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Literatura
(amorosos) que aquejan a los protagonistas. Grosso
modo, el narrador cuenta que Celso Coropa mantenía
una relación sentimental con Jovita, mujer de Selim
ocultamiento moldea la psique de Celso: “–¡Hay veces
que no me gusta la vida!... Frente a él, había como
sí– añadió. Entre la tortura de raíces y bejucos había
deseo de amor libre que anhela Celso Coropa, para
él el sentimiento hacia Jovita es lo que le permite
disfrutar de la vida, aunque le implique problemas.
A propósito, las “raíces” y “bejucos” también son
simbólicos, puesto que se relacionan con el secreto
amoroso que guardaba el susodicho: “–No me voy
mujer, se va conmigo” (Salazar, 1990, p. 151).
A su vez, otras citas legitiman que los motivos
vegetales son una marca textual relevante porque
revelan con sutileza el acecho de lo trágico (la
desgracia) y la muerte: “Los dos hombres se
escurrieron entre una maraña de bejucos y raíces,
en un lugar donde era desconocido el sol” (Salazar,
1990, p. 149); “De árbol en árbol saltaban los pavones
avisados, las ardillas temblorosas y los currés” (p.
alto, monos aulladores arrojaban frutas mordidas”
carpológicos referidos, se puede decir que reina
una atmósfera de soledad, inquietud y extrañeza
que, junto con la intranquilidad de los animales, son
señales de que algo fatal ocurrirá. Tal cual acontece
otro. No aparecieron más que los esqueletos y los
cuchillos. Blancos aquéllos... Herrumbrados éstos”
(Salazar, 1990, p. 151).
inaugura las primeras instancias narrativas; sin
embargo, conforme se adentra en la narración, esta
cita: “El reventar de las olas batía ambos cuerpos,
como a esos troncos muertos que arroja el mar en
los “troncos” es una referencia a la desgracia, por
lo que este motivo vegetal se ilustra mediante el
adjetivo “muertos” y, además, se compara con dichos
personajes, lo cual advierte que algo negativo les
acaecerá. Cabe recordar que Javier Garita estaba
angustiado por cómo se comportaba el mar, hecho
que lo hizo mirar hacia donde se suponía que nadaba
la vida de la joven. Así pues, más adelante, el hilo
de la narración adopta un tono trágico en el que
se enuncia algún mensaje acerca del desenlace del
relato: “Ahí, de pie, junto a ellos, esperaba la Alegoría
destino que se cierne sobre los protagonistas, por
ende, los “troncos muertos” simbolizan el trágico
por conducto de las olas del mar, sino por la acción
impulsivo. Recuérdese que el susodicho interpreta
este motivo, decide de forma impetuosa dispararles
personajes, cuyos cuerpos “tendidos en la playa,
formaban un ángulo cuyo vértice estaba en las
hermenéutica a partir de dos aspectos: la eventual
primeras líneas de “El curandero”, se anuncia el
desenlace trágico mediante motivos dendrológicos:
“En primer término un árbol, desnudo de musgo. Era
con más de cien años encima” (Salazar, 1990, p. 127);