Retos para materializar el dividendo de género perfiles de uso de tiempo en Costa Rica1

Challenges to materialize the gender dividend time use profiles in Costa Rica

Pamela Jiménez-Fontana2




Recibido: 06 abr, 2015 Corregido: 24 ago, 2015
Aprobado: 07 set, 2015


1. Introducción

A mediados del siglo pasado, la mitad de los hogares del país se encontraban en condición de pobreza, con severas limitaciones para generar un avance significativo en el crecimiento económico (Programa Estado de la Nación, 2014). En las últimas cuatro décadas, Costa Rica ha experimentado una acelerada transición demográfica, la cual inició con una reducción en las tasas de mortalidad, especialmente infantil, seguida por una disminución en la tasa global de fecundidad, como resultado de los procesos de industrialización y urbanización (Mason, 1997; Thompson, 1929; Notestein, 1953; Rosero-Bixby y Robles, 2008). Este proceso generó un cambio en la estructura por edades de la población, la población joven redujo su peso relativo y se comenzó a incrementar el peso de los adultos mayores (figura 1). Durante este proceso, adquieren mayor importancia los intercambios intergeneracionales, los cuales consisten en las transferencias remuneradas y no remuneradas que ocurren en el ámbito público y privado, y entre diferentes generaciones.


En 1970, Costa Rica inició la transición demográfica a partir de una tasa global de fecundidad de 7,25 hijos por mujer, la cual logró reducir a 1,7 al 2015, significativamente por debajo del nivel de remplazo (Centro Centroamericano de Población [CCP], e Instituto Nacional de Estadísticas y Censos [INEC], 2008). El primer dividendo o bono demográfico es una oportunidad potencial que existe durante este proceso de cambio demográfico. El dividendo consiste en el potencial para generar un mayor crecimiento económico dado que la estructura de la población se concentra en las edades más productivas. Estudios previos estiman que en Costa Rica el dividendo terminará aproximadamente en el 2020 (Rosero-Bixby y Jiménez-Fontana, 2012). El fin del bono demográfico plantea retos para las finanzas públicas, dado que las demandas de servicios públicos para adultos mayores (transferencias en salud y pensiones) crecerán a mayor ritmo que los productores de ingresos tributarios (fuerza laboral).

Durante este proceso de transición demográfica, se genera una revolución sociocultural femenina, las mujeres invierten menos tiempo en tareas domésticas e incrementan su participación en el mercado laboral. Aunque en muchos casos estas mantienen una doble jornada con responsabilidades profesionales y domésticas (Instituto Nacional de la Mujer [INAMU], 2008; INEC, e INAMU, 2011). La producción no remunerada o el trabajo doméstico3 utiliza bienes y servicios adquiridos en el mercado (los cuales no generan utilidad por si solos) y los combina con el trabajo –tiempo- no remunerado de las personas para generar nuevos (Gronau, 1977). De acuerdo con Becker (1965; 1974), las personas distribuyen su tiempo entre el mercado laboral y actividades productivas no remuneradas según su costo de oportunidad. Además, las personas consideran el costo de otros miembros del hogar con el objetivo de obtener la máxima utilidad y bienestar del núcleo familiar.

En Costa Rica, se ha documentado, al igual que muchos otros países, que las mujeres son las principales responsables de las tareas domésticas (INAMU, 2004; Jiménez-Fontana, 2014). Sin embargo, en muchos casos esta especialización podría obedecer a presiones impuestas por normas sociales y culturales. Por su parte, Gupta (2007) argumenta que la decisión de las mujeres de incorporarse al mercado laboral depende exclusivamente de su propio costo de oportunidad; sin embargo, este costo en conjunto con las preferencias puede variar en el tiempo. Estos factores son determinantes para ingresar al mercado laboral y dependen principalmente del nivel educativo.

En los últimos cincuenta años, el interés de las mujeres de invertir en su propio capital humano (educación) ha incrementado, lo cual les genera satisfacción personal de sus logros profesionales (Goldin, 2006). El ritmo con el que las mujeres se han incorporado al mercado ha sido significativamente más acelerado que el de los hombres (figura 2). Parte de este fenómeno se explica por el incremento en el nivel educativo de las mujeres. Entre mayor sea la calificación educativa, mayor será el costo de oportunidad de dedicarse a tareas domésticas no remuneradas. Otro factor que incide en este costo es el cuido de dependientes, especialmente niños. La reducción en la fecundidad ha incrementado el tiempo disponible de las mujeres para trabajar en el mercado, aunque también depende de factores sociales y culturales (Cruces y Galiani, 2007; Flórez-Estrada, 2007). A pesar de que la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, en los últimos veinte años, puede estar asociada a la significativa reducción en la tasa global de fecundidad, el crecimiento de la fuerza laboral femenina se ha estancado, por lo que aún existe una amplia brecha en la participación en el mercado por sexo. Actualmente, la tasa neta de participación laboral masculina es alrededor del 76%, mientras que la de las mujeres es el 45%. La mayor parte del aporte de las mujeres a la producción nacional ocurre en los hogares y es invisible en la contabilización nacional.


Dado que la participación femenina en el mercado laboral se encuentra por debajo del promedio mundial, existe un margen de acción para que más mujeres se incorporen al mercado. Sin embargo, es necesario determinar los factores que explican este estancamiento. La reducción en el crecimiento de la participación laboral femenina podría responder a barreras sociales que solo pueden ser minimizadas mediante políticas públicas. El trabajo doméstico no remunerado podría ser parte de estas barreras. En Costa Rica, estudios previos muestran que la carga promedio de las mujeres es de siete horas diarias durante las edades productivas (INEC e INAMU, 2011; Jiménez-Fontana, 2014). Mayores incrementos en la participación de las mujeres en el mercado laboral tendrían impactos positivos en los ingresos de los hogares, aumentando la calidad de vida de las personas y la producción nacional. Sin embargo, el impacto del incremento en la fuerza laboral femenina depende de que efectivamente existan y mejoren la calidad de los empleos para estas mujeres con ingresos que corresponden a su calificación educativa. A pesar de la mayor calificación educativa de las mujeres, en los últimos veinte años, las mujeres tienen mayores tasas de desempleo e incidencia de la pobreza (Programa Estado de la Nación, 2014).

El impacto económico que puede generar un mayor incremento en la tasa neta de participación en la fuerza laboral femenina se conoce como el bono de género. Estimaciones de Martínez-Gómez, Miller y Saad (2013) sugieren que el dividendo de género para Latinoamérica es igualmente grande que el primer dividendo demográfico. Si se toma en cuenta el tiempo que hombres y mujeres realizan en total en actividades remuneradas y no remuneradas, las diferencias son mucho menores, las principales brechas se observan cuando se estiman las diferencias por valor económico (Jiménez-Fontana, 2014).

Por lo anterior, la mayor parte de las oportunidades del dividendo de género provienen de una mayor participación de la mujer en el mercado laboral. Los programas sociales no deben menospreciar los costos de transacción para una mujer de pasar ser la principal responsable de las tareas domésticas a ser una trabajadora activa en el mercado laboral (Rivero y Pederzini, 2014). Parte de la producción no remunerada puede ser sustituida por bienes y servicios del mercado, pero otros como el cuido son más difíciles de sustituir o están disponibles a precios altos (Organización Internacional de Trabajo [OIT], 2010).

La complejidad de estudiar el trabajo doméstico desde una perspectiva cuantitativa se basa en las escasas fuentes de información. El Sistema de Cuentas Nacionales desarrollado por Naciones Unidas registra todas las actividades económicas que se efectúan en el país (United Nations, 2009). Sin embargo, este sistema posee dos limitaciones. La primera es que no permite realizar análisis de economía generacional al limitar la información en agregados macroeconómicos. La segunda dificultad es que no registra el trabajo doméstico no remunerado,4 el cual es efectuado principalmente por mujeres (Landfeld y McCulla, 2000). Por lo anterior, los registros de Cuentas Nacionales subvaloran la contribución de las mujeres en la economía.

Con el objetivo de visibilizar el trabajo realizado por las mujeres y analizar todas las actividades productivas de la economía, el proyecto internacional National Transfer Accounts (NTA) desarrolló una metodología que analiza la producción y el consumo por edad y sexo (United Nations, 2013). Uno de los principales objetivos del proyecto es determinar el ciclo de vida de las personas, el cual se estima con la diferencia entre el consumo y la producción para cada edad. Los niños, jóvenes y adultos mayores usualmente se encuentran en una etapa deficitaria del ciclo, dado que consumen más de lo que producen, mientras que en las edades productivas son superavitarios. Si solo se incorporan las actividades económicas del sistema de Cuentas Nacionales, al desagregar este ciclo por sexo, se obtiene que las mujeres son durante la mayor parte de la vida deficitarias; sin embargo, esta es una conclusión equivocada. Al no contabilizar la producción no remunerada se ignora una gran parte del aporte de las mujeres a la economía (Donehower y Mejía, 2011; Zagheni, y Zannella, 2013).

El presente trabajo tiene como objetivo fundamental analizar los patrones de uso de tiempo en el país y evidenciar las brechas entre hombres y mujeres en las tareas domésticas no remuneradas. En la primera sección se trazan los patrones de uso de tiempo en Costa Rica entre hombres y mujeres, en promedio por día. En la segunda sección, se estima la producción no remunerada por sexo y edad para los grupos con mayor peso en la distribución de uso de tiempo. La tercera parte desarrolla el consumo no remunerado con énfasis en las transferencias de cuido infantil. Finalmente, la última sección muestra el ciclo de vida no remunerado de los hogares costarricenses

2. Métodos y datos

2.1. Datos

Para estimar los perfiles de producción y consumo no remunerado se utiliza la Encuesta de Uso de Tiempo de la Gran Área Metropolitana (2011) elaborada por la Comisión Interinstitucional para la Contabilización del Trabajo Femenino (INAMU, CICTF, 2011; INAMU, Universidad Nacional de Costa Rica, e INEC, 2012). La encuesta entrevista a los miembros del hogar mayores de once años acerca de las actividades que realizan diariamente. La muestra incluye aproximadamente a 4.800 personas de 2.500 hogares, además, la base registra información demográfica de todo el núcleo familiar (cuadro 1). La principal limitación de los datos es que en el cuestionario no se estableció un número máximo de horas que podrían ser reportadas. Por lo anterior, se observó un sobre reporte en gran parte de la muestra; sin embargo, no se encontraron sesgos específicos en los reportes por variables sociodemográficas. El sobre reporte probablemente se generó al no limitar al entrevistado a un rango de horas específico.

2.2. Metodología

La metodología de esta investigación está basada en las técnicas de la red internacional National Transfer Accounts (United Nations, 2013), la cual estima perfiles de producción, consumo y transferencias por edad. Específicamente, las estimaciones de producción no remunerada se basan en la metodología desarrollada por Gretchen Donehower de la Universidad de California, Berkeley (Donehower, 2014). El principal antecedente de estos métodos es el trabajo realizado por Varjonen, Hamunen y Soinne (2014).



2.2.1 Estimación de los perfiles de producción no remunerada

La investigación utiliza los datos de la encuesta de uso de tiempo para determinar los perfiles de producción no remunerada por sexo y edad. Existen varias clasificaciones del trabajo doméstico. Dado que el cuestionario de la encuesta utiliza una adaptación de la Clasificación Internacional de Actividades para Estadísticas de Uso del Tiempo (ICATUS) de Naciones Unidas, esta se utiliza como referencia para la creación de grupos. La tabla 1 detalla las agrupaciones que se realizaron para estimar el tiempo dedicado a la producción no remunerada.

Las actividades en la encuesta se pueden agrupar en tres categorías: producción remunerada, producción no remunerada y actividades no productivas. La primera contempla todas las actividades que se incluyen en las estadísticas de cuentas nacionales, como el trabajo principal y el autoconsumo. La segunda categoría se compone de nueve actividades que fueron escogidas según el criterio de la tercera persona desarrollado por Reid (1934). Este criterio establece que actividades productivas no remuneradas son aquellas fueron realizadas por la misma persona, pero podría contratarse a una tercera persona. Por lo anterior, no se considera producción aquellas que solo pueden ser generadas por el beneficiario mismo, tales como: comer, estudiar o dormir. Finalmente, el tiempo dedicado al cuidado personal, el estudio, el ocio y la recreación conforman el grupo 3.


Para estimar la distribución del tiempo para todas las actividades, se corrigió el exceso y faltante de tiempo de forma proporcional, según las horas reportadas en cada actividad (ecuación 1 y 2). Esta corrección se realizó exclusivamente para analizar la distribución del tiempo total. Para el resto de la investigación, solamente se realizó la corrección cuando el total del tiempo reportado excedía las 24 horas y no se corrigieron los faltantes, dado que se asume que el tiempo no reportado no es productivo (Donehower, 2014).





Para estimar los perfiles de producción no remunerada, se estima el promedio ponderado para cada actividad por sexo y edades simples. El total dedicado a producción no remunerada corresponde a la suma de cada actividad por edad y sexo.

2.2.2 Estimación de los perfiles de consumo no remunerado

Respecto al consumo no remunerado, la encuesta no especifica quienes son los beneficiarios de la producción no remunerada; sin embargo, se conoce quien es la población objetivo. Por lo anterior, se consideraron dos tipos de consumo: general y específico. El primero se refiere a las actividades generales cuyos beneficiarios o consumidores son todos los miembros del hogar; por ejemplo, limpieza y reparaciones. El consumo de las actividades generales se estima al dividir el tiempo dedicado por igual entre todos los miembros del hogar; por ejemplo, si una persona, en un hogar compuesto por cuatro miembros, dedica cuatro horas diarias a la limpieza, entonces cada uno de los miembros del hogar es consumidor de una hora de limpieza por día. En el caso que otro miembro del hogar también produzca esta actividad, el consumo también se dividirá por igual entre todos los miembros.

El consumo específico se refiere a la producción no remunerada con un beneficiario de una edad determinada; por ejemplo, el cuido a niños menores de 12 años. Dado que la encuesta en varios módulos establece el rango de edad de los beneficiarios y no la edad específica, el consumo se asigna para cada edad según los pesos relativos estimados mediante una regresión lineal (Donehower, 2014); por ejemplo, un niño menor de un año y otro de diez en el mismo hogar demandarán cuido infantil en proporciones distintas. De acuerdo con los ponderadores de la regresión, el menor demandará más atención que al de diez años, por lo que al primero se le asignará una proporción mayor consumo de cuidado infantil.5

3. Resultados

3.1. Distribución del tiempo

El perfil del uso de tiempo de los costarricenses a lo largo de la vida revela el ciclo de vida de las personas. Desde los doce años, las mujeres dedican aproximadamente 6 horas a actividades relacionadas con la educación, mientras que los hombres dedican un poco menos (figura 3). Las diferencias por sexo se podrían deber a la mayor presión social de los hombres por incorporarse rápidamente al mercado laboral y contribuir con los ingresos del hogar (Becker, 1965). A partir de los doce años, tanto hombres como mujeres reducen el tiempo dedicado al estudio para incrementar su participación en el mercado laboral. Una limitación de la encuesta es que no permite distinguir la calidad del tiempo dedicado a la educación, a pesar de que las mujeres invierten un poco más de tiempo en esta actividad, esto no implica una mejor preparación del capital humano.

Las actividades con la mayor brecha por sexo son el tiempo dedicado al mercado laboral y a tareas domésticas. Los hombres no solo se incorporan más temprano al mercado laboral, también lo hacen con mayor intensidad. Para todas las edades, los hombres dedican más tiempo que las mujeres al mercado laboral. Por su parte, la situación es inversa respecto al trabajo no remunerado. Los hombres dedican en promedio más de 2,5 horas al mercado laboral que las mujeres, mientras que las últimas dedican en promedio más de 3 horas que los hombres a las tareas domésticas. Las mujeres son las que cargan con la mayor parte de las responsabilidades domésticas, lo cual confirma la especialización laboral por sexo desarrollada por Becker (1965). Esta especialización corresponde en parte a una delegación normativa del trabajo, que depende de factores sociales y culturales, y en muchos casos conlleva a una doble carga de trabajo (INAMU, 2011). Estas diferencias serán desarrolladas con mayor detalle en la siguiente sección.

Respecto al resto de actividades, la distribución del tiempo o perfiles por edad son más similares entre hombres y mujeres. En promedio, las personas dedican ocho horas diarias a dormir para todas las edades, excepto en las edades cuando se incorporan al mercado laboral y dedican menos tiempo. De igual forma, el ocio y cuidado personal también se reducen cuando las personas ingresan al mercado y aumenta a partir de los sesenta años cuando se retiran del mismo. Un aspecto relevante es que los hombres dedican más tiempo al ocio y al cuidado personal que las mujeres, especialmente en las edades productivas. Entre los 12 y los 35 años, los primeros dedican en promedio 50 minutos diarios más que las mujeres a estas actividades.

3.2. Producción no remunerada

Existen dos grupos principales de producción no remunerada. El primero agrupa a actividades como cocinar, limpiar, lavar, aplanchar, entre otros, y el segundo se compone del cuidado infantil. En la tabla 2 se detallan las actividades incluidas en estos dos grupos. Respecto al primero, existen amplias brechas por sexo. Después de los 18 años, las mujeres producen más del doble de este tipo de producción que los hombres (figura 4). Esta carga (normativa) que lideran las mujeres puede resultar un obstáculo para las mujeres que deseen incrementar su participación en el mercado laboral. En promedio, ellas dedican más de 3 horas por día a este tipo de actividades. Los datos no reflejan un cambio en las edades más jóvenes o una mayor corresponsabilidad por parte de las nuevas generaciones.



El perfil del grupo 2 difiere considerablemente del primero (figura 5). La producción de cuido de niños se concentra en las edades reproductivas. Las mujeres incrementan el tiempo invertido en cuido infantil a los 15 años y este comienza a reducirse a los 30 años. El perfil del cuido realizado por los hombres se encuentra desplazado a la derecha, lo cual podría ser el resultado de la postergación de la fecundidad masculina. En otras palabras, dado que los hombres tienen hijos a edades más tardías, la producción de cuido infantil ocurre a edades mayores que las mujeres. Los hombres invierten menos de la mitad del tiempo que las mujeres en el cuido de niño; sin embargo, los hombres contribuyen proporcionalmente más al cuido de niños, que a otras actividades como la limpieza. Este hallazgo coincide con estudios previos (INAMU, 2008; Jiménez-Fontana, 2014).


Respecto a la producción del cuido de adultos mayores del hogar, la encuesta posee un módulo en donde consulta sobre esta actividad; sin embargo, el tiempo reportado es mínimo. Dos hipótesis podrían explicar este fenómeno: primero, la mayor parte de la producción de cuido de adultos mayores se realiza fuera del hogar y, segundo, las personas no consideran que el cuido de adultos mayores como cuido, sino como parte de un acompañamiento familiar y no se reporta en la encuesta. En este tema, se deben incluir preguntas más detalladas en las encuestas o recurrir a instrumentos especializados en adultos mayores.6


Los resultados presentados anteriormente sugieren que el patrón mundial de especialización del trabajo se cumple para Costa Rica, la figura 6 confirma este hallazgo. A partir de los 25 años, la brecha por sexo en el tiempo dedicado al mercado laboral aumenta rápidamente. En promedio, a los 40 años, los hombres invierten en trabajos remunerados más de doble del tiempo que invierten las mujeres. Por su parte, las mujeres dedican más del doble a la producción no remunerada que lo invertido por los hombres. Un aspecto relevante es que dado que los datos se limitan a la Gran Área Metropolitana, si se incluyera el resto del país, principalmente zonas rurales, las brechas por sexo probablemente serían mayores.




3.3. Consumo no remunerado

Dadas las limitaciones de las fuentes de información, los perfiles de consumo remunerado están basados en métodos de imputación que resultan en distribuciones similares por sexo. El consumo no remunerado corresponde a recibir o ser beneficiario de limpieza del hogar, preparación de alimentos, mantenimiento del hogar, cuido, entre otros (figura 7). El incremento en el consumo en los primeros años de vida corresponde principalmente a cuido infantil. Conforme las personas crecen e ingresan a edades independientes el consumo no remunerado disminuye a un promedio de 3 horas por día. Conforme las personas envejecen, incrementan las demandas en salud y cuido y llegan a consumir aproximadamente 4 horas por día.

Respecto al cuido infantil este es el único consumo que es asignado a edades específicas mediante una regresión lineal. Con este método, se asigna el peso por edad y se distribuye el consumo a los potenciales consumidores (niños menores de doce años en el hogar). La figura 8 presenta el tiempo dedicado al cuidado infantil por edad de los beneficiarios. Esta distribución se puede considerar como la demanda de cuido según la edad del niño, a mayor edad menor es la cantidad de cuido demandado. En el primer año de vida, un recién nacido demanda entre 4 y 5 horas diarias de cuidado exclusivo,7 el cual se produce fuera del mercado. Si una mujer desea incrementar su participación en el mercado laboral, la demanda de cuido infantil no desaparecerá. Este cuido deberá ser realizado por el hogar mediante una mayor corresponsabilidad familiar o puede ser cubierto por el mercado mediante la adquisición de servicios privados. Por lo anterior, la distribución muestra la demanda insatisfecha (potencial) de cuido infantil. Dadas las dificultades para delegar el cuido infantil, este ejemplifica una de las principales barreras de las mujeres para incorporarse al mercado laboral, reducir la brecha en la participación de la fuerza laboral y materializar el dividendo de género. Las dos alternativas para cubrir este cuido tienen dos limitaciones. Por una parte, la corresponsabilidad familiar depende de factores sociales difíciles de modificar en el corto plazo y por otra parte, las alternativas privadas usualmente están disponibles a precios que no son accesibles para todas las familias. Una tercera alternativa son los servicios de cuido subsidiados por el Gobierno para mujeres que trabajen en el mercado laboral; sin embargo, su cobertura debe ser amplia para lograr resultados efectivos.


3.4. El ciclo de vida del hogar


Como se desarrolló en la primera sección, el ciclo de vida del hogar estima la diferencia entre el consumo y la producción a lo largo de la vida. En este trabajo, se estimó el ciclo de vida en unidades de tiempo dedicadas a las actividades productivas no remuneradas. Si el consumo es mayor que la producción se determina que existe un déficit y al contrario es un superávit. Tanto hombres como mujeres poseen un déficit antes de los 12 años, el cual corresponde principalmente a consumo de cuido infantil. Durante la infancia, los niños y niñas consumen en promedio más de lo que producen (figura 9). En las edades productivas, las mujeres tienen un superávit creciente hasta los 30 años, lo cual significa que en este período producen significativamente más de lo que consumen. En otras palabras, gran parte de su producción es transferida a otros miembros del hogar. Por su parte, los hombres a partir de los 30 años poseen un balance casi nulo, lo cual evidencia que transfieren poco a otras generaciones.

A pesar de que los datos son de corte transversal, se puede inferir que, durante el ciclo de vida de los costarricenses, las transferencias no remuneradas son generadas principalmente por mujeres adultas. Lo anterior demuestra cómo una parte importante del trabajo de las mujeres no se visibiliza en los registros de Cuentas Nacionales, al ser parte de una economía no remunerada. La desagregación por sexo de Cuentas Nacionales subvalora el trabajo de las mujeres. Estos resultados coinciden con estimaciones realizadas para Estados Unidos y Europa (Donehower y Mejía, 2011; Zagheni y Zannella, 2013).

4. Discusión

Esta investigación describe la distribución del tiempo diario de los costarricenses en la Gran Área Metropolitana. El trabajo utiliza la metodología internacional de National Transfer Accounts para estimar perfiles por edad de la producción y consumo no remunerado. Estos resultados podrán ser utilizados en futuras investigaciones realizar análisis comparativos entre países. El estudio confirma que en Costa Rica existe una división normativa del trabajo, dado que la mujer es la principal responsable de las actividades domésticas no remuneradas, mientras que el hombre dedica gran parte de su tiempo al mercado laboral. Estos resultados son similares a los documentados con el módulo nacional de uso de tiempo de la Encuesta de Hogares del 2004 (Jiménez-Fontana, 2014; INAMU, 2008).

A pesar de que en los últimos 20 años las mujeres incrementaron significativamente su participación en el mercado laboral, se mantiene una amplia brecha por sexo. Por lo anterior, se considera que existe un potencial de mano de obra femenina que puede generar mayor crecimiento económico y reducir los impactos negativos del envejecimiento poblacional. Una de las principales barreras para materializar esta oportunidad, conocida como dividendo de género, es que las mujeres son las principales encargadas del trabajo doméstico. En las edades productivas, las mujeres dedican casi el triple de trabajo no remunerado, en comparación con los hombres. Entre las alternativas para reducir esta brecha, se encuentra delegar en el mercado algunos de los bienes y servicios producidos en el hogar; sin embargo, subcontratar el cuido es más complicado. En promedio, un niño recién nacido demanda casi seis horas de cuido al día. Aunque existen opciones privadas de cuidado infantil, estas usualmente están accesibles a precios elevados.

En promedio, los resultados no evidencian una mayor corresponsabilidad de nuevas generaciones. Aunque se desarrollan programas que incentiven la cooperación entre todos los miembros del hogar, estos responden a factores sociales y culturales que pueden tener efecto hasta en el largo plazo. En los próximos años, será necesario realizar nuevas encuestas de uso de tiempo para determinar si se generan cambios en la distribución de responsabilidades en el hogar y la delegación de trabajo al mercado laboral.

5. Conclusiones y Recomendaciones

Los resultados presentados confirman la teoría de la división del trabajo en la Gran Área Metropolitana en Costa Rica. Las mujeres son las principales responsables de las tareas domésticas y existe poca corresponsabilidad en el hogar. Existen dos dimensiones fundamentales que justifican el estudio de estas brechas por sexo. Primero, en materia de derechos humanos, se debe profundizar si estas brechas obedecen a diferencias entre las oportunidades que tienen hombres y mujeres, con el objetivo de procurar un balance de las responsabilidades por sexo entre el mercado de trabajo y las tareas domésticas. Segundo, las barreras que complican a las mujeres incrementar su participación en el mercado, también dificultan la materialización del dividendo de género que podría alivianar el impacto negativo del envejecimiento poblacional.

Los resultados de este estudio imponen un reto a los tomadores de políticas públicas. Si la materialización del dividendo de género es un objetivo deseable, se debe considerar que las mujeres son las principales encargadas del trabajo no remunerado y que tienen altos costos para incrementar su participación en el mercado, como el cuido de niños. Existen tres alternativas principales para reducir o balancear la carga del trabajo doméstico: corresponsabilidad familiar, soluciones privadas y programas sociales. La primera implica un cambio cultural y el desarrollo de un programa educativo que fomente la corresponsabilidad entre los miembros del hogar; sin embargo, esta solución podría mostrar resultados hasta en el largo plazo. La segunda opción tiene un alto costo económico que no necesariamente puede ser cubierto por estas familias. La tercera alternativa podría incluir subsidios gubernamentales y una ampliación de la cobertura de las redes de cuido, aunque en periodos de elevado déficit fiscal como el actual se debe procurar la mayor eficiencia en el uso de los recursos.

Al igual que la materialización del primer bono demográfico, el dividendo de género depende en gran medida de las políticas públicas, dado el estancamiento en el crecimiento de la participación de la mujer en el mercado laboral. El dividendo de género implica un aumento en la fuerza de trabajo, con alto potencial para contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento de la población. Dada la evidencia empírica sobre las amplias brechas salariales entre hombres y mujeres (Trejos y Gindling, 2004), el país debe asegurar mayores y mejores empleos a las mujeres en conjunto con alternativas para reducir su carga de trabajo no remunerado y para incrementar su participación efectiva en el mercado.

En Costa Rica, la autoridad encargada de registrar las cuentas nacionales es el Banco Central de Costa Rica. Dadas las brechas en la división social del trabajo, el Instituto Nacional de las Mujeres impulsa un proyecto para visibilizar el trabajo de las mujeres en los hogares mediante la estimación de una cuenta satélite de trabajo doméstico no remunerado (INAMU, 2015). Es importante tomar en cuenta que aunque estos indicadores permiten sensibilizar la dinámica de las mujeres en la economía, es indispensable la implementación de políticas públicas adicionales para incentivarla a una mayor incorporación al mercado.

6. Referencias

Becker, G. S. (1965). A Theory of the Allocation of Time. The Economic Journal, 75(299), 493-517.

Becker, G. S. (1974). A theory of marriage. En T. W. Schultz (ed.), Economics of the Family: Marriage, Children and Human Capital (pp. 299-351). Estados Unidos: University of Chicago Press.

Centro Centroamericano de Población, e Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. (2008). Estimaciones y Proyecciones de Población por sexo y edad Costa Rica. San José, Costa Rica: Autor.

Cruces, G., y Galiani, S. (2007). Fertility and female labor supply in Latin America: New Causal Evidence. Lab. Econ., 14(3), 565-573.

Donehower, G. (2014). Incorporating Sex and Time Use into NTA: National Time Transfer Accounts Methodology. Recuperado de http://www.ntaccounts.org/web/nta/show/Gender,%20Time%20use/

Donehower, G., y Mejía, I. (2011). Everybody Works: Gender, Age and Economic Activity. Recuperado de http://epc2012.princeton.edu/papers/120225/

Flórez-Estrada, M. E. (2007). Economía del género: el valor simbólico y económico de las mujeres. San José, Costa Rica: Editorial UCR.

Goldin, C. (2006). The quiet revolution that transformed women's employment, education, and family. En AEA Papers and Proceedings (pp. 1-21). Estados Unidos: National Bureau of Economic Research. doi: 10.3386/w11953

Gronau, R. (1977). Leisure, home production and work – the theory of the allocation of the time revisited. J. Polit. Economy, 85(6), 1099-1123.

Gupta, S. (2007). Autonomy, dependence or display? The relationship between married women’s earnings and housework. J. Marriage Fam., 69(2), 399-417.

Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, e Instituto Nacional de la Mujer. (2008). Principales resultados del módulo de uso del tiempo. San José, Costa Rica: Autor.

Instituto Nacional de la Mujer, Comisión Interinstitucional para la Contabilización del Trabajo Femenino. (2011). Encuesta de Uso de Tiempo de la Gran Área Metropolitana [Base de datos]. San José, Costa Rica: Autor.

Instituto Nacional de la Mujer, Universidad Nacional de Costa Rica, e Instituto Nacional de Estadística y Censos. (2012). Uso del Tiempo en la Gran Área Metropolitana: una mirada cuantitativa del trabajo invisible de la mujer. San José, Costa Rica: Autores. Recuperado de http://biblioteca.icap.ac.cr/BLIVI/COLECCION_UNPAN/BOL_MARZO_2013_60/IDESPO/2012/uso_tiempo.pdf

Instituto Nacional de la Mujer. (2011). Las brechas de género en Costa Rica. San José, Costa Rica: Autor.

Instituto Nacional de la Mujer. (2015). Valorización del trabajo doméstico no remunerado-TDNR. Recuperado de http://www.inamu.go.cr/web/inamu/valorizacion-del-trabajo-domestico-no-remunerado

Jiménez-Fontana, P. (2015). Analysis of non-remunerated production in Costa Rica. The Journal of the Economics of Ageing, 5, 45-53.

Landfeld, J. S., y McCulla, S. H. (2000). Accounting for nonmarket household production within a national accounts framework. Review of Income and Wealth46(3), 289-307.

Martínez-Gómez, C., Miller, T., y Saad, P. (2013). Participación laboral femenina y bono de género en América Latina. Santiago, Chile: CEPAL. Recuperado de: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/35897/S20131095_es.pdf?sequence=1/

Mason, K. O. (1997). Explaining fertility transitions. Demography, 34(4), 443-454.

Notestein, F. W. (1953). Economic problems of population change. En Proceedings of the Eight International Conference of Agricultural Economists (pp. 13-31). Nueva York, Estados Unidos: Oxford University Press.

Organización Internacional de Trabajo. (2010). Trabajo decente y corresponsabilidad social en el cuido. Ginebra, Francia: Autor.

Programa Estado de la Nación. (2014). Vigésimo Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. San José, Costa Rica: Autor.

Reid, M. (1934). Economics of Household Production. Nueva York, Estados Unidos: John Wiley & Sons.

Rivero, E., y Pederzini, C. (2014). No todo es tiempo perdido. Cómo pasan las horas los NiNis mexicanos. Coyuntura Demográfica, (6), 29-33. Recuperado de http://somede.org/coyuntura-demografica/articulos/CD6/riveroCD6.pdf/

Rosero-Bixby, L., y Jiménez-Fontana, P. (2012). Retos y oportunidades del cambio -demográfico para la política fiscal. San José, Costa Rica: Universidad de Costa Rica.

Rosero-Bixby, L., y Robles, A. (2008). Los dividendos demográficos y la economía del ciclo vital en Costa Rica. Papeles de población, 14(55), 9-34. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11205502/

Thompson, W. S. (1929). Population. American Journal of Sociology, 34(6), 959-975.

Trejos, J. D., y Gindling, T. H. (2004). La desigualdad en Centroamérica durante el decenio de 1990. Revista de la CEPAL, 84, 177-198. Recuperado de http://offnews.info/downloads/desigualdad_centroamerica.pdf/

United Nations. (2009). National System of National Accounts 2008. Estados Unidos: Autor.

United Nations. (2013). National Transfer Accounts Manual: Measuring and Analyzing the Generational Economy. Nueva York, Estados Unidos: Autor. Recuperado de http://www.un.org/en/development/desa/population/publications/pdf/development/Final_March2014.pdf/

Varjonen, J., Hamunen, E., y Soinne, K. (2014). Satellite Accounts on Household Production: Eurostat Methodology and Experiences to Apply It. Helsinki, Finlandia: Statistics Finland.

Zagheni, E., y Zannella, M. (2013). The life cycle dimension of time transfers in Europe. Demographic Research29, 937-948. doi: 10.4054/DemRes.2013.29.35


7. AGRADECIMIENTOS

La autora agradece a Gretchen Donehower de la Universidad de California, Berkeley, por sus valiosos comentarios durante el desarrollo de la investigación y a María Fernanda Alvarado del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica por el procesamiento de datos.


Licencia Creative Commons
Retos para materializar el dividendo de género perfiles de uso de tiempo en Costa Rica por Pamela Jiménez-Fontana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.



1Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto Contabilizando el Trabajo de la Mujer el cual se desarrolla con fondos del International Development Research Centre, en coordinación con University of California, Berkeley, y University of Cape Town.

2Universidad de Costa Rica. Centro Centroamericano de Población. COSTA RICA. pjimenez@ccp.ucr.ac.cr

3En el presente trabajo se utilizar el trabajo doméstico o producción no remunerada indistintamente.

4La única excepción es el autoconsumo, el cual se registra en el Sistema de Cuentas Nacionales.

5Respecto a la asignación del consumo con beneficiarios específicos hay dos excepciones. En el caso del cuido a adultos mayores sin discapacidad, el rango de edad de los beneficiarios potenciales es muy amplio (12 años o más) y al utilizar el método de regresión se obtienen ponderadores negativos, lo que sugiere que no existe un patrón específico por grupos de edad. En este caso, se decidió distribuir el consumo entre todos los miembros del hogar mayores de 12 años.

6El cuido de enfermos temporales representa una proporción muy pequeña del total del cuido.

7Estas estimaciones excluyen el cuido simultáneo y solo contabiliza el tiempo dedicado a las actividades primarias. Por ejemplo, si una madre como actividad principal está cocinando, pero al mismo tiempo como actividad secundaria vigila a su hijo, solo se contabiliza el tiempo dedicado a la cocina.