Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 67-85/ISSN: 2215-2636
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Así, la técnica, como género de la poesía, era un saber que involucraba una verdad y permitía instaurar
un modo de ser en el mundo.
No obstante, el sentido originario de estas palabras, que involucran la dimensión productiva del
hombre, ha sufrido grandes transformaciones desde la época moderna hallando eco en la época actual.
Siguiendo a Heidegger, Agamben (2005) encuentra que en la época moderna el sentido de la palabra
poiesis ha sido equiparado al sentido de la palabra «praxis», olvidando la distinción griega que las
separaba en diferentes esferas. Mientras «la experiencia que estaba en el centro de la poiesis era la pro-
ducción hacia la presencia, es decir, el hecho de que, en ella, algo pasase del no-ser al ser, de la
ocultación a la plena luz de la obra» (Agamben, 2005, p. 112), en el centro de la praxis estaba la idea
de una voluntad que se expresa en la acción. De esa manera, el carácter esencial de la poiesis no estaba
en su aspecto práctico y voluntario, sino en ser una forma de la verdad (Agamben, 2005). En este sentido,
en la época moderna, el hacer productivo en su integridad toma la forma de la praxis y, asociado al
trabajo, sufre la división entre trabajo manual e intelectual. Asistimos así, dice Agamben (2005), a la
esencia alienada de la poiesis. Asimismo, la técnica moderna, olvidando su condición originaria de
téchne, asume un carácter instrumental e impositivo. Esa voluntad de dominio propia del hombre
moderno, según Heidegger (1997), desfigura la poiesis,
ahuyenta toda posibilidad del des-ocultar lo oculto (…) en el sentido de (…) traer-ahí-delante,
y dejar aparecer a lo presente. (…) Llega a hacer incluso que su propio rasgo fundamental, a
saber, este des-ocultar lo oculto, no aparezca ya como tal. (p. 14)
En ese marco de transformaciones, en el que toda actividad humana es interpretada como
práctica y asume la forma de la división del trabajo, la experiencia central de la poiesis cede sitio a la
consideración del cómo es producido el objeto, la cuestión práctica. Para la obra de arte, esto significa
que el énfasis se desplaza de su esencia «poiética» —«el hecho de que algo en ella llegase al ser desde
el no-ser, abriendo así el espacio de la verdad (alétheia) y edificando un mundo para el habitar del
hombre sobre la tierra» (Agamben, 2005, p. 114)— al operar creativo (la práctica) del artista.
Convertida en actividad creativa, e ingresando también en la dimensión práctica del hacer, la
producción artística se entiende a partir de allí como expresión de la voluntad del artista. Ese modo de
entender la producción olvida y oculta su sentido originario que reside en la producción de la verdad y