Revista
Población y Salud en
Mesoamérica
Volumen
18, número 1 |
julio-diciembre 2020
DOI:
https://doi.org/10.15517/psm.v17i1.38720
Brechas
en la mortalidad infantil según el nivel de instrucción de las madres.
Provincias del Noroeste Argentino. Estimación indirecta a partir de los
datos
censales de 2010
Gaps
in the infant mortality rate according to the
mothers’ education level in the provinces along the Argentinean
Northwest.
Indirect estimation from 2010 data census.
Víctor
Eduardo Torres[1]
Introducción:
En este trabajo se propone identificar
las brechas en la tasa de mortalidad infantil (TMI), según el nivel de
instrucción de las madres en las seis provincias del noroeste argentino
(NOA),
una región que se caracteriza por poseer indicadores sociodemográficos
rezagados respecto al total del país. Metodología: Para estimar
las TMI
según nivel de instrucción de las madres se emplea el método de Brass
con la
variante propuesta por Hill. Se utilizan los datos del censo argentino
de 2010.
Además, se simula el nivel actual de la mortalidad infantil de acuerdo
con los
indicadores obtenidos. Resultados: La brecha entre la TMI de
las mujeres
con bajo y alto nivel de instrucción es entre dos y tres veces mayor,
mientras
que es entre una y dos veces al comparar las de nivel medio con las de
alto. Si
estas brechas se aplican a las TMI oficiales del año 2017, más de 10
defunciones infantiles por cada mil nacidos vivos corresponderían a
mujeres de
nivel medio o bajo. Conclusiones: Existe una desigualdad en la
mortalidad infantil en el NOA, de acuerdo con la educación de las
madres. De
esta realidad se no escapan otras regiones del país ni del mundo. Si
bien las
estadísticas vitales intentan relevar algunos determinantes sociales de
la
salud, particularmente el nivel educativo de las personas, esta fuente
aún no
permite su aprovechamiento en el diagnóstico y seguimiento de
desigualdades.
Los métodos indirectos pueden complementar, cuando no suplir estas
deficiencias, aun considerando sus propias limitaciones.
Palabras
clave:
Mortalidad infantil, nivel de instrucción de las madres, Noroeste
Argentino, Método de Brass.
Introduction:
This paper aims at identifying the
gap in the Infant Mortality Rate (IMR) according to the mothers’
education
level in six provinces of the Argentinean Northwest (NOA). This is a
region
that is characterized by having sociodemographic indicators that lag
behind the
rest of the country. Methodology: In order to estimate the IMR
according
to the mothers’ education level, the Brass method with Hill’s variant
is
applied using data from the 2010 census. Moreover, the current infant
mortality
rate is simulated according to the obtained indicators. Results:
The gap
between the IMR of women with a lower education level and those with a
higher
education level is twice or three times higher, whereas the gap
considering
women of a middle education level and those of the highest level varies
between
one and two. If these gaps were applied to the official IMR from 2017,
more
than 10 infant deaths per one thousand of children born alive would
correspond
to women with middle or low education level. Conclusions: There
is
inequality in the infant mortality in the NOA region according to the
education
level of mothers, which is far from other regions in the country or the
world.
Even if vital statistics attempt at revealing some social determinants
of
health, especially the education level, this source cannot yet be fully
used in
the diagnostic and follow-up of said inequalities. Indirect methods,
considering their own limitations, can complement these deficiencies.
Key
words: infant
mortality, mothers’ education level, Argentinean Northwest, Bass
Method.
Recibido: 22 ago, 2019 | Corregido: 27 mar, 2020 | Aceptado: 30 mar, 2020
1.
Introducción
Dentro
del conjunto de indicadores que
describen a una población se encuentran el nivel de instrucción de las
madres y
la tasa de mortalidad infantil (TMI). En el caso del primero –tanto
para la
población en general como para las madres en particular, hay consenso
sobre los
beneficios que produce la mayor preparación y las repercusiones que
tiene tanto
en el ámbito laboral como fuera de él. La TMI, por otro lado, es uno de
los
indicadores de la salud general de los infantes y de las condiciones
socioeconómicas que imperan en el entorno de esos infantes (Finkelnstein,
Duhau, Speranza, Marconi y Escobar, 2016).
En ese sentido, no hay que soslayar
las implicancias de la mortalidad infantil: nació un niño vivo que no
pudo
sobrevivir, no se le pudo garantizar el derecho a la salud y a la vida.
Además,
debe tenerse en cuenta que Argentina ha asumido un compromiso formal
ante
organismos internacionales de decrecer la mortalidad infantil. Aun
teniendo en
cuenta que existen causas de defunciones difícilmente reducibles, se
conoce que
la mayor parte de las muertes en Argentina pueden reducirse (Finkelstein,
Duhau, Aeyá
Gilardón, Ferrario, Speranza, Asciutto, Marconi, Guevel, Fernández,
Martínez,
Santoro, Loiacono, Lomuto, 2015). De
esta manera, el análisis de ambos resulta de gran relevancia y, todavía
más, si son tratados de manera simultánea en un análisis donde logre
ponerse de
manifiesto el efecto que provocan las distintas situaciones posibles.
Esto
está vinculado
a los determinantes sociales de la salud, los que se definen como
Las
condiciones en las que las personas
crecen, viven, trabajan y envejecen tienen una influencia poderosa en
la salud.
Las desigualdades en estas condiciones conllevan a desigualdades en
materia de
salud. La visión de la Comisión es un mundo en el que todas las
personas tengan
la libertad de llevar vidas valiosas. Ésta es una cuestión de justicia
social.
La salud y sus determinantes clave constituyen un asunto de derechos
humanos.
Políticamente es fundamental, ya que el éxito de una sociedad se puede
juzgar
por la calidad y la distribución justa de la salud de su población. La
buena
salud posibilita la participación de las personas en la sociedad, con
consecuencias potencialmente positivas para el rendimiento económico
(Organización Mundial de la Salud [OMS], 2007, p. 1).
Solar
& Irwin (2010) sostienen que
entre dichos determinantes sociales también se encuentra el acceso a la
educación de la población. En lo que concierne a niñas y niños, la
educación de
sus padres y madres conforma parte de los recursos sociales y
económicos de las
familias que influyen en el desarrollo y crecimiento de los infantes (Irwin, Siddiqi y Hertzman, 2007).
Particularmente, la educación de las mujeres
no solo juega un rol de suma importancia en el mejoramiento de sus
propias
condiciones de vida, sino también porque genera beneficios personales,
sociales
y de desarrollo (UNESCO, 2013). UNICEF (citado por Solar & Irwin,
2010)
señala que la “educación de las madres impacta favorablemente en la
sobrevivencia de los menores de 5 años” (p.24).
En
cuanto al análisis de las diferencias en la mortalidad infantil, según
el nivel de instrucción de madre, existen variados estudios donde se
aborda el
tema; entre los que pueden señalarse los trabajos de Singh & Yu
(1995);
Olsen & Madsen (1999); Chen, Fair, Wilkins, & Cyr (1998);
Braveman,
Cubbin, Egerter, Williams, & Pamuk, (2010); Behm Rosas (2014) y
Torres,
Bertone y Andrada (2018). Los resultados encontrados por las distintas
personas
autoras indican que la educación de la madre tiene gran influencia en
la
mortalidad infantil, aun cuando los estudios analicen conjuntamente la
educación de la madre y otros determinantes sociales de la salud.
Además, según
cita Behm Rosas (2014)
la
baja o nula instrucción de la madre
es un indicador de las restricciones en el acceso a la educación (y a
otros
beneficios) que existen diferencialmente en las diversas clases
sociales o sus
fracciones. Su asociación con la menor sobrevida de los hijos debe
interpretarse en el conjunto de condicionantes que están determinados
por esta
inserción productiva (p. 16).
En
relación con el análisis de la mortalidad infantil, esta no resulta una
tarea simple, debido a que hay un conjunto de factores que inciden de
manera
simultánea. Las dificultades no provienen de un único motivo:
intervienen
aspectos vinculados a las fuentes de datos, las metodologías empleadas
y los
inconvenientes propios que presenta la medición de este fenómeno (como
la
declaración de los nacidos vivos, las defunciones y que se trabaja con
diferentes cohortes).
Así,
el presente
trabajo se propone como objetivo principal indagar si hay brechas en la
mortalidad infantil, de acuerdo con el nivel de instrucción de las
madres en
las provincias del Noroeste Argentino. Lo anterior, según los datos del
censo
Nacional de Población, Hogares y Viviendas realizado en octubre de
2010. Es
decir, el interés no se centra en el nivel o valor en particular de la
TMI para
cada nivel de instrucción, si no que el foco se halla en conocer la
brecha de
la mortalidad infantil, según la educación de las madres. La finalidad
de esto
es realizar un aporte, dada la limitación que presentan actualmente las
estadísticas vitales en este aspecto. A propósito, Ribotta (2013)
sostiene que
las variables referidas a la educación, entre otras incluidas en esa
fuente,
presentan niveles de precisión regulares o insatisfactorios, lo que
limita su
uso el seguimiento de las desigualdades e inequidades en salud. Por
otro lado,
y conociendo la complementariedad de las estadísticas vitales y de los
censos
de población en el abordaje de datos sobre mortalidad y la posibilidad
de ambas
fuentes de la desagregación de la información a nivel subnacional (Naciones Unidas, 2005), se propone su utilización
mediante esta técnica indirecta para valorar las desigualdades o
inequidades en salud de la población.
2.
Antecedentes
Los
trabajos sobre el estudio de la
mortalidad infantil son abundantes y antiguos, como los son el
realizado por
Paulino Rodríguez Marquina para Tucumán en 1901[2]
y los de Alejandro Bunge en 1936 y 1937, los cuales dan cuenta de la
preocupación
que este tema ha suscitado de manera permanente. Ya más en la
actualidad, en la
década de 1970, Somoza (1971) y Müller (1978) elaboraron la evolución
de la TMI
en Argentina para el período comprendido entre 1869 y 1970. De esta,
surgieron
análisis que tuvieron en cuenta los determinantes económicos y sociales
de la
mortalidad infantil en América Latina (Behm Rosas, 2011).
Asimismo,
más recientemente se han
elaborado otros trabajos sobre esa temática (Augsburger,
Gerlero, Galende y Moyano, 2013;
Behm, 2011; Finkelstein et. al, 2015; Finkelstein et. al, 2016; Herrero
y Bossio, 2017). Y en relación con el NOA, también son numerosos los
trabajos
dirigidos a analizar la problemática de la mortalidad infantil,
utilizando para
ello diferentes enfoques. Entre estos puede mencionarse el análisis de
la
mortalidad infantil, según los criterios de reducción (Bertone, 2014);
la
relación entre pobreza y mortalidad infantil en el Norte Grande
argentino
(Longhi, 2013); la mortalidad infantil según causas de muerte (Ceballos
y
Fernández, 2009); la relación entre desarrollo y mortalidad infantil, a
partir
de las regiones argentinas en el año 2010 (Tafani,
Chiesa, Caminati,
Gaspio, 2013);
desigualdades
regionales en las tasas de mortalidad infantil total, neonatal y
posneonatal
(Ribotta y Celton, 2004); el vínculo entre inequidades en salud y
mortalidad
infantil (Abriata y Fandiño, 2010), y mortalidad infantil y desigualdad
socioeconómica (Buchbinder, 2008).
En
cuanto a la evolución de la TMI, pueden observarse en la tabla 1
algunos
rasgos generales. En primer lugar, el fuerte descenso que experimentó
esta tasa
en Argentina –descenso que continúa– y en todas las provincias del NOA.
En
segundo término, como evidencia de la disparidad geográfica de la TMI,
es que
todas las provincias del NOA han tenido valores superiores que el total
nacional, a excepción de Santiago del Estero. El control de la TMI es
relevante, ya que Argentina se comprometió ante la ONU en el año 2000 a
alcanzar para el 2015 ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, dentro
de los
cuales el objetivo 4 es reducir, entre 1990 y 2015, en dos tercios la
TMI y la
mortalidad de menores de cinco años y disminuir en un 10 % la
desigualdad entre
provincias (Brisson,
García Conde y Di Pietro, 2014).
Sin
embargo, debe
realizarse una mención acerca de la calidad de las fuentes de datos. El
principal problema de las estadísticas vitales es la omisión, que suele
ser diferencial por áreas geográficas; otro inconveniente común es la
inscripción tardía: por diferentes razones, la inscripción de un hecho
se
produce mucho tiempo después de haber ocurrido, a veces años (Naciones
Unidas,
2014). Al respecto, existen algunos estudios que realizaron la
evaluación
indirecta de la omisión de los nacimientos por jurisdicción del país, a
partir
de datos censales y evaluaciones directas del registro de defunciones
infantiles.
En
relación con la omisión de nacimientos, Santiago del Estero y Tucumán
superan el 10 %, mientras que la omisión de nacimientos en La Rioja fue
del 10
% en el año 2001
Esto
presenta una dimensión de la
complejidad del problema de la omisión que poseen las estadísticas
vitales, ya
que si el propio Ministerio de Salud –con la amplitud y diversidad de
recursos
que posee– no realizó modificaciones a los datos publicados significa
que no es
una tarea sencilla de resolver, a pesar de las evidencias encontradas
acerca de
los inconvenientes mencionados. Por este motivo, a continuación, se
presenta en
la tabla 1 los datos publicados en los documentos oficiales.
Tabla
1
Tasa de Mortalidad Infantil por provincia del
NOA y Argentina. 1990-2015
Provincia |
Año |
|||||
1990 |
1995 |
2000 |
2005 |
2010 |
2015 |
|
Catamarca |
34.6 |
26.1 |
21.0 |
16.8 |
15.4 |
11.0 |
Jujuy |
35.8 |
26.4 |
23.1 |
16.1 |
13.4 |
10.7 |
La
Rioja |
28.8 |
22.1 |
20.9 |
13.8 |
12.6 |
11.3 |
Salta |
32.3 |
26.8 |
18.8 |
14.3 |
12.8 |
11.8 |
Santiago
del Estero |
28.3 |
23.3 |
13.2 |
11.7 |
14.0 |
8.3 |
Tucumán |
28.5 |
28.9 |
22.4 |
16.2 |
14.1 |
12.4 |
Argentina |
25.6 |
22.2 |
16.6 |
13.3 |
11.9 |
9.7 |
Fuente:
Ministerio
de Salud de la Nación
(2016).
El
estudio de la mortalidad infantil según regiones se justifica por el
reconocimiento que se ha otorgado al hecho de que hay todo un conjunto
de
determinantes que inciden en el estado de salud de las poblaciones
(Peñaranda y
Otálvaro, 2013) ya que se considera que influyen diferentes factores
sobre la
TMI: desde los relacionados con el niño hasta los que caracterizan a la
madre,
como así también factores biológicos, culturales, ambientales y
socioeconómicos
y aquellos vinculados al sistema de salud (Herrero y Bossio, 2017).
2.1
El nivel de instrucción de las madres en el
Noroeste argentino
Históricamente,
Argentina ha tenido niveles de educación formal más
elevados que otros países latinoamericanos. A pesar de eso, entre el
año 2007 y
el 2010, “cuatro de cada diez madres que viven en los principales
aglomerados
urbanos de la Argentina –43,7% – tiene bajo nivel educativo: 4,6% no
logró
finalizar el nivel primario de estudios y el 39,1% completó el primario
pero no
el secundario” (Lupica y Cogliandro, 2012, p. 15). Sin embargo, las
personas
autores señalan que la educación de las madres ha mejorado debido a que
la
proporción que finalizan el primario es mayor, así como el porcentaje
de
mujeres que acceden al nivel superior.
En
el caso de las provincias del NOA, de acuerdo con los datos censales de
2010, se advierte que todavía el porcentaje de madres con edad entre 15
y 49
años y bajo nivel de instrucción[3]
(sin
instrucción o primario incompleto) varía entre el 7.5 % y el 18.2 %. El
nivel
de instrucción medio (primario completo o secundario incompleto) es el
que
presenta menor variabilidad con valores entre el 41.2 % y el 49.7 %,
mientras
que el nivel de instrucción alto[4]
(secundario completo o más) tiene un rango entre el 32.7 % y el 51.3 %.
La
tabla 2 permite comparar los porcentajes de madres según su nivel
educativo en cada provincia y en relación con el total país. En ella se
advierte que Santiago del Estero, casi duplica el porcentaje de mujeres
con
bajo nivel de instrucción, La Rioja se encuentra mejor que el total
país y
Jujuy es muy similar; mientras que el resto de las provincias presentan
valores
en torno a Santiago del Estero, aunque la disparidad no es tan
pronunciada.
Tabla
2.
Porcentaje de mujeres entre 15 y 49 años, con
personas descendientes nacidas vivas según
máximo
nivel
de instrucción alcanzado. NOA y total país, 2010.
Provincia |
Nivel de
instrucción |
|||
Bajo |
Medio |
Alto |
Total |
|
Catamarca |
8.7
% |
41.7
% |
49.6
% |
100
% |
Jujuy |
9.7
% |
44.5
% |
45.8
% |
100
% |
La
Rioja |
7.5
% |
41.2
% |
51.3
% |
100
% |
Salta |
11.5
% |
42.6
% |
45.8
% |
100
% |
Santiago
del Estero |
18.2
% |
49.2
% |
32.7
% |
100
% |
Tucumán |
9.9
% |
49.7
% |
40.4
% |
100
% |
Total
país |
9.3
% |
44.0
% |
46.6
% |
100
% |
|
|
|
|
|
Fuente:
Censo
Nacional de Población, Hogares y
Vivienda (2010). INDEC
Por
su parte, puede indicarse a modo
general, en relación con la mortalidad infantil, que en las últimas
décadas
disminuyó tanto en la zona del NOA como en otras regiones de Argentina.
Sin
embargo, teniendo
en cuenta lo antes mencionado en relación con
la omisión de nacimientos y defunciones, con los cuales se construyen
las tasas
de mortalidad infantil, las tasas publicadas deben ser tomadas con
cautela.
Realizar una evaluación y corrección exhaustiva de dichas tasas excede
a este
estudio, el cual no se enfoca en el nivel de la mortalidad infantil,
sino en
identificar las diferencias relativas de acuerdo con la educación de
las
madres. A pesar de ello, las técnicas indirectas de estimación de la
mortalidad
infantil han sido útiles en muchos países, no solo para evaluar la
calidad de
las estadísticas vitales, sino también para realizar un análisis de
aspectos
sociales vinculados con la mortalidad infantil.
Esto
da evidencias acerca de la
actualidad del problema y de la necesidad de indagar los factores que
están
vinculados a la mortalidad infantil para explicar mejor su situación
actual y
su posible comportamiento futuro. Una de
las
maneras de llevar a cabo esto es mediante el análisis de subpoblaciones
que
entre sí contienen diferentes características sociodemográficas, como
es el
máximo nivel de instrucción de la madre.
3.
Metodología
Los
diversos indicadores de mortalidad,
entre ellos la tasa de mortalidad infantil, pueden ser estimados de
manera
directa con los datos provenientes de las estadísticas vitales, pues en
estas
se registra lo relativo tanto a nacimientos como a defunciones. Otro
ejemplo de
lo anterior es cuando se pretende realizar desagregaciones de los
indicadores
según grupos sociales, como en los estudios de pobreza (Hakkert, 2002),
cuya
estimación puede realizarse mediante una sola fuente de datos. Sin
embargo, hay
situaciones en que surge la necesidad de emplear información
proveniente de
otras fuentes (censos o encuestas). Esto ocurre cuando hay estadísticas
vitales
deficientes o –aun cuando se dispone de buenos registros– existen
ventajas de
recurrir a estas fuentes. En esta sección se presenta la manera como se
realizó
el estudio, cuyos pormenores son los siguientes.
3.1
Enfoque
Se
propone una investigación
cuantitativa mediante la aplicación de una técnica demográfica
indirecta de
estimación de la mortalidad infantil.
3.2
Población de estudio
Se
utiliza la información sobre
fecundidad y educación de mujeres de entre 15 y 49 años censadas en las
seis
provincias del NOA, según su máximo
nivel de instrucción al momento del Censo Nacional de Población,
Hogares y
Viviendas de 2010.
3.3
Técnicas de recolección
La
estimación de la mortalidad infantil
se realizó a través del uso de una fuente secundaria de datos (Censo
Nacional
de Población, Hogares y Viviendas de 2010). La información surge de las
preguntas que aluden a hijos nacidos vivos (HNV) y a hijos
sobrevivientes (HS).
Por su parte, la tabla 1 fue construida con base en datos de la
Dirección de
Estadísticas e Información de Salud (DEIS), que forma parte del
Ministerio de
Salud, y es oportuno recordar las consideraciones señaladas sobre la
omisión
existente en las estadísticas vitales.
3.4
Procesamiento de análisis
Se
utiliza información censal, debido a
que es la fuente de datos más actualizada donde se encuentra para cada
provincia la población femenina por grupos quinquenales de edad
desagregada por
su máximo nivel de instrucción y su cantidad de personas descendientes
nacidas
vivas y sobrevivientes. Estos datos son insumos necesarios para aplicar
la
metodología conocida como “Método de Brass”, que permite obtener la
estimación
de la tasa de mortalidad infantil. Sobre esto, hay que tener en cuenta
que la
respuesta referida a las personas descendientes nacidas vivas tiene
omisiones
(Guzmán, 1991), así como malas declaraciones debido a la interpretación
de
“nacido vivo” (Bankirer, 2009). Sin embargo, en relación con los datos
del
Censo Nacional de 2010 se sostiene que
la
comparación de las tasas de
mortalidad infantil y adulta con las tasas calculadas a partir de los
nacimientos y las defunciones permite dilucidar, en principio, que
estos datos
no revelan problemas serios de calidad o cobertura y que el nivel (y la
tendencia) indicado por las fuentes es ampliamente compatible (Sacco,
2016, p.
1).
La
metodología que utilizan estos
insumos es conocida como “método de Brass” y es una de las técnicas
indirectas
disponibles para medir la mortalidad, la cual brinda –entre otros
resultados– la estimación de la tasa de
mortalidad
infantil. De manera resumida, el procedimiento desarrollado por Brass
considera
cuántos descendientes nacieron con vida de una madre y cuántos
permanecen en
ese estado. La relación entre quienes fallecieron y nacieron con vida
representa una medida de mortalidad desde el nacimiento hasta una edad
determinada.
La
técnica de Brass se basa en
convertir las proporciones de quienes fallecieron respecto a quienes
nacieron
con vida para cada grupo quinquenal de edad de la madre (15-19, 20-24,
25-29,
etc.), en estimaciones de la probabilidad de fallecer entre el
nacimiento hasta
una determinada edad exacta (1, 2, 3, 5, 10, 15 y 20 años)[5].
Un aspecto por subrayar es que, si bien se requieren conocer las
cantidades de
descendientes nacidos vivos y sobrevivientes de mujeres de 15 hasta 49
años, se
sugiere que se interpreten los resultados a partir de 20 años, ya que
las tasas
obtenidas para en el primer grupo de edad pueden ser poco confiables ya
sea por
la baja cantidad de nacimientos o por los errores existentes en la
declaración.
Por lo tanto, y debido a que existe una relación muy directa entre las
tasas de
mortalidad de los primeros años y de las edades siguientes, se estima
la
mortalidad infantil a partir de las tasas obtenidas para edades más
avanzadas
(Arriaga, 2001).
De
este modo, a través de esta técnica
es posible obtener una estimación de la probabilidad de sobrevivencia
de
infantes –por ejemplo– entre el nacimiento y los 5 años, con base en la
información de las madres entre 30 y 34 años. A partir de este
resultado, se
puede identificar una tabla de vida modelo que tenga exactamente este
valor de
probabilidad en dicha edad; pero que, además, contendrá el valor de la
mortalidad infantil correspondiente, quedando así asociada con la
población
bajo estudio.
Analíticamente,
la forma básica de la
estimación propuesta por Brass es
q(x)=
k(i)*D(i)
(1)
donde
D(i) es la proporción de
descendientes fallecidos respecto a los nacidos vivos en cada grupo de
edad de
la madre (donde i varía entre 1 y 7, siendo 1 el grupo de edad entre 15
y 19
años, 2 el grupo 20-24 y así sucesivamente hasta 7 que es el grupo
entre 45 y
49 años); q(x) es la probabilidad de morir entre el nacimiento y la
edad exacta
x, la cual se obtiene aplicando a D(i) los multiplicadores k(i) que en
su
versión original fueron estimados mediante un polinomio de grado 3.
Este
método utiliza como supuesto que
el riesgo de un niño o una niña de morir depende solo de su edad y no
de otros factores,
como la edad de la madre o el orden de nacimiento. Asimismo, también
supone que
la mortalidad infantil ha permanecido constante en el pasado reciente.
Este
supuesto se cumple razonablemente bien en el caso las provincias del
NOA, por
lo que es posible realizar la estimación de la mortalidad infantil
según nivel
de instrucción mediante este método. De este modo, también podría
realizarse la
estimación de la TMI según otra variable, como por ejemplo si la madre
dispone
de obra social o si pertenece a un hogar con necesidades básicas
insatisfechas.
Aunque
la propuesta original realizada
por Brass en 1964 se mantiene en el presente, los cambios que tuvo en
los
modelos de mortalidad y fecundidad fueron usados en la simulación que
calcula
los factores que transforman la proporción de infantes fallecidos en
probabilidades de morir. Así, Sullivan calculó otro conjunto con base
en
mínimos cuadrados ordinarios para ajustar la ecuación 1 a los datos
generados a
partir de los patrones de fecundidad y las tablas de vida de
Coale-Demeny,
Trusell. Por su parte, Brass hizo lo mismo que Sullivan, pero usó los
patrones
de fertilidad de Coale y Trusell mientras que Preston y Palloni
consideran la
ubicación temporal de los nacimientos[6].
En el desarrollo de Freeney (1976, 1980), por otro lado, se supone que
la
mortalidad infantil ha descendido de forma lineal y Palloni y Heligman
desarrollaron un nuevo conjunto de coeficientes de correlación que
transforman
la proporción de descendientes fallecidos en probabilidades de
sobrevivir a una
determinada edad exacta (1, 2, 3, 5, 10, 15 y 20 años).
Hill
(2013), por su parte, realizó una
nueva modificación, la cual permite subsanar la limitación presente en
el
método original vinculada a que la mortalidad infantil se ha mantenido
constante. De esta manera, en casos como los acá analizados –donde la
mortalidad infantil ha disminuido en el transcurso del tiempo– todavía
puede
realizarse la estimación indirecta utilizando la técnica de personas
descendientes nacidas vivas y sobrevivientes.
En
particular, en esta propuesta se
utiliza una tabla de vida modelo que permite realizar la estimación de
la TMI,
a partir de la proporción de personas descendientes fallecidas. Se
emplean las
tablas de vida del modelo general de Naciones Unidas, de acuerdo a lo
sugerido
por Sacco (2016).
Por
otra parte, y mediante esta técnica
indirecta de estimación de la mortalidad infantil, se desarrolla el
objetivo de
este trabajo que se enfoca en conocer la sobremortalidad que pudiera
haber
entre los distintos grupos de acuerdo con el nivel máximo de
instrucción que
posee la madre. Además, realizar la simulación de la situación actual
en las
provincias del NOA según los resultados obtenidos utilizando datos
provistos
por estadísticas vitales correspondientes al año 2017.
4.
Resultados
En
primer lugar, de acuerdo con los
datos del censo argentino de 2010, puede observarse en la Tabla 3 que
en todas
las provincias del NOA las madres con bajo nivel de instrucción
representan la
categoría con porcentaje más pequeño (siempre inferior al 10 % del
total,
excepto en Santiago del Estero); mientras que las que tienen el nivel
de
instrucción medio y alto acumulan por encima del 40%.
En
segundo lugar,
el promedio de personas descendientes nacidas vivas es mayor mientras
menor es
el nivel de instrucción de las madres, no solo en el total sino también
para
cada grupo quinquenal de edad y en todas las provincias (tabla 3). Esto
significa que las mujeres con menor nivel de instrucción tienen en
promedio más
niños o niñas en todos los grupos etarios. Esto, además, se corrobora a
través
del análisis de la distribución porcentual de las personas
descendientes
nacidas vivas según el nivel de instrucción de la madre. En el caso de
las
madres con bajo nivel de instrucción, los hijos y las hijas tienen un
porcentaje mayor que el de las mujeres pertenecientes a dicha
categoría,
mientras que en el caso de aquellas con alto nivel de instrucción el
peso
relativo de las hijas e hijos no es tan alto, ya que no tienen tantos
niños o
niñas en promedio. Así, ambas lecturas ofrecen una descripción del
patrón
diferencial de la fecundidad según nivel de instrucción de la madre.
Por
otra parte, en tercer término
–utilizando datos del censo 2010–, se destaca que en todas las
provincias la
proporción de hijas o hijos fallecidos es mayor en las mujeres con bajo
nivel
de instrucción y se reduce en los otros dos grupos, dando así una
primera
evidencia del comportamiento diferencial de la mortalidad de acuerdo
con el
nivel de instrucción de la madre (tabla 3).
Tabla
3
Proporción
de madres, personas descendientes nacidas vivas,
sobrevivientes y fallecidas según nivel de instrucción y provincia
según datos
censales. Noroeste Argentino, 2010.
|
Nivel de
instrucción |
Porcentaje
de madres |
Promedio
de hijas e hijos nacidos vivos |
Promedio
de hijas e hijos sobrevivientes |
Porcentaje de hijas e
hijos fallecidos |
Catamarca |
Bajo |
7.4
% |
3.1 |
3.0 |
3.4
% |
Medio |
43.4
% |
2.0 |
2.0 |
3.2
% |
|
Alto |
49.3
% |
1.4 |
1.4 |
2
% |
|
Jujuy |
Bajo |
7.5
% |
3.4 |
3.3 |
4.4
% |
Medio |
46.8
% |
1.8 |
1.7 |
2.7
% |
|
Alto |
45.6
% |
1.3 |
1.3 |
1.7
% |
|
La
Rioja |
Bajo |
6.4
% |
2.8 |
2.7 |
3.3
% |
Medio |
42.5
% |
1.8 |
1.8 |
2.1
% |
|
Alto |
51.1
% |
1.4 |
1.3 |
1.7
% |
|
Salta |
Bajo |
9.4
% |
3.2 |
3.1 |
4.2
% |
Medio |
44.5
% |
1.9 |
1.8 |
2.5
% |
|
Alto |
46.1
% |
1.4 |
1.4 |
1.4
% |
|
Santiago
del Estero |
Bajo |
15.5
% |
3.0 |
2.9 |
3.2
% |
Medio |
50.2
% |
1.9 |
1.9 |
2.4
% |
|
Alto |
34.3
% |
1.4 |
1.3 |
1.9
% |
|
Tucumán |
Bajo |
8.1
% |
2.7 |
2.7 |
3
% |
Medio |
47.3
% |
1.9 |
1.8 |
2.2
% |
|
Alto |
44.6
% |
1.2 |
1.2 |
1.8
% |
Fuente:
Elaboración
propia con base en datos del Censo de Población, Hogares y
Viviendas 2010 (INDEC)
En
la tabla 4, se
presentan las TMI según nivel de instrucción de la madre, valores que
provienen
de la estimación indirecta realizada con el Método de Brass, bajo la
variante
de Hill, y que representan el riesgo de fallecer durante el primer año
de vida.
El resultado de la estimación, a partir de los datos del censo
realizado en
2010, indica que la TMI es ostensiblemente mayor en el caso de las
madres con
bajo nivel de instrucción con valores que superan y oscilan (excepto La
Rioja)
en torno a 20 por 1000 nacidos vivos. Luego se verifica un descenso
para las
mujeres con nivel de instrucción medio, entre el 11 y el 13 por 1000
(excepto
Catamarca); mientras que es todavía menor para las que poseen alto
nivel de instrucción,
entre el 6 y 8 por 1000. Como se advierte, existe una gran disimilitud
en el
valor de este indicador tan sensible según el nivel de instrucción que
la madre
posee.
Conviene
subrayar que el interés
principal de este trabajo está centrado en cuantificar la brecha en la
TMI de
acuerdo con el nivel de instrucción y no en el valor en sí mismo. Para
realizar
dicho análisis y conocer la medida de sobremortalidad, se recurre al
riesgo
relativo (RR), el cual se define como el cociente entre la TMI de las
madres
con bajo nivel de instrucción (o medio) y la TMI de las que poseen alto
nivel
de instrucción. Los resultados consignados en la Tabla 4 indican que el
RR de
bajo/alto es en casi todos los casos superior a 2 (su valor mínimo es
1.90 para
La Rioja) y es mayor en todas las provincias que el RR de medio/alto,
dando
indicios que la existencia de la brecha en la TMI de acuerdo con el
nivel de
instrucción de las madres está presente en todas las provincias del NOA.
Brechas
en las TMI según nivel de instrucción de la madre. Provincias del
NOA. 2010.
|
Bajo |
Medio |
Alto |
TMI Total |
RR
bajo/alto |
RR
medio/alto |
RAP |
Catamarca |
18.55 |
17.65 |
6.15 |
12.95 |
3.02 |
2.87 |
52.5 |
Jujuy |
16.85 |
11.5 |
8.25 |
10.8 |
2.04 |
1.39 |
23.6 |
La Rioja |
15.75 |
11.4 |
8.3 |
10.45 |
1.90 |
1.37 |
20.6 |
Salta |
18.8 |
12.7 |
6.65 |
11.3 |
2.83 |
1.91 |
41.2 |
Santiago |
19.75 |
13.35 |
8.3 |
13.6 |
2.38 |
1.61 |
39.0 |
Tucumán |
17.35 |
11.75 |
8.65 |
11.55 |
2.01 |
1.36 |
25.1 |
Fuente:
Elaboración
propia con base en datos del Censo de Población, Hogares y
Viviendas 2010 (INDEC)
En
dicha tabla, también se presenta el
Riesgo Atribuible Poblacional (RAP), que es una medida de cuánto podría
decrecer porcentualmente la TMI general si todos los grupos tuvieran la
TMI de
las madres con menor TMI, quienes en todos los casos son aquellas que
tienen
mayor nivel de instrucción. En función de estos resultados, se percibe
la
importancia de las brechas existentes, ya que en tres provincias
(Jujuy, La
Rioja y Tucumán) el descenso de la TMI rondaría entre el 20 % y el 25 %
si se
llegara a equiparar las TMI; pero en los otros casos el decremento
sería aún
mayor: 39 % en Santiago del Estero, 41.2 % en Salta y 52.5 % en
Catamarca. Todo
lo anterior descubre y subraya el efecto
que producen las disparidades existentes.
Finalmente,
se realizó una simulación
que consiste en aplicar las brechas encontradas precedentemente en la
TMI de
cada provincia, según los datos publicados por la DEIS en el año 2017.
Esto
permite tener una medida indirecta de cuánto serían las TMI en cada uno
de los
tres grupos empleados. Los resultados, como puede observarse en la
tabla 5,
muestran que en las seis provincias la TMI de las madres con alto nivel
de
instrucción es siempre inferior al 10 por 1000, mientras que la de
aquellas con
nivel de instrucción medio o bajo alcanza las dos cifras[7].
Tabla
5
Simulación
de
las TMI por nivel de instrucción de las madres según Estadísticas
Vitales
del
año 2017. Provincias del NOA.
|
Catamarca |
Jujuy |
La
Rioja |
Salta |
Santiago |
Tucumán |
Bajo |
11.2 |
16.4 |
15.4 |
18.3 |
10.9 |
17.3 |
Medio |
10.6 |
11.2 |
11.1 |
12.4 |
7.4 |
11.7 |
Alto |
3.7 |
8.0 |
8.1 |
6.5 |
4.6 |
8.6 |
TMI DEIS |
7.8 |
10.5 |
10.2 |
11.0 |
7.5 |
11.5 |
Fuente:
Elaboración
propia con base en datos
publicados en Estadísticas Vitales. Ministerio de Salud de la Nación y
Desarrollo Social. (2018)
Todos
estos
resultados deben ser tomados recordando que han sido obtenidos mediante
un
método de estimación indirecto de la mortalidad infantil, por lo cual
pueden
presentar diferencias con lo que resultaría si se dispusiera de datos
oficiales; pero, dado que no están disponibles las TMI por nivel de
instrucción, no es posible avanzar con pruebas comparativas entre ambos
resultados. Sin embargo, el interés principal es contar con medidas
relativas a
las brechas que existen entre los tres grupos considerados.
5.
Conclusiones
Los
resultados conseguidos señalan la
disparidad existente en todas las provincias del NOA, pese a que se
encuentran
en un contexto de disminución de la TMI en los últimos años.
Los
valores resultantes surgen de
aplicar un método de estimación indirecta de la mortalidad, conocido
como
Método de Brass. Específicamente, se usó la variante propuesta por Hill
para el
caso en que la TMI está decreciendo, que considera la relación entre la
cantidad de personas descendientes nacidas vivas que ha tenido una
madre y
cuántos permanecen con vida. De esto resulta una medida de mortalidad
desde el
nacimiento hasta una edad determinada para cada grupo de edad
quinquenal.
Así,
considerando las provincias del
NOA, la brecha en la TMI de las madres con nivel de instrucción bajo es
entre
dos y tres veces mayor que las que cuentan con nivel de instrucción
alto según
la provincia, para quienes este resultado es entre 1.37 y 2, excepto
para
Catamarca que presenta el máximo valor (2.87).
Otro
resultado
importante proviene de simular la TMI para datos actuales de acuerdo
con las
brechas encontradas previamente en cada caso de nivel de instrucción y
provincia. En ese sentido, los resultados indican que en las seis
provincias la
TMI de las madres con alto nivel de instrucción es siempre inferior al
10 por
1000, mientras que la de aquellas con nivel de instrucción medio o bajo
supera
este valor.
El
objetivo principal de este trabajo
apunta a brindar información que no está disponible a través del
sistema de
estadísticas oficiales (la TMI según nivel de instrucción de la madre),
con
el fin de conocer la manera que una
variable clave del entorno socioeconómico –como es el nivel de
instrucción–
incide en otro factor fundamental que es la tasa de mortalidad
infantil. Esta
relación habla no solo del sistema de salud y sus políticas, como son
los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino sobre el contexto de una
población,
sus posibilidades de progresar y tener igualdad de oportunidades, así
como
sobre el escenario que se presentaría si fuera posible replicar de
manera
igualitaria la tasa de mortalidad infantil del grupo de las madres con
mayor
instrucción a todo el conjunto de las madres.
6.
Agradecimientos
Agradezco
los valiosos comentarios y sugerencias recibidas durante la
revisión del artículo por parte de la Prof. Lic. Julieta Salinas y la
Dra.
Carola Bertone.
7.
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de
Córdoba, ARGENTINA. torresedu@gmail.com ORCID: http://orcid.org/0000-0001-7719-8981
[2] En el año 2013, en
una obra dirigida por Fernando Longhi se publicó una reedición de dicho
material.
[3]
Esta definición se
corresponde con la indicada por INDEC: Sistema de Estadísticas
Sociodemográficas (SESD). Definiciones y conceptos utilizados en los
cuadros.
Recuperado de:
https://www.indec.gob.ar/ftp/indecinforma/nuevaweb/cuadros/7/sesd_glosario.pdf
[4]
Ídem al anterior.
[5] De igual modo, esas probabilidades pueden usarse para
estimar la cantidad de sobrevivientes de una cantidad de nacimientos
(como
puede ser 100 000), lo que en términos de una tabla de vida está
representado
por la función lx.
[6] Para mayor detalle del método se sugiere revisar el
Manual X (Naciones Unidas, 1986) y el trabajo de Hill (2013).
[7] Sin embargo, en algunos casos los valores obtenidos deben ser interpretados con cautela debido a que presentan un error estándar mayor a 20%.