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CLASIFICACIÓN DEL LÉXICO COTIDIANO EN INVENTARIOS
DE BIENES COSTARRICENSES DEL SIGLO XVIII
Classification of Everyday Life Lexicon in Costa Rican Inventories of Goods
From the 18th Century
Gabriela Cruz Volio*
RESUMEN
Este artículo propone una clasificación del léxico cotidiano de una serie de inventarios de bienes coloniales de Costa
Rica. El corpus está conformado por 17 documentos que han sido transcritos de acuerdo con los criterios de la red
internacional CHARTA. A partir de esos textos, se ha extraído y clasificado el léxico cotidiano en categorías
onomasiológicas. Los resultados de la clasificación relevan que la aparición de mayor o menor de determinados bienes
se relaciona con el modo de vida y con los sucesos mercantiles de la época. Por ello, la categoría más amplia corresponde
a la de las herramientas, mientras que las de vestimenta, telas y ropa de hogar se relaciona con la entrada de la llamada
«mercancía de la tierra» en Costa Rica durante el siglo XVIII ampliado. Por último, el análisis cualitativo aporta nuevos
datos basados en documentación inédita para un mejor conocimiento de la configuración del español de Costa Rica desde
un punto de vista histórico.
Palabras clave: léxico, inventarios de bienes, español colonial costarricense, historia de la lengua española, documentos
de archivo.
ABSTRACT
This article stablishes a classification of the vocabulary present in colonial documents written in Costa Rica during the
eighteenth century. The texts are inventories of goods found in larger documents from the colonial era, like testaments
which belonged to common people, and thus display everyday vocabulary. In total, seventeen unedited inventories of
goods were chosen and transcribed according to CHARTA’s criteria. From these texts, the relevant lexicon was extracted
and then classified in onomasiological categories. The results show that most used words belong to the categories of
tools, clothing, and textiles, which has to do with the rural way of life but also with the economic changes that occurred
during the eighteenth century, when the so-called «land goods» became predominant in Costa Rica. Moreover, the
qualitative analysis offers new data based on unedited documentation oriented towards a better understanding of Costa
Rican Spanish across time.
Keywords: lexicon, inventory of goods, Costa Rican colonial Spanish, history of Spanish; archival documents.
* Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. Catedrática de la Escuela de Filología, Lingüística y
Literatura. Correo: gabriela.cruzvolio@ucr.ac.cr. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4341-5217.
DOI: https://doi.org/10.15517/rk.v48i1.59580
Recepción: 22/3/2023 Aceptación: 13/6/2023
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1. Introducción
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El propósito de este artículo es clasificar el léxico presente en una serie de inventarios de
bienes de difuntos escritos durante el siglo XVIII y principios del XIX en Costa Rica. Para ello, se
ha extraído el léxico cotidiano presente en documentos coloniales inéditos y los términos se han
distribuido en una serie de categorías onomasiológicas.
Dado que este trabajo gira sobre un tipo de texto, antes de pasar al análisis se hace
referencia a las características de esta tipología textual y a las particularidades de los inventarios de
bienes costarricenses. En primer lugar, los inventarios de bienes, en tanto documentación notarial,
pertenecen al universo discursivo jurídico-administrativo (Oesterreicher, 2005, pp. 740-742).
Específicamente, los inventarios de bienes de difuntos, también llamados inventarios post mortem,
son un documento descriptivo, por cuanto relatan y describen una serie de bienes que pertenecían
a una persona fallecida (Riesco Terrero, 1996, p. 279). Su objetivo es garantizar la integridad de
las pertenencias que se transmiten a los herederos, por lo que en ellos se realiza una relación
detallada de los bienes, lo cual les confiere un carácter probatorio (Piqueras García, 2013, p. 305).
En principio, su ejecución durante la época colonial le correspondía a un escribano, pero, al menos
en los documentos coloniales costarricenses empleados en este trabajo, la falta de escribano
conllevaba a que otra persona con conocimientos de escritura llevara a cabo la relación de bienes.
Por otro lado, como señala Rodríguez Manzano (2019, p. 151), los inventarios de bienes
post mortem son textos complementarios, pues se insertan en otros documentos propios de
procedimientos jurídicos a modo de apoyo. En efecto, para este trabajo, los inventarios de bienes
costarricenses han sido obtenidos a partir de testamentos coloniales. Ahora, no todos los
1
Este artículo forma parte del proyecto de investigación «Constitución de un corpus histórico para el español
colonial de Costa Rica I Etapa» (número C0094), el cual se encuentra inscrito en el Instituto de
Investigaciones Lingüísticas de la Universidad de Costa Rica. La carga académica para realizar este proyecto
ha sido asignada por la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura de la Universidad de Costa Rica.
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testamentos vienen acompañados de un inventario de bienes, ya que no son obligatorios, sobre lo
cual también escribe Rodríguez Manzano (2019, pp. 151-152) en su trabajo sobre inventarios de
bienes de difuntos mexicanos en la colonia. En el caso de Costa Rica, de acuerdo con los
documentos consultados, se encuentran inventarios de bienes de personas de diferente estatus
socioeconómico, como se evidencia en la cantidad de las pertenencias y su valor.
En cuanto a la organizacn textual, los inventarios de bienes presentan una estructura
tripartita (Quirós García, 2011, pp. 429-430; Rodríguez Manzano, 2019, pp. 153-155): a) el
protocolo, con la fecha y la localización de su redacción, así como la intitulación con las fórmulas
de presencia notario-testifical y de comparecencia; b) el cuerpo del documento con la enumeración
de bienes; y c) el escatocolo, con el juramento de los albaceas, la mención de los testigos, las
cláusulas de validación y las firmas de los testigos, siempre y cuando estos supieran firmar. El
cuerpo del documento, que es la parte de mayor interés para este estudio, puede presentar la relación
de bienes ya sea a modo de lista o como un texto corrido. En los inventarios de bienes costarricenses
aparecen ambas formas y, además, no hay ningún orden en la enumeración de los bienes, sino que
siguen un «modelo arbitrari (Rodríguez Manzano, 2019, p. 157). No obstante, por lo general los
objetos relacionados entre sí tienden a mencionarse juntos.
A continuación, en la sección 2, se presenta un breve estado de la cuestión sobre el uso de
los inventarios de bienes para el estudio de la historia de la lengua española. Luego, en la sección
3 se brindan los detalles sobre la recolección del corpus y la selección del léxico cotidiano.
Seguidamente, las secciones 4 y 5 se refieren a la clasificación del léxico y a otras cuestiones de
interés para la historia del español en Costa Rica a partir de los datos encontrados.
2. Inventarios de bienes e historia de la lengua
Debido a su riqueza léxica, los inventarios de bienes son una fuente importante para la
historia de la lengua. Si bien en los estudios de historia del español ha habido un interés por este
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tipo de documentación desde la primera mitad del siglo XX,
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cabe resaltar el incremento de
estudios, principalmente léxicos, basados en inventarios de bienes en la última década, como los
de Morala Rodríguez (2010, 2012), Quirós García (2011), Carriazo Ruiz (2012), Piqueras García
(2013), Perdiguero Villarreal (2015), Ortega Pérez (2016) y Egido Fernández (2014), por
mencionar unos cuantos ejemplos. Si bien los trabajos de Quirós García (2011) y de Carriazo Ruiz
(2012) versan sobre inven tarios de bienes peninsulares procedentes de Bilbao y de San Millán,
respectivamente, constituyen antecedentes importantes para este estudio, por cuanto proponen una
clasificación onomasiológica del léxico presente en las relaciones de bienes, como se verá más
adelante.
Asimismo, es importante considerar que el creciente empleo de los inventarios de bienes
en investigaciones de historia del léxico, en definitiva, guarda una estrecha relación con la
disponibilidad de estos documentos en corpus de infraestructura filológica. En este sentido, destaca
el trabajo del Corpus Léxico de Inventarios (CorLexIn), proyecto dedicado a la conformación de
un corpus documental para el estudio del léxico de la vida cotidiana durante la época del Siglo de
Oro. Además de la necesaria labor de transcripción de relaciones de bienes encontradas en registros
notariales, el personal investigador del CorLexIn ha realizado diversos trabajos sobre la historia del
léxico en esta documentación. A pesar de estos avances, aún son pocos los estudios lingüísticos
sobre inventarios de bienes propiamente americanos. Tenemos, por ejemplo, el trabajo de Egido
Fernández sobre el léxico de la esclavitud en diversas relaciones de bienes de los virreinatos de
Nueva España y Nueva Granada, así como en el Río de la Plata, durante los siglos XVII y XVIII
(2012, p. 28) y otro estudio de la misma autora sobre el léxico de vestimenta femenina y joyas en
relaciones de bienes de Nueva España, Nueva Granada y Alto Perú andino durante los siglos XVII
y XVIII (Egido Fernández, 2018, pp. 1930-1931). Asimismo, existe el estudio filológico de
2
Quirós García (2011, p. 425) alude al análisis de aranceles de aduanas del siglo XIII por parte de Américo
Castro en 1921 y a los estudios de inventarios aragoneses de los siglos XIV y XV por parte de Bernard Pottier
en 1948-49. Igualmente, el autor citado se refiere a algunos pocos trabajos efectuados en la segunda mitad
del siglo XX en torno al léxico de documentos como los mencionados.
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Rodríguez Manzano (2019) sobre testamentos e inventarios de bienes de difuntos producidos entre
los siglos XVI y XVIII en México.
Ahora, si bien el citado trabajo de Egido Fernández (2012) toma en cuenta relaciones de
bienes de Guatemala entre los documentos de Nueva España, hasta donde se sabe todavía no hay
estudios lingüísticos dedicados específicamente a inventarios de bienes coloniales
centroamericanos. Eso sí, debe mencionarse que Quesada Pacheco (1990, 1987) emplea
documentos notariales como inventarios de bienes, entre otros tipos textuales, en sus
investigaciones sobre la historia del español en Costa Rica, por lo cual sus aportes son un
antecedente importante para el presente estudio. En su libro de 1990 sobre el español colonial
costarricense, el autor realiza un análisis del nivel léxico-semántico y distribuye las palabras
encontradas en diversos documentos coloniales de archivo, entre ellos inventarios de bienes, en dos
grandes grupos: léxico inactivo y léxico activo (Quesada Pacheco, 1990, p. 129). En ambos grupos,
el investigador reúne vocablos relativos a diversos objetos, plantas, animales y alimentos que
tienden a aparecer en los inventarios de bienes de difuntos. Especialmente relevante para el estudio
del léxico cotidiano es la subcategoría del léxico inactivo sobre palabras relativas a la vida en la
colonia (Quesada Pacheco, 1990, pp. 146-172). Por otro lado, en su artículo de 1987, Quesada
Pacheco realiza una descripción de 65 vocablos pertenecientes al léxico ganadero a partir de
manuscritos, ya sea inéditos o impresos, entre 1650 y 1800 producidos en Costa Rica (1987, pp.
148-155). Aunque el autor no se basa de modo específico en el estudio de bienes de inventarios,
los términos relativos al ganado son un campo semántico fundamental en este tipo de textos.
3. Recolección del corpus y selección del léxico
Para este estudio se ha trabajado con 17 inventarios de bienes de difuntos producidos entre
1716 y 1815 en las zonas altas de Costa Rica. Los documentos forman parte del fondo «Mortuales
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Coloniales, 1641-1830» del Archivo Nacional de Costa Rica
3
y se han obtenido a través de Family
Search (https://www.familysearch.org/en/), asociación que se dedica a la digitalización de registros
parroquiales y notariales, principalmente. En la Tabla 1 se presentan los datos de los inventarios de
bienes seleccionados para este trabajo:
Tabla 1
Corpus de inventarios de bienes
Número4
Expediente5
Nombre
Data y
localización
Escribiente
INV-1
Exp. 2004, ff.
6v-9r
Inventario de
Juan Torres
1716 mayo 11
(Cartago)
Pedro José
Antonio
INV-2
Exp. 2005, ff.
5r-6r
Inventario de
Manuela
Torres
1727
setiembre 10
(Barva)
Francisco
Flores
INV-3
Exp. 2033, ff.
2r-3r
Inventario de
Jerónimo
Villegas
1729
noviembre 29
(Barva)
Pedro José
Sáenz
INV-4
Exp. 2034, ff.
13v-18r
Inventario de
Cecilia
Vázquez
Coronado
1731 agosto 29
(Barva)
Francisco de
Flores
INV-5
Exp. 2011,
12v-14r
Inventario de
Juan Ugalde
Ochoa
1736 octubre
15 (Barva)
Francisco de
Flores
INV-6
Exp. 2013, ff.
3r-4v
Inventario de
María
Micaela
Umaña
1744 agosto 7
(Curridabat)
Martín de
Garayar
INV-7
Exp. 2041, ff.
8v-11v
Inventario de
Adriano
Villegas
1752 s.m. s.d.
(Barva)
???/Juan de
Ocampo
Golfín
3
Dirección General del Archivo Nacional (2021, p. 48).
4
Este número es solamente para hacer referencia a los inventarios de bienes a lo largo de este trabajo.
5
Se trata de expedientes del fondo «Mortuales Coloniales de Heredia» del Archivo Nacional de Costa Rica.
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INV-8
Exp. 2043, ff.
5r-7v
Inventario de
Francisca
Villalobos
1759 mayo 16
(Barva)
Juan de
Ocampo
Golfín
INV-9
Exp. 2044, ff.
13v-17r
Inventario de
Felipa Vargas
1762 s.m. s.d.
(Cubujuquí)
Felipe
Santiago
Padrón de
Guevara
INV-10
Exp. 2047, ff.
8r-10r
Inventario de
Rosaura Viera
1770 junio 23
(Barva)
???/Juan
Lucas Zamora
INV-11
Exp. 2021, ff.
17v-22r
Inventario de
Micaela
Ugalde
1780 enero 13
(Villa Vieja)
José Antonio
de Oreamuno
INV-12
Exp. 2022, ff.
12r-17r
Inventario de
Faustino
Ugalde
Sandoval
1781
noviembre 12
(Villa Vieja)
(Heredia))
José Miguel
Porras
INV-13
Exp. 2009, ff.
17v-21v
Inventario de
José
Francisco
Taboada
Ramírez
1798 mayo 21
(Villa Vieja)
(Heredia))
José Francisco
Bonilla
INV-14
Exp. 1991, ff.
3r-4r
Inventario de
Antonia
Cayetana
Salas
1803 julio 13
(Heredia)
José Francisco
Bonilla
INV-15
Exp. 2028, ff.
7r-9r
Inventario de
María de las
Mercedes
Ulloa Soto
1805 marzo 23
(Heredia)
José Francisco
Bonilla
INV-16
Exp. 1998, ff.
4r-5v
Inventario de
bienes de
Antonia Soto
1811 mayo 27
(Heredia)
José Julián
Rodríguez
INV-17
Exp. 2000, ff.
2v-5r
Inventario de
bienes de
Feliciana
Siles de Rojas
1815 junio 22
(Heredia)
José Julián
Rodríguez
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Como se observa en la columna de data y localización de la tabla anterior, los 17
inventarios fueron escritos en distintas zonas del Valle Central de Costa Rica. Además, cuatro de
ellos son de principios del siglo XIX, dado que se está considerando el siglo dieciocho ampliado
para incluir los años justo antes de la independencia en 1821. Por otro lado, ninguno de los textos
fue redactado por un escribano, sino por un escribiente; esto es, alguien con conocimientos de
escritura, pero no un profesional.
Por cuanto se trata de textos inéditos, antes de analizar su contenido se realizó la
transcripción paleográfica y la edición crítica de acuerdo con los criterios de la Red Internacional
CHARTA (2013).
6
Si bien los inventarios de bienes fueron transcritos y editados en su totalidad
(106 folios), para este estudio solo se ha tomado en cuenta la estructura correspondiente al cuerpo
del documento, es decir, el listado de bienes que contiene el léxico cotidiano. La Tabla 2 muestra
el conteo de las palabras que aparecen en los inventarios, según sean palabras tipo o token, y el
total de términos seleccionados como parte del léxico cotidiano:
Tabla 2
Conteo de palabras en los inventarios de bienes
Palabras tipo:
17.699
Palabras token:
2.437
Términos de léxico cotidiano:
311
Para contar las palabras tipo y las palabras token se empleó el programa Voyant Tools
(Sinclair y Rockwell, 2016). No obstante, la extraccn de los términos de léxico cotidiano se
realizó manualmente, pues no se han tomado en cuenta palabras muy frecuentes en los inventarios,
como inventariar o avaluar, por ejemplo. Además, para el conteo de los términos de léxico
6
La edición de estos documentos forma parte de la conformación de un corpus para el español colonial de
Costa Rica, en proceso (Cruz Volio, 2021a y 2021b).
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cotidiano solo se han considerado los sustantivos que conforman el núcleo de un constituyente
nominal, a excepción de los casos en los que el núcleo designa una medida, como en libras de lana
o carga de quesos, en donde se ha tomado en cuenta el vocablo correspondiente a los objetos (lana;
queso) y no a las medidas. Sin embargo, en el registro de las palabras se han mantenido los
sintagmas adjetivales y preposicionales que modifican los sustantivos, pues ayudan a especificar el
significado y facilitan su clasificación en una categoría determinada.
4. Clasificación del léxico cotidiano en inventarios de bienes
costarricenses del siglo XVIII
Los 311 términos de léxico cotidiano encontrados se distribuyeron en 16 categorías, pero
también se dejó una categoría indefinida para los casos en que no fue posible asignar una clase,
como se verá más adelante. La clasificación del léxico cotidiano se ha realizado
onomasiológicamente, de acuerdo con las propuestas de Carriazo Ruiz (2012) y de Quirós García
(2011). Por lo tanto, las categorías empleadas ponen de relieve el componente semántico del
lenguaje y la realidad extralingüística en la designación. En este sentido, como señala Quirós García
(2011, p. 435), la clasificación onomasiológica del vocabulario en inventarios de bienes permite
establecer las relaciones de determinadas palabras con otras de su entorno, ya sea en esta o en otra
época, lo cual facilita la identificación de sinonimia y su comparación entre denominaciones de
otras geografías.
De acuerdo con el vocabulario presente en los inventarios de bienes costarricenses del siglo
XVIII, se distinguieron las siguientes categorías:
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1) herramientas; 2) vestimenta y arreglo personal;
3) utensilios de cocina y alimentación; 4) mobiliario, partes y materiales de la casa; 5) objetos
religiosos y de devoción; 6) tejidos y material de costura; 7) bienes semovientes; 8) ropa de casa;
9) bienes inmuebles; 10) joyas y adornos; 11) armas; 12) escritorio; 13) dinero; 14) pertenencias
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Basadas en las 24 categorías de Quirós García (2011, pp. 436-441) y adaptadas a la documentación colonial
costarricense.
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de ocio y cultura; 15) esclavitud; 16) aseo e higiene; 17) sin definir. En la Figura 1 muestran los
porcentajes obtenidos a partir de la clasificación del léxico:
Figura 1.
Porcentajes de la clasificación del léxico cotidiano.
Fuente: elaboración propia.
A continuación, se anotan algunos ejemplos por categoría, pero no se trata de una lista
exhaustiva. A lo largo de todo este trabajo, en los ejemplos se mantiene la normalización gráfica
realizada en la presentación crítica de los inventarios, por lo cual no se han alterado los usos gráficos
de trascendencia fónica. En la Tabla 3, las palabras en negrita representan los términos que han
sido tomados en cuenta para la clasificación:
Herramientas
16.3%
Vestimenta y
arreglo personal
15.0%
Utensilios de cocina
y alimentación
11.7%
Mobiliario, partes y
materiales de la casa
12.4%
Objetos religiosos y
de devoción
8.8%
Tejidos y material
de costura
5.9%
Bienes semovientes
6.2%
Ropa de casa
5.2%
Bienes inmuebles
4.9%
Joyas y adornos
4.6%
Armas
2.6
Escritorio
1.3
Dinero
1.3% Pertenencias de ocio
y cultura
1.0%
Esclavitud
0.3% Aseo e higiene
0.3%
Sin definir
2.3%
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Tabla 3
Clasificación del léxico cotidiano
1) Herramientas
(16.3 %):
hacha muy vieja; albarda con estribos de fierro; arado; azada;
calavozo; fuey; fustes biejos; reja; sepillo; suela del usso carpintería;
gurbia; espuela; estriberita; freno; barrena; barreta; canoa con
tapa; tenasas; tijeritas; aparejos; asuela grande; batea; cadena de
petaca; candados; caparasón de benado de sillón; carreta corriente;
cierra grande; cilla de montar con estribera y freno; cubos herrados;
embudo; escalera; escoplo; fierro de herrar; freno bridón; grillos;
hoses de segar; geringa; llugo; yunta; machete; martillo; peine de
cultibar tierra; pellón; peso de bronce de pesar con su marco de libra;
piesas de carpintería; planchuela de plata de fuentes; romana con su
pilón; sepillo; sierra; silla de montar brida; tornillo de fragua.
2) Vestimenta y
arreglo personal
(15.0 %):
Ajustado;8 cabriolé de paño; calsones de terciopelo asul muy usados;
capingote de paño morado nuebo; chupas blancas; güipiles labrados
de seda; manteleta de estopilla; naguas de estampado viejas;
polberos de algodón; polleras de tafetán carmesí; quesqueme; salla
poqui asul; basquiña negra con sus rondas; bata de estampado usada;
botas; botines; calsetas; calsonsillos de lino; camisa; capa; capotillo
de casimiro asul nuebo; casacas; charratelas de plata; corpiño de
crea; evillas con sus charlateras; fajas de algodón; fustanes de
algodón; gorros bordados guarnesidos de encaje de olán; jugones de
murcelineta guarnesidos con sus flecos; lasos de peinado; ligas de
seda; mantellina de lanilla suave; mantilla blanca de franela; manto
negro con su punta; medias de hilo; pañuelo; peto de raso; poncho
bordado; revoso de terciopelo; sapatos de cordobán; señidor de ilo
morado; sombrerera; sombrero de lana; vastones con sus puños de
plata; vestido de tafetán doble negro.
3) Mobiliario, partes
y materiales de la
casa (12.4 %):
aparador; armarito avierto; banca; taburetes; orcones de
guachipilín; soleras de madera de sedro; lamparita de plata; araña
de madera con sus mecheros de fierro; baulito; caja; maletón;
cofresito embutido en concha; almofrés con sus serraduras y yabes;
araña de madera con sus mecheros de fierro; asientos; banquita;
banco angosto; brasero; cajón de tienda con su mostrador; camas de
viento chicas; canapés tallados con barandillas; candelero; cilla
quebrada; cillón; cocina; cuja; despabiladeras de metal; escaño;
espaldares de sillas; espejo; estrado; madera; maletón; marcos de
plata labrada; mesa; orcones de guachipilín; orno con su cassita;
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Por ajustador, una especie de vestido.
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petacas; silla de sentar; sillón; soleras de madera de sedro; tablas;
taburetes; tavique de tabla de cedro; tejas.
4) Utensilios de
cocina y
alimentación (11.7
%):
surrón de cacao; poco de caña y plátanos; carga de sal; almirés;
bernagalito de tomar licor cubierto de plata; botijuela bidriada;
frascos; limeta; perolito; piedras de moler mais; pomitos de cristal;
posuelos de china; baso de bidrio; poco de caña y plátanos; carga de
carne; chocolateros; cucharas de plata; cuchillera con tres cuchillas;
cuchillos; cuviertos; fraquera con frascos de vidrio; jarro de losa
china; limeta; olla de fierro; pailas de Bretaña; palangana de plata;
perolito; platillos; platón de peltre; pomito de vidrio; punchera de
china; carga de quesos; salero con su tapa de plata; carga de tabaco;
tachuela de plata; tacitas de plata; tarro de losa china; tembladeras
de plata; tenedores de plata.
5) Objetos religiosos
y de devoción (8.8
%):
albas de Bretaña guarnesidas de encaje; imagen de san Francisco;
Santo Cristo de madera; estampa de Santa Bárbara; altar con
imagen de nuestra señora la Virgen; efijies de otros santos; cáliz;
frontal de pitiflor; ostiario de madera pintado y dorado; vinageras de
plata con su platillo de plata; atril de madera pintado; campanilla;
casulla de damaso blanco guarnesida con sevillaneta; volsas de
corporales; cruz de oro; cuadro de las ánimas; estolas pertenecientes
a las albas; insensario; laminita de tres imágenes; manípulos
pertenecientes a las albas; misal; molde de hacer ostias; naveta y
cuchara de plata; relicario de plata sobredorado con su bolsa;
rosario de plata dorado; rueda con tres campanillas; síngulos
pertenecientes a las albas.
6) Bienes
semovientes (6.2
%):
buey; burro hechor; caballos jacones mansos; novilluelo ahumado;
potro; reses; serda; ternero; potranca; rocillo viejo; baca josca;
yeguas retintas; cabesas de ganao bacuno de tierra arriba; fieras
mulares; macho liciado; mulas arrieras; rocilla colorada con un
potrillo; rocillo viejo; torete; torunes; vacas solteras; vestias
mulares.
7) Tejidos y material
de costura (5.9 %):
alfiler de oro con una perla grande; carga de algodón; paño de
colores; varas de ninfa; pabellón de ruán nuevo; soyates; hilo;
botones de plata; baras de encaje.; baras de bayeta de Castilla; baras
de encaje; varas de estampado; libras de lana; listón; varas de ninfa;
paño de colores; pabellón de rande usado; baras de raso; seda de
todos colores; sedados.
8) Ropa de casa (5.2
%):
almoadas con sus fundas; cojines; colcha; fresada; rodapié de
algodón; sábana de ruán; asericos; colchón de lana; covo de paño
asul; fundas de almoada viejas; manteles de algodón; rodapié de
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algodón labrado con fleco de ilo morado; rostro de almoada;
sobrecama de valleta colorada; tabla de manteles de tela de algodón;
tapete; toalla de murcelina.
9) Bienes inmuebles
(4.9 %):
casa de adobes; cercos de poró, sanja y piñuela; corrales de madera
fina; galera pagisa; platanar; solares; trapiche viejo; cañaberal y su
serco; cavallerías; cercado en tierras realengas; cordadas de tierra;
haza; potrerito; surcos de caña; varas de tapia; trapiche.
10) Joyas y adornos
(4.6 %):
aretes de filigrana; aritos; brasaletes de corales; collar de oro;
mancuernillas de plata; sarcillos de oro y perlas; sortijas tumbagas;
cabrestillos de oro con peso de tres onzas; chorros de perlas de los
aritos; gargantilla de oro con veinte y seis cuentas; manillas de oro;
pajuela de oro; pulsera de granates finos; tumbaga.
11) Armas (2.6 %):
almarada; escopeta corriente; espada de fierro; espadín bertido de
plata; espadinsillo de sinta; macana; pistolas; armera; cañón de
escopeta y geringa.
12) Escritorio (1.3 %):
escribanía de sedro con serradura y llabe; papelera sin llave; piedra
de escrivir con lápiz; escriptura a fabor de los bienes.
13) Dinero (1.3 %):
dobloncito de oro; pesos y reales debidos por Ramón Esquivel;
tominos.
14) Pertenencias de
ocio y cultura (1.0
%):
libro de Melgarejo; viguela; tomos de Martines (sic).9
15) Esclavitud (0.3
%):
esclaba negra María; mulato esclavo Miguel Ignacio.
16) Aseo e higiene
(0.3 %):
peinador con su paño de afeitar.
17) Sin definir (2.3
%):
c<…>ivo de oro de siete hilos; fondo de cobre; coco de buril; dedal
de plata; aros de cajón; cuero de baca.
Para la distribución de las palabras en la categoría correspondiente se han consultado
distintas obras lexicográficas tanto del español en general, como el Nuevo tesoro lexicográfico de
9
En el manuscrito aparece la forma Martines escrita claramente de esta manera; no obstante, es muy probable
que sea un error y que la forma correcta sea Maitines.
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la lengua española (NTLLE), como del español de América y del español de Costa Rica, como el
Diccionario de Americanismos (DAMER), el Diccionario histórico del español de Costa Rica
(Quesada Pacheco, 1995), el Nuevo diccionario histórico de costarriqueñismos (NDCR) (Quesada
Pacheco, 2018), el Diccionario de costarriqueñismos Gagini (2018) [1919] y la cuarta parte del
libro El español de Costa Rica: Léxico, de Agüero Chaves (1996). Asimismo, se ha recurrido a
corpus históricos del español, como el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), el Corpus
Diacrónico y Diatópico del Español de América (CORDIAM) y el CorLexIn, ya que aportan más
información contextual que permite dilucidar con mayor claridad el significado de una palabra. No
obstante, ha sido necesario mantener una categoría sin definir, pues hubo casos, por ejemplo, en
que fue imposible descifrar el trazo de las letras de una palabra, lo cual impidió su lectura adecuada.
En otras ocasiones, si bien el significado de la palabra es claro, no hay suficiente contexto para
determinar la categoría adecuada. Uno de estos casos ocurrió con dedal de plata (INV-4, INV-5),
en donde el dedal bien podría ser un instrumento redondo para proteger el dedo al coser o, por
comparación, un vaso o copa pequeña para beber, como aparece en el Tomo III del Diccionario de
Autoridades de 1732 en el NTLLE. A veces el contexto del inventario de bienes puede ayudar a
resolver la ambigüedad: si el dedal de plata hubiera aparecido citado junto con otros objetos de
costura, se hubiera clasificado dentro de los tejidos y material de costura, pero en los dos inventarios
en que se menciona forma parte de una lista miscelánea de cosas. Por ello, no se ha asignado a
ninguna categoría.
Con respecto a los resultados cuantitativos, ciertamente el hecho de que la categoría de
herramientas (16.3 %) sea la más abundante se relaciona con un modo de vida principalmente rural,
pues muchas de las herramientas son instrumentos de agricultura, herrería, carpintería y arriería.
Por otra parte, las categorías de vestimenta y arreglo personal (14.7 %), tejidos y material de costura
(5.9 %) y ropa de casa (5.2 %), en conjunto, tienen una representación alta. Por ello, hay que tomar
en cuenta los aconteceres económicos de este período. De acuerdo con Solórzano Fonseca (1994),
el comercio de Costa Rica con el istmo panameño se redujo significativamente a inicios del siglo
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XVIII. Por otro lado, de 1700 a 1757 entran sobre todo artículos que se importaban por vía terrestre
por Nicaragua, como materia prima de algodón, ropa y telas, que se llamaban comúnmente
«mercancía de la tierra» y provenían de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México (Solórzano
Fonseca, 1994). Asimismo, el autor citado indica que, en el siglo XVIII, las mercancías de mayor
valor venían de China y de Europa, las cuales se traían desde México suministradas por
comerciantes guatemaltecos. Sin duda, estos cambios mercantiles han dejado su huella en el léxico
de la vida cotidiana empleado en la Costa Rica colonial.
En cuanto a los objetos religiosos y de devoción, los cuales también tienen una
representación relativamente alta (8.8 %), hay que decir que la mayoría de ellos aparecen en el
INV-4, que relata los bienes pertenecientes a una sola persona, Cecilia Vázquez de Coronado. Si
bien en otros inventarios se nombran objetos de devoción de uso más corriente, como imagen,
cuadro, altar, cruz, láminas y rosario, en el INV-4 se encuentran términos que designan objetos
suntuosos relacionados con ornamentos litúrgicos, como cáliz, corporales, insensario, manípulos,
síngulos, molde de hacer ostias, naveta y cuchara de plata, entre otros. Esto, además de todos los
demás bienes que se enumeran en el inventario de la difunta en cuestión, evidentemente revela el
estatus socioeconómico de la persona implicada.
Para la categoría de bienes semovientes (6.2 %), como en todas las demás, solo se
contabilizaron los sustantivos. No obstante, merece la pena detenerse en algunos de los datos que
aportan los adjetivos propios del léxico ganadero. En primer lugar, en el INV-17, aparece el adjetivo
josco (una baca josca) y la forma derivada joscón (cavallo colorado joscón, INV-16), la cual
aparece registrada en el Nuevo diccionario de costarriqueñismos (2018). A su vez, la voz josco, -a
es una variante de hosco. De acuerdo con el DAMER, s.v. josco, en Honduras, Nicaragua y Costa
Rica, se refiere a un animal vacuno cuyo pelaje es rojizo con partes negruzcas. Tanto el DAMER
como Agüero Chaves (1996) señalan que josco es una voz rural o del vulgo, respectivamente, en
oposición a hosco. En el NTTLE, la forma josco aparece documentada por primera vez en 1918 y
se señala como un americanismo de México, pero en el CORDIAM aparece un caso (toro josco) en
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un documento de Venezuela del siglo XVIII, mientras que hay siete casos de la voz hosco en
documentos mexicanos del siglo XVI y del XVIII.
Luego, en el INV-7 se habla de dos caballos, uno rusio y el otro careto. En el DAMER, el
vocablo careto se marca como rural y se indica que, en Nicaragua, Costa Rica y Puerto Rico, hace
referencia a un animal vacuno o caballar con una mancha blanca en la frente. La voz careto no
aparece en ninguno de los diccionarios de costarriqueñismos revisados, excepto en el NDCR
(2018), en el cual la acepción referida a un animal «con una mancha blanca en la frente» se marca
como una voz de Guanacaste. Por otro lado, en su estudio sobre el léxico vacuno y equino de fines
del siglo XIX en Costa Rica, Villalobos (2016, p. 242) documenta el adjetivo careto
10
. Este vocablo
no se registra en el CORDIAM; no obstante, se encuentra en el inventario de bienes citado, fechado
en 1752 y redactado en el valle de Barva, así como en los documentos consultados por Villalobos
(2016).
Asimismo, en el INV-17 se hace referencia a una yegua retinta. En el DAMER, se indica
que la voz retinto se refiere al color negro, y en el NTLLE se registra por primera vez en 1803 en
el Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española. En el
CORDIAM, el adjetivo retinto aparece al lado de nombres de animales caballares en documentos
del siglo XVIII (cuatro casos de documentos mexicanos y dos casos en documentos de los actuales
Estados Unidos). Además, Villalobos (2016, p. 244) recoge el adjetivo retinto en las publicaciones
del Boletín Judicial de fines del siglo XIX. Por otro lado, en documentos del siglo XIX (cinco
venezolanos y uno uruguayo, de acuerdo con la búsqueda en CORDIAM), el vocablo retinto se
utiliza para hacer referencia a esclavos, uso que se relaciona con la cuarta acepción del DAMER
como «referido a una persona de raza negra, de color muy intenso» en República Dominicana,
10
El autor se basa en publicaciones del Boletín Judicial que contienen «(…) comunicados oficiales suscritos
por los gobernadores provinciales, las jefaturas cantonales u otras autoridades locales para informar
públicamente sobre ganado perdido en las correspondientes comunidades» (Villalobos, 2016, p. 240). Las
comunicaciones consultadas por el autor se publicaron entre 1861 y 1865 en San José, Costa Rica (Villalobos,
2016, p. 240).
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Ecuador, Bolivia y Uruguay. Asimismo, en el CORDIAM también se documenta la forma retinta
para hablar de una mulata en un documento de Guatemala del siglo XVIII.
Por último, también en el INV-17, se documenta el adjetivo achota referido a una vaca.
Esta voz deriva de achiote, de origen náhuatl. Quesada Pacheco (1995, p. 2) registra los derivados
achiotal campo sembrado de achiote’ en un documento de Cartago de 1687 y achotar ‘teñir o
pintar con achiote’ en el Diccionario de barbarismos y provincialismos de Costa Rica de Carlos
Gagini de 1892. En el NDCR, se registra el sustantivo achote, referido a un árbol, así como a sus
semillas y a la pasta que se obtiene de estas; asimismo, en el NDCR se incluye el adjetivo derivado
achotado, el cual hace referencia al color del achiote, a su tinte y al alimento preparado con el fruto
del árbol. En su Diccionario de Costarriqueñismos, Gagini (2018) [1919] recoge la forma achotillo
como sustantivo arbusto de hojas cenicientas en su cara inferior, flores amarillentas y bayas negras
con muchas semillas’ y como adjetivo ‘calificativo que se da al ganado vacuno cuando es de color
rojizo, semejante al del achote’. No obstante, en ninguna otra obra lexicográfica ni en los corpus
diacrónicos aparece la forma adjetiva achota
11
. A partir de los ejemplos citados, se observa que la
metodología cualitativa de la extracción del léxico cotidiano, junto con el cotejo de datos tanto en
obras lexicográficas y, sobre todo, en corpus diacrónicos, aporta un mejor entendimiento del uso,
el significado y la extensión de las palabras a través de distintas cronologías y geografías.
5. Otros aspectos de interés para la historia
del español en Costa Rica
Los inventarios de bienes también son una fuente rica para registrar cambios fonéticos, lo
cual se relaciona con los conocimientos de escritura de quienes redactaron estos textos. Como se
mencionó en la tabla 1, ninguno de los inventarios analizados fue escrito por un escribano
profesional, sino por un escribiente. Así, por mencionar un ejemplo, se observan casos del
reforzamiento de la semiconsonante /w/ en posición inicial de palabra (ipiles, INV-4) o después
11
Villalobos (2016) afirma que el adjetivo achota ha sido documentado en el habla del Pacífico Norte de
Costa Rica por Meza Sosa (citado en Villalobos, 2016, p. 246).
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de vocal (vigüela, INV-15), lo cual es un fenómeno característico del español en Costa Rica
(Agüero Chaves, 2009, p. 33; Quesada Pacheco, 2009, pp. 170-171). También se encuentra el
cambio de [β] por [ɣ] en jugones (en vez de jubones) en el INV-15. Con respecto a la pronunciación
del español de Costa Rica, Agüero Chaves (2009, p. 49) atribuye a la «gente inculta» el trueque de
/b/ por /g/, y señala que el trueque de las correspondientes fricativas solo se da excepcionalmente.
En la historia del español de Costa Rica, Quesada Pacheco se refiere a los sonidos /b/ y /g/ en
posición intervocálica, pero solo menciona el cambio de /g/ por [b] ante la vocal /u/, lo cual registra
en algunos documentos del siglo XVIII, como en abujas (por agujas). No menciona el trueque de
/b/ por /g/ o de [β] por [ɣ], como el que se ha encontrado en el INV-15, de 1805, por lo cual habría
que ver si eventualmente se encuentran más ejemplos como este.
Por otro lado, los inventarios, gracias a la información contextual que ofrecen, permiten
precisar determinados significados que no siempre se encuentran en obras lexicográficas. Un
ejemplo de ello es lo que sucede con el término peine, el cual en dos inventarios del siglo XVIII se
refiere a una herramienta de agricultura. Así, en el INV-3 se habla de un peine de tierra y en el
INV-8 de un peine de cultibar. Esta acepción la anota Agüero Chaves (1996), s.v. peine, como
costarriqueñismo: «Instrumento de labranza parecido a la carda que se usa para pasarlo sobre la
tierra y así limpiarla de las hierbas que se le han cortado». Quesada Pacheco (2018), asimismo,
recoge esta acepción referida a un instrumento agrícola en el NDCR. La metodología cualitativa
empleada en la presente investigación posibilita rastrear y documentar cronológica y
diatópicamente precisiones léxicas como la mencionada.
Asimismo, en la documentación colonial costarricense estudiada, se registran vocablos
considerados americanismos en obras lexicográficas contemporáneas, como es el caso del adjetivo
en burro echor (INV-11) ‘caballo o asno semental’, señalado como rural en el DAMER (s.v. hechor)
para República Dominicana, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Argentina. Quesada Pacheco
(1995, p. 83), s.v. hechor, indica que en el español colonial de Costa Rica este término significa
‘burro semental’ y brinda tres ejemplos de uso en documentos del siglo XVIII. Si bien en el
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CORDIAM no se registran casos de este vocablo, en el CorLexIn hay ejemplos en dos documentos
colombianos de 1633 (ms inco burras con su hechor) y 1688, así como en un documento
panameño de 1680 (un burro hechor).
En un inventario de 1731, también se documenta la palabra polvero (polberos de algodón,
INV-4), propia del español de Guatemala (DAMER, s.v. polvero, ‘pañuelo’). Ya Gagini (2018)
[1919], s.v. polvero, señala su «uso antiguo» en Costa Rica y afirma que la palabra aparece en un
documento del año 1797, mientras que Quesada Pacheco (1995, p. 127) cita un ejemplo de los
«Provincialismos de Costa Rica» de José Joaquín Borda del año 1865. De igual forma, en el
CORDE se encuentran dos ejemplos de polvero con el significado de ‘pañuelo’ en cuentos de 1896
del autor costarricense Manuel González Zeledón (conocido como Magón): con su hermoso
polvero de seda morado. En el CORDIAM, por otro lado, solo se registran tres casos de este uso en
un documento mexicano, de Oaxaca, de 1796: un polvero nuevo berde de España, por citar uno de
los ejemplos. De esta manera, se observa la extensión diatópica de un americanismo, actualmente
un guatemaltequismo, en el pasado. En suma, estos breves ejemplos son muestra de las relaciones
que se establecen en el componente léxico del español de Costa Rica en determinados momentos
con otras regiones americanas.
6. Conclusiones
En este trabajo se ha realizado una clasificación del léxico cotidiano presente en 17
inventarios de bienes post mortem, los cuales fueron redactados entre 1716 y 1815 en el Valle
Central de Costa Rica. En total, se han extraído 311 términos de léxico cotidiano, los cuales se
distribuyeron en 16 categorías onomasiológicas. Los resultados cuantitativos de la clasificación del
léxico cotidiano concuerdan con el modo de vida principalmente rural de la población, por cuanto
la mayoría de los términos pertenece a la categoría de herramientas de agricultura, herrería,
carpintería y arriería. De igual forma, la gran cantidad de vocablos de vestimenta y arreglo personal,
ropa de casa y tejidos y material de costura, en conjunto, se relaciona con los sucesos mercantiles
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del siglo XVIII, cuando crece la importación de artículos como materia prima de algodón, ropa y
telas, procedentes por vía terrestre desde Nicaragua. Asimismo, en el siglo XVIII en Costa Rica
entran mercancías de mayor valor de China y Europa desde México y a través de comerciantes
guatemaltecos, todo lo cual se refleja en la aparición de determinados términos en los inventarios
de bienes.
Por otro lado, en virtud de la metodología cualitativa empleada en la selección del léxico
cotidiano, así como en el cotejo de términos en obras lexicográficas y en corpus diacrónicos, este
artículo brinda más información con respecto al uso, al significado y a la extensión cronológica y
geográfica de las palabras analizadas. Además, la metodología en cuestión permite rastrear
diacrónica y diatópicamente determinadas precisiones xicas, por lo cual se recomienda su
aplicación en estudios de historia del léxico posteriores. Por último, valga recordar que para ello es
necesario continuar con la transcripción y edición de documentos históricos, como los inventarios
de bienes, especialmente en Centroamérica,
12
pues en esta región todavía hay una escasez de
estudios sobre este tipo de textos y, claro está, de los datos lingüísticos que aportan. Así, el presente
estudio contribuye con esta área de conocimiento aún poco explorada.f
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