Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVIII (3) (Setiembre-Diciembre) 2024: 1-19/ISSNe: 2215-2636
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EL APORTE INDÍGENA AL LÉXICO DE HONDURAS DEL SIGLO XIX
SEGÚN LOS HONDUREÑISMOS DE A. MEMBREÑO*
The Indigenous Contribution to the Lexicon of Nineteenth-Century Honduras
According to A. Membreño’s Hondureñismos
Kristina Kosteva**
José Luis Ramírez Luengo***
RESUMEN
A pesar de su importancia en la lexicografía centroamericana, Alberto Membreño todavía no ha recibido por parte de los
investigadores la atención que merece. A causa de esto, este trabajo pretende analizar los indigenismos recogidos en sus
Hondureñismos (1897) con el objetivo de conocer su importancia en la obra mencionada. Así, se atenderá a cuestiones como el
peso de tales vocablos en el total del lemario, su origen etimológico, los campos léxicos a los que pertenecen y su interpretación
como americanismos, en un intento de comprender de manera más profunda el aporte de las lenguas indígenas a la lexicografía
centroamericana de finales del siglo XIX.
Palabras claves: historia del español de América, lexicografía, siglo XIX, Honduras, indigenismo.
ABSTRACT
Despite of his relevance in Central American lexicography, Alberto Membreño has not received the attention he deserves. Because
of that, this paper aims to analyze the collection of Indigenous words in his Hondureñismos (1897), in order to study their
importance in this dictionary. Thus, various aspects (such as the number of words that come from Indigenous languages, their
etymology, their distribution in lexical fields and their interpretation as americanismo will be examined, so we will be able to
understand in a deeper way the contribution of autochthonous languages to Central America’s 19th century lexicography.
Keywords: history of Latin American Spanish, lexicography, 19th century, Honduras, indigenous lexicon.
1. Introducción: la diacronía del español de Honduras a la luz
de la bibliografía
Aunque se ha repetido ya hasta la saciedad, es necesario volver a recordar que el español hablado
de los países que comprenden el Istmo Centroamericano sigue siendo una variedad pobremente estudiada,
*Esta publicación forma parte del proyecto de I+D+iPID2020-117659GB-100, financiado por MCIN/
AEI/10.13039/501100011033.
** Universidad Complutense de Madrid. Madrid, España. Facultad de Filología. Estudiante de doctorado.
Correo electrónico: kkosteva@ucm.es. ORCID: https://orcid.org/0009-0006-7134-841X.
*** Universidad Complutense de Madrid. Madrid, España. Facultad de Filología. Profesor contratado.
Correo electrónico: jorami05@ucm.es. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5564-2372.
DOI: https://doi.org/10.15517/rk.v48i3.63073
Recepción: 26/2/2024 Aceptación: 2/5/2024
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caracterizada por una enorme escasez de trabajos que incluso llega a ser total en lo que se refiere a ciertas
zonas, momentos o temáticas (Quesada Pacheco, 2008, pp.145-147). En este sentido, quizá la situación de
Honduras refleje de manera cabal el aserto anterior, pues si bien es verdad que se cuenta ya con una serie
de trabajos sobre su sincronía que aportan datos relevantes y que abren nuevas vías de futuras
investigaciones (Aguilar Paz, 1970, 1981; Amastae, 1989; Bentley, 2020; Castro, 2001; Hernández Torres,
2006, 2010, 2013a; Herranz, 1990, 2023; Lipski, 1983, 1986, 1987; López Scott, 1983; Medina-Rivero,
1990; Murillo Lanza, 2021; Nieto, 1986; Pato Maldonado, 2021; Van Wijk, 1969; Walz, 1964)
1
, no lo es
menos que el desconocimiento sobre esta cuestión sigue siendo aún notable, muy especialmente en lo que
se refiere a su diacronía, para la cual solo se cuenta con estudios aislados sobre los orígenes y ciertas
características de este español en diversas etapas históricas (Herranz, 2001a, 2001b; Nieto, 1995; Ramírez
Luengo, 2004-2005, 2018, 2022; San Martín Gómez, 2021); salta a la vista, por tanto, que es prácticamente
todo lo que queda por investigar al respecto, de manera que no parece exagerado desde el punto de vista
diacrónico el título de «cenicienta del español de América» que, hace ya algunos años, dio a esta variedad
su máximo estudioso (Herranz, 1990, p.82).
Dentro de estos vacíos que se detectan en la bibliografía, no cabe duda de que el siglo XIX
constituye en consonancia con lo que se registra para otras variedades del mundo hispánico (Buzek y
Šincová, 2014) uno de los momentos menos atendidos por los investigadores, algo especialmente grave
por cuanto se tiene ya constancia de la fundamental importancia que posee esta centuria para la
consolidación del español y la configuración de la situación existente hoy tanto en el continente en general
(Ramírez Luengo, 2011) como en el caso concreto de Honduras (Herranz, 2001b; Ramírez Luengo, en
prensa a). Así las cosas, cabe preguntarse a qué se debe este evidente desinterés por el Ochocientos, y
aunque las respuestas a esta cuestión son de muy variada índole, no parece ser un factor menor el hecho de
que por el momento no se cuente con un corpus lingüístico que permita llevar a cabo su estudio (Ramírez
1
A esto se deben añadir, además, el Atlas Lingüístico Pluridimensional de Honduras (Hernández Torres, 2013b,
2013c) y el Atlas Lingüístico-etnográfico de Honduras (Ventura, 2013), que permiten comprender la variación interna
del español hondureño.
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Luengo, en prensa a), lo que señala una nueva línea de trabajo que será necesario atender con la máxima
urgencia: la creación de esta infraestructura de investigación, que posteriormente facilitará la descripción y
el estudio del estado en el que se encuentra, en la época republicana, el español empleado en el actual
espacio hondureño.
2. El trabajo: objetivos y corpus
Con todo, es importante señalar que la inexistencia de un corpus lingüístico del español hondureño
decimonónico no implica necesariamente que esta cuestión no pueda ser abordada ya por los investigadores,
quienes pueden emplear para este cometido los diferentes materiales disponibles que reflejan los usos
propios de la variedad diatópica y cronológica mencionada; a este respecto, y aunque son muchos los textos
que se pueden señalar, no cabe duda de que las obras de los lexicógrafos puristas del siglo XIX más
concretamente, los Hondureñismos de Alberto Membreño (1897) constituyen una fuente de primera
importancia porque, tal y como se ha demostrado en un trabajo previo dedicado al nivel fónico (Ramírez
Luengo, en prensa a), documentan de manera precisa numerosos aspectos que identifican diatópicamente
en estos momentos al español de la región
2
. De este modo, el presente trabajo que sigue el modelo de
estudios previos sobre otras zonas del continente (Ramírez Luengo, 2023, en prensa c)tiene como
propósito contribuir a la historia léxica del español de Honduras mediante el análisis de los indigenismos
que aparecen en la obra que se acaba de mencionar, para lo cual se atenderá a los objetivos siguientes: a)
detectar todos los indigenismos léxicos que aparecen en el lemario de este repertorio lexicográfico; b) llevar
a cabo el análisis de estas voces según factores variados, tales como su origen etimológico o su clasificación
onomasiológica; c) señalar aquellas atestiguaciones que se pueden entender como primeras dataciones de
una unidad léxica específica; y finalmente, d) constatar el carácter de americanismo de estos elementos
desde un punto de vista de uso y dinámico de este concepto (Ramírez Luengo, 2017).
2
La bibliografía sobre el purismo en América es relativamente abundante y conocida; para el caso de Centroamérica,
resulta de gran interés el estudio de Quesada Pacheco (2003), donde se ofrece un panorama general de la cuestión.
Respecto a la importancia de esta documentación para el estudio histórico del español centroamericano, véase lo
señalado en Ramírez Luengo (2023, en prensa a, en prensa b).
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Por lo que se refiere al autor, se ha mencionado ya con anterioridad (Ramírez Luengo, en prensa a)
que Alberto de Jesús Membreño (Tegucigalpa, 1859-1921) es considerado el lexicógrafo más importante
de Honduras y uno de los grandes referentes de la disciplina en el siglo XIX centroamericano: abogado de
profesión, ocupa cargos de gran trascendencia en la política y en la vida cultural de su país diputado,
alcalde de Tegucigalpa, magistrado de la Corte Suprema o rector de la Universidad (BVFE, 2023) que
culminan con su elección como presidente de la República entre 1915 y 1916; exiliado posteriormente a
Guatemala a raíz de la guerra civil de Honduras, logra retornar a su patria para morir en la capital, en
concreto el 6 de febrero de 1921 (BVFE, 2023). Salta a la vista, por tanto, que desde el punto de vista
filológico y tal y como sucede con otros nombres de la época como el guatemalteco Batres Jáuregui o el
colombiano Uribe Uribe, Membreño no pasa de ser un simple aficionado, si bien esto no resta interés a
su producción, conformada por un conjunto de obras dedicadas a la lexicografía y a la toponimia
3
que pone
de manifiesto su finísima sensibilidad lingüística y su profundo conocimiento de las variedades del español
empleadas en su país de origen.
En cuanto al corpus seleccionado, no cabe duda de que los Hondureñismos constituye no solo la
principal obra de su autor, sino también uno de los aportes más relevantes a la lexicografía
hispanoamericana del siglo XIX: editada y ampliada en varias ocasiones, aparece en México en 1912 la
«tercera edición del diccionario, supervisada por su autor, y en la que incluyó la información contenida en
otro de sus trabajos» (Herranz, 1989, p. 100), en concreto su Aztequismos de Honduras de 1907 (BVFE,
2023), a la que se añaden dos posteriores, en 1921 y en 1982. Por lo que se refiere a su contenido, cabe
indicar que el diccionario considera como hondureñismos «las palabras indígenas y aquéllas del español
que han modificado parcialmente su significante, o han cambiado o añadido significados inexistentes en
otras zonas dialectales del español» (Herranz, 1990, p. 32), por lo que conforma un listado de vocablos
3
Por lo que se refiere a esta primera cuestión, es importante mencionar sus Hondureñismos. Vocabulario de los
provincialismos de Honduras (1897) y Aztequismos de Honduras (1907); en cuanto a la toponimia, destacan los
Nombres geográficos indígenas de la República de Honduras (1901) y los Nombres geográficos de la República del
Salvador (1908) (Herranz, 1989). Para una descripción de la obra lingüística del erudito hondureño y un análisis de
su trascendencia en la lexicografía del país, es imprescindible el trabajo inmediatamente citado.
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usados en Honduras sin tener en cuenta el método correctivo de sus antecesores y sin definirlos con criterios
normativos (Quesada Pacheco, 2008). Así las cosas, se puede concluir que la riqueza y amplitud de los
fondos que atesora este texto hacen de la obra de Membreño un recurso de máxima importancia para el
estudio histórico del léxico de esta variedad, y de ahí que se haya optado por tomarla como corpus de trabajo
para el análisis que se pretende llevar a cabo en estas páginas.
3. Los indigenismos en el español hondureño del siglo XIX:
los datos de Membreño
De este modo, la revisión del lemario que conforma los Hondureñismos permite detectar la
presencia de un número significativo de indigenismos en él, en concreto 273 vocablos del total de 2071
entradas, lo que equivale a un13,18% de estas
4
. A este respecto, si bien es verdad que los datos no son del
todo sorprendentes dado que, como recuerda Rivas Hidalgo (2022),«para finales del siglo XIX, los
liberales en el poder habían incluido el elemento indígena en el ideario de la nueva nación» (p. 65) y esto
4
En concreto, el listado completo de las voces en su mayor parte simples, pero también derivadas propiamente
hispánicas que tienen raíz autóctona es el siguiente: achín, aguacate, aguate/guate, aiguaste, aje, ajuquín, amol,
apaste, apazote, atoleada, ayacaste, ayotera, bajareque, bejuco, cacalichuche, cacalota, cacao, cacaste, cacharpa,
caite, cajete, calaguastazo, calpián, calpul, camagua, camotillo, camuliano, cancha, canjura, caucel, caulote,
celeque, cenzonte, chachaguato, chachalaca, chagüite, champa, chane, chapulín, chaquira, chayote, chele, chián,
chibola, chiche, chichicaste, chichigua, chichina, chichinguaste, chichipate, chico(zapote), chilamate, chilate,
chilemotate, chilincoco, chilmol/chirmol, chilpate, chiltepe, chiltota, chimichaca, china, chinaste, chinear, chingaste,
chipote, chiquigüiste, chiquigüite, chistata, chocoyo, chúcaro, chulunco, cicahuite, cicimite/cicimique, cigua, ciguata,
cihuapate, cipe, cipote, colocho, copalchí, copalillo, copante, copinol, coyol, coyote, cuache, cuajilote/guajilote,
cuajiniquil/quijiniquil, cuchubal, cuchumbo, cuculistearse, cuije, cuma, cumba/cumbo, cumear, cumiche, cusnaca,
cute, cuyo, cuzuco, enzacatarse, escajocote, esquinsuche, esquite, guabul, guaca, guacal, guacamaya, guacamol,
guácima, guaje, gualiqueme, guamil, guanacaste, guanaco, guarumo, guasanga, guasaya, guate, guato, guayaba,
guazalo, egüecho, güiligüiste, güintaca, güira, güisayote, iscoyol, güisquil, güistomate, hamaquear, hicotea,
hueste/cueiste, huipil, huizute, hule, ipegüel, izote, jaba, jagüilla, jején, jícama, jicaque, jícaro, jicote, jilote, jinicuite,
jiote, jiquilite, jobo, jocote, jolote, juco/joco, junacate, lesquín, lislique, lora/loro, macana, machigua, maicillo,
malacate, mapachín, matate, matatillo, mazacuate, mecatazo, memela, mico, molotera, motate, moto, mozote, mucle,
nacarigüe, nacascolo, nacatamal, nagual, nahuapate, nance, nigüento, nigüero, nixquezar, nixtamal, nixte,
ñángara/ñácara, ocozote, olote, otomía, pacaya, pachón, papaya, papelote, paste, pataste, pate, pazcon, pepenar,
petaca, petatillo, piche, pichete, piligüe, pizote, pizque, pochote, puchito, pujagua, pupusa, quezal, quihuicha,
quilinchuche/esquilinchuche, quiscamote, sapayolo, sonconeto, sute, suyate, tabanco, tacotal, tacuacín, talaje,
talchocote, talguate, talnete, talpetate, tapachol, tapayagüe, tapegua, tapesco, tapiscar, tasacual, tayacán, tecolote,
tecomajuche, tecuán, telepate, tempate, tenamazte, tepache, tepemechín, tepetate, tepezcuinte, tequiar, tetelque,
tetunte, tigüe, tigüilote, tile, tilinte, tiste, tizate, totoposte, tul, tunulmil, tutumilpate, tutumuste, tutumustear, yagual,
yuca, yuquilla, zacate, zacatera, zacatuste, zanate, zanatear, zanatero, zapalote, zapotillo, zompopo, zonchiche,
zonzapote, zopilocuao, zuncuán y zunteco.
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genera «una especie de autoctonismo lingüístico» que supone la entrada de múltiples elementos de este
origen en la lexicografía regional americana, es importante hacer hincapié en ello, por cuanto demuestran
el valor que posee la obra de Membreño para la historia léxica del español hondureño, y especialmente
aunque no solo para el estudio de sus préstamos de naturaleza amerindia.
Una vez constatada esta relativa abundancia de indigenismos, se hace necesario determinar en
primer lugar el origen etimológico de todos ellos, pues este análisis permite descubrir las lenguas que tienen
un mayor impacto en la variedad diatópica del país y que, por tanto, contribuyen en mayor medida a su
enriquecimiento léxico. Así, la consulta de esta cuestión en un conjunto de diccionarios de referencia en
concreto, el Diccionario de la Lengua Española - DLE (2014), el Diccionario de Americanismos - DAMER
(2010), el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico - DCECH (1980-1991) y Morínigo
(1998), así como Herranz (2017) ofrece los resultados siguientes (Tabla 1):
Tabla 1.
Origen etimológico de los indigenismos del corpus
LENGUA
CASOS
VOCES
Náhuatl
224 (82,05%)
achín, aguacate, aguate, aiguaste, aje, ajuquín, amol, apaste, apazote,
atoleada, ayacaste, ayotera, cacalichuche, cacalota, cacao, cacaste.
caite, cajete, calaguastazo, calpián, calpul, camagua, camotillo,
camuliano, caucel, caulote, celeque, cenzonte, chachaguato,
chachalaca, chagüite, champa, chane, chapulín, chayote, chele, chián,
chiche, chichicaste, chichigua, chichina, chichinguaste, chichipate,
chico, chilamate, chilate, chilemotate, chilincoco, chilmol, chílpate,
chiltepe, chiltota, chimichaca, chinaste, chingaste, chipote,
chiquigüiste, chiquigüite, chistata, chocoyo, chulunco, cicahuite,
cicimite, cigua, ciguata, cihuapate, cipe, cipote, colocho, copalchí,
copalillo, copante, coyol, coyote, cuache, cuajilote, cuajiniquil,
cuaquinol, cuculistearse, cuije, cumiche, cusnaca, cuzuco, enzacatarse,
escajocote, esquinsuche, esquite, guacal, guacamol, guaje, gualiqueme,
guamil, guanacaste, guasaya, guate, guato, guazalo, güegüecho,
güiligüiste, güintaca, güisayote, güiscoyol, güistomate, güisquil,
hueste, huipil, huizute, hule, ipegüel, izote, jagüilla, jícama, jicaque,
jícaro, jicote, jilote, jinicuite, jiote, jiquilite, jocote, jolote, juco,
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junacate, machigua, malacate, mapachín, matate, matatillo,
mazacuate, mecatazo, memela, molotera, motate, moto, mozote, mucle,
nacarigüe, nacascolo, nacatamal, nagual, nahuapate, nance,
nixquezar, nixtamal, nixte, ocozote, olote, otomía, pachón, papelote,
paste, pataste, pate, pazcon, pepenar, petaca, petatillo, pichete,
piligüe, pizote, pizque, pochote, pujagua, pupusa, quezal, quilinchuche,
quiscamote, sapayolo, sonconeto, suncuán, suyate, tabanco, tacotal,
tacuacín, talaje, talchocote, talguate, talnete, talpetate, tapachol,
tapayagüe, tapegua, tapesco, tapiscar, tasacual, tayacán, tecolote,
tecomajuche, tecuán, telepate, tempate, tenamaste, tepache,
tepemechín, tepetate, tepezcuinte, tequiar, tetelque, tetunte, tigüe,
tigüilote, tile, tilinte, tiste, tizate, totoposte, tul, tunulmil, tutumilpate,
tutumuste, tutumustear, yagual, zacate, zacatera, zacatuste, zanate,
zanatear, zanatero, zapalote, zapotillo, zonchiche, zonzapote,
zopilocuao, zunteco
Leng. antillanas
14 (5,12%)
bajareque, guacamaya, guácima, guarumo, guayaba, ira,
hamaquear, hicotea, jején, maicillo, nigüento, nigüero, yuca, yuquilla
Quechua
12 (4,39%)
cacharpa, cancha, china, chinear, chúcaro, cuyo, guaca, guanaco,
ñángara, pacaya, puchito, quihuicha
Caribe
9 (3,29%)
papaya, chaquira, jaba, macana, lora, mico, jobo, guasanga
Leng. mayas
7 (2,56%)
bejuco, chibola, cuchubal, cuchumbo, cumba, piche, sute, zompopo
Lenca
6 (2,19%)
canjura, cuma, cumiar, cute, lesquín, lislique
Misquito
1 (0,36%)
guabul
TOTAL
273 (100%)
Los datos de la tabla confirman, pues, el claro predominio de voces de origen náhuatl, con 224
elementos que equivalen al 82,05% de los indigenismos presentes en el corpus, a lo que se añaden en menor
medida los aportes de otros sistemas lingüísticos amerindios: por un lado, las lenguas antillanas, que
cuentan con catorce vocablos y un 5,12% del total; por otro, y en porcentajes inferiores al 5%, el quechua
(4,39%), el caribe (3,29%), las lenguas mayas (2,56%), el lenca (2,19%) y finalmente la presencia puntual
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del misquito, con un único préstamo (0,37%). Así pues, la situación responde bien, como se puede
comprobar, a lo que era esperable, tanto en lo que se refiere a la relevancia cuantitativa del náhuatl en el
español hondureño demostrada sobradamente por Herranz (2017), y relacionada con el uso histórico de
este idioma en lo que hoy es el país y con su prestigio durante la época colonial, cuando se emplea en la
administración civil y religiosa y genera una profusa producción escrita (Ramírez Luengo, 2007) como
a la presencia de vocablos de origen antillano, rápidamente extendidos por todo el continente desde las islas
caribeñas (Ramírez Luengo, 2007). Ahora bien, junto a esto es importante señalar también otras cuestiones
de interés para la mejor comprensión de la configuración léxica del español de Honduras, tales como, por
ejemplo, la presencia de vocablos de idiomas no hablados en la región como el caribe y el quechua
5
que demuestra «la complejidad que supone la configuración léxica de las hablas americanas, resultante [...]
también de los trasvases de vocabulario y de las influencias mutuas que establecen entre sí tales hablas a lo
largo de la historia» (Ramírez Luengo, 2023, p. 21), así como la incorporación de unidades léxicas de una
lengua como el lenca, que si bien no son muy numerosas, resultan (casi) exclusivas de esta variedad
diatópica y, por tanto, contribuyen de manera muy marcada a dotar a esta de un perfil léxico dialectalmente
diferenciado.
Junto a lo anterior, se hace necesario establecer la clasificación por campos léxicos de los
indigenismos del corpus, pues esta aproximación permite detectar las esferas de la realidad que se ven
especialmente afectadas por esta estrategia de enriquecimiento del vocabulario. En concreto, tal
clasificación siguiendo parcialmente la establecida en el proyecto TLEAM (Tesoro Lexicográfico del
Español de América) y en Ramírez Luengo (2023) es la que se recoge en la Tabla 2:
5
A este respecto, la presencia de elementos de este último sistema lingüístico en Honduras coincide con lo que se
detecta en la misma época en Guatemala (Ramírez Luengo, 2023), y refuerza la idea de que Centroamérica constituye
en general el límite norte para la expansión de préstamos de este origen etimológico.
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Tabla 2.
Distribución en campos léxicos de los indigenismos del corpus
CAMPO LÉXICO
CASOS
VOCES
Flora
53 (19,41%)
aguate, amol, bejuco, cacalichuche, caulote, chichicaste,
chichinguaste, chichipate, chilamate, chílpate, cicahuite, cihuapate,
copalchí, copalillo, coyol, cuajilote, cuajiniquil, cuaquinol,
esquinsuche, guacal, guácima, guanacaste, gualiqueme, guarumo,
güiligüiste, güira, güiscoyol, istomate, jícaro, jinicuite, jobo,
junacaté, lesquín, mozote, nacascolo, nahuapate, ocozote, pacaya,
paste, pate, pochote, quihuicha, quilinchuche, suyate, talchocote,
tecomajuche, tempate, tigüilote, tizate, tul, tutumilpate, zacatuste,
zapotillo
Agricult./ganad.
48 (17,58%)
aguacate, apazote, ayotera, cacao, camagua, camuliano, celeque,
chián, chico, chilemotate, chiltepe, chinaste, chingaste, chúcaro,
cuajilote, enzacatarse, guamil, guasaya, guate, guayaba, güintaca,
güisayote, isquil, izote, jilote, jiquilite, maicillo, motate, nance, olote,
papaya, pataste, piligüe, pujagua, quiscamote, sute, tapachol, tapiscar,
tetelque, tunulmil, tutumuste, tutumustear, yuca, zacate, zanatear,
zanatero, zapalote, zonzapote
Fauna
45 (16,48%)
aje, ajuquín, caucel, cenzonte, chachalaca, chapulín, chilincoco,
chiltota, coyote, cuije, cute, cuyo, cuzuco, escajocote, guacamaya,
guanco, guazalo, hicotea, jagüilla, jején, jicote, jolote, lislique, lora,
mapachín, mazacuate, mico, piche, pichete, pizote, quezal, sapayolo, ,
suncuán, tacuacín, talaje, talnete, tecolote, tecuán, telepate,
tepemechín, tepezcuinte, zanate, zompopo, zonchiche zunteco
Enseres /utensilios
27 (9,89%)
achín, apaste, ayacaste, cacaste, cacharpa, caite, cajete, chaquira,
chibola, chiquigüiste, chiquigüite, cuma, cumba, huipil, huizute, jaba,
macana, matate, matatillo, papelote, pazcon, petaca, petatillo, tapegua,
tapesco, tenamaste, yagual
Alimentación
23 (8,42%)
aiguaste, chayote, chilate, chilmol, cusnaca, esquite, guabul,
guacamol, hueste, jícama, jocote, machigua, memela, nacarigüe,
nacatamal, nixquezar, nixtamal, pizque, pupusa, tepache, tiste,
totoposte, yuquilla
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Caract. humanas
21 (7,69%)
chele, chiche, chipote, chistata, chocoyo, cipe, colocho, cuache, guaje,
guato, güegüecho, jicaque, jiote, mucle, nigüento, nixte, ñángara,
pachón, sonconeto, talguate, tigüe
Otros
21 (7,69%)
cacalota, calaguastazo, chachaguato, chichina, chinear, chulunco,
cuculistearse, cumiar, guaca, guasanga, hamaquear, ipegüel, juco,
mecatazo, molotera, otomía, pepenar, puchito, tequiar, tile, tilinte
Sociedad
15 (5,49%)
atoleada, calpián, chane, chichigua, china, cicimite, cigua, ciguata,
cipote, cuchubal, cuchumbo, cumiche, moto, nagual, tayacán
Industria/construc.
11 (4,02%)
bajareque, calpul, cancha,champa, copante, malacate, tabanco,
talpetate, tasacual, tepetate, tetunte
Geografía/clima
5 (1,83%)
chagüite, nigüero, tacotal, tapayagüe, zacatera
Prod. manufact.
4 (1,46%)
camotillo, canjura, chimichaca, hule
TOTAL
273 (100%)
De este modo, quizá lo primero que salte a la vista y se deba destacar de los datos anteriores sea su
variada distribución onomasiológica, es decir, la presencias de estas voces en muchos campos léxicos y
además de naturaleza muy heterogénea, lo que demuestra el carácter de auténtica revolución que representa,
para este nivel lingüístico del español, el contacto con las lenguas autóctonas del continente, que aportan
vocablos incluso a esferas de la realidad en principio poco proclives a necesitarlos como pueden ser, por
ejemplo, las características humanas
6
. Al mismo tiempo, hay que mencionar también la concentración
mayoritaria de estos elementos en ciertas realidades como son la flora (19,41%) y la fauna (16,48%), la
agricultura/ganadería (17,58%) o los enseres y utensilios (9,89%), pues estos datos dibujan una situación
que paralela a la detectada en otros estudios sobre la cuestión (Mejías, 1980, Polo, 2005; Ramírez Luengo
6
En efecto, el hecho de que bajo tal epígrafe se agrupen realidades comunes al ser humano y conocidas ya antes del
trasplante del español a América permite suponer que, en principio, no hay necesidad de renombrar una realidad que
ya cuenta con su propia denominación; con todo, es indudable que este proceso tiene lugar a manera de ejemplo
chiche 'pecho, mama de la mujer', o más claramente colocho 'rizo de pelo' (DAMER, 2010, s.v. chiche, colocho),
de manera que cabe preguntarse cuáles son los motivos (lingüísticos y extralingüísticos) que lo producen.
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et al., 2017 no es sino el reflejo de la «originalidad que muestra América en estos aspectos» y, por ello,
de «la necesidad que tiene el español de dar nombre a unos referentes desconocidos que carecen de él en la
lengua» (Ramírez Luengo, 2019, p.258).
Por otro lado, la revisión de los corpus históricos más relevantes para el español de América
(Corpus Diacrónico del Español - CORDE, Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América -
CORDIAM, Léxico Hispanoamericano - LEXHISP) permite constatar que en ocasiones estos
Hondureñismos tienen también una gran trascendencia desde el punto de vista cronológico: en efecto, si
bien es verdad que la modernidad de la obra (1897) puede inducir a pensar lo contrario, lo cierto es que la
escasez de estudios existentes hasta el momento sobre la diacronía léxica del español hondureño aunada
a la muy baja representación de Honduras en los corpus mencionados conlleva que en muchos casos la
aportación de Membreño suponga la primera datación de ciertos vocablos (entre otros, chilamate, cuma,
guasanga, nigüento, nigüero, suyate, tacotal, talnete, tetelque o tilinte) o al menos un nuevo ejemplo de un
elemento poco documentado históricamente (ayacaste, cacalichuche, chichipate, chocoyo, copalchí,
guarumo, nahuapate y sute)
7
, así como también la única aparición histórica de voces registradas de manera
exclusiva en diccionarios sincrónicos (achín, ajuquín, canjura, chilincoco, copante, cuchubal, cuchumbo,
cumba/cumbo, cumear, cumiche, cute, guabul, gualiqueme, junacate, lesquín, lislique, mucle, pichete,
tapachol, tasacual, tutumustear, zacatuste,zonchiche). No cabe duda, por tanto, de que también desde este
punto de vista los Hondureñismos de Membreño se muestran como un documento de primera importancia
para llevar a cabo una reconstrucción más completa y realista del devenir histórico del español en esta
nación centroamericana, y de ahí que sea necesario reclamar nuevas investigaciones que se centren en un
texto como este, que sorprendentemente no ha recibido hasta ahora de parte de los estudiosos la
atención que sin ninguna duda se merece.
Finalmente, la interpretación del americanismo en este trabajo como «elemento lingüístico que, a
resultas de su uso muy frecuente y cotidiano, distancia la variedad americana respecto del español europeo»
7
En todos los casos, un máximo de cinco apariciones en los tres corpus consultados.
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(Ramírez Luengo, 2017, p. 609) determina el establecimiento de una clara diferencia entre este concepto y
el de indigenismo y obliga, al mismo tiempo, a analizar la relación que se establece entre ellos, habida
cuenta del distinto comportamiento que, desde este punto de vista, pueden presentar las voces amerindias.
De este modo, la aplicación a los datos de Membreño de los principios metodológicos expuestos en un
trabajo previo sobre esta cuestión (Ramírez Luengo, 2023) permite constatar que, si en estos momentos los
vocablos apaste, caite, chocoyo, tepache, tepetate, zapalote y zompopo se pueden considerar
americanismos puros
8
, el empleo de guanaco con el significado decimonónico centroamericano de «todo
centroamericano que no ha nacido en la ciudad de Guatemala» (Membreño, 1897, s.v. guanaco) parece
convertir a este término en un ejemplo del subtipo semántico, mientras que aguacate, bejuco, cacao, coyote,
papaya y yuca, con marcadas diferencias en el uso español y americano, constituyen claros americanismos
de frecuencia
9
, y loro y mico, por su parte, se deben entender como voces generales
10
. Se puede concluir,
por tanto, que no todos los indigenismos detectados en el corpus poseen en las postrimerías del siglo XIX
el mismo valor dialectalizador, y así, si los americanismos puros y los semánticos sirven para reforzar la
personalidad léxica del español hondureño, aquellos compartidos con España que pertenecen al
subgrupo de los de frecuencia contribuyen en menor medida a este propósito, mientras que las voces
generales han perdido ya para entonces su carácter de índice dialectal, todo lo cual evidencia muy
claramente la complejidad que encierran, desde el punto de vista de los procesos de dialectalización léxica,
los indigenismos.
8
De acuerdo con los fondos de CORDE (2023), ninguno de los vocablos parece haber tenido uso alguno en España,
aunque una búsqueda apresurada parezca demostrar lo contrario: en el caso de apaste, porque las apariciones españolas
corresponden no con el sustantivo, sino con la forma subjuntiva del verbo apastar; en cuanto a zompopo y tepetate,
es cierto que el repositorio académico localiza ambos elementos en textos de autores españoles, pero hay que tener en
cuenta que el zompopo de Amado Alonso constituye una cita del costarricense Gagini, mientras que los ejemplos de
tepetate corresponden a Bernabé Cobo, andaluz que con quince años llega al Perú y que, por tanto, es muy probable
que adquiera el vocablo en tierras americanas.
9
Las diferentes frecuencias en casos por millón de palabra (CMP) de aguacate, cacao, papaya y yuca se
encuentran en Ramírez Luengo (2023); para bejuco y coyote los datos son los siguientes: en el primer caso, 11
ejemplos y 0,21 CMP en España frente a 116 casos y 8,25 CMP en América; en cuanto a coyote, las cuatro únicas
apariciones (0,07 CMP) en España se oponen a 38 (2,70 CMP) en el Nuevo Mundo.
10
En concreto, una revisión de estos elementos en CORDE (2023) siguiendo los postulados ya señalados da como
resultado los siguientes números: para loro, 5,33 CMP (273 apariciones) en España y 14,52 CMP (204 ejemplos) en
América; en cuanto a mico, 3,12 CMP en España y 6,69 CMP en América, con 160 y 94 ocurrencias respectivamente.
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4. Unas primeras conclusiones
Así pues, todo lo expuesto a lo largo de estas páginas en relación con los indigenismos que aparecen
en los Hondureñismos permite extraer una serie de conclusiones que responden a los objetivos planteados
al inicio de este estudio y que no solo ayudan a comprender mejor el valor que Alberto Membreño y la
lexicografía centroamericana del siglo XIX dispensan a los préstamos de origen amerindio, sino que
también aportan informaciones relevantes para la historia léxica de la variedad hondureña del español, tan
desconocida hasta el momento y más en lo que se refiere al Ochocientos. En este sentido, quizá lo primero
en lo que haya que incidir sea precisamente en la escasez de trabajos acerca de esta época, algo que, si bien
se debe a múltiples factores, tiene en la actual falta de fuentes documental sobre las que llevar a cabo estos
estudios una causa sin duda fundamental; es del todo perentorio, por tanto, desarrollar con la máxima
brevedad un ambicioso proyecto de edición que siguiendo modelos de éxito como CORDIAM (2023)
permita la creación de corpus filológicamente fiables a partir de los cuales se pueda avanzar en un mejor y
más profundo conocimiento del habla que identifica a los hondureños a lo largo del Ochocientos.
Con todo, la inexistencia de corpus como el descrito más arriba no impide de forma tajante el
desarrollo de la investigación sobre esta cuestión, que sin duda se puede llevar a cabo a partir de otros
materiales que, a pesar de responder a finalidades muy distintas, permiten describir con cierto grado de
certeza el estado que presenta las variedades hondureñas del español durante el Siglo de las Independencias.
Esta afirmación queda ejemplificada muy claramente con las abundantes y valiosas informaciones que,
acerca del empleo del indigenismo en la diatopía y la diacronía mencionadas, se obtienen de los
Hondureñismos de Alberto Membreño, quien muestra en sus páginas una indudable visión positiva de tales
unidades léxicas tanto por constituir la respuesta más eficaz ante la necesidad de los emigrados
peninsulares de dar nombre a las realidades propias de América como por lo que suponen de
enriquecimiento de la propia lengua española (Membreño, 1897) que explica, a su vez, su abundancia en
el repertorio lexicográfico mencionada, donde alcanzan el 13,18% del total de las entradas del lemario.
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Pasando ya al análisis específico de estos vocablos, el corpus demuestra que, por lo que se refiere
a sus orígenes etimológicos y a su reparto por campos léxicos, el español hondureño del siglo XIX se
comporta de manera muy similar a como lo hacen otras variedades centroamericanas de este momento: así,
no sorprende registrar en las páginas de los Hondureñismos un evidente predominio de las voces de origen
náhuatl, ni tampoco la presencia de elementos originarios de sistemas lingüísticos muy variados, entre los
que destacan las lenguas propias de las Antillas y el quechua, que muestra, al igual que en la Guatemala de
la época (Ramírez Luengo, 2023), un aporte más importante de lo que tradicionalmente se ha supuesto para
el español de América Central; al mismo tiempo, es importante mencionar también la aparición de vocablos
de las lenguas propias del país tales como el maya, el lenca o el misquito, que si bien pueden parecer
irrelevantes desde un punto de vista cuantitativo, resultan sin embargo de gran trascendencia para la
configuración léxica de la variedad hondureña, por cuanto poseen un alto valor dialectalizador que
contribuye de manera muy marcada a dotar a esta de su indudable personalidad. En lo que toca a las esferas
de la realidad en las que se integran los indigenismos, quizá desde este punto de vista lo más relevante sea
constatar su aparición en campos léxicos muy variados, pues este hecho demuestra tal y como se ha dicho
ya en otras ocasiones (Ramírez Luengo, 2023, en prensa c) que la entrada de elementos de este origen
etimológico no supone un mero enriquecimiento de este nivel lingüístico, sino una auténtica reorganización
del mismo cuyas consecuencias se deberán estudiar en el futuro con mayor detenimiento.
Por último, tampoco carecen de interés los datos de este corpus desde otros puntos de vista, en
concreto desde lo cronológico y desde lo referente a los procesos de dialectalización léxica. Por lo que atañe
a la primera cuestión, conviene señalar que, a pesar de la modernidad de los Hondureñismos, datados en
las postrimerías del siglo XIX, las atestiguaciones que encierra la obra suponen en numerosas ocasiones la
primera datación o bien el único registro histórico de muchos de estos vocablos, algo que se transforma
en un dato fundamental para conocer su profundidad diacrónica y, por tanto, para ir construyendo el devenir
léxico de esta variedad diatópica; en cuanto al segundo aspecto mencionado, el análisis de este corpus
demuestra que los indigenismos no responden necesariamente de la misma manera al concepto de
americanismo pues algunos de ellos se interpretan como tales, sean puros, semánticos o de frecuencia,
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mientras que otros constituyen ya en estos momentos voces generales, de manera que es posible sostener
que no todos ellos poseen la misma trascendencia a la hora de crear una identidad lingüística y que, por
tanto, la relación existente entre tales voces y los procesos de dialectalización resulta mucho más compleja
de lo que en principio se podría suponer.
En definitiva, salta a la vista que hoy por hoy los Hondureñismos de Alberto Membreño pueden
suplir la carencia de un corpus lingüístico del español decimonónico de este país y, en consecuencia, se
erigen tanto por la abundancia de datos que aportan como por el evidente interés de estos en un material
de primera importancia para el análisis diacrónico de esta variedad, algo que en estas páginas se ha
ejemplificado con los indigenismos, pero que en realidad va mucho más allá de esta cuestión e incluso del
mismo nivel léxico. Es del todo necesario, por tanto, que los historiadores de la lengua vuelvan sus ojos a
este texto y desarrollen a partir de él nuevos y más profundos trabajos, pues solo de esta manera será posible
ampliar las informaciones existentes sobre el devenir del español del país y, en consecuencia, comprender
con la profundidad necesaria los procesos históricos que terminan por configurar la variedad lingüística
que, dentro del mundo hispánico, identifica hoy a los hondureños como tales.
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