto de la temporalidad como categoría fundamental del autoconocimiento, lo que implica una
racionalidad narrativa, mientras que el énfasis en el estudio de Olney está puesto en el presupuesto del
autoconocimiento por intuición.
2. Gusdorf y Olney: una amistad intelectual
La preocupación de Georges Gusdorf (cerca de Burdeos, 1912-Pyla-sur-Mer, 2000) por la
autobiografía derivó de la investigación sobre el desarrollo histórico de la conciencia, la cual emprendió
durante su estancia en un campo de prisioneros en la Segunda Guerra Mundial. Al término del conflicto,
bajo la conducción de Gastón Bachelard, concluyó el trabajo con el que obtuvo el grado de doctorado y que
publien 1948 con el título de La découvert de soi. Desde el inicio de su carrera, el filósofo rechazó las
posturas académicas gidas que orientaban el quehacer filosófico hacia la especialización en las obras de
3
Este artículo se elabora en el marco del proyecto de investigación titulado «Estudio comparativo y crítico de las
teorías de la autobiografía contemporáneas», financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONACyT) de México.
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grandes pensadores y prefirió la vía que algunos de sus maestros le habían enseñado: aprender a pensar por
sí mismo; encontrar a través de la reflexión su camino en la profesión y la vida. Pero fue la experiencia en
el campo de prisioneros de guerra en Lübek, en donde permaneció de 1940 a 1945 (Gusdorf, 1991a) la que
confirmó su interés en examinar los procesos de conocimiento del y sus expresiones escriturales. El
sufrimiento por la muerte y desaparición de compañeros, la lucha por la sobrevivencia, el miedo y la
angustia lo condujeron a preguntarse por las complicaciones de la subjetividad, la cual examien los
diarios íntimos y la autobiografía. Desde entonces, su búsqueda se situó en la idea de que el punto de partida
de toda reflexión debe ser la condición humana. La intención no puede ser otra más que pensar en la
existencia que somos y en la que nos movemos (Gusdorf, 2002).
Publicado ocho años después de haber concluido La découvert de soi, el ensayo «Conditions et
limites de l’autobiographie»
4
se convirtió en referente para los interesados en el estudio de la autobiografía
como género literario y de las escrituras autobiográficas en general. Este ensayo ha sido considerado por
algunos especialistas como el primer estudio importante sobre los fundamentos de la autobiografía. Jesús
Camarero (2011) escribe: «Gusdorf emprende una definición filosófica (metafísica, moral) de la
autobiografía desde su origen hasta nuestros días. Este ensayo constituye el primer estudio importante y
riguroso sobre los fundamentos existenciales, psicológicos, fenomenológicos, estéticos» (p. 30) de la
autobiografía.
Tras casi dos décadas sin publicar reflexiones sobre los problemas teóricos de la autobiografía, en
1975 apareció «De l’autobiographie initiatique à l’autobiographie genere littéraire», artículo en el que
Gusdorf (1975) lanza una crítica mordaz a los interesados en examinar aspectos formales del género y en
desarrollar tipologías. Es particularmente crítica del trabajo de Lejeune quien a partir de la revisión
histórica de las escrituras autobiográficas francesas deriva y generaliza rasgos característicos de este tipo
de escrituras porque considera improcedente realizar una historia de la autobiografía desde una lengua o
4
Este artículo fue publicado originalmente en Formen der Selbstdarstellung. Analekten zu einer Geschichte des
Literarischen Selbstportraits, obra coordinada por Fritz Neubert y publicada por Duncker y Humbolt en 1956 en
Berlín. Fue traducido al español como «Condiciones y límites de la autobiografía» (Gusdorf, 1991c).
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país, dado que las escrituras del yo son universales y han existido desde tiempos antiguos. En 1991
incursionó de manera más amplia en lo que llamó escrituras del yo, y publicó dos grandes obras: Les
écritures du moi. Lignes de vie 1 y Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2. En el primer volumen, recorre los
acercamientos al «yo» de Montaigne, reconstruye el origen de la palabra autobiografía, reconoce la
importancia de la investigación de Misch, critica los acercamientos que intentan definir categóricamente la
autobiografía como género literario y las aproximaciones en las que se habla de la desaparición del sujeto,
como las de Michel Foucault y Roland Barthes, y efectúa una extensa discusión sobre las escrituras del yo
de sus contemporáneos. En este primer volumen, Gusdorf (1991a) toma aspectos tratados por Olney (1972)
en Metaphors of Self, particularmente en el capítulo dedicado a revisar otro tipo de escrituras
autobiográficas. A partir del análisis de Olney de los escritos de Newman y Darwin, Gusdorf argumenta en
torno a la importancia de valorar obras que no se ajustan al formato de la autobiografía de acuerdo con los
criterios establecido por la teoría literaria, pero que aun así resultan valiosas escrituras del yo, entendidas
como obras que permitieron a los escritores la inteligibilidad de sus vidas. Según Gusdorf, de acuerdo con
la perspectiva a la que da lugar Olney, la autobiografía no debe ser considerada como un género literario
entre otros, sino como un modo de lectura aplicable a las más diversas obras (Gusdorf, 1991a). Cabe señalar
que el mismo Gusdorf había ya mencionado a Newman en La découvert de soi (1948) y en «Conditions et
limites de l’autobiographie» (1956), y que en este último considera como autobiografía el libro Apología
pro vita sua (1864).
Una segunda referencia principal a la obra y a la amistad intelectual con Olney aparece en el
prefacio al segundo volumen, Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2. Gusdorf se manifiesta en deuda con su
amigo por haber tomado en préstamo el título de su artículo:
Mon ami James Olney, professeur à la Louisiana State University à Baton Rouge, avait publié dan
la revue South Atlantic Quarterly (77-1978) un essai intitulé Autos-Bios-Graphein: The Study of
Autobiographical Literature, recension d’ouvrages récents concernant ce domaine de recherché.
Ce titre simple et lumineux indiquait une aproche globale et synthétique, en prise directe avec
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l’avènement, avec l’événement de la connaissance de soi. Reconnaissance de dette attestée, sinon
soldée, par la dédicace de cet ouvrage à l’amité de James Olney. (Gusdorf, 1991b, p. 9)
En los años en que Gusdorf publica estos trabajos, él y Olney habían leído mutuamente sus obras,
se habían puesto en contacto y establecido una amistad intelectual. La amistad fue tan entrañable y sincera
que Gusdorf, sin más, tomó prestado para su segundo volumen el título del artículo de Olney.
Para desarrollar Auto-Bio-Graphie. Lignes de vie 2 (hay una diferencia en el título, ya que el artículo
de Olney se titula, como se ha dicho arriba, «Autos Bios Graphein»), Gusdorf (1991b) modifila posición
de los tres órdenes del término: Graphie, Autos, Bios, a partir de los cuales estableció los capítulos
(agregando «al final a los dos últimos órdenes). En el apartado titulado Graphie reflexiona sobre la
escritura autobiogfica como relación entre el espacio interior y el exterior. Este tipo de escritura no es una
simple inscripción que replica la realidad, sino el medio técnico en el que el yo se realiza. Graphie es factor
en el proceso de constitución de Autos y principio de ordenamiento histórico de Bios. En el apartado Autos,
examina la identidad personal. El yo es consciente de mismo y principio de una existencia autónoma.
Bios (en el sentido griego del término) afirma el despliegue histórico de la identidad en la vida. Entre el
Bios y el Autos existe una correlación necesaria. No podemos imaginar una vida sin autoconciencia, siempre
descentrada y a expensas de los vaivenes del entorno (Gusdorf, 1991b).
Por su parte, James Olney (Marathon, Iowa, 1933-Irvine, California, 2015) se había referido ya a
los trabajos de Gusdorf en el prefacio a su primer libro publicado, Metaphors of Self. Es decir, antes de que
Gusdorf conociera el trabajo del crítico estadounidense, este ya había reconocido el importante aporte del
filósofo francés. Olney obtuvo el grado de doctorado en la Universidad de Columbia en 1963. Durante
cuatro años impartió clases en la Universidad de Drake, y en 1967 partió hacia Liberia, en donde estuvo
dos años dictando cursos en el Cuttington College. En su estancia en este país, apoyado en la bibliografía a
la que tenía acceso, comenzó a redactar Metaphors of Self. A su regreso a Estados Unidos revisó
publicaciones sobre el tema que no había tenido al alcance en Libera y se dio cuenta de que su trabajo se
enmarcaba en las preocupaciones generales del momento. Olney (1978) reconoce, sin embargo, que un
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ensayo le pareció a tal punto interesante y relevante para la temática abordada en su libro que decidió
reanudar y extender su argumentación: se trataba de «Conditions et limites de l’autobiographie» de Gusdorf.
Al año siguiente, Olney publicó Tell me Africa: An Approach to African Literature (1973), libro en
el que, en los dos primeros capítulos, se aproxima a la escritura autobiográfica africana no como
especialista, sino guiado por el interés en explorar escrituras de gran valor para acercarse a una cultura muy
diferente a la estadounidense. El contacto con otra forma de comprender el mundo le permitió al crítico
revalorar el sentido de los estudios literarios. De manera semejante a lo que ocurrió con Gusdorf en el
campo de prisioneros, la experiencia extrema condujo a Olney a examinar la autobiografía con el propósito
de comprender con mayor profundidad la relación entre la vida y la escritura, y lo que esta última nos ofrece
como lectores y como seres humanos. J. Gerald Kennedy, colega de Olney, da una pista para conocer mejor
al profesor que rechazó una buena posición en una universidad estadounidense para exponerse a esta
experiencia de vida en un ps muy alejado del suyo. Contra las explicaciones oficiales en torno a la decisión
de su amigo de irse a Liberia, a Kennedy le gusta pensar que ese viaje a África estuvo vinculado de alguna
manera con sus raíces en Iowa, con el ethos abolicionista de los primeros colonos blancos o con el ejemplo
de sus ancestros, gente de principios que creía en el aprendizaje, la decencia y la igualdad:
Pero me gusta pensar que su viaje africano estuvo vinculado, de alguna manera, a sus raíces de
Iowa, al espíritu abolicionista de los primeros colonos blancos del estado, o al ejemplo de sus
antepasados Olney, esas personas de principios que creían en el aprendizaje, la decencia y la
igualdad. (Kennedy, 2015, párr. 7)
Olney (1981) desarrolló en Metaphors of Self una teoría en la que sostiene que la autobiografía
constituye una imitación psico-filosófica de la personalidad autobiografiada. Sin embargo, acepta que su
enfoque se modificó con la experiencia en Liberia, porque ahí la autobiografía es más un fenómeno social
que individual. Además, comprendió que aun cuando es posible hablar de algo esencial que hace semejantes
a los humanos, no puede negarse que las sociedades difieren unas de otras. Advirtió entonces que para
estudiar la autobiografía africana había que imbuirse en el contexto y no solamente analizar los textos.
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Ya en Metaphors of Self, aclaraba que su preocupación no consistía en hacer historia de la
autobiografía y tampoco en estudiar la forma intrínsecamente. Más bien le interesaba saber por q las
personas han escrito autobiografía durante siglos y lo siguen haciendo y por qtodavía hoy nos gusta
leerlas. Hay que señalar, no obstante, que en este libro Olney (1981) no aborda la autobiografía como género
literario, ya que su interés se centra en dilucidar aspectos teóricos del acercamiento de filósofos, teólogos,
científicos y poetas a la creación de teorías, ecuaciones, poesía y autobiografía. Volveremos a esto más
adelante.
En el artículo «Autos-Bios-Graphein: The Study of Autobiographical Literature» (1978), al cual se
ha hecho referencia anteriormente, Olney (1978) observa que entre la publicación de su primera obra en
1972 y la de este artículo el panorama sobre los estudios de la autobiografía se había modificado
sustancialmente en Estados Unidos. De un horizonte pcticamente vacío se había transitado a la
abundancia de pensamiento sobre el tema, y no solo eso. Entre la cada vez más cuantiosa bibliografía había
distintos acercamientos al estudio de la autobiografía, los cuales Olney identifica a partir de los tres órdenes
del término: autos, bios y graphein. En el primer orden, autos, parece incluir su propia obra.
5
Argumenta
sobre la dificultad de entender la palabra autos de manera unívoca. El recorrido que hace Gusdorf en La
découvert de soi, dice Olney (1978), es una introducción a la historia de la individualidad, la conciencia y
la autoconciencia. Filosófica y psicológicamente hablando, el self (soi/sí mismo) de Homero de la antigua
Grecia es muy distinto al de Gusdorf de la Francia del siglo XX, porque entre la época griega y la actual se
desarrolló la autoconciencia y el individuo se convirtió en objeto de su reflexión (Olney, 1978).
En cuanto al segundo orden del término, bios, Olney (1978) destaca la dificultad de llegar a un
acuerdo en torno al significado. Brevemente ejemplifica a partir de la experiencia con sus estudiantes
africanos, a quienes les solicitó que escribieran sobre sus vidas. A diferencia de los estadounidenses que
suelen escribir notas breves sobre sus vivencias individuales, todos los africanos del grupo plasmaron
5
Decimos que al parecer se incluye en esta distinción porque aun cuando no lo afirma de manera clara, Olney cita las
palabras de un colega que le ha hecho ver que su propia obra podría comprenderse a partir del orden autos: «A friendly
critic of my own writing on the subject recently suggested to me that of the three elements in my title I emphasized
rather too much, in his opinion, the first one: autos ((Olney, 1978, p. 114).
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prácticamente la misma historia. Sus vidas parecían repeticiones de una vida entendida como arquetipo.
Olney (1978) se pregunta si estas escrituras podrían considerarse autobiografías y dice no estar seguro de
eso, pero sí de que «(…) the one story they told was generally a richer and more deeply moving one than
the different-from-one-another but rather thin stories I ordinarily get from my American students» (p. 115).
Olney cita entre los estudiosos que hacen énfasis en el bios a Thomas Cooley’s, con Educated Lives y Mutlu
Konuk Blasing con The Art of Life. Studies in American Autobiography (Olney, 1978, p. 117).
En el tercer orden, graphein, Olney (1978) ubica el trabajo teórico de Elizabeth Bruss,
Autobiographical Acts, en el que la autora compendia un conjunto de reglas y las sistematiza para definir
la relación entre autor, narrador y héroe de la autobiografía. Bruss (1976) realiza este estudio mediante la
comparación de obras autobiográficas y no autobiográficas de los mismos autores para, por una parte,
identificar las marcas que caracterizan a la literatura autobiográfica y, por otra, comparar los cambios
diacrónicamente. A propósito de la propuesta de Bruss, Olney (1978) afirma que la vida se niega a las
generalizaciones. Es decir, no comparte un enfoque que reduce la variedad de expresiones del yo en las
escrituras autobiográficas a unos cuantos esquemas.
Al traducir el artículo de Gusdorf «Conditions et limites de l’autobiographie», Olney se sorprendió
de las coincidencias que encontró entre su primer libro Metaphors of Self y este texto. Gusdorf experimentó
una sensación semejante al leer la versión traducida. El filósofo francés le escribió a su amigo:
I have the impression that the translation is all the better for the reason that the thought is not at all
foreign to you. These ideas are yours also. The thesis of Metaphors of Self even turns up, toward
the end of the essay. (Gusdorf, citado por Olney, 1980, p. 10)
3. La autobiografía: reunión de elementos dispersos
Una de las semejanzas más evidentes entre las teorías de Georges Gusdorf y James Olney se
advierte en la importancia que atribuyen a la autobiografía como medio para el autoconocimiento. Este
interés común conduce a ambos autores a rechazar aquellos enfoques estructurales que pretenden definir
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los rasgos de la autobiografía como género. En el contexto francés, Gusdorf (1991a) critica el intento de
Lejeune de elaborar una definición del género para distinguir la autobiografía propiamente dicha de otras
formas cercanas a las escrituras del yo. Según el filósofo, la dificultad de una aproximación como esta
consiste en que la revisión periódica de diferentes escrituras autobiográficas justifica la necesidad de
publicar constantemente ensayos en apariencia novedosos. Gusdorf se refiere a la pctica de Lejeune de
publicar textos sucesivamente, en los cuales corrige sus propios enfoques a partir de la lectura de escrituras
autobiográficas de talante distinto a las que dieron origen a su primer libro L’autobiographie en France,
publicado en 1971.
En el contexto estadounidense, Olney (1980) se refiere a la obra de Bruss, tal como se mencionó
anteriormente, como un gran aporte a los estudios teóricos de la autobiografía. Sin embargo, señala que se
inscribe en aquellos enfoques que dan forma a sus propuestas con la ayuda de gráficos, tablas, flechas,
punteros y otros dispositivos esquemáticos y que tienden a usar un lenguaje cuasi legalista de contratos
derechos y obligaciones, expectativas y pactos. El autor de Metaphors of Self considera que es imposible
definir la autobiografía porque al hacerlo tendrían que incluirse demasiadas variantes, de lo contrario se
conseguiría una definición estrecha que dejaría fuera una gran cantidad de obras (Olney, 1981). Así,
considerar la escritura autobiográfica como proceso de autoconocimiento y rechazar los enfoques
estructuralistas tiende un puente entre los acercamientos de Gusdorf y Olney.
Algo semejante ocurre con el interés ontológico que ambos encuentran en la autobiografía. No
obstante, un acercamiento puntual sobre todo a las dos primeras obras permite observar algunas diferencias.
Comenzaremos con los presupuestos de la teoría de Gusdorf; para ello conviene repasar, aunque sea
someramente, el desarrollo de su pensamiento, anterior a la publicación de «Conditions et limites de
l’autobiographie». En La découvert de soi, Gusdorf (1948) distingue la conciencia de del conocimiento
de sí. Aunque están relacionados, tienen que entenderse de manera separada. A partir de una cita de La
fenomenología del espíritu de Hegel, Gusdorf (1948) señala que la autoconciencia es la «tierra fértil de la
verdad» (p. vi), mientras que el conocimiento de es el momento inicial de la reflexión sobre la propia
conducta. De acuerdo con Gusdorf (1948), la conciencia nos da la certeza de la existencia, pero no tiene
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nada que decir de misma, aparece como un presente sin pasado, mientras que el conocimiento de se
revela como una suerte de memoria de todas las conductas pasadas y las venideras. Según el filósofo, el
problema del conocimiento de se plantea como el problema inicial de la experiencia moral. El hombre
será o no responsable de su conducta dependiendo de si puede o no conocerse a mismo. Estas reflexiones
constituyen el punto de partida del desarrollo de su pensamiento sobre las escrituras del yo.
En el análisis histórico y filosófico que realiza de las concepciones del yo que se conoce a mismo,
Gusdorf (1948) distingue tres grandes aproximaciones: la dogmática, la inmanente y la crítica. Reprueba la
primera, especialmente el socratismo-cristiano, según Camarero (2011), porque está vinculada a la idea de
que el conocimiento de es necesario para la salvación. Además, para Gusdorf la filosofía clásica y el
cristianismo se contentan con un esquematismo, con la abstracción que ignora las diferencias individuales.
Frente a la afirmación de un dogmatismo surgió la actitud inmanente, la cual se preocupó más por la
fidelidad exacta a la experiencia interior, por lograr la sinceridad. Este acercamiento al conocimiento de sí
terminó en fracaso porque no podemos referirnos a nosotros mismos como si fuéramos un objeto que se
observa a distancia. Surgió una tercera actitud, a la cual denomina crítica, en donde ubica la posición
freudiana que supone que el conocimiento del hombre se funda en el secreto: el supuesto de que no es
posible conocer nuestra esencia porque siempre hay algo oculto para nosotros mismos. Destacaremos hasta
aquí que Gusdorf se deslinda de manera radical de la primera aproximación a la que denomina dogmática,
mientras que en Metaphors of Self, la perspectiva socrática es importante, como se verá más adelante.
En La découvert de soi las escrituras autobiográficas, memorias, confesiones, diarios y
autobiografías son abordadas en función del objetivo principal: el repaso histórico del conocimiento de
mismo. En «Conditions et limites de l’autobiographie», el autor se propuso indagar de manera profunda los
presupuestos filosóficos particularmente de la escritura autobiográfica producida en Europa, para lo cual
tuvo como antecedente Confesiones de San Agustín. Uno de los presupuestos centrales es que para escribir
autobiografía la humanidad tuvo que salir «del cuadro mítico de las sabidurías tradicionales, para entrar en
el reino peligroso de la histori(Gusdorf, 1991c, p. 10). La humanidad que subordinaba su destino a los
ciclos cósmicos, se descubre dueña, escribe Gusdorf (1991c), «de una aventura independiente (…). Aparece
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entonces el personaje histórico (…)» (p. 10). El interés por la vida personal inicia en los tiempos primeros
del cristianismo, con las confesiones, advierte Gusdorf (1991c), pero entonces el hombre se contempla
todavía con angustia ante su propia imagen. Con el Renacimiento y la Reforma, «el hombre descubre en sí
un mundo nuevo» (Gusdorf, 1991c, p. 12), y hacia 1800, cuando la conciencia histórica llega a su cúspide,
el Romanticismo reinventa, «en su exaltación al genio, el gusto por la autobiografía» (Gusdorf, 1991c, p.
12).
Gusdorf (1991c) hace especial énfasis, en ese momento propiamente, en la autobiografía, entendida
como género literario en el que el hombre intentará reconstruirse en su unidad y en su identidad a través
del tiempo. Estos autobiógrafos se buscan a mismos a través de su historia. Pero el recuento del pasado
no consiste en realizar una crónica o reconstruir el curriculum vitae, sino en recuperar lo vivido mediante
la escritura instituyendo subjetividad durante el proceso. Camarero (2011) lo plantea así: «() Gusdorf
habla de una cierta metahistoria de la autobiografía guiada por el orden de una ontología de vida personal,
lo cual da idea de una ontología asociada a la escritura» (p. 51). Agregamos aquí, a la escritura narrativa.
El mismo Gusdorf (1991c) subraya este aspecto: «La ilusión comienza (…) en el momento en que la
narración le da sentido al acontecimiento, el cual, mientras ocurrió, tal vez tenía muchos, o tal vez ninguno»
(p. 15).
Este aspecto temporal-narrativo distingue la teoría de Gusdorf de la de Olney. El primero, sin duda,
se adhiere la filosofía de la vida de Dilthey, con su fundamento en la temporalidad, lo que implica una tarea
que la conciencia realiza. «El pecado original de la autobiografía», dice Gusdorf (1991c), «es el de la
coherencia lógica y la racionalización. La narración es conciencia» (p. 15). Además, el conocimiento de sí
esta es una de las conclusiones más relevantes del filósofo francés es de carácter provisional debido a
que se trata de un proceso continuo; es un esfuerzo por efectuar las posibilidades propias. La historia
personal, expandida en la educación y formación que recibimos de manera sucesiva, tiene que aprovecharse
para descifrar la imagen de uno mismo, la cual emergerá entre la diversidad de seres y cosas. El autobiógrafo
efectuará esta historia personal como segunda lectura de la experiencia, con lo cual más que «conocerse a
sí mismo» se «convertirá en quien es» (Gusdorf, 1991c; 1947, p. 509). La memoria concede perspectiva y
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permite tomar en consideración las complejidades de una situación en el tiempo y en el espacio (Gusdorf,
1991c). Olney está mucho más cerca de la concepción de los poetas románticos del autoconocimiento como
conjunción de impresiones. Volveremos a esto en el siguiente inciso.
Además de la dimensión ontológica, el conocimiento de sí mismo señala Gusdorf (1948) en La
découvert de soi supone una indagación de la experiencia moral y espiritual, la cual ha surgido de nuestras
relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el mundo. Se trata de un proceso de actualizaciones
que nos aporta información sobre la realidad de lo que somos, y que no ocurren al margen de la decisión
de la persona; se realizan con su propio consentimiento (Gusdorf 1947). Es un ejercicio de la voluntad, idea
que reitera en «Conditions et limites de lautobiographie». A su parecer, el hombre reconstruye la vida
como unidad vivida de comportamiento y de actitudes, y esta reconstrucción no procede del exterior; pues
son los «esquemas estructurales que se imponen al material de los hechos exteriores (…) los elementos
constituyentes de la personalidad» (Gusdorf, 1991c, p. 13). Lo que estructura y da forma a lo vivido es la
intervención del hombre.
En la dimensión existencial de la actualización o efectuación de las posibilidades propias, esta
constitución de identidad no es «del ser», dirá Gusdorf, sino del «deber se(1947, pp. 294-295), dado al
individuo en forma de tarea: vivir es un trabajo que consiste en que los humanos seamos capaces de dar
forma a una existencia, de unir los elementos dispersos para lograr un producto terminado. La identidad se
plantea como «tarea para la existencia y en la existencia» (Camarero 2011, p. 56). Gusdorf (1947) considera
que una forma de deber ser se impone al devenir natural del ser; el tiempo se agota, algún día moriremos,
pero algo permanece en nosotros, y eso es precisamente lo que desvela la escritura autobiográfica: la puesta
en práctica de una axiología. Dicho en otras palabras, el acercamiento a la comprensión del a través de
la escritura autobiográfica ocurre como proceso de constitución de la identidad a partir del cambio, lo cual
pone de relieve de manera práctica la valoración de factores morales.
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4. La escritura autobiográfica como impulso vital al orden
Al igual que para Gusdorf, para Olney la autobiografía promueve el autoconocimiento. Sin
embargo, en el primer libro, Metaphors of self, el acercamiento difiere del primer trabajo de Gusdorf en
«Conditions et limites de l’autobiographie». El presupuesto general de Olney (1981) para acercarse al
estudio de la escritura autobiográfica es que lejos de pensarla desde sus aspectos formales o históricos hay
que considerarla en relación con el vital impulse to order (impulso vital al orden) que ha motivado al hombre
a la creación. Olney destaca la imposibilidad de estudiar estas escrituras a partir del intento de señalar
aspectos formales, porque el autobiógrafo ha escrito impulsado desde su interior, lo que implica una forma
y estilo únicos. El crítico considera también que este «impulso vital al orden» puede dar origen no solo a
una autobiografía, sino también a una obra histórica, poética, teológica, política o científica, sea a manera
de ensayo, poema o tratado, en la que se expresa y refleja su creador. De este modo, propone que más allá
de la autobiografía existe el lifework, algo así como «la obra de la vida» en la que incluye el conjunto de la
producción de un hombre.
Este presupuesto parte del análisis previo que Olney (1981) realizó del proceso escritural de
poemas, ensayos, teoría y teología. Cabe señalar que en la parte teórica de este libro aborda la autobiografía,
pero no profundiza en el aspecto fundamental que observan Dilthey y Gusdorf: la temporalidad. Para
describir este proceso, Olney (1981) acude a Heráclito, a partir de quien sostiene que toda cosmología
comienza con el autoconocimiento, y precisamente esto es lo que hacen estos escritores: crean «cosmos»,
es decir, un «orden» o «universo» en el cual queda plasmada la comprensión de mismos. Para avanzar
en su hipótesis, Olney parte de la interpretación de un fragmento de Heráclito que hace el especialista en
estudios griegos, W.K.C. Guthrie, que conviene citar en extenso de la fuente original:
(con el verbo)…I search myself…Heraclitus meant, I suggest, first, I turned my thoughts within
and sought to discover my real self; secondly, I asked questions of myself; thirdly, I treated the
answer like Dephic responses hinting, in a riddling way, at the single truth behind them, and tried
to discover the real meaning of my selfhood; for I knew that if I understood my self I would have
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grasped the logos which is the real constitution of everything else as well. (Guthrie, 1962, pp. 418-
419)
Heráclito propone que para conocer lo que algo es, hay que partir del conocimiento de mismo.
Es decir, que el conocimiento de las cosas, cualesquiera que estas sean, debe comenzar por la exploración
del mismo mediante un método de interpretación de símbolos o metáforas. Dicho de otro modo, el ser
humano se hace preguntas sobre mismo y aborda las respuestas como si fueran las del oráculo de Delfos,
el cual responde de manera enigmática. Esto implica que interpreta las respuestas para descubrir quién es,
y al descubrir quién es aprehende el logos, el conocimiento universal que no es privativo, sino común.
6
En
esta descripción de Heráclito está contenido un acercamiento hermenéutico al conocimiento, el cual
comienza por el sí mismo.
Los postulados que Olney (1981) toma de la interpretación de Guthrie de los fragmentos
heracliteanos sustentan su propia teoría. Considera que en dichos fragmentos se pueden encontrar los
motivos y métodos de los autobiógrafos de todos los tiempos. Agrega que, «(…) in his search, Heraclitus
realized the philosophy and psychology of writers about the self from Plato and Plotinus and St. Augustin
to C. G. Jung and T. S. Eliot and beyond» (Olney, 1981, p. 7). Para fortalecer su argumentación examina
el pensamiento de Sócrates en lo relativo al planteamiento que hacía Heráclito. Sócrates, en los encuentros
con sus interrogadores, antes de responder sobre las cosas del mundo, daba cuenta de su vida, del pasado
al presente. Este relato autobiográfico salvaguardaba al filósofo de ser sumido en el caos de los hechos
insignificantes y la única manera que encontró de prevenir el desorden fue recurrir a las teorías y usarlas
para intentar descubrir la verdad de las cosas (Olney, 1981).
Pero esta búsqueda del orden no es privativa de los filósofos. Olney (1981) concluye que la
determinación de Sócrates por la teoría, de Einstein por las ecuaciones o de Yeats por la poesía respond
al «impulso vital al orden». El orden se expresa en teorías, mitos, cosmologías, modelos, hipótesis, todo lo
cual Olney denominará metaphors. Por «metáforas» entiende aquellos constructos mediante los cuales se
6
Para profundizar en este asunto, véase Guthrie (1962, p. 419 y ss.).
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ordenan la conciencia y las cosas del mundo. La metáfora, para Olney, es «the formal conjuction of single
subject and various objects» (Olney, 1981, p. 30). Subyace en este acercamiento el ideal de alcanzar la
unidad mediante el conocimiento de sí mismo.
En un artículo publicado diez años después de que apareciera Metaphors of Self, Candice Lang
(1982) observó que la teoría de Olney excluía consideraciones teóricas importantes de la época, como los
acercamientos posestructuralistas, y que resultaba una aproximación anacrónica, planteada desde el
Romanticismo. En su opinn, la propuesta de Olney desatendía los debates lingüísticos, estructuralistas,
estilísticos y apelaba a presupuestos como el carácter de entidad prelingüística y precultural del yo, su
unificación en una dimensión transhistórica, y a la existencia de una naturaleza humana universal que hace
posible la comunicación entre los seres humanos a través del sentimiento, el cual es superior al discurso
racional (Lang, 1982).
La crítica de Lang (1982) muestra parte del debate de los años setenta en torno a problemas propios
de la autobiografía, como la subjetividad y la autoría. Y aunque sus señalamientos pueden resultar
generalizantes, porque da la impresión de que observa desde la crítica posestructuralista como antítesis, es
decir, sin problematizar con mayor complejidad otras aristas, hay en sus observaciones un aspecto que sitúa
la diferencia principal entre las aproximaciones de Gusdorf y Olney en esas primeras obras. De acuerdo
con Lang, en la teoría de Olney subyace el presupuesto de un yo prelingüístico y precultural, al cual no
parece adherirse Gusdorf. Aunque para ambos el autoconocimiento consiste en comprender el sentido de
una vida, Olney presupone que esta comprensión resulta de la consecución de la unidad del yo mediante la
metáfora, el mito, el arquetipo, el símbolo o la teoría; unidad que se logra más allá del carácter temporal de
la vivencia. Estas escrituras, incluso la autobiografía, según Olney (1981), median entre lo transitorio y el
«reino» de lo constante, lo que permanece: «mediates between the transient world of sensation and feeling,
of event and emotion, and a constant, satable realm of pattern and significance (p. 45). Para Gusdorf la
autobiografía, como se señaló arriba, resulta el proceso de constitución de identidad que ocurre en el tiempo,
proceso que, además, no es definitivo, por lo que no se aspira y menos se alcanza el «reino» de lo
estable:
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La autobiografía no es, por consiguiente, la imagen acabada, la determinación permanente, de una
vida personal: el ser humano se hace de continuo; memorias y recuerdos aspiran a una esencia más
allá de la existencia y, al ponerla de manifiesto, contribuyen a su creación. (…) el escritor no busca
decir la última palabra (…) se esfuerza solamente por acercase un poco más al sentido, siempre
secreto e inalcanzable de su propio destino. (Gusdorf,1991c, p. 17)
La perspectiva de Olney (1981), en Metaphors of self, traza vínculos con Wordsworth y
especialmente con Coleridge. Una de las semejanzas entre estos pensamientos radica en la importancia de
la intuición en el proceso escritural, la cual permite integrar los contrarios en la unidad. Aun cuando Olney
no habla propiamente de la imaginación, sin la cual no puede entenderse a Coleridge, hace referencia a
los atributos de la intuición. Y es esta facultad la que, según el poeta inglés, despierta la imaginación.
Coleridge escribía: «The primary Imagination I hold to be the living power and prime agent of all human
perception, and as a repetition in the finite mind of the eternal act of creation in the infinite I AM»
(Coleridge, 2009, Chapter XIII, párrafo 10).
7
Olney (1981) se pregunta cómo ocurre la «metaforización de
la imaginación» y cómo se conectan elementos disímiles para establecer un patrón (p. 31). Y responde: «It
is by the power of metaphor that we compact the multifarious world of objects into the emotional
configuration of the subject eye (…)» (p. 34). No habla ya del poder de la imaginación, pero de la
metáfora, la cual es producto de la imaginación. En otro momento, escribe: «The artist, we say, is
imaginative: he imagines, he makes images, and in them he forges the metaphoric bond that joins the
known being to the unknown phenomena» (p. 47). Para Coleridge la imaginación es una fuerza sintética
que unifica determinaciones y situaciones opuestas (Jamme, 1998, p. 21); para Olney esta unificación de
contrarios en el proceso de conocimiento de mismo se alcanza con la «metáfora». En ambos casos se
plantea no un proceso de reconstrucción narrativa de la identidad, como quería Gusdorf, sino de conjunción
de impresiones.
7
Coleridge distingue entre imaginación primaria y secundaria. La poesía es un producto de la imaginación
secundaria, pero solo difiere en grado de la primaria (Coleridge 2009).
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En el pensamiento de Olney, como en el de los románticos, el escritor apela al ser completo, al
conjunto de sus facultades intelectuales, sensitivas y emotivas para descubrir el misterio de las cosas y sus
manifestaciones individuales y explicar su significado: «Solo los datos de la experiencia individual
imaginativa podían hacer eso. En ellos vemos ejemplos de lo que no puede ser expresado directamente con
palabras sino solo por medio de alusiones y sugerencias» (Bowe, 1972, p. 22). Los románticos pensaban
que el poeta era un intérprete de lo percibido con los sentidos y que mediante este proceso alcanzaban un
orden trascendental que explicaba el mundo de las apariencias y revelaba los efectos de las cosas percibidas
en nuestro ser. Algo semejante plantea Olney con el «impulso vital al orden», aunque su perspectiva se
extiende a pensar en todas aquellas escrituras que logran la realización del ser, sea sintética Darwin o
Newman o simbólica Montaigne, Jung o T.S. Eliot (Olney, 1981). En cualquier caso, esta
aproximación a otros discursos, además del poético, se relaciona con los presupuestos de Heráclito sobre
el logos, a los que se hizo referencia anteriormente, y también con los de Coleridge (2009), quien se propuso
desarrollar una «filosofía dinámica» que llamaría Logosophia (no concluyó este trabajo) y que sostenía la
tesis «Truth is correlative to being» (Chapter XII, Thesis I). Olney (1981) escribe: «Coleridge, who was
speaking of his own activities (…) describes equally well the practice of either Montaigne or Eliot, “defines
itself as an affectioante seeking after the truth; but Truth is the correlative of Being» (p. 315).
Harold Bloom (2009) le reconoce a Coleridge su convicción del poder de la mente del poeta
romántico sobre «el universo de la muerte», y le parece que esta formulación es crucial para entender la
poesía moderna, incluido el poema The Wast Land de T.S. Eliot, el cual Olney examina en Metaphors of
self. Aunque no puede afirmarse que Olney se inscribe totalmente en el romanticismo Eliot no es
romántico, es evidente que abreva de estos trazos. En el apartado final, titulado «Synthesis», Olney
(1981) cita a Coleridge: «Poetry, as Coleridge remarked, is a creative act analogous, in its own realm, to
the divine fiat, bringing into being a symbolic self and with it an entire universe» (p. 331).
Finalmente, nos referiremos de manera breve al asunto del lenguaje. Ni Gusdorf ni Olney excluyen
el pensamiento sobre el lenguaje escrito en la configuración de poemas y autobiografías, pero su
acercamiento difiere en cierto grado. Como plantea Lang (1982), para la perspectiva romántica el lenguaje
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crea una personæ para resguardar la pureza del ser: «Since the self is a pre-linguistic entity, it may
dissimulate itself behind linguistic personæ which it arbitrarily creates in order to safeguard its purity and
maintain its autonomy (p. 4). De acuerdo con Olney (1981), hay algo inefable en el yo, que permanece
inaccesible: «(…) we shall never know what, in his deepest and inaccessible self, he was [the
autobiographer] (p. xi). Y más adelante agrega: «We do not see or touch the self, but we do see and touch
its metaphors (…) By their metaphors shall you know them (pp. 34-35). Las experiencias concretas de
poetas y autobiógrafos, al ser configuradas metafóricamente, señala Olney (1981), amplían las posibilidades
de significación, lo que permite a los lectores comprender, desde su situación, la experiencia figurada en el
texto. El crítico estadounidense parece otorgarle al lenguaje, a la metáfora, esa cualidad de fenómeno que,
como decía Heidegger (1983), «dispone de la suprema posibilidad de que el hombre sea » (p. 25). De sus
estudios sobre la poesía de Hölderlin, el filósofo alemán toma la idea de que «lo que permanece, lo fundan
los poetas. () Poesía es la fundación por la palabra y en la palabra» (p. 61). El conocimiento de mismo
se configura en la escritura poética y autobiográfica a partir de una elaborada relación entre el cambio
constatado en la vida y la condensación de la experiencia con lenguaje metafórico, el cual expresa lo que
permanece.
Para Gusdorf esto no es así. Un fragmento de Les écritures du moi resume su pensamiento. Sostiene
que la condición humana solo puede ser pensada a partir de la invención del lenguaje, porque si la
autenticidad se situara más allá de la palabra, la verdad coincidiría con la confusión:
Si l’authenticité de l’hommme se situait en deçà de la parole, la vérité coïnciderait avec le chaos
prénatal, dans la confusión d’un être en proie à l’anarchie des besoins et des pusions, en éstat de
pure démence. La contidion humaine ne prend forme qu’à partir de l’invention du langage, qui
prolonge celle de l’écrirture. (Gusdorf, 1991a, p. 374)
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5. Consideraciones finales
Las semejanzas entre los pensamientos sobre la autobiografía de Georges Gusdorf y James Olney
son muchas más que las diferencias: ambos rechazan los acercamientos normativos y coinciden en la
importancia de la dimensión ontológica de la autobiografía. Sin embargo, los autores parecen no coincidir
en algunos aspectos. Los métodos para elaborar sus teorías son distintos. Mientras que Gusdorf acude a la
historia para conocer el desarrollo de la conciencia, y desde ese conocimiento generado conforma un
pensamiento propio sobre las expresiones escriturarias del yo, Olney retoma principalmente algunos
fragmentos de Heráclito (este acercamiento es reiterativo en obras sucesivas) para sustentar su teoría, en
ocasiones sin solución de continuidad, lo que dificulta su comprensión.
Hay también algunas diferencias en las consideraciones de los autores en torno a la relación entre
el proceso de conocimiento de mismo y la escritura autobiográfica. Gusdorf propone que el conocimiento
de mismo se efectúa en el proceso escriturario de la autobiografía por cuanto esta vía ofrece una estructura
temporal-narrativa que permite al yo que pregunta por su identidad elaborar sobre el pasado en su presente.
Así, aun cuando nuestra vida está en constante cambio, la escritura autobiográfica permite recapitular para
modificar el significado de la experiencia; es decir, es constituyente de subjetividad. El proceso escritural
no solo recapitula el pasado como crónica de hechos, sino también las experiencias moral y espiritual, las
cuales se actualizan como puesta en pctica de una axiología. En su desarrollo teórico, al menos en
Metaphors of Self, Olney propone que con el uso de metáforas se atrapa la esencia del ser. Gusdorf es
consistente al plantear que el conocimiento de mismo se efectúa como proceso temporal-narrativo. Olney,
en cambio, se acerca más al autoconocimiento desde la intuición, y aunque menciona el aspecto temporal,
el énfasis está puesto en la fuerza sintética o simbólica de la metáfora.
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