Los cambios experimentados en los
procesos de formación y disolución familiar en Europa (mayor frecuencia
y duración de la cohabitación prematrimonial, retraso de la edad al
matrimonio, aplazamiento de la edad a la maternidad…) justifican, al
menos en parte, los registros por debajo del nivel de reemplazo
generacional de la fecundidad.
El comportamiento demográfico de la población española ha mostrado
siempre peculiaridades propias del área mediterránea respecto al resto
de Europa occidental. Los registros de natalidad, dinámica matrimonial
y cohabitación son bajos y, en menor medida, los relativos a la
natalidad fuera del matrimonio. El comportamiento de la nupcialidad se
ha caracterizado por una edad de acceso al matrimonio algo más baja,
que tiende no obstante a equipararse con el resto de países europeos y
que, sobre todo por la intensidad y duración del fenómeno, permite
considerar el matrimonio como una práctica asumida para la formación
familiar (
Valero, 1997). La natalidad ha sido el componente que más ha
variado en los últimos años (
Redondo et al., 2014). La intensa caída de
la fecundidad española en los últimos veinticinco años explica la mayor
parte de los cambios registrados. España ha pasado de tener en 1975 la
fecundidad más elevada de la Europa Comunitaria, por detrás de Irlanda,
a ser, junto con Italia, uno de los países con más baja fecundidad. La
evolución del número de hijos por mujer constata la situación de
deterioro, con una evolución decreciente hasta el año 1996, 1,16, si
bien, a partir de 1999, su evolución inició una trayectoria fluctuante
que registró en 2008 1,44 y 1,27 en 2013. En dicho contexto, los
nacimientos fuera del matrimonio han seguido una dinámica claramente
creciente. En 1975 representaban el 2,02 por ciento del total de
nacimientos y aumentó hasta el 17,74 y 38,96 (cuatro de
cada diez nacimientos) en 2000 y 2013, respectivamente. Dichos
registros constatan la disociación entre matrimonio y reproducción como
una tendencia de carácter global (
United Nations, 2003;
Budowski y
Rosero-Bixby, 2003;
Castro, 2002;
Njogu y Castro, 1998).
El descenso de la fecundidad constituye un rasgo del contexto
demográfico actual. En dicho descenso, en relación con otros
determinantes de la evolución demográfica, las pautas de nupcialidad
desempeñan un papel relativamente marginal, lo cual no significa que se
considere un factor irrelevante en el proceso reproductivo, sino la
fragilidad del vínculo asumido convencionalmente. El enfoque clásico
atribuye al retraso en el calendario del matrimonio la reducción de la
fecundidad matrimonial (
Hajnal, 1965 y
1982) y a la instauración de
nuevas pautas de comportamiento, el incremento de la fecundidad no
matrimonial, además de posibilitar la aparición de nuevas estructuras
familiares.
El comportamiento de la fecundidad no responde a una causa única, sino
más bien a una amplia pluralidad de factores. Su dinámica se muestra
condicionada por la estructura de preferencias de cada individuo, por
lo que depende en general del contexto social, cultural y económico en
el que desarrolla su actividad. El descenso registrado representa la
instauración de un nuevo modelo reproductivo, cuya tendencia es el
establecimiento de una pauta restringida de descendencia, situada por
debajo del relevo generacional. El hecho es importante en sí mismo y
mucho más si se tiene en cuenta su relación con las nuevas pautas de
nupcialidad y el aumento de la esperanza de vida.
La nupcialidad siempre ha ocupado un papel importante en el análisis
demográfico clásico, pero fundamentalmente lo ha hecho como variable
explicativa de la fecundidad, al ser un fenómeno sociodemográfico
extraordinariamente sensible a la coyuntura socioeconómica (
Bongaarts,
1978). Actualmente esta hipótesis ha perdido vigencia, porque el peso
de la nupcialidad se ha modificado. El matrimonio continúa
constituyendo una práctica asumida como requisito para la formación de
la familia aunque la maternidad al margen del matrimonio ya no
constituye una vía excepcional de formación familiar (
Castro, 2007). El
rápido aumento de la fecundidad no matrimonial en España refleja una
disociación creciente entre matrimonio y reproducción. El matrimonio ha
dejado de ser el marco exclusivo de la procreación. Cambios todos ellos
incluidos en la denominada segunda transición demográfica que implica
tanto modificaciones en los patrones de reproducción familiar como de
la nupcialidad (
Meil, 1999).
Con objeto de analizar en qué medida nupcialidad y fecundidad
constituyen variables relacionadas entre sí a lo largo del tiempo, se
evalúa empíricamente el modelo de interrelación entre las variables
nacimientos y matrimonios en España como aproximación a su
comportamiento. Mediante el uso de técnicas econométricas aplicables a
series temporales, se determinará un modelo de comportamiento dinámico
entre ambos ciclos que aporte evidencia empírica en su trayectoria.
2. Método y datos
La aplicación del modelo de vectores autorregresivos (VAR) a series
temporales constituye una práctica frecuente en el análisis empírico de
las relaciones económicas. Dicha modelización evita las imposiciones
derivadas de la estimación e identificación de un modelo econométrico y
permite la especificación de modelos que reflejen lo más fielmente
posible las regularidades empíricas e interacciones entre las variables
objeto de análisis (
Sims, 1980).
Para la estimación de un modelo VAR se propone un sistema de ecuaciones
con tantas como series a analizar o predecir sin diferenciar entre
variables endógenas y exógenas. Cada variable es explicada por los
retardos de sí misma y por los de las demás variables. Un modelo VAR
está formado por un sistema de ecuaciones de forma reducida sin
restringir
donde
yt un denota
un vector de orden
n × 1 que
recoge la información muestral de cada una de las variables endógenas
en la unidad temporal
t; Πh,
la matriz de parámetros a estimar de orden que recoge en la fila
i-ésima la relación existente
entre la variable
i-ésima y
el vector completo de variables particularizado en la unidad temporal
t - h; Π0, la matriz de
parámetros a estimar de orden
n × k
que en la fila
i-ésima recoge
la relación entre la variable endógena
i-ésima y todas las exógenas;
xt, el vector de orden
k × 1 que contiene los valores de
las variables exógenas en la unidad temporal
t; y
εt, el término de
perturbación aleatoria, vector columna de orden
n × 1 (
Ballabriga, 1991). Siempre
que todas las ecuaciones incluyan los mismos regresores y que el
término aleatorio cumpla los supuestos de homoscedasticidad e
independencia serial además del supuesto de homoscedasticidad
inter-ecuaciones, la estimación consistente de los parámetros del VAR
se realiza por mínimos cuadrados ordinarios (MCO) aplicados a cada una
de las ecuaciones.
Siguiendo la metodología de Johansen (
1992) la aplicación empírica se
inicia con el análisis de las características estadísticas de las
series (existencia o no de raíces unitarias mediante el contraste de
Phillips-Perron). Seguidamente con las variables integradas de orden
uno se especifica un modelo VAR y se determina la extensión del
horizonte temporal (retardo óptimo) seleccionando los estadísticamente
relevantes. El término aleatorio del modelo propuesto debe satisfacer
los supuestos estadísticamente deseables habituales (distribución de
probabilidad normal, independencia serial en su distribución, esto es,
no autocorrelación y homoscedásticidad). De acuerdo con el proceso de
evaluación de los resultados si dichos supuestos no se cumplen será
necesario analizar la distribución de los residuos de cada variable
endógena y localizar las observaciones “fuera de tendencia”, esto es,
valores alejados de su trayectoria. Con dicha información a la que se
unirá el conocimiento pormenorizado del fenómeno a analizar se
introducen las variables ficticias necesarias como componente
determinista del modelo. Su papel en la estimación a realizar,
relevante o no, proporcionará información acerca de la influencia del
comportamiento coyuntural del modelo. Formalmente dichas variables
están incluidas en el sumando Π
0 xt de (1). El análisis
de la causalidad en sentido Granger permite profundizar en el carácter
de la relación, causalidad y en caso afirmativo direccionalidad (ver
figura 2).
La variable
x causa
y en términos de Granger cuando la
primera ayuda a explicar la variabilidad de la segunda, es decir,
cuando al agregar retardos de
x
a un modelo autorregresivo en
y,
se aumenta significativamente la variabilidad explicada. Para poder
emplear el concepto de causalidad de Granger es necesario determinar el
modelo a estimar, modelo VAR o modelo de corrección de error (MCE).
De forma adicional al modelo econométrico tradicional, el modelo VAR
identifica las interacciones dinámicas que caracterizan el sistema de
ecuaciones estimado mediante la construcción de las funciones
impulso-respuesta y descomposición de la varianza del error de
predicción.
Las funciones impulso-respuesta (FIR) recogen la respuesta del sistema
a shocks, no anticipados en las variables, en los componentes del
vector aleatorio. La FIR anticipa la reacción de las variables
explicadas en el sistema ante cambios en los errores. Una alteración en
el comportamiento de una variable afectará directamente a la misma y se
transmitirá al resto a través de la estructura dinámica que representa
el modelo VAR. La descomposición de la varianza permite aproximar la
dependencia relativa de cada variable sobre el resto. Proporciona
información de la potencia relativa de innovaciones aleatorias para
cada variable endógena. Si una proporción importante de la varianza de
una variable se explica por las aportaciones de sus propias
perturbaciones, dicha variable sería relativamente más exógena que
otras. Desde una perspectiva demográfica dicho resultado aproxima el
comportamiento dependiente o independiente del fenómeno demográfico.
Con objeto de analizar en qué medida nupcialidad y fecundidad
constituyen variables relacionadas entre sí a lo largo del tiempo, se
evalúa empíricamente en España la modelización de la interrelación
entre ambos ciclos mediante la estimación de un VAR. Se determina un
modelo de comportamiento dinámico entre ambos ciclos que aporte
evidencia empírica en su trayectoria, integrado por dos variables
endógenas que demográficamente aproximan ambos procesos,
nacimientos y matrimonios,
respectivamente.
En el caso que nos ocupa el sistema estará integrado por dos ecuaciones
correspondientes a las variables
nacimientos
(y1) y
matrimonios
(y2) sin diferenciar entre variable endógena y
exógena. Cada una de las serie será objeto de predicción y vendrá
explicada por los retardos de sí misma y por los correspondientes a la
segunda variable. Suponiendo de forma simplificada que
y1 e
y2 únicamente se
explican en función de un retardo
denotaría el modelo VAR a analizar, siendo ε
1 y ε
2
variables aleatorias que satisfacen la condición de ruido blanco.
Como fenómeno demográfico, la natalidad analiza el total de nacimientos
acaecidos en el seno de una población en su conjunto y genera la
incorporación de efectivos poblacionales al marco demográfico de
referencia mediante el nacimiento como suceso característico. La
nupcialidad modifica el estado civil a través del matrimonio, suceso
característico, y no produce directamente ningún efecto cuantitativo
sobre el comportamiento demográfico del marco correspondiente. Aunque
no se recoge en la ecuación compensadora del crecimiento poblacional,
adquiere verdadero protagonismo en aquellos ámbitos, caso de España, en
los que la descendencia se canaliza en el seno de la institución
matrimonial.
Las propiedades estadísticas de la información muestral condicionan el
enfoque metodológico a seguir. La información estadística procede del
Movimiento Natural de la Población,
Estadística
de Nacimientos y Estadística de Matrimonios, ambas por el
Instituto Nacional de Estadística (
INE, 2014a y
2014b). El periodo
muestral recoge las observaciones comprendidas entre los meses de enero
de 1975 y diciembre de 2013, 468 observaciones de frecuencia mensual.
El período de análisis incluye cambios relevantes en la dinámica de la
fecundidad y un comportamiento estable de la nupcialidad. La evolución
de la natalidad constituye un fenómeno determinante en el desarrollo
demográfico español durante las últimas décadas. El descenso registrado
de forma continua e intensa por los indicadores desde la segunda mitad
de la década de los setenta ha hecho que España haya pasado de tener
una de las tasas de natalidad más elevadas de Europa durante la década
anterior a una situación muy diferente que condiciona además el
desarrollo demográfico posterior. De la evolución temporal de las
series se desprende, a
priori,
un comportamiento no estacionario para la serie
nacimientos que visualiza una
trayectoria con tendencia temporal y estacionario para los
matrimonios que muestra un
comportamiento de relativa estabilidad (Figura 1, con soporte
estadístico Eviews).
3.
Análisis de Resultados
Las series
nacimientos y matrimonios
del modelo se corresponden con una serie integrada y estacionaria,
respectivamente, según el contraste de Phillips-Perron, resultado que
condiciona el análisis al entorno de los modelos autorregresivos (tabla
2, anexo estadístico). La serie NACIMIENTOS muestra una tendencia
temporal de decrecimiento con cambio de ciclo a finales de la década de
los noventa y de nuevo en 2008 (serie no estacionaria integrada de
primer orden). La trayectoria de la serie matrimonios recoge un
comportamiento relativamente estable (serie estacionaria). Se ha
estimado un vector autorregresivo para las series
nacimientos y matrimonios con
quince retardos (menor valor siguiendo el criterio de información de
Schwartz
4 SC=35, 87461) utilizando únicamente los
estadísticamente significativos, 1-3 y 8-15, como resultado de la
aplicación de pruebas de máxima verosimilitud e incorporando al modelo
como variables exógenas las variables ficticias D1981, D1985, D2001,
D2008*NACIMIENTOS, D2011, D2013, respectivamente
5 (tabla
3.1-2). Las regresiones que aproximan ambos procesos son
estadísticamente significativas, con lo que se obtiene una mayor
capacidad explicativa de acuerdo con el coeficiente de determinación
ajustado en el modelo de la serie
nacimientos (98,04 por ciento) en relación con la de
matrimonios (93,47 por ciento) y
ambas significativas (ver cuadro 1 y 2).
En el primer modelo,
nacimientos, se comprueba el peso
del propio fenómeno en su trayectoria y una vinculación débilmente
positiva al ciclo de la nupcialidad (Cuadro 3.2). Se visualiza la
existencia de una reacción procíclica de vinculación suave entre ambas
series, lo que significa que en condiciones
caeteris paribus los
nacimientos aumentarán cuando los
hagan los
matrimonios y
viceversa, aunque no se infiere la existencia de un liderazgo claro
entre ambos.
La significatividad de los resultados correspondientes a las variables
exógenas identifica temporalmente cambios de nivel en 1981, 2001 y 2011
y estructurales con cambio de ciclo en 2008 que restringen la dinámica
del proceso.
En el segundo modelo,
matrimonios,
se comprueba una pauta de comportamiento similar que destaca el peso de
su propia trayectoria y el carácter fluctuante con respecto a la serie
nacimientos.
El ligero dominio del efecto positivo refleja también una reacción
procíclica de vinculación suave entre ambas series. Un aumento del uno
por ciento de los
nacimientos
transmite un efecto fluctuante sobre el ciclo de la nupcialidad.
Inicialmente el efecto negativo, descenso del 0,3141 por ciento sobre
los
matrimonios
correspondientes a ocho unidades temporales posteriores, es seguido de
un incremento del 0,1472 y 0,2085 por ciento respectivamente
sobre los del noveno y duodécimo períodos siguientes, respectivamente.
La significatividad de los resultados correspondientes a las variables
exógenas identifica cambios de nivel y estructurales en la tendencia
del ciclo que dinamizan la trayectoria de la nupcialidad y muestran la
interacción directamente proporcional con la serie
nacimientos (ver cuadro 3, 3.1, 3.2
y 3.3).
La aplicación del test de causalidad
de Granger permite evaluar la endogeneidad entre ambos procesos, además
de aproximar qué parte de los valores actuales de una variable se
pueden explicar a partir de los valores corrientes y retardados de la
otra (tabla 3.3). La aplicación de la prueba en bloque revela la
existencia de una relación de causalidad bidireccional. Del análisis de
hasta 65 retardos entre ambas series se comprueba la existencia de una
relación causal bidireccional en sentido Granger. A partir del retardo
57, aproximadamente cinco años, para un nivel de significatividad del
uno por ciento en sentido Granger se debilitaría sensiblemente la
endogeneidad de la nupcialidad (ver figura 2).
El comportamiento de la función
impulso-respuesta se manifiesta de forma semejante (figura 3). Cambios
en el comportamiento de la serie
nacimientos
generaría un efecto negativo sobre el ciclo de la nupcialidad de
carácter transitorio e impulsaría su dinámica de forma creciente y
permanente en el tiempo. Por su parte, la reacción de la natalidad ante
alteraciones en el comportamiento de la nupcialidad generaría una
reacción inicialmente nula y decreciente con carácter permanente. La
vinculación entre ambos ciclos,
nacimientos y matrimonios,
se refrenda igualmente en el análisis de la descomposición de la
varianza que profundiza los resultados al visualizar el peso de cada
variable en la determinación de la desviación típica del error de
predicción (figura 4a-4b). Ambos ciclos participan e incluso ejercen
dominio y liderazgo en referencias temporales, diferentes en la
descomposición de la varianza del error de predicción de la variable
nacimientos. No sucede lo mismo con la nupcialidad, donde de forma permanente se visualiza el claro dominio de la variable
matrimonios en
su dinámica. La asociación positiva que se aprecia en la correlación
(0,2014) de ambas series muestra un modelo de débil crecimiento
conjunto de ambos ciclos (ver figura 3 y 4).
La estimación del ajuste entre ambas
variables confirma la dependencia de ambos procesos de su propia
dinámica. La relación de la fecundidad con la nupcialidad se muestra
significativa a partir de 10-14 unidades temporales posteriores al
nacimiento en sentido contrario tras 8 y 12 unidades temporales de
desfase a partir de la innovación en nupcialidad y fecundidad,
respectivamente (cuadro 3.4).
4. Discusión
La ausencia de consenso generalizado acerca de las interrelaciones
entre matrimonio y fecundidad posibilita el reconocimiento de
formaciones familiares diferentes al matrimonio y sus efectos sobre el
comportamiento de la fecundidad. Tradicionalmente la nupcialidad
es considerada como una variable explicativa de la fecundidad, si bien
el vínculo regulador asumido convencionalmente entre ambos procesos ha
perdido vigencia, porque el peso de la nupcialidad se ha modificado (
Davis y Blake, 1956;
Stover, 1998;
Castro, 1999).
El matrimonio continúa constituyendo una práctica asumida como
requisito para la formación de la familia aunque, la maternidad al
margen del matrimonio ya no constituye una vía excepcional de formación
familiar, ha dejado de ser el marco exclusivo de la procreación (
Hajnal, 1965 y
1982).
La literatura recoge, defiende y sugiere papeles diferentes del
matrimonio en la reproducción, que si bien no constituye un paso
estrictamente previo a la fecundidad podría, o no, coincidir
temporalmente con las decisiones de fecundidad. A pesar de que cada vez
son más numerosas las formaciones familiares por cohabitación, es
frecuente que se erija como una alternativa al matrimonio únicamente
hasta el nacimiento del primer hijo (
Sassler y Cunningham, 2008),
al constituir la intencionalidad o estructura de preferencias de
fecundidad un factor relevante que determina el paso de la convivencia
al matrimonio (
Moors y Bernhardt, 2009).
El comportamiento independiente y disociado entre matrimonio y
maternidad es sostenido y ha evidenciado que la convivencia está
aún lejos de sustituir al matrimonio (
Perelli-Harris et al., 2012;
Wiik, Bernhardt y Noack, 2009).
En el artículo se ha efectuado un ejercicio que estima la vinculación
temporal entre los ciclos de fecundidad y nupcialidad en España durante
el período comprendido entre los meses de enero de 1975 y
diciembre de 2013. Se ha tratado de identificar la dependencia
existente entre ambos procesos y el alcance de su relación sin
profundizar en las relaciones de causalidad.
Las relaciones entre
nacimientos y matrimonios
no son intensas y no suponen una relación de largo plazo, por lo que no
son permanentes en el tiempo. La correlación general entre ambas series
es positiva, 0,2014, lo que implica una asociación del mismo signo y,
por tanto, un modelo de crecimiento aparejado de ambas variables en el
tiempo. El resultado obtenido en términos agregados introduce el
comportamiento de ambos ciclos en la denominada segunda transición
demográfica que implica modificaciones en los patrones de reproducción
y de la nupcialidad. Descenso generalizado en los indicadores de
fecundidad , aumento en la edad de la maternidad, crecimiento en la
proporción de hijos fuera del matrimonio a pesar de la relación
existente entre fecundidad y nupcialidad y alargamiento del
intervalo protogenésico sintetizan el comportamiento de la fecundidad
en España. En ambos casos, la vinculación entre los ciclos es positiva,
si bien en el caso de la nupcialidad la vinculación se muestra con
cierta debilidad y tiene efectos que se alargan en el tiempo. En dicho
escenario el aumento de intervalo protogenésico muestra una situación
sensiblemente diferente en el inicio y final de la serie
analizada. Mientras que en 1975 los primeros nacimientos de madre
casada representaban un 58 por ciento del total de nacimientos en 2013
únicamente alcanzaban el 15 por ciento.
El análisis de ambos procesos refleja el dominio de la trayectoria
propia de cada fenómeno y la influencia fluctuante y débilmente
positiva de uno en otro. En el análisis de la fecundidad se comprueba
que su propia trayectoria es determinante pero también, aunque con
efectos débilmente positivos, la nupcialidad está presente. Del
análisis del ciclo correspondiente a la nupcialidad se desprende cierta
autonomía en su dinámica y una tímida influencia positiva de la
fecundidad. El matrimonio ha dejado de ser el marco exclusivo de la
procreación (
Domínguez y Castro, 2013).
Este resultado, junto con la respuesta ante innovaciones en ambos
procesos, muestra dos ciclos con reacciones procíclicas a corto plazo y
divergentes en el largo plazo.
5. Conclusiones
El sostenimiento de un Estado de Bienestar que pueda responder a los
retos que plantea una población cada vez más longeva, con tasas de
dependencia en aumento, depende, en gran parte, de su capacidad para
mantener registros de fecundidad que permitan garantizar el reemplazo
generacional y el crecimiento económico. En el último medio siglo, de
forma generalizada en los países avanzados los indicadores de
fecundidad registraron pérdidas significativas. España, aunque se suma
con retraso al proceso, no puede considerarse una excepción en dicha
tendencia y cuando inicia el proceso lo hace a un ritmo vertiginoso.
Con objeto de analizar en qué medida nupcialidad y fecundidad
constituyen variables relacionadas entre sí a lo largo del tiempo, se
ha evaluado empíricamente un modelo de interrelación entre las
variables
nacimientos y matrimonios
en España. El ejercicio realizado intenta captar las relaciones entre
ambos ciclos como resultado de las decisiones de su dinamización sin
profundizar en las relaciones de causalidad.
Los resultados obtenidos se enmarcan en la denominada
segunda transición demográfica
en la que fundamentalmente se valoran, en un escenario de estabilidad
de la fecundidad y mortalidad, las transformaciones en materia de
nupcialidad, calendario de fecundidad y sistemas de consolidación
familiar. El ejercicio no profundiza en las relaciones que causan ambos
ciclos ni en su análisis individualizado (intervalos genésicos, orden
del matrimonio, distribución de nacimientos…), aunque busca las
relaciones entre ellos como resultado de actuaciones dinamizadoras.
El análisis realizado revela que las relaciones existentes entre
nacimientos y matrimonios
no son intensas y no suponen una relación a largo plazo, por lo que no
son permanentes en el tiempo y tienden a la convergencia. La
correlación entre ambas series, 0,2014, es positiva, lo que implica una
asociación directamente proporcional y, por tanto, un modelo de
crecimiento aparejado de ambas variables en el tiempo. Ambos ciclos se
alimentan. Aunque existe una reducida correlación, los aumentos en
nacimientos dinamizan con escasa sensibilidad el ciclo de la nupcialidad.
En ambos casos, la vinculación, aunque fluctuante, es débilmente positiva y genera efectos que se alargan en el tiempo
nacimientos y matrimonios presentan
un comportamiento ligeramente procíclico, aunque la endogeneidad de
cada serie no es igual. En términos dinámicos las alteraciones en el
comportamiento del término aleatorio de una u otra variable no generan
los mismos efectos. Las actuaciones sobre la variable
nacimientos repercuten directamente sobre su propia dinámica y generan un efecto dinamizador permanente sobre la serie
matrimonios.
Cuando las medidas o alteraciones se producen en el ciclo de la
nupcialidad es esta la que absorbe de forma casi íntegra el efecto
dinamizador. Su evolución recoge desde hace algunos años profundos
cambios estructurales. Los
matrimonios son cada vez menos frecuentes, más tardíos e incluso menos estables. Entre ambos procesos es la serie
nacimientos
la que ejerce una relación de influencia-liderazgo, dado que
actuaciones sobre la misma generan efectos sobre la dinámica de ambas
series. Demográficamente la nupcialidad escenifica su papel de
determinante próximo o intermedio a la fecundidad.
La disociación entre
matrimonio y
reproducción constituye una tendencia de carácter global, presente no
solo en el mundo desarrollado, sino también en otros ámbitos
territoriales. Los resultados obtenidos ratifican el papel de la
nupcialidad como factor explicativo de la fecundidad, así como la
debilidad en el vínculo asumido convencionalmente entre ambos procesos.
Aunque las transformaciones sociales han sido y son sin duda relevantes
y el peso de los hijos habidos fuera del matrimonio es creciente, el
matrimonio sigue constituyendo un paso previo en materialización de la
estructura de preferencias en materia de fecundidad.
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Notas:
1 Universidad Oviedo. Departamento de Economía Cuantitativa. ESPAñA.
mdiaz@uniovi.es
2 Universidad Oviedo. Departamento de Economía Cuantitativa. ESPAñA.
mmarron@uniovi.es
3 Universidad Oviedo. Departamento de Economía Cuantitativa. ESPAñA.
mpmendez@uniovi.es
4 Con base en el criterio de Schwartz, se estima
en 15 el número de rezagos a considerar, si bien los criterios LR, FPE
y Akaike lo cifran en 24.
5 Variables ficticias introducidas en el VAR
después de analizar el comportamiento de los residuos y comprobar que
con su incorporación se satisface el cumplimiento de la hipótesis de
normalidad, independencia serial y homoscedasticidad.