Comportamientos
y prejuicios de los
jóvenes con relación al VIH/Sida: un estudio cualitativo con jóvenes
universitarios nicaragüenses
Patterns of behavior and youth cultural prejudice of HIV: a study with
Nicaraguan college students
Itahisa
Pérez-Pérez1 , Juan Agustín Morón-Marchena2
y David Cobos-Sanchiz3
RESUMEN: Objetivos:
determinar conocimientos, actitudes y prácticas de riesgo de los
jóvenes universitarios nicaragüenses con respecto al VIH para
desarrollar propuestas de mejora socio-educativa que permitan
contribuir a controlar la pandemia en este contexto. Métodos: se trata
de un estudio cualitativo desarrollado en la Facultad Regional
Multidisciplinar de Chontales (Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua-Managua). Se realizaron dos grupos de discusión con
estudiantes, entrevistas a informantes clave del mismo centro, así como
un grupo de discusión con expertos de la Comisión Nicaragüense contra
el SIDA. Resultados: las expectativas sociales del machismo suponen un
obstáculo en materia de educación sexual. Existe una clara
diferenciación de género en el discurso explícito sobre el sexo en
general y sobre las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) en
particular. Se dan diferencias significativas de percepción y
conocimientos entre el mundo rural y urbano. Persisten gran cantidad de
prejuicios, estereotipos y fobia al contagio. Interpretación y
conclusiones: el machismo influye en las relaciones sexuales en cuanto
a la utilización de métodos de protección. La cultura tradicional
dificulta hablar abiertamente de la sexualidad en las familias y entre
iguales. Las prácticas de riesgo no se producen tanto por falta
de información como sí por la escasa concienciación entre los jóvenes.
Palabras Clave: VIH, educación
para la salud, percepción social, género, estigma social, jóvenes
universitarios, conocimientos, Nicaragua
ABSTRACT: Objectives: Determine
the knowledge, attitudes and risk behaviours of the Nicaraguan college
students in respect to HIV in order to develop proposals for the
socio-educative improvement that allow controlling the pandemics in
this context. Methods: This is a qualitative study developed in the
Multidisciplinary Regional Faculty of Chontales (Autonomous University
of Nicaragua-Managua). Two focal groups with students, interviews to
key informants from the same faculty, and a focal group with experts
from the Nicaraguan commission against HIV were conducted. Results: the
social expectations of sexism represent a burden in terms of sex
education. There is a clear gender differentiation in the explicit
discourse about sex in general and about STD in particular. There are
significative differences in the perception and knowledge between the
rural and urban world. A big amount of prejudices, stereotypes and
phobia of infection persists. Interpretation and conclusions: Sexism
(machismo) influences sexual relations, particularly in the use of
protection. The traditional culture makes it difficult to talk openly
about sexuality with the family or between peers. Risk behaviours are
not due to the lack of information but rather due to poor
self-awareness.
Keywords: HIV, health
education, social perception, gender, social stigma, young collegue,
knowledge, Nicaragua
Fecha
de
recibido: 09
noviembre 2014 Fecha de
aprobado: 20 marzo
2015
Fecha
de corregido: 09 febrero del 2015
1. Introducción
Desde el año 2000 diferentes organismos, entidades e instituciones
vienen trabajando en el desarrollo y consecución de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM), que plantean el camino que debemos seguir
para alcanzar el tan ansiado desarrollo y bienestar mundial antes de
2015 (
Organización
de las Naciones Unidas [ONU], 2014). La Declaración
del Milenio consta de ocho grandes objetivos que representan las
necesidades y derechos básicos de los individuos a nivel mundial,
adoptados como marco de acción tanto de las políticas de desarrollo de
los países menos avanzados, como de las políticas de cooperación
internacional para el desarrollo, agencias de cooperación,
organizaciones no gubernamentales y organismos multilaterales. Estos
objetivos son: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la
enseñanza primaria universal, promover la igualdad de género y el
empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad de los niños y niñas
menores de cinco años, mejorar la salud materna y, por último, combatir
el VIH, paludismo y otras enfermedades. La citada declaración ha
supuesto un gran avance en la sociedad mundial al convertirse en punto
de partida para la implementación de estrategias, políticas y programas
de intervención en pro de los derechos humanos.
Sin embargo, a punto de cumplirse ya la fecha prevista para la
consecución de dichos objetivos, somos conscientes del largo camino que
queda aún para alcanzarlos. Centrándonos concretamente en el objetivo
número 6, que es “combatir el VIH, paludismo y otras enfermedades”, y
más concretamente en el VIH, cabe destacar que se constata una
disminución de los casos de VIH como resultado de los esfuerzos de
gobiernos de todo el mundo para cumplir con dicho ODM. Si bien la
cantidad de nuevas infecciones ya alcanzó su máximo, la cantidad de
personas infectadas sigue aumentando, debido en gran parte al efecto
«alarga-vidas» de la terapia antirretroviral (Carvalho-Dantas y
Carvalho-Dantas, 2014).
Por esto, el proyecto de investigación-intervención expuesto aquí se
centra en el SIDA y VIH desde una perspectiva socio-educativa como base
para la cooperación y la educación para el desarrollo. Concretamente,
está enfocado en el análisis de los conocimientos y prácticas de riesgo
del VIH de los estudiantes universitarios de la Facultad Regional
Multidisciplinar de Chontales (FAREM-Chontales) de la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua-Managua (UNAN-Managua), con sede en
Juigalpa. Hay que resaltar que en este país existe, según fuentes del
propio Gobierno, un gran número de jóvenes de 15 a 24 años que vive con
VIH y que adquirió la infección a través de prácticas sexuales
desprotegidas. Así, la juventud es particularmente vulnerable a la
infección por VIH, siendo más vulnerable por: comportamiento sexual,
uso de sustancias ilícitas, falta de acceso a información sobre el VIH
y a los servicios de salud, o por razones económicas y sociales.
Según ONUSIDA (2008), en América Latina el total estimado de nuevas
infecciones por VIH en 2008 fue de 170.000 y, en consecuencia, el
número de personas que viven con el virus asciende a dos millones.
Según las estimaciones, aproximadamente 77.000 personas fallecieron a
causa de enfermedades relacionadas con el sida durante el último año.
Los datos más recientes sugieren que la epidemia se mantiene estable en
América Latina (
Morón,
López y Cobos, 2011a;
Cobos, Morón, López
y
Reyes, 2013). A pesar de que actualmente existe más información
sobre
VIH, sobre todo en cuanto a sus métodos de prevención y formas de
contagio, siguen existiendo aún zonas donde abundan el silencio, los
tabúes y los prejuicios. En el caso de los jóvenes, que son el
principal objeto de estudio, son más vulnerables cuando (
ONUSIDA, 2011):
- El acceso a una
información clara e imparcial
acerca de las enfermedades de transmisión sexual es difícil y limitado.
- Para saber si son seropositivos no disponen de
prueba y orientación confidenciales y apropiadas para VIH.
- En ocasiones, no tienen la posibilidad de negarse a
relaciones sexuales no deseadas o sin protección, dentro o fuera del
matrimonio.
- Las tendencias o las prácticas sexuales se ocultan
debido a las prohibiciones sociales, culturales, religiosas o jurídicas
(por ejemplo, si son homosexuales).
- Las comunidades locales rechazan a los infectados
por VIH y, en consecuencia, el secreto es de rigor.
Según la Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud 2006/2007
(
Gobierno de Nicaragua, 2010),
en el comportamiento de la epidemia en
Nicaragua se identifican dos poblaciones claves que requieren
intervenciones adecuadas para lograr cambios importantes: la población
más expuesta debido a prácticas de mayor riesgo y la población
vulnerable a la epidemia debido a factores externos a su control.
La primera, la población más expuesta debido a prácticas de mayor
riesgo, son hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras sexuales,
uniformados (policías y militares), poblaciones móviles, privados de
libertad y usuarios de drogas intravenosas. Entre ellos, la mayor
prevalencia de VIH se encuentra entre hombres que tienen sexo con
hombres (7,2%). Sin embargo, dado que más del 40% de estos son en
realidad bisexuales, este grupo constituye un puente epidemiológico que
explica la acelerada feminización de la epidemia en el país. Este es el
grupo poblacional que tiene menor acceso a los servicios de salud
debido al estigma (
Cf.
Manji, Peña y Dubrow, 2007).
La segunda es la población vulnerable a la epidemia debido a factores
externos a su control. En este grupo se encuentran niños, niñas,
adolescentes y jóvenes. Condiciones sociales como la pobreza, la
inequidad de género, la falta de acceso a información, la alta
proporción de adolescentes fuera del sistema educativo, y las barreras
de acceso a los servicios de salud por parte de poblaciones rurales y
étnicas explican el aumento de la vulnerabilidad a la epidemia en este
grupo poblacional.
Más allá del contexto geográfico nicaragüense, diversas investigaciones
desarrolladas a lo largo de todo el mundo han puesto de manifiesto que,
efectivamente, la mayoría de adolescentes y jóvenes presentan déficits
en el nivel de autoeficacia y susceptibilidad frente al VIH lo que,
sumado a las características propias de su edad, desencadenan
comportamientos de riesgo que los hacen especialmente vulnerables a la
infección (
Uribe,
Vergara y Barona, 2009). En este sentido, para la
prevención del VIH entre adolescentes y jóvenes, se considera
fundamental un trabajo de promoción de la salud sobre la
percepción del riesgo que permita implantar un comportamiento deseado y
generar la motivación que se requiere para lograr mantenerlo (
Noboa y
Serrano, 2006).
En julio de 2010, el Ministerio de Salud hace pública la situación de
las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y el VIH. Desde 1987 hasta
2010 se ha producido un aumento en el número de casos. Sin embargo,
hubo menos casos de personas que desarrollaron la enfermedad del SIDA y
se redujeron considerablemente los fallecidos. No obstante, en la
comparación 1987-2008 y 1987-2010 se aprecia que aumentó el porcentaje
en todos los casos, lo que obliga a seguir trabajando en la prevención
y atención. Según la variable género, los nuevos casos detectados de
VIH tuvieron lugar mayoritariamente en hombres (52%), con respecto al
34% de mujeres. Relacionándolo con la edad, los grupos en los que se
detectaron mayores casos de VIH tenían entre los 30-34 años. Sin
embargo, hay un margen de edad donde se acumulan la mayoría de los
casos, que son los que están comprendidos entre los 15 y 39 años. Al
cruzar las variables de edad y sexo, observamos que los mayores casos
se dan en hombres con edades comprendidas entre los 20 y 39 años.
Mientras que en las mujeres, hay más casos en edades más tempranas, de
15 a 34 años. Esto indica que se producen relaciones sexuales tempranas
y sin protección (
Gobierno de
Nicaragua, 2010).
El objetivo del estudio es ofrecer una panorámica cualitativa sobre la
situación de la juventud chontaleña con respecto al VIH, en cuanto a su
conocimiento y prácticas de riesgo, centrada en una primera fase en la
FAREM-Chontales que tiene su sede en Juigalpa. Hay que hacer notar que
esta información primaria nos acerca a la realidad de la juventud
nicaragüense, ya que los estudiantes de la Facultad provienen de
diversos municipios de todo el Departamento de Chontales, tanto de
zonas urbanas como rurales. Con este proyecto se ofrece una
aproximación a la situación actual de esta población universitaria
joven con relación al VIH, sus conocimientos y prácticas de riesgo, que
ha permitido diseñar intervenciones socio-educativas dirigidas a
mejorar estas situaciones. A partir de ahí, se pretende trabajar en pro
de concienciar a la comunidad de la educación para la salud y,
concretamente, la sexualidad, derribar mitos y prejuicios e implicar a
los diferentes colectivos en un trabajo comunitario con el fin de
lograr un mayor desarrollo de la ciudadanía.
2. Materiales y Métodos
De los 2.610 alumnos matriculados en la FAREM-Chontales durante el
curso 2011/2012, se realizaron dos grupos de discusión de estudiantes,
uno correspondió al turno matutino y otro, a la modalidad “encuentro”
(clases en fines de semana); en ellos participaron 16 estudiantes. El
sistema de muestreo que utilizamos para los grupos de discusión de
estudiantes fue el de azar simple, es decir, elegimos mediante un
sorteo riguroso una serie de unidades de un universo hasta completar el
tamaño de la muestra que se fijó en 8-10 estudiantes por cada grupo
(teniendo en cuenta que hubiese representación de diferentes
titulaciones dentro de cada turno; género; y, lugar de procedencia,
rural o urbano). Dado que este estudio trata de elaborar un diagnóstico
sobre la situación en la FAREM-Chontales de la UNAN-Managua de
Nicaragua, tratamos de seguir una distribución que representase, grosso
modo, el panorama de la actividad académica del centro. La distribución
final fue la siguiente (tabla 1 y 2):
Con respecto a las entrevistas [EIC], se seleccionaron diferentes
informantes claves, con la participación y asesoramiento de un grupo de
expertos de la FAREM-Chontales, según las siguientes variables:
- Que tuviesen
conocimientos sobre VIH en
Juigalpa-Chontales: un docente que imparte en Enfermería y también es
médico ginecólogo en el Hospital de Juigalpa.
- Que fuesen profesores jóvenes y, por tanto, más
cercanos a las vivencias cotidianas y extra-académicas de los jóvenes
universitarios: dos profesores (hombre y mujer) con edades comprendidas
entre los 20 y 26 años.
- Que fuesen cercanos a los estudiantes, pero con
cierta edad, con objeto de facilitar otra visión distinta de la que
podía ofrecer un profesor recién egresado: dos profesoras (una más
liberal y otra más conservadora).
Para contrastar toda esta información, también se realizó un tercer
grupo de discusión con expertos en el ámbito del VIH que trabajan
cotidianamente atendiendo a personas en riesgo o que ya han sido
contagiadas [GD3]. Teniendo en cuenta que durante las diferentes
estancias de investigación desarrolladas en Nicaragua tuvimos la
oportunidad de participar en las reuniones de la Comisión Nicaragüense
contra el Sida (CONISIDA), les consultamos la posibilidad de que
participasen en esta investigación. De todos los participantes de
CONISIDA, representantes de diversas instituciones públicas y privadas,
seleccionamos, conjuntamente con la coordinadora de CONISIDA-Chontales,
a las personas más cercanas a la problemática y que por cuestiones
operativas podían participar. En esta ocasión, el grupo lo componían
cuatro mujeres:
- Enfermera, docente
de la FAREM-Chontales y
responsable de proyectos comunitarios en salud.
- Enfermera y coordinadora del componente VIH del
SILAIS-Chontales y coordinadora de CONISIDA en Chontales.
- Representante de Cáritas, coordinadora y
facilitadora de proyectos.
- Enfermera del Seguro Social.
Para el análisis de los datos, procedimos en primer lugar a la
categorización del contenido cualitativo. Esta categorización consiste
en asignar “categorías” a medida que se revisa el material y va
emergiendo el significado de cada párrafo, hecho o dato. A partir de
ahí, diseñamos unos esquemas sobre las relaciones que se daban en cada
uno de ellos. En este caso, hicimos una primera categorización manual,
para observar las interrelaciones con la información que se había
obtenido y, a partir de ahí, procedimos a formar familias de códigos
que representan las categorías.
El análisis y tratamiento de los datos cualitativos lo realizamos
mediante el software Atlas-ti, versión 5, cuyo objetivo es brindar
recursos tecnológicos para el análisis cualitativo, entre otros, de
datos textuales (
Chrobak,
Barraza y Rodríguez, 2014). Una vez cargados
al programa los documentos primarios, es decir, los datos brutos,
establecimos los códigos; estos códigos definidos son fundamentales
para proceder al análisis en el programa. A partir de ahí, vinculamos
ciertos fragmentos de las entrevistas con los códigos. l sistema
de categorías se encuentra dividido en trece marcos globales que
concuerdan en número y orden con el guión de la entrevista. Los códigos
generales dan nombre a la categoría a la que cada texto va a ser
referido. Son los sub-códigos los encargados de delimitar el núcleo de
las unidades de análisis (transcripciones) que, junto con los códigos
generales, dan nombre a los cincuenta códigos finales.
La codificación en investigación cualitativa es un modo sistemático de
desarrollar y refinar las interpretaciones de los datos (
Taylor y
Bogdan, 1986). Este proceso incluye la reunión y análisis de todos
los
datos que se refieren a temas, ideas, conceptos, interpretaciones y
proposiciones.La parte de codificación de las transcripciones
(entrevistas y grupos de discusión) se ha realizado adjudicando
exhaustivamente los códigos finales a cada unidad de análisis. Se ha
empleado un nivel analítico y de abstracción altos, orientados al
detalle en cada una de dichas unidades. Una muestra del tratamiento de
los datos en Atlas.ti aparece en la siguiente figura (figura 1):
Asimismo, en la siguiente tabla aparece todo el sistema de categorías,
con los códigos de análisis de contenido y las correspondientes
frecuencias (tabla 3):
Esta investigación contempló escrupulosamente los aspectos éticos; la
FAREM-Chontales de la UNAN-Managua aprobó las entrevistas y grupos de
discusión desarrollados y revisó el consentimiento informado. Las
identidades fueron resguardadas.
3. Resultados
3.1. La
problemática del VIH
La problemática del VIH es considerada en la sociedad chontaleña como
un eslabón no resuelto de índole cultural y social, una lacra social
que no evoluciona a medida que evoluciona la sociedad en su conjunto.
En el análisis de las pruebas cualitativas realizadas hemos determinado
un nivel de confianza cero por parte de los entrevistados hacia el
sistema, en general, como órgano social y como generador de cambio
cultural. Desde la opinión de los entrevistados, la población adolece
de un nivel educativo adecuado, considerándola vulnerable y/o sujeta a
riesgos sobre VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS):
“El
tema del VIH aunque ahora se hable mucho más de él, se sepa más de
él, sigue siendo un tema con problemas culturales, todavía hay mucha
gente que mira el VIH como algo de otro mundo, de otro planeta, y es
complicado a veces hablar de eso” (Entrevista Informante Clave –EIC-).
De la misma manera, la influencia de una sociedad machista crea
desconfianza hacia los valores culturales trasmitidos de generación en
generación; esto propicia que los jóvenes no terminen de adquirir una
base sólida respecto al VIH e ITS. La juventud nicaragüense va
avanzando, generando un cambio cultural en educación
teórica-profesional, pero no se acerca a la educación sexual, en el
sentido más amplio de la palabra:
“Los
arraigos del poder patriarcal son enormes y no se pueden quitar de
la noche a la mañana entonces la mujer a veces nos ha limitado desde
los estudios de primaria secundaria a no hablar de sexualidad en los
colegios hasta cuando ya entras en la universidad […] en un sector de
los estudiantes encontramos deficientes conocimientos del sexo y
planificación familiar dentro de la universidad.” (EIC)
En opinión de las personas participantes, se manifiesta la cuestión del
VIH desde un problema de salud a nivel local/nacional. El escaso nivel
educativo, ligado con una cultura en su mayoría basada en el
patriarcado, hace que la salud sexual de la población aparezca sin
valor real por parte de la sociedad en su conjunto. En este sentido,
los participantes reconocen que existe un alto factor de riesgo en la
población y admiten el VIH como un problema a tratar con urgencia
social llevado desde la problemática de la Salud.
El VIH, el sida y las ITS se consideran, además de una problemática
cultural y de salud, un problema educativo tanto a nivel formal como no
formal. En tanto que aspecto formal de la educación, en los análisis
observamos cómo el discurso subyacente de los entrevistados llega a
entender a la universidad como el motor generador del conocimiento en
sí, por lo que existe una confianza ciega en ella misma, aunque esta
función no llegue a materializarse. Otro de los aspectos observados es
que existe una preocupación real por cómo los docentes se forman y por
el hecho de que desde los niveles educativos más bajos existe cierto
ocultismo sobre la educación sexual y sobre enfermedades de trasmisión
sexual, lo cual repercute en una menor conciencia sobre dicho tema.
3.2. Procedencia,
problemática y factores implicados en la naturaleza
de la información que reciben los jóvenes
Los análisis de las respuestas dadas por las personas entrevistadas
ponen en tela de juicio el papel que las iglesias y las religiones
poseen como comunicadoras y educadoras de valores en educación sexual,
principalmente en las ideas acerca del VIH. Las familias con un fuerte
arraigo al pensamiento cristiano terminan usando como escudo los
pilares de dicha religión como transmisores de aquellos valores que
quieren trasferir a sus hijos e hijas en cuanto a las relaciones
sexuales y al uso de preservativo como método anticonceptivo o como
método para prevenir enfermedades venéreas. Los jóvenes que se inician
o se han iniciado en prácticas sexuales perciben la negativa de sus
familias hacia dichas prácticas y por ello las ocultan. La consecuencia
más directamente ocasionada por los valores religiosos viene a ser la
existencia de jóvenes con deseos de experimentar su sexualidad y las
relaciones sexuales, pero con prácticas de riesgo de contagio de
enfermedades, de VIH, y de embarazos no planificados o no deseados:
“Entonces,…
la iglesia, no sé de qué corriente, de qué razón evangélica
o apostólica, de cualquier corriente que sea, que nos ayuden a hablar,
porque hay que modernizar ese tema, y hablar de ello, porque son temas
prohibidos, igual que las relaciones sexuales, asimismo está prohibido
el tema del VIH. Como si no conectaran, integrados en una
iglesia, estos adolescentes…. [GD3]
La enseñanza de la educación sexual (en su concepción más amplia,
incluido el tema del VIH) en las aulas escolares con orientación
religiosa presenta muchas carencias. Desde la perspectiva religiosa, y
de acuerdo con lo expresado en el apartado anterior, existe una
tendencia a valorar y juzgar como inapropiado todo lo perteneciente a
la educación sexual. Por este motivo, sexualidad (e incluso
reproducción) y prevención de enfermedades de trasmisión sexual quedan
excluidas del currículum académico tanto en centros escolares de
primaria como secundaria:
“En los
colegios sí, sí se da cierta apertura
pero no por completo para hablar del tema. Principalmente en los
colegios que son de tendencia religiosa, casi no permiten que se hable
de estos temas”. [GD3]
El grupo de iguales es considerado como un factor influyente en las
relaciones que los jóvenes establecen entre sí y, por ende, en las
relaciones sexuales que pueden darse entre ellos. Son los propios
círculos amistosos los que en numerosas ocasiones empujan a la juventud
a llevar prácticas sexuales de riesgo, ya sea de contagio de VIH o de
otras enfermedades venéreas:
“Es que
incluso a veces tu amigo o tu
grupo con el que estás te motiva a que tengas relaciones para que des
el paso de niño a hombre”. [EIC]
Respecto al discurso empleado por las familias para informar a los
jóvenes sobre VIH y sida, se puede decir que viene marcado por un
fuerte carácter machista, tal y como se discute en el siguiente
apartado de análisis.
3.3. El machismo
como sesgo cultural, familiar y social
Antes de ahondar en estos resultados, brevemente se aborda el concepto
machismo para aclarar esta terminología. La organización United Nations
Children's Fund (
UNICEF, s.f.), define el
machismo como un factor
social y cultural de vulnerabilidad:
ya que la mujer está sujeta a la
voluntad de su pareja en cuándo y cómo
tener relaciones sexuales, poca o escasa capacidad para negociar el uso
del preservativo o condón, aún y cuando se reconozca que el compañero o
esposo tiene otras parejas sexuales. (p.12)
En la sociedad chontaleña, las expectativas sociales del machismo
acarrean un lastre social a todos los ciudadanos en materia de
educación sexual y en conocimiento sobre el VIH y sida en particular.
Existe una clara diferenciación de género en el discurso dado sobre el
sexo en su conjunto y sobre las ITS. Como datos relevantes para esta
investigación, hemos observado cómo las mujeres, influenciadas por una
cultura y sociedad básicamente fundada en el machismo, actúan de forma
recatada, inhibida y selectiva a la hora de mantener relaciones
sexuales. Por el contrario, a los hombres se les permite socialmente
elegir cuándo y cómo quieren tener relaciones sexuales.
Como patrón social y culturalmente establecido, encontramos la figura
del hombre cuyo número de relaciones sexuales significa mayor poder
entre el grupo de iguales, un mayor prestigio social y una identidad de
género mucho más segura, aunque ello suponga poseer un mayor riesgo al
contagio al VIH y otras ITS. En cambio, desde la perspectiva machista
para la mujer, la virginidad se considera como signo de reputación
social y como valía personal. Dentro de dicho mundo, sólo en el caso de
que la mujer comience una relación con una pareja con estatus de
“novio” se le permite socialmente tener –hasta cierto nivel- relaciones
sexuales. Ante el panorama observado en los análisis, una gran parte de
la población nicaragüense se ve influenciada por el machismo y, es más,
es la misma población la que perpetúa que dichos valores se sigan
trasmitiendo:
“Claro
que sí, hay una gran diferencia. Las mujeres chontaleñas y
juigalpinas por excelencia, son súper-reservadas sólo para el hecho de
tener relaciones, el hombre no, el chavalo anda buscando con mujeres,
sabe que puede contraer, lo sabe y puede estar claro de eso, pero su
meta es tener relaciones con mujeres y va a seguir ahí, y si no lo
puede con ella va a intentarlo con otra. Mientras que las mujeres no.
Es lo que te digo, la parte machista influye mucho, es la parte
cultural, las mujeres son… por la misma fuerza de la familia o
inducción de la familia en que no lo debe hacer.” [EIC]
“El grado cultural defecto que tiene
esta población… hay un
oscurantismo y más que todo en la mujer y por el machismo del 90% que
tiene esta población, es alta, el machismo es alto en esta población”.
[EIC]
Existe un obvio matiz de diferenciación del machismo según hablemos de
entornos rurales o urbanos. Como una consecuencia más del machismo
social en el contexto rural, el grado de emancipación alcanzado por
parte de las adolescentes es alto, considerándose una conducta
normalizada que desde los 12–13 años de edad comience a permitirse
socialmente la unión matrimonial de hombre y mujer. El trasfondo social
y cultural de dichas uniones radica en un deseo de independencia de la
mujer, cuyo núcleo familiar basado en el machismo crea y potencia el
deseo de independencia tanto de actividad vital como de sexualidad. La
problemática emerge cuando dichas jóvenes encuentran en el nuevo núcleo
familiar creado más signos machistas, en ocasiones con motivos y
valores más severos que los de la familia de procedencia. Junto a la
nueva vida matrimonial, los valores y comportamientos machistas se
reproducen crudamente, pues es el esposo quien, en lugar del padre,
tiene sujeta a voluntad y disposición a la joven:
“En
el campo eso sucede. Las muchachas, este, de matrimonio, de unión
libre a los doce o trece años y eso es normal. Súper normal. Pero es
por el medio de allí, porque las jovencitas quieren salir, de ese
hermetismo que la tienen los padres, quieren sentirse un poco
liberadas. Pero qué es lo que sucede, que se equivocan, porque después
se van a meter con un hombre que va con esa misma concepción y la
mantiene de la misma manera. Entonces qué sucede, allí es donde vienen
a verle aquellos que le llaman, cuando el hombre atenta contra la
mujer, […] ¡ay ay ay!, cuando el hombre ejerce la violencia. Cuando la
mujer no encontró lo que ella esperaba. Ella quería liberarse y se
encuentra con un hombre, que de igual manera la quiere tener encerrada
y sometida a todo lo que él dice. Entonces empieza el maltrato, viene
la violencia intrafamiliar.” [EIC]
El machismo, enfocado desde el punto de vista de la familia como
institución trasmisora de conocimientos, valores y actitudes es el
elemento responsable de la herencia cultural trasmitida de generación
en generación. Hemos observado una tendencia a considerar la familia
como encargada de enseñar a los descendientes todo lo relacionado sobre
las enfermedades de trasmisión sexual, sobre las relaciones sexuales en
general y sobre los riesgos que entrañan. Los análisis han destacado la
importancia de dicha comunicación en la familia, ya que cuando se
presenta como una carencia, la juventud es más proclive a la
promiscuidad y a poner en práctica relaciones sexuales de alto riesgo
de contagio de VIH e ITS. Se hace hincapié en la importancia de la
demostración del afecto entre padres y madres recíprocamente, y también
de estos hacia los hijos e hijas. Dicha demostración de afecto permite
tratar de forma natural el fondo amoroso de las relaciones
sentimentales y los lazos de unión paterno-filial en la familia,
además, es desde el propio núcleo familiar donde se potencia una mayor
apertura al entendimiento y comunicación de las enfermedades de
trasmisión sexual como el VIH. Desde este punto de vista, el clima
familiar se aleja de posturas machistas basadas en el arraigo cultural
y permiten progresar hacia la evolución de dichos conceptos:
“Mi
familia igual, me criaron de esa manera ya, que si tienes un novio,
que si tienes otro novio, pero nada de relaciones que eso es hasta el
matrimonio, entonces, te crían de una manera pero vos vas aprendiendo
[…] lo que te dice tu madre, andas con uno, andas con otro, andas
jugado de Cegua4 , o sea que una mano paso sobre vos, otra
mano paso
sobre vos y eso tiene que ver sobre los valores que tu familia te
inculca, pero si tu familia no te inculca eso y vos te dejas
influenciar por el resto del mundo, vos vas a hacer lo que el resto del
mundo hace y en ese sentido, pues, las mujeres más que todo, cometemos
el error de a lo mejor andar o tener relaciones sexuales”. [EIC]
La forma en que la cultura invade nuestro alrededor se aprecia en todo
lo que vivimos. En este sentido, la cultura es otro elemento más de
trasmisión de valores machistas hacia la sociedad respecto a las
enfermedades de transmisión sexual como el VIH; cómo nos enfrentamos
ante las relaciones sexuales desde sus inicios depende en gran medida
de ello. Durante el análisis de los datos, nos llamó especialmente la
atención la percepción que tienen las personas entrevistadas sobre la
cultura, entendida como elemento inamovible de la evolución de la
sociedad chontaleña.
En las zonas rurales existe poca o nula protección ante los riesgos de
infecciones y las enfermedades de transmisión sexual, mientras que los
embarazos no deseados llegan a estar un poco más controlados que este
tipo de enfermedades. Es decir, cuando las personas jóvenes se protegen
con un preservativo en sus relaciones sexuales lo hacen pensando más en
evitar un embarazo no deseado que en evitar el contagio de una
enfermedad venérea. En todo caso, los estudiantes y las estudiantes
-aun habiendo recibido educación básica sobre ITS y concretamente sobre
VIH- siguen mostrándose reacios en cuanto al uso del preservativo.
Estos resultados son congruentes con los datos aportados por numerosas
investigaciones desarrolladas a lo largo de todo el mundo (
Buhi y
Goodson, 2007;
Fergus,
Zimmerman y Caldwell, 2007;
Moreno et al, 2008;
Vinaccia et al, 2007). Nuestros análisis
han evidenciado que aún sigue
existiendo una sociedad machista en Chontales, aunque se aprecia cierto
atisbo de cambio de roles. Las jóvenes comienzan a ser un poco más
libres en los grupos de iguales y a comportarse de manera similar que
los jóvenes ante las relaciones sexuales, camuflándose en una falsa
igualdad de género:
“En
el campo no se usa mucha protección porque eso va en contra del
macho. Y hablar de condones o hablar de algún tipo de sistemas de
protección contra enfermedades pues no es muy usual. Entonces qué pasa,
se traslada esa información cultural del campo a la ciudad. […] Y
aunque tengan influencia de centros universitarios, de medios de
comunicación y todo eso, pero todavía prevalece en nuestros hogares de
Juigalpa y de Chontales, urbanos, ese tipo de elemento rural, de que no
se debe usar protección porque qué es eso, que no va dentro de las
costumbres”. [EIC]
3.4. Diferencias
educativas entre el mundo rural y urbano
Las diferencias educativas entre entornos rurales y urbanos respecto al
conocimiento general de sexualidad, VIH, sida, ITS, y otros aspectos
son muy destacadas. La sociedad rural desconoce mucha de la información
que poseen los jóvenes de la urbe, dándose un desfase cuando tienen
lugar los movimientos migratorios del pueblo a la ciudad. En el momento
en que la juventud pasa a estudiar a la universidad (ciudad) las
diferencias se hacen más notorias.
Si bien debería tomarse como un motivo para aprender más sobre el tema,
los jóvenes que migran de la zona rural caen en una dinámica de
prácticas sexuales de riesgo debido a su ignorancia. De forma
contraria, cuando el movimiento se da desde la urbe hacia el pueblo, lo
que se entiende como conocimiento en métodos anticonceptivos, VIH,
sida, enfermedades venéreas y otros queda en entredicho por el
escepticismo que los habitantes del pueblo tienen sobre ello. Es el
escepticismo en educación sexual en dichos ambientes lo que viene a
justificar la necesidad de formación.
En las entrevistas observamos el papel destacado que ocupan los medios
de comunicación en los entornos urbanos, en especial el acceso a
Internet. Dicho medio permite que los jóvenes puedan tener acceso a la
información sobre sexo e ITS. Es un recurso que según los participantes
se emplea en menor proporción en las zonas rurales, ya que el acceso a
Internet es deficiente o no se tiene conocimiento apropiado de su uso.
El manejo de los medios de comunicación con cierto nivel de soltura se
relaciona con la educación desde la escuela. Incluso, desde las
escuelas de las ciudades, se comienza a hablar de reproducción sexual
en humanos, pero en el medio rural dicha información se omite o no se
explica con naturalidad:
“El
joven del campo conoce una octava parte de lo que conoce el joven
de la ciudad. La mujer del campo conoce una dieciseisava parte de lo
que conoce alguien de la ciudad. En el campo que hay mucha gente que no
terminó la primaria o la secundaria, el tema se vuelve todavía más
extraordinario, es hablar de extraterrestres, de fantasmas, de cosas
que no existen, cómo le llaman, leyendas, leyendas urbanas y cosas por
el estilo. Sí hay una diferencia enorme […] Alguien que ha vivido en
Juigalpa tiene mejores oportunidades de escuchar a alguien hablar del
tema, quiera o no, estudie donde estudie, ha hablado con sus amigas y
tiene más conocimientos sobre el tema que ha encontrado, por ejemplo,
en Internet”. [EIC]
“En las comarcas de las fiestas
patronales….a las personas y….con la
misma ideología que tienen de machista, yo soy muy hombre, y cuántas
más mujeres soy más hombre”. [GD2]
“Me he dado cuenta que en ciertas
comunidades rurales, los maestros o
las maestras omiten las unidades de programación del Ministerio, todo
lo que tiene que ver con la sexualidad, eso no se puede dar, y se
tienen cohibidos, qué van a decir de mí…” [GD2]
3.5. Prejuicios,
sesgo cultural, desinformación y fobia al contagio
Durante los análisis, hemos observado el papel predominante que ejerce
la desinformación en torno a la temática del VIH y sida en la sociedad
chontaleña como barrera para la aceptación de las personas que sufren
dicha enfermedad. Los prejuicios, el rechazo, la discriminación y el
miedo al contagio se deben en gran parte al escaso conocimiento que la
población (en opinión de las personas entrevistadas) posee sobre la
enfermedad. Existen dudas respecto a los medios de contagio de la
enfermedad, creando una especie de barrera para no entrar en contacto,
ni siquiera verbalmente, con personas que puedan padecer el virus, de
ahí también que muchas personas oculten su estado para evitar ser
rechazadas; estamos hablando incluso de familias que rechazan a sus
propios hijos e hijas cuando la noticia del contagio por VIH se hace
pública entre sus miembros. Se siguen perpetuando mitos sobre las
personas y también sobre las formas de contagio, existiendo, en este
sentido, una alta correlación percibida con el nivel de conocimiento y
formación que posee la persona. Los estereotipos asociados
tradicionalmente al VIH continúan jugando un importante papel en la
justificación, desarrollo y mantenimiento de la estigmatización hacia
las personas seropositivas como han señalado ya otros autores (
Brooks,
Martín, Ortiz y Veniegas, 2004;
Dijker, Kok y Koomen, 1996;
Carrasco-Aldunate
et al., 2013). Por ello,
los casos conocidos entre
comunidades crean un estigma social encasillado en personas que han
abusado de las relaciones sexuales indiscriminadamente, sin protección
e, incluso, relacionándolas con el mundo de la prostitución y con la
homosexualidad masculina:
“Comúnmente
la gente cree que solo se acerca a alguien que tiene sida…
si hace lo contrario, que tal vez que porque estornude cerca, ahí ya,
entonces ahí se confunde VIH con sida y de ahí sale el miedo de que no
quieren hacerse la prueba, porque se van a sentir discriminadas si
alguien se da cuenta que es seropositiva, comienza la discriminación
por la falta de información”. [GD2]
La información mal canalizada se refiere a la existencia de algún tipo
de información respecto al VIH y al sida, pero que no ha sido asimilada
correspondientemente. Se pone de manifiesto el rechazo existente
especialmente en áreas rurales, donde la información además de ser
mucho más escasa que en la ciudad, se malinterpreta o no se asimila. En
este punto, entendemos que la educación en estos entornos ocupa un
papel importante: la información mal conducida lleva a las personas a
desvalorar el VIH hasta su extremo más bajo, pues en lugar de prestar
empatía y compresión hacia quien se ha contagiado, se limita a
encasillar e indagar cómo ocurrió dicho contagio: “
Sí, sí, la
información está, pero está mal manejada, mal canalizada, en esas áreas
rurales, ¿verdad? Si hay cantidad, de clichés, hay cantidad de…
pero sí, sí genera rechazo”. [EIC]
4. Análisis y Discusión
En este apartado se explotan y ponen en valor los resultados obtenidos
del estudio cualitativo. Se trata de ofrecer una panorámica amplia
sobre los comportamientos y prejuicios de los jóvenes chontaleños con
relación al sida. Saldrán a relucir aspectos como machismo, inequidad
de género, el papel de la familia, la universidad o el grupo de
iguales. El análisis y discusión generan evidencia científica, sin
duda, útil para el posterior diseño de estrategias de intervención
adecuadas al contexto de estudio.
Según Ramonda (
2005, p. 20):
la
inequidad de género que se acentúa culturalmente reproduciendo el
modelo machista al que los jóvenes “deben” responder sin atreverse a
preguntar ni a evacuar sus dudas, pone en riesgo tanto a las niñas como
a los niños y adolescentes de ambos sexos.
En este sentido, y aunque anteriormente definimos el machismo según
UNICEF, recogemos también la definición del Ministerio de Salud de
Nicaragua (
MINSA, 2010)
al considerarlo como un “estilo de vida
autoritario, individualista, preocupado de sí mismo, generalmente
atribuido a ciertos hombres” (p.8). Este estilo de vida puede ser, de
hecho, un factor importante para la propagación del VIH/SIDA. Así se
señala en el Plan estratégico nacional de lucha contra las ETS/VIH/SIDA
de Nicaragua, que señala la: “fuerte influencia que ejerce una práctica
sexual influida fundamentalmente por una cultura de tipo patriarcal”
(
Proyecto Acción SIDA de Centro América
[PASCA], 2000, p. 27). De esta
manera, dicho informe subraya que:
las características de la sociedad
nicaragüense hace que algunas
situaciones se conviertan en factores asociados al VIH/SIDA, entre los
que se destaca una cultura patriarcal, donde impera la actitud machista
y ejerce total control sobre la sexualidad y las capacidades
reproductivas de la mujer; sin obviar la influencia del sexismo y la
violencia generalizada que afecta cada vez más a las mujeres (
PASCA,
2000, p. 29).
En este sentido, el tratamiento para la mejora de la prevención del VIH
y de otras enfermedades de trasmisión sexual debe estar integrado en
acciones conjuntas, desde un giro cultural que aleje del machismo y
desde una mejora de la educación sexual , promoviéndose en primer lugar
desde el sistema educativo. Según los datos analizados, salud, cultura
y educación son, por tanto, tres puntos imprescindibles para que pueda
darse un cambio local en la salud:
“En
los jóvenes, por así decirlo, mis amigos, con las personas más
cercanas a mí, pues hablamos del tema siempre con miedo, de que te lo
puedan transmitir, de que lo puedas contraer, pero a la vez las
prácticas sexuales suelen no ser las que deberían de ser ¿no? Y muchos
de los muchachos, sobre todo en los varones, comenten errores
fundamentales, sabiendo las necesidades e importancia del uso del
preservativo pues muchas veces no lo hacen, y después andan con el
problema de qué va a pasar”. [EIC]
Se entiende, por ello, la universidad como agente social y educativo
con derecho y deber de llegar a todo el público a través de sus medios
y fuentes de difusión. La educación sexual, por ello mismo, no debería
ser una temática ajena a esta, sino que debería generalizarse en todos
sus departamentos y niveles. Se entiende que aún hay mucho camino por
recorrer en la universidad, sobre todo por la lacra cultural y el tabú
existente tanto en las aulas como en la vida cotidiana:
“La
universidad se ha preocupado por las charlas, por la información,
sobre todo el departamento de salud, es algo que yo siempre he
destacado en ello, que estén preocupados por esa parte, pero falta,
falta mucho trabajo, falta hacer entender a la gente muchas cosas. Los
tabúes son muy fuertes y muy arraigados en nuestra cultura”. [EIC]
El conocimiento no llega a los destinatarios como información objetiva,
asimilable y procesable, sino todo lo contrario: llega de forma sesgada
y llena de tabúes, con lo que la población joven se encuentra
vulnerable y puede presentar riesgo de contagio. La cuestión de la
educación sexual requiere una mejor preparación de los equipos docentes
en todos los niveles de educación formal, que lleguen a entender la
educación como un motor de avance social en beneficio de la comunidad.
Se trata de una apertura hacia la comunicación acerca del VIH y hacia
la eliminación de barreras culturales e ideológicas que marcan a la
sociedad chontaleña como una comunidad con escaso nivel educativo en
educación sexual:
“Nunca
la educación es demasiada. Siempre falta. Y ése ha sido un
factor muy importante y determinante para que nuestros hijos, los hijos
de nuestros hijos, puedan en el futuro tratar de ir disminuyendo eso,
ese potencial que es prevenir o evitar las enfermedades de transmisión
sexual”. [EIC]
Tal como más adelante se explicará, el machismo es una lacra en la
sociedad chontaleña, anclada tan fuertemente a su idiosincrasia que es
imposible que sus ciudadanos conciban una sociedad libre de ello. Este
hecho impide que la comunicación sea fluida dentro de la unidad
familiar sobre temas relacionados con el VIH, el sida, las relaciones
sexuales, los medios de anticoncepción y las formas de evitar riesgos
al contagio de enfermedades. Los padres y madres de familia no conceden
valor alguno a tratar abiertamente los temas sobre sexualidad, sexo y
riesgo, provocando que sea la juventud la más afectada en esta cadena
de omisiones de educación.
En este sentido, cuando la familia no ejerce íntegramente el papel
socializador que le corresponde, otras instituciones o factores vienen
a ocupar su lugar, ya sean los medios de comunicación o el grupo de
iguales. Según los datos recogidos en las entrevistas, las familias se
excusan en que dicha carencia comunicativa viene arrastrada por la idea
de que al hablar abiertamente y sin tabúes sobre estos temas, en lugar
de inculcar valores de prevención, estarían promoviendo o alimentando
la curiosidad de los jóvenes sobre el sexo:
“En la familia hay cierto
temor de preguntar porque los padres no, no son abiertos, a conversar
sobre este tema, principalmente con adolescentes. Hay mucho tabú en las
familias”. [GD3]
Los análisis evidencian la posición de las personas entrevistadas
respecto a la información de índole machista que, desde la propia
escuela y educación, se transmite a la sociedad. Las familias en
numerosas ocasiones no aprueban que los temas de educación sexual,
enfermedades de transmisión sexual, medios anticonceptivos y otros
semejantes sean tratados como currículum académico. En relación con el
párrafo anterior, existe un miedo latente a que se despierten deseos de
libertinaje sexual en la juventud. Se ha encontrado cierto
cuestionamiento a la propia labor docente, pues es el mismo profesorado
el que, en ocasiones, no se encuentra preparado para desarrollar una
temática de dicha índole y aunque existen ciertos cursos sobre
promoción de la prevención de enfermedades de trasmisión sexual, aún
queda un amplio camino por recorrer:
“Los
padres, en alguna medida, autorizan para que se hablen esas
temáticas con nuestros jóvenes; igual censuran lo que los docentes
dicen en las escuelas, que no se sienten con la responsabilidad de
tocar esas temáticas con sus hijos o con los miembros de su familia. No
se habla lo suficiente y me atrevo a decir de que lo poco que se habla
no es con el nivel de responsabilidad que se requiere”. [EIC]
La influencia que el grupo de iguales ejerce en la juventud
nicaragüense respecto a los ideales y las concepciones en temas
sexuales, enfermedades de trasmisión sexual, VIH y otros temas
relacionados es tan fuerte que en muchas ocasiones se presta mayor
atención a este grupo que a la familia o a la escuela-universidad. El
grupo de iguales ejerce un poder dominante hacia todos los miembros que
lo componen, por lo que si uno de sus miembros carece de información
fiable y válida, la trasmitirá al resto de compañeros y compañeras sin
contrastarla. En el momento en el que alguno comparte alguna
experiencia o algún riesgo de contagio de VIH, lo hará saber al resto;
lo cual puede ser beneficioso o contraproducente:
“Sí te digo que
influyen, los grupos influyen en la parte sexual incluso más de lo que
deberían, sobre todo cuando eres de las personas que acostumbras a
andar con bastantes amigos”. [EIC]
“En
mi grupo sí somos de seis a siete que nos ponemos hablar de cosas
así, entonces las personas que han tenido experiencia nos empiezan a
decir cosas y nos empiezan a aconsejar, entre los mismos jóvenes claro,
porque ya con adultos es diferente” [GD1]
5. Conclusiones
5.1. El machismo
influye en las relaciones sexuales en cuanto a la
utilización de métodos de protección.
En el caso de los hombres, se argumenta la ausencia de placer, el poder
de los medios de comunicación, la influencia del grupo de iguales y la
impunidad como algunos de los factores responsables de las conductas de
riesgo frente a la utilización de métodos de protección. En el caso de
la mujer, son el miedo y el pudor ante la familia los factores más
destacados que ponen en entredicho la protección en salud sexual. La
forma en que hombres y mujeres se expresan ante las relaciones sexuales
son diferentes, cada uno siguiendo las expectativas sociales marcadas
culturalmente bajo la sombra del machismo. Según esta idea, el hombre
ocupa un papel de superioridad frente a la mujer, manteniendo
relaciones sexuales sin ningún tipo de conciencia sobre la protección y
siendo alabado entre el grupo de iguales. Las mujeres parecen tener más
conciencia sobre la necesidad de utilizar métodos de protección, aunque
más enfocado hacia la prevención de embarazos no deseados que hacia la
protección frente a ITS.
La juventud femenina universitaria de Chontales maneja la información
sobre los métodos anticonceptivos de manera extraordinariamente
subjetiva. Por un lado, piensa que cuando se mantiene una relación
estable con una única pareja no es necesario usar preservativos porque
en cierta forma se “confía” en que la pareja no mantiene relaciones
sexuales con otras personas. Por otro lado, cuando las relaciones se
dan con parejas esporádicas siguen sin usarlo porque el compañero da
razones basadas en la disminución del placer o porque sería una herida
para su ego machista. Es decir, en todo caso y dentro del contexto
social nicaragüense, la mujer pierde capacidad de decisión y no es
libre de manipulaciones culturalmente aprehendidas. Por contrapartida,
los jóvenes relacionan -en mayor medida que las jóvenes- el uso de
preservativos en los casos de mantener relaciones sexuales con
trabajadoras sexuales o con parejas del mismo sexo.
5.2. La cultura
tradicional dificulta hablar abiertamente de la
sexualidad en las familias y entre iguales.
La cultura hermética, machista, con diferencias educativas entre zonas
rurales y urbanas, la escasa preparación del profesorado, los tabúes y
el miedo a la comunicación son los elementos perturbadores de la
educación sobre salud sexual. Las familias no hablan abiertamente de
sexo, ITS ni VIH por miedo a provocar respuestas de curiosidad en los
hijos más que de prevención. El grupo de iguales mantiene una cultura
centrada en el machismo, a costa de poner en riesgo la salud. En la
escuela, se encuentra escasa preparación docente respecto al tema
y jóvenes con escasa concienciación sobre la problemática. La
conclusión es, sucintamente, que existe: un entorno con una cultura
fuertemente machista, una educación poco adecuada y un sistema de salud
al que aún le queda por mejorar respecto a la prevención del VIH.
Dentro de este panorama, también cobra especial importancia la
religión, cuyo papel modifica las percepciones y conductas de los
padres y madres de familia, de docentes y de jóvenes para evitar las
relaciones sexuales antes del matrimonio. Al respecto, encontramos que
existe un deseo por parte de la comunidad a que las iglesias se
impliquen más abiertamente en este dilema social, pero no todas las
confesiones religiosas están de acuerdo.
5.3. Las prácticas
de riesgo no se producen por la falta de información
sino por falta de concienciación entre la juventud.
Entendiendo, desde la Psicología Social, la concienciación como la
expresión más compleja y sintética de lo real (
Covarrubias, 1995),
podemos decir que los jóvenes no son sensibles a las prácticas de
riesgo porque, en gran medida, las han “naturalizado”, considerándolas
un problema inevitable sobre el que han dejado de reflexionar. Digamos
que, a pesar de ser una sociedad con marcadas tendencias machistas y
muy religiosas, la información que se trasmite en las universidades y
escuelas es de cierta relevancia: cursos, jornadas, programas,
debates, son algunas de las actividades que se realizan
asiduamente; entre las cuales realmente, una de las propuestas más
significativas fue la idea de mantener en el tiempo las actividades en
forma de asignatura dentro de la universidad y no tratarlas como
actividades esporádicas ni únicamente realizarlas con motivo del Día
Internacional del Sida.
Con todo, la concienciación -a pesar de la información que se ofrece-
es muy escasa, pues los jóvenes reciben información no sólo de la
escuela, sino también de múltiples vías como las amistades, Internet,
la escuela, y la familia, lo que ocurre es que no toda esa información
es verídica, ni fiable, ni puesta en común. Cada una de dichas fuentes
posee sus propias ideas y, entre tanta explicación sin acuerdo, los
jóvenes deciden seguir haciendo lo que aprendieron por imitación e
inercia.
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39-50.
7. Agradecimientos
En primer lugar agradecemos a la Agencia Andaluza de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, España (AACID) por haber financiado
algunos de los trabajos cuyos resultados se recogen en este artículo,
mediante el proyecto “Reforzamiento de las capacidades docentes e
investigadoras en las áreas de Educación y Promoción de la Salud del
profesorado de la UNAN-Managua-FAREM Chontales de Nicaragua”
(Resolución 04/06/2012 de la AACID, Boletín Oficial de la Junta de
Andalucía de 28/06/2012). Muy especialmente, por su implicación
personal, respaldo y constante apoyo, le agradecemos al equipo decanal,
claustro de profesores y estudiantes de la FAREM-Chontales de la
UNAN-Managua de Nicaragua. También, queremos agradecer a la Comisión
Nicaragüense contra el SIDA (CONISIDA) y al SILAIS (Sistema Local de
Atención Integral en Salud) de Chontales por su enorme predisposición y
facilidades para la realización de este estudio
Notas
1 Universidad Pablo de Olavide. ESPAÑA.
iperper@upo.es
2 Universidad Pablo de Olavide. Departamento de
Educación y Psicología
Social. ESPAÑA. Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua.
NICARAGUA. jamormar1@upo.es
3 Universidad Pablo de Olavide. Departamento de
Educación y
Psicología Social. ESPAÑA. Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua,
Managua. NICARAGUA. dcobos@upo.es
4 Expresión regional que significa andar alelado
o distraído.