Revista
Población y Salud en
Mesoamérica
Volumen
18, número 1 |
julio-diciembre 2020
DOI:
https://doi.org/10.15517/psm.v17i1.39645
Desarrollo
e implementación de una
propuesta educativa en el comedor escolar para la promoción de
alimentación
saludable en la escuela Cristóbal Colón en Santo Domingo de Heredia,
Costa Rica
Development and implementation of a nutrition education
approach using
the school dining for promoting healthy eating in Cristóbal Colón
school in
Santo Domingo, Heredia, Costa Rica.
Xinia
Fernández Rojas[1]
y
Nicole
Umaña Sáenz[2]
Resumen:
Introducción:
El sobrepeso y la obesidad infantil han alzado proporciones alarmantes
a
nivel mundial. El entorno escolar ha demostrado ser un espacio óptimo
para la
implementación de estrategias educativas con el fin de atacar esta
problemática. El objetivo fue diseñar y aplicar una propuesta educativa
para
usar el comedor escolar como un espacio para la promoción de
alimentación
saludable. Metodología: Su
población meta fueron los niños y las
niñas de primero a sexto grado y el personal del centro educativo. Se
desarrolló
en cuatro etapas: diagnóstico, propuesta, implementación y evaluación.
Se
preguntó al estudiantado por preferencias y prácticas alimentarias, así
como
opiniones sobre el comedor; se realizaron grupos focales con el
personal y se
evaluó el comedor en infraestructura y servicio. La propuesta incluyó
temas
como desayuno en casa, autorregulación de tiempos de comida y consumo
de frutas
y vegetales. Se crearon mensajes educativos, se degustaron
preparaciones nuevas
y se redecoró el espacio del comedor durante un período de tres meses. Resultados: No se logró modificar
preferencias alimentarias, ni el agrado por el comedor. Se vieron
cambios en
prácticas alimentarias. Disminuyó en un 12 % la cantidad de escolares
que
reportó almorzar doble, es decir en el comedor y en la casa, disminuyó
3 %
quienes reportaron nunca desayunar y disminuyó un 4 % quienes
reportaron traer
merienda de la casa. Concusiones: El
comedor escolar mostró el potencial de generar cambios en hábitos y
conocimientos nutricionales de las niñas y los niños. Es necesario
fomentar
iniciativas educativas por períodos mayores de tiempo y con procesos de
evaluación que valoren la adherencia de la población meta a hábitos y
prácticas
saludables a largo plazo.
Palabras
clave: Obesidad
infantil; educación nutricional, comedor escolar
ABSTRACT: Introduction: Childhood obesity and overweight have reached alarming
numbers world
wise. The school environment has proven to be an optimal area to
develop
strategies against this situation. Methods:
This project had the main objective of creating and implementing an
educational
approach to use the school canteen as a nutrition educational space.
Its target
population were the students from first to sixth grade and the school
staff. It
was developed in four phases: diagnosis, proposal, implementation and
evaluation. A guided questionnaire was applied to students inquiring
about food
preferences and practices, and their opinions on the school canteen. In
addition, there were focus groups with the staff and an evaluation of
the
consuming area in structure and service. The proposal included the
importance
of breakfast, self-regulation of meals and fruit and vegetable
consumption.
Education messages were created, tastings for new preparations were
implemented
and the redecoration of the dining area developed for a three-month
period. Results: After the implementation,
there were no changes in food preferences or opinion on the canteen.
The main
changes were found in students who reported eating double lunch, which
decreased
by 12%, the ones that said they never ate breakfast decreased 3% and
the ones
who bring snacks, decreased 4% Conclusion:
the school canteen demonstrated to be useful to make changes in
nutritional
habits and knowledge of the students. However, it is necessary to
encourage
other nutritional education projects for longer periods and better
long-term
adherence evaluation of the healthy eating practices in the students.
Key words:
Childhood obesity, nutrition education, School food dining
1.
Introducción
La
Organización
Mundial de la Salud ([OMS]
2020)
reconoce la obesidad infantil como un problema de salud pública debido
a
las proporciones alarmantes que ha alcanzado en muchos países. Así
mismo,
clasifica la obesidad y el sobrepeso como factores de riesgo para la
salud y
menciona la obesidad infantil como la principal causa de múltiples
complicaciones:
La
obesidad
infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte
prematura y
discapacidad en la edad adulta. Sin embargo, además de estos mayores
riesgos
futuros, los niños obesos sufren dificultades respiratorias, mayor
riesgo de
fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de
enfermedades
cardiovasculares, resistencia a la insulina y efectos psicológicos
(OMS, 2020,
s.p.).
Según
esta misma
organización, entre 1975 y 2016 la prevalencia mundial de obesidad se
ha casi
triplicado y con ello la presencia de esta condición en niños, niñas y
adolescentes. Se estimaba que para 2016, a nivel mundial,
aproximadamente 340
millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 19 años
presentaban
sobrepeso y obesidad (OMS, 2020).
Esta
realidad es
alarmante a lo largo de toda Latinoamérica. México reportó 35.6 % de
sobrepeso
y obesidad en población escolar de 5-11 años y un 38.4 % en
adolescentes
(Secretaría de Salud, Instituto Nacional de Salud Pública [INSP] e
Instituto
Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2018). En Colombia, la
Encuesta
Nacional de la Situación Nutricional reflejó exceso de peso en un 24.4
% de
menores en edad escolar (5-12 años) y en un 17.9 % de adolescentes
(Ministerio
de Salud y Protección Social, 2015). El mapa nutricional de Chile 2019
determinó que en total un 52 % de los estudiantes entre los 4 y los 18
años
presentan sobrepeso y obesidad (Junta Nacional de Auxilio Escolar y
Becas
[JUNAEB], 2019).En Argentina, para este mismo grupo etario, la cifra es
de 41.1
% (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019).
Para
Costa Rica la
situación no es diferente del panorama mundial. Los resultados del
Censo
Escolar de Peso y Talla 2016 indican que el 34.5 % de niños entre 6 y
12 años
presentaron sobrepeso y obesidad, además, señalaron un aumento
progresivo del
13.1 % en los últimos 8 años según datos previos de este mismo
indicador
(Ministerio de Educación Pública [MEP] y Ministerio de Salud [MS],
2017).
Las
acciones para
combatir esta problemática, se registran desde la primera Conferencia
Internacional sobre la Promoción de la Salud en 1986 donde se menciona
la
propuesta de desarrollar “escuelas saludables” (OMS, Gobierno de Canadá
y
Asociación Canadiense de Salud Pública, 1986). Así mismo, en 2004 la
OMS adoptó
la “Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y
salud”, la
cual reconoce la importancia de mejorar la dieta y promover la
actividad física
como formas de disminuir la morbilidad y mortalidad (OMS, 2004).
Seguidamente,
en 2013 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
(FAO, por
sus siglas en inglés) enfatizó en la necesidad de programas de
alimentación que
promuevan estilos de vida saludable desde edades tempranas con el fin
de
abordar la problemática de sobrepeso y obesidad (FAO, 2013).
Por
lo tanto,
considerando el papel de la escuela como promotor de hábitos saludables
(FAO,
2019), se propone que este espacio tiene un gran potencial educativo,
el cual no
ha sido explotado y se plantea entonces como objetivo principal de este
proyecto: El diseño y evaluación de una propuesta educativa que utilice
el
comedor escolar como espacio para la promoción de alimentación
saludable.
2.
Referente
teórico
La
FAO (2019)
define los entornos alimentarios escolares como “los espacios,
infraestructuras
y circunstancias dentro de las instalaciones académicas y sus
alrededores donde
se obtienen alimentos” (p. s.p.). Es importante aclarar que esto
también
incluye el contenido nutricional de estos alimentos y su publicidad.
Los
programas de
alimentación escolar y educación nutricional han aumentado su
relevancia
mundial en los últimos años y han sido promovidos por grandes
organizaciones
como FAO, OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Algunas
de las
iniciativas más reconocidas incluyen las escuelas promotoras de la
salud (OMS,
2016), los huertos escolares (FAO, 2010), las “escuelas amigables con
la
nutrición” (FAO, 2013) y el programa FRESH (Organización de las
Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], 2012).
En
Latinoamérica se
reconocen los Programas de Alimentación Escolar (PAE), los cuales han
demostrado ser claves en el acceso a alimentos, la lucha contra el
hambre y la
malnutrición. Esta es una de las iniciativas más grandes de la región,
ya que
incluye a Brasil, República Dominicana y Costa Rica, entre otros (FAO,
OPS,
Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas [WFP] y Fondo de
las
Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2019), y beneficia a más de
85
millones de niños y niñas en la región (WFP, 2017).
En
Costa Rica la
Comisión Nacional de Salud y Nutrición Escolar desarrolló el Programa
Nacional
de Salud y Nutrición Escolar, el cual concibe los centros educativos
como
promotores de la salud y espacios vitales para fortalecer la promoción
de
hábitos saludables (Arce, Arjona, Chávez y Gómez, recuperado el 27 de
agosto,
2016). Con respecto a iniciativas de educación nutricional en las
escuelas,
solamente se reconoce el Modelo Póngale Vida® de la Escuela de
Nutrición de la
Universidad de Costa Rica, el cual desde el 2009 trabaja para incluir
de manera
transversal contenidos de alimentación saludable y actividad física en
escuelas
públicas. Su importancia radica en que ha permitido evidenciar la
necesidad de
crear y fortalecer los sistemas de vigilancia alimentario nutricional,
con una
inclusión de profesionales en nutrición dentro del sistema educativo.
El Modelo
Póngale Vida® incluye estrategias en el aula, la escuela, la familia y
la
comunidad, las cuales se han impartido a 7000 escolares y preescolares
y más de
600 profesores (Arriola, Fernández y Gómez, 2018).
El
comedor escolar
se ha definido como un espacio físico necesario para el suministro de
alimentos, es además un área donde se propicia la adquisición de
hábitos
adecuados e inclusión de nuevos alimentos que les permitan a los niños
y las
niñas mantener una alimentación correcta a lo largo de su vida adulta.
Asimismo, funciona como un lugar de socialización y convivencia para
escolares.
Por lo tanto, tiene dos funciones principales: la nutricional y la
educativa
(Gobierno de Aragón, 2013).
En
Costa Rica, el
Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Ministerio de Salud (MS) son
los
entes encargados de la existencia de programas equitativos que
promuevan la
alimentación saludable dentro de las aulas. El Programa Nacional de
Nutrición y
Alimentación del Escolar y el Adolescente (PANEA) es un programa que
nace en
1987 y tiene como meta ofrecer una alimentación complementaria al
estudiantado
y promover hábitos alimentarios saludables (MEP, 2012).
EL
PANEA se dirige
específicamente a niños, niñas y adolescentes en edad preescolar,
escolar y
secundaria; es decir incluye población infantil desde los 5 a los 18
años en
los distintos centros educativos de todo el país. Este programa cubre
el 96.1 %
del total de centros educativos, asegurando
alimentación al 88.3 % de la población estudiantil (MEP, 2017).
Según
su horario,
la población estudiantil consume del 30 al 50 % de su requerimiento
calórico
diario en el comedor, por aproximadamente 200 días al año, lo cual
evidencia el
impacto de este espacio dentro del estado nutricional de esta
población. Con
base en esto, a partir del año 2017, se implementó el uso de nuevos
menús con
el fin de mejorar la calidad de los alimentos ofrecidos y adecuar el
consumo
energético de las alumnas y los alumnos con base en sus necesidades
nutricionales según grupo etario (MEP, 2017).
Un
hábito se define
como una acción o practica que se realiza repetidamente muchas veces de
manera
inconsciente o sin requerir mucha atención. Durante los primeros años
de vida,
se desarrollan muchos de estos hábitos, los cuales se basan en la
imitación del
entorno y la inducción a nuevas experiencias y conceptos. Se reconocen
como
agentes clave en la influencia de nuevos comportamientos a padres y
madres de
familia, personal docente y a pares (Whitebread & Bingham, 2013).
Según
el MEP, los
hábitos de alimentación saludables incluyen procesos mediante los
cuales las
personas eligen sus alimentos en función de mantener una buena salud.
La
formación de hábitos alimentarios inicia desde edades muy tempranas y
es, por
lo tanto, que el escenario escolar es clave en el desarrollo de los
mismos
(Hidalgo, 2012).
3.
Metodología
El
presente trabajo
se enmarca dentro del proyecto ED-2957: Promoción de alimentación
saludable y
actividad física para la prevención de la obesidad infantil mediante la
implementación del Modelo Póngale Vida® en escuelas de Santo Domingo de
Heredia:
Fortalecimiento del Liderazgo Comunitario, desarrollado en la Escuela
de
Nutrición de la Universidad de Costa Rica desde el 2015.
El
proyecto fue
implementado en el comedor escolar de la Escuela Cristóbal Colón,
ubicada en
Los Ángeles de Santo Domingo de Heredia durante un año escolar
(2015-2016) y su
población meta fueron estudiantes del centro educativo y un grupo de
informantes clave conformado por personas de la junta de educación,
personal
del comedor y docentes del centro educativo.
Este
centro educativo
fue seleccionado por su participación activa y el interés demostrado
por el
personal administrativo y docente, así como por sus estudiantes en
previas
iniciativas del programa Póngale Vida®.
El
proyecto en que
se sustenta el artículo a continuación fue aprobado por el Comité Ético
Científico de la Universidad de Costa Rica, según consta en oficio n.º
VI-5301-2016 el día 01 de agosto del 2016.
3.1
Enfoque.
El
proceso de
investigación se clasificó como cuasi experimental y el tipo de
validación como
un estudio piloto, ya que los datos fueron recolectados sin el uso de
un grupo
control y mediante la realización de análisis pre y post
implementación. Tiene
un enfoque mixto en el cual se recolectaron tanto datos cuantitativos
mediante
el uso de cuestionarios y listas de cotejo y cualitativos como grupos
focales.
3.2
Población de estudio
Se
trabajó con dos
tipos de población meta:
-
320 estudiantes de primero a sexto grado (la totalidad de
estudiantes),
quienes fueron previamente autorizados por sus madres, padres o
personas
encargadas mediante el envío de un consentimiento informado.
-
15 informantes clave, entre
los
cuales se encuentran las 5 personas miembro de la junta de educación,
las 3
personas del comedor y 7 docentes del centro. Por personal del comedor
se
entiende las cocineras encargadas de la producción y distribución de
alimentos
y la limpieza del comedor.
Con
respecto a las
características demográficas de la población, según el Censo Nacional
de
Población y Vivienda (Instituto Nacional de Estadísticas, 2011) el
cantón de
Santo Domingo cuenta con una población de aproximadamente 40 000
habitantes,
mayormente joven (70 % entre los 15 y los 64), con 99 % de alfabetismo
y 10.4
años de escolaridad promedio. A pesar de los buenos indicadores del
cantón cabe
mencionar que, según datos reportados por el análisis de la situación
integral
de salud 2007-2012, Tures (distrito donde se encuentra la escuela) es
reconocido
como el sector más vulnerable en aspectos educativos, de salud y de
vivienda
(Área de Salud de Santo Domingo, 2012).
La
Escuela
Cristóbal Colón cuenta con nueve aulas, un espacio común en el área
central,
una huerta donde siembran alimentos para consumo propio, una soda y un
comedor
escolar con una capacidad aproximada de 40 personas, donde se ofrece
diariamente almuerzo para todos el estudiantado y personal de la
institución en
períodos de 15 a 20 minutos por nivel educativo.
El
proyecto contó con dos etapas principales de recolección de datos: el
diagnóstico del centro educativo y la población meta y la evaluación de
la
propuesta educativa. Para ambas etapas se utilizaron las mismas
herramientas
con ciertas modificaciones, las cuales se describen a continuación.
Todas las
herramientas de recolección de datos de este proyecto fueron de
creación
propia.
Se
creó un cuestionario basado en el trabajo
de la Comisión Nacional de
Investigación Científica y Tecnológica en Chile por Lera, Fretes,
Gonzáles,
Salinas y Vio (2015). El cuestionario tenía
33 preguntas de selección
única y 1 pregunta abierta, dividido en 3 secciones: prácticas
alimentarias,
preferencias alimentarias y expectativas del comedor escolar. La
primera sección evaluó el consumo diario de
frutas y vegetales, así como si el estudiante desayuna en casa, trae
merienda,
almuerza en el comedor o almuerza dos veces (comedor y en la casa). Las
respuestas disponibles podían ser: “casi siempre”, “siempre”, “a
veces”, “casi
nunca” y “nunca”. La segunda sección
evaluó las preparaciones del comedor escolar (recetas, frutas y
vegetales)
mediante el uso de imágenes, en la cual la persona estudiante elegía
sus
preferidas. En la última sección, se utilizó una escala hedónica del 1
al 5 con
ayuda de caritas o “emoticones” donde se indicaba su nivel de
satisfacción por
diferentes aspectos del comedor.
Se
elaboró una
lista de 7 preguntas para los grupos focales, que cuestionó la opinión
de los
informantes clave sobre la importancia del comedor y su potencial
educativo.
Finalmente,
se
construyó una lista de cotejo para evaluar infraestructura, condiciones
y
entorno del comedor, utilizando lo establecido en el “Manual de
Estándares de
Comedores Estudiantiles” (Cervantes, Palma e Hidalgo, 2010).
Durante
la
evaluación, se aplicó nuevamente el cuestionario utilizado en el
diagnóstico.
En este caso, fueron eliminadas 14 preguntas y se utilizaron las mismas
escalas
para las respuestas de selección única.
Con
respecto a las
personas informantes clave, se construyó una nueva lista de 7 preguntas
que
funcionó como guía del grupo focal con el personal de cocina. Se construye además una encuesta con 6
preguntas abiertas utilizadas en el grupo focal, las cuales ahondaron
en la
opinión de las personas docentes participantes con respecto a la
propuesta
implementada.
Finalmente,
se creó
una boleta de evaluación para el material educativo, el cual se compuso
de
cuatro preguntas de selección única con las opciones: Si, No, No sé y
una
pregunta abierta.
El
análisis de los
datos recolectados durante el diagnóstico, dio lugar a la propuesta
educativa,
la cual fue implementada y evaluada, llevando a los resultados
expuestos. La
información fue tabulada y graficada utilizando el programa Microsoft
Office
Excel®. Se analizó frecuencia, promedio, moda y diferencias entre los
porcentajes de las respuestas obtenidas durante el diagnóstico y la
evaluación.
Así mismo, los datos cualitativos fueron transcritos, depurados y
codificados
por categorías de interés para establecer el impacto de la propuesta.
En
el proceso diagnóstico se
utilizaron los instrumentos empleados con las modificaciones descritos
en la sección
1.3.1.
Se
aplicó el
cuestionario previamente descrito a una población de 129 estudiantes.
Fueron
elegidos aleatoriamente, ya que se aplicó el cuestionario a una clase
por grado
educativo elegido al azar. Se realizó un grupo focal con cada uno de
los grupos
seleccionados como informantes clave con una duración aproximada de una
hora y
se aplicó la lista de cotejo en el comedor.
El
diseño de la
propuesta educativa se basó en el modelo de procesamiento de la
información, el
cual establece que para procesar cualquier mensaje se requiere de
exposición a
información clara y sencilla, adecuada con el nivel social y educativo
de la
población (Gil, 2010).
Con
base en el
diagnóstico se establecieron tres ejes principales para la propuesta
educativa:
el diseño de mensajes educativos, la modificación de recetas del
comedor y la
modificación del espacio de comedor.
Para
los mensajes
educativos se eligieron tres temas: la importancia del desayunar en
casa, el
consumo de frutas y vegetales, y la regulación de los tiempos de comida
dentro
de la institución para evitar la sobrealimentación y repetición de
tiempos de
comida, como la merienda y el almuerzo. Y se utilizaron dos formatos:
infogramas y habladores.
La
modificación de
recetas se realizó junto con el personal de cocina. Se seleccionaron
las
preparaciones “menos preferidas” de los estudiantes y se programaron
fechas
específicas para su degustación y evaluación.
Finalmente,
en
relación con la modificación del espacio físico se proponen cambios,
como el
reacomodo de muebles y la redecoración con el fin de aumentar la
presencia de
colores en el ambiente.
Esta
etapa tuvo una
duración de 3 meses en los cuales se realizaron aproximadamente 25
visitas a la
institución.
3.4.3.1
Mensajes
educativos
En
la figura 1 se
observan un ejemplo del resultado final de los infogramas (A) y
habladores (B y
C) respectivamente.
Figura
1
Materiales
educativos desarrollados. A) Infograma sobre el consumo de
frutas y vegetales B) y C) Habladores sobre la autorregulación de los
tiempos
de comida.
Fuente:
Creación
propia
(2017).
Los
mensajes
educativos fueron diseñados como creación propia, utilizando los
programas
Publisher 2016® y Piktochart®. Se diseñaron 18 habladores (6 de cada
tema) y 3
infogramas (1 de cada tema). Se utilizaron palabras sencillas, colores
llamativos y mensajes concretos.
Los
mensajes fueron
expuestos en grupos de seis (dos de cada tema) con una rotación de cada
tres
semanas. El período de exposición se determinó con el objetivo de
fomentar su
recordación, proceso de recuperación de la información expuesta, por
parte de
las personas escolares. Dicho proceso lleva, posteriormente, a la
comprensión y
aplicación del mensaje (Cartín, 2011). Previo a la rotación de los
mensajes se
realizaron evaluaciones mediante una boleta que se entregó al azar en
distintos
niveles, para valorar la interacción entre estudiantes y material
respectivo.
3.4.3.2
Modificación
de recetas
Con
base en el
diagnóstico, se eligieron las recetas a modificar: se ofreció la crema
de ayote
en lugar de la sopa de frijoles negros, el picadillo primavera en lugar
del
picadillo de chayote y el picadillo de vainica se cambió por trozos de
pollo
con vegetales. En total se realizaron 3 degustaciones, una por semana
durante 3
semanas consecutivas, en las cuales se ofreció únicamente una de las
nuevas
recetas propuestas.
3.4.3.3
Modificación
del espacio
Las
modificaciones
del espacio físico buscaban mejorar el agrado de los alumnos y alumnas
por el
comedor. Debido a limitaciones del espacio, no fue autorizada la
reorganización
del comedor, pero si la redecoración del mismo. Se expusieron imágenes
referentes a las propiedades nutricionales de algunas frutas y
vegetales
ofrecidas en el menú y se implementó el uso de una pequeña pizarra
afuera para
exponer el menú ofrecido diariamente.
En
el proceso final de
evaluación se aplicaron los instrumentos empleados con las
modificaciones
descritas en la sección 1.3.2.
Se
aplicó el cuestionario a 72
estudiantes de todos los niveles, elegidos aleatoriamente. Se realizó
un grupo
focal con el personal de cocina (3 cocineras) y una encuesta en papel
con
preguntas abiertas entregada a 10 docentes. Debido a los cambios en el
horario
lectivo por cierre de año, la muestra de estudiantes disminuyó
considerablemente y los docentes no contaban con el tiempo para un
segundo
grupo focal.
Finalmente,
se evaluaron las
degustaciones con una escala hedónica con caritas de “me gustó mucho”,
“me
gustó poco” o “no me gustó nada”, las cuales se entregaban a cada niño
que
participó de las degustaciones solicitándole calificar la nueva receta
que
acaba de probar.
Durante
la
evaluación final, no se logró contactar a la junta directiva de la
institución,
debido a limitaciones de tiempo para programar una reunión.
4.
Resultados
Se
obtuvieron datos
de 38 niños y 32 niñas, es decir 72 estudiantes en total. Distribuidos
en todos
los niveles de primero a sexto grado con edades entre los 6 y 15 años.
Se
consultó al
estudiantado por su preparación favorita de las ofrecidas por el
comedor. Tanto
antes como después de la implementación, las preparaciones como pescado
empanizado, puré de papa y espagueti fueron elegidas como las
favoritas. Al
cuestionar por las preparaciones menos gustadas, se indicaron los
picadillos y
las sopas.
Con
respecto a los
datos recopilados durante las degustaciones, aproximadamente un 60 % de
la
población estudiantil se abstuvo de probar las recetas nuevas como la
crema de
ayote y el picadillo primavera. Indicando como razones “ya lo he
probado en mi
casa y no me gusta” o “solo no me gusta”. En contraste, la última
preparación
ofrecida, los trozos de pollo con vegetales, obtuvieron una muy buena
aceptación y calificaciones de 4 (rico) y 5 (muy rico).
La
autorregulación
de los tiempos de comida fue otro de los temas seleccionados para los
mensajes
educativos. Los resultados referentes a cambios de comportamientos
alimentarios
se reflejan en la Tabla 1
Tabla
1
Comparación
de la frecuencia
con la que el estudiantado indicó realizar cada uno de los tiempos de
comida
durante el diagnóstico y la evaluación.
|
Tiempo de
comida |
Desayuno
en casa |
Merienda
de la casa |
Almuerzo
en ambos |
||||
|
Etapa
del proyecto |
Diagnóstico (n=129) |
Evaluación (n=72) |
Diagnóstico (n=129) |
Evaluación (n=129) |
Diagnóstico (n=129) |
Evaluación (n=129) |
|
|
Siempre |
67
% |
65
% |
33
% |
29
% |
50
% |
38
% |
|
|
Casi
Siempre |
6
% |
3
% |
5
% |
8
% |
4
% |
3
% |
|
|
A
veces |
22
% |
29
% |
35
% |
36
% |
25
% |
15
% |
|
Casi
Nunca |
4
% |
1
% |
5
% |
8
% |
5
% |
3
% |
||
|
Nunca |
1
% |
1
% |
21
% |
18
% |
16
% |
42
% |
|
|
TOTAL |
100
% |
100
% |
100
% |
100
% |
100
% |
100
% |
|
Fuente:
Creación
propia (2017).
En
relación con el
desayuno, se observa un aumento en el número de estudiantes que
indicaron
realizar esta práctica en casa. En cuanto a la comparación según
género, se
observa un 16 % de las niñas que desayunan siempre, con respecto a los
varones.
También
se notó una
pequeña disminución en las personas estudiantes que indicaron traer
merienda de
la casa, así como una mejora en la calidad de estas, ya que aumentó en
un 13 %
la cantidad de escolares que dijeron traer fruta siempre.
No
se presentaron
diferencias entre estudiantes que indicaron almorzar en el comedor, en
ambos
casos (antes y después de la evaluación); pero si se observó una
reducción del
12 % en el porcentaje que indicaron repetir el tiempo del almuerzo
siempre y un
aumento del 25 % de quienes dijeron no hacerlo nunca.
El
agrado de las
personas participantes por asistir al comedor no cambio después de la
implementación. En ambos casos el 70 % de la población estableció
disfrutar
“mucho” visitar este espacio. No obstante, medidas poco drásticas como
la
decoración del comedor, el uso de colores alegres y la optimización de
la
iluminación natural fueron reconocidas de manera positiva por los
participantes.
En
cuanto a la
calificación de las decoraciones y los mensajes educativos colocados en
el
comedor, un 68 % de estudiantes (n=72) otorgó una calificación de 5, es
decir,
excelente. Además, un 86 % (62 estudiantes) expresó que consideraba el
contenido de los materiales como “muy importante”. Un 60 % contestó que
sí
consideraba haber aprendido algo nuevo con los materiales, 29 %
consideró que
no y el 13 % marcó que no sabía. Aquellas personas que indicaron no
haber
aprendido nada nuevo, indicaron que ya conocían lo anotado en el
material. Se
observan algunos de los cambios en la figura 2.
Figura
2
Imágenes
de la decoración colocada en el comedor. A) Decoraciones dentro
del comedor con información de frutas y vegetales. B) Pizarra para el
menú
diario.
Fuente:
Creación
propia (2017)
En
relación con las modificaciones del
espacio, no se logró reorganizar los muebles debido a las limitaciones
de
espacio, por lo que se entrega a la institución una guía de
recomendaciones que
puedan ser implementadas cuando se realice la construcción del nuevo
espacio de
comedor.
No
se observaron mayores diferencias en las opiniones de los informantes
clave. Se demuestra mayor claridad en la importancia y potencial
educativo del
comedor, sin embargo, consideran que el poco tiempo y espacio
disponible del
comedor generan grandes limitaciones en el potencial educativo.
5.
Discusión
Al
igual que lo
observado en las preferencias alimentarias, Ventura y Woroby (2013)
sugieren que los niños y las niñas se encuentran biológicamente
predispuestos a
preferir y consumir alimentos dulces, salados y altos en densidad
energética.
Sin embargo, también señalan que la exposición constante de un alimento
nuevo,
dentro de un ambiente social positivo y seguro, presenta mejoras en la
posibilidad de que sea aceptado. Los estudios sugieren que un alimento
necesita
más de 15 exposiciones para ser cotidiano y más de 21 para ser incluido
en la
alimentación. Razonamiento que coincide con lo mencionado por el
personal
cocina, quienes indicaron la importancia de realizar las degustaciones
con más
frecuencia (Anzman-Frazca, Savage, Marini, Fisher & Birch, 2012 y
Cunningham-Sabo, Lohse, 2013).
Así
mismo, es
importante reforzar la exposición de las propiedades nutricionales y
beneficios
de los alimentos ofrecidos, como la pizarra informativa, ya que, según
Lapierre, Vaala & Linebarger (2011) y Levin & Levin (2010),
los niños y las niñas desde los 4 hasta los 8 años demuestran
preferencia hacia
alimentos a los que se les referencia como saludables.
Dentro
de las
limitaciones en la modificación de preferencias, se encuentra la
resistencia de
las niñas y los niños a probar las nuevas recetas ofrecidas, fenómeno
que se
conoce como neofobia o selectividad de alimentos, es decir miedo a
probar
alimentos nuevos. En escolares es muy común y se reconoce como
característico
de la edad. Este comportamiento, se ha relacionado con una menor
calidad y
variabilidad de la dieta. (Gómez, Barros, Pereira, Roberto y Mendonca,
2018).
En
relación con las
prácticas alimentarias, la disminución de estudiantes que indicaron
traer
merienda de la casa o realizar el tiempo del almuerzo dos veces
coincide con
los objetivos de la propuesta educativa, la cual buscó promover la
autorregulación de la ingesta durante los tiempos de comida. Esto
debido a que
en un período de aproximadamente 6 horas (jornada escolar), la
población
escolar tiene acceso a aproximadamente 4 o 5 tiempos de comida:
desayuno en la
casa, posible “desayuno” en el comedor, merienda de la casa, alimentos
de la
“soda” o “quiosco” escolar, almuerzo en el comedor y almuerzo en la
casa.
Este
objetivo
contrasta con la creencia de quienes participaron como informantes
clave de que
los niños y las niñas de la escuela “no tienen que comer”. Sin embargo,
con
base en los crecientes niveles de obesidad y sobrepeso infantil y en el
hecho
de que durante el diagnóstico el 50 % de estudiantes reportó almorzar
dos veces
diariamente, se considera necesario una revisión de las creencias
establecidas
por las figuras influyentes a nivel escolar.
Situaciones
similares fueron
observadas en Guatemala (Pehlke, Letona, Hurley &
Gittelsohn
2015) y en Argentina (Revelli, Bertorello y Hernández
2011), ya que
en sus centros educativos existe una constantemente preocupación por la
falta
de acceso a alimentos. Sin embargo, en Argentina, por ejemplo, el
sobrepeso y
obesidad resultaron ser las formas más frecuentes de malnutrición, con
solamente un 1.4 % de población estudiantil (5 a 17 años) que
presentaron
delgadez (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019).
La
problemática de estos
hallazgos coincide con la dificultad de las personas informantes para
visualizar actividades educativas dentro del comedor que desincentiven
la
sobrealimentación. Por lo que, se refuerza la necesidad de incluir al
personal
de los centros educativos dentro de las propuestas educativas y
promover el
entendimiento de la situación mundial.
Es
posible considerar que los
cambios registrados en las prácticas alimentarias correspondan
solamente a
respuestas basadas en conocimientos y no en una modificación del
comportamiento. Tajidah, Rajiah, Salmah & Nik (2017) observaron una
situación similar en una escuela en Brunei, donde las personas
estudiantes
tenían conocimientos adecuados en prácticas y estilos de vida
saludable, pero
presentaban hábitos alimenticios poco saludables.
Finalmente,
a pesar de que la
opinión hacia el comedor no cambio, medidas poco drásticas como la
decoración
del comedor, el uso de colores alegres y la optimización de la
iluminación
natural fueron reconocidas de manera positiva por las personas
participantes.
Con
respecto al
diseño de la propuesta, cabe mencionar que fue realizada con base en
las
teorías constructivistas de Piaget, quien afirmó que infantes entre los
7 y 12
años tienen un papel activo a la hora de aprender y
utilizan la lógica para llegar a
conclusiones válidas, siempre y cuando las premisas expuestas se
relacionen con
situaciones concretas (Lugones, Hernández y Canto, 2011). Con base en
esto, se
generaron mensajes claros y concisos y se buscó convertir el comedor en
un
espacio más cálido y agradable.
Con
respecto a
propuestas similares desarrolladas, Muñoz (2018) y Martin, Pérez,
Victoriano y
Gandul (2018) analizaron el potencial del comedor educativo y
concluyeron la
importancia actual del papel del comedor radica no solo en su función
de ayudar
a las familias de bajos recursos y alimentar estudiantes, sino además
en su
función educativa, ya que tiene un papel protagónico en la transmisión
de
conceptos y conocimientos nutricionales.
Mancipe
et al.
(2015) también revisaron diferentes intervenciones para prevenir el
sobrepeso y
obesidad infantil en América Latina. Su investigación indicó que
aquellas
estrategias donde se combinaron medidas como la educación nutricional,
la
actividad física y políticas institucionales fueron las más eficaces.
Lo cual
coincide con lo mencionado por los docentes y personal de cocina,
quienes
sugieren la implementación de estrategias más integrales.
Los
resultados
obtenidos se respaldan en investigaciones como la realizada por Rico,
Gallana,
Bernabeu, Trecastro y Moncho (2019) en la cual se comparó una escuela
donde se
implementó un plan educativo con una escuela control. El plan de
promoción de
la alimentación saludable se basó en el fomento de la dieta
mediterránea, los
hábitos en la mesa, el consumo de alimentos saludables y la importancia
del
consumo de agua. Al completar el estudio, se concluyó que la promoción
de
alimentación saludable si puede contribuir a la creación de hábitos
saludables
en niños, niñas y jóvenes.
Como
punto de
mejora es necesario enriquecer la propuesta con actividades integrales
fuera
del comedor con el fin de fortalecer sus resultados. Según la FAO
(2017), otras
estrategias que también han demostrado resultados positivos son el
cuido de
huertos escolares, la inclusión de docentes y padres o madres de
familia y la
promoción de un ambiente saludable dentro del centro educativo, entre
otras.
Al
tratarse de una
iniciativa que se desarrolló exclusivamente en el espacio de comedor,
no se
analizó en ningún momento el rol de madres o padres de familia y las
prácticas
promovidas en el hogar. Según lo observado por Gómez et al. (2018) y
Whitebread
& Bingham (2013), esta sería una de las mayores limitantes de este
proyecto, ya que está demostrado que, en cuanto a comportamientos y
creencias
alimentarias, las prácticas en el hogar juegan un papel clave.
El
corto período de
implementación se considera también como una limitante. Siega-Riz, et
al.
(2011) logró mejorar el consumo de frutas y vegetales en un proyecto de
metodología similar; pero que fue implementado por un período de un
año. Así
mismo Ortegón, Royo y Robayo (2015) sustentan que la recordación en
escolares
está directamente relacionada con el tiempo de exposición a mensajes
visuales
que estimulen sus sentidos y emociones. Por lo que, se debe considerar
para
próximos estudios contar con un mayor período de exposición.
6.
Conclusiones
Este
proyecto se cataloga como un proyecto exploratorio, debido a la poca
información existente de iniciativas similares realizadas anteriormente
en
nuestro país.
Se
concluye que mediante modificaciones sencillas y asequibles en el
espacio y en la oferta de alimentos del comedor escolar es posible
modificar
comportamientos alimentarios en los niños y las niñas del centro
educativo. Se
demostró también que es posible fomentar interés en temas de
alimentación
saludable por medio de mensajes concretos y acciones que resalten fuera
de la
rutina diaria de atender al comedor. Sin
embargo, es necesario utilizar estrategias integrales en conjunto con
madres y
padres de familia, docentes y demás personal de la institución para
alcanzar
cambios sostenibles y fomentar un estilo de vida saludable que
trascienda más
allá de la infancia.
Adicionalmente,
se
determinó que es posible mejorar la aceptación de las personas infantes
a
alimentos nuevos como frutas y vegetales mediante una constante y
repetida
presentación en distintas preparaciones en un ambiente agradable.
Se
reflejó, además, la
necesidad que existe de educación nutricional dentro de los centros
educativos
a figuras clave, como docentes, quienes suelen demostrar una
preocupación mayor
por los casos de desnutrición o bajo peso que por los de sobrepeso y
obesidad,
sin valorar que ambos son casos de malnutrición.
El
presente proyecto
resalta la importancia de los profesionales de nutrición dentro del
campo
académico y en la necesidad del trabajo interdisciplinario para generar
espacios educativos innovadores desde edades tempranas. Se invita a
replicar y
mejorar las acciones propuestas en diversos centros educativos.
Cabe
mencionar que, posterior
a la propuesta educativa expuesta durante este proyecto, el MEP efectuó
una
transformación en el programa PANEA. La nueva propuesta impacta tres
macroprocesos principales la alimentación saludable y completa, la
educación,
información y comunicación alimentario-nutricional y el monitoreo del
estado
nutricional de escolares (MEP, 2017). Implementando de esta manera una
estrategia integral de acción contra el sobrepeso y obesidad infantil
dentro de
los centros educativos. Se espera que las acciones tomadas a nivel
nacional
generen nueva evidencia y resultados que puedan ser respaldados por los
descubrimientos del presente artículo.
7.
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