Artículos Científicos

Desigualdad de género y paternidad adolescente en dos comunidades indígenas de Chiapas, México

Gender inequality, and adolescent fatherhood in two indigenous communities in Chiapas, Mexico

Ezequiel Vázquez-Solís
El Colegio de la Frontera Sur, México
Austreberta Nazar-Beutelspacher
El Colegio de la Frontera Sur, México
Dulce Karol Ramírez-López
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México
Ernesto Benito Salvatierra-Izaba
El Colegio de la Frontera Sur, México
Erín Ingrid Jane Estrada-Lugo
El Colegio de la Frontera Sur, Chiapas, México

Desigualdad de género y paternidad adolescente en dos comunidades indígenas de Chiapas, México

Población y Salud en Mesoamérica, vol. 21, núm. 1, pp. 55-72, 2023

Universidad de Costa Rica

Recepción: 22 Noviembre 2022

Corregido: 22 Febrero 2023

Aprobación: 02 Marzo 2023

Resumen: Introducción: La paternidad adolescente ha sido considerada un importante problema social que recientemente ha empezado a estudiarse desde la construcción sociocultural de las masculinidades y la desigualdad de género. Este trabajo contribuye a documentar la experiencia de la paternidad adolescente en las comunidades rurales indígenas Ch’oles y Tseltales del estado de Chiapas, México. Metodología: El estudio fue realizado a través de un enfoque cualitativo, la técnica de acopio de información consistió en entrevistas semiestructuradas y la selección de las personas participantes fue mediante la técnica de bola de nieve lineal. Se completó un total de 25 entrevistas. En específico, se entrevistó a 16 personas menores de 20 años que fueron padres o madres en la adolescencia; a cinco varones de 24 a 40 años; y a cuatro varones de 50 años o más. Resultados: La paternidad adolescente se asocia con la construcción de las masculinidades soportada en normas socioculturales tradicionales, como el pago por la novia, la poliginia y el intercambio de mujeres. El embarazo adolescente se asocia con la importancia de la paternidad para los hombres, pese a la resistencia de las mujeres a unirse y embarazarse tempranamente. Conclusiones: Diversas condiciones facilitan la ocurrencia de la paternidad adolescente no como un fenómeno individual, aislado, sino en el contexto de la producción económica de las estructuras familiares y de la subordinación de las mujeres, el cual se ha mantenido más allá de algunos cambios generacionales.

Palabras clave: grupos étnicos, unión conyugal, planificación familiar, embarazo adolescente.

Abstract: Introduction: Teenage paternity has been considered an important social problem that has been recently studied from the sociocultural construction of masculinities and gender inequality. This work contributes to documenting the experience of adolescent fatherhood in two Ch'ol and Tseltal indigenous rural communities in the state of Chiapas, Mexico. Methodology: The study was conducted through a qualitative approach, the data collection technique consisted of semi structured interviews and the selection of participants was through the linear snowball technique. Twenty-five complete interviews were carried out in two stages, 13 in each locality, of which 16 were with children under 20 years of age who were fathers and mothers in adolescence, five with men between 24 and 40 years old, and four with men aged 50 and over. Results: Adolescent fatherhood is associated with the construction of masculinities, supported by traditional sociocultural norms such as payment for the bride, polygyny, and the traffic of women. Teenage pregnancy is associated with the importance of fatherhood for men despite the resistance of women to unite and get pregnant early. Conclusions: There are some conditions that facilitate the occurrence of adolescent fatherhood, but not as an individual, isolated phenomenon, but rather in the context of economic production, family structures and the subordination of women, which have remained despite some generational social changes.

Keywords: ethnic groups, conjugal union, family planning, teenage pregnancy.

1. Introducción

La paternidad en la adolescencia ha sido considerada un importante problema social (Beggs, 2012; Greene, 2017) de carácter global que afecta a los estratos de todos los niveles socioeconómicos (Murad et al. 2018); se asocia con el abandono escolar (Rojas y Bravo, 2019) y la incorporación precoz al trabajo remunerado, constituyendo estas las vías principales para la reproducción de la pobreza y el incremento de la desigualdad social (Rodríguez, 2014).

Hasta ahora, en los estudios sobre el embarazo adolescente se ha prestado mayor atención a la maternidad adolescente que a la paternidad temprana, debido a que se asume que los varones no tienen participación en el cuidado de hijos e hijas, y que las consecuencias sociales, económicas, psicológicas y de salud recaen principalmente sobre las mujeres (Olivo, 2017; Ariza, 2020).

Ante la persistencia de dicho fenómeno en América Latina (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2019), se ha incrementado el interés por el estudio del embarazo adolescente y de la maternidad adolescente, prestándose, en ese contexto, mayor atención a la paternidad temprana en su relación con la construcción sociocultural de las masculinidades, el tránsito a la vida adulta y el prestigio social (Rojas, 2021).

En México, el estudio de la paternidad adolescente ha registrado de manera creciente una mayor relevancia en términos de la salud sexual y reproductiva (Balam et al. 2018), no obstante, las investigaciones respecto al tema son todavía relativamente escasas y las que se han realizado en poblaciones indígenas son mínimas.

La diversidad de circunstancias socioculturales en las que se establece la unión entre adolescentes, así como las actitudes y las respuestas de los varones frente a la paternidad, manifiestan la complejidad para su estudio y para su prevención. La OPS (2019) propuso analizar distintos contextos para documentar los problemas de salud sexual y productiva asociados a la construcción de las masculinidades, en particular, lo referente a las uniones tempranas y el embarazo adolescente, pues las uniones de varones adolescentes suelen darse con mujeres de igual o menor edad; con ello, también se espera atender la salud sexual y reproductiva de las niñas y las adolescentes y contribuir a la disminución de esta práctica.

Este trabajo de investigación cualitativa se realizó durante el año 2021, en dos localidades rurales Ch’oles del estado de Chiapas, México, con el objetivo de documentar la experiencia de la paternidad adolescente y, así, contribuir a la comprensión de algunos elementos que, desde las relaciones desiguales de género, la construcción de las masculinidades y las limitaciones estructurales, posibilitan la permanencia de las uniones y los embarazos tempranos en comunidades indígenas.

2. Referente teórico

La perspectiva de género permite aproximarse al estudio de la paternidad adolescente y la construcción de masculinidades en su relación con la maternidad adolescente, colocando el énfasis en la desigualdad entre los sexos sostenida en las normas socioculturales particulares del escenario de estudio. Algunos autores (Anabalón et al., 2011; Botero y Castrillón, 2015; Castillo y Centeno, 2005) identificaron la paternidad como un proceso de construcción sociocultural, de carácter multicausal, que retoma elementos del contexto y del entorno en los que se desarrolle el adolescente (Girad et al., 1992, como se cita en Rodríguez, 2009).

En poblaciones originarias, rurales, la falta de opciones y las normas socioculturales de género que mandatan el deber ser de hombres y mujeres es importante para la comprensión de las uniones y la reproducción biológica en la adolescencia, así como de los cambios que trae consigo el cuidado de la familia y el asumir su rol dentro de la división sexual del trabajo (Mercuri, 2018; Reartes, 2020; Rojas y Bravo, 2019).

Al respecto, Rojas (2019, 2020) y Olavarría y Madrid (2005) documentaron que, en comunidades indígenas rurales, la construcción sociocultural de las masculinidades se sustenta en normas fuertemente ligadas a la conformación de la familia -generalmente asociada a la iniciación sexual-, bajo una estructura patriarcal6 en la que se establecen jerarquías de género, edad y parentesco. Gutiérrez (2017), en un estudio etnográfico realizado en comunidades Ch’oles de Chiapas, reportó que el tránsito de los varones hacia la adultez se encuentra vinculado al trabajo -sobre todo agrícola-, esto les permite establecer la unión conyugal y convertirse en hombres y, con ello, acceder al reconocimiento comunitario y a funciones y cargos de prestigio, lo cual no sucede con las mujeres.

La desigualdad de género se construye en las relaciones sociales a raíz de las diferencias entre los sexos; estas últimas se basan en un conjunto de símbolos, normas, valores y atributos de un imaginario social que da lugar a las concepciones sociales y culturales acerca de la masculinidad y la feminidad (Solana et al., 2016). Asimismo, define las acciones y las funciones concebidas de forma diferencial para varones y mujeres (Scott, 1990, como se cita en Solana et al., 2016), las cuales subyacen y acompañan a la división sexual del trabajo y a la desigualdad y la desventaja de las mujeres. Esos arreglos sociales jerárquicos y de poder podrían generar poderosos incentivos para que los varones establezcan uniones conyugales tempranas y, en consecuencia, se mantenga el embarazo adolescente.

3. Métodos y datos

3.1 Enfoque

El presente trabajo fue realizado desde una aproximación cualitativa. El dar voz a los actores,varones y mujeres, permite aproximarse a las diversas experiencias de la paternidad y la construcción de las masculinidades, aun dentro de un mismo contexto sociocultural (Rodríguez et al. 1999).

El marco metodológico se enfoca, por una parte, desde la subjetividad de los varones adolescentes y, por otra, desde la subjetividad de las mujeres adolescentes que son pareja de aquellos. En los varones adolescentes se indagó sobre las condiciones y las motivaciones de la unión temprana, los roles de género una vez establecida la unión y la experiencia de la paternidad en su relación con el ser hombre. También, desde una perspectiva relacional se obtuvo información de la experiencia de las mujeres en su papel de madres y esposas, así como la valoración de su pareja (varones adolescentes entrevistados) en tanto padre y esposo.

Para complementar la información sobre los posibles cambios generacionales respecto a la percepción de las normas o las prácticas sociales y su valoración en virtud del establecimiento de las uniones conyugales tempranas y la paternidad adolescente, fueron entrevistados algunos varones adultos (edades de 24 a 40 años y de 50 años o más).7

3.2 Acopio de la información

El método de acopio de información consistió en entrevistas semiestructuradas con preguntas abiertas y la posibilidad de introducir preguntas adicionales para obtener mayor información o detalle sobre el tema que se indaga (Ñaupas et al., 2018). Los participantes fueron seleccionados mediante la técnica de bola de nieve lineal, en la que cada individuo entrevistado recomienda a otro (Ochoa, 2015). Es una técnica de selección no probabilística: se invita a las personas a participar, elegidas «cuidadosa e intencionalmente … por sus posibilidades de ofrecer información profunda y detallada sobre el asunto de interés para la investigación» (Martínez-Salgado, 2012, p. 615).

Fue utilizado el criterio de saturación teórica dentro de la Teoría Fundamentada (Glaser y Strauss, 1967, como se cita en Páramo, 2015), la cual no está libre de sesgos (Martínez-Salgado, 2012), pero posibilitó explorar y profundizar en los temas centrales de interés del estudio en comunidades homogéneas con un pequeño número de habitantes.

En esta aproximación metodológica existe una estrecha relación intersubjetiva en la que interviene el entrevistador. En este estudio, quien realizó las entrevistas (durante 2021) fue el investigador principal, originario de una de las dos comunidades elegidas. Este hecho facilitó el realizar las entrevistas en lengua Ch’ol, aunque también hubo rechazos ante la invitación a participar.8

De tal modo, las entrevistas se desarrollaron en dos etapas, una durante abril de 2021 y otra en noviembre del mismo año. En la primera etapa se efectuaron 48 entrevistas, específicamente, 24 en La Flor de Chiapas y 24 en Antioquía; en cada localidad se entrevistó a 12 varones menores de 20 años que fueron padres antes de cumplir 18 años y a sus parejas, seis varones cuya edad (al momento de la entrevista) era de 24 a 40 años y seis varones de 50 años o más.

La segunda etapa tuvo como objetivo profundizar en los temas de la paternidad y los valores y las normas culturales que rigen el ser hombre en cada una de las comunidades; de las 48 personas iniciales, únicamente 26 aceptaron que se les entrevistara nuevamente: 13 en La Flor de Chiapas y 13 en Antioquía.9 Todas las entrevistas fueron grabadas previa autorización de la persona entrevistada. Adicionalmente, se realizó observación participante con el registro de notas en una libreta de campo.

Para caracterizar a las comunidades se utilizó información complementaria cuantitativa proveniente del Censo General de Población 2020 a cargo del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI, 2020), que tiene disponible la información por localidad de todos los municipios del país.

3.3 Población de estudio

Debido a que la segunda entrevista aportó información valiosa relacionada con el objeto de estudio y complementó la primera entrevista, se decidió realizar el análisis únicamente con quienes habían completado las dos entrevistas (n = 25). La distribución de jóvenes menores de 20 años que fueron padres o madres antes de cumplir 18 años, por comunidad, se muestra en la Tabla 1.

Tabla 1
Población entrevistada por localidad (grupo de menores de 20 años que fueron padres o madres antes de cumplir 18 años).
Población entrevistada por localidad (grupo de menores de 20 años que fueron padres o  madres antes de cumplir 18 años).
Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2021.

En la Tabla 2 pueden verse las características sociodemográficas de los varones de 24 a 40 y de 50 y más años, entrevistados.

Tabla 2
Población entrevistada por localidad (grupos de hombres con edades de 24 a 40 años y de 50 años o más, respectivamente).
Población entrevistada por localidad (grupos de hombres con edades de 24 a 40 años y de 50  años o más, respectivamente).
Elaboración propia con base en trabajo de campo, 2021.

3.4 Procesamiento de la información y análisis

Las entrevistas fueron traducidas de la lengua Ch’ol al español, la transcripción fue literal y se organizó por temas con base en las categorías descritas en la literatura científica relativa a la paternidad adolescente: motivaciones y circunstancias en las que se establecieron las uniones tempranas, incluidas las normas sociales que las rigen, la valoración de la paternidad como una vía para convertirse en hombre, el deseo y la valoración del ser padre o madre por parte de las y los adolescentes unidos, la percepción del cambio de vida a partir del nacimiento del primer hijo o hija y las dificultades económicas y personales ante los nuevos roles asociados a ser pareja y padres.

El contenido se analizó tomando en cuenta en todo momento el contexto de estudio; en este último se estudiaron semejanzas o diferencias entre varones, entre mujeres, y entre varones y mujeres que se unieron antes de cumplir 18 años, en cuanto a experiencias, valoraciones y normas reportadas en las entrevistas, a fin de establecer patrones de comportamiento y su relación con las normas comunitarias de género vigentes. También, con base en las entrevistas a varones de 24 años o más, se exploró el reto a las normas y las tensiones ante algunos cambios generacionales concernientes a la forma en la que se establecen las uniones, la permanencia y la reproducción de las normas y la estructura de poder en las comunidades, así como las condiciones de género que posibilitan la permanencia de las uniones tempranas y la paternidad y maternidad adolescente.

El estudio contó con la aprobación del Comité de Ética en la Investigación de El Colegio de la Frontera Sur y se garantizó a las personas entrevistadas la confidencialidad de la información proporcionada10 y su utilización con fines exclusivamente académicos.

4. Resultados

4.1 El contexto de estudio

Las comunidades de estudio, La Flor de Chiapas y Antioquía, son dos pequeñas localidades indígenas que se ubican en el municipio de Palenque al norte del estado de Chiapas, México, en la denominada región ch’olera en el interior de la Selva Lacandona (Gutiérrez, 2017). La primera cuenta con 379 habitantes y la segunda, con 375 (INEGI, 2020).

La Flor de Chiapas es habitada por familias hablantes de Tseltal y Ch’ol, el 82.0 % habla alguna o ambas lenguas, mientras que el 18.0 % de personas de 3 años o más ya no las hablan, lo cual apunta al posible inicio de la pérdida de las lenguas originarias. El porcentaje de pobladores que hablan Tseltal o Ch’ol y que no hablan español es del 12.2 %, con un mayor índice de mujeres (16.7 %) que de hombres (7.3 %) (INEGI, 2020).

Antioquía es de origen Ch’ol, casi la totalidad de sus habitantes de 3 años o más habla esa lengua (96.0 %), en tanto el 4.0 % habla únicamente español. La proporción de monolinguismo indígena es del 83.7 %, con un mayor porcentaje en las mujeres (23.0 %) que en los hombres (12.4 %) (INEGI, 2020). Son localidades en las que la actividad económica principal es la agricultura11.

La Flor de Chiapas cuenta con tres escuelas que ofrecen estudios de preescolar, primaria y secundaria (telesecundaria); a esta última acuden estudiantes provenientes de otras localidades cercanas. El promedio de escolaridad es de 5.7 años, menor en mujeres (5.3) que en hombres (6.1). La tasa de analfabetismo es del 15.3 %. Por su parte, Antioquía cuenta únicamente con educación preescolar y primaria. La tasa de analfabetismo es del 15.7 % y el promedio de escolaridad es un poco más bajo que en La Flor de Chiapas: 5.3 años (en varones es de 5.7 y en mujeres es de 4.8).

Aunque algunos varones y mujeres de ambas localidades concluyen la educación secundaria, muy pocos continúan sus estudios; la mayoría de varones abandona la escuela antes de terminar la secundaria, lo que también podría explicarse porque la educación formal se imparte en español. En las entrevistas, argumentaron que no les gustó la escuela o que les gustaba más el trabajo agrícola, porque les permite obtener algunos ingresos económicos:

Ya no estaba estudiando, ya había dejado de estudiar, bueno, logré terminar el tercer año de la secundaria, pero ya con trabajo es que ya no quería … luego, comencé a trabajar para ganarme mi dinero, porque nadie más me daba dinero, mi papá ya no me da, así que tengo que salir a trabajar para tener dinero y poder comprarme algo. (Pedro, se unió a los 16 años, unión libre, Antioquía)

En otros casos, el abandono escolar ocurrió en razón del embarazo de la novia y la presión familiar para que se una y se haga responsable de la manutención de su familia: «Es que no pensé tomar esposa, lo que pasa es que la había embarazado, tú sabes, que cuando aún somos jóvenes nos gusta eso, se dice que se disfruta» (Kevin, se unió a los 16 años, La Flor de Chiapas).

A diferencia de los varones adolescentes, la mayoría de las mujeres deseaba seguir estudiando y algunas querían retrasar la unión y la maternidad, lo que no pudieron hacer por falta de apoyo de los padres o porque, para continuar sus estudios (preparatoria), deben ir a otra localidad (Lacandón) ubicada a dos horas a pie: «ya había salido de la escuela, pero logré terminar la secundaria, como la escuela está en la misma localidad, pues acá nomás estudié, ya no continué estudiando la prepa porque me queda lejos y mis padres ya no me mandaron» (Berenice, se unió a los 17 años, unión libre, La Flor de Chiapas). O bien, por pertenecer a la organización zapatista: «no, no estudié y nunca fui a la escuela porque mis padres estaban en la organización del zapatismo y ellos no me dejaron estudiar, nos sacaron» (Juana, se unió a los 16 años, unión libre, Antioquía).

El índice de población de 12 años o más que se encuentra soltera, nunca unida, es del 35.5 % en La Flor de Chiapas y del 37.0 % en Antioquía. Estas cifras son más elevadas que el porcentaje del estado de Chiapas en su conjunto: 33.2 %, probablemente vinculadas a las dificultades de acceso a una parcela para trabajar -lo que depende de que el padre posea una parcela y desee otorgarle una fracción al hijo varón- o a la disponibilidad de empleo agrícola en ranchos vecinos. La tierra se hereda únicamente a los varones, las mujeres no tienen derecho a poseer este recurso. El promedio de hijos por mujer en Antioquía es mayor (3.28) que en La Flor de Chiapas (2.92) (INEGI 2020).

Ambas comunidades cuentan, respectivamente, con un centro de salud público que ofrece servicios de planificación familiar, principalmente implantes subdérmicos, inyectables bimensuales y pastillas anticonceptivas, así como pláticas sobre alimentación y nutrición. Carecen de medicamentos. La educación sexual a jóvenes solteros es mínima o incompleta y es impartida principalmente en las escuelas. Las unidades médicas son atendidas por médicos pasantes quienes llegan a la comunidad, pero no permanecen todo el tiempo.

En La Flor de Chiapas, el 63.0 % de habitantes de 12 años o más son católicos, el 20.8 % reportó no tener ninguna religión (muchos de ellos adscritos al zapatismo, aunque la mayoría ya renunció a esa organización) y el resto es pentecostal y presbiteriano; en Antioquía, el 77.1 % es católico, el 4.5 % no profesa religión y el resto pertenece a la iglesia pentecostés y a la presbiteriana (INEGI, 2020).

Son comunidades caracterizadas por una marcada división sexual del trabajo y la posición subordinada de las mujeres, existen prácticas como el pago por la novia, el tráfico (intercambio) de mujeres y se tolera la poliginia -aunque se habla poco de ella-. Esta forma de organización social se ha registrado en contextos rurales e indígenas (Guttman, 2000; Reartes, 2020; Rojas, 2019, 2020, 2021), incluidas las comunidades Ch’oles del norte de Chiapas (Gutiérrez, 2017), la cual posibilita la reproducción social basada en desigualdades legitimadas desde las normas socioculturales, esto, por ende, favorece la concentración del poder y los recursos en los hombres.

4.2 Circunstancias en las que se estableció la unión entre adolescentes (generación más joven)

Los hombres menores de 20 años que se unieron siendo adolescentes, lo hicieron entre los 15 y 17 años. Las esposas o parejas suelen ser menores. La mayoría de los padres adolescentes dijeron que la unión se estableció poco tiempo después de conocer a la esposa, en promedio, un par de meses:

La hablé por la calle, de loco, sin pensar que iba ser mi esposa, le dije que se juntara conmigo y me dijo que no, porque no sé trabajar y yo le dije que eso es fácil, que sí la podía mantener y que ya le puedo hacer su milpa para que no le haga falta comida en la casa … Así fue que decidí juntarme con mi esposa … de una vez la traje sin pensarla, porque así nomás la traje, la robé [risas]. (Gaspar, se unió a los 15 años, La Flor de Chiapas)

Ninguno de los padres adolescentes entrevistados había contraído matrimonio, todos se encontraban en unión libre o consensuada. Esto ocurre porque persiste la norma del pago por la novia, que implica no solamente el llevar regalos a los padres de la novia, sino el pago de la boda (fiesta), lo que la mayoría no puede sufragar, aún menos al ser adolescentes.

Las nuevas generaciones han diversificado las formas de conocerse y hacerse novios, se hablan en la calle, en el río, en el parque, en las áreas deportivas, en la iglesia o en la escuela. Las costumbres antiguas se han transformado, han creado nuevas formas de relación para establecer una pareja sin esperar el consentimiento de los padres o, pese a tener el permiso, robarse a la novia y, así, evitar el pago.

4.3 La persistencia del intercambio de mujeres y la poliginia

Aunque algunas de las normas como el pago por la novia son retadas por los hombres adultos menores de 50 años y los adolescentes, otras son utilizadas por los varones para beneficio propio, lo cual contribuye a la persistencia de normas como el intercambio de mujeres y la poliginia:

mira, le voy a comentar, me casé con ella porque es un cambio que se hizo con mi hermana, porque mi suegro Rafael se casó con mi hermana, pero mi suegro tenía otra esposa, así que se casó con mi hermana, ya es su segunda esposa y viven en la misma casa, o sea, tiene dos mujer [risas], pero con su otra mujer, pues ya tiene rato que están juntados y ya tienen hijas grandes, así que cuando supe que se había llevado mi hermana, le dije que me diera su hija para cambiar las cosas, pues el día que se le dijo ya no dijo nada. … además, tampoco pagué a mi esposa, solo la traje así nomás, porque mi suegro tampoco pagó mi hermana, así que quedamos a mano. … además, como fue un cambio por mi hermana, pues no quise esperar más, porque qué tal llegue otro hombre a pedir y le van a dar, mejor no, me salió esta oportunidad de tener mujer gratis, pues lo aproveché. (Nicolás, se unió a los 15 años, unión libre, Antioquía)

4.4 Convertirse en hombre en la adolescencia: paternidad, familia y trabajo

Para los varones adolescentes en las dos localidades de estudio, el tener esposa y ser padre (de muchos hijos) es la forma en que se convierten en hombres, pues trabajan y asumen una responsabilidad (de proveeduría); esto les otorga prestigio en su comunidad, independientemente de la edad de unión, lo que coincide con lo expuesto por Gutiérrez (2017), en el sentido de que el paso a la adultez entre los jóvenes depende más que de la edad cronológica, de las funciones que asumen. Para los varones, el trabajo, la unión conyugal y el ser padre son cruciales para ese tránsito. Las mujeres no tienen acceso a prestigio o cargos; su tránsito a la adultez es a partir de la unión conyugal:

El hombre se convierte en hombre, es en el momento en que tiene esposa e hijos, porque ya va a trabajar y va asumir una responsabilidad … Ser hombre es el que tiene muchos hijos, yo así pienso, no me importa si la gente no piense como yo. Así que tengo que tener hijos para que yo sea hombre y sea un padre. (Nicolás, se unió a los 15 años, unión libre, Antioquía)

Los hombres propietarios de tierra o con un trabajo remunerado tienen mayor posibilidad de ser reconocidos a causa de la unión conyugal y, con esta, pueden obtener prestigio comunitario y cargos civiles y religiosos (Gutiérrez, 2017), colocándose en la jerarquía social por encima de otros hombres que no cumplen con los requisitos para establecer la unión conyugal; por supuesto, a las mujeres quienes no disponen de tierra se les limita la posibilidad de continuar sus estudios y son subordinadas bajo una rígida división sexual del trabajo, dependencia económica y desprotección familiar y comunitaria.

Además del prestigio y valía conferidos a los adolescentes cuando son padres, estos mismos valoran a sus hijos por el apoyo a las tareas domésticas o las labores agrícolas, con lo cual se reproduce la estructura patriarcal de la familia:

Yo siempre he querido ser padre, porque ser padre es una muy buena opción … porque cuando no quieres hacer algo o traer algo, a ellos los mandas. … Por eso me gusta a mí tener hijos, porque tener hijo mínimo se ve la casa que tiene dueño, para que la gente diga: «ese sí es hombre, por eso tiene muchos hijos.» (Nicolás, se unió a los 15 años, unión libre, Antioquía)

No obstante, los hijos también son valorados afectivamente por algunos de los varones adolescentes:

… tener luego, luego, un hijo, es que al tener un hijo nos alegra el día y nos alegra el corazón … ahora que yo tengo hijos me gusta cuidarlos, en abrazarlo, le compro cosas y compro ropas, aunque yo no tuve muchas ropas cuando yo crecía, a él no le va hacer falta nada, haré todo lo posible en comprarle, porque es lo que yo prometí, por eso soy padre y además le voy a enseñar una educación distinta a la que me dieron. (Pedro, se unió a los 16 años, unión libre, Antioquía)

4.5 Convertirse en madre adolescente, pese a la intención de posponer la unión y el embarazo

A diferencia de los varones, las adolescentes madres o en periodo de embarazo que se unieron dijeron que, si bien deseaban tener hijos alguna vez, preferían posponer el embarazo. La falta de oportunidades o la presión social las orilló a unirse y, enseguida, a embarazarse; embarazo que para muchas de ellas fue no deseado:

yo había pensado tener hijo a los veinticinco años, pero no fue así, sino que me embarace rápido … porque no habíamos pensado cuidarnos, porque cuando nos comenzamos a conocer aún no sabíamos cómo era la forma de vivir, estábamos haciendo las cosas como sea, pero cuando una vez hacemos las cosas, ahorita que ya estoy embarazada, pues estoy arrepentida. (Berenice, se unió a los 17 años, unión libre, La Flor de Chiapas)

También se registró una fuerte presión por parte de los esposos para lograr el embarazo, incluso mediante el abandono y el maltrato:

cuando yo me junté con mi esposo … cuando mi esposo veía que no me embarazaba él se enojaba porque quería tener un hijo y me dejó una vez, pero me volvió a buscar y me tuve que ir de nuevo con él, hasta que me logré embarazar, pues ya no dijo nada, ya que él quiere tener hijo. (Edilia, se unió a los 13 años, unión libre, La Flor de Chiapas)

4.6 Uso de anticonceptivos y dificultades para la manutención y la crianza de hijos

Ante las normas y las valoraciones que dan prestigio a los hombres que se unen, son padres y mantienen a su familia, podría esperarse que estos hombres ni deseen ni utilicen métodos anticonceptivos, independientemente de si hay acceso a ellos (de hecho, son difíciles de obtener, en particular el condón).

Los varones adolescentes dijeron conocer el condón y las pastillas anticonceptivas, pero no los usan porque tienen que comprarlos y no cuentan con dinero para ello o porque no les gusta usar el condón

o porque quieren tener hijos. Las adolescentes unidas dijeron conocer, además del condón, el implante subdérmico y los inyectables bimensuales, aunque tienen poca información sobre cómo utilizarlos. Ellas, a diferencia de los varones, sí desean recurrir a métodos anticonceptivos, sin embargo, están supeditadas a la autorización del esposo y a creencias religiosas que obstaculizan su uso.

Aun así, casi todas las adolescentes entrevistadas que ya habían tenido un hijo nacido vivo, dijeron estar utilizando inyectables o implantes subdérmicos, pues no quieren tener más hijos en el corto plazo. Si bien, el tener hijos o hijas significa prestigio y apoyo para los varones, para las mujeres implica molestias físicas asociadas al embarazo, así como sobrecarga de trabajo relativa a la crianza. Lo anterior guarda relación con las dificultades para mantener y criar infantes, lo cual podría motivar el promedio relativamente bajo de hijos e hijas en La Flor de Chiapas y en Antioquía (2.9 y 3.3, respectivamente).

En las comunidades en las que se realizó este estudio, la producción de alimentos para el autoabasto es insuficiente para la manutención de la familia. El empleo de los varones como jornaleros agrícolas y las actividades de traspatio que realizan las mujeres contribuyen a generar recursos económicos para cubrir gastos como la compra de alimentos que no producen, ropa, medicinas, entre otros bienes, lo que coincide con lo reportado por Blázquez (2012).

Para las esposas de los adolescentes, las limitaciones son incluso mayores que las limitaciones de los varones debido a la predominancia de la familia patriarcal, donde la residencia es patrilocal, con la variante de que en el mismo solar o patio viven varias familias (hijos casados o unidos) en cuartos construidos para dormir y con una cocina compartida.12

También se reportó violencia y alcoholismo por parte del esposo, así como falta de apoyo a las mujeres unidas tanto de la familia del esposo como de su propia familia, esto las coloca en una situación muy vulnerable, acompañada de importante desprotección y dependencia económica según la división sexual del trabajo:

no es un buen esposo, porque a veces salen chismes y se dice que tiene otra mujer en la comunidad … bueno, la gente de la comunidad dice que compra cosas como carne en la casa de la otra mujer que está viendo … a veces mi coraje lo quito con mi hijo. … a veces ha habido caso en donde me ha querido pegar, nos hemos dejado en ocasiones y luego él me busca y vuelvo a regresar con él, porque la mera verdad tampoco tengo dónde ir. Pero la mera verdad no vivo bien, además con mi suegra tampoco me llevo, me odia, que no me quiere ver, que no quiere que le deje a su hijo, que todo lo que dicen es pura mentira, que no es cierto. Y así nada más la escucho, no la hablo. (Edilia, se unió a los 13 años, unión libre, La Flor de Chiapas)

5. Conclusiones

Se observó una respuesta semejante en todos los varones entrevistados, de todas las edades, en cuanto a una fuerte valoración del ser hombre mediante el establecimiento de la familia, la paternidad y el trabajo para mantenerla; esto confirma la vigencia intergeneracional de las normas socioculturales que rigen la construcción de las masculinidades.

Los resultados obtenidos corroboran lo documentado por Rojas (2019, 2020, 2021) y Guttman (2000), en el sentido de que, en contextos rurales e indígenas, la actividad laboral y la iniciación sexual son dos eventos importantes de la masculinidad y de la construcción del ser hombre y, a la vez, tienen consecuencias sociales, económicas y psicológicas diferentes en hombres y mujeres, explicadas por la desventaja social de las mujeres (Reartes, 2020).

En este estudio se aportan evidencias de la importancia de la paternidad y su vínculo con la masculinidad en la práctica del embarazo adolescente, con apoyo en estrictas normas de género en las que la subordinación de las mujeres es esencial: la división sexual del trabajo, la dependencia económica y el nulo acceso a la tierra son expresiones de la desigualdad de género que posibilitan el control social y la reproducción comunitaria, así como la existencia de incentivos para que los hombres deseen ser padres desde la adolescencia temprana; la construcción de las masculinidades requiere de la desventaja y la subordinación de las mujeres.

Desde una perspectiva relacional entre los sexos, se muestra la evidente discordancia entre expectativas, beneficios y costos personales de vida de la paternidad y la maternidad en adolescentes. Los beneficios percibidos por los varones adolescentes influyen en la permanencia de las uniones tempranas; esto sucede a pesar de que el matrimonio infantil ha sido prohibido legalmente en México.13

Llama la atención el deseo de las mujeres adolescentes de posponer la unión y el primer embarazo, al lado de la intención de continuar sus estudios, probablemente ligados a su acceso a la escolaridad o al testimonio de violencia y sobrecarga de trabajo que significa el ser esposa y madre, muchas veces sin el apoyo de familiares o de otras redes como las iglesias. Es importante destacar que, pese a la indefensión en la que se encuentran para rechazar una unión temprana y a la presión del esposo para ser madres, han logrado conseguir y utilizar métodos anticonceptivos a fin de limitar o espaciar los nacimientos.

En línea con lo anterior, las diferencias por sexo en las valoraciones y las expectativas de las y los adolescentes respecto a la educación formal sugieren que la apertura de una escuela preparatoria en la localidad podría contribuir a mejorar la posición de las mujeres y, con ello, a retrasar la unión y el embarazo en la adolescencia.14 Esto, de manera destacada y junto con una distribución equitativa de la tierra entre hombres y mujeres, contribuiría a retar por parte de las mujeres las normas de género aún vigentes, como el pago por la novia, el intercambio de mujeres y la poliginia ocasional; así mismo, se tensarían las relaciones de género en las cuales la subordinación de las mujeres es una condición clave para que los varones puedan convertirse en hombres a través de la unión temprana y el engendrar, a la vez, se contribuiría a disminuir el embarazo en adolescentes.

Otro elemento importante que surge del análisis es que la desigualdad de género parece incrementarse debido a los cambios generacionales, en tanto la unión conyugal ya no ocurre mediante el matrimonio, sino en unión libre; este hecho coloca a las mujeres, bajo este contexto de subordinación y desventaja, en un riesgo aún mayor de abandono y violencia física ejercida contra ellas por su pareja, como ha sido documentado en poblaciones indígenas de Chiapas (Suárez et al., 2022).

Los resultados muestran que, más que la identificación de variables aisladas asociadas a la paternidad temprana y aun cuando se coloquen en el marco de los determinantes sociales de la salud (OPS, 2019), debe tomarse en cuenta la organización económica, social y cultural particular que apuntala ciertas prácticas sociales relacionadas con las uniones y la reproducción biológica, tal como fue propuesto hace más de medio siglo (Davis y Blake, 1960).

El estudio registra algunas limitaciones en la información debido a su carácter cualitativo, por lo que no fue posible conocer la proporción y las tendencias generacionales de las uniones entre adolescentes. Además, quienes participaron de la entrevista, probablemente no representan la totalidad de circunstancias y valoraciones sobre la paternidad y la maternidad adolescentes; sin embargo, por el pequeño tamaño de las localidades de estudio y la importancia de las normas y las prácticas relacionadas con la unión y el tener hijos, es posible que exista suficiente homogeneidad para que los datos recabados representen las valoraciones de la paternidad y las expectativas de vida en hombres y mujeres unidos. De igual modo, el hecho de que el investigador principal haya nacido y crecido en una de esas localidades y su conocimiento profundo de ellas permite validar la información aquí presentada.

La paternidad y las masculinidades en jóvenes varones se vinculan con la maternidad adolescente, lo que explica en parte la permanencia de esta última en los países latinoamericanos; todo ello se articula con las normas socioculturales de género que definen los roles sexuales y la conformación de las uniones tempranas (Organización de las Naciones Unidas para la Infancia, 2014), por tanto, la perspectiva de género y la promoción de la igualdad entre los sexos es prioritaria, particularmente, en los sectores más pobres de la sociedad, con énfasis en los grupos rurales indígenas.

6. Agradecimientos

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia de México (CONACYT) por el apoyo otorgado para la realización de este estudio.

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Notas

6 La importancia de la reproducción de la familia patriarcal fue documentada en los años 80 del siglo XX en contextos rurales pobres de otros países (Lesthaeghe, 1980), en las que el patriarca, mediante un sistema sociocultural que establece jerarquías y organiza la vida familiar (residencial y de funciones), obtiene beneficios del trabajo de sus hijos, nueras y nietos en las actividades agrícolas o productivas en general, así como en las labores domésticas.
7 El grupo de 24 a 40 años de edad corresponde a la tercera etapa de la vida en la cosmovisión Ch’ol, siempre y cuando hayan establecido una unión conyugal; en esta etapa los hombres son llamados wiñik (hombres) y se caracteriza porque los varones pueden trabajar y mantenerse a sí mismos y a su familia. El grupo de 50 años o más corresponde a la cuarta y última etapa de la vida en la que se suele denominar tatuch a los varones ch’oles, particularmente en la región de la Selva Lacandona (Gutiérrez, 2017).
8 Las razones por las cuales algunas personas invitadas no quisieron participar se debieron a que se sintieron incómodas con el entrevistador, quien es originario de La Flor de Chiapas, o consideraron que el entrevistador obtendría ganancias económicas con la información recabada, o bien, le solicitaron dinero para participar en el estudio (notas de campo del entrevistador).
9 No se observaron diferencias en las respuestas entre quienes fueron entrevistados en la primera etapa y quienes respondieron a las dos entrevistas; la diferencia fue la información incompleta o completa, respectivamente.
10 Los nombres de las personas entrevistadas fueron cambiados por nombres ficticios para mantener la confidencialidad.
11 La Flor de Chiapas cuenta con 45 ejidatarios de 91 familias (49.1 %), en promedio cada ejidatario cuenta con diez hectáreas. Su actividad principal es la agricultura, pocos se dedican a la ganadería. Muchas familias producen y venden animales de traspatio, como aves y puercos. En Antioquía se da más importancia al cultivo de chile jalapeño para comercializar. En esta localidad las tierras están más concentradas y existen 27 ejidatarios de un total de 80 hogares (33.8 %) con parcelas de entre 19 y 23 hectáreas.
12 Este tipo de arreglos familiares mantiene un orden jerárquico en la familia en la que los padres y las hermanas del esposo tienen autoridad sobre la esposa. La adolescente unida es destinada no solamente a tener hijos y cumplir labores domésticas de su propia familia, sino también a ayudar a la suegra en los quehaceres y en los cultivos (notas de campo).
13 El 21 de marzo de 2019, el Senado de la República mexicana aprobó una reforma para prohibir el matrimonio infantil, la cual fue publicada el 4 de junio de ese mismo año en el Diario Oficial de la Federación. http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/informacion/boletines/44207-prohiben-el-matrimonio-infantil.html.
14 Esta propuesta ha sido una constante en estudios sociodemográficos destacados realizados en poblaciones rurales de Asia (Caldwell, 2006; Lesthaeghe y Surkyn, 2002). En La Flor de Chiapas, un grupo de habitantes promovió el que se estableciera una escuela de telebachillerato comunitario, pero la generación de adultos de mayor edad, dueños de las tierras, se opusieron con el argumento de que ya no tienen áreas para construir más escuelas y porque consideraban que con lo que hay es suficiente, ya que los adolescentes (varones) tampoco tenían interés en seguir estudiando. El trasfondo de la negativa se puede adjudicar a la necesidad de los varones de mantener el control y el poder mediante normas y arreglos sociales basados en la desigualdad de las mujeres y las jerarquías sociales.
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