Magnitudes
y tendencias de la desnutrición en la niñez argentina durante la
primera década del siglo XXI
Magnitudes and trends of Argentinian childhood malnutrition during the
first decade of the twenty-first century
RESUMEN: En este artículo se
presentan las principales magnitudes y
tendencias que caracterizan a la desnutrición en la niñez argentina en
los primeros años del siglo XXI. Para abordar este problema se elaboró
un indicador denominado Tasa Integral de Mortalidad por Desnutrición en
la Niñez (TIMDN); se trata de un indicador de mortalidad que incluye
tanto las causas directas de desnutrición (Kwashiorkor, marasmo, etc.)
como aquellas asociadas a este problema, muchas veces contributarias al
cuadro nutricional. Se destacan entre estas causas las patologías
infecciosas, diarreas, sarampión, parasitismo, bronquiolitis, neumonía,
entre otras. El análisis multi-escala diacrónico y sincrónico permitió
detectar brechas, asimetrías y comportamientos diferenciados tanto en
la escala provincial como regional. En efecto, pudo observarse que,
mientras la tasa nacional disminuyó, operaron diferentes
comportamientos tanto regionales, con distintas magnitudes y
tendencias, como provinciales, con algunos casos incluso de
estancamiento y aumento de la desnutrición; esto resulta contrario a lo
operado en el marco nacional y relacionado con un proceso de
contra-transición epidemiológica señalado para el caso argentino. Con
los resultados hallados se espera colaborar en la ejecución de
políticas públicas específicas para aminorar y/o erradicar el problema
de la desnutrición en las provincias argentinas, atendiendo a las
especificidades que le son propias en cada territorio.
Palabras Clave: desnutrición
infantil, Argentina, siglo XXI, pobreza
ABSTRACT: In this article the
main magnitudes and trends that
characterize childhood malnutrition in Argentina in the early years of
this century are presented. To address this problem we developed an
indicator called Integral Rate of Mortality in Childhood Malnutrition
(TIMDN), an indicator of mortality which includes the direct causes of
malnutrition (kwashiorkor, marasmus, etc.) as those associated with
this problem, often contributory to nutritional frame. Prominent among
these contributory causes we found: infectious diseases, diarrhea,
measles, parasitism, bronchiolitis, and pneumonia, among others. The
multi-scale analysis (diachronic and synchronic) has detected gaps,
asymmetries and different behaviors in both the provincial and regional
levels. Indeed, it was observed that while the national rate decreased,
there have operated different regional behaviors, with different
magnitudes and trends, as well as different provincial behaviours, with
some cases of stagnation and increased malnutrition, contrary to what
operated in the national framework and related contrast with
epidemiological transition process, designated for the Argentine case.
With the founded results, it is expected to collaborate in the
implementation of specific public policies to reduce and / or to
eliminate the problem of malnutrition in the provinces, meeting the
specific needs for each territory.
Keywords: child malnutrition,
Argentina,
twenty-first century, poverty
Fecha de
recibido: 11
noviembre 2014 Fecha de
aprobado: 20 abril
del
2015
Fecha
de corregido: 13 marzo del 2015
A Joaquín y Tobías
1. Introducción
A fines de la primera década del siglo XXI, los países de América
Latina en general y Argentina en particular han registrado grandes
avances en el mejoramiento de sus condiciones de vida, los cuales
se caracterizan a su vez como notorios si se toma como referencia
principal la comparación con el decenio de los años noventa. Este
proceso reconoce a su vez el progreso de condiciones políticas y
económicas que favorecieron el reposicionamiento del Estado en la
programación e implementación de políticas públicas (Mercer, 2013). Sin
embargo, existen evidencias para contextualizar tales mejoras: por un
lado, se ha registrado en los últimos años de la década cierto
estancamiento y/o retroceso en algunas de las dimensiones fundamentales
del bienestar social, entre las que se encuentra la situación
nutricional de los niños (
Organización de las
Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura [FAO], 2014); y por otro, se detecta,
a
pesar de las mejoras, magnitudes elevadas aun de niños con problemas
nutricionales.
Ortiz-Andrellucchi, Peña Quintana, Albino Beñacar, Mönckeberg Barros y
Serra-Majem (2006) sostienen que la nutrición responde a diversos
condicionantes, “algunos fijos, como el potencial genético del
individuo; y otros dinámicos, como los factores sociales, económicos y
culturales, que pueden actuar en forma favorable o desfavorable” (p.
534) para el individuo. Una modificación en el equilibrio entre dichos
factores altera el cuadro nutricial pudiendo dar lugar a la aparición y
desarrollo de la desnutrición infantil (Ortiz-Andrellucchi et al.,
2006). Es conocido que una adecuada nutrición es fundamental para el
crecimiento y desarrollo del niño y la niña; la deficiencia en su
implementación, sobre todo en los primeros años de vida, tiene graves
consecuencias para el individuo y la sociedad a la que pertenece. Ya a
fines de los años sesenta era destacado que las consecuencias de la
desnutrición temprana, con sus secuelas de mutilación del sistema
nervioso y reducción de la capacidad de aprendizaje, son de tal alcance
que pueden mermar en alto grado la eficacia de los planes de desarrollo
de los países, consecuencias ratificadas también en estudios más
recientes (
Scrimshaw, 1968;
Leiva Plaza et al., 2001;
Martínez y
Fernández, 2006).
Al respecto varios estudios (
O’Donnell
y Porto, 2007;
Hommes y Soto,
1999; entre otros) coinciden en señalar que la falta de nutrientes
elementales como hierro y yodo producen deterioro de la función
cognitiva provocando un daño cerebral de carácter irreversible. En
Argentina en particular, la escasa o inadecuada dieta alimentaria actúa
como un severo condicionante que favorece dicho daño, lo cual conlleva
a consecuencias importantes en las funciones cerebrales del adulto
afectando sus habilidades, el perfil emocional y el comportamiento
social, lo cual incide a su vez en su productividad, nivel de ingreso y
nivel de vida. Asimismo, considerando la sociedad en su conjunto, se
destacan los impactos de la desnutrición en la niñez que se manifiestan
distintos aspectos de la población, tales como niveles más altos de
morbimortalidad, bajos rendimientos educativos y en la productividad,
“constituyéndose en uno de los principales mecanismos de transmisión
intergeneracional de la pobreza y la desigualdad” (
UNICEF, 2006, p. 8).
Según estadísticas del Programa Mundial de Alimentos de Naciones
Unidas, dependiente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF por sus siglas en inglés), en 2006 en América Latina la
desnutrición afectaba a casi 9 millones de personas menores de cinco
años (16%) (
UNICEF, 2006). Se agrega a esta
cifra 9 millones más de
niños y niñas con alto riesgo de desnutrirse debido a las condiciones
de pobreza en las que viven. De todos estos, una buena proporción se
localizan en países como Guatemala, Bolivia y Honduras.
Los promedios de desnutrición en Argentina serían relativamente bajos
si se considera el contexto latinoamericano. Sin embargo, ya a inicios
del siglo XXI la FAO destacaba que “si bien en Argentina la
disponibilidad de alimentos es suficiente y aun excedente para cubrir
las necesidades energéticas por persona y por día, parte de la
población tiene un acceso insuficiente a los alimentos” (2001, p. 12).
Asimismo, UNICEF (1995) había alertado a mediados de los noventa que el
censo de talla en escolares de primer grado realizado entre 1991 y 1994
presentaba un nivel de retardo de crecimiento particularmente elevado
en las provincias de Salta, Jujuy, Formosa, Chaco y Misiones, cuyo
panorama se asimilaba más al resto de América Latina que al propio
promedio nacional. Estudios de Britos (2003) y Calvo y Aguirre (2005)
describían que la forma de desnutrición prevalente en Argentina antes
de la década del 2000 era el déficit de talla o desnutrición crónica,
siendo el norte la región más afectada. Se perfilaban entonces
evidencias que mostraban un país con profundas asimetrías regionales.
La crisis político económica de 2001-2002 habría repercutido en forma
negativa en la situación nutricional del país. Distintos aspectos
socioeconómicos como la devaluación de la moneda, el proceso
inflacionario y el deterioro del empleo y la distribución del ingreso
“crearon las condiciones para un fuerte empeoramiento de la situación
alimentaria, provocando a su vez una grave crisis en el acceso a los
alimentos de gran parte de la población a comienzos del 2002” (
Longhi,
2012, p. 3). Específicamente durante ese año, el problema de la
desnutrición en la niñez argentina tomó una repercusión inusitada,
concentrado -originalmente- en la provincia de Tucumán
2.
Este hecho alertaba sobre la desigualdad del acceso a la salud
particularmente en la niñez y, de manera más general, sobre la
importante brecha en las condiciones de vida de su población. En este
sentido, planteaban Martínez y Fernández (2006) lo interesante del caso
de Argentina, que ha sufrido un fuerte fenómeno de contra-transición
epidemiológica en los últimos años, con la reaparición de enfermedades
controladas, tales como el cólera, dengue, malaria, tuberculosis y
desnutrición.
Finalmente, los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud
(ENNYS) realizada en 2004-05 revelaba una magnitud sorprendente de
niños y niñas afectados con anemia (llamada también desnutrición
oculta); por ejemplo, esta alcanzaba en Chaco el 36% de la niñez de 6 a
72 meses, siendo el valor nacional del 16.5% (
Durán, Mangialavori,
Biglieri, Kogan y Abeyá Gilardon, 2009). Este hecho evidencia un
claro
ejemplo de la “tiranía de los promedios” mencionada por Kliksberg
(2005)
3.
Esta situación habría sido gradualmente revertida desde el año 2003 a
partir de una intensiva aplicación de programas destinados a su
reducción (Plan Alimentario Nacional) y el mejoramiento de las
condiciones económicas y sociales del país. No obstante, se desconoce
la magnitud actual de la incidencia de la desnutrición en la niñez
tanto a nivel nacional como en las provincias y regiones, y el efecto
-atendiendo a las desigualdades mencionadas- de la aplicación de dichas
políticas.
En el contexto de un país que ha experimentado importantes progresos
macroeconómicos y un gran desarrollo e implementación de políticas y
programas directos e indirectos para la resolución de sus principales
problemas sociales, cabe preguntarse: ¿cuál es la incidencia de la
muerte por desnutrición de niños y niñas en los primeros años del siglo
XXI?, ¿qué tendencias presenta?, ¿qué características asume su magnitud
y tendencias en las respectivas provincias que integran el territorio?
En esta tarea cobran importancia radical la información disponible y
las metodologías de relevamiento, con relativa implicancia en la
identificación de la problemática así como en el conocimiento de las
políticas y programas tendientes a su resolución, formas de aplicación
y resultados obtenidos.
2. Fundamentos teórico-conceptuales
Siguiendo a Wanden-Berghe, Camilo, Culebras y Programa de Ciencia y
Tecnología para el Desarrollo (2010, p. 6)
la desnutrición es el resultado
fisiopatológico de una ingesta de
alimentos insuficientes; dicha insuficiencia se caracteriza a su vez
por su continuidad temporal y puede responder también a procesos en los
que la capacidad de absorción está disminuida o a defectos metabólicos
en los que existe una inadecuada utilización biológica de los
nutrientes consumidos.
Actualmente, según Macías, Quintero, Camacho y Sánchez (2009, p. 1130)
los conceptos de
nutrición/desnutrición se hallan atravesados por tres
dimensiones: la dimensión biológica, como un proceso indispensable para
el mantenimiento de la vida; la dimensión social, en la que intervienen
factores culturales tales como la religión, educación y hábitos
alimentarios, así como factores económicos; y la dimensión ambiental,
en la que se menciona la importancia de la sustentabilidad de alimentos
y la utilización de cultivos como medidas que no solo apoyan la parte
nutricional de las poblaciones, sino que también contribuyen a la
conservación del medio ambiente.
Longhi (2012, p. 82) reafirma los postulados de Oyhenart et al. (2007)
al sostener que
los determinantes de la desnutrición
pueden clasificarse en inmediatos,
subyacentes y básicos. Entre los determinantes negativos inmediatos se
encuentran las dietas insuficientes (en cantidad y calidad) y algunas
enfermedades, mientras en los subyacentes se encuentran la inseguridad
alimentaria, la falta de asistencia médica, el saneamiento deficiente y
las malas condiciones higiénicas, entre otros. Sin embargo, el
determinante básico principal es la pobreza. No obstante, es posible
identificar determinantes a nivel macro y micro que no solo inciden en
la prevalencia de desnutrición, sino también en la ocurrencia de
muertes en la infancia.
En estudios anteriores, Longhi (2010, p. 82) ha diferenciado dos
niveles de determinantes sobre el proceso de salud/enfermedad infantil.
Este autor indica que en un nivel macroinstitucional está incluida la
estructura socioeconómica de una región (proponiendo el concepto más
extenso de territorialización según Bolsi, Paolasso y Longhi 2005-2006)
la cual rige la aparición de enfermedades y su evolución, uno de cuyos
posibles resultados es la muerte. “Ante esta situación son la niñez y
las personas adultas mayores quienes son más vulnerables a las
enfermedades infectocontagiosas, y una política de atención destinada
al cuidado de estos grupos etarios les disminuye el riesgo de enfermar”
(
Longhi, 2010, p. 82). Él agrega que
también se diferencia dentro de la
estructura socioeconómica elementos relacionados a la política, la
ecología, la salud y la economía.
Asimismo, se puede distinguir que en el nivel microinstitucional
los determinantes de la estructura
socioeconómica son mediados al nivel
del hogar, donde el proceso de aparición y desarrollo de la enfermedad
es extremadamente dependiente del contexto familiar. Adquieren un papel
decisivo variables sociales como la educación, ingresos, calidad de la
vivienda, etc.; y biológicas –fundamentalmente en el caso infantil-
como la edad de la madre, dieta, condiciones de paridez, intervalo
intergenésico, etc. (
Longhi, 2010, p. 82)
Un término de relevancia significativa que logra articular ambos
niveles de condicionantes lo constituye la noción de estrategias de
supervivencia para el cuidado infantil. Según Longhi (2012, p. 83)
dichas estrategias
operan en el interior de los hogares,
incidiendo sobre el advenimiento
y desarrollo de la desnutrición en los niños, es el de estrategias de
supervivencia para el cuidado infantil, entendidas como ciertas
conductas y habilidades con las cuales enfrenta la familia ciertas
condiciones macro y micro institucionales. En el seno de la familia
surgen habilidades respecto a cómo satisfacer las necesidades de
manutención y reproducción de los miembros con los recursos
disponibles. Estas estrategias implican decisiones que afectan directa
o indirectamente la supervivencia, y constituyen una instancia
mediadora en el proceso de salud y enfermedad. Tales conductas tienden
a asegurar la reproducción biológica de la familia, preservar la vida y
efectuar todas aquellas prácticas, económicas y no económicas,
indispensables para la obtención de los medios de subsistencia y para
la socialización de la progenitura (Torrado, 1986). Una de estas
estrategias corresponde a la inclusión de la familia en una red social
estructurada y continua. Bronfman (2001) destaca el papel de estas
redes, sobre todo en familias pobres, ya que considera que ellas son
frecuentemente la única posibilidad de ayuda con que pueden contar y el
único soporte para aligerar las pesadas cargas de la vida cotidiana
4.
Por otra parte, cabe considerar siguiendo a Herkovits (2012) que el
proceso cotidiano de la producción del alimento concreto se halla
inmerso en una trama compleja que tiene como imperativo simbólico
evitar el hambre y velar por la tenencia diaria de la comida, y que
generalmente conlleva a reforzar los procesos de inanición y los
hábitos de malnutrición.
Queda claro que la presencia/ausencia de estas estrategias no participa
directamente en la ocurrencia de muertes, evita muchas veces que
accidentes y enfermedades lleguen a tener desenlaces fatales (
Longhi,
2012). En la figura 1 se detallan los factores mencionados.
A partir de lo expuesto hasta aquí es posible sostener la fuerte
relación que existe entre los fenómenos de la pobreza (en sus distintas
formas y manifestaciones) y la desnutrición (Longhi, 2012). Las
infecciones, ya sea por su prevalencia o por la vulnerabilidad que
generan, conforman un concepto clave y sinérgico en dicha
relación. En este sentido, si bien la adecuada nutrición sería la
principal solución para el problema de la desnutrición, por sí sola no
es suficiente, incluso el estado nutricional se agrava por la
frecuencia y severidad de las infecciones (
Scrimshaw,
1968). Esta
relación, como lo menciona Longhi (2012),
no determina ineludiblemente la
muerte, sino que la condiciona de
manera importante, y, aunque el circuito no termine necesariamente en
una defunción, las secuelas dejadas principalmente en los niños pueden
traer como consecuencia serias limitaciones tanto en sus aspectos
físicos, como psíquicos, cognitivos y afectivos, secuelas que a su vez
pueden incidir sobre los niveles de pobreza. (p. 83)
Sobre tales secuelas, José María Bengoa, uno de los referentes
mundiales en el estudio de la desnutrición infantil, mencionaba en una
autobiografía:
Al llegar a Sanare (Venezuela) me
llamaron la atención tres cosas
aparentemente independientes: la estatura baja de una gran parte de la
población, que pensé tendría un origen racial; en segundo lugar observé
que lo niños escolares no jugaban durante el recreo, sino que
permanecían sentados en la acera del patio y pensé que ello se debía a
que no tenían balones, aros y otros objetos de los juegos infantiles; y
finalmente me tuvo altamente preocupado la llegada al dispensario de
niños de 1 a 3 años de edad, hinchados, con dermatitis similares a las
quemaduras y una tristeza en la mirada que dolía el alma. Tuvieron que
pasar varias semanas para darme cuenta que las tres observaciones
tenían un mismo origen: el hambre, crónica en el primero, y segundo
caso; aguda, en el tercero (
Bengoa, s.f.,
párr. 18-19).
De esta forma se entiende que
la pobreza, determinante básico de la
desnutrición en la niñez, alude
siempre a una situación en que se encuentran las familias; dicha
situación no es la suma o el agregado más o menos independiente de
dimensiones o aspectos parciales, sino el cuadro situacional
estructural en el que se hallan, producto de su particular inserción en
la estructura socio-productiva, siendo esta la que determina la
posibilidad de acceder o no a determinados bienes y servicios (Moreno,
1995). La pobreza se manifiesta mediante algunas características
generales de los hogares tales como sus bajos niveles educacionales,
insuficiencias nutricionales, y una mayor precariedad en la actividad
laboral, lo que se define a su vez por una pertenencia a ocupaciones de
baja productividad, que generan escasos ingresos y que impiden
satisfacer integralmente sus necesidades más esenciales, materiales y
no materiales. Entendemos que en este contexto nace y se desarrolla la
desnutrición en la niñez. (
Longhi, 2013, p.
337)
Numerosos estudios (
Aguirre, 2000;
Oyhenart et al., 2007;
Calvo y
Aguirre, 2005;
Durán
et al., 2009;
Bolzán y Mercer, 2009;
UNICEF, 2011)
evidencian las situaciones de pobreza como causa básica de la
desnutrición, al punto de considerar las mediciones de pobreza como la
Línea de Indigencia como estimaciones de desnutrición por la
incapacidad de acceder a los alimentos básicos que dicho indicador
refleja. Todo esto en un contexto de creciente distancia entre el
precio de los alimentos y los ingresos monetarios de los sectores
populares (
Aguirre, 2005;
Herkovits, 2007;
FAO,
2014).
Al respecto Aguirre (2000) afirma que los obstáculos para tener a una
alimentación adecuada disponen en muchas casos dos fenómenos
coincidentes y que coexisten en el hogar: la desnutrición y la
obesidad. La primera se debe a la incapacidad para obtener suficientes
recursos para alimentarse (o la inadecuada absorción de nutrientes como
se indicó) mientras la segunda se radica en una inadecuada
alimentación, “con un desequilibrio energético importante. Los
alimentos que tienen a su alcance son productos industrializados, de
producción masiva, indiferenciados y baratos” (
Aguirre, 2000, p. 13).
La OMS ha llamado a este fenómeno “doble carga de la malnutrición”. Por
otra parte, la supuesta racionalidad en la asignación de la prioridad
del gasto en alimentos compite con otros bienes considerados necesarios
para satisfacer necesidades primarias (
Herkovits,
2012). Asimismo, las
deficientes condiciones de vida que se materializan en condiciones
habitacionales y de saneamiento deterioradas generan ámbitos de alta
vulnerabilidad que limitan a su vez el aprovechamiento biológico de los
alimentos (
Bertarini, 2011).
Por otro lado, “el ingreso/riqueza de los hogares o, más generalmente,
su situación socioeconómica no sólo es determinante del nivel de la
desnutrición sino que es un importante determinante de la distribución
de dicha desnutrición: cuanto más concentrada esté la riqueza, más
concentrada está la desnutrición crónica infantil entre hogares pobres”
(
Paraje, 2008, p. 7). En el marco de
estas consideraciones cabe señalar
que existe un acuerdo tácito tanto en los ámbitos profesionales,
sociales y culturales como en los organismos de gobernabilidad
internacional, regional, nacional y local en la necesidad de conocer la
extensión y características del estado alimentario de la población de
un área determinada, al tiempo que se señala en forma continua la falta
de información sobre este fenómeno y recomendaciones sucesivas a los
estados para resolver dicha falencia, escenario que es común a nivel
mundial y regional. Esta cuestión es central, ya que sobre la base de
una evaluación actualizada de la situación nutricional del país y en
vista de los diferentes factores que inciden sobre la desnutrición en
la niñez identificados en todos los niveles, las políticas de nutrición
desempeñan la función de establecer prioridades, traducirlas en
objetivos generales, luego en estrategias y programas de aplicación
directa que debieran ser monitoreados y evaluados.
3. Una propuesta metodológica: la tasa
integral de mortalidad por desnutrición en la niñez
El registro de la desnutrición infantil en Argentina no ha sido
sistemático, preciso ni representativo, características que vuelve
complejo su estudio y seguimiento. En la primera Encuesta de Nutrición
el registro de la desnutrición infantil se realizó en el año 2005
(
Ministerio de
Salud de la Nación, 2007b) y distinguió la desnutrición
infantil como un importante problema de salud pública para el país. No
obstante, hasta el presente no se ha revelado nueva información que
permita detectar las magnitudes y tendencias del problema.
Existen, sin embargo, los registros de mortalidad producidos por la
Dirección de Estadísticas e Información de Salud del Ministerio de
Salud de la Nación en el marco de la producción del Programa Nacional
de Estadísticas de Salud, disponibles –con distinta calidad- a partir
de la década del ochenta (
Ministerio de Salud
de la Nación, 2000,
2001,
2002,
2003,
2005,
2006,
2007a,
2008,
2009,
2010,
2011,
2012,
2013,
2014). Si bien
representan el cuadro situacional más trágico del
proceso de salud/enfermedad por el que discurre un individuo, permite
aproximarse al conocimiento anual del fenómeno a partir de análisis de
determinadas causas de muerte.
En este sentido, para cumplir con los objetivos propuestos, se
construyó la tasa integral de mortalidad por desnutrición en la niñez
(TIMDN). Se trata de un indicador que incluye la cantidad de muertes
registradas por dicha patología directamente o de modo asociado en
menores de cinco años, y las relaciona con la población menor de cinco
años del área seleccionada, expresada en cada mil menores.
De acuerdo con la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10),
identificamos en esta propuesta dentro de la categoría “desnutrición”
las siguientes patologías: anemias por falta de hierro (D50), anemia
por deficiencia de vitamina B12 (D51), anemia por deficiencia de
folatos (D52), otras anemias nutricionales (D53), anemia debida a
trastornos enzimáticos (D55), anemia hemolítica adquirida (D59),
Kwashiorkor (E40), marasmo nutricional (E41), Kwashiorkor marasmático
(E42), desnutrición proteinocalórica (E43-E46), deficiencia de vitamina
A (E50), deficiencia de tiamina (E51), pelagra (E52), deficiencia de
otras vitaminas del grupo B (E53), deficiencia de ácido ascórbico
(E54), deficiencia de vitamina D (E55), otras deficiencias de vitaminas
(E56), deficiencia dietética de calcio (E58), deficiencia dietética de
selenio (E59), deficiencia dietética de zinc (E60), deficiencia de
otros elementos nutricionales (E61), otras deficiencias nutricionales
(E63) y secuelas de la desnutrición y de otras deficiencias
nutricionales (E64). Asimismo, la desnutrición se encuentra asociada a
muchas otras patologías, las cuáles son consideradas por esta tasa para
sustentar la integralidad que le da el nombre al indicador. Dichas
patologías asociadas son:
- Enfermedades infecciosas
y parasitarias: se
distinguen en su interior el cólera, septicemias, tuberculosis, tos
ferina, sarampión, paludismo, Chagas, diarreas, leishmaniasis,
anquilostomiasis, parasitosis intestinales, entre otras. De acuerdo a
la CIE 10, se codifican desde A00 a B99 y afectan principalmente en la
época estival. Estas patologías incrementan las necesidades energéticas
y de proteínas, ocasionan pérdida de nutrientes y perturban la
normalidad del proceso digestivo de absorción (
Bove, 1986).
- Enfermedades respiratorias: se destacan la
neumonía, bronquiolitis, bronquitis, neumonitis, entre otras, todas de
gran incidencia en poblaciones vulnerables principalmente en la época
invernal.
Este enfoque integral de la desnutrición a partir de la consideración
de patologías asociadas se articula con el clásico estudio de Puffer
(1970), donde sostenía el carácter contributario de la
desnutrición sobre muchas otras dolencias.
El carácter integral de la tasa se sustenta al incluir en el análisis
defunciones cuyas causa básica son las enfermedades diarreicas agudas
(EDA) y las infecciones respiratorias agudas (IRA) que, de acuerdo a
las experiencias obtenidas en muchos países estudiados, son las
patologías más vinculadas con la desnutrición entre los 0 y 59 meses de
vida. El conjunto de estas patologías como causas de muerte permitiría
aproximarse a las causas básicas -muchas veces ignoradas- y de esta
manera precisar con mayor aproximación la magnitud de la desnutrición
como desenlace fatal. Se destacan así dos grandes factores
contributivos de la desnutrición: EDA y desnutrición, e IRA y
desnutrición. Dichos factores se explican en seguida.
a. EDA y desnutrición
Se han realizado importantes contribuciones sobre el sinergismo que
existe entre la desnutrición y la infección. Se entiende este
sinergismo como el efecto potenciado entre la aparición y desarrollo de
ambas patologías. De esta manera, la resistencia a la infección
disminuye en la niñez con trastornos de nutrición, simultáneamente, la
infección actúa agravando la desnutrición (las diarreas por ejemplo,
inhiben la ingestión normal de alimentos y la absorción de nutrientes).
Esta acción combinada y paralela de ambas situaciones genera así una
mayor trascendencia de la enfermedad (
Centro de
Sistemas de Antiquía
[CENSA], 2013).
De acuerdo con estudios de la Sociedad Argentina de Pediatría, “puede
considerarse que el 100 % de la carga de infecciones intestinales
parasitarias son atribuibles al ambiente, y son consecuencia de la
falta de un manejo adecuado de las excretas, deficiente provisión de
agua potable y malas prácticas de higiene” (
Ministerio de Salud
de la
Nación, 2007c, p. 69)
5 . La
transferencia puede suceder en
ámbitos
sociales como el hogar, la escuela o áreas recreativas que estén
contaminadas con heces (
Ministerio de Salud
de la Nación, 2007c).
Asimismo, Latham (2002, p. 27) sostiene que “las infestaciones
parasitarias, sobre todo las debidas a helmintos intestinales, son muy
prevalentes y que cada vez se ha demostrado más su efecto adverso sobre
el estado nutricional, especialmente entre quienes están parasitados”
6.
b. IRA y desnutrición
Tal como se mencionó anteriormente, el sinergismo entre la infección
diarreica y la desnutrición se replica también en el caso de las
infecciones respiratorias.. La calidad del aire interior y exterior de
las viviendas junto con los factores ambientales está directamente
relacionada con las enfermedades respiratorias agudas. El humo de
tabaco, la quema de combustibles sólidos y las condiciones de higiene y
aislación térmica de la vivienda contribuyen fuertemente a la carga de
enfermedad (
Ministerio
de Salud de la Nación, 2007)
7 .
Se conoce de manera amplia que los factores de la sub-alimentación
determinan que la población infantil se predisponga a enfermedades
infecciosas. Y éstas, al mismo tiempo, afectan la absorción de los
nutrientes necesarios para una adecuada nutrición, fortaleciendo el
sinergismo mencionado con anterioridad, lo cual redunda en una
profundización del cuadro de desnutrición (
Desnutrición en niños
menores de cinco años, s.f.).
La tasa construida así puede ser interpretada tanto en un registro
espacial (reconociendo las 23 provincias del territorio y sus regiones)
como en un análisis temporal anual (detectando evolución, magnitud y
tendencias del problema). El numerador de dicha tasa reúne todas las
defunciones de menores de cinco años por las patologías mencionadas; en
cambio, el denominador incluye la población menor de cinco años
calculada mediante interpolación censal.
La tasa construida presenta dos componentes: numerador y denominador.
El primero surge de fuentes relacionadas con las estadísticas vitales,
las cuales brindan información sobre las defunciones y sus causas. El
segundo surge de los datos de interpolación de la fuente censal, que en
el caso argentino se corresponde con los Censos Nacionales de
Población, Hogares y Viviendas de los años 2001 y 2010. En esta
propuesta se pretende superar, a partir de las causas asociadas, el
carácter extremo de la tasa, el cual fuera analizado por Longhi (2014).
Finalmente, la caracterización sociodemográfica se realizó mediante
indicadores sintéticos que reflejan las condiciones de vida de los
hogares y de la población infantil. Se consideraron prioritariamente
los referidos a los hogares dado que estos remiten al espacio en que
las personas participan de la distribución y organizan su consumo, y es
además el marco en que se definen las estrategias de vida en cuanto a
comportamientos demográficos básicos. Al final, estos indicadores
reflejan el entorno cotidiano en que se encuentra la niñez de menor
edad. Se consideran principalmente los siguientes indicadores:
-
Nivel de
cobertura del saneamiento básico de los
hogares: constituye un indicador sintético; describe las
condiciones
mínimas en que el hogar desarrolla sus funciones básicas de
reproducción cotidiana, relacionadas con la disponibilidad de agua y la
infraestructura necesaria para la preparación de los alimentos y la
eliminación de excretas en condiciones de salubridad adecuada.
-
El clima
educacional del hogar: es un indicador
sintético, también. Expresa el nivel educativo formal de los
adultos del hogar y se interpreta como una aproximación al capital
cultural. Los hogares cuyos integrantes tienen menores niveles
educativos se hallan en condiciones más desfavorecidas para desarrollar
las estrategias familiares que mejoren la calidad de vida de sus
miembros. La educación posibilita el acceso a información significativa
y también provee elementos que facilitan los medios de comprensión y
uso de esa información. Por último, el nivel educativo se asocia a la
calificación laboral e indirectamente al nivel de ingresos.
-
La incidencia de
Necesidades Básicas Insatisfechas
(NBI): este indicador es definido como una medida estructural
del nivel
de pobreza de los hogares, que se construye a partir de la delimitación
de cinco indicadores cuyos umbrales consideran niveles críticos de
carencia. Los hogares con necesidades básicas insatisfechas son los que
presentan al menos uno de los siguientes indicadores de privación: 1)
más de tres personas por cuarto; 2) habitan en una vivienda de tipo
inconveniente (pieza de inquilinato, pieza de hotel o pensión,
casilla, local no construido para habitación o vivienda móvil),
excluyendo casa, departamento y rancho; 3) no tienen ningún tipo de
retrete; 4) tienen al menos un niño en edad escolar (6 a 12 años) que
no asiste a la escuela; 5) en cuanto a la capacidad de subsistencia:
tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe no haya
completado el tercer grado de escolaridad primaria.
Estas tres dimensiones fueron analizadas independientemente a nivel
provincial, detectando variaciones respecto a los promedios nacionales
entre 2001 y 2010. Dicho análisis se operó sobre la base de los Censos
Nacionales de Población, Hogares y Viviendas 2001 y 2010 (
Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos, 2001 y
2010),
cuya base de datos se
procesó con REDATAM + SP V5Rev06.
4. El contexto nacional: un marco
general de interpretación
El análisis epidemiológico detecta que en los quince años que van desde
1998 hasta 2012, con distintas crisis y recuperaciones de los ciclos
socioeconómicos de la sociedad argentina, han fallecido 2471 personas
menores de cinco años por desnutrición específicamente y 24454 por
causas directamente asociadas a la desnutrición, lo cual totaliza 26915
personas menores de cinco años fallecidas por dicha condición. Es
preciso mencionar que estas cifras revelan solo un aspecto de la
desnutrición, tal vez el de menor trascendencia, ignorando la magnitud
de la carga y consecuencias que produce la enfermedad. Al respecto se
han logrado algunos avances con el objeto de medir y detectar la
incidencia de la desnutrición como enfermedad en el territorio
argentino. Entre tales avances se destaca la Encuesta Nacional de
Nutrición y Salud 2004/2005, la cual detectaba en la niñez de 6 a 72
meses 8,0% de acortamiento, 1.3% de emaciación y 10.4% de obesidad; la
prevalencia de anemia fue 16,5% en menores de 6 años y 35,3% en
personas de 6-23 meses; la prevalencia de deficiencia subclínica de
vitamina A en la niñez de 2-5 años fue a su vez del 14.3% (
Durán et
al., 2009)
8.
Al interior de estas muertes se detecta que domina como causa básica la
neumonía (23% de estas muertes). Le siguen en orden de importancia las
septicemias (16%), neumonitis (12%), diarreas (8%), desnutrición
proteinocalórica (8%), insuficiencia respiratoria (6%) y bronquiolitis
(5%). El 22% restante se compone de causas asociadas distribuidas en
noventa y siete patologías diferentes.
Llama la atención, entre otras cosas, la existencia de la muerte por
marasmo nutricional y Kwashiorkor en la Argentina del siglo XXI,
enfermedades típicas de países en vías de desarrollo o de otros
contextos históricos anteriores al actual. Estas muertes alcanzaron a
un total de ochenta y cinco personas menores, magnitud que se
acrecentaría si se considerara los fallecidos registrados bajo otra
causa y fundamentalmente si se detectaran aquellos niños que padecen
Kwashiorkor y marasmo y, aunque no fallezcan, continúan sus vidas con
un daño cerebral de características irreversibles.
En la Figura 2 puede observarse la evolución temporal de la TIMDN en
Argentina. Domina en la tendencia un sesgo claramente descendente; sin
embargo, se destaca un pico de mortalidad alrededor de los años
2001/2002, coincidente con la mayor crisis social económica y política
de la historia argentina (
Rapoport, 2004).
Después de ello, es clara la
recuperación del descenso estabilizándose alrededor del 0.4 y 0.5 por
mil.
El panorama nacional ofrece un contexto de interpretación general sobre
la problemática; no obstante, es preciso analizarla atendiendo a sus
diferencias en un contexto espacio-temporal. En este sentido se analiza
a continuación la evolución anual de la tasa según provincias agrupadas
en las distintas regiones del país (Figura 3)
9.
5. El contexto regional y los marcos
provinciales: derroteros disímiles y brechas persistentes
En la Figura 4 es posible diferenciar magnitudes y tendencias
regionales respecto al derrotero nacional. Se destacan no obstante como
características comunes la tendencia descendente, máxima en el caso de
la región Patagónica, con una tasa de decrecimiento media interanual
igual a -7.4%; y mínima en las provincias pampeanas, donde el indicador
mencionado presenta un decrecimiento medio del -3.3% anual
10.
Se destaca
también en casi todas las regiones la torre de mortalidad alrededor de
los años 2002/03, con la excepción de la región Patagónica, donde dicha
crisis parece no haber impactado sobre la tendencia descendente de la
tasa.
Se observan también brechas muy diferenciadas entre las regiones,
destacándose el Nordeste argentino con registros de la TIMDN entre tres
y cuatro veces superiores a la Patagonia, la cual ostenta los valores
más bajos del indicador. En este contexto, se destaca que, si hubiera
existido un enfoque equitativo en las políticas públicas implementadas,
habría tendido a lograr los mayores descensos en las regiones con los
registros más altos; empero, la evidencia detecta todo lo contrario.
Como pudo observarse, los mayores descensos relativos de la tasa se
obtuvieron en la región donde la magnitud de la TIMDN era la más baja
del país.
Para interpretar las brechas mencionadas se procuró identificar la
composición de causas que integran la TMIDN en cada una de las regiones
agrupando los quince años del periodo (Figura 5). Es posible
identificar, por ejemplo, la relevancia que adquieren las patologías
respiratorias en las regiones de Cuyo y Metropolitana, donde casi el
70% de la TMIDN está explicada por esta patología. La desnutrición
específicamente, alcanza a su vez los registros más elevados en el
Nordeste y Noroeste argentino, valores que coinciden con los relevados
por el ENNYS 2004/2005 (
Durán et al., 2009).
Finalmente, las patologías
infecciosas y parasitarias explican en casi un 40% los valores en la
tasa en el Noroeste y en la Pampa argentina.
Siendo de interés indagar sobre las particularidades de la desnutrición
en un nivel espacial menor, se desagruparon las regiones según las
provincias que las componen. Se presenta a continuación los resultados
de dicho análisis.
5.1. Cuyo:
territorio de grandes contrastes provinciales
La Figura 6 presenta la evolución de la TIMDN en las provincias
cuyanas. Lo más notorio de esta figura es el derrotero de San Juan,
donde el pico de mortalidad alrededor de los años de la crisis es tal
vez la más acusada de las provincias argentinas. Esto permite
conjeturar el efecto nocivo que produjo dicha crisis sobre la población
infantil sanjuanina. Se destaca, además, el carácter “adelantado” de
dicho pico, el cual comienza su ascenso ya en 1998. No cabe duda del
impacto regresivo que tuvo dicha crisis sobre la sociedad sanjuanina;
sin embargo, la tendencia descendente se recuperó a partir de 2004 con
un marcado descenso hasta 2009, momento a partir del cual se observa
nuevamente un crecimiento y distanciamiento de los registros del resto
de las provincias de la región.
Cabe indicar además que San Luis acusó una respuesta a la crisis menor
en su tasa, con un pico de mortalidad menos notoria; no obstante,
Mendoza no parece haber reaccionado ante la crisis mencionada. Se
conjetura en este sentido que las estrategias macro y micro
institucionales en esta última provincia habrían atenuado los efectos
de la crisis. Finalmente, es destacable también el paralelismo que
adquiere la tasa en Mendoza y San Luis, principalmente luego de la
crisis, con registros por debajo del 0.2 por mil sobre finales del
periodo de estudio.
5.2. Región Metropolitana: una brecha
sostenida en un contexto
fragmentado
La región Metropolitana (Figura 7) es la que reúne la mayor
concentración poblacional del país, con dos fragmentos territoriales
claramente diferenciados: la ciudad autónoma de Buenos Aires y los
partidos del Conurbano. La primera, además de presentar magnitudes más
bajas de TIMDN, sostiene un descenso paulatino solo interrumpido entre
2001/2004. Por el contrario, el conurbano se caracteriza por una mayor
irregularidad, ha mostrado un descenso excepcional en el año 2005 (con
valores muy próximos a los de la CABA); sin embargo, el estancamiento
posterior fue notorio estabilizando la tasa alrededor del 0.5 por mil,
lo cual en términos absolutos representa quinientas muertes infantiles
por estas patologías en un promedio anual.
5.3. Nordeste
Argentino: magnitudes elevadas en un contexto provincial
diferenciado
Pudo observarse anteriormente las elevadas magnitudes de la TIMDN que
caracterizan a esta región. Se observó también que el decrecimiento
medio interanual regional -una prioridad para las elevadas magnitudes
mencionadas- fue escaso en estas provincias, superado por las regiones
de Patagonia, Cuyo y Metropolitana. No obstante, se distinguen
diferentes contextos provinciales (Figura 8). Se observan registros más
bajos en Misiones y Corrientes, con una ausencia de respuesta a la
crisis del 2001-2003, respuesta a su vez que si fue importante en Chaco
y Formosa. Se observa también la importante brecha que separa a
Corrientes y Formosa, tanto a inicios como a finales del periodo, lo
cual coloca a Formosa -a pesar del relativo descenso que operó- como la
provincia donde más se manifiesta el problema de la desnutrición. Este
hecho debería constituir una prioridad para la política pública tanto
provincial como nacional.
Finalmente, a partir del año 2008, se observa en las cuatro provincias,
una marcada estabilidad en el comportamiento de la tasa, que incluso
presenta sutiles tendencias al aumento en el año 2012. Se trata de un
hecho que vuelve más evidente en el caso correntino.
5.4. Noroeste
Argentino: importantes asimetrías provinciales enmarcadas
en un proceso complejo
Puede detectarse en la Figura 9 un claro comportamiento dominado por la
heterogeneidad (
Osatinsky y
Longhi, 2014). Salta presenta valores
notoriamente más altos respecto al resto de las provincias, alcanzando
registros que duplican la TIMDN de Catamarca, la jurisdicción con los
registros más bajos en la región. Santiago del Estero muestra un
sostenido crecimiento de la TIMDN hasta el año 2010, momento en el cual
su derrotero presenta una marcada tendencia descendente. Jujuy y
Tucumán presentan un gran paralelismo en su comportamiento, con una
tendencia descendente que se ve abruptamente interrumpida en 2009 para
comenzar entonces un crecimiento de la desnutrición que, hasta 2012 al
menos, no presentó interrupción. Son notorias también las torres de
mortalidad durante la crisis y la posterior recuperación post-crisis;
sin embargo, dicha recuperación se interrumpe sobre 2005-2006, y a
partir de allí la tasa tiende a estabilizarse o a crecer. Finalmente,
La Rioja presenta una situación particularmente comprometida, ya que de
presentar el valor más bajo respecto a las provincias de esta región en
los inicios del período, pasó a tener en 2012 el segundo valor más
alto, superada por Salta solamente, con un sostenido crecimiento de la
tasa a partir de 2009.
5.5. Pampa
Argentina: particularidades provinciales en un territorio
diferenciado
El derrotero provincial de las jurisdicciones pampeanas se presenta en
la Figura 10. Si bien existen cuatro territorios que tienden al
descenso, se destaca por un comportamiento inverso la provincia de La
Pampa, la cual, a partir de 2005 -momento en el que alcanza el registro
más bajo de la región- experimenta sostenidamente un crecimiento sin
interrupción al menos hasta 2012. En los territorios que tienden a
descender, las magnitudes de la TIMDN son considerablemente diferentes.
Los casos más polarizados son el resto de Buenos Aires y Córdoba, con
valores en la primera de estas que duplica los registros cordobeses.
Las curvas de Entre Ríos y Santa Fe discurren con cierto paralelismo
durante el periodo, subrayando brechas similares y valores más bajos en
el caso santafecino, destacándose además un crecimiento de la tasa en
Entre Ríos constante a partir de 2008. Por último, son notorias las
torres de mortalidad en la crisis 2001-2003, con excepción de Córdoba,
cuyas bajas magnitudes parecen no haber sido afectadas por la crisis.
5.6. Patagonia:
mínimas magnitudes y tendencia descendente
La Figura 11 presenta la evolución de la TIMDN en las provincias
patagónicas. Cabe destacar como característica principal -como se
argumentará anteriormente- las magnitudes mínimas y el mayor descenso
operado respecto al resto de las regiones analizadas. Se destaca además
la ausencia de picos de mortalidad que se observaran en la mayoría de
las provincias argentinas; no obstante, es notorio un pico de
mortalidad en Neuquén y Tierra del Fuego en 2005 y en Chubut en 2007.
Estos, si bien son notorios, no llegan a contrarrestar la tendencia
descendente en la mayoría de las provincias. Respecto a esto, la
excepción la constituye Santa Cruz, con valores bajos que tienden a un
sutil aumento durante el periodo de estudio, pasando de ser la
provincia con los registros más bajos en 1998 a presentar los registros
más altos en 2012.
5.7. Una propuesta
tipológica de clasificación
Sobre la base de lo analizado, y con el objeto de realizar una
tipología que permita simplificar de alguna manera la complejidad de
los resultados expuestos, se elaboró la Figura 12. Para realizarla se
calculó un valor medio provincial de magnitud (resultado de promediar
las distintas tasas anuales) y se definió el valor de la tendencia
(calculada al promediar los valores de la tasa de crecimiento medio
interanual). Se definió la ubicación de cada provincia respecto a los
valores de ambas variables y se definieron cuatro cuadrantes (A, B, C y
D) sobre la base del valor medio de ambas variables. En este sentido,
se pudo definir cuatro tipos de provincias respecto a la magnitud y
tendencia de la TIMDN. Ellos son:
- Provincias tipo A: incluye a Chubut, Mendoza, Río
Negro, Neuquén, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Catamarca, CABA y Jujuy. A
partir de lo señalado y atendiendo a las particularidades de cada una
de ellas, es posible afirmar que en este grupo de jurisdicciones tanto
la tendencia como la magnitud de la TIMDN han sido las menores en la
década de estudio.
- Provincias tipo B: involucra a Chaco, Salta,
Corrientes, Conurbano y Santiago del Estero. En ellas se destacan
aspectos controversiales en la TIMDN, ya que si bien sus magnitudes son
altas, el descenso operado ha sido lo suficientemente meritorio como
para conjeturar que en un futuro puedan disminuir notablemente las
magnitudes elevadas que aun las definen. Nótese, sin embargo, que el
aspecto positivo mencionado en su tendencia es apenas meritorio, ya que
se posicionan de manera muy próxima a la línea media que divide la
tipología.
- Provincias tipo C: contiene a Entre Ríos, Resto de
Buenos Aires, Tucumán, La Pampa, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Se
replica también en este conjunto ciertas controversias mencionadas en
el tipo anterior, aunque diferentes. Las magnitudes son relativamente
bajas, pero la tendencia no lo suficiente como para colocarse por
debajo de la media nacional. Incluso, a partir de los resultados
expuestos en el apartado anterior, revisten la posibilidad de aumento
de los registros en un futuro próximo las provincias de Entre Ríos, La
Pampa y Tucumán.
- Provincias tipo D: incluye a Formosa, Misiones, San
Juan y La Rioja. Se detecta en estas una magnitud elevada (muy elevada
en el caso de Formosa) con una tendencia baja lo que manifiesta cierta
inmovilidad respecto a su condición. Este conjunto debería constituir
una prioridad para las políticas públicas que busquen aminorar y/o
erradicar el problema de la desnutrición infantil.
6. Exploración probatoria a partir de
otras fuentes de información: la
herramienta censal y la validez de la desnutrición detectada
Se construyeron tres indicadores que, dada su fuerte asociación con la
desnutrición (ver Figura 1) y su registro en la cédula censal, permiten
tanto probar la magnitud como detectar las variaciones y tendencias de
la desnutrición hallada en la niñez argentina y, a la vez, detectar
posibles factores vinculados en cada jurisdicción. Dichos indicadores
son los siguientes:
a) Saneamiento básico: se mencionó anteriormente las implicancias que
tiene el hábitat y la vivienda en el desarrollo de patologías
infecciosas y respiratorias vinculadas a la desnutrición. Sostiene en
este sentido la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) que agua
y saneamiento constituyen derechos humanos fundamentales, “dado que
ambos son esenciales para prevenir la desnutrición, las enfermedades
infectocontagiosas y la mortalidad materno-infantil” (
CEPAL, 2014, p.
77).
Se calculó en cada provincia la proporción de hogares que utilizan agua
procedente de lluvia, río, canal, arroyo o acequia y que además
utilizan para la eliminación de excretas un inodoro sin descarga de
agua o no poseen inodoro. Dicha cantidad se relacionó con el total de
hogares obteniendo una proporción.
b) Analfabetismo: se construyó mediante el cálculo de la población
mayor a catorce años que no sabe leer ni escribir.
c) Pobreza: dada la imposibilidad de comparar los resultados del Índice
de Privación Material de los Hogares (IPMH), cuyos datos no fueron
procesados en 2010, es preciso recurrir al método de las necesidades
básicas insatisfechas (NBI). En este caso, se calculó la proporción de
hogares en cada provincia con NBI.
En la Tabla 1 puede observarse que, en relación al saneamiento básico,
solo dos provincias que estaban en 2001 por encima del promedio
nacional han descendido en 2010 por debajo de dicho promedio. Se trata
de La Rioja y Catamarca. Esta situación ayudaría a interpretar el
descenso sostenido de la TIMDN de Catamarca, pero no así el incremento
al que se ha visto sometida la población riojana. Se conjetura entonces
el mayor peso de otros factores vinculados a dicho incremento, hecho
que con el análisis aquí realizado no podríamos explicar.
El resto de las provincias, más allá de sus variaciones, se presentan
en una situación de estabilidad, es decir, tanto las que estaban por
encima del promedio como por debajo en 2001 continúan en idéntica
situación en 2010. Se observa, además, una relación totalmente directa
entre magnitud y variación, siendo las provincias más deficitarias en
materia de saneamiento las que mayor proporción han disminuido; así se
alcanza el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que erradicó este
problema en su territorio en 2010. Contrario a lo observado
anteriormente con la TIMDN, las variaciones en el saneamiento básico
tienden a aminorar la brecha.
En la Tabla 2 se observa la proporción de población mayor a catorce
años analfabeta. Se distingue idéntica estabilidad respecto a la tabla
anterior, con excepción de Neuquén, la única provincia que presentando
proporciones por encima del promedio nacional logró reducirlas
significativamente en 2010. Respecto a las variaciones se distingue
también que las provincias con mayores magnitudes fueron las que
operaron mayor descenso; sin embargo, se destaca el caso de Tucumán,
cuyo descenso en analfabetismo ha sido mínimo y, siendo una provincia
con magnitudes críticas, no logra posicionarse en el conjunto de
jurisdicciones críticas que obtuvieron descensos significativos. Esta
situación podría estar relacionada con el aumento en los últimos años
de la TIMDN tucumana.
Finalmente, la Tabla 3 presenta la proporción de hogares con NBI. Se
destaca también la estabilidad mencionada en los análisis anteriores,
solo que en este caso las provincias que aumentan su pobreza por encima
del promedio nacional de 2010 fueron La Rioja y Tierra del Fuego. Esta
situación se articula en el caso riojano con los hallazgos anteriores
que denotaban un empeoramiento de su problemática nutricional, no
evidenciada como se mencionó al analizar el saneamiento básico. El caso
de Tierra del Fuego, en cambio, no podría explicarse con las
herramientas aquí utilizadas.
Las variaciones denotan también mayores descensos en las provincias más
pobres. Se destaca la importante reducción de la pobreza operada
en Entre Ríos, que sin pertenecer al núcleo de provincias con mayor
pobreza (las incluidas en las regiones NOA y NEA) ha mostrado una
proporción de descenso similar a estas.
En las tres variables analizadas las provincias más críticas, es decir
aquellas que persistieron tanto en 2001 como en 2010 por encima del
promedio nacional, fueron Jujuy, Salta, Misiones, Chaco, Santiago
del Estero y Formosa. La articulación que presentan con la TIMDN es
altamente positiva, lo cual valida las variables aquí expuestas como
asociadas en alto grado a la desnutrición infantil. Cabe sostener
finalmente que, si bien operaron importantes descensos en estas
jurisdicciones, no fueron suficientes para romper el umbral definido
por el promedio nacional y se constituyen, por los motivos señalados,
de suma prioridad para la política pública.
7. Conclusiones
La desnutrición infantil conforma el principal núcleo duro de privación
y exclusión que debería ser prioritario en las políticas públicas.
Existen muchas barreras para su conocimiento y análisis, que dependen a
su vez de la escala que se utiliza y las fuentes que se empleen.
Nuestro estudio, una investigación de escala nacional con enfoque
diacrónico y sincrónico, difícilmente pueda haberse realizado sobre la
base de encuestas y muestras poblacionales. En tal sentido implicó la
formulación y desarrollo de herramientas metodológicas y conceptuales
que permitieran abordar el problema con cierta precisión.
¿Cómo evolucionó la desnutrición infantil en Argentina? ¿Qué magnitudes
presenta actualmente? ¿Cuáles fueron las tendencias regionales y
provinciales dominantes? Estas fueron las principales interrogantes que
pretendieron ser respondidas en la investigación. El desarrollo
metodológico para responder dichas interrogantes implicó la
construcción de un indicador susceptible de aproximarse con cierto
grado de precisión a la problemática estudiada que tuvo a su vez su
correlato en un modelo teórico conceptual. La tasa integral de
mortalidad en la niñez por desnutrición (TIMDN) pretendió alcanzar
tales requisitos. Esta tasa -que se convierte de alguna manera en
un indicador extremo al considerar solo la mortalidad y no la
morbilidad- brindó gran precisión en sus resultados, e incluyó no solo
las muertes directas por desnutrición, sino también aquellas asociadas
a un cuadro nutricional, entre las que figuran las diarreas,
septicemias, neumonías, bronquiolitis, parasitismo, sarampión, entre
otras que ante su aparición y desarrollo ponen de manifiesto el grado
de vulnerabilidad nutricional en el que se encuentran determinadas
poblaciones.
El cálculo y análisis de esta tasa, tanto en un enfoque diacrónico -que
va desde 1998 hasta 2012- como en un enfoque sincrónico -al
analizar tanto el marco nacional, regional y provincial-, permitió
hallar resultados que confirman: a) un proceso de contra-transición
epidemiológica argentina, con la reaparición de ciertas patologías
controladas asociadas a la desnutrición, b) el crecimiento de la TIMDN
en determinadas jurisdicciones, y c) la existencia de magnitudes muy
altas en algunas de ellas. Estas características profundizan una brecha
socioeconómica que consolida una fragmentación socio-territorial con
profundas consecuencias en el bienestar de la población, que se
expresan a su vez en el plano social, económico, político, cultural e
incluso con alcances éticos y morales.
Se ha observado que, a pesar de grandes avances en materia de reducción
de pobreza y mejora de las condiciones de vida en la población infantil
en los primeros años del siglo XXI -notorios si se los compara con la
década del noventa-, se destacan las magnitudes increíbles que alcanzan
las cifras de desnutrición infantil en Argentina. Si bien la TIMDN
argentina ha descendido, pasando de valores de 0.8 a 0.4 por mil en
2012, esto solo implica un marco de interpretación general, ya que
algunas regiones duplican estos registros y, en su interior, se
encuentran provincias que incluso mostraron un incremento de la tasa
-notorio en los últimos años de la década-, entre las que se encuentra
a San Juan, La Rioja, Tucumán, Jujuy, La Pampa y Santa Cruz. Asimismo,
diferentes patologías inciden en cada jurisdicción, con lo cual se
detectan áreas con un mayor aporte de patologías infecciosas o
respiratorias en un cuadro nutricional. Esta diferencia implica
políticas diferenciadas para atender problemas nutricionales
específicos en cada área.
Se elaboró además una propuesta tipológica que permite clasificar a las
provincias según la magnitud media de la TIMDN y su tendencia
dominante. En este ejercicio se detectó la criticidad que asume el
problema especialmente en Misiones, La Rioja, San Juan y Formosa (de
modo especial en esta última); en estas jurisdicciones se observa una
magnitud elevada combinada con una tendencia baja, lo cual expresa
cierta inmovilidad respecto a su condición. Este conjunto debería
constituir una prioridad para las políticas públicas que busquen
aminorar y/o erradicar el problema de la desnutrición
infantil.
Finalmente, se validó la TIMDN con algunos de los principales factores
relacionados con la aparición y desarrollo de la desnutrición en la
niñez. Se calcularon proporciones de hogares con saneamiento
insuficiente (mala calidad de provisión de aguas y deposición de
excretas), analfabetismo y pobreza. En este ejercicio nuevamente se
destacan algunas provincias norteñas por presentar valores críticos en
las tres variables analizadas.
Lejos de ser una cuestión del pasado, la desnutrición en la niñez
constituye uno de los problemas de mayor relevancia en la actualidad;
se identifican a partir de su concentración, por lo menos, diferentes
territorios con condiciones de vida disímiles que conviven en el marco
de una misma nación. Las evidencias halladas muestran que la
desnutrición, a pesar de haber descendido, presenta magnitudes que la
posicionan como uno de los más importantes problemas nacionales de
salud pública, influyendo en gran medida en las altas tasas de
morbilidad y mortalidad infantil, así como en la prevalencia de ciertas
enfermedades crónicas, difíciles de cuantificar. Asimismo, el costo
económico de la enfermedad es muy alto (gastos hospitalarios,
productividad, gastos en educación, menor poder adquisitivo, etc.) y el
daño cerebral irreversible que genera también es complejo de
cuantificar.
8. Referencias
Aguirre, P. (2000). Aspectos
socioantropológicos de la obesidad en la
pobreza. En Organización Panamericana de Salud, La obesidad en la
pobreza: un nuevo reto para la salud pública (pp. 13-26). Washington,
D.C.: Autor.
Aguirre, P. (2005). Estrategias de
consumo: qué comen los argentinos
que comen. Buenos Aires: Ciepp.
Bengoa, M. J. (s.f.). Breve biografía.
Universidad de Alicante.
Recuperado de
http://www.ua.es/es/presentacion/doctores/bengoa/bibliografiabengoa.html
Bertarini, J. (2011). Evaluación del Estado Nutricional
materno-infantil y Patrones de consumo maternos (tesis de Licenciatura
en Nutrición). Universidad de Fasta. Facultad de Ciencias Médicas, Mar
de Plata, Argentina. Recuperado de
http://redi.ufasta.edu.ar:8080/xmlui/handle/123456789/304
Bolsi, A., Paolasso, P. y Longhi, F. (2005-2006). El Norte Grande
Argentino entre el progreso y la pobreza. Población & sociedad,
(12), 231-270. Recuperado de
http://www.researchgate.net/publication/45842626_El_Norte_Grande_Argentino_entre_el_progreso_y_la_pobreza
Bolzán, A. y Mercer, R.
(2009). Seguridad alimentaria y retardo crónico
del crecimiento en niños pobres del norte argentino. Archivos
argentinos de pediatría, 107(3), 221-228.
Bove, M. I. (1986). Desnutrición: un
problema actual. Montevideo:
Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo.
Britos, S. (2003). Crisis 2001-2002:
pobreza, precios y alimentos.
Buenos Aires: Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI).
Bronfman, M. (2001). Como se vive se
muere. México: Centro Regional de
Investigaciones Multidisciplinarias.
Calvo, E. B. y Aguirre, P.
(2005). Crisis de la seguridad alimentaria
en la Argentina y estado nutricional en una población vulnerable.
Archivos argentinos de pediatría, 103(1), 77-90.
Chaco: conmoción por la muerte de un niño Qom de siete años afectado
por tuberculosis. (2015). La Nación. Recuperado de
http://www.lanacion.com.ar/1758069-chaco-conmocion-por-la-muerte-de-un-nino-qom-de-siete-anos-afectado-por-tuberculosis
Centro Mandela DD.HH. (2015). Institucionalmente se confirma el
ocultamiento de que el niño qom Néstor murió de tuberculosis y de
desnutrición, asociada a dicha enfermedad. Recuperado de
http://www.centromandela.com/?p=10751
Centro de Sistemas de Antiquía
[CENSA].
(2013). Guía de aprendizaje.
Alimentación y Nutrición [ficha técnica]. Medellín, Colombia: Autor.
Recuperado de
http://www.censa.edu.co/portal/userfiles/files/Guia_En_Alimentaci%C3%B3n_Nutrici%C3%B3n.pdf
Cesani, M. F.,
Zonta, M. L., Castro, L., Torres, M. F., Forte, L. M.,
Orden, A. B. y Oyhenart, E. E. (2007). Estado nutricional y parasitosis
intestinales en niños residentes en zonas urbana, periurbana y rural
del partido de Brandsen (Bueno Aires, Argentina). Revista Argentina de
Antropología Biológica, 9(2), 105-121.
Comisión Económica para América Latina
[CEPAL].
(2014). Panorama Social
de América Latina. Santiago de Chile: Comisión Económica para América
Latina.
Desnutrición
en niños menores de cinco años. (s.f.). Recuperado de
http://www.bvsde.paho.org/texcom/nutricion/wfp199553/Desnutrici%C3%B3n.pdf
De Weert, Joaquín. (2015). Chaco:
murió por desnutrición y tuberculosis
un niño de 7 años. Infobae. Recuperado de
http://www.infobae.com/2015/01/07/1619382-chaco-murio-desnutricion-y-tuberculosis-un-nino-7-anos
Durán, P.,
Mangialavori, G., Biglieri, A., Kogan, L. y Abeyá Gilardon,
E. (2009). Estudio descriptivo de la situación nutricional en niños de
6-72 meses de la República Argentina: Resultados de la Encuesta
Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS). Archivos argentinos de
pediatría, 107(5), 397-404.
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
[UNICEF].
(1995). Censo
de talla de escolares de primer grado. 1991. Informe de los resultados.
Buenos Aires: Autor.
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
[UNICEF].
(2006).
Desnutrición infantil en América Latina y el Caribe. Desafíos, (2), 3.
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
[UNICEF].
(2011). La
desnutrición infantil. Causas, consecuencias y estrategias para su
prevención y tratamiento. España: Autor.
Herkovits, D. (2007). La construcción
de la malnutrición Infantil: Una
Etnografía sobre las condiciones y posibilidades que contribuyen a su
producción y reproducción en hogares pobres de la Ciudad de Buenos
Aires (tesis doctoral) Centro de Estudios de Estado y Sociedad,
Argentina.
Herkovits, D. (2012). Las fronteras de
la medicalización: tensiones en
torno a la identificación y valoración de la desnutrición infantil en
un centro de atención primaria de la ciudad de Buenos Aires. Ciênc.
saúde coletiva, 17(9), 2543-2551.
Hommes, R., y Soto, C. (1999).
Determinantes socioeconómicos de la
mortalidad infantil en países en desarrollo: un estudio de corte
transversal. En Cárdenas, M. y Lustig, N. (comp.), Pobreza y
desigualdad en América Latina (pp. 187-210). Bogotá: Tercer Mundo
Editores.
Instituto Nacional de Estadística y Censos
[INDEC].
(2001). Censo
Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001. Buenos Aires: Autor.
Instituto Nacional de Estadística y Censos
[INDEC]. (2010). Censo
Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Buenos Aires: Autor.
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
[INDEC].
(1990). Infancia y
pobreza en la Argentina. Argentina: Fondo de las Naciones Unidas
para la Infancia, SIGLO XXI Editores.
Kliksberg, B. (2005). América Latina:
La región más desigual de todas.
Revista de Ciencias Sociales, 11(3).
Latham, M. C. (2002). Nutrición
humana en el mundo en desarrollo.
Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura.
Leiva Plaza, B.,
Inzunza Brito, N., Pérez Torrejón, H., Castro Gloor,
V., Jansana Medina, J., Toro Díaz, T. … Ivanovic Marincovich, D.
(2001). Algunas consideraciones sobre el impacto de la desnutrición en
el desarrollo cerebral, inteligencia y rendimiento escolar. Archivos
Latinoamericanos de Nutrición, 51(1).
Longhi, F. (2012). Sistemas de Información Geográfica y desnutrición
infantil en el Norte Grande Argentino. Revista Latinoamericana de
Población, 10(1), 77 – 101.
Longhi, F. (2014). Desnutrición y Muerte
en la Niñez argentina en los
Albores del Siglo XXI: Un Análisis Espacial. Journal of Latin American
Geography, 13(2), 41-65.
Macías, A. I.,
Quintero, M. L., Camacho, E. J. y Sánchez, J. M. (2009).
La tridimensionalidad del concepto de nutrición: su relación con la
educación para la salud. Revista chilena de nutrición, 36(4), 1129-1135.
Martínez Gómez, F. y López Vivas, J. (1969). Contribución al estudio de
las parasitosis gastrointestinales de los perros. Revista Ibérica de
Parasitología, 29(4), 339-348.
Martínez, R. y
Fernández, A. (2006). Modelo de análisis del impacto
social y económico de la desnutrición infantil en América Latina.
Santiago de Chile: CEPAL.
Mercer, R. (2013). Salud y pobreza en la Argentina: dime cómo ha sido
tu cuna y te diré cómo serás. Voces en el Fénix, 22, 88-97.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2000). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 1998. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2001). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 1999. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2002). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2000. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2003). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2001. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2005). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2003. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2006). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2004. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2007a). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2005. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2007b). Encuesta Nacional de
Nutrición y Salud. Documento de resultados. Buenos Aires: Autor.
Recuperado de
http://www.msal.gov.ar/images/stories/bes/graficos/0000000257cnt-a08-ennys-documento-de-resultados-2007.pdf
Ministerio de
Salud de la Nación. (2007c). Perfil de la Salud Ambiental
de la Niñez en la Argentina. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2008). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2006. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2009). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2007. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de Salud de la Nación. (2010). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2008. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2011). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2009. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de Salud de la Nación. (2012). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2010. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2013). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2011. Buenos Aires: Autor.
Ministerio de
Salud de la Nación. (2014). Agrupamiento de causas de
mortalidad por división político territorial de residencia, edad y
sexo. República Argentina - año 2012. Buenos Aires: Autor
Moreno, M. (1995). La pobreza: una
medición en busca de su contenido
conceptual. Trabajo presentado en las III Jornadas Argentinas de
Estudios de Población, Santa Rosa, Argentina.
O’Donnell, A. y Porto, A. (2007). Las carencias alimentarias en el
país. Su impacto sobre el desarrollo infantil. En Pobreza y desarrollo
infantil. Una contribución multidisciplinaria (pp. 141-159). Buenos
Aires: Paidós.
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura
[FAO]. (2001). Perfiles
nutricionales por países:
Argentina. Buenos Aires: Autor.
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura
[FAO]. (2014). Panorama de la
Seguridad Alimentaria y
Nutricional en América Latina y el Caribe. Hambre en América Latina y
el Caribe: acercándose a los Objetivos del Milenio. Recuperado de
http://www.fao.org/docrep/019/i3520s/i3520s.pdf
Ortiz-Andrellucchi,
A., Peña Quintana, L., Albino Beñacar, A.,
Mönckeberg Barros, F. y Serra-Majem, L. (2006). Desnutrición infantil,
salud y pobreza: intervención desde un programa integral. Nutrición
Hospitalaria, 21(4), 533-541.
Osatinsky, A. y Longhi, F.
(2014). Estructura productiva, pobreza y
problemas de empleo en las provincias pampeanas y norteñas durante la
transición del siglo XX al siglo XXI. Trabajo presentado en XXIV
Jornadas de Historia Económica. Rosario, Argentina.
Oyhenart, E. E., Torres,
M. F., Quintero, F. A., Luis, M. A., Cesani,
M. F., Zucchi, M. y Orden, A. B. (2007). Estado nutricional y
composición corporal de niños pobres residentes en barrios periféricos
de La Plata, Argentina. Revista panamericana de salud pública, 22(3),
194-201.
Paraje, G. (2008). Evolución de la desnutrición crónica infantil y su
distribución socioeconómica en siete países de América Latina y el
Caribe. Santiago de Chile: CEPAL.
Penié, J. B. (2000). Desnutrición e infecciones respiratorias. Acta
Médica, 9(1-2), 15-21.
Puffer, R. R. (1970). Estudio de
múltiples causas de defunción. Bol.
Ofic. sanit. Panamer, 69, 93-114.
Rapoport, M. (2004). Notas para una
comparación entre la crisis
argentina actual, la de 1890 y la de 1930. En R. Boyer y J. Neffa
(coords.), La economía argentina y su crisis (1976-2001): visiones
institucionalistas y regulacionistas (pp. 31-38). Buenos Aires, Miño y
Dávila.
Scrimshaw, N. (1968). La malnutrición, el aprendizaje y la conducta.
Bol. Ofic. sanit. Panamer, 65, 197-209.
Torrado, S. (1986). Salud – enfermedad
en el primer año de vida,
Rosario (1981-1982). Buenos Aires: Centro de Estudios Urbanos y
Regionales.
Wanden-Berghe,
C., Camilo, M., Culebras, J. y Red de Malnutrición en
Iberoamérica del Programa de Ciencia y Tecnología Para el Desarrollo.
(2010). Conceptos y definiciones de la desnutrición iberoamericana.
Nutrición Hospitalaria, 25(supl 3), 1-9. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=309226766001
Notas.
1. Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET -
UNT).
ARGENTINA.
fernandolonghi@hotmail.com
2. Fueron numerosos los casos de desnutrición que
salieron a la luz y
que permitían un “redescubrimiento” del problema; fueron divulgados en
notas de periódicos nacionales e internacionales. Pudo así
observarse que el problema de la desnutrición estaba lejos de ser
solucionado y adquiría, en los albores del siglo XXI, magnitudes
increíbles para Argentina. Al respecto ver Longhi (2012).
3. Es necesario subrayar que en los promedios
nacionales no se
reflejan las grandes disparidades existentes dentro de los países. Por
ejemplo, la probabilidad de que un niño latinoamericano que vive en una
zona rural sufra de desnutrición global es entre 1,5 y 3,7 veces más
alta que en un niño que vive en zona urbana, y al menos 4 veces mayor
entre niños indígenas (UNICEF, 2006).
4. El Instituto Nacional de Estadísticas y
Censos –INDEC- (1990)
distinguía tres tipos de estrategias de supervivencia en las familias
pobres:
A. Estrategias para la generación de
recursos: implican el incremento de la oferta de trabajo, incremento de
la producción propia, cambios en la posición de activos-pasivos,
aumento de las transferencias.
B. Estrategias para mejorar la eficacia de los recursos existentes:
cambios en los hábitos de compra, de preparación de alimentos, en las
pautas globales de consumo, en las pautas dietéticas y en la
distribución intrafamiliar de alimentos.
C. Estrategias de familia extendida y migración: implica incorporación
de miembros en condición de aportar o cesión de alguno de ellos,
finalmente otra respuesta es la migración.
5. Es conocida la fuerte relación entre
parasitosis, infección y
desnutrición infantil. Al respecto, sostenía Martínez Gómez y López
Vivas (1969) el especial papel que juega la especie humana como
hospedador intermediario de un cestodo parásito intestinal del perro,
Echonococcus granulosus, agente causal de la hidatidosis humana.
6. Estudios recientes pusieron de manifiesto la
asociación entre
poliparasitismo y desnutrición infantil, de mayor incidencia -de
acuerdo a los casos estudiados- en áreas periurbanas (Cesani et al.,
2007), donde se localizan los sectores sociales peor posicionados de la
ciudad.
7. Cfr. Penié (2000).
8. Sin embargo, el sistema de registro no ha
avanzado lo
suficiente y aun hoy se registra de manera incompleta u equívoca
determinadas defunciones por desnutrición. Sirva como ejemplo el
reciente caso de un niño de la etnia Qom fallecido en Chaco por una
tuberculosis cuya base era la desnutrición y en cuyo certificado de
defunción figura shock séptico y falla multiorgánica. Ver: Centro
Mandela DD.HH (2015), De Weert (2015) y Chaco: conmoción por la
muerte de un niño Qom de siete años afectado por tuberculosis (2015).
9. Se utiliza en esta trabajo el criterio de
regionalización
propuesto por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC),
el cual define las siguientes regiones junto a las jurisdicciones
comprendidas:
- Región Cuyo: Mendoza, San Juan y San Luis
- Región Nordeste: Chaco, Formosa, Misiones y
Corrientes
- Región Noroeste: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca,
Santiago del Estero y La Rioja.
- Región Metropolitana: Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y 24 partidos del Gran Buenos Aires (Florencio Varela, José C.
Paz, Ezeiza, Moreno, Merlo, Malvinas Argentinas, Esteban Echeverría,
San Miguel, Almirante Brown, La Matanza, Tigre, Lomas de Zamora,
Berazategui, Quilmes, San Fernando, Hurlingham, Ituzaingó, General San
Martín, Lanús, Avellaneda, Morón, Tres de Febrero, San Isidro y Vicente
López).
- Región Pampeana: resto de la provincia de Buenos
Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe.
- Región Patagónica: Chubut, Neuquén, Río Negro,
Santa Cruz y Tierra del Fuego.
10. Para calcular la tasa de crecimiento media
interanual se
procedió de la siguiente manera: [(valor presente de TIMDN - valor
pasado de TIMDN) / valor pasado de TIMDN] * 100. Esto se realizó para
cada año consecutivo. Finalmente, para obtener un valor medio, se
promediaron los valores de cada bienio.