vitro como in vivo de los transportadores de
serotonina y noradrenalina (81,84–86).
EFECTOS ADVERSOS DE LOS ANTIDEPRESIVOS
EN EL DOLOR NEUROPÁTICO
Los antidepresivos tricíclicos presentan gran
cantidad de reacciones adversas a dosis
terapéuticas entre las que destacan hipotensión
ortostática, somnolencia, alteraciones visuales,
xerostomía, retención urinaria y cardiotoxicidad
(47,87–89). Los antidepresivos tricíclicos más
utilizados para el manejo del dolor neuropático
son los tricíclicos terciarios como, por ejemplo, la
amitriptilina e imipramina. La amitriptilina afecta
las transmisiones colinérgicas e histaminérgicas
(ver Figura No. 1), lo que ocasiona efectos adversos
como sedación, fatiga, vértigo, insomnio, ansiedad,
alteraciones de la memoria, manifestaciones
extrapiramidales, convulsiones, hipotensión
ortostática, taquicardia, urticaria, fotosensibilidad,
aumento de peso, sequedad de las mucosas,
constipación, retención urinaria, visión borrosa,
midriasis y diaforesis (15,19,47,90). Por su parte,
la imipramina presenta, entre sus principales
efectos, adversos náuseas, mal sabor de boca,
resequedad de boca, cefalea, mareo, somnolencia,
cansancio o debilidad, aumento de peso e
hipotensión ortostática (19,47).
Como se mencionó anteriormente, y,
posiblemente, relacionado a un efecto más
selectivo sobre receptores de los neurotrasmisores
serotonina y noradrenalina (ver Figura No. 2), la
venlafaxina y la duloxetina presentan menos
efectos adversos que los antidepresivos tricíclicos.
La venlafaxina puede causar boca seca, fatiga,
náuseas, cefalea, sudoración nocturna y disfunción
sexual (31,91,92). Además, puede causar
hipertensión e inducir cambios
electrocardiográficos, por lo que es recomendable
que los pacientes con factores de riesgo
cardiovascular se monitoricen al inicio del
tratamiento (39,81). Por su parte, la duloxetina es
el fármaco que presenta menor número de efectos
adversos entre ellos: fatiga, náuseas, cefalea y
diarrea (72,89).
TERAPIAS EN INVESTIGACIÓN PARA EL
TRATAMIENTO DEL DOLOR NEUROPÁTICO
Debido a la elevada incidencia y compleja
fisiopatología del dolor neuropático, durante los
últimos años este ha sido objeto de numerosas
investigaciones, con la finalidad de identificar
nuevas alternativas terapéuticas (93).
Actualmente, se contabilizan en desarrollo más de
100 moléculas que actúan en dianas específicas de
potencial interés para el control del dolor
neuropático (15,49). Entre ellas están incluidas los
antagonistas de isoformas específicas del canal de
sodio, bloqueadores de canales de calcio,
antagonistas de los receptores de la angiotensina
tipo II, antagonistas del factor de crecimiento
nervioso (NGF), anticuerpos anti-NGF y los
antagonistas de receptores de vaniloides (49,94).
Las mutaciones en los canales selectivos de sodio
específicamente los de tipo Nav1.7 están asociados
a una mayor sensibilidad al dolor, por lo que se han
realizado ensayos clínicos con antagonistas
selectivos para dichos canales con resultados
prometedores que respaldarían dicha diana como
una posible estrategia para el desarrollo de un
fármaco analgésico (94). Entre estos estudios,
destacan los que ha utilizado las moléculas TV-
45070 y BIIB074 o vixotrigina, donde
determinaciones electrofisiológicas demostraron
una inhibición preferente de frecuencias altas de
activación neuronal, como se esperaría encontrar
en los paroxismos de dolor en la neuralgia del
trigémino. Sin embargo, aún se están llevando a
cabo ensayos clínicos tanto en neuralgia del
trigémino como en otras indicaciones y modelos de
dolor neuropático para determinar su nivel de
eficacia (49,94–96).
Los receptores de angiotensina tipo II (ATR2) se
expresan en neuronas nociceptivas. Estos se
activan mediante la acción de macrófagos que se
infiltran tras ocurrir una lesión, lo que induce una
hipersensibilidad mecánica persistente y dolor al
frío (94). Por esta razón, los antagonistas de los
receptores de angiotensina tipo II constituyen, en
la actualidad, una diana terapéutica potencial en el
manejo del dolor neuropático (97,98). Múltiples