El consumo global anual de plástico ha alcanzado más de 320 millones de toneladas y la mayor cantidad de plástico se produjo en los últimos 10 años. Una oleada de campañas nos ha impulsado a rechazar botellas y pajillas plásticas, mostrando imágenes de un cruel destino en animales, playas y mares. A pesar de esto, poca información recibimos respecto al detalle de la composición de los plásticos que llegan y permanecen en los mares. Ningún aporte debe desvalorarse, en cuanto a los cambios de comportamiento que hayamos logrado como sociedad al rechazar materiales de plástico y estereofón de un solo uso. Sin embargo, no son necesariamente las botellas ni las pajillas las grandes responsables de la contaminación marina debido al plástico.

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No son necesariamente

las botellas ni las pajillas

las grandes responsables de

la contaminación marina

debido al plástico.

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Lebreton y colaboradores caracterizaron en el 2018 una zona de acumulación de plástico oceánico formada en aguas subtropicales entre California y Hawaii: el Gran Parche de Basura del Pacífico. Este modelo, calibrado con datos de estudios de múltiples buques y aeronaves, predijo que al menos 79 mil toneladas de plástico oceánico flotan dentro de un área de 1,6 millones de km2 (más del doble del tamaño de Texas). Dentro de este sitio, la categoría por tipo de plástico, correspondiente a redes, cuerdas y líneas de pesca representó el 52% del total de “biomasa plástica”.

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Las pérdidas accidentales y deliberadas de las artes pesqueras se convirtieron en una fuente importante de contaminación del plástico oceánico. Las redes de pesca perdidas o descartadas se conocen como “pesca fantasma” y tienen una tendencia a continuar pescando durante cantidades variables de tiempo. A pesar de que las artes de pesca pueden perderse accidentalmente durante las tormentas, también pueden abandonarse deliberadamente. La mayoría de los puertos carecen de las instalaciones para recolectar, reciclar o intercambiar redes, por lo que tirarlos por la borda parece ser la opción más “fácil”. La pesca fantasma es especialmente preocupante, ya que produce impactos negativos directos sobre la economía y los hábitats marinos globalmente.

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Alrededor del mundo, focas, tortugas, aves y peces se lesionan y mueren de la misma manera. Entre 2002 y 2010, 870 redes recuperadas solo del estado de Washington contenían más de 32,000 animales marinos y en el 2016 un estudio a nivel global encontró que al menos 40 especies de animales se han visto afectadas directamente por la pesca fantasma. Al menos 70% de estos registros fueron de mamíferos marinos, en donde la Ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) fue la más impactada.

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La pesca fantasma no es solo un problema de contaminación y bienestar animal, también es un problema para la industria pesquera, ya que mata productos comercializables, representa una amenaza para los pescadores y obstruye los puertos. Un estimado de 180,000 cangrejos Dungeness (Cancer magister) son asesinados cada año por pesca fantasma en Puget Sound, lo que equivale a más de $ 744,000, y hasta 913,000 cangrejos azules (Callinectes sapidus) son también afectados cada año, con valor de $ 304,000, en la Bahía de Chesapeake, Virginia.

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Costa Rica no es la excepción a este problema, un estudio demuestra que los plásticos afectan incluso al Parque Nacional Isla del Coco y sus aguas adyacentes. Entre el 2006 y 2015 se registraron varios tipos de basura entre 300 y 350 m de profundidad. El 60% de los objetos fueron de plástico, en su mayoría provenientes de artes de pesca. Actualmente se han acumulado más de 5 toneladas de este tipo de basura en la Isla del Coco.

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Algunas de las soluciones propuestas por la FAO ante el problema de la pesca fantasma, son: i) incentivos económicos para los pescadores que traigan a puerto redes viejas y/o dañadas, ii) marcaje de artes de pesca para identificar las razones por las cuales se han perdido y proponer medidas preventivas, iii) mejor uso de tecnologías para mejorar las artes y la precisión de la ubicación de las mismas, iv) desarrollo de esquemas de recolección, disposición y reciclaje en puertos y v) aumentar los reportes de artes perdidos, en donde no sean castigados quienes lo hagan, precisamente para impulsar este comportamiento en los pescadores.

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Lo anterior haría pensar que, mientras la sociedad evoluciona en patrones de consumo y logra rechazar artículos plásticos de un solo uso, las industrias y los gobiernos deberían concentrar esfuerzos en acciones con un impacto mucho más amplio en beneficio de los recursos marinos. ¿Estaremos entonces tirando nuestros esfuerzos por la borda?

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Andrea Montero-Cordero

Fundación Amigos de la Isla del Coco

San José, Costa Rica

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Fotografías de Área de Conservación Marina Cocos y FAICO. Artes de pesca recolectadas en aguas circundantes al Área de Conservación Marina Cocos.

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Referencias

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O’Hara, K., et al. (1988). Citizen’s Guide To Plastics In The Ocean: More Than A Litter Problem. Center for Marine Conservation.Washington D.C. 142p.

Brown, J. & Macfadyen, G. (2007). Ghost fishing in European waters: Impacts and management responses. Marine Policy, 31(4), 488-504.

Good, T. P., et al. (2010). Derelict fishing nets in Puget Sound and the Northwest Straits: Patterns and threats to marine fauna. Marine Pollution Bulletin, 60(1), 39–50.

Stelfox, M., et al. (2016). A review of ghost gear entanglement amongst marine mammals, reptiles and elasmobranchs. Marine Pollution Bulletin 111(1-2), 6-17.

Antonelis, K., et al. (2011). Dungeness Crab mortality due to lost traps and a cost–benefit analysis of trap removal in Washington State Waters of the Salish Sea. North American Journal of Fisheries Management, 31, 880-893.

Havens K., et al. (2011). Fishery failure, unemployed commercial fishers, and lost blue crab pots: an unexpected success story. Environmental Science & Policy, 14, 445-450.