Resumen
Lisímaco Chavarría dedicó Manojo de guarias (1913) a retratar elementos del universo costarricense, justo cuando el país buscaba su identidad. Es comprensible, entonces, que dedique un poema a "La vaca", eterna presencia en los campos ticos. Por su parte, Max Jiménez es reconocido como uno de los primeros vanguardistas nacionales, marcados por la irreverencia ante la tradición. Y, sin embargo, él incluyó en Gleba (1929) un poema también titulado "La vaca". Este trabajo indaga en las diferentes versiones que ambos textos elaboran para esta suerte de bestia mítica nacional, para concluir que Chavarría responde al imaginario de identidad producido por la generación de escritores costarricenses conocida como el Olimpo; mientras Jiménez es heredero de la crítica a esta imagen, iniciada por la generación del Repertorio Americano.Comentarios
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